Why are you so angry? [©]

By LeoLunna

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¿Por qué siempre estaba tan enojado?, ¿por qué parecía que nació con el ceño fruncido? Bueno, ¿cómo no estarl... More

Why are you so angry?
I: See you in another life
II: Lovesick
III: They don't know
IV: Notion
V: Things I don't understand
VI: I can't say
VII: Wish
VIII: Who could love you?
IX: Maybe it's the best
X: Let me alone
XI: It's so cold here
XII: Like the sun
XIII: I need time
XIV: Be careful
XV: For you
XVI: Remember
XVII: If you're happy, me too
Two: Why are you so silent?
I: I want you
II: Meet you
III: Keep walking
IV: Silent hearts
V: Let time pass
VI: I could love you
VII: Breathe
VIII: Fireworks
IX: Field of roses
X: Fallen leaves
XI: Were you happy?
XII: Second chance
XIII: Red thread
XIV: Patience
XV: Bindweed
XVI: Winter
XVII: Half prince
XVIII: I know you
XIX: Stay here
XX: We'll talk later
XXI: Together
XXII: I'll wait for you
XXIII: Where no one finds us
XXIV: I can see our future
Three: Why do we need to care?
I: Home
II: Bittersweet
III: True love
IV: Stressed out
V: Cold bed
VI: Days and days
VII: Night without stars
VIII: White veil
IX: Their names
X: Breaking news
XII: Take me home
XIII: Insomnia
XIV: Lost in paradise
XV: Insufficient
XVI: Where is the sun?
XVII: Sorrow looks back
XVIII: Different ways
XIX: Two suns in the sunset
XX: Inmarcesible
Epilogo: Why are you so happy?
Agradecimientos

XI: Keep calm

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By LeoLunna


— ¡Voy a casarme, hijos de perra!

Las exclamaciones estupefactas, incoherentes, expresiones de no poder creerlo y las balbuceadas felicitaciones envolvieron la mesa circular en uno de los rincones más alejados del local.

La escena llamó la atención de algunas  personas ahí, pero el interés se lo llevó aquella noticias que el rubio del grupo exclamó. Volviendo lentamente a sus propios asuntos, muchos de los otros clientes sacaron sus teléfonos celulares y compartieron el chisme de la noche. Katsuki, observando de reojo, lo notó, pero realmente no importaba. Incluso si alguna vez intentaron mantener su noviazgo con la menor cantidad de atención pública posible, su relación con Shouto era bastante conocida. Los medios, otros héroes y la ciudadanía no demorarían en enterarse de su compromiso. 

En cualquier otra oportunidad se hubiese enfadado, pero no ese jodido día.

Eijiro fue el primero en abrazar al rubio a su lado, balbuceando suaves palabras de compartir su felicidad y casi al borde de las lágrimas, pero ninguno de los otros cuatro adultos estaba seguro si es que el pelirrojo lloraba por la emoción o simplemente por el alcohol. De cualquier forma, la siguiente persona en abalanzarse sobre Katsuki y colmarlo de atención fue Mina, luego Denki una vez que salió de su asombro y, cuando los otros tres le dieron espacio para respirar, Sero posó su mano sobre su hombro y lo palmeó con un gesto muy cercano al orgullo.

Ojala los otros tres idiotas le hubiesen felicitado de la misma jodida forma en la que Sero lo hizo, respetando su espacio personal, pensó Katsuki, pero aun así recibió cada gesto, cada felicitación de buena gana.

— ¡Sabía que este día llegaría! — comentó Eijiro, aferrado tercamente al brazo derecho del rubio—. ¡Estoy tan feliz por ustedes! ¿Somos los primeros en saberlo? ¡Dime que somos los primeros!

— ¡Baja la maldita voz y suelta mi jodido brazo! —-exigió e intentó liberarse. Fue imposible—. Mierda, ¿por qué dejamos que este idiota bebiera tanto? A penas son las... ¿Qué? ¿Once y veinte?

— Bueno, Ei dejó en claro su deseo de emborracharse desde que entramos al bar — respondió Mina, mirando con una sonrisa al pelirrojo que continuaba balbuceando por lo bajo—. ¡De todas formas, Ei tiene razón! ¿Somos los primeros en saberlo? ¿Sus padres ya lo saben? ¿Shoushou ya le dio la noticia a su grupo?

— ¿Cuántas jodidas veces te he dicho que no lo llames "Shoushou"?

