Vecinas incontrolables | Supe...

بواسطة ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... المزيد

Nota*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 2

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بواسطة ChicadeOtroRollo

Llegaron las vacaciones de verano y los primeros meses fueron relajantes para Lena. La familia Danvers se habían ido a National City para que las niñas, sobre todo Kara, pudieran disfrutar de sus días de verano con su padre. Aunque esos días sin ajetreos terminaron siendo un muermo hasta para Lillian. Echaba de menos escuchar a su hija gritar en su cuarto o por el jardín.

Lex y Lena pasaron el tiempo estudiando y planificando los posibles futuros que le deparaban cuando terminaran el instituto, sobre todo su hermano ya que cada vez estaba más cerca de cumplir sus metas, aunque todavía le faltaban los cuatro años de universidad.

Su hermano haría cualquier cosa para entrar en la universidad de Metrópolis como lo hizo su padre, pero no sabía qué carrera escoger. Gracias a sus notas altas podría barajar cualquier posibilidad. Por un lado, le llamaba la atención la medicina, por otro lado, la tecnología y negocios y, finalmente, psicología. Y se aclaró cuando Lena le recomendó que estudiara algo que ayudará al ámbito de esas tres: llegar a tomar un imperio, al fin y al cabo.

Así que optó por administración y negocios para empezar desde cero, yendo poco a poco y tomar la empresa que le pertenecía: LuthorCorp.

En cambio, Lena, también dadas a sus notas altas capaz de escoger cualquier cosa, no tenía ningún sueño por cumplir. No le llamaba la atención ninguna de las carreras, incluso le pidió ayuda a su madre.

Lillian siempre había pensado que Lena, al ser tan educada, meticulosa, ordenada y perfeccionista, la veía como si fuera una mujer ejecutiva, una abogada o incluso podía llegar a ser algún miembro del Estado. Lo único que sí tenía claro es que quería ir a la universidad de National City ya que sus amigas también irían allí, sobretodo su mejor amiga Sam.

.

Alex y Kara, al ser de National City, no tenían muchas dudas a dónde ir. Alex tenía muy claro que quería ser: agente de policía. Pero el problema era Kara: le costaría más elegir ya que sus notas no eran exactamente extraordinarias como las de Lena, ni siquiera como las de su hermana Alex. Así que se dijo a sí misma que cuando llegara el momento, lo decidiría a última hora.

—¿Y qué pasa si hay algo que te guste y tu nota no alcanza porque lo decidiste a última hora? —preguntó su hermana dándole un codazo.

—Pues podría optar una beca deportiva y así le ayudaría con sus notas para acceder a cualquier universidad... que eso se te da bien —interrumpió su padre dejando los platos en la encimera y mirando a Kara que asintió con una sonrisa.

—Eso, tú motivala a que no estudie y sacrifique su tiempo en tonterías en vez de buscar lo que realmente le puede gustar —gruñó Alex mirando a su madre, pero ella no estaba a la labor de discutir.

—Solo es una opción —Jeremiah encogió de hombros.

Kara simplemente asintió terminando de comer como si fuera el último plato del día. Lo último que quería hablar era sobre el futuro ya que ella vivía el presente. Terminaron de comer y se dirigieron todos juntos al salón. Alex miraba a su hermana, pensando en que iba a estar más alegre ya que siempre había pedido venir nuevamente a National City con su padre, pero la notaba ida. Así que aprovechó la oportunidad de meterse con ella.

—¿Echando de menos a Lena? —preguntó casi susurrando.

—Hum... —la rubia frunció el ceño y asintió sin pensarlo ya que estaba concentrada en la tele. Alex se echó a reír y Kara la miró sin entender, hasta que se dio cuenta de la pregunta que le había hecho—. ¿Qué? No —se apartó de su hermana levantándose y dirigiéndose hacia su cuarto.

Había negado con la cabeza, pero le costaba admitirlo; lo único que echaba de menos de Midvale era a la pelinegra. Todo el poco tiempo que han estado juntas en Midvale hizo que la difícil estancia de la rubia fuese más amena. Cuando dijo que le alegraba los días lo decía en serio, incluso pensó en dejar de meterse con ella, pero sabía que, si lo dejaba de hacer, Lena seguiría siendo un muermo y necesitaba salir de ese ámbito. Por otro lado, también le gustaba sacarle de quicio.

.

Se echó en la cama, desplomándose boca abajo y su mano se precipitó por el borde de la cama, acariciando el suelo de madera, cosa que hacía siempre para relajarse. Segundos después, notó algo húmedo y una brisa caliente. Giró su cabeza y sonrió al saber de qué se trataba.

