Hey, Dad. [Larry Stylinson] [...

By fanfics_everywhere

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La vida de un famoso puede ser genial: fiestas, amigos, sexo, drogas y alcohol. Sin embargo, un error del pas... More

»Información poco interesante.
#NC: Libro de entrevistas.
#0: Prólogo.
#1: El niño en mi cocina.
#2: Yo soy tu hijo.
#3: Benjamin ❝El salvador de carreras❞ Tomlinson.
#4: Feeling like Alexis Sánchez.
#5: Desorden en palacio.
#6: Ziam.
#7: Son cosas de niños.
#8: Nightmares.
#9: Ahuyentando a los pretendientes.
#10: La bruja del oeste.
#11: Entre dientes y abuelos.
#12: 'L' de Louis.
#13: Explicaciones para una cabellera rizada.
#14: Memorias de un embarazo.
#15: Stay with me.
#16: Memorias de un padre soltero.
#17: Crazy Little thing called love.
#18: Adore you.
#19: Y ahora, ¿qué?
#20: Memorias de una relación fracasada.
#21: Halcón caído.
#22: Siempre hay motivos.
#23: Un día en la vida de Charlotte.
#24: La creación: Ben Tomlinson.
#25: Un día en la vida de Chris.
#26: Final.
#27: Marzo es sinónimo de escuela.
#28: Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta.
#29: Ben vs Colegio.
#30: Memorias de un ❝Leeds Festival❞
#31: Zouis.
#32: And I'd marry you, Harry.
#33: Niall Horan.
#34: Familia.
#35: I do.
#36: Wedding party.
#38: Pijamadas.
#39: ¿Un nuevo integrante en la familia?
#40: Felicidades, chicos.
#41: Hormonas.
#42: Feliz cumpleaños, Ben.
#43: Final countdown.
#44: Valerie Tomlinson Styles.
#45: Lo inesperado siempre llega tarde.
Epílogo: Hey, dad.
Agradecimientos.
Bonus: baby, I can feel your halo.
cONCHETUMARE !!!!111!!!1!

#37: Un paseo por Venecia.

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By fanfics_everywhere

[Advertencia +16]

                                               —¿Venecia? —Louis comentó, impresionado— ¿pasaremos la luna de miel en Venecia?

Harry sonrió con cariño: —¡Sorpresa!

Llegaron casi al atardecer, justo cuando el sol empezaba a esconderse para dar paso a las estrellas y la luna y una noche llena de absoluto romance. Louis no sabía aún hacia dónde iban cuando estaban en el avión, pero cuando aterrizaron en la ciudad y leyó el nombre del aeropuerto, quedó pasmado e impresionado. Eso no lo estaba esperando. Él realmente no esperaba estar en Venecia. Eso era mucho para él incluso viniendo de Harry.  

Al salir del aeropuerto, un par de guardias de seguridad los estaban esperando al igual que algunas fans que, sin saber exactamente cómo, sabían que Harry y su pareja iban a estar en Italia. Ellos pasaron por entre medio de todos, tomados de la mano con sonrisas relucientes mientras las chicas gritaban por un autógrafo de Harry o sacaban fotos.

Louis sonrió inhalando el aire de Italia al salir del aeropuerto; es que aún no se lo creía del todo. Era Venecia. La malditamente hermosa Venecia. Si bien se encontraba en Europa a no más de 10 ó 14 horas de viaje desde Londres en auto —obviamente, en avión eran 2 ó 3 horas—, eso no le quitaba lo mágico. Lo hermoso. Lo especial. Incluso, lo romántico. Louis siempre había querido ir a Venecia tanto por las construcciones como por los canales y los ríos que la ciudad tenía, dentro de toda la cultura histórica. El concepto en sí de la ciudad le llamaba la atención, esas ganas de pasar por las construcciones antiguas, mirar los puentes que cruzaban hasta la otra calle, navegar por el río que desembocaba en el mar.

Eso era simplemente genial.

