Vecinas incontrolables | Supe...

By ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... More

Nota*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 27

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By ChicadeOtroRollo

Se dirigió hacia la mesa y todos fueron hacia la cumpleañera, festejando y deseándole un feliz dieciocho. Su corazón estaba a punto de explotar con forme iba pasando uno a uno y faltaba poco para llegar a Kara. La había cagado, pero bien. Cuando finalmente llegó a ella, la abrazó con fuerza.

—Lo siento... —susurró en su oído y Kara negó.

—Seguramente yo también habría reaccionado igual. Que una de las personas más importantes de mi vida me ignore durante todo el día el día de mi cumpleaños y sin dar señales de vida, me habría enfado hasta que los cerdos volasen —bromeó sacando una sonrisa a Lena—. Y sumando de que te he vacilado... pues... —hizo que su vecina asintiera—. Pero bueno, solo quiero saber si ha merecido la pena...

—Mucho. De verdad. Gracias, Kara... —susurró apartándose de ella mientras escuchaba como los demás se sentaban y luego miró la pancarta—. Bueno, gracias por todo menos por eso —bromeó mirando su segundo nombre con purpurina y Kara negó con la cabeza.

—Eso es lo mejor —sonrió orgullosa y Lena le dedicó una sonrisa tierna.

—Lo mejor lo tengo delante de mí —confesó, intentando que no sonara demasiado amoroso ni empalagoso. Kara la miró sorprendida y una sonrisa pícara se asomó por sus labios—. No empieces o te juro que es la última vez que te digo algo bonito.

—Bueno, está bien. Lo haré como regalo de cumpleaños —le guiñó un ojo y ambas se rieron antes de sentarse y cenar todos juntos.

.

Terminaron de devorar toda la comida y Lex pasó la tarjeta de su madre por el datáfono, poniendo la clave y dando las gracias por la increíble cena y servicio antes de despedirse. Todos se despidieron fuera, yendo cada uno a su casa. Pero Kara cogió a Lena de la mano, tirando de ella y abrazándola por la cintura.

—Cuñadito, me la llevo conmigo. Estará en casa antes de las doce.

—No es tu cuñado —interrumpió Lena intentando sonar molesta porque Kara le había prometido que nada de tonterías, pero en su defensa dijo que ya había pasado el día de su cumpleaños.

—Son más de las doce y cuarto, Kara —comenzó Lex a reírse ignorando las palabras de su hermana mientras sacudía la cabeza—. Cuídala, ¿quieres? No hagas tonterías con la moto.

—Nunca hago tonterías con la moto y menos si ella está conmigo. Que soy tonta, pero no tanto —bromeó haciendo reír a Lena.

—Lo de tonta es discutible —murmuró Lena girando su cabeza hacia la chica y casi se le corta la respiración al darse cuenta de que estaba a centímetros de la rubia. Kara se percató, pensando en que podría estar incómoda y se separó un poco.

—Lo que sea, tened cuidado —gritó Lex y arrancó el coche para marcharse.

—¿A dónde me llevas? —preguntó Lena curiosa cuando Kara caminó hacia su moto.

—A tu casa.

—¿Sabes que vivimos al lado y vamos en la misma dirección? —preguntó con burla, señalando el coche de su hermano que ya estaba desapareciendo.

—Lo sé, pero quiero estar con mi chica ya que he pasado de ella toda la tarde.

Lena abrió la boca, pero el corazón le impedía hablar.

«Mi chica» se repetía en su mente.

Ella pensó que sonaba muy bien desde sus labios y deseó con todas sus fuerzas que fuese una realidad aquellas palabras. Asintió como una boba, tapándose las mejillas con disimulo porque sabía que tendría un rubor notable hasta ponerse el casco. Se sentó detrás de ella y partieron.

.

Lena no se dio cuenta, pero Kara estaba haciendo la ruta más larga. Quería sentir lo máximo posible como los brazos de la pelinegra se aferraban a su vientre como su cabeza apoyada en su espalda. Tendría que pensar que era incómodo porque el casco se hundía en su columna vertebral, pero tener esa sensación de que era la pelinegra estaba con ella era algo que la hacía volver loca que no le molestaba en absoluto.

