Vecinas incontrolables | Supe...

By ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... More

Nota*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 5

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By ChicadeOtroRollo

—¿Por qué estás aquí sola? ¿Y Mike? —preguntó Lena nada más llegar a los pies de Kara.

—Mike ha ido a por más ponche —encogió de hombros, restándole importancia.

—Pensaba que te había dado plantón dándose cuenta de lo plasta que eres.

—Puede que lo haga algún día cuando sea fea y tenga tus arrugas —sonrió con burla.

—Así que soy fea y tengo arrugas, ¿eh? —arqueó la ceja de manera burlona, cruzándose de brazos y elevando su copa.

—He dicho TUS arrugas. Lo de fea va a parte.

—Entonces, ¿realmente me estás llamando guapa? Que modesta, Kara Danvers.

—Es que si digo que eres guapa tu ego subiría al cien por cien.

—¡Acabas de afirmarlo! —gritó divertida y la rubia asiente encogiéndose nuevamente de hombros.

—Pues claro que eres guapa. Dios, mírate —le señaló de arriba abajo—. Qué suerte que James tenga a una chica como tú. Hasta yo estaría colada por ti.

Lena sonrió de lado mordiéndose el labio. No sabía si Kara lo decía en serio o le estaba tomando el pelo y se iba a meter con ella ahora, pero solo hubo silencio. Lena y Kara se miraban con una sonrisa, viendo cómo lucían sus vestidos hasta que Mike interrumpió el ambiente cómodo. Al parecer estaba detrás de Lena, pero nadie se dio cuenta. La pelinegra se despidió dándole un suave apretón en el hombro de Mike y Kara observó el movimiento de sus caderas.

—Si tanto te gusta, ¿por qué sales conmigo? —bromeó Mike, riéndose antes de darle la copa.

—Antes vómito en el vaso —hizo una arcada en el vaso haciendo reír más a Mike.

.

La fiesta iba pasando rápido. Las baladas bailadas por parejas donde Kara no podía dejar de observar a Lena por encima del hombro de Mike. Odiaba tener la sensación de algo raro al ver como James acariciaba la espalda de su vecina o le plantaba un beso de vez en cuando. Tanto lo odiaba que dejó de bailar con Mike para sentarse. El grupo de Lena se acercó a ellos y Mike y James se saludaron como si fueran los reyes de la fiesta. Se apartaron un poco, lejos de los profesores y los demás estudiantes.

—Tengo esto —sacó James una petaca del bolsillo interior de su chaqueta.

—No me jodas, James —protestó Lena, claramente enfadada—, dijimos que nada de alcohol. Aún somos menores y como nos pillen, nos van a matar.

—Relájate, nena —le robó un beso y Kara frunció el ceño, mirando su copa—, estamos aquí para disfrutar. Además, yo te cuidaré, lo sabes, ¿no?

—James, creo que Lena tiene razón —interrumpió Mike, donde por primera vez Lena se sintió orgullosa de él. No es que le odiase, pero sentía que era un pringado y que Kara se merecía algo mejor—. No quiero que mis padres me den la lata después de que los profesores nos pillen y digan que hemos bebido.

—Sois unos aburridos —James cogió la petaca y bebió un sorbo.

—Pues sí que lo son —Kara le quitó la petaca, haciendo reír al moreno y bebió otro sorbo.

—¿Eres idiota? —preguntó la azabache antes de que Mike dijera algo.

—Estamos aquí para celebrar nuestro último año y pasar al High School. No me jodas que no has bebido nunca en tu vida, Luthor —comenzó Kara a reírse mientras le daba otro sorbo.

—¿Me estás retando?

—Tómalo como quieras —le ofreció la petaca.

Lena lo cogió y tomó un largo trago. El alcohol quemaba su garganta y carraspeó de manera brusca y entrecerró los ojos. Kara se rio y Lena, enfurecida, tomó otro sorbo largo haciendo que la sonrisa de Kara se desvaneciera.

