La pelinegra dejó de besar a su novio ya que le habían llamado para jugar un rato al beer poing. Tenía la necesidad de estar con él después de lo que había pasado hace unos minutos con Kara. No se sentía bien.
No es que no se sintiera bien por lo que había sucedido, se sintió mal porque tenía ganas de que pasara algo; algo que definitivamente no querría que pasara en realidad. Echó la culpa a Sam mentalmente varias veces mientras tomaba otro sorbo de su copa. Llenándole la cabeza de pajaritos todos estos años surgió un poco de efecto.
Lo que había pasado unos momentos Sam lo definiría como una atracción sexual no resuelta. Lena lo habría definido como burla hacia su persona y apostaría a que Kara también lo había hecho por eso: para burlarse de ella y nada más.
Creerse superior era la especialidad de Kara. Además, también estaba borracha. No solo la rubia; también ella. El alcohol le hacía imaginar tonterías. Eran vecinas, eran amigas y enemigas a la vez. Simplemente eso.
Kara, en cambio, no pensó mucho en eso. Lena tenía razón, le gustaba burlarse de ella, pero hacerlo se sintió... increíble. Pero tuvo el mismo pensamiento que su vecina; el alcohol las había vuelto tontas y la rubia estaba demasiado perjudicada al igual que lo estaba su vecina.
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La capitana se sentó junto a Querl, Nia y Sam en el salón. Les confesó brevemente su relación rota, pero asegurándose de que todo estaba bien. Evidentemente evitó hablar del verdadero motivo de la ruptura; no era ni el momento ni lugar, además que conocía a Sam y sabía que armaría un alboroto.
Luego propusieron jugar un preguntas y respuestas de todo tipo, animando a Kara a participar. Querl preguntó varias cosas que para Kara eran aburridas; siempre era sobre los estudios y el instituto. Nia preguntaba cosas típicas: comida favorita, estación del año preferido, playa o montaña... Cosas que ya sabían en realidad. Y Sam... Ella sí que hacía preguntas interesantes.
—¿Besarías a esa chica por un quince de dólares? —preguntó Sam a Kara, señalando a una chica morena en la otra punta de la casa y la rubia asintió sin pensárselo—. Oh, Danvers, ¿eres bisexual?
—No lo sé —contestó con sinceridad—. Es decir, siempre he estado con Mike, pero me han atraído ciertas chicas; algunas me parecen monas, otras atractivas y realmente sexys, pero nunca me he imaginado con una chica porque ya sabes... —señaló a Mike con la mirada que seguía hablando con Winn.
No era un secreto. Kara estaba enamorada de Mike, pero no podía evitar pensar cuando Lena la besó; no le disgustó en absoluto y fue el beso más corto que le habían dado en su vida. Había muchas mujeres que se habían cruzado a lo largo de su vida y no se sentía culpable al pensar cómo podían ser tan sexys. Por eso entendió un poco a Mike y no podía reprocharle nada cuando ella realmente se sentía, más o menos, igual.
—Joder, pues ya te digo que no es lo mismo comerte una cosa que otra. Con una mujer disfrutas más —Sam le guiñó un ojo haciendo reír a la rubia.
—Pues yo no me lo imagino haciéndolo con una tía —dijo Nia casi riendo—. Así que me tenéis que contar cómo sería aquello.
Las palabras de Nia fueron como el canto de una sirena para Sam. Comenzó a explicar todo tipo de relaciones que tuvo con chicas; desde las más cariñosas hasta las más picantes despertando la curiosidad de Kara. Entonces, su mirada cayó en varias chicas de la fiesta, apuntando mentalmente todo lo que decía Sam y definitivamente se declaró bisexual.
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—Hey, chicas —saludó Lena sentándose en el regazo de Sam.
—Ya te vale, Lena —culpó Sam haciendo que la azabache frunciera el ceño—. Sabías que Danvers era bisexual y no nos has contado nada.
—¿Qué? —preguntó sorprendida mirando a Kara que ella comenzó a reírse.
—En realidad... lo acabo de confesar delante vuestra —se sinceró la rubia encogiéndose de hombros, explicando a Lena lo que había dicho anteriormente.
Lena se quedó muda mientras la rubia hablaba. Entonces pensó en que Sam podía tener razón, solo la parte de que Kara estaba loca por ella. Probablemente la rubia se había fijado en ella y solo Sam, la experta en chicas, se había dado cuenta y le estaba enviando señales de advertencia. Como estaba tan pillada por Jack, no se dio cuenta de nada, pero esos pensamientos cambiaron cuando Sam dijo:
—Mira, si lo hubiera sabido desde el principio, te digo yo que no estarías con Mike, estarías conmigo.
Esas palabras tensaron a Lena. Pensó en qué demonios estaba diciendo su amiga. Hace años le estaba comiendo el tarro de que la capitana estaba frita por ella y que iban acabar juntas y ahora su mejor amiga era quien quería tirarse a la rubia. No tenía sentido. Entonces entendió que su amiga también se burlaba de ella. Todos lo hacían; Kara nunca estuvo colada por ella.
Qué tonta pensar que sí.
