Vecinas incontrolables | Supe...

By ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... More

Nota*
Prólogo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 1

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By ChicadeOtroRollo

Pasaron varias semanas y la cosa no cambió; empeoró. Lena llegaba a casa a veces con el pelo enmarañado debido a que Kara le pasaba la mano por la cabeza. La rubia a veces llegaba con raja en su camiseta por las tijeras de la azabache. Kara no dejaba de cantar a pleno pulmón bajo la ventana de Lena mientras que la pelinegra cada vez tenía más puntería en lanzarle cosas por su ventana para que se callara.

Lex y Alex siempre se asomaban para ver la interacción de las dos chicas. Para ellos era pura diversión. Incluso Lillian se rindió y le dio la razón a Alexander, dejando que solo gritara expresamente a su vecina. Lo supo debido a que Eliza no paraba de ir a su casa para disculparse en el nombre de su hija, así que comprendió que no sería una cosa que iba a pasar dos o tres veces, sino que duraría un largo tiempo.

—Mañana tenemos un examen. ¡Por favor, cállate ya! —gritó Lena tirando su estuche directamente a la cabeza de Kara.

—¡Eso ha dolido, Luthor! —gritó enfurecida viendo como la pelinegra desaparecía de su ventana.

—Cariño —llamó Eliza desde la puerta del jardín—, me voy con Lillian a dar vueltas por Midvale.

—¿Para qué? —Kara preguntó dejando de rascar su cabeza.

—Vamos a comprar algo para mañana que es el cumpleaños de Lena y Alexander no puede acompañarla porque también está estudiando para un examen —rio mirando a la ventana recordando sus gritos.

—¿Puedo ir yo también? —preguntó con un brillo en sus ojos.

—¿Has estudiado? —Kara asintió con efusividad—. Claro, creo que Lillian no tendrá problemas con eso —murmuró mirando la casa de su vecina, no sabiendo si era buena opción.

Alex también se sumó al plan sin discutir con su madre ya que el examen que tenían ellos eran dentro de dos semanas, solo que Lex decía que, si estudiaba ahora, solo tendría que repasar.

.

Las niñas anduvieron de un lado a otro mientras que las madres miraban los escaparates del pequeño pueblo. Realmente la madre no tenía idea de que comprarle esta vez porque, aunque su marido falleció, había dejado regalos hasta que cumpliese los once años. Su manía de anticipar las cosas. Su rostro de preocupación aumentó cuando esta vez no tenía a su marido para debatir qué comprar.

—Podrías regalarle una cremallera —interrumpió Kara pasando por su lado.

—¿Una cremallera? —preguntó Lillian con curiosidad.

—Para que deje de gritarme —encogió de hombros de manera divertida y correteó al lado de Alex.

—Lo siento por Kara, de verdad. No deja de molestar a tu niña y ahora a ti —suspiró Eliza derrotada.

—No te preocupes. A veces pienso que Alexander tiene razón —musitó la mayor Luthor—. Lena es una niña muy buena y, desde que murió Lionel, siempre ha sido tan reservada y callada y lo hace todo para que me sienta orgullosa... que se me olvidó que todavía es una niña. Creo que Kara le hará bien de alguna manera.

Eliza asintió con un rostro de complicidad y Lillian le sonrió de vuelta. Aun así, Lena no iba a librarse de los castigos, aunque para la pelinegra cada castigo se le hacía más corto que el anterior. De estar encerrada en su cuarto pasó a solo a lavar los platos sucios cada día y noche.

Decidieron entrar en una pequeña joyería. Alex y Kara miraban los precios caros que resaltaban en las etiquetas. Los collares y cadenas de oro blanco, los anillos con diamantes y las pulseras de plata donde podías grabar tu nombre. Lillian miraba de un lado a otro con Eliza, pidiendo opiniones sobre los costosos anillos.

—¿Por qué Lena querría un anillo? —murmuró Kara a su hermana—. ¿No es muy pronto para casarse? —frunció el ceño.

—No siempre te pones un anillo para casarte, Kara. También es para conjuntar con tu atuendo o las demás joyas. Complementos —encogió de hombros después de su explicación.