—Ya está bien —Kara intentó quitarle la petaca, pero Lena volvió a darle otro trago—, si ni siquiera te está gustando, Lena —le quitó la petaca y se la entregó a James.

—Deberías dejarlo ya... —intentó su pareja tranquilizarla.

—Tú deberías darme más que para eso eres mi novio.

Le extendió la mano para exigirle la petaca y James se lo dio sin rechistar. Al final todo el alcohol que había traído James fue para Lena que al cabo de una hora estaba muy borracha porque Kara estaba en lo cierto: era la primera vez que tomaba alcohol.

.

La fiesta estaba terminando y Kara perdió de vista a su vecina, cosa que le preocupó sabiendo cómo iba. Mike se despidió ya que su novio tenía toque de queda; padres exigentes.

Cada vez había menos gente y Kara se disculpó con sus amigos en busca de su vecina. Y después de varios minutos de búsqueda, vio a Lena junto a James detrás de los escenarios. Su novio le decía guarradas mientras que Lena solo quería apartarse de él.

«Demonios, solo tenemos entre trece y catorce años. Putas hormonas adolescentes», pensó Kara dirigiéndose a ambos.

—Venga, si sabes que te gustaría hacerlo en un sitio público...

—Que no, James. Que estoy borracha, pero no soy tonta —continuó impidiendo el manoseo.

—Lena —interrumpió Kara el manoseo del chico—, nos vamos.

—¿Qué? —preguntó James agarrando a su novia.

—Mi madre ha venido a recogernos y llevo un rato buscándola —apartó el agarre de James y cogió a Lena—. Hasta luego, Olsen.

Sin que James pudiera rechistar, Kara sacó a Lena del edificio.

—Afloja un p-poco.

—Estás muy borracha, Kieran.

—No estoy borracha, tú te ves b-borrosa, Ká —replicó divertida, haciendo sonreír Kara y negar con la cabeza.

—Dios, que voy a hacer contigo —murmuró para ella misma y agarró su brazo—. Venga... Nos vamos a casa —suspiró Kara derrotada.

—Kara, para... como mi madre-tu madre te pille-me pille así... —balbuceó casi riendo.

—Mi madre no va a venir a por nosotras —interrumpió a la pelinegra—. No me gustaba nada como te estaba tratando Olsen, por eso te saqué de ahí.

—Oh, si Ká se preocupa por-para mí —dejó el agarre y le abrazó el cuello—. Que dulce dulzura. Mi s-salvavidas —acarició su pelo y toqueteó su mejilla, pero Kara rápidamente se apartó.

—Sí, sí, lo que tú digas —murmuró nerviosa, sintiendo como sus mejillas se calentaban.

—Lena, Kara, ¿os vais ya? —preguntó Sam a sus espaldas, saliendo junto a Barry e hizo que Kara apartase de un empujón a Lena—. Tu amiga Nia se marchó al igual que Querl ya que han venido sus padres a por ellos y nosotros vamos a coger un taxi para que nuestros padres no se levanten, ¿os unís para que nos salga más barato?

—Sí —afirmó con dificultad ya que Lena se le echaba encima—, porque cargar con esta vaca a casa sería una amargura.

—Pero soy una vaca guapa, guapa, guapa, ¿no? —preguntó Lena mirando a Kara haciendo que ésta rodara los ojos.

Los presentes se rieron de la situación. Esperaron al taxi sentados en la acera, aunque Sam estaba die pie, andando de un lado a otro en silencio. Kara sospechó que su cita no fue tan divertida. Aunque fuese la mejor amiga de Lena, sabía los gestos de la morena, además de que la pelinegra no paraba de hablar de ella comparando su amistad con la de Kara y Nia.

Miró a Barry de reojo y vio que tenía los parpados cerrados con los brazos cruzados. La verdad es que el chico era guapete, pero miró a Sam nuevamente y se dijo que ya sabía por qué la morena estaba así. Conocía a Barry ya que era amigo de Querl, el "novio" de Nia; eran igual de frikis y tímidos, aunque el chico de su lado parecía más normal. Pero sabía que Sam era un alma salvaje. Vaya, no pegaban ni con cola y aquí no funcionaba lo de los polos opuestos se atraen.