— ¡Ignora eso! ¡Responde mi pregunta!

Katsuki suspiró. En cuanto sintió que Eijiro aflojaba su agarre alrededor de su bíceps, alejó su brazo y empujó al pelirrojo hacia la persona a su otro lado: Denki. Fácilmente, cuando Kirishima quiso aferrarse al otro rubio, este se lo permitió y ambos, en una plática de borrachos, se abrazaron y continuaron balbuceando lo felices y emocionados que se sentía con la noticia. Como si la jodida boda fuese de ellos, pensó Bakugou, y no pudo ignorar el suave sentimiento de felicidad que ese pensamiento le produjo.

Compartían su felicidad...

— Obviamente nuestros padres fueron los primeros en saberlo — respondió Katsuki, tomando un sorbo de su simple vaso de refresco antes de continuar—. Sobre lo otro... No tengo ni puta idea si es que el medio idiota ya le dijo a su grupo o no.

— ¿Cuánto más seguirás llamándolo "medio idiota"?

Hasta el jodido día en que muriera, pensó para sí mismo, pero decidió ignorar esa pregunta. Por mucho que se los explicara, simplemente no comprenderían porqué se sentía tan apegado a un tonto apodo.

— Ahora que recuerdo... Supongo el equipo de ex nerds que ya lo saben, Ochako debió decírselos.

— ¿Ella ya lo sabe?

Katsuki asintió, el gesto fue más que suficiente para hacer estallar la fingida indignación de la pelirrosa.

— ¡No es justo! ¿Por qué Uraraka lo supo antes que nosotros? — reclamó Mina—. ¡Nosotros somos tu squad!

— ¿Por eso el jueves te abrazó? — cuestionó Denki, y la ebria tristeza llenó su semblante—. ¡No te puedo creer, Kacchan...! Esperaste hasta hoy para decirnos, ¡pero se lo dijiste a ella primero! ¡Estoy feliz y enojado al mismo tiempo!

— Y jodidamente ebrio —masculló el rubio —. Y haciendo un maldito escándalo. Dejen de lloriquear por eso, no quería decírselo por mensaje, y tampoco quería decírselo a ustedes por separado. Quería que estuvieran todos juntos.

Cuatro pares de miradas se posaron sobre él y entonces, entendió lo que había dicho. Comprendió rápidamente el sentimiento que desencadenó en cada uno de ellos; reflejándose en sus iris, algunos más sobrios que otros, pero los distintos tonos brillando con la misma intensidad. 

Imaginariamente, se abofeteó a si mismo por haber soltado tal declaración. Se sintió enojado y avergonzado al mismo jodido tiempo. Declaró, un tanto explícito, su afecto por aquellos cuatro idiotas.   

Eijiro dejó de abrazar a Denki y volvió a aferrarse a Katsuki. Frotó su mejilla contra la ajena con más fuerza de la necesaria. El olor a alcohol en sus labios fue fácilmente perceptible y el rubio sintió tenues nauseas.

— Aw... ¡Sabía que nos amabas! — balbuceó el pelirrojo—. Estas perdonado por no decirnos antes.

— ¡Como si quisiera su jodido perdón! —exclamó, intentando, otra vez, quitarse al pelirrojo de encima—. ¡Suelta ya! 

— No, no, no, no importa todo lo que quieras negar tus sentimientos, amigo — Eijiro se alejó y le dio una sonrisa—. Desde primer año en UA que sabemos que nos amas.

Jodido alcohol y los efectos que producía sobre su maldito mejor amigo. Jodidos ojos de cachorro y sonrisa suave de Eijiro, ¿qué no sabía que aquello era un arma mortal? Con esa mirada y risa podía convencer a cualquier persona de hacer lo impensable, pero claro, lo ocupaba contra él para admitir cosas que jamás diría en voz alta.

Bien, al demonio, que pensaran lo que quisieran pensar, el seguiría negando cualquier suave sentimiento que poseyera por esos cuatro idiotas. 

Una vez que los ánimos se calmaron en su gran mayoría, Eijiro se levantó tambaleante a pedir otra ronda de bebidas, aunque solo tres de ellos la aceptaron. Tanto Katsuki como Mina optaron por un trago no alcohólico así como lo estuvieron haciendo desde que entraron al local y, brevemente, el rubio recordó el pequeño enojo que poseía hacia la pelirrosa.