Louis siempre había querido ir y Harry sabía eso. Y ahora... ahora estaba ahí, a punto de pasar la luna de miel con su esposo, con la persona que más amaba en su vida, y con todo su corazón, en una ciudad de ensueño. Nada podía ser más perfecto que eso. Absolutamente nada.

Él le sonrió a Harry, pasando sus manos por su cuello para darle un suave beso mientras esperaban que el auto que los iba a llevar al hotel, llegara.

—Eres increíble, Harry. Increíble.

Harry parpadeó; su sonrisa haciendo que los hermosos hoyuelos, que Louis tanto amaba, aparecieran en su cara. Su mirada se iluminó cuando preguntó a Louis:—¿Te gustó?

—Es completamente hermoso —Louis exclamó—, no me esperaba esto.

El rizado besó su frente, para luego mirarlo y pasar su mano despacio, disfrutando la caricia, por la mejilla de Louis hasta llegar a su mentón. Levantándolo para que Louis lo mirara directamente a los ojos. Sus ojos brillantes bajo su toque.

—Lou, sabes que te mereces esto y mucho más.

Louis hizo todo el intento de no morir de ternura y de no sonrojarse, aunque lo último parecía casi imposible. En cambio, evitando desmayarse por lo dulce que sonó eso, besó la mano de Harry, cambiando de tema, tarareando suavemente:—Es como Ámsterdam.

El chico de ojos verdes se acomodó a su lado, pasando su brazo por los hombros de Louis, atrayéndolo hacia sí. Casi al mismo tiempo en el que el castaño apoyaba su cabeza en el pecho de Harry, entrelazando su mano libre con la suya propia. Harry miró hacia abajo a Louis, hablando en su pelo.

—¿Alguna vez has ido a Ámsterdam?

—No...

—¿Quieres ir?

Louis rodó los ojos ante su propuesta. Él sabía que Harry estaba dispuesto a llevarlo a cada parte que él quisiera incluso si no lo pedía. Y era afortunado a tener a alguien que lo dejaría todo para hacerlo feliz. Sin embargo, Louis no iba abusar, porque por mucho que fuera su esposo, Louis no quería ser del tipo dependiente de alguien y menos gastar el dinero que con tanto esfuerzo Harry había ganado. Suspiró.

—Estamos en Venecia. Es lindo Venecia.

Harry sonrió.

Qualunque cosa ti rende felice, amore.

El ahora esposo de Harry lo miró. Louis tenía leves conocimientos acerca del italiano, no era experto pero entendía un poco y no le sorprendía que Harry supiese hablarlo. Aun así, Louis no hablaba bien la lengua como para saber exactamente qué significaba lo que el rizado había dicho. No obstante, entendió el sentido de la oración y el tono meloso en el que Harry lo había empleado, así que eso era algo bueno. Entendió "felice" y "amore" y eso era todo lo que necesitaba como para tener una idea más o menos clara de lo que su rizado amante podría haber dicho. Él sabía que no era nada malo o comprometedor. Así que sólo se sonrojó aún más.

Finalmente, el auto llegó. Ambos subieron sin separar sus manos o separar sus cuerpos. Se mantenían unidos, juntos. Sentían el calor del otro, el aroma y no borraban la sonrisa tonta que jugueteaba con expandirse en sus caras. Esa sonrisa torpe que sólo un par de enamorados podían tener. Un eterno sonreír que sólo hacía que a Louis le dolieran las mejillas y se cuestionara mentalmente acerca de su edad.

Él no era un adolescente hormonal de quince años. Era un adulto y no debía comportarse de esa manera; tan vulnerable, sonrojándose al simple tacto de Harry. Pero ese era el problema, es Harry. Siempre había sido Harry. Siempre era Harry el que lo hacía sentir nervioso, el que lo hacía sentir especial, el que le hacía sentir de todo; por lo que pensó que su conducta estaba completamente justificada. Así que daba igual. Por lo que se dedicó a mirar por la ventanilla del auto, completamente asombrado. Veía los colores, las calles, a las personas paseando en la linda Venecia. Respiraba el aire casi puro de la ciudad que entraba al auto.

