Entre Tiempos

Por Julie18_08

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Los ciclos se cierran y la vida sigue, aunque en realidad incluso cuando los ciclos se mantienen abiertos la... Más

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Diecinueve
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Veintiuno
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Veinticuatro
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Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y cinco
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Treinta y nueve
Cuarenta

Cuatro

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Por Julie18_08


La verdad era que Maya no entendía muy bien qué significaba ser parte de una fraternidad, pero cuando entró a la primera creyó que eran un culto. La casa era elegante y decorada al más puro estilo femenino, el cliché de lo femenino; pasteles y blancos, brillo y música pop, voces agudas y rápidas, chicas vestidas literalmente de rosa. Tal ves debió adivinarlo, la fraternidad se llamaba Rosebud.

-Esto es loco.- dijo bajando la voz, agarrando a Henry del brazo.

Ahora estaban en el patio trasero de la casa, luego de haber atravesado la primera planta entre otros estudiantes, nuevos y viejos, quienes charlaban o comían tentempiés con las hermanas. Porque en verdad se decían hermanas entre ellas, y en realidad, hasta parecía que habían salido del mismo útero.

Henry era uno de los pocos hombres que estaban allí y desentonaba por completo con el molde, porque el resto... Maya no quería ser prejuiciosa o estereotipar un tipo de estilo, pero el resto de los chicos presentes eran la viva imagen del gay afeminado. Quería morir por pensar eso, pero... los estaba viendo y no podía no pensar en eso.

Y ahí estaba Henry, de jeans oscuros y una camiseta algo holgada y ligera por el calor, y lo miraban las chicas y los chicos. Maya no tenía idea que la universidad iba a ser así, sin pensarlo demasiado sacó su móvil y le marcó a Alan, su otro mejor amigo que había ido a otra universidad, quizás una menos loca.

-Hola, Maya.- le respondió él a los segundos.

-No entiendo.- dijo ella.-Todos se están comiendo a Henry con los ojos, ¿por qué? ¿qué está pasando en este mundo?- preguntó.

Henry podía escucharla, la miró con los ojos entornados y suspiró fastidiado, luego se dio media vuelta y fue hacia una mesita donde habían bebidas rosas y púrpuras. Maya vio que enseguida tres chicas lo abordaban, pero le dio la espalda y se enfocó en su conversación.

-Es Henry.- dijo Alan, como si eso significara algo.

-Sí, pero...- rodó los ojos.-Antes al menos tenía que abrir la boca para que la gente comenzara a seguirlo por ahí, ya sabes, tenía que esforzarse un poco en ser encantador y amable.- indicó.

Henry había trabajado duro el año anterior para ser Presidente del Centro de Estudiantes de la academia, y lo había logrado porque literalmente todos lo amaban, y quienes no lo amaban terminaron adorándolo cuando comenzó su campaña. Era consciente de que su amigo era muy persuasivo y carismático con las masas, después de todo lo suyo era la política y algún día sería alcalde o gobernador, era su destino. Pero esto era diferente, aquí la gente ni siquiera había comenzado a conocerlo y ya estaban lamiéndole los zapatos.

-Supongo que hay algunas personas que simplemente atraen a la gente, es como un... como un aura.- le explicó Alan, calmado y pensativo.-Pero siempre hemos sabido que Henry tiene esa aura, la gente lo adora; no sé, quizás sea la sonrisa o su cara o... no lo sé, supongo que está bueno.- dijo sin mucho interés.

-Si, lo sé, lo sé.- repitió.-Lo que pasa es que tú no estás viendo esto.- dijo y se volteó.

Y ahora habían cuatro chicas y dos chicos a su alrededor, escuchándolo hablar mientras sostenía un vasito transparente con soda rosa; y todos le sonreían mientras él hablaba y él les sonreía de vuelta porque obviamente lo haría. Maya se quitó el móvil del oído y le sacó una indiscreta foto que le envió a Alan inmediatamente.