Su maldito estomago estaba delicado desde el almuerzo de comida india que degustaron días atrás. No sabía si fue por la falta de costumbre o aquella maldita cosa tenía algo mal. De todas formas, por esa noche, no tenía ánimos para vomitar todo lo que comía o bebía. Ya había tenido suficiente con los días previos y las preguntas estúpidas de Shouto por su malestar. Notando como, durante incómodos silencios de su prometido, este se formulaba las más inconsecuentes teorías.

Idiota formulando conclusiones igualmente idiotas. A veces se cuestionaba todas las razones por las cuales seguía junto al bicolor, y hacer un listado de cada una siempre era buena idea.

Conocía cada una de las malditas razones y, para él, a pesar de aquellas cosas que estaban mal, aquella lista seguía siendo un impulso que lo llevó hasta ese momento en el cual su medio novio pasase a ser su medio prometido.

Después de un rato de una distraída conversación, cuestionándole al rubio el cómo se sentían sus padres sobre su compromiso y sobre la reacción de su queridísima suegra que era su mayor problema, pero que extrañamente había decidido no molestarlos con su apatía, el grupo le quitó el vaso de licor a Eijiro y lo obligaron a beber agua o un refresco.

El pelirrojo protestó, pero estaba demasiado ebrio y cansado por el arduo trabajo de la semana  para insistir. Aceptó el vaso de refresco y, silenciosamente, manteniendo una sonrisa de idiota, escuchó el interrogatorio que su mejor amigo sufría de parte de Mina y Denki.

— A Todoroki le gusta todo lo que sea tradicional ¿no? — cuestionó Sero—. Seguramente le gustaría una ceremonia de ese tipo.

—Creí que eras más idiota, pero en eso tienes razón —felicitó el rubio—.  Además, es bastante seguro que Endeavor le exigió que tuviésemos una boda sintoísta.

— ¿Estas bien con eso?

— Me da igual si es un maldito traje o uno tradicional —Lo que importaba es que se casaría con Shouto, pensó, pero expresó una idea diferente a sus amigos—. Realmente, creo que el montsuki es más cómodo que un jodido traje.

Tal vez incluso podría pedirle a su padre que hiciese sus trajes de boda... Seguramente, a Shouto le parecería una buena idea encargárselo a su suegro. 

El único inconveniente era que Masaru estaba ocupado con otros trabajos, pero si le pedía confeccionarlo lo más seguro es que el hombre mayor aceptaría, además de llorar de emoción como lo hizo esa mañana después de darle la noticia.

— Y tú llevarás el haori blanco ¿o no, señora Todoroki? — bromeó Kaminari. El ojirubí escudriñó la mirada.

Antes de que Denki pudiese lanzar otra broma o Katsuki responderle, Mina se levantó de la mesa sin decir nada y se dirigió rápidamente hacia el baño de mujeres; cubriéndose la boca y manteniendo una expresión asustada en su semblante.

Sero, Kaminari y Kirishima compartieron una mirada confundida, pero no le dieron mucha importancia a la chica del grupo. Sin embargo, los iris rubíes se mantuvieron en el camino que la pelirrosa había seguido.

Había algo mal con ella... Estaba seguro. Incluso si fingía estar feliz y despreocupada como siempre, ocultaba algo. Algo le preocupaba, algo temía, y Katsuki quería saber qué era.

Mascullando a sus tres amigos que volvería pronto, y siendo escuchado a medias, se levantó de la mesa.

El local había recibido más gente en la última media hora. Las mesas se llenaron, así como los asientos de la barra del bar, pero eso no impidió que muchos estuviese de pie de buena gana, bebiendo, platicando, escogiendo una canción específica en el tocadiscos y escurriéndose por cada rincón del lugar.

Fue gracias a esa cantidad de personas que, cuando Mina salió del baño al fin, no notó a Katsuki esperándola. La mujer apenas tuvo el tiempo para reaccionar cuando el rubio la tomó de la muñeca. El primer instinto de Ashido fue forcejear, pero se calmó al reconocer el cabello desordenado; las preguntas no se hicieron esperar. Sin embargo, sabía que no obtendría respuesta hasta que estuviesen en un lugar apartando donde no llamaran la atención.

Katsuki la arrastró hacia el exterior. La llevó al patio del local en el cual había un par de personas fumando, puesto que no estaba permitido hacerlo en el interior, pero ninguno de ellos posó su atención en los héroes. Se mantuvieron en sus propios asuntos y el rubio agradeció ese detalle.