Harry, en cambio, se dedicaba a observar a Louis. Observar cada detalle de él. Observar cómo miraba las cosas a la distancia, con una sonrisa de niño un día de navidad a punto de abrir el regalo que santa había traído para él. Harry nunca se cuestionó del amor que le tenía a Louis, pero a veces lo miraba y se preguntaba si era posible amar a alguien tanto como él amaba a Louis. Probablemente no era posible, pero él no dejaba de hacerlo.

Después de media hora de viaje y de un tráfico limpio, llegaron al hotel que Chris se había encargado de reservar para ambos. Harry se bajó primero, ayudándole a Louis a bajar también, abriéndole la puerta y tomando su mano mientras que un botones iba en busca de las maletas, ayudado por los guardias de seguridad de Harry.

Louis contuvo el aliento cuando miró la entrada del hotel con total asombro. El castaño sabía que Chris iba a elegir algo con estilo y elegancia, pero quizá, eso era demasiado. La entrada consistía en paredes de vidrios al igual que la puerta, en donde se podía ver todo hacia dentro. Louis podía ver a las personas vestidas con trajes de ensueño, joyas de lujo y a las recepcionistas con sus faldas rojas hasta la rodilla y sus camisas blancas con una sonrisa afable en el rostro. Podía ver el candelabro colgar del centro del hall del edificio y era hermoso. Todo era pulcro y bello que Louis se asustó.

—¿No crees que esto es muy caro?

Harry miró a Louis acallándolo, colocándose detrás de él, posicionando sus manos en sus hombros:— Chris hizo todo, a mí no me digas nada. Disfruta, Lou. Estamos de luna de miel.

El castaño sonrió a pesar de que el hotel y lo costoso que lucía todo lo agobiaba de una manera horrible. Sonrió, porque la idea de luna de miel era tentadora. Pero escucharla salir de los labios rosados de Harry, lo era aún más. Así que sólo se dejó guiar por el rizado hacia dentro del hotel, en donde todo gritaba "caro, caro, caro, costoso" sobre todo aquella estatua, mitad fuente, de mármol que estaba un poco al final del hall, una fuente que Louis no alcanzó a ver desde la entrada.

Louis acalló su instinto ahorrativo para disfrutar de todo lo que Venecia tenía para ofrecer. Inhaló profundo cuando observó que los pequeños detalles del hotel estaban pintados de dorado y las paredes eran blancas y las alfombras de un color crema apagado. Louis creyó por un momento que si pisaba la alfombra y la dejaba sucia, quizá lo echarían. Aunque ese no era el caso, de todas maneras. Se vio tentando a poner a prueba su teoría, pero se contuvo.

Sin embargo, se obligó a relajar, a soltar sus hombros antes de que la tensión terminara matándolo y se obligó a concentrar su atención en el suave toque de Harry cuando le agarró la mano para hacerlo caminar. Arrastrándolo, prácticamente.

La pareja no tuvo que registrarse ni hacer trámites o papeleos de por medio ya que Chris realmente lo había dejado todo planificado. Lo único que tenían que hacer era llegar al dormitorio, dejar sus cosas ahí y hacer lo que se les diera la real gana. Aunque las actividades, entre otras cosas, estaban en manos de Harry.

El botones ya había subido al piso en donde Harry y Louis estarían, cuando la pareja estaba en frente del ascensor esperando por éste. Louis seguía completamente pasmado ante lo bonito que era todo, el diseño de las cosas, los sillones, el decorado, incluso cuando no había entrado en el elevador, sospechaba que era igual de elegante que todas las cosas del hotel. Harry se dedicaba a mirarlo, porque eso era todo lo que hacía siempre. Mirarlo y observar la manera adorable en la que Louis arrugaba la nariz ante algo nuevo que descubría. Era hermoso en todo el esplendor de la palabra.