-¿Por qué todo es rosa?- fue lo primero que preguntó.

-Fraternidad, muy femenina.- explicó.

-Ah.- murmuró.-Bueno... supongo que será popular, qué impacto ¿no crees?- y rió con suavidad.

-Sabía que esto pasaría, espera... Oh mi dios, es perfecto, me colará en tantas fiestas.- sonrió, menos impactada y más emocionada.

-Siempre viendo el lado positivo.- dijo él.-En fin, si ya calmé tu inquietud, adiós... estoy mudándome.- le dijo.

-¡Oh! ¡Te llamaré en la noche y me contarás todo!- dijo.-¡Adiós!- él se despidió y cortó.

Respiró muy aliviada luego de esa llamada y se acercó a paso rápido hasta donde estaba su amigo, se coló con cierta dificultad entre él y una chica de ojos rasgados y le sonrió al grupo. Todos la miraron con sonrisas amistosas, incluso la incluyeron fácilmente en su conversación acerca de por qué Rosebud era la mejor fraternidad femenina del campus; o así fue hasta que Henry le rodeó los hombros con un brazo y la apretó un poco contra él.

Maya nunca había pensado que eso era raro, ambos se conocían hace años y estaban acostumbrados a tocarse y a estar cerca, era fácil y natural. Pero cuando vio el pequeño cambio en las caras del grupito por primera vez sintió que Henry no debería tocarla así y se tensó, y él lo sintió porque la miró con el ceño fruncido.

-En fin...- dijo él, dirigiéndose al resto, una sonrisa brillante en sus labios.-Ha sido un placer, son muy amables; pero tenemos que irnos, gracias por la acogida.- les dijo como si en verdad no quisiera irse.

-Deberías pasarte otro día, ya sabes dónde estamos.- le sonrió una chica, estrechándole la mano.

-Claro, será genial.- dijo él.-Adiós, chicos.-

-Adiós.- les dijo Maya, sonriendo.

Atravesaron el patio y la casa, luego salieron a la calle y comenzaron a caminar hacia la siguiente fraternidad. Henry ya no la rodeaba con el brazo, pero estaba cerca y ella sólo podía preguntarse si es que acaso siempre había sido así. Porque definitivamente no se había dado cuenta hasta ese momento, cuando un ejercito de gente en rosa la miró como si fuera el siguiente objetivo a masacrar.

-Ese lugar era raro.- dijo ella, un escalofrío la recorrió.

-Era una secta.- dijo él.-Aunque eran simpáticos, lo que es más peligroso... porque son una jodida secta.- rió.

-Casi nos lavan el cerebro, me sentí adoctrinada.- dijo.-No me gustó.-

-Lo noté.- comentó, factual.-Mira, ojalá esta sea mejor.- apuntó a la siguiente gran casa.

Las puertas estaban abiertas y un banner iba de una esquina de la casa a la otra, tenía letras blancas sobre un fondo purpura, aunque habían otros colores salpicados por aquí y por allá alrededor del nombre. "La Colonia" Maya pensó que era un nombre sospechoso, pero de todas formas entró.

La casa era mucho más sencilla que la de las Rosebuds, tenía sillones oscuros y una chimenea, una mesa de billar y algunos cuadros colgaban de las paredes. Los recibió un grupito de chicos y chicos que se hallaban sentados en la entrada alrededor de un mazo de naipes, les dieron la bienvenida a la colonia y los animaron a explorar.

-Me siento como en una película.- dijo ella.

-Yo también.- asintió Henry.

El sonido de guitarras siendo rasgadas suavemente los llevó a una terraza, habían macetas con plantas verdes y flores coloridas, dos chicos tocaban sus guitarras para un grupo mientras les hablaban acerca de cómo se sentían las vibraciones en sus cuerpos. Se veían calmados y agradables, aunque extrañamente serios, como si las vibraciones fueran un tema serio.