—No creo que Lena quiera un anillo. Yo le regalaría eso —señaló las pulseras para grabar el nombre.

—Vaya, si mi hermana tuviera dinero tendría detalles, que mona —se burló Alex con una sonrisa.

—No seas idiota. Así sería más fácil para burlarme de ella. Le diría —se aclaró la garganta—, cuando seas muda solo tienes que señalar tu muñeca para decir tu nombre —comenzó a reírse mientras Alex negaba con la cabeza.

—No tienes remedio, Kara —rodó los ojos mirando a las madres que se dirigían hacia ellas.

—Kara —carraspeó Lillian haciendo que la rubia se diese la vuelta—, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Ya lo estás haciendo —encogió de hombros y Eliza iba a regañarla, pero Lillian rio ante el comentario.

—Tienes razón. ¿Qué te gustaría que te regalasen a ti por tu cumpleaños?

Kara curvó sus labios maliciosamente con ojos brillantes. Miró a Alex y esta rodó los ojos sabiendo en lo que estaba pensando su hermana. Le explicó que lo que más le encantaría sería la pulsera con su nombre completo y Lillian sonrió con gratitud dejando la idea del anillo a un lado. La rubia señaló una de las pulseras al azar, Kara le dio igual en realidad con tal de meterse con Luthor, y Lillian finalmente habló con el vendedor.

—Lena Kieran Luthor.

—¿Kieran? —preguntó Kara con cierta confusión.

—Oh, es su segundo nombre —explicó Lillian.

Y fue lo peor que Lillian pudo soltar por su boca. Ahora Kara tenía más motivos para meterse con ella; a partir de ese momento Lena solo era Kieran para ella. Incluso la madre Danvers la miró con un gesto de preocupación porque conocía a su hija.

Cuando iban a irse por la puerta, Lillian cogió a Kara del hombro y le pidió que cogiera lo que quisiera para regalárselo como agradecimiento. Kara alzó la ceja y escogió un collar en forma de trébol, pensando en que por lo menos la suerte la acompañase en sus días amargos en Midvale. Eliza le agradeció el gesto al igual que Kara. También quiso darle algo a Alex, pero ella negó diciendo que odiaba los complementos y más si eran de los caros.

.

En pleno examen, Kara no paraba de lanzarle pequeñas gomitas al pelo de Lena. Se volteó con los ojos fruncidos y Kara le sonrió como respuesta. La pelinegra se preguntaba porque la rubia estaba de tan buen humor. Era la primera travesura que hacía en todo el día. Ni siquiera cuando se dirigían a clase le había tirado del pelo o le había puesto la zancadilla. Eso hacía que su cuerpo se estremeciera porque sabía que algo malo iba a ocurrir.

Cuando salieron del instituto, su hermano y la hermana de Kara estaban ahí de pie junto a la entrada como siempre habían estado, esperando a que las menores salieran. Lena salió primero y esperó a que Kara le hiciese algo, pero solo pasó por su lado dirigiéndose a los mayores. Lena sostuvo con fuerza su agenda, tratando de comprender la actitud mansa de su nueva vecina.

—Feliz cumpleaños, pequeña Luthor —aplaudió Alex.

—Felicidades otra vez, hermanita. Un año más —sonrió su hermano dándole un beso en el cabello.

—Gracias —agradeció Lena con una sonrisa de lado y miró a Kara esperando su felicitación.

—Oh, sí —carraspeó y abrió la boca para gritar—. Feliz cumpleaños... ¡Kieran!

Por un momento pareció que todo el mundo dejó de chillar de alegría a su alrededor porque se iban a casa o que sus oídos de repente se taponaron y solo escuchaba la risa traviesa de Kara. Los dos hermanos mayores se miraron entre ellos con temor y con los ojos muy abiertos jurando entre sus miradas que veían como Lena echaba humos por sus orejas. Estaba cabreada de verdad. Kara, nada más ver que Lena hizo un movimiento, echó a correr. Y ahí estaban de nuevo, Kara siendo perseguida por Lena hasta llegar a casa.

—¡Mamá! —gritó Lena nada más ver a Kara como traspasaba su puerta.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Otra vez Kara?

—¿Cómo sabe mi segundo nombre? —preguntó enfadada y Lillian se tapó la boca.