Buscó el rincón y banca más alejada junto a unos pocos arbustos en huesos, sin importarle o no que la luz artificial no llegara hasta ese lugar. Con la luminiscencia de las estrellas hubiese sido suficiente, pero los días de nieve aún no se marchaban y el cielo estaba cubierto de griseases nubes.

— ¿Qué te sucede, blasty? — cuestionó Mina—. Estas actuando raro...

— Tú eres quien está jodidamente rara — contraatacó, cruzándose de brazos—. ¿Qué demonios te sucede? Tal vez los otros idiotas caen bajo tu actuación de idiota, pero yo no, Pinky.

Mina sonrió, intentó bromear y abrazar al rubio.

— Awww, ¿estás preocupado por mí? — canturreó.

Extendió los brazos hacia el rubio, pero simplemente no pudo abrazarlo. Katsuki se hizo a un lado fácilmente y la expresión seria en su rostro alejó los intentos de la mujer por aligerar el ambiente.

— No intentes desviar el maldito tema — siseó el rubio.

Mina suspiró. Lentamente, se sentó sobre la banca y mantuvo la mirada en el piso de cemento, en los patrones geométricos en piedra que indicaban el camino de regreso al interior del local. Contó cada uno, buscó alguna imperfección en ellos, pero el único desperfecto era en su propia vida y cabeza. Bien, no esperaba menos realmente. Fingir que sus propios defectos no existían era tan solo retrasar lo inevitable.

Después de algunos segundos, volvió a fijar la mirada en el rubio aún de pie a un lado del frío asiento. Le sonrió, empujando al fondo de su cabeza sus propios problemas en ese terco intento de sobrellevarlos por su propia cuenta.

— No lo hago, solo que... ¡Esta noche se trata de ti, no de mí! No deberías estar preocupándote por un simple mortal —comentó.

Katsuki mantuvo la expresión seria, la sonrisa en los rosados labios de la mujer desapareció lentamente, pero las palabras de su amigo mantuvieron el fantasma de aquella mueca un poco más en ella.

— Soy un jodido héroe, mi maldito trabajo se basa en preocuparme en los estúpidos mortales.

— Entonces si estas preocupado por mi — Katsuki gruñó. Mina rió, pero rápidamente el sonido de su risa se esfumó—. No quiero preocuparte... ni a los chicos, aunque sé que eres el único que tiene el cerebro suficiente para notar mi estado de ánimo.

Los iris dorados de oscura esclerótica bajaron nuevamente al pavimento. Katsuki se sentó a su lado, sin observarla. Mina no necesitaba mirar a su lado para saber que los iris rubíes no estaban fijos en ella y, realmente, agradecía ese gesto. Tener tanta atención sobre ella en momentos así... realmente era incómodo.

Sabía que el rubio fácilmente podría posar sus ojos en ella y se sentiría obligada a hablar, pero ese momento no era uno en el cual quería sentirse forzada a ello. Katsuki lo sabía, de alguna forma lo sabía, y Ashido intuyó que, seguramente, estaba acostumbrado a entregar esa ligera y no sofocante atención por Shouto.

El bicolor jamás pareció el tipo de persona que disfrutara la excesiva atención, pero si el apoyo silencioso; aquel que parecía que no había nadie a su lado pero si estaba alguien y tener esa noción era suficiente para sentirse en confianza.

Mina volvió a suspirar. Sonrió para sí misma, pero su mueca estaba lejos de la felicidad. Era un poco melancólica, un poco triste y decepcionante, tal como la vida adulta en muchos días.

— Es irónico. Salí con Hanta por varios años y aun así nunca me conoció tan bien.

— ¿Esto se trata sobre ese idiota? — cuestionó Katsuki, sin mirarla.

La mujer negó. Alzó su mirada hacia el firmamento oculto. Decepcionante, tantas nubes realmente le hacían pensar que la vida era decepcionante.

— Creo que voy a vomitar — masculló Mina. El rubio gruñó.

—Sí, tal y cómo lo hemos hecho desde que almorzamos en ese jodido lugar.

— Creo que voy a vomitar porque estoy embarazada.

Silencio, sus músculos se tensaron y no reaccionaron a ningún estímulo, su cabeza simplemente no sabía qué orden darle a sus extremidades.