—Hola, Zero —saludó a su pequeño, aunque gran, Golden Retriever—. ¿Qué tal, chico? Lo siento, no he tenido tiempo para ti —le susurró acariciando su cabeza—. Tengo una nueva amiga o algo parecido. Me saca de quicio y es un poco gritona —su perro hizo un gemido con la garganta haciendo sonreír a Kara—. Vale, es cierto. Yo le saco de quicio, pero ella sigue siendo gritona. Aun así, me cae bien. Ojalá pudieras venir conmigo para conocerla.

.

Los Danvers se despidieron de Jeremiah y pasaron el último mes de vacaciones de vuelta en Midvale. Lena por un momento se alegró de recibir la noticia, pero luego se dijo a sí misma que lo que estaba diciendo era una locura: odiaba a Kara, o eso era lo que quería sentir.

Se asomó por la ventana y observó a la rubia salir por la puerta de su jardín. Habían llegado más temprano de lo esperado. Se recostó a medio lado esperando a que la rubia cantase, gritase o golpeara con piedras a su ventana para molestarla y sacarle de sus casillas. Sin embargo, Kara se adentró de nuevo en su casa haciendo que Lena frunciera el entrecejo.

Intentó seguir mirando sus futuros estudios, pero no dejaba de pensar en la rubia. Se preocupó por si le había pasado algo en Midvale, si ambos padres le habían echado la bronca por sus travesuras o si le había pasado algo directamente con su padre. Se le hacía raro que Kara rondase por su jardín y no hiciese ninguna gamberrada. Se frotó la sien con sus dedos para dejar de pensar en su vecina y siguió concentrándose en los papeles que tenía delante.

—¿Cariño? —preguntó su madre desde la puerta—. Kara está aquí.

Lena, con una ligera curva en los labios, se levantó y se dirigió para abrir la puerta. Y justo nada más girar el pomo, Kara abrió gritando y cantando como siempre. Lena ocultó su sonrisa; echaba de menos a Kara, pero no lo admitiría.

—¡Kara! —gritó mientras su madre cerraba la puerta—, ¡estoy ocupada!

—Sí, claro —cogió los folios de la mesa—, y yo me lo creo.

—Pues como puedes ver, sí —intentó agarrar los folios, pero Kara los alzó hasta el techo para leerlos. Lena claramente no llegaba.

—¿Planes de futuro? Tienes doce años, Lena —siguió mirando más detenidamente—. ¿Vas a National City como yo? ¿Acaso estás enamorada de mí?

—Qué asco, jamás me enamoraría de una idiota como tú.

Le pegó en el costado y Kara se encorvó de dolor haciendo que Lena por fin cogiera sus hojas. Kara acarició sus costillas y luego cogió un pelo de Lena para arrancárselo. La pelinegra se quejó y soltó de inmediato los folios para acariciar su cabeza y luego para enfrentarse a Kara.

—¡Te mataré!

Chilló abalanzándose sobre la rubia para pegarle mientras Kara usaba sus brazos como escudo. No pasó ni dos minutos que Lex entró por la puerta al escuchar tanto alboroto. Separó a las niñas como pudo, no sin antes recibir un puñetazo de su hermana. Las dos podrían ser perfectamente Ana de Frozen cuando la despiertan. En cuestión de segundos, Eliza y Lillian se asomaron por la puerta.

—Creo que hemos tenido una mala idea... —apretó los labios Eliza.

—¿Una mala idea de qué? —preguntaron los jóvenes al unísono.

—Vimos esto y... —Lillian sacó el folleto del instituto del bolsillo de su delantal—, es para ir...

—¡De campamento una semana! —gritó Kara de alegría.

El instituto organizaba siempre campamentos de verano donde podías ir a principios, entre meses o en el último mes antes de regresar a clases. Lo hacían para juntar más a los jóvenes y aprovechar que hubiese algún acercamiento, hacer crecer su motricidad y perdieran su timidez.

—Mamá, no —gruñó Lena sabiendo lo que significaba.

—Lo siento, cariño... Ya te he apuntado. Eliza me dijo que era buena idea para despejar la mente un rato. Además, irás con tu hermano al igual que Kara irá con su hermana.

No rechistó ante la mirada de cachorro de su madre. Solo asintió de mala gana y observó a Kara con una sonrisa vacilante. Lillian y Eliza realmente lo hicieron para tener también sus pequeñas vacaciones y no preocuparse tanto por sus hijas. Habían hecho arreglos para ir de Spa mientras enviaban a sus hijos de campamento. También pensaron que, gracias a esto, Kara y Lena dejarían un poco más las gamberradas y hubiese un poco de tregua. Sabían que no se odiaban, solo que tenían ideas diferentes.