Kara se detuvo en un semáforo y se incorporó, girando su cabeza y llamando la atención de su vecina que tenía una sonrisa tonta colocada en los labios. Se dio cuenta de que habían llegado a su calle. Estaba todo tan solitario y con luces tenues de las farolas.

—¿Quieres hacer esta recta?

—¿Qué? —preguntó Lena con el ceño fruncido por si no había escuchado bien y la rubia volvió a repetirle la cuestión—. No, ni hablar —se negó rápidamente.

—Venga, es lo mismo que un coche o montar en bici —insistió la rubia, apagando el motor y poniendo la pata lateral.

—No es lo mismo, no —se echó hacia atrás, levantando la vista y mirando sus casas que se encontraban a lo lejos—. Seguro que pierdo el equilibrio y me mato antes de llegar a la puerta.

—No ocurrirá eso —le aseguró bajándose de la moto mientras Lena la veía—. Yo estaré contigo —dijo poniéndose detrás de ella y la empujó con delicadeza hacia delante para que tomara las riendas. Lena sujetó el manillar con fuerza—. Te aseguro que es como una bicicleta. Cuesta al principio, pero le pillas el truco.

—Te recuerdo que quién hacía caballitos con la bici y se estampaba contra mí eras tú. Y todavía no entiendo cómo no te caías cuando yo le daba a los pedales y a los tres segundos ya estaba en el suelo —comenzó a reírse haciendo que Kara asintiese entre risas, recordando esos momentos—. Así que gracias, pero no.

—Lo harás genial —sentenció finalmente sentándose detrás de ella.

—¿Y tú cómo lo sabes si no he cogido una moto en mi vida? —casi gruñó, mirando hacia atrás, viendo cómo Kara sonreía.

—Porque confío en ti —susurró por encima de su hombro.

Lena inmediatamente clavó la vista al manillar. Su corazón bombeó con fuerza, pero de una manera muy agradable y caliente. ¿Podría Kara dejar de hacer eso? ¿De vacilarle para calentarle mucho el corazón y volverse más loca por ella? Suspiró, rondando los ojos para sí misma: todo lo que había logrado para nada. Solo unas simples palabras y ya la tenía a sus pies.

Finalmente, después de un largo silencio, asintió. Era una locura, para Lena esto era algo que jamás, ni en sus terribles sueños, haría. Sólo con pensar que iba a conducir una moto le daba un miedo terrible, pero parecía que Kara era como su cinturón de seguridad.

La rubia le explicó felizmente como tenía que hacer las cosas y no le importó repetirlo tres veces solo con tal de ver a Lena segura. Arrancó la moto, quitó la pata lateral y ya no había vuelta atrás. Kara se agarró a ella, pero no con tanta fuerza como lo hacía la pelinegra para no agobiarla. Le susurró que lo estaba haciendo bien a pesar de lo lenta que iba. Seguro que, en otro momento de su vida, Kara se habría reído de ella por ir de un lado a otro, pero estaba tan a gusto que solo aprovechó el olor a champú gracias a que el viento ondeaba su pelo de ónix.

Frenó varias veces, pidiendo perdón porque temía a hacerlo bruscamente. Estacionó en casa de Kara y finalmente apagó el motor. Saltó de la moto con una sonrisa, gritando de alegría mientras se quitaba el casco de que por una vez había vencido a su miedo a las motos. La rubia escuchaba atentamente mientras se quitaba el suyo, tapando su boca porque sabía que estaba sonriendo como una boba ante la actitud infantil de su vecina.

—Gracias —susurró Lena llamando la atención de su vecina—. Por todo, por este día.

—¿Te estás poniendo mimosa, Luthor? —se burló poniendo los cascos encima de la moto.

—Tampoco te pases —arqueó la ceja, cruzándose de brazos.

—Bueno, todavía no me agradezcas —tarareó felizmente y Lena entrecerró los ojos—. Te espera un regalo en casa.

—¿Un regalo? —preguntó sorprendida. Luego se dio cuenta de que todo el mundo le dio un detalle menos ella, pero pensó que su regalo fue organizar la fiesta.

—Me ha costado un montón, te lo digo en serio, pero finalmente lo he conseguido.