De un momento a otro, Lena se le echó literalmente encima. Ahuecó su rostro en su cuello, haciendo que Kara casi se cayera hacia atrás. La mano de Lena vagó por el cuello y Kara daleó la cabeza, lo suficientemente atrás para mirar a su vecina. Ella le estaba mirando con una sonrisa, como si Kara fuera una obra de arte y eso le hacía poner de los nervios a la rubia.

—Tú también estás muy guapa —susurró Lena y Kara se estremeció al sentir el aliento alcohólico de Lena.

—Estás borracha, Kieran. Que te gusta también burlarte de mí... —contestó casi cortante, mirando al frente y viendo cómo Sam apartaba la mirada. Frunció un poco el ceño, pero Lena interrumpió sus pensamientos.

—Los borrachos dicen la verdad, ¿no? —murmuró lo más bajo posible que hasta Kara le costó captar las palabras y ahuecó su rostro marfil nuevamente en su cuello.

—Ahí está el taxi —casi exclamó Sam, agitando la mano y haciendo levantar a los demás.

.

El trayecto hacia casa fue silencioso. Sam de copiloto hablando con el conductor mientras que Barry se quedó dormido, casi babeando la tapicería del taxista. Y Kara no paraba de intentar sujetar a Lena que se movía todo el rato.

—Me quiero poner cómoda —murmuró Lena, poniendo los pies encima del regazo de la rubia.

—Pues hazlo de una vez, pesada.

—Calla, Danvers, que sé que estás disfrutando de esto.

—Si disfrutar lo llamas a que me duelan las rodillas porque las golpeas con tus enormes tacones... —murmuró casi enfadada, cogiendo sus piernas para mantenerlas quietas.

—Lo siento.

Cogió sus manos y nuevamente se acurrucó junto a ella como pudo. Kara juró que, a pesar de que el taxi era lo suficientemente grande, se sentía diminuta en su espacio por culpa de la pelinegra. Lena no dejó de sujetar sus manos, acariciando de manera involuntaria sus dedos. La rubia miró de reojo a su vecina y parecía que estaba analizando sus manos, como preguntándose como debería ejecutar el siguiente movimiento. Kara no protestó, realmente lo estaba disfrutando.

.

Fueron las primeras en llegar a casa ya que prácticamente vivían al lado del instituto. Lena dejó un billete de veinte dólares sin esperar nada a cambio. Kara abrió la puerta, pero antes de que pudiera poner un pie en la acera, Lena escaló por encima de ella y salió la primera, haciendo que Kara se despidiese rápidamente para coger a su vecina porque casi se comía el suelo al haber sido tan bruta en salir primero.

Estaban frente a casa de Lena. Pensó en muchas cosas: si Lillian viese a su hija en ese estado probablemente la castigaría de por vida. También, seguramente, no volvería a confiar en ella y, por último, lo más seguro de todo es que la alejaría de Kara. Sin tener más remedio, llamó a su hermano por el móvil.

—¿Kara? Son casi las una —susurró somnoliento, claramente lo había despertado.

—Lo sé, lo siento por llamar así, cuñadito, pero tu hermana está borracha como una cuba y necesito que tu madre no se despierte —apretó los dientes.

—¿Qué mi hermana qué? Joder, esta chica cada vez es menos lista... Como mi madre la vea así la deshereda.

—Por eso necesito tu ayuda.

—No, Kara, no la traigas aquí.

—¿Y qué hago con ella? —preguntó desesperada viendo como Lena se le dormía en el brazo.

—Que se quede contigo esta noche, ya habéis dormido juntas. Mañana por la mañana le diré a mi madre que se ha quedado contigo a dormir. Buenas noches —y colgó sin darle a la rubia la oportunidad de responder.

