Perversa Oscuridad: Reina

By Vidavirix

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Secuestrada, obligada a estar en la prostitución, pero Keyla no solo buscará sobrevivir en ese calvario, tamb... More

Presentación
1: Vinicio Vanadis
2: Tyner Verol
3: Plan de venganza
4: Atracción prohibida
5: Cuenta pendiente
6: Amistad en riesgo
7: Sentimientos admitidos
8: Necesidad peligrosa
9: Concédeme este deseo
11: Deshacerme de ti
12: Culpa y orgullo
13: Infierno en el paraíso
14: Todo es oscuro
15: Sin remordimientos
16: Deuda de sangre
17: Mi marioneta
18: Más que perfecto
19: Entre la espada y la pared
20: Encuentra la oportunidad
21: Cuartada inteligente
22: Su reina
23: Obsoleto
24: Modificar el contrato
25: Desaparecido
26: Sortija
27: Sabroso reencuentro
28: Mercancía
29: Desbordarse
30: Inminente
31: Perversos
32: Voz seductora
33: Perder el control
34: Escarlata
35: Reinas
36: Milagros
37: Tensión sexual
38: Carnada
39: Tal para cual
40: Reina para siempre
Epílogo
Nota de autora
Relatos en la Oscuridad

10: Capricho del corazón

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By Vidavirix

Keyla

―Deberíamos irnos ―aclara Tyner mientras estoy recostada en su pecho y envuelta con él entre las sabanas algo revueltas.

Hago círculos en su pectoral.

―No quiero ―expreso de manera caprichosa y hago puchero.

Se ríe.

―Vinicio nos matará.

―¿A quién le importa Vinicio?

―A mí ―Alza una ceja.

Me subo a horcajadas sobre él y le sonrío.

―Lo sé pero... ―Deposito besos en su torso desnudo mientras bajo y levanto la cabeza a mirarlo a los ojos ―creo que no me monté lo suficiente ―digo con picardía y revoloteo las pestañas ―. Seguro tu amigo de aquí abajo lo entenderá mucho más que yo ―Tomo su pene entre mis dedos.

―Keyla... ―expresa excitado pero aun así me aparta, toma mi hombro, entonces me aleja para levantarse de la cama. Camina y se sienta en el borde para ponerse su ropa interior ―. No podemos, ya se terminó el tiempo ―me aclara luego de una pausa que me pareció eterna.

Frunzo el ceño, pero suspiro y vuelvo a sonreír, gateo por el colchón sin soltar la sábana, hasta así llegar a su espalda, entonces lo abrazo por detrás, mientras se mantiene sentado.

―Luego de esta noche yo... ―Pongo la mano en su hombro ―tengo la sensación de no querer estar con nadie más aparte de ti, Tyner.

Se ríe.

―Vaya, eso es malo ―Mantiene la vista al frente.

―Sí, es cierto ―Le doy la razón ―. Puede traerme problemas en el trabajo.

Se gira a observarme.

―Te comprendo, pero me molesta que no incluyas a Vinicio en la ecuación.

Ruedo los ojos.

―¿Puedes dejar de meterlo en la conversación? ¿Es tu esposa acaso? ―digo molesta.

―No, es mi amigo ―Frunce el ceño ―. Si descubre que sientes algo por mí, me traerás problemas, no ves que él...

―¿Está enamorado de mí? Sí, lo sé ―expreso con total tranquilidad.

―Lo sabes ―exclama impactado.

―Se le nota por todos los poros ―Me río al burlarme.

―Bueno, entonces con más razón ―Alza la voz ―¿No es mejor sentir cosas por él? ¿Ser la mujer de un líder mafioso?

Me carcajeo.

―Por favor ¿En serio? ―Enarco una ceja ―¿Me crees una de esas niñitas con síndrome de Estocolmo o qué? Deja de delirar ―Ruedo los ojos.

Bufa.

―Está bien, tienes razón pero...

―Pero nada ―digo más serena y me acerco a su rostro ―. Yo solo quiero más de ti ―expreso de manera sensual, entonces me muerdo el labio inferior.

―No es correcto ―Gira su rostro para que no lo bese.

―¿Preferir al chico que corre carreras ilegales? ¿Enamorarse del motoquero malote? Vamos, Tyner, sabes perfectamente que en este mundo de mafiosos nada es correcto ¿Qué daño hacen muchos encuentros prohibidos más? Mejor aún, secretos, nadie lo sabría ―Revoloteo las pestañas.

Suspira pesadamente.

―Lo que me ofreces, no me gusta para nada.

Me pongo seria.