Después de veinte pisos, el ascensor llegó vacío. El elevador, como Louis imaginó, era de vidrio y podías observar hacia afuera, hacia el mar, las calles y las personas, pero ellos no podían mirar hacia dentro, lo cual era completamente bueno para ellos. Ambos entraron, Harry apretando el botón correspondiente a la habitación designada. Dejó que las puertas se cerraran y miró a Louis con una sonrisa traviesa.

—Siempre había querido hacer esto.

—Hacer qu-wow.

Louis no alcanzó a terminar de formular la pregunta cuando los labios de Harry lo atacaron. El castaño había quedado completamente absorto en el movimiento rápido de Harry que le tomó un tiempo darse cuenta de que lo estaba besando y que, de alguna manera, estaba siendo arrastrado hasta la pared de vidrio.

Soltó un suspiro, por fin reaccionando, enredando sus manos en el cuello de Harry, jalándolo hacia él porque de esa manera podía conseguir más de Harry. Aunque con Harry nunca se obtenía lo suficiente. El rizado pasó una de sus manos por debajo de la polera suelta de Louis, haciendo patrones invisibles mientras que con la otra mano acariciaba la parte posterior del cuello de su esposo.

Louis soltó un jadeo ahogado, mordiendo el labio inferior de Harry antes de que el elevador indicara que ya habían llegado a su destino. A regañadientes y con una risa nerviosa por parte de Louis, Harry se separó de él dejando sus manos quietas, aunque le dio un beso suave antes de, realmente, separarse de él. No por completo, obviamente, ya que aún mantenían sus manos entrelazadas como una promesa.

—Es verdad lo que dicen de los ascensores —Harry comentó con picardía—, siempre son interesantes.

El castaño asintió, siguiéndole el paso hasta la habitación.

—Deberíamos tener uno en casa.

Harry soltó una risa, deslizando la tarjeta por la ranura a un lado de la puerta, donde era su habitación. Y Louis se  mantenía inquieto por saber cómo era. Porque si era tan elegante como el hotel y tan limpia, él definitivamente sacaría una toalla de su propiedad, porque no usaría una del hotel, y dormiría en el suelo de la habitación con tal de no ensuciar, romper o manchar nada. Pero para Harry, quien estaba acostumbrado a esa clase de lujos, no pensaba de la misma manera. En cuanto abrió la puerta y echó una ojeada rápida a la habitación, lo primero que hizo fue abalanzarse sobre la cama con los brazos abiertos y una sonrisa tierna en el rostro.

Louis, sin embargo, se mantuvo al margen, observando todo con los ojos abiertos y Harry quería reírse de él ante su asombro continuo. Su esposo sabía que el castaño no estaba acostumbrado a ningún tipo de lujos, ya que todo lo que él tenía lo había ganado a puño, sudor y sangre; pero ese era el motivo por el que Harry quería que Louis sólo se relajara, que disfrutara de la vida que Harry tenía desde los dieciséis porque también se iba a convertir en parte de la vida de Louis.

—Hey, Lou —le llamó, sacándolo del estupor—, ven a probar la cama. Está suave.

Eso llamó un poco la atención de Louis, porque se acercó con una sonrisa hasta la cama, colocándose a horcajadas sobre Harry. Apoyando sus pequeñas manos en el gran pecho de Harry, deslizándolas por sobre la camisa un poco arrugada que llevaba puesta. Louis mantenía la sonrisa ladeada, concentrándose en la respiración rápida de Harry y cómo se sentían los latidos de su corazón debajo de la palma de su mano.

—Tu corazón late rápido y sólo te estoy tocando.

Harry sonrió, dejando caer sus manos en las caderas de Louis, y con tono sugerente y una voz medio rasposa, contestó: —Imagínate cómo late cuando te estoy haciendo el amor.

—Hey, relájate, Styles —Louis comentó, pasando su mano por la mejilla de Harry, concentrando su atención para no sonrojarse—, si sigues con ese pensamiento, no creo que haya noche de bodas. Tal vez sea una tarde bodas.

—Oh, Louis. Eso sería genial porque estoy completamente ansioso de sacarte la ropa. Pero tengo una cena reservada y un paseo por las calles de Venecia, así que eso tendrá que esperar

—Es una lástima, porque tengo una sorpresa para ti.