Kara maldijo hacia sus adentros y guardó el teléfono. Cogió a Lena y la condujo hacia su casa hasta llegar a la entrada de su casa. Ahora tenía otro dilema. Si su madre se enterase, se lo contaría a Lillian y entonces pasaría todo lo que había pensado antes.

—Por favor, Lena, necesito que me escuches —dijo quitándole los tacones en la entrada, al igual que ella—. Te prometo que si estás callada dejaré de llamarte Kieran.

—P-pero es que me gusta que me llames así —se incorporó mientras rascaba sus ojos—. Odiaba tanto m-mi segundo nombre que al final lo he llegado a apreciar p-por ti.

—Supongo que me alegro, pero la cuestión no es esa. Necesito que entremos en silencio, subamos a mi cuarto y a dormir la mona. No podemos ir a tu casa porque tu madre te mataría y tienes que entrar en silencio en mi casa porque si mi madre lo descubre se lo dirá a la tuya y seguirá matándote —explicó con velocidad y Lena asintió, aunque la rubia no estaba muy segura de que la hubiese entendido y rezó para que no pasara nada.

.

Llegaron al cuarto de Kara sin imprevistos. Dejó los zapatos de Lena junto al armario al igual que los suyos. Lena se quedó parada, sentada en la cama cuando Kara se dio la vuelta. Tenía una sonrisa en el rostro.

—¿Quieres un pijama corto o largo? —preguntó Kara volviéndose al armario.

Lena no contestó, simplemente anduvo con pies descalzos hasta la posición de Kara. La rubia se giró y su respiración se cortó al ver los ojos de Lena a pocos centímetros de distancia.

—¿Por qué quieres que me cambie de ropa cuando sé que me comes con la mirada con este vestido? —preguntó Lena con un susurro ronco.

—Se te ha subido el ego... —suspiró dándose la vuelta.

—Corto.

—¿Qué? —preguntó Kara confundida, mirándola por encima del hombro.

—Quiero un pijama corto, Ká.

Sin más, la azabache se dio la vuelta. Kara se volteó para cogerle la prenda mientras se preguntaba a qué venía esa actitud. No sabía si era por la provocación de esa mañana o por decirle que era bonita esa noche o porque simplemente estaba borracha. Lo que sea la dejó sin aliento y con el corazón acelerado.

Kara y Lena se cambiaron sin mirarse y la pelinegra resopló una vez que se tumbó en la cama. La rubia la hizo a un lado, pero en cuanto se tumbó, Lena se aferró a ella. Le abrazó el brazo mientras su otra mano fue acariciar el muslo de Kara. La rubia permaneció quieta como una estatua ante el tacto.

Sí que habían dormido juntas, pero jamás habían estado tan cerca en la misma cama. En el campamento es verdad que siempre despertaban prácticamente una encima de otra, pero no se enteraban de cómo eso pasaba hasta que amanecía. Ahora Kara era totalmente consciente de las caricias y el agarre.

—Eres un cielo —susurró Lena acercándose más a ella.

—¿Por qué? —preguntó girando su cabeza para ver los ojos cerrados de Lena.

—Porque a pesar de que siempre nos metemos una con la otra, también nos cuidamos y eso me encanta.

—Supongo que a mí también. Solo supongo, que no se te suba a la neurona —miró al techo y soltó una pequeña risa.

—Oye, no seas así —le llamó la atención dándole un empujoncito y se miraron.

—Créeme que me encanta más cuidarte que meterme contigo —confesó Kara apenas inaudible.

—Y a mí me encantas tú... —musitó con una sonrisa en los labios.

Lena se acercó y le dejó un suave beso en los labios. Luego se recostó en el pecho de Kara. Juraría que dejaría sorda a Lena porque su corazón latía contra su caja torácica con fuerza. Tenía muchas preguntas en mente queriendo que se contestara al instante, pero el ronquido de la azabache no tardó en llegar.

.