Se sentaron en el círculo por unos minutos y escucharon. El tema central era la naturaleza, el aire y el agua, los aromas que nos recordaban momentos especiales de nuestras vidas y las vibraciones que nos hacían sentir humanos. Porque como humanos y seres que habitaban esta tierra era necesario conectarse, con él otro, con uno mismo y con la tierra. Maya escuchó atenta, hasta que tuvo la necesidad de levantar la mano.

-¿Sí?- le preguntó uno de los chicos, mirándola como si estuviera en paz con sus chacras.

-Comprendiendo que todo en este mundo está conectado y que es el deber de nuestra generación revertir, o mejor dicho, detener el avance destructor y desproporcionado del asfalto que le ha quitado vida a la tierra.- dijo, repitiendo más o menos lo que había escuchado.-¿Qué es lo que se hace aquí? ¿En la Colonia?- quiso saber.

-Bueno...- dijo el chico, arrastrando la palabra.-Tenemos un huerto.- y apuntó hacia el huerto.-Y reciclamos, y creemos en el comercio justo y somos vegetarianos o veganos.- asintió.

-¿Y... si no soy vegana?-

-Lo siento, hermana, es parte del juramento.- dijo como si no hubiera remedio.

-Pero no tomo leche, soy intolerante.- ofreció, pero él solo hizo una mueca para indicarle que no era suficiente.-Ok.- dijo Maya, levantándose.-De todas formas fue un placer, son geniales y espero que derroquen un montón de transnacionales.- les sonrió.

-¡Exacto!- la apuntó él chico.

Henry y ella se despidieron del grupo y cuando salieron a la calle se sonrieron, porque había sido como estar en los 60' rodeados de hippies. Y ninguno de los dos jamás había visto a un hippie en vivo y en directo, solo algunos hipsters por aquí y por allá, nada más.

-Eso estuvo genial.- le dijo Henry.-Y estoy seguro de que tenían hierba.-

-¿Qué clase de fraternidad sería si no tuvieran?- bufó.

Continuaron con su recorrido, el cual los llevó a todos los extremos del campus, y cuando estaba atardeciendo decidieron que ya habían visto suficiente. Habían diez fraternidades y sororidades en la universidad, de ellas sólo siete eran grandes y antiguas, se notaba porque sus casas tenían más habitaciones y porque había un aire de comunidad en ellas. A Henry le había gustado "La Sociedad del Cambio" porque era mixta y la mayoría de los integrantes pertenecían a las facultades de ciencias sociales y humanidades, además no se veían como un culto. Irían a una fiesta allí esa misma noche.

Maya llegó con Henry a casa y vio que su hermano estaba con sus amigos, Dana y Ben. Dana era una chica de largo cabello oscuro y ondulado, con una mirada penetrante y una personalidad fuerte y astuta, a Maya le agradaba bastante; igual que Ben, quien era la personificación de la calma y la buena voluntad. Se detuvo en el salón al verlos y los saludos con abrazos, porque era la mejor manera de saludarlos luego de tanto tiempo.

Dejó a Henry con ellos y corrió a su cuarto. Se quedó un buen rato frente al armario, tratando de preguntarse qué clase de impresión quería dar. Toda su ropa era colorida, le gustaban los colores que resaltaban y las prendas que quedaban en la memoria de la gente; así que se relajó un poco y simplemente sacó lo que más le gustaba en ese momento.

Aún era verano, por lo que tomó un top verde con delgados tirantes que brillaban tornasolados, luego se puso unos jeans ceñidos que le llegaban hasta la cintura, le agregó un cinturón que por milagro era también tornasol y usó unos tacones gruesos y blancos. Se miró al espejo satisfecha y simplemente se revolvió un poco la corta melena.

Bajó con su móvil y sus llaves en la mano, ya estaba lista para irse, aunque aún faltaban algunas horas.

-¿No te va a dar frío?- le preguntó Derek, con curiosidad real.

-Es joven, déjala vivir la experiencia.- intervino Ben.-Es su momento de crear muchos recuerdos divertidos y felices, sé su hermano y no su padre.- le aconsejó.