El ruido del exterior, la plática tranquila de aquellos que estaban más allá, se sintió lejana. No comprendía que decían, no sabía si el ruido que acababa de escuchar desde la calle al otro lado del local fue producido por un auto o una motocicleta. Sentía la vibración de la tranquila música que el tocadiscos en el interior del edificio estaba tocando, pero no reconocía el ritmo, no podía tomarse el tiempo para reconocerlo.

Sintió su teléfono vibrar en el bolsillo de su pantalón; un mensaje, seguramente de Shouto, pero en ese momento no podía leerlo, solo fijar la mirada en la mujer a su lado. Sin creer lo que escuchó, sin poder comprenderlo, solo observando su perfil; mirando al cielo, los dedos aferrados fuertemente a la tela de sus pantalones de mezclilla y notar cómo una de sus rodillas no dejaba de temblar.

— ¿Es una jodida broma...? — murmuró al fin, en la voz más baja que pudo encontrar.

Mina se mordió el labio. Sintió un nudo en la garganta por un momento, sin saber cómo explicar, sin ella creer en sus propias palabras. Parecía un sueño, pero a la vez sabía que no lo era. 

Aquella sensación de no saber si lo que vivía, lo que sabía, era real o no la estaba desesperado.

— Quisiera que lo fuera, o no, no lo sé... —suspiró. Aún con la cabeza hacia el cielo, cerró los ojos y explicó lentamente —. Realmente no estoy segura, pero... He estado viendo a alguien, no es nada serio, así que si estoy embazada yo...

— ¿Quieres tener un crio? — interrumpió Katsuki.

— ¿Quieres tenerlos con Shouto? — inquirió de vuelta Mina.

El rubio calló. Volvió la mirada al frente, notando como un par de personas volvían a entrar al bar.

Recordó su plática de hace días con Shouto, su paseó en aquella noche de nieve. La idea no le desagradaba, pero seguía sin estar seguro, demasiadas dudas sobre sí mismo y todo lo que sabía sobre crianza. Fácilmente, entendió el cómo Mina debía estar sintiéndose en ese momento aunque sus situaciones eran completamente diferentes en ese punto.

— Tal vez, en el futuro... — confesó—. Aunque no estoy seguro de que sirva para ser padre.

— Si tu no sirves para ser padre, con todas las "cualidades" de ama de casa que tienes, ¿qué me dice que yo lo seré? Soy descuidada, distraída, detesto cocinar y me gusta mi tiempo para mí misma.

— Si no quieres tenerlo es cosa tuya, Mina — murmuró y luego reclamó—. ¿Y qué se supone que son "cualidades de ama de casa"? ¿Saber mantener tu jodido hogar limpio y comportarte como un adulto funcional?

Ashido le sonrió. Miró a su lado, los iris rubíes no la miraron. Así estaba bien.

— Si lo pones así... Creo que fallo en ser un adulto funcional.

—Y a veces creo que es mi jodida culpa — Katsuki suspiró—. Siempre era yo quien los ayudaba a limpiar o cocinaba para ustedes en UA porque eran, y son, un grupo de idiotas medianamente inútiles. Los malcrié.

Mina rió con ligereza, sintiéndose medianamente bien, sus hombros un poco menos tensos y los recuerdos de esos tranquilos años en UA le entregaron una agridulce nostalgia.

Recuerdos preciosos, lejanos. Eran como sus películas favoritas, aquellas que ha visto mil veces. Cada vez volviéndose más viejas, tanto que los años difuminarían su imagen, cortarían escenas y perderían muchos detalles, pero el sentimiento y la sonrisa que plantaría en sus labios permanecería incluso si ya no podía recordar perfectamente cada segundo de ese tiempo.

¿Por qué estuvieron tan desesperados por crecer? Pensó Mina. Miró a Katsuki a su lado y se preguntó si es que el rubio también extrañaba esa tenue calma de sus años de adolescencia en UA. Tal vez no extrañaba la inmadurez que poseyeron, ni se lamentaba de la libertad que ahora poseía, pero sin duda había detalles como las pocas preocupaciones o responsabilidades, las largas noches sin dormir viendo películas en la sala principal; bromeando, jugando, ansiosos de que el futuro llegara.

Bien, el futuro llegó y no era como lo imaginó, pero debía mantener la calma.

— ¿No pensarías mal de mí si no quiero tenerlo? —murmuró Mina, temerosa.