—¿Y qué es? —preguntó impaciente, acercándose a la rubia.

—¿Qué te parece si vamos a verlo?

Se incorporó y la rodeó con el brazo, atrayéndola hacia su cuerpo. Se dirigieron a la casa de al lado y Lena frunció el ceño al ver que las luces todavía estaban encendidas. Pensó que Lex estaba despierto, pero sabía que su madre le mataría si la despertarán por el menor ruido que sea.

Entraron juntas. Lena gritó que ya estaba de vuelta, pero no obtuvo respuesta. Frunció más el ceño y miró a Kara que ella solo encogió de hombros. Dejó el bolso y se dirigió al salón seguida de Kara. Vio como su madre y Lex estaban sentados mirando a televisión con un volumen muy bajo. Estaba totalmente confundida.

—¿Me habéis escuchado? —preguntó Lena detrás del sofá, mirando la cabeza de ambos sin entender muy bien todo el silencio.

—Sh —susurró Lex.

—¿Cómo que sh? —gruñó un poco molesta. Acababa de cumplir años y le exigían lo imposible.

—Vas a despertar al pequeño —susurró su madre y Lena ya sí que estaba perdida.

Pero se encontró con algo increíble cuando se asomó por encima del hombro de ambos. Y tuvo que reprimir un grito al ver un pequeño gato naranja en el regazo de Lex. Miró a Kara con los brazos cruzados y apoyada en el marco del arco del salón, la cual tenía una sonrisa de oreja a oreja y Lena se señaló a sí misma, moviendo sus labios de felicidad, preguntando si ese era el regalo y la rubia asintió.

Rápidamente rodeó el sofá llena de alegría y no tardó en agacharse para mirarlo más de cerca. Madre e hijo se miraron con una sonrisa tierna, viendo como la felicidad de Lena invadía por toda su cara. Lo acarició como si estuviera hecho de porcelana y finalmente lo cogió con cuidado. Era tan chico que podría morir allí mismo de ternura.

—Te encargarás tú —susurró la madre levantándose—. No quiero ninguna excusa y limpiarás la casa cuando estés libre. Kara me ha faltado pagarme para que entrara en esta casa —comenzó a reírse, pasando al lado de la rubia y le golpeó el hombro con la palma de la mano, despidiéndose de ese modo.

—¡Prometido! —gritó Lena con facilidad, corriendo de un salto hacia el otro lado de la habitación para hallar a Kara—. Gracias, gracias, gracias —repetía, abrazando a la rubia con cuidado por el pequeño gato y esparciendo besos por su mejilla.

—Me estás babeando, Kieran —se echó a reír y Lena le pidió perdón, pero no sé arrepentía de nada—. ¿Cómo se va a llamar el chico? —acarició su pequeña cabecita.

—Haruki —dijo inmediatamente.

—¿Haruki? Suena japonés —adivinó cuando Lena asintió—. ¿Tan friki eres?

—Mi estación favorita es la primavera y siempre he soñado con ir a Japón para ver los árboles de cerezo que florecen en esa época del año. Y Haruki literalmente significa árbol de primavera.

—Friki, lo que yo decía —comenzó a reírse, ganándose un puñetazo de su vecina.

—Lo es —interrumpió Lex, despidiéndose de ambas con un beso en la frente.

—Gracias —susurró nuevamente—. Es el mejor cumpleaños de mi vida.

—De nada, me alegra escuchar eso.

.

Kara se despidió de una feliz Lena. Su corazón no paró de latir con fuerza en su caja torácica, pero se sintió alegre. Sin embargo, resopló nada más tirarse en su cama. No le gustaba su vecina; estaba totalmente enamorada de ella. Se había pasado dos días convencido a Lillian para tener el gato ya que Lena no paraba año tras año en recordarle en que le gustaría tener un minino que le hiciese compañía cuando estudiaba y ayer se pasó prácticamente organizando, llamando, ignorando mensajes y yendo a por el pequeñín.

No podía seguir con Imra. No podía seguir autoengañándose cuando sabía perfectamente que esa relación no iba a fluir nunca ni iba a llegar a ninguna parte. Ella quería a Lena, no a otra. No iba a estar jugando con los sentimientos de los demás.

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