.

—¿Lo tenéis todo? —preguntó Eliza y Lillian por décima vez a sus hijos.

—¡Que sí! —respondieron todos a la vez.

El viaje no duró tanto ya que se encontraba a las afueras de Midvale en un pequeño recinto forestal, formadas por pequeñas cabañas compartidas una al lado de otra. Y era genial porque, aparte de apreciar los árboles inclinados hacia las ventanas y las hojas caídas que cubrían la entrada de cada cabaña, también aprovechaban la brisa y ruido del rio que tenían al lado.

Como era de esperar, Kara y Lena tuvieron que compartir cabaña debido a que su hermana la abandonó por una compañera de clase que se encontró y una de ellas le faltaba una pareja. Lex no soportaría la idea de compartir habitación, por lo que prefirió ir solo.

La mañana fue tranquila. Hicieron senderismo a corta distancia para tantear un poco el terreno. Luego comieron y después los monitores separaron a las personas por grupo. Los de Middle School, es decir, Lena y Kara irían por un lado mientras que los de High School, como Lex y Alex, irían por otro. Así que si hubiese una pelea entre Kara y Lena los hermanos mayores tardarían en intervenir y rezaron a los dioses para que no ocurriese nada.

Pasada la tarde, iban hacer tiro con arco. Kara, que era muy torpe, hacía que la flecha cayera de sus dedos una y otra vez. El monitor intentaba ayudarla, pero la rubia era muy orgullosa y gruñía cada vez que se le acercaba. A su lado, Lena, reía por lo bajo. A ella se le daba mejor apuntar y disparar y eso hacía que la rubia gruñera aún más.

—Te apuesto a lo que sea que no le das a la diana —le retó Kara.

—Trato hecho —Lena la miró con desafío.

El niño que estaba detrás de Kara y el monitor se miraron entre ellos y luego posaron sus ojos en Lena. La pelinegra respiró y sostuvo el aire, colocando la flecha y tensando el arco. Cerró un ojo y apuntó hacia el objetivo. Y mientras sus dedos abandonaron la tensa cuerda, el aire salió a la par de sus pulmones. Dio en el clavo.

—Me debes un masaje —le guiñó un ojo soltando el arco.

—¿No piensas apostar a que yo lo haga? —preguntó Kara con el ceño fruncido.

—No. Así tendré mi masaje seguro —y le sacó la lengua mientras se marchaba hacia su grupo.

Kara no le llegó a dar en ningún momento a la diana. Lena debería haber apostado.

.

Llegada la noche y después de cenar, todos fueron temprano a sus respectivos cuartos para madrugar al día siguiente. No solo harían actividades simples como senderismo o tiro con arco; también harían kayak, escalada o equitación entre otros que incluían dentro del programa.

Lena se tumbó sin poder pegar ojo. No porque tenía una rubia al otro lado del cuarto, sino que odiaba no dormir en su cama. Tampoco es que le disgustara la naturaleza, pero lo que sí que le disgustaba es dormir sola en un sitio que realmente no conocía sin ningún familiar a su lado. No paraba de moverse en la cama de un lado a otro haciendo crujir las sábanas. Y eso lo notaba Kara.

—¿Quieres quedarte quieta? —gruñó la rubia somnolienta, inclinándose un poco mientras se rascaba los ojos.

—No puedo dormir —dijo Lena envolviéndose en la manta y girándose hacia la pared de madera.

Lena solo escuchó un quejido por parte de Kara. Se acurrucó como pudo en la incómoda cama, abrazando sus rodillas lo más cercano a su pecho. Después de unos minutos, escuchó como la cama de Kara crujía y abrió los ojos. Cuando iba a girar su cuerpo, Kara ya estaba invadiendo su espacio.

—¿Qué haces? —preguntó Lena una vez que Kara se tumbó a su lado.

—Hacer que dejes de moverte y dejarme dormir —murmuró acomodándose en la cama.

No respondió. Si pensaba decir que era una mala idea estaría equivocada. La compañía le hacía sentir reconfortante y la situación menos asustadiza. Así que siguió en la misma posición agradeciendo la compañía de Kara... hasta que se levantaron; la rubia amaneció encima de ella y había babeado su pelo. Lena prácticamente le tiró de la cama y pelearon de nuevo. Lena la llamaba babosa y Kara niña miedica, pero siguieron durmiendo juntas hasta el último día del campamento.