Desvió la mirada cuando notó que los iris rubíes iban a posarse en ella. Otra vez observando los patrones del piso perfectamente ordenados, sin imperfección, sin nada fuera de lugar. Como envidiaba ese equilibrio.

— Que te importe una mierda mi opinión o la del resto —dijo Katsuki. Mina, sorprendida, volteó la mirada hacia el rubio. Se encontró con los iris rubíes serios, sin ánimo de juzgar sus decisiones—. ¿Qué demonios quieres hacer tú?

Temía tanto esa pregunta, pensó Mina. Era lo último que quería escuchar, pero al mismo tiempo era lo que necesitaba.

Le recordó que ya no era una niña. Ya no podía esconderse detrás de la falda de su madre o bajo el cuidado de algún profesor y esperar que ellos resolvieran todo. Tampoco podía esperar que Katsuki los ayudara en todo tal como lo hizo en UA; ayudándolos a estudiar, a mejorar sus tácticas de campo, intentando enseñarles a cocinar.

Aquella pregunta era todo lo que el rubio podía darle, esa libertad para escoger lo que ella creía mejor para su propia vida, observar desde un costado y apoyarla sin importar qué escogiera, estuviese de acuerdo con su decisión o no. Agradecía esa preocupación, el apoyo implícito en sus palabras que siempre dirían lo contrario a lo que realmente pensaba, pero no importaba, lo conocía perfectamente bien y sabía leer entre líneas. 

Esa idea la hizo sonreír, el miedo seguía en ella, pero sentía que podía enfrentarlo incluso si era con manos temblorosas y pasos dudosos.

—No tengo idea —confesó, el ambiente seguía sintiéndose frío pero ligero—. Supongo que primero debo asegurarme de que es realmente un embarazo o solo una intoxicación alimenticia.

Katsuki suspiró. Masculló un par de insulto por lo bajo y agradeció a cualquier ser superior que existiese que, al fin, su amiga había dejado de ser una jodida idiota y estaba pensando con claridad.

—Ya era la jodida hora de que dijeras eso, ¿era muy difícil, Pinky?

Mina sonrió. Ambos sabían que si, era difícil pensar en cualquier cosa sobre su situación, pero agradeció ese intento por olvidar la tensión que aún los envolvía suavemente.

—¿Seguro que lo tuyo también es solo una intoxicación alimenticia, Blasty? —bromeó la pelirrosa—. Espero que tú y Shoushou no estén siendo irresponsables.

El rubio gruñó, se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia el interior del local sin esperar a la mujer.

—¡Deja las jodidas bromas! —regañó—. ¡Vamos ya! ¡Estoy seguro de que esos idiotas se están ahogando en alcohol! 

—Ya deben estar muertos —comentó con buen ánimo, siguiendo al rubio—. Ah, ¡yo también quería sufrir un coma etílico! Por cierto, Suki-

—No me digas Suki.

—¿Me acompañarías? —Dejaron de caminar, Katsuki la observó de reojo. Mina se armó de valor, luchó contra la tensión en su garganta y habló—. ¿Me acompañarías a... a asegurarme de si es o no?

El silencio de Katsuki le hizo sentir incomoda, esperó una negativa llena de ira, pero mientras más miraba el semblante del otro, mientras más atención posaba sobre los iris rubíes, no encontró enojo en él, solamente un silencioso apoyo.

—Tengo una maldita misión en unos días más —masculló el rubio y volvió a caminar—. Después de eso.

Mina sonrió. Agradeció que el rubio le hubiese dado la espalda y que no viese sus ojos humedecerse. Limpió el invisible rastro de ellas y le siguió, sintiéndose tranquila, aún insegura y temerosa, pero creyendo que podría enfrentarlo.

—¡Por supuesto! Tienes que seguir subiendo en el ranking, ya estas cerca del primer lugar —comentó y agregó—: pero incluso si no eres el número uno, ya estoy orgullosa de ti, Suki.

—¿Qué demonios dices? Por supuesto que lo seré. —Mirándola por sobre el hombro, Katsuki le sonrió—. Ya tengo todo lo que quería, eso es lo único que me hace falta.



[•••]



No quería pensar sobre su reciente odio por el trabajo, así que durante aquellos días se movió casi en piloto automático. Sin procesar qué sucedía a su alrededor, actuando como le habían enseñado durante toda su vida; la mente en blanco, sus piernas y brazos actuando por sí solos, o copiando lo que otros hacían si así era necesario. Su semblante tranquilo, neutral, pero sus iris reflejando la ira hacia esa parte de su día a día. 

