#38: Pijamadas.

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                                                                                             Chris miraba el fuego de la chimenea con una taza de café en las manos; para la sorpresa de todos, estaba lloviendo. Toda la familia de Harry, como la de Louis, aún se encontraban en la casa de campo del joven cantante al igual que los empleados, disfrutando de los días libres. Había pasado un día completo desde que la feliz y recién casada pareja había partido hasta su luna de miel. Ninguno de los presentes sabía exactamente dónde era que Harry había llevado a Louis, pero no importaba, de todos modos.

La rubia mujer se encontraba en la sala, su café humeante entre sus manos y las llamas reflejándose en sus ojos. Estaba en paz y pensaba en todas las cosas que tenía que hacer para cuando Harry volviese y todos los nuevos insultos que podrían ocurrírsele porque ya los otros estaban muy repetidos. Y a pesar de que llevaba ropa cómoda, no sus típicos tacones o sus faldas, sabía que eso no duraría demasiado.

Y tenía razón.

La puerta de la sala fue abierta revelando la encantadora sonrisa de una de sus personas favoritas en el mundo: Ben. El menor llevaba puesto un pijama de polar del capitán américa y en su mano llevaba una taza con un poco de chocolate caliente que, seguramente, Charlotte había preparado.

—Tía Chris —Ben sonrió, acercándose a ella con cuidado de derramar su taza— ¿por qué estás sola?

Chris suspiró, apoyándose en el sofá.

—Quería tranquilidad —bromeó—, pero en esta casa es imposible.

Ben rió suavemente.

—Si quieres tranquilidad, traeré a Nina y al tío Niall.

La rubia no alcanzó a reclamar nada cuando Ben salió por donde había entrado, dejando su taza de chocolate en la mesita de centro.

“Demonios” Chris pensó, acomodándose en el sofá, otra vez, con nerviosismo, en donde estaba sentada.

Después de lo acontecido con Niall, Chris no había entablado una verdadera conversación con él; en realidad, sólo le preguntaba las cosas básicas y huía de él en cuanto lo tenía cerca. Y eso era algo a lo que no estaba acostumbrada: huir.

Por lo general, en cuanto a hombres se trataba, Chris era la que llevaba la batuta. Ella nunca huía de ellos, incluso, cuando habían sido un encuentro casual de una sola noche; pero había algo en Niall que le inquietaba.

Chris tenía un concepto de sí misma; ella sabía que era una persona fría, calculadora y una perra sarcástica que no reparaba en nada cuando hablaba y le importaba una mierda los sentimientos de los demás. Pero después de darle vueltas al asunto de Niall una y otra vez, llegó a la conclusión de que el chico era demasiado adorable como para romper su corazón.

Chris no estaba involucrada sentimentalmente con el chico de cabello rubio y el sexo con él había sido genial, diferente. Tanto así, que estaba pensando seriamente en tener otro encuentro casual con él; sin embargo, temía por el rubio.

Niall tenía un aura de bondad flotando sobre él, de amabilidad, de cariño y carisma que pensar en alguien haciéndole daño parecía una abominación. Por ese motivo era el que Chris lo estaba rehuyendo, ella no quería ser la que le hiciera daño.

Sacudió la cabeza, terminando su guerra interna. Se estaba comportando como una idiota, como una adolescente hormonal que acaba de perder la virginidad y está pensando seriamente en llamar al chico con el que la perdió para una segunda vez o un posible noviazgo. Y ella no quería eso. Había sido un encuentro casual, ella lo sabía y Niall también. Nadie había hablado de sentimientos y ella estaba haciendo de aquello algo de lo que arrepentirse. No lo necesitaba. Fue sólo una noche. Eso era todo lo que era. No tenía por qué hacerlo un problema de índole nacional. Estaba hecho y ya nada más podría hacer.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now