—Dios, cuánto lo siento... Me había olvidado de ese detalle... —se disculpó Lillian acercándose a Lena—. Entonces no te gustará el regalo de cumpleaños —hizo una mueca de culpa mientras le entregaba una pequeña caja—. Feliz cumpleaños...

—Gracias... —musitó de mala gana desenvolviendo el regalo y se calmó más al ver lo que había dentro.

Sujetó la pequeña pulsera de plata con su nombre completo grabado. Agradeció nuevamente el detalle, esta vez con una sonrisa, y se la puso de inmediato. Aunque no le gustaba su segundo nombre era un regalo que por fin le gustaba dentro de lo que cabía. Lillian y su padre siempre le regalaban las muñecas de última moda, peluches grandes que iban a ser abandonados días después en un rincón de su habitación y libros que se los leería en un día y serían puestos en el estante de su cuarto. Este regalo era uno de verdad.

.

Las semanas fueron duras para Lena con su segundo nombre en los labios de Kara acompañado de las travesuras. Alex y Lex quedaron para estudiar juntos en el patio de Lena donde ésta jugaba sin ánimos con sus muñecas. Kara pasó desapercibida entre los jóvenes dándole un susto de muerte a Lena. Se volteó y le pegó un manotazo, pero la rubia estuvo rápida para cubrirse.

—Yo pensaba que eras ya mayor para esto, Kieran, tienes doce años recién cumplidos —le arrebató la muñeca de las manos.

—Es lo que tiene cuando estás aburrida, que peinas a las muñecas.

—¿No tienes amigos, Kieran?

—Viven al otro extremo de Midvale, ya lo sabes, idiota —intentó cogerle la muñeca a Kara, pero como ella era más alta, no lograba alcanzarla.

—Vamos a jugar juntas entonces, Kieran.

Una sonrisa malévola se asomó por el rostro de Kara corriendo en dirección hacia la puerta de su casa. Lena le siguió por detrás, como siempre, enfadada. Los hermanos simplemente suspiraron y siguieron con sus estudios a pesar de los gritos de ambas.

.

Kara llegó al baño y cerró con pestillo rápidamente para que Lena no pudiese entrar. Los gritos y los golpes en la puerta hacían eco en la habitación haciendo que la rubia riera con felicidad. Sacó unas tijeras que tenía en uno de los cajones del lavabo y comenzó a darle su toque personal a la muñeca.

—¡Kara! ¡Devuélveme la muñeca, idiota!

—Lena —musitó Eliza por su espalda al escuchar tanto griterio—, ¿qué ocurre?

—Lo siento, señora Danvers —bajó la voz, calmándose un poco.

—Ya creo que nos conocemos, ¿no crees? Llámame Eliza —Lena asintió con una sonrisa tímida—. ¿Qué ocurre? —repitió al ver que Lena no se despegaba de la puerta.

—Es que Kara ha robado mi muñeca y he venido a recuperarla.

—Lo siento yo por eso, querida —apartó a Lena de la puerta—. ¡Kara, devuélvele la muñeca o estarás castigada!

—Si se la devuelvo, ¿me prometes que no me castigarás? —preguntó Kara con inocencia.

—Te lo prometo.

El pestillo hizo clic y Eliza giró el pomo. Kara miró a Lena con una sonrisa con las manos detrás de sus espaldas escondiendo lo obvio. Le exigió que le devolviese su muñeca una vez más y, con asentimiento de cabeza, sacó la muñeca de sus espaldas. El grito de Lena resonó por toda la casa y hasta Eliza tuvo que coger a Lena para no matar a Kara.

—¡Ve a tu cuarto ahora mismo, Kara! —gritó Eliza enfadada.

—¡Me dijiste que, si se la devolvía, no me castigarías! —gritó y miró los ojos lagrimosos de Lena—. Es una muñeca, Kieran, no sé por qué te pones así.

—Es la última muñeca que me regaló mi padre, idiota —cogió la muñeca con dolor en sus ojos, se la estampó en el rostro de Kara y se marchó sin decir una palabra más.

Eliza mandó inmediatamente a Kara a su cuarto y, por primera vez, fue sin rechistar. Se sintió verdaderamente culpable. Si lo hubiera sabido desde el principio no hubiese hecho semejante aberración.