-Como tu hermano te pregunto.- se corrigió, dedicándole una mirada de reojo a su amigo.-¿No te va a dar frío?-

-Ugh, no seas un viejo.- masculló Dana y luego la miró.-Iría con ustedes, pero ayer me lancé a la vida y no creo que mi hígado me perdone otra noche.- dijo quejumbrosa, pero con una sonrisa satisfecha.

-Yo ya tengo un compromiso, pero disfruten.- les deseó Ben.

-Siento que debería ir, pero no seré sobre-protector ni paranoico porque... sólo no lo seré.- agregó su hermano.-Henry, te la estoy confiando.- lo apuntó.

-Créeme, soy muy confiable.- dijo su amigo.



*     *     *     *     *



-Lo haré.- dijo Maya en voz baja.-Oh, sí que lo haré.- reiteró.

-¿Qué?- curioseó Henry.

-Lo estoy sintiendo.- dijo ella.

-Oh.- asintió él con el ceño fruncido.-¡Oh!- exclamó cuando al fin entendió.

Cuando Maya veía un chico que le llamaba la atención lo observaba por unos segundos con el fin de ver si estaba sintiendo ese cosquilleo en el estómago y el afloramiento de la anticipación. A veces esas sensaciones no llegaban, pero otras veces sí; y cuando así era sabía que tenía que acercarse a hablarle si no quería quedarse prendada en una simple fantasía.

Llevaban alrededor de media hora en la fiesta de la "Sociedad". La casa era alta y oscura, pero habían algunos cuartos y salones con luces neones donde la música retumbaba con fuerza en sus oídos. Había una cantidad de gente extremadamente exagerada, los pasillos estaban repletos al igual que el pórtico y los patios que rodeaban la residencia. Había gente en los pisos superiores y las voces se mezclaban con las melodías, incluso la puerta que llevaba al sótano estaba abierta.

Bailó con Henry al principio para aclimatarse al ambiente fiestero y cruzó miradas con algunos chicos, cantó canciones populares a todo pulmón y luego rió cuando vio la cara de su amigo. Pero ahora descansaban por un momento apoyados en una pared, tratando de decidir qué hacer; aunque claro, ella lo decidió apenas lo vio.

-Muy bien, es tu momento.- la animó Henry, quien siempre era como su porrista personal cuando se trataba de conquistas.-Relájate, sonríe... eso, así.- le dijo mirándola.

-Se ve mayor, ¿crees que es mayor?- le preguntó.

-En verdad no tengo idea de a quién le echaste el ojo, pero apoyo tus decisiones.- se sinceró.

-A él.- dijo e hizo un pequeño gesto con su cabeza.

Maya no estaba segura de que Henry vería lo mismo que ella estaba viendo, porque claramente sus cerebros no funcionaban de la misma manera, pero lo que ella estaba viendo era asombroso. Se trataba de un chico joven, aunque no de dieciocho como ella y Henry, tal vez veintiuno o un poco más, no estaba segura y no quería que importara. Estaba reclinado contra la chimenea apagada, una mano dentro de sus jeans y los ojos escaneando la multitud.

Lo primero que pensó Maya al verlo fue "Da miedo" Había algo hostil en su postura, en su mirada, como si fuera a explotar con una sola palabra. El hecho de que sus brazos estuvieran cubiertos por tatuajes tampoco ayudaba a la impresión que daba, un brazo estaba adornado con rojos, verdes y amarillos, el otro en tinta negra. Maya se sintió repelida los primeros segundos, pero ahora estaba intrigada.

-Ya lo veo.- dijo Henry, evaluativo.-Fase de chico malo, ok, tenía que llegar en algún momento.-

-Trato de no juzgar un libro por su portada.-

-Sí... si fuera tú no me acercaría, pero no soy tú, así que supongo que esto va a pasar.- resopló.