Louis notó el momento exacto en donde los ojos de Harry pasaron de ser divertidos a ser curiosos, con un ligero destello de lujuria en ellos.

—¿Una sorpresa? ¿Me dirás?

Louis se mordió el labio, acercándose a su esposo. Enredando su dedo índice en un rizo rebelde de Harry, aun acariciando la plenitud de su torso. Harry casi respiraba con dificultad.

—Te diría, pero —Louis se acercó a su oído— eso ya no sería más una sorpresa, ¿no crees?

Y luego, Louis mordió suavemente el lóbulo de su oreja antes de bajarse de Harry, para caminar por el ancho espacio de la habitación hacia la puerta en donde supuso que se encontraba el baño; la abrió y efectivamente lo era. Harry lo miró con el ceño fruncido, apoyándose sobre sus codos para verlo por completo, alcanzó a observar cómo Louis meneaba la cadera mientras caminaba, casi intencionalmente. Harry ladeó la cabeza.

—Estoy empezando a pensar que esto es un castigo por no decirte dónde íbamos a pasar la luna de miel.

Sintió que Louis soltó una pequeña risa, pero luego se apoyó en el marco de la puerta del baño, sacándose la polera de manera lenta, haciendo que la boca de Harry se secara y no supiera qué hacer al respecto. Luego se sacó los zapatos en un solo movimiento, y jugando con el cierre de su pantalón, sonrió con inocencia.

—No, ¿por qué piensas que haría algo así?

Harry abrió boca para decir algo sarcástico, pero se vio distraído por el movimiento de Louis. Él bajaba su pantalón con cuidado, casi con gracia. Pateándolo al final a un lado de la puerta, quedando sólo en un bóxer negro. Harry supo que estaba perdido, no sólo por eso, sino, por la manera en la que Louis colocó una mano debajo de su bóxer, tocando su pene, moviendo su mano soltando un pequeño jadeo y sonriéndole con malicia. Él no podía con tanto y con un movimiento que no creyó que fuera posible, se levantó dirigiéndose hacia donde estaba Louis en dos grandes zancadas. Pero Louis fue más rápido, se movió con fluidez hasta dentro del baño. Las baldosas demasiado frías para sus pies.

—Louis...

Por un momento, Louis juró que Harry se había atragantado con sus propias palabras y no lo había visto de esa manera desde que se reencontraron. Así que se acercó un poco, tanteando terreno. Apoyando su mano en el pomo de la puerta semi abierta, con una sonrisa que sabía que a Harry le llamaba para más.

—Harry...

Y Harry no supo qué hacer con el tono sugerente de Louis. Su voz suave como el terciopelo pero también caliente como el infierno. Le costó trabajo buscar alguna palabra para responder y fue sólo un monosílabo inútil lo que salió, casi desesperado:—¿Si?

Louis sonrió.

—No entres, quiero que mantengas tus manos quietas desde ahora en adelante, hasta cuando terminemos lo que tenías planeado.

Entonces, entró al baño cerrando la puerta con seguro. Harry se quedó parado en frente de la puerta con la boca abierta hasta que recompuso y supo de inmediato que Louis lo estaba castigando por no haberle dicho lo de Venecia. De todas maneras, se maldijo mentalmente una y mil veces por haber pensado en la cena y en el paseo y admitía, muy en el fondo pero jamás en voz alta, que Louis sabía jugar con fuego sin quemarse. Sin embargo, sabía que aún estaba a tiempo de poder cancelar todo, de decirle a los del restorán que cambiaran la cena para otro día, que le dieran otra cita y mañana podría pasear con Louis por el río en una góndola; pero si lo hacía, Louis se daría cuenta y no estaba dispuesto a perder una buena noche por culpa de sus manos inquietas.