Cuando la luz entró por la ventana, Kara se sobresaltó y se levantó, dándose cuenta de que Lena no estaba a su lado. Miró su móvil; las doce. Se dirigió hacia su armario para cambiarse y dirigirse a la casa de su vecina porque no podía quitárselo de la cabeza. Tenía que hablar con ella y pedirle perdón, aunque ella no tuviese la culpa. Tocó la puerta y Lillian abrió dejándole pasar, señalando de que su hija se encontraba en su cuarto.

—Lena, ¿qué haces? —preguntó la rubia nada más abrir la puerta de su habitación con el ceño fruncido.

—Romper el vestido, ¿no lo ves? —preguntó cabreada, fuera de sí, que hizo que Kara fuera hacia ella.

—¿Por qué? Si era...

—Cállate —interrumpió amenazando con sus tijeras.

—Lena, ¿qué demonios te pasa? —cogió el vestido de sus manos, ignorando su amenaza.

—Porque odio el puto vestido y ojalá no hubiera ido al baile de graduación.

—Vaya... lo siento... —se disculpó pensando que era por lo ocurrido anoche en su casa.

—¿Por qué lo sientes? Lo único bueno es haber despertado a tu lado —confesó calmándose y se avergonzó segundos después al ver como Kara la miraba sorprendida. Carraspeó y siguió hablando, cambiando de tema—. Lo siento yo por irme sin decir nada, mi madre me había llamado acogiéndome a que le ayudara en casa —encogió de hombros, tirando el vestido al suelo de las manos de Kara.

—¿Y por qué estás cabreada? —preguntó Kara ahora sin comprender.

—Porque —suspiró y se sentó en la cama. La rubia cogió la silla de su tocador y se sentó frente a ella—, sé que me emborraché, pero recuerdo a medias. Recuerdo las manos de James tocando mis muslos, subiendo mi vestido, besando mis hombros, acorralándome en la pared del escenario... Lo recuerdo y me enfermiza porque yo le decía que no y él no paraba. Cada vez lo veía más borroso y no sé qué más pasó.

—A ver que yo me entere... —suspiró Kara, recapitulando en su mente todo lo que había dicho la pelinegra—. ¿Recuerdas que James te estaba metiendo mano, pero no lo que pasó después?

—Si te soy sincera ni me acuerdo como acabé en tu cama —negó con la cabeza.

—Oh, Dios mío... —se levantó peinándose el pelo.

—¿Qué pasa? —preguntó asustada al ver la reacción de Kara—. ¿James me hizo algo?

—¿Qué? No, por Dios, si te llega hacer algo créeme que te habrías acordado de la paliza que le habría dado. Llegué justo a tiempo entonces... —soltó un aire pesado.

—Explícate.

—Supongo que cuando yo estaba en la pista de baile, tú estabas con James y por eso no te veía. Como la gente se estaba yendo decidí ir a buscarte y te vi con ese idiota detrás de los escenarios. Lo vi muy encima tuya y tú estabas como rechazando sus caricias, así que interrumpí y te cogí del brazo para irnos. Llamé a tu hermano y me dijo que como tu madre te viera como estuviste anoche te cortaba el cuello, así que tuve que llevarte a mi cama y... —suspiró y miró a Lena pensando en si decir o no lo que pasó anoche entre las dos.

—¿Y? —se levantó con el ceño fruncido.

—Y la próxima vez mataré a James —lo dijo lo más natural posible sin parecer forzado. Lo consiguió cuando Lena se levantó y se dirigió hacia ella.

—Gracias por cuidarme, Kara —le abrazó por el cuello y le regaló un beso en su mejilla.

La rubia comprendió que si decía algo podría incomodar a Lena y, sobre todo y peor, que pensara que había traicionado su confianza por haber estado ebria. Si pensaba en que James era un enfermizo en actuar así, no quiso imaginar lo que sentiría después de decirle lo del beso. Así que le devolvió el abrazo, se separaron y sonrieron, y Kara nuevamente se metió con ella acariciando fuertemente su pelo hasta enredarlo por completo.

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