―¿Y tú que sientes por mí? ¿Lástima? ¿Por eso te acostaste conmigo?

―Tuvimos sexo porque me lo pediste ―expresa fríamente y trago saliva por la fea sensación del momento, entonces veo como se levanta de la cama ―. Porque tú me insististe.

Me duele, pero es verdad.

―Tienes razón ―Bajo la vista triste y suspiro ―. No sé en qué estaba pensando.

―Sin embargo... ―Hace una pausa y lo vuelvo a mirar ―es mi culpa también, pensaba que esto era solo una calentura.

Entrecierro los ojos.

―¿Y qué es entonces?

Se da la vuelta por completo para observarme, mi decepción porque ya tiene puesto el jean es inminente, pero no creo que sea más grande que la fea sensación que me está generando esta charla.

―Me gustas, Keyla.

Sonríe y mi corazón se acelera ¿Se puede cambiar de humor tan rápidamente? Tan solo fueron tres palabras, pero aflojaron toda mi tensión.

Aprieto los labios.

―¿Y? ―Suspiro extasiada ―¿Qué hago yo con eso?

¿Me quito las pocas sábanas que me cubren o qué? Hace calor.

―Keyla ―Se agacha hasta mí y me toma de las manos ―. Esto no va a funcionar, puedo interceder por ti para intentar que Vinicio te libere, puedo ser tu amigo e incluso ayudarte en lo que necesites, pero definitivamente no hay forma en que sea tu amante, entiéndeme, sería imposible.

―Si te me pones de rodillas, como si me propusieras matrimonio, no creo que pueda procesarlo bien ―me burlo.

Sonríe de lado y se levanta, soltando mis dedos. Siento el vacío que me dejó al ya no sentir el tacto de su piel en mis manos.

―No creo que estés prestando atención, no ves la gravedad del asunto.

―Tengo cosas que hacer aquí, no voy a irme, puedes ser mi amigo pero con derechos, aunque en verdad lo único que quizás deba necesitar de todo lo que me dijiste, es tu ayuda para conseguir información.

―¿Para qué quieres información? ―Alza una ceja.

―Venganza ―digo sin titubear ―. Nunca te lo aclaré, pero no estoy con Vinicio por casualidad, y me alegra que él no ande por ahí declarando la verdad, por eso somos buenos socios, diría equipo, pero suena más personal, y sinceramente lo único personal que me importaría tener... ―Me levanto y dejo caer las sábanas, teniendo toda su atención al mostrarme desnuda ante él, entonces camino a su cercanía ―es a ti, solo te quiero a ti.

―Ya veo ―Se mantiene callado un rato, me mira fijo y serio, a pesar de todo su vista se mantiene en mis ojos claros, la única claridad en mi alma.

―Ámame, Tyner ―Lo abrazo.

―Eso es complicado ―Hace una pausa ―. Y apresurado.

―No para mí, ya que es lo que siento.

―¿Tanto te gusto?

―Supongo que eres lo único que me queda de mi antiguo yo ―Me aparto un poco para mirarlo y que nuestros rostros estén cerca ―. Ahora solo tengo oscuridad en mi alma ¿Cúmpleme mi capricho?

Toma mi barbilla.

―¿Y cuál es ese?

―Uno que viene del corazón, uno que te desea y no puede evitar quererte, uno que te ruega que seamos clandestinos, que guardemos este secreto, que tengamos un romance prohibido ―susurro cerca de sus labios pero esta vez no se mueve ―¿Y? ¿Qué me dices?

No me contesta y me besa, nuestras bocas se unen en un ferviente frenesí, es el néctar que esperaban. El tacto es ardiente, las manos se unen al vaivén de nuestros labios y las caricias no se hacen esperar, ya no hay vacío.

Nos apartamos para respirar un momento pero sin apartar nuestras frentes el uno de otro, así que nos miramos muy cerca, tan perceptible que emociona.

―Que sí ―responde a mi pregunta.

Antes de volvernos a besar su celular suena, así que somos interrumpidos, intento que Tyner no vaya a contestar pero suelta mi mano y presiona el botón de su móvil.

―¡Hola, Vinicio! ―expresa animado como si lo que acaba de pasar entre nosotros no hubiera sido nada ―. Sí, ya acabamos, enseguida te la llevo ―Hace una pausa escuchando su contestación ―. Sí, no puede caminar, así que como todo un caballero te la traeré sana y salva ―Se ríe y le bromea ―. No te enojes, tú mismo me dijiste que no te molestaba ―se burla, entonces luego se da cuenta y me observa ―. Me cortó, qué atrevido.