Maya asintió decidida y se puso en marcha, atravesó la multitud con toda su seguridad manifestándose tanto en su andar y en su expresión. Lo alcanzó y cuando se detuvo frente a él el chico no tuvo más remedio que mirarla. Sus ojos eran fríos y claros, no la miró diferente; a Maya se le ocurrió que tal vez ya estaba siendo rechazada.

-Hola.- le dijo.

-No.- masculló él, la voz rasposa.

-Ok, respeto eso.- dijo ella en un suspiro.-Tenía que intentarlo.- agregó.

Como él pareció no querer agregar nada se dio la media vuelta y volvió con Henry. El rechazo era algo con lo que todo ser humano tenía que aprender a vivir, y si había alguien que podía manejarlo era ella; aunque todos esos años de entrenamiento nunca iban a poder quitarle la sensación de derrota y decepción que acompañaba cada fracaso. Cuando llegó con su amigo él le frotó la espalda con una mano firme y reconfortante, como si quisiera transmitirle que todo estaba bien.

-Él se lo pierde.- le dijo para animarla.

Se frotó el rostro con ambas manos y cuando las alejó estaba sonriendo, no tenía sentido desanimarse por los pequeños himpases de la vida. Con esto en mente se separó de Henry y fue a bailar otra vez, quería perderse un rato entre el resto de la gente y relajarse mientras su cuerpo seguía el ritmo de la música y vibraba con los bajos. Al rato vio a su amigo sosteniendo ligeramente la mano de una muchacha morena, sonriéndole y acercándose para susurrarle; el muy desgraciado ya le llevaba la delantera.

Se desplazó hacia la terraza de afuera para tomar algo de aire, pues dentro la atmósfera estaba viciada y calurosa por el exceso de cuerpos en movimiento. Inspiró hondo y cerró los ojos, le encantaba ese ambiente de distensión y ocio, de juego y diversión; quería llenar sus fines de semana con fiestas y conocer toda clase de personas.

-No, no, no.- escuchó decir a sus espaldas.-Tú no puedes estar sola.-

-En ese caso que bueno que vienes a hacerme compañía.- respondió.

Era un chico alto y de cabello oscuro, con ojos amables y una sonrisa picarona. Maya se apoyó ligeramente en la barandilla y lo miró expectante, estaba dispuesta a hablar con quien fuera que se le acercara. Le gustaba hacer amigos y charlar, después de todo ¿qué gracia tenía una fiesta si no compartías?

-Jack.- le dijo él.

-Maya.- respondió.-Cuéntame, Jack, ¿qué te trajo a esta excelente fiesta?- le preguntó.

-Sólo quería divertirme un rato, ya sabes como es esto.- le contestó.-Creo que podríamos ser amigos.-

-Claro, ¿por qué no?- sonrió despreocupada.

-Deja que te traiga algo, en honor a esta nueva amistad.- le dijo él, una sonrisa brillante en su rostro.-No te muevas, regreso en dos segundos.- le aseguró.

-Voy a contarlos.- anunció dándose unas palmaditas en la muñeca, donde debería ir un reloj.

Jack no le quitó los ojos de encima mientras se alejaba y cuando lo perdió de vista volvió a apoyarse en la baranda. Estaba planeando cómo seguir su noche; charlaría un rato con el chico y vería si le agradaba, quizás podría conocer a sus amigos y bailar un poco más. Henry probablemente aún estaba coqueteando con la morena y no sabía cuánto rato le llevaría eso, hacía tiempo que su amigo no estaba con nadie y quizás esa noche querría intentarlo. Entonces tendría que llamar a Derek más temprano y...

-¡Listo!- apareció Jack junto a ella.

-Eso fue muy rápido.- comentó recibiendo el vaso plástico que él le ofrecía.

-Brindis por los buenos amigos.- dijo él, alzando su vaso y chocándolo con ella.

-Dios... te encariñas rápido.- bromeó.

El sabor amargo de la cerveza hizo que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo e hizo una mueca de disgusto sin querer, aún no estaba acostumbrada a beber y los tragos dulces y suaves eran mucho más fáciles de digerir. Observó el vaso por un segundo, preguntándose si alguna vez se acostumbraría al sabor.