Miró por la ventana y observó la de su vecina. Ella estaba hablando con Lillian, posando su mano sobre sus mejillas. Luego, miró hacia donde estaba Kara y pilló a la rubia mirando. Acto seguido, negó con la cabeza y cerró las cortinas. Ahí estaba Kara, arrastrando sus pies a la cama, fingiendo que tampoco era para tanto, pero sabía que había llegado demasiado lejos.

.

Al día siguiente fue la primera vez que Lena no iba acompañarlos al colegio. Kara preguntó a su hermano la razón de su ausencia y le explicó que Lena no quería volver a verla y pidió un chófer personal para que la llevase al instituto que su madre le dio sin rechistar, aunque su hermano sabía que esa idea acabaría pronto.

—No te preocupes, Kara. Se le pasará —dijo Lex cogiéndole el hombro.

—Me da igual... —musitó Kara apartándose de él y siguiendo el camino sola.

—No le da igual —interrumpió su hermana—, está avergonzada de admitirlo, pero de verdad que está arrepentida. Ni si quiera cenó cuando yo llegué —comenzó a reírse.

—Ni Lena tampoco —comentó con tristeza y Alex se dio cuenta de que no debía reírse.

—Lo siento por el nombre de mi hermana. Si me consigues la información de dónde era la muñeca, se lo compraré.

—No será lo mismo, lo sabes, ¿no?

—Lo sé, al menos... —suspiró derrotada. Vio que Lex negó con la cabeza, diciendo que no se preocupase—. Lo siento de nuevo...

—Lo bueno de esto es que a esas dos no le durarán un día el enfado, ¿verdad? —sonrió de lado. Alex asintió con pena y siguieron su camino al instituto.

.

Kara se sentó en su asiento, como siempre, esperando a Lena que llegó dos minutos más tarde. Y cuando le dedicó una sonrisa, Lena frunció el ceño y se dio la vuelta para sentarse dos filas más adelante.

Su amiga Sam le hizo el favor de cambiarle el sitio a cambio de las mejores chuches de Midvale. Kara apretó los dientes y miró a su cuaderno, escribiendo una nota en él. Le lanzó el papel a Luthor que esta se giró con mala gana y Kara movió los labios para exigir que lo cogiera y mirara.

"Lo siento", estaba escrita en ella.

Lena miró nuevamente a Kara. No tenía una sonrisa, su mirada era seria y apenada. Solo la ignoró y guardó el papel en su estuche sin parar de atender a lo que decía la profesora. 

.

Cuando llegó el recreo, Kara se acercó a Lena, pero ella huía porque no quería hablar de nada con su vecina. Kara gritaba su segundo nombre y Lena se iba de un lado a otro como si no la conociese.

—¡Espera de una vez, Lena!

—Quiero que me dejes —dijo la pelinegra nada más se volvió, haciendo que Kara chocase con ella—. No quiero que me hables. No quiero que me escribas. Quiero que me dejes tranquila. Eres un infierno.

—¡Lo siento! —gritó exasperada, tratando de tranquilizar a su vecina—. Lo siento mucho, de verdad. No me estoy burlando de ti —resopló.

Lena miró los ojos de Kara. Sabía que su disculpa iba en serio. Hasta había dejado de llamarla por su segundo nombre para llamarle la atención y Lena suspiró asintiendo con la cabeza.

—También tengo que decirte que no dejaré de meterme contigo —sonrió Kara de buena manera.

—Eso ya lo daba por hecho —rodó los ojos conteniendo una sonrisa.

—Es que me alegras los días —la mano de Kara se desplazó y acarició suavemente la cabeza.

—¿De veras? —se cruzó de brazos arqueando la ceja.

—Siempre.

Y como era de esperar, Kara comenzó a agitar más la mano sobre su cabello haciendo que su pelo quedase enmarañado en cuestión de segundos. Lena no tardó en reaccionar, gritando y persiguiendo a Kara por todo el patio. Los demás niños siempre se reían cada vez la interacción de estas dos pensando si alguna vez Lena mataría a Kara de verdad en un futuro no muy lejano.

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