Su rendimiento no mejoró. Su clasificación en el ranking se mantuvo estable para desgracia de Endeavor, pero a él no podía importarle menos. Incluso si bajaba de posición, o si salía del listado, a Shouto no le importaría. Al contrario, le gustaría mucho simplemente desaparecer de todo aquel lío de clasificación de popularidad y cualquier otra cosa relacionada al mundo de los héroes.

Ser una persona normal como el resto era una idea atrayente. Dejar de ser un héroe, buscar a que otra cosa le gustaría dedicarse por lo que le restaba de vida. Imaginaba haber nacido sin un quirk, sin la presión por continuar el legado que de todas formas no continuaría, sin entrar a UA, sin nada... pero de esa forma difícilmente hubiese conocido a Katsuki ¿no?

Tal vez si, tal vez no. Tal vez se hubiesen topado de todas formas en esa playa, mucho antes de entrar a UA o incluso ya siendo adultos. Esa parte de su vida no podía cambiarla, y tampoco lo haría, puesto que le dio la oportunidad de encontrar al que sería su esposo en una segunda vida. De todas formas, aún podía imaginar que, de alguna manera, se quedaba sin quirk ¿no?

Sintió un golpe en la frente, ni muy suave ni muy fuerte, y al volver al presente y realidad, se topó con los iris rubíes furiosos de su prometido sentado frente a él.

—¿Qué? —cuestionó el bicolor. Katsuki suspiró.

—No has escuchado ni una jodida palabra ¿no? —El silencio del otro era la única respuesta que necesitaba—. ¡Llevo hablándote diez malditos minutos, Shouto!

Los gatos que dormían en los postes rascadores instalados en varios rincones de la cafetería despertaron con el grito del rubio, bostezaron y volvieron a dormirse. Uno bajó, se acercó a su mesa y se frotó contra la pierna izquierda del bicolor, ronroneando, posando las patas contra el pantalón del hombre y clavando, suavemente, sus garras hasta que Shouto le prestó atención. Tomó al calicó por el estomago con cuidando y lo dejó sobre su regazo.

El peso del felino sobre sus piernas se sentía bien, al igual que la suave vibración de sus ronroneos. Ir a aquel café fue una buena decisión, pensó el bicolor, aprovechar su tarde libre antes de que tuvieran que marcharse a esa misión. 

—Lo siento, yo... Estaba pensando en la misión de pasado mañana —confesó sin emoción en su voz, rascando suavemente detrás de la oreja del minino con sus dedos de la mano izquierda—. Al menos la remuneración es buena, quiero destinar la mitad a la cuenta bancaria.

Katsuki pasó por alto el desanimo en la voz del otro hombre, así como ignoró que su prometido  se centrara en un detalle simplemente banal de la misión.

—Esa cuenta ya tiene bastante, Shouto —comentó Katsuki. El gato sobre las piernas de su prometido se asomó a la mesa y, antes de que pudiera acercar su nariz a la rabada de pastel a medio comer del bicolor, el rubio alejó el plato—. Hay suficiente para comprar una buena casa.

—Lo sé, aún así el sector que queremos es un poco... costoso.

—¿En serio estás preocupado por el precio? —cuestionó y bromeó—. ¿Tú? ¿Qué eres el maldito niño rico de la relación?

—Ya no tengo la tarjeta de Endeavor conmigo, Suki, no puedo gastar mi dinero sin pensar.

Rieron y fácilmente la plática se reanudó.

Katsuki volvió a repetir todo aquello que Shouto no había escuchado mientras estuvo inmerso en sus propios pensamientos. La voz de su prometido, usando ese tono tranquilo que pocos conocían, alejó cada recuerdo de las misiones que lo perseguían incluso en sueños. Alejó la ansiedad que sentía por aquella misión a la cual partirían pronto y, por un momento, el bicolor se sintió bien. Creyó que, tal vez, esa noche podría dormir sin despertar a mitad de la madrugada.

Si, seguramente si podría hacerlo. Debía mantener la calma.

Pensar y hablar sobre su futura boda lo calmaba, le hacía ansiar que el tiempo pasara de una buena vez. En cuanto Katsuki se enteró de que Endeavor quería pagar la mayoría de los gastos, no dudó en aceptar. No tendrían que preocuparse por el costo de la ceremonia o de la recepción, simplemente en organizar todo, buscar los lugares, los servicios que les parecía más conveniente y ya.