-No creo que me guste mucho la cerveza.- le dijo.

-¿Necesitas algo más fuerte?- inquirió él, alzando una ceja curiosa.

-En realidad no bebo mucho...-

Se había inclinado un poco hacia él para poder hablar sin alzar la voz y fue en ese momento cuando sin previo aviso sintió que alguien le sostenía una muñeca con fuerza, acto seguido le quitaron el vaso de cerveza de las manos con cierta brusquedad y pronto todo el líquido ambarino se estaba desparramando en el piso.

-¿Pero qué...?-

Y luego estaban pasando muchas cosas que su cerebro no estaba entendiendo. Escuchó a su nuevo amigo, Jack, soltar algo parecido a una queja inarticulada, luego vio al tipo que la había rechazado hacía menos de media hora, el desconocido que daba miedo, agarrándolo de la camisa. Y, lo que la dejó más petrificada, fue que el desconocido que daba miedo le plantó un puñetazo a su nuevo amigo justo en la nariz. Y había sangre, y movimientos a su alrededor, y cuchicheos, y algunas risas, y protestas. Y violencia. Maya no estaba acostumbrada para nada a la violencia.

Seguía de pie donde mismo cuando el desconocido que daba miedo soltó a su nuevo amigo y lo dejó gimoteando en el piso de la terraza, se paró frente a ella y le chasqueó los dedos frente a la cara... Dedos en una mano con nudillos ensangrentados, sintió que se iba a desmayar.

-¿Te lo bebiste?- le preguntó él.

-¿Qué?-

-Que si te bebiste la...- su voz era urgente y ruda.

-Oh, mierda.- soltó Maya.-Oh... mierda, mierda, mierda.- repitió.

Su cerebro ya había vuelto a funcionar como debía y unió rápidamente los eventos recientes. Se llevó una mano a la frente y se encontró con los ojos del desconocido que daba miedo, quería entrar en pánico y lloriquear y hacer una rabieta porque era una estúpida, pero no había tiempo para eso ni para otro tipo de niñerías.

-¿Acaso no sabes que no puedes aceptar bebidas de extraños?- le preguntó el desconocido, y la estaba regañando, fuerte.

-No necesito que nadie me sermonee en este momento.- lo calló.

La gente que se había reunido a su alrededor para observar ya se estaba dispersando, algunos se habían agachado junto a Jack, que claramente no era un amigo, y otros miraban con reprobación hacia el desconocido que daba miedo; pero como claramente daba miedo nadie se atrevió a decirle algo y solo se quedaron juzgándolo con ojos desdeñosos.

-No puedo creer...- masculló él.

Maya se puso en marcha, andando a paso rápido mientras sentía el nerviosismo y la ansiedad acumulándose en la base de su estómago. No tenía idea de qué había en la estúpida cerveza, pero no lo quería dentro de ella y si quería sacarlo necesitaba un baño en ese mismo instante. Atravesó la casa dando empujones sin fijarse en quienes se le atravesaban, no tenía tiempo de que le importara porque de todas formas la cabeza le daba vueltas. Necesitaba vomitar, necesitaba a Henry, necesitaba conseguir el nombre de Jack porque eso no iba a terminar así, necesitaba...

-¿Dónde mierda hay un baño?- preguntó al aire.

-Aquí.- la voz grave del desconocido que daba miedo la sobresaltó, no se había dado cuenta de que la seguía.

Él abrió una puerta blanca que se hallaba cerca del sótano, escondida en un pasillo que en ese momento le pareció demasiado oscuro y tétrico. No quería estar en compañía de ningún hombre por el resto de la noche, no quería estar con el desconocido a pesar de que sabía que le debía al menos un apretón de manos. Deseaba que Henry tuviera sentidos arácnidos y la buscara solo porque presintió que algo pasaba.

-Eso no va a pasar.- se dijo en voz alta.