Así que se contuvo todo lo que pudo mientras Louis tomaba una ducha y él hacía lo mismo en el otro baño de la habitación. Se mantuvo quieto cuando veía cómo Louis se vestía en frente de él —a pesar de que Harry salió de la ducha cuando Louis tenía puesto ya sus pantalones—, agachándose más de lo que normalmente hacía para acomodar sus calcetines o para acomodar sus zapatos. O cuando se demoraba en abrochar su camisa, mordiendo su labio con concentración, como si nunca hubiese hecho eso antes. Harry estaba a punto de perder el control y estaba pensando muy seriamente en cortarse las manos si le seguían picando de esa manera sólo por querer tocar a Louis.

Pero no hizo nada, no se abalanzó sobre él como quería hacer. Sólo lo esperó sentado en la orilla de la cama, pensando en otras cosas que no fueran Louis y su pantalón ajustado, o la manera en la que la camisa se apegaba a él o la manera en la que sus clavículas lucían tan limpias sin ninguna marca de amor. Y Harry definitivamente no estaba pensando en agarrarlo, lanzarlo contra la pared más cercana y marcarlo hasta que todo su pecho estuviera morado.

Finalmente, Louis le sonrió cuando estuvo listo. Con su sonrisa inocente y sus ojos sugerentes. Con su voz suave, aterciopelada que hacía que Harry se sintiera como en casa.

—¿Vamos?

Harry se levantó efusivamente. Estaba dispuesto a tragarse la comida y el vino y a colocarle un motor a la góndola si eso significaba terminar rápidamente con todo su sufrimiento. Y a pesar de todo, sonrió. Sugiriéndole a Louis que no estaba completamente desesperado por quitarle la ropa, tirarlo en la cama y hacerlo gritar su nombre hasta que llamaran a la policía porque estaban haciendo demasiado escándalo. Le sonrió con calma, dándole su brazo como todo un caballero.

—Vamos.

                              -×××-

Harry se mantuvo quieto todo el paseo en góndola, toda la cena en el restorán incluso cuando Louis había estado incitándolo toda la cena, colocando su mano en la pierna de Harry, subiendo por su muslo. El rizado la detenía suavemente, llevándosela a la boca y depositando un beso en el dorso de la mano de Louis manteniéndola prisionera entre la suya. Harry siempre se mantuvo bajo control cuando Louis lo besaba suavemente, para después profundizar el beso. O movía su trasero restregándose contra Harry conscientemente mientras iban abrazados caminando. Fueron dos las ocasiones en las que Harry estuvo a punto de perderse, pero la fuerza de voluntad fue más grande y sus manos estuvieron quietas.

Sin embargo, se mojó la cara un par de veces y pensó en el documental que dieron en la televisión acerca de los mataderos para poder calmarse.

Incluso, para sorpresa de Louis, se mantuvo quieto en el ascensor. Ni si quiera le tomó la mano como siempre solía hacer y Louis pensó que esa era la fuerza de voluntad más grande que jamás había visto en alguien. Sobre todo alguien como Harry, que sólo hacía las cosas sin pensar y era un arrebatado sin remedio. Louis supo que Harry en realidad respetaba todas sus decisiones. Sintió que su pecho se expandía con un calor completamente familiar, un calor al que Louis denominaba como amor.

En cuanto ambos estuvieron frente a la puerta de su habitación, Louis se apoyó en la puerta, mirando hacia arriba a Harry con una sonrisa enamorada. El rizado apoyó una mano en la puerta también, acercándose a Louis. Colocando una mano en su pantalón, tirando distraídamente hacia él.

—Así que —empezó, suave y ronco— ¿cuál es mi sorpresa?

Louis se mordió el labio, sacando la tarjeta de la habitación del bolsillo del blazer de Harry lentamente. Colocando la tarjeta, después, entre ambos, moviéndola sugerentemente.

—Tendríamos que entrar para que lo averigües.

Y eso fue todo lo que Harry necesitó para tomar la tarjeta de las manos de Louis y abrir la puerta en menos de tres segundos. En cuanto lo hizo, Louis se tuvo que afirmar del hombro de Harry para no caer de espaldas al suelo debido a la rapidez en la que su esposo abrió la puerta, entraron y la cerró después.