No creían que la ceremonia y recepción fuesen demasiado costosas, no invitarían a muchas personas. Tal vez a todos sus ex compañeros de clase en UA, algunos ex profesores, sus amigos de otras escuelas, algunas personas del trabajo y familiares.

Pensándolo con un poco más de calma, Shouto recordó que los parientes de su prometido realmente eran bastantes a comparación de su lado. Estaba seguro que muchos de la rama Todoroki se negarían a asistir, especialmente porque se estaba casando con un hombre que provenía de una familia "sencilla". Bien, no le importaba.

—Tu viejo preguntó sobre la fecha y temporada—comentó Katsuki. El gato calicó que estuvo sobre las piernas del bicolor se había movido hacia las del rubio—. Realmente me da igual cual sea, ¿qué prefieres tú?

—Uhm, primavera.

—Eso es jodidamente cliché.

—¿Y eso qué? Quiero que nuestra foto de boda sea bajo un árbol de cerezo.

—Bien, bien, lo que sea. —Tomó su teléfono y anotó la estación en un listado—. Primavera del año subsiguiente. ¿Y la fecha?

Shouto se reclinó hacia atrás. Los iris bicolores recorrieron el café de gatos y se detuvieron en un par que estaba jugando un poco más allá de ellos.

No estaba pensando en nada, no había una fecha específica en su mente o demasiado significativa. Pensó en proponer el mismo día en el cual comenzaron a salir, pero Katsuki volvería a llamarlo un cliché, de igual forma si escogía el día de San Valentín o el siete de julio.

Volviendo la mirada al frente, la posó sobre su novio revolviendo el simple batido de chocolate a medio beber con una mano y con la otra acariciando al gato que seguía sobre sus piernas, durmiendo y ronroneando. La imagen le entregó una suave paz interior, de aquella que hace mucho no sentía, y fue por ese sentimiento que sus labios se movieron por si solos y murmuró una fecha al azar, pero que sentía un tanto "significativa".

— 15 de mayo.

Las manos de Katsuki dejaron de revolver el batido y dejó de acariciar al gato. Inmediatamente, los iris rubíes se posaron en los bicolores, su color transmitiendo demasiadas emociones, demasiadas preguntas y recordando algo en lo que hace mucho no pensaba.

—¿Por qué esa fecha...? —cuestionó suavemente.

Shouto se alzó de hombros y desvió la mirada, buscando en los rincones de la cafetería una razón para su elección, pero sin importar cuánto pensara, simplemente nada venía a su cabeza. Tomó al primer gato que se acercó a sus piernas y lo dejó sobre su regazo sin que este intentara escaparse.

—No lo sé —confesó—, solo se siente como una buena fecha en la que yo iniciaría algo. 

Poco a poco, Katsuki volvió a revolver el batido, continuó acariciando al minino y sintiendo sus ronroneos. Shouto lo notó lejano, perdido en sus pensamientos, pero no comentó al respecto. No podía mencionar aquel detalle de su pareja cuando él estaba en ese estado la mayoría de los días.

—¿Una boda para ti es un inicio? —preguntó Katsuki, sin observarlo.

Shouto asintió.

—Creo que sí, es el inicio de nuestra vida de casados y de nuestra familia ¿no? —respondió y agregó tranquilamente—: Al menos desde el punto de vista legal.

El rubio estuvo de acuerdo y no objetó nada más. Apuntó la fecha en su calendario y dejó su teléfono a un lado. No necesitaban apresurarse y pensar en todos los detalles que aún les hacía falta, tenían suficiente tiempo y otros asuntos en los cuales preocuparse más.

Pero, por ese día, mantendrían la calma. Por esa tarde, intentarían no pensar en misiones, familia ni nada, solo en ese futuro brillante oculto aún detrás de espesas nubes de invierno.

La primavera todavía estaba muy lejos, pero su calor se sentía rozar suavemente la piel.




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¡Estamos cerca de los 100k! Cuando lleguemos, abriré un chat en discord para que juguemos una partida de Among Us(¿?)

Como muchos saben, demoré en actualizar porque estuve en periodo de exámenes y trabajos, así que necesitaba concentrarme en ello. Tengo pocos días de vacaciones, pero siempre puedo escribir entre clase y clase siempre y cuando no tenga un examen viniendo hacia mí.

¡Gracias por la paciencia y el apoyo!

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