#6: Ziam.

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                                                                       El partido se encontraba casi por terminar. Iban cero a cero, nadie metía un gol y la defensa del equipo adversario era buena al igual que el arquero. Quedaban tres minutos, y aún faltaban que dieran los minutos adicionales. Uno de los jugadores del Arsenal, Campbell, tenía la pelota, y se pasaba a los jugadores del Chelsea como el profesional que era, sin embargo, uno de ellos, Cahill, lo pasó a llevar con pelota y todo, haciendo que Campbell cayese casi fracturándose el pie. 

El árbitro tocó el silbato, sacó amarilla para Cahill y el juego continuó, como si nada. Campbell se levantó a duras penas, cojeando.

—¿¡Pero qué!? —Ben exclamó, llevando sus manos a la cabeza, mirando la televisión—  ¡Ni si quiera puede caminar bien! ¡Eso era tarjeta roja, maldito árbitro!

—No maldigas a las personas, Ben —Harry comentó, tocando algunas cuerdas al azar con la guitarra— eso no es bueno.

—¡Pero era roja!

Ben parecía realmente desesperado por la tarjeta que el árbitro había sacado. Harry estaba seguro de que si su hijo se encontrara en el estadio en ese mismo instante, mataría al juez del partido por tal decisión. Pero no lo estaba, y Harry intentaba componer.

—Dudo que te escuche a través de la pantalla —el rizado mayor rodó los ojos— deja de gritar.

—Argh.

Ben sabía que a su padre rizado le gustaba el fútbol, pero no lo veía como una manera de vida como él lo hacía. Ben amaba el fútbol como amaba comer, y su padre no entendía eso. Sin embargo, si se lo explicaba de una manera que Harry entendiese, él quizá no le diría que dejase de gritar. 

Harry tocaba las cuerdas de su guitarra Ibanez con fluidez buscando alguna nota que diera inicio a alguna canción nueva, la cual, sería acompañada luego por las suaves melodías de las teclas de un piano, las cuerdas del bajo y los ritmos de la batería. La música lo relajaba, haciendo que olvidara el incidente de la ropa, aunque, de todas maneras, él ya necesitaba comprar más, ya que la que tenía, había pasado de moda. O eso se decía a sí mismo, para no matar a Ben mientras dormía.

Estaba a punto de iniciar la canción, cuando el timbre la puerta de su casa, sonó.

Bufó algo molesto.

Por lo general, Charlotte abría la puerta cada vez que alguien venía, sin embargo, ella se encontraba en su día de descanso al ser domingo. Aun así, era extraño que alguien tocara la puerta de su casa, ya que, él y los guardias de seguridad en la entrada principal, no le permitían la entrada a nadie más que amigos y familiares. 

Dejó la guitarra a un lado del sofá, levantándose, terminando de escuchar las quejas de su hijo en los últimos tres minutos de partido y caminó hacia la puerta con pies descalzos. Al abrirla, se llevó una gran sorpresa, dos pares de ojos cafés le miraba con cariño, pertenecientes a sus mejores amigos.

—¡Harry!

El chico de cabello castaño le sonrió, acompañado por un chico moreno de pestañas largas y tatuajes en el brazo, el oji miel abrió sus brazos amistosamente hacia el rizado.

—¡Liam! — Harry sonrió, abrazándolo y miró a Zayn a su lado— ¡Hey! ¿Cómo estás, Zayn?

—Bien, ricitos —el moreno comentó— ¿qué hay de ti?

Harry se separó de uno de sus mejores amigos, sonriente y sus ojos brillosos.

—Estoy bien —comentó— pensé que estaban de luna de miel. ¿Qué hacen aquí?

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now