—Cálmate, Styles.

Harry casi lo mató cuando Louis terminó de pronunciar la frase, sobre todo, porque se estaba riendo como si nada. Como si él tampoco estuviera desesperado por su tacto, o por sus besos o por lo que sea. Harry lo tomó de la cintura, apegándolo a la puerta en un movimiento casi practicado. Y acercándose con ojos salvajes, murmuró: —He estado calmado toda la maldita cena y el paseo, así que no me pidas que me calme ahora.

—Ambas cosas fueron tu idea...

—Cállate.

Entonces, lo besó. Louis casi se ahoga con la intensidad en que la boca de Harry buscó la suya. Pero le siguió el ritmo rápidamente en cuanto se recompuso. Harry lo besaba con necesidad, sin mantener sus manos quietas esta vez. Por el contrario, sus manos pasaron por toda la espalda de Louis, para después pasar al pecho, empezando a desabotonar la camisa con sus dedos expertos, dejándola caer al suelo de la habitación en cuanto la sacó y Louis se sintió desnudo frente a Harry.

Sin embargo, él no se quedó atrás. Harry dejó los labios de Louis para seguir la línea de su mandíbula hasta llegar a su cuello, entonces Louis aprovechó su oportunidad para empezar a sacarle la ropa a Harry, aunque con sus labios trabajando arduamente en su cuello era difícil poder concentrarse. Pero lo logró, le sacó el blazer, la camisa y jugueteaba firmemente con el botón de su jean demasiado apretado para la ocasión.

—Cama —Louis jadeó y casi como si su vida dependiera de ello, Harry lo arrastró hasta el mullido colchón.

Por un momento, Louis agradeció que Chris hubiese reservado en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, porque sentir el suave colchón y la suave tela de las sábanas en su piel desnuda, no tenía comparación, sobre todo si tenía a Harry sobre él, besándolo por todas las partes desnudas de su cuerpo. Era como tocar el cielo con la punta de sus dedos.

El trabajo fue rápido, Harry mandó a volar sus zapatos junto con los de Louis y sólo fueron besos profundos y húmedos, en donde todo lo que sentía Louis era Harry y Harry y más Harry. Y sus manos moverse con cautela por su pecho, jugando con sus jeans, decidiendo si era completamente el tiempo para sacarlos o no. Finalmente, Louis se aburrió y con la fuerza que tenía y había adquirido después de haber ido a África a ayudar, dio vuelta a Harry. Levantándose en la cama para sacarse los jeans rápidamente. Harry miró hacia arriba, hacia las piernas bronceadas y firmes de Louis. Casi se quedó sin aliento.

—Louis, esto —jadeó sin aliento—... lencería.

El castaño sonrió, sintiendo sus mejillas arder. Era la primera vez que usaba ese tipo de cosas. Louis siempre había estado acostumbrado a sus bóxers y nada más que eso. Pero usar lencería para sorprender a Harry, era una cosa muy diferente. La pieza en sí, era simple. Sólo una braga de color azul de tela fina, con encaje que marcaba a la perfección su pene. Harry pasó una mano por las piernas de Louis, obligándolo a estar a horcajadas sobre él.

—¿Te gusta?

—Estás... —respiró con dificultad, acariciando sus muslos—tú... maldito bastardo.

Los ojos de Louis se iluminaron.

—Tomaré eso como un sí.

—¿Estuviste toda la noche con esto?

Louis se encogió de hombros.

—Pensé que perderías el control en cualquier momento.

Harry podría haberse sentido ofendido, podría haberse sentido dolido por la poca confianza que Louis había depositado en él. Podría haber dejado a Louis con las ganas, pero su hombría era más fuerte y Louis estaba ahí. Ahí, en frente de él, sobre él con una linda pieza de lencería azul y se veía tan inocente, batiendo sus pestañas con una naturalidad coquetamente nata, mordiéndose el labio como si estuviera nervioso y era tan hermoso, tan hermoso que Harry no podía sentir ninguna de esas cosas. Lo último que sentiría en ese momento era enojo teniendo a alguien como Louis.