De verdad que se llevan muy bien. Me recuerda a mi amistad con Susan. Es tan triste que todo esto pase por culpa de su muerte. No importa, cobraré mi venganza muy pronto. Sé que dije que luego de acostarme con Tyner me centraría solo en tomar revancha, pero mis planes cambiaron luego de sentirlo.

Me siento estúpida.

Como sea, puedo tenerlo todo, solo debo ser más cautelosa que antes. No puedo fallar, no importa que ahora tenga más cosas en la cabeza.

―¿Cuándo? ―pregunto y se queda confundido.

―Ya mismo nos vamos.

Me río.

―No, tontito, ¿cuándo repetimos sin que Vinicio se enteré? ―Revoloteo las pestañas ―Más te vale que no des marcha atrás en el asunto.

―Soy un hombre de palabra ―Se me acerca y me agarra de la cintura, entonces me da un leve beso ―. Vamos, vístete, hay que irnos.

Hago puchero y ruedo los ojos.

―Bien ―digo disconforme.

Es la primera vez en mucho tiempo que tendré que admitir que perdí una conversación. Maldita sea, no, no lo haré. La próxima vez ni le pregunto y ya.

~~~

Devuelta con el desabrido de Vinicio, Tyner ya se ha ido y estoy de regreso en casa. Me ducho porque es tarde, entonces cuando termino me pongo un camisón y salgo del baño. Bajo las escaleras y veo a mi jefe en el living, así que me le acerco.

―¿Hay clientes hoy? ―pregunto porque no fui avisada y él sigue aquí.

Giro sus ojos hacia mí e inspecciona mi camisón blanco con su mirada.

―Sí, uno más de último momento, ponte algo rojo ―aclara.

Asiento y me doy la vuelta para irme a cambiar, Vinicio me sigue con la vista, observando mi trasero. Puedo notar su mirada impregnada en mí con cada escalón que subo, se acerca a la escalera y me habla.

―Luego de que lo atiendas, ven a mi cuarto ―da una orden más y asiento nuevamente mientras continúo subiendo.

~~~

La declaración que le hice a Tyner hace presencia cuando tengo sexo con el cliente. No puedo mantener relaciones con este hombre, me repugna. Creo que no lo pensé bien cuando sentí que quería volver a tener algo de mi yo de antes. Si ansío lograr mi venganza no me debería importar con quién lo haga, mi moral debe morir, para obtener el fin deseado.

―Estás tan tiesa ―se queja el cliente ―¿Qué pasó con la zorra que me hizo gritar de placer la otra vez? La que gemía para mí como loca.

―Lo siento, tuve un mal día ―digo seria.

En realidad tuve el mejor de todos en años.

―Yo también, pero no por eso hago mal mi trabajo.

Imbécil.

Lo insultaría en voz alta, pero no estoy de humor para que me golpeen y fingir que me gustó su maltrato. Bueno, tampoco tengo ganas de fingir que me gusta lo que me hace. Solo estoy esperando a que se corra.

La cama se sigue moviendo y rechinando hasta que el preservativo obtiene lo que busca. Espero a que se canse, se levanta de sobre mí, deja el dinero encima de la mesita de luz y tira el condón al tacho, se va refunfuñando del cuarto.

Me mantengo sobre el colchón fría y sin expresión, hasta que luego de un rato suspiro, entonces me levanto de la cama. Turno de Vinicio, pero me iré a duchar antes, espero que no se enfade por eso. Necesito recuperar fuerza y no hablo de la física, sino de la psicológica.

Me acerco al mueble y lo abro, busco algún atuendo que le guste a mi jefe, así que elijo una ropa interior violeta, una bastante candente. Eso lo excitará, aunque yo no me encuentre con las ganas de hacerlo. Bien, ya tengo todo, me voy derecho a la ducha entonces.

Intento no tardar mucho aunque me gustaría quedarme a vivir aquí abajo del agua sin que nadie me moleste y cuando siento que he tardado demasiado salgo. Me peino, me pongo la ropa sexy para Vinicio y me dirijo al cuarto. Ya debe estar ahí, porque seguro ya se despidió del cliente con lo que tardé.

―Siento la demora ―Me apoyo en el marco de la puerta con una pose sensual y forzando una sonrisa.

Vinicio también me sonríe, pero puedo ver sus ojos lujuriosos observándome y deseando arrancar las medias largas que no quiero que me saque. Da dos palmadas al lado suyo donde se encuentra sentado, entonces me le acerco gateando para él cuando subo al colchón. Camino a sus piernas y me siento a horcajadas sobre él. Puedo sentir su bulto con ganas de ya abrir su pantalón.