—Gracias... por quedarte conmigo —murmuró Lena cogiendo la maleta del suelo.

—Vaya, si Kieran sabe dar las gracias —se burló acariciando su cabeza.

—Es que no se te puede decir nada, idiota —palmeó su mano con fuerza y se giró hacia la salida. La sonrisa de burla de Kara cambió a uno más tierno cuando Lena desapareció.

.

Cuando regresaron del campamento, las vecinas hicieron una quedada para merendar en el patio de Kara y que sus hijos contaran cómo habían ido las cortas vacaciones. Kara y Lena no paraban de discutir sobre quién fue la mejor de las dos mientras que Lex y Alex solo encogieron de hombros con una sonrisa, explicando que su estancia en el campamento era de lo más relajado y tranquilo.

—Claro, pero no le cuentas a tu madre cómo te caíste del kayak, solo cuentas tus estúpidos logros —replicó Kara.

—¡Si me tiraste tú!

—No, yo fui a agarrarte porque te balanceabas mucho, pero decidiste ignorarme y te tiraste directamente al agua —arqueó la ceja con burla.

—¡Eres una mentirosa, me tocaste el culo!

—¡Te cogí del pantalón, Kieran!

—¡Que dejes de llamarme así! —le tiró un trozo de helado que le cayó en el pelo.

—Chicas, por favor... —intentó Eliza tranquilizar la situación.

—¡Te vas a enterar! —gritó Kara dejando su helado en el suelo y corriendo hacia Lena.

Antes de que cualquier catástrofe sucediera, Lillian cogió a Kara y la abrazó musitando que ya estaba bien, solo querían un poco de tranquilidad y paz. Lena se disculpó dándole la razón a su madre y Kara solo se apartó para sentarse de nuevo en su sitio.

—Vaya, te ha gustado el collar, ¿eh? —sonrió Lillian mientras Kara se encogía de hombros.

—¿Se lo has regalado tú? —preguntó Lena arqueando las cejas mirando el colgante del trébol. Ya lo había visto, pero pensó que era un simple collar perdido en uno de sus cajones.

—Sí. Ella también te escogió esa pulsera —sonrió de lado, aunque luego hizo una mueca con un poco de temor.

La rubia no hizo ningún comentario, pero miró a Lena de reojo. Vio como una sonrisa se extendía por su rostro mientras miraba su muñeca. No sabía qué quería decir con esa expresión. ¿Por qué sonreírle a una pulsera con tu nombre completo cuando odias tu segundo nombre y encima te lo había escogido tu peor amiga?

.

Cuando terminaron de tomar el té, Lillian y Lex se despidieron mientras que Lena terminó de ayudar a Eliza a recoger.

—¿Cómo es que tú también fuiste a por mí regalo de cumpleaños? —preguntó Lena casi susurrando.

—Porque quería meterme contigo —encogió de hombros—, pero veo que no lo he conseguido.

—Pensé que por primera vez mi madre por fin me había regalado algo que podría gustarme de verdad y ahora resulta que fue idea tuya —rodó los ojos, aunque no de mala gana. Entonces Kara comprendió esa sonrisa.

—Bueno, mejor eso que un anillo —respondió terminando de colocar las cucharas en su sitio.

—¿Un anillo? ¿Quería que me casara?

—¿Ves? Eso es lo que también le dije a Alex.

Se quedaron mirando, asombradas porque por primera vez no fue una discusión y era totalmente relajante la conversación. Después de varios segundos, comenzaron a reír.

—Por una vez estamos de acuerdo en algo.

—Sí —Lena apretó los labios después de sonreír—, es un milagro.

Parecía que ante tal aclaración que habían compartido se iban a llevar un poco mejor. Después de dormir juntas y ahora esto, Kara pensó en que debía aminorar un poco sus travesuras y darle un poco de espacio a Lena.

—Ká, cuando termines, ¿podrías ayudarme a quitar la ropa? —preguntó Eliza andando por uno de los pasillos.

—¡Que no me llames Ká!

Kara abrió los ojos rápidamente y se tapó la boca mirando a Luthor. Sí, tenía la sonrisa más grande que había visto en todo este tiempo que llevaban juntas. Sabía lo que iba a significar a partir de ahora. Así que Lena volteó la isla de la cocina una vez terminó las tareas de recoger las cosas y se despidió de Eliza y miró a la rubia con una sonrisa burlona.

—Hasta luego, Ká.

El infierno no había terminado.

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