—Ven aquí.

Comentó sin más y Louis sonrió como si le hubieran dado un regalo por su comportamiento. Volvió a besarlo, esta vez más lento y suave. Más firme y más cariñoso. Pasando sus manos por la amplitud de su espalda, masajeando su trasero sacando pequeñas risas de los labios tiernos de Louis, y todo estaba calmado, hasta que Louis cambió de posición, moviéndose inconscientemente sobre Harry, sacando un jadeo de él. Louis sonrió en medio del beso, separándose de él. Sus labios hinchados y rojos, sus pupilas dilatadas. Harry giró a Louis otra vez.

—Oh, Louis —acarició su cabello—. Me gustas con esas bragas, pero me gustas más sin ellas.

—¿Y en qué estás que no las sacas?

Louis movió las caderas para indicarle a Harry que las sacara. El rizado sonrió, empezando a bajar por el torso de su amado, dejando besos suaves, marcando su estómago. Mordiendo y chupando, hasta que llegó a las bragas; mordió el elástico bajando la pequeña pieza suavemente, mirando a Louis desde su posición. Jadeando con la boca abierta como si no se creyera lo que Harry estaba haciendo. Cuando las sacó, se estiró para tomar lubricante de la mesita de noche, echándose en los dedos y en la entrada de Louis.

Mantuvo ocupado al castaño besando sus muslos, marcándolos mientras movía lentamente un dedo en su entrada, acariciándola suavemente; sin embargo, metió dos dedos, tomando un ritmo despacio; observando cómo Louis se retorcía bajo su tacto, deleitándose con los jadeos suaves que salían de sus labios. Estuvo así por un tiempo, observando cómo Louis estrujaba las sábanas que sus pequeñas manos podías alcanzar, cómo su cabeza se tiraba hacia atrás, cómo se mordía el labio con impaciencia. Harry sonrió orgulloso de sí mismo.

—Harry... —Louis suspiró— Harry...

El rizado besó su estómago, su pecho y susurró:—Voy.

Entonces, Harry se estiró para tomar un condón de la mesita de noche, colocándoselo en un movimiento experimentado y se alineó sobre Louis, empujándose dentro de él, despacio. Quedándose quieto para que Louis se acostumbrara a tenerlo, y embistiéndolo cuando el castaño movió sus caderas indicándole que estaba listo. Louis enredó sus brazos en el cuello de Harry, al igual que sus piernas en el torso de su amado mientras Harry buscaba un ritmo al que afirmarse.

—Te amo —Louis tarareó— te amo.

—Yo también, Lou. Te amo.

Se empujó más, tocando el punto dulce. Haciendo que Louis arqueara la espalda sacando un gemido que a Harry le erizó la piel y pensó en grabarlo para tenerlo de tono de llamado. Él fue más fuerte, entonces, embistiéndolo y jadeaba en su oído, susurrando "te amo" por todas partes. Cada vez que dejaba un beso en cualquier parte de su cuerpo. Cada vez que Louis se retorcía debajo de él. Cada vez que Louis se acercaba para besarlo torpemente o dejaba marcas de amor en su pecho. Le susurraba "te amo" con la esperanza de que Louis jamás se olvidara de que realmente lo hacía, de que Harry realmente lo amaba y que estaba dispuesto hacerlo hasta el final del tiempo que tuviesen juntos.

Y cuando Harry vio los ojos de Louis, vio más allá de lo que estaba pasando en ese momento: vio que se sentía feliz, que Louis estaba feliz y seguro entre sus brazos, abrigado en el calor de sus labios que lo inspiraban a amarlo cada día más. Harry nunca se había sentido tan bien como en ese momento, y no tenía la menor idea de cómo guardar la mirada de Louis o sus besos o sus respiraciones rápidas o sus caricias suaves sobre su pecho, para que en cualquier momento del día, él pudiese recordarlas tan vívidamente como si estuviese pasando y no como un recuerdo, sino, como una experiencia real y concreta. Palpable al tacto y especial en su corazón.

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