―Debo decir que con solo verte así me has sacado el malhumor ―Acaricia mi pierna y huele mi cuello ―. Tu aroma es rico, ¿es el champú o te pusiste perfume?

―El champú ―Alzo la cara para que pueda chuponear mi cuello más fácilmente ―. Hazlo rápido, por favor ―suplico haciéndome la excitada para acabar pronto con esta tortura, si es un rapidito podre volver a mi cuarto y descansar un momento mi mente.

―Quiero sentirte ―declara y mete su mano dentro de mis bragas.

Mierda.

Olvidé que él quiere hacerme disfrutar desde la última vez que lo hicimos. Si es así se tomará su tiempo, no me quedará otra que ser sincera con él, y apelar a sus sentimientos por mí, porque si no esto tendrá para rato largo.

―Oh ―exclamo cuando siento sus dedos en mi vulva ―Vi... Vinicio...

―¿Te gusta?

―Vinicio... ―Apoyo mi cabeza en su pecho mientras siento sus dedos masajear mi feminidad con tal delicadeza que no puedo evitar excitarme, aun así mis pensamientos no me dejan en paz ―Vinicio... por favor...

―¿Qué pasa? ―Mete otro dedo.

―¡Oh! ―Me muerdo el labio ―Vinicio...

―¿Qué ocurre? Dime.

―Por favor, para...

Se sorprende y saca rápido su mano de entre mis piernas, no creí que lo haría, pero igual alejo mi rostro de su torso dejando de sostenerme de él, entonces lo miro directo a los ojos.

―¿Estás llorando? ―exclama preocupado y muy impactado.

Aunque no más que yo, creo estar más asombrada que él al no haberme dado cuenta. Toco mis mejillas y noto que efectivamente hay lágrimas en mi rostro, lo que me hace preguntar si lloré mientras también lo hacía con el cliente. Espero que no, hubiera sido bochornoso.

―¿Te lastimé? ―Me limpia las lágrimas pasando su mano de manera suave sobre mi cara y cierro un momento los ojos para volverlos a abrir a mirarlo.

―No ―digo dubitativa.

―¿Qué pasa?

Giro mi vista hacia un costado consternada e indignada por lo que voy a aclarar, mi maldito orgullo está roto.

―Es que yo... no puedo.

Entrecierra los ojos.

―¿No puedes?

―No puedo ―repito y suspiro ―. He perdido la capacidad de que no me importe ―Alzo la vista entonces lo vuelvo a observar ―. Quizás solo necesito descansar y haré bien mi trabajo.

―Nunca había conocido esta faceta tuya ―opina.

―Es horrorosa, lo sé ―Ruedo los ojos.

Se ríe.

―Es adorable.

―Asco.

Vinicio vuelve a reír.

―No irás a dormir ―me aclara directo y lo observo desconcertada.

―¿Me vas a violar? ―Lo miro extrañada ―Quiero ver que lo intentes ―Lo desafío.

―¿Qué? ¡No! ―Ríe otra vez ―Pretendía decir que no solucionarás nada durmiendo, quizás estés menos cansada, pero obviamente te preocupa algo y seguirá en tu cabecita.

No le puedo decir que solo quiero que me toque Tyner.

Estoy perdida.

Bufo.

―No puedo ―insisto ―¿Qué una mujer no puede no tener ganas de sexo? ―me quejo.

―No una prostituta ―aclara severo ―. Es tu trabajo, aunque ahora entiendo la razón de que el cliente se fuera enojado ―Observa hacia un costado ―. Mira, quizás en otras circunstancias te mandaría a fornicar y ya, cualquier otro ni se fijaría, pero ahora hay que solucionar el problema, mañana tienes que atender a varios y no debes estar con esa actitud.

Presiono los dientes.

―Si te gusto no hagas esto ―le digo directo y vuelve su vista a mí.

―Insistes con eso.

―Vinicio... ―Me aproximo a su boca ―. Déjame ser solo tuya ―le miento pero su erección se vuelve a activar.

Se muerde el labio.

―¿Qué dices?

―Admite que te gusto, Vinicio. Protégeme, cuídame de esa gente que quiere comprar y tocar mi cuerpo. Mañana podrías remplazar a esas personas y hacerlo tú mismo ―susurro cerca de su boca ―. Déjame ser tu mujer.

Usar la idea de Tyner creo que da resultado, porque su mano pasa a mi trasero y junta más nuestros físicos, haciendo que nuestros torsos se rocen.

Su boca se abre levemente en un susurro.

―Sí, me gustas. 

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