Lena reflexionó en cuánto se había equivocado; su vecina era idiota, insensible y salvaje, aunque a veces fuera amable y tierna. O se comportaba como un encanto o se comportaba como un animal; no había término medio. No le trató diferente, siempre era igual. ¡Era imposible! Se vacilaban para ver quién era la mejor de las dos. Amigas que se picaban mutuamente y ya está. Lo de antes fue por el alcohol. Lo de ahora es pura guasa. Eso enojó a la azabache.
—Eres un alma libre, Sam. A mí no me gusta compartir, lo siento —explicó Kara riéndose de su amiga.
—Voy a por más copas —habló Lena levantándose y yendo hacia la cocina.
Volvió al rato, sirviendo una copa a cada una. Bebieron y conversaron animadamente sobre la reciente sexualidad de Kara. Entonces Lena tuvo una duda existencial. Llamó la atención de su vecina y le contó sobre Andrea; que hubiera pasado si se le hubiese confesado antes que Mike. La rubia contestó con un "no lo sé" con sinceridad porque no es alguien con quien hubiese hablado muchas veces, pero sí admitió que era su tipo.
Eso hizo rabiar más a Lena. Sam se había burlado de ella durante todos estos años porque ya había una chica posible en su lista y esa era Andrea, no ella. Odiaba que Kara fuera esa persona que estuviese en la boca de Sam durante tantos años. Había incluso dudado algunas veces y ahora las dos se habían reído en su cara; Sam por inventarlo y Kara por hacer que su amiga lo inventara.
Su enfado aumentó.
—Si quieres te la presento —le animó Sam alzando las cejas con picardía.
—Acabo de salir de una relación de casi cinco años —tomó un sorbo de su vodka—. No me pienso meter en otra, quiero tiempo para mí. La verdad es que me estoy tomando en serio lo de plantearme mi futuro. No sé qué hacer y no puedo dejarlo en manos de la suerte.
—Hombre, por fin empiezas a madurar —Lena miró su reloj de la muñeca—. Has tardado seis años en darte cuenta.
—Mejor tarde que nunca, estúpida Luthor —se burló brindando la copa.
—¿A quién llamas estúpida, idiota? —gruñó de mala gana y Kara frunció el ceño al notar hostilidad en sus palabras. Jamás le había contestado de esa manera cuando sabía perfectamente que lo estúpida lo decía de broma—. Si te hubieras enfocado desde el principio como te dije, no estarías aquí lamentando en qué demonios deberías estar haciendo.
—Relaja la raja, princesa. Tampoco es para tanto —siguió burlándose, haciendo rabiar más Lena.
—Es que hablar contigo es como hablar con la pared, es que... uf... —se mordió la lengua porque iba hacer daño. Iba a meterse con ella por su ruptura y Kara lo notó. La conocía bien.
—Venga, di lo que estás pensando —amenazó, haciendo que las chicas se pusieran en medio.
—Oye, dejadlo ya, bonitas —calmó Sam junto a Nia.
Ambas chicas estaban sorprendidas porque las vibraciones de ambas eran malas y nunca las habían visto así. Antes de que el círculo de amigos se juntara, Nia y Sam veían de lejos las interacciones de burlas de aquellas dos. Cuando se juntaron, era todo igual, aunque más suave que antes. Pero ahora era totalmente diferente.
—Es que ella es la Miss perfecta sin defectos —espetó terminando su copa.
—Gracias —le guiñó un ojo con burla haciendo rabiar a Kara.
—No era un cumplido, imbécil inmadura.
—Eh, Kara... te estás pasando —Sam le palmeó la rodilla para que se relajara.
—No, déjala. Aunque no tenga el bozal puesto sé que no me va a morder porque le falta los huevos que no tiene —se burló Lena terminando el último sorbo de su copa.
—¿Eso crees? —gruñó levantándose del sofá—. Eres solo una puta idiota que se preocupa por ella misma.
—Y tú una puta idiota que no sabe cuidar de lo que tiene. Mira, hasta Mike te ha dejado. ¿Te hago spoiler? Así te irá en tu futuro.
—Y tú eres una gilipollas que no sabe que tu novio te engañó —gritó.
Y todo el mundo se quedó en silencio. Incluso la música paró segundos después de que todos miraran los gritos de las chicas. Luego miraron a Jack que estaba en el otro lado de la habitación, observando la pelea de ellas dos. Lena se levantó, echando fuego por los ojos y se dirigió a Kara.
—¿Cómo coño te atreves? —le empujó los hombros.
—¿Qué diablos haces? —Kara le devolvió el empujón.
—Eh, ya está, chicas, parad... —Sam se interpuso entre las dos.
—Es muy triste inventarte eso —la azabache comenzó a llorar de impotencia—, solo por el hecho de ganar y llevar razón. Es muy triste —repitió, dejando el vaso sobre la mesa, alejándose del lugar y gritó—. ¡No te quiero volver a ver en mi vida!
—Lena...
El rostro de Kara se suavizó después de aquellas palabras. Se dejó llevar por la ira y era la primera vez que se había sobrepasado. Nunca llegaron a las manos de esa manera, como si fueran unas energúmenas dispuestas hacerse daño de verdad. El alcohol en exceso le había jugado una mala pasada. Se arrepintió en seguida, pero no fue detrás de ella; sabía que no lograría nada.
Pero Kara no mentía. No mintió sobre lo que dijo de Jack.