-¡Fuera, fuera, fuera!- el desconocido ahuyentó a dos chicos que se besuqueaban a oscuras en el baño.

Encendió la luz y Maya entró porque no le quedaba más remedio, cerró la puerta de golpe y se dejó caer de rodillas frente al escusado. Aún no podía creerlo, aún le parecía que estaba dentro de una especie de pesadilla o broma de mal gusto, pero puso dos dedos en la base de su lengua y presionó. Las arcadas demoraron demasiado en llegar, odiaba vomitar porque todo el cuerpo se contraía y la respiración se entrecortaba; pero se obligó a hacerlo hasta que ya no pudo dejar salir nada más.

Se sentó en el piso exhausta, los ojos le habían lagrimeado por el esfuerzo y le dolía la garganta. Quiso quedarse descansando allí, cerrar los ojos y calmarse porque había tenido suerte. Mucha suerte. Se levantó y se enjuagó la boca tres veces, se humedeció las mejillas y salió del baño con el ánimo por los suelos.

-Te escuché.- le dijo el desconocido, que al parecer seguía rondándola.-¿Pero estás segura de que lo vomitaste todo?-

-Eso espero.- dijo entre dientes.

-Oye, mírame por un segundo.- le ordenó él.

A Maya no le gustaba su tono, pero de todas formas se guardó el bravado y con los brazos cruzados lo miró. Él era alto, pero se agachó hasta estar a su altura para examinarla mejor, ella sabía que estaba tratando de ver si es que lo que fuera que tomó le estaba haciendo efecto. Se quedó esperando, y mientras lo hacía no pudo evitar que sus ojos vagaran por él. Se dio cuenta de que los tatuajes se le extendían por el cuello y que el iris de sus ojos era gris, o azul, o un color en el medio, tenía la nariz recta y unos pómulos...

-¿Sueles hacer esto en todas las fiestas?- le preguntó para distraerse.

-Mierda como esta pasa todo el tiempo en las fiestas del campus, o fuera del campus, en todas partes en realidad.- le contestó.-Que me diera cuenta fue una casualidad.- se explicó con simpleza.

-Es jodido.- soltó, otra vez enfurecida.-Esto no se quedará así.- dijo y comenzó a caminar.

-Oye, oye, espera.- él la sostuvo del codo y quiso golpearlo.-Lo encontrarás, pero ahora necesitas que alguien venga por ti.-

Lo ignoró y con todo un plan en mente atravesó el pasillo y comenzó a buscar entre la multitud, su no amigo Jack no podía haber ido tan lejos y si no lo encontraba al menos podría preguntar por él con la excusa de que le preocupaba. Caminó con una mano rozando las paredes, alzándose sobre los tacones y aguzando la vista. Todo iba relativamente normal hasta que de pronto se sintió aturdida, como si hubiera un zumbido en la base de su cabeza que no la dejaba enfocar sus sentidos como debía.

-Por la... eso fue rápido.- comentó, y ahora estaba mareada porque el mundo dio un vuelco.

-Oh, mierda.- el desconocido dijo, porque aún la seguía.-Cuidado.- la agarró del brazo y la estabilizó.

-No, por favor, no me toques.- le pidió apretándose contra la pared.-No me pongas las manos encima cuando estoy así... no, muévete, déjame.- soltó.

Cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió miró a su alrededor pestañeando lentamente, había algo mal con todo y no lograba identificar qué era. La música era alta y se escuchaba ligeramente amortiguada, pero las luces se difuminaban en resplandores intensos y lejanos. La irrealidad de la situación le cayó como un balde de agua fría y simplemente no pudo centrarse, era demasiado difícil cuando sabía que todo estaba mal.

Se cubrió el rostro con las manos y respiró superficialmente, el corazón le estaba latiendo demasiado rápido y lo escuchaba en sus oídos. Era terrible y estaba sola, y quería que parara y no estar sola mientras se le revolvía la cabeza y los sentidos se le apagaban. 

No quería estar sola.









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