Recuérdame

By _itscris

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Un comienzo lleno de mentiras. Una figura masculina acechando entre las sombras. Un pasado muy presente. Un p... More

Prólogo
Capítulo 1: Azae Bailey
Capítulo 2: Damnatio memoriae I
Capítulo 3: Mentiras
Capítulo 4: Los Blake
Capítulo 5: Despierta
Capítulo 6: New Orleans
Capítulo 7: Los monstruos
Capítulo 8: Experimento Nº3
Capítulo 9: La iglesia blanca
Capítulo 10: Bajo el agua
Capítulo 11: Un preciado trofeo
Capítulo 13: Secretos

Capítulo 12: Fuego y oscuridad

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By _itscris

Cada uno de nosotros somos nuestro propio diablo, y hacemos de este mundo un infierno.

-Oscar Wilde.

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Observé aterrorizada las escaleras que conducían al piso inferior. El largo camino de madera maciza terminaba en una gran alfombra persa que descansaba al pie del último escalón, justo enfrente de la entrada de la casa, flanqueada por un acogedor salón a su derecha, y la pequeña cocina a la izquierda. Mis ojos descansaron sobre el umbral de esta última puerta, haciendo especial atención a las risas, quejas y burlas que provenían de allí.

Baja.

Reconocí instantáneamente la melosa voz de Assh haciendo eco en mi cabeza. Me desestabilicé y revisé inquieta toda la estancia que me rodeaba sin percibir a nadie a mi alrededor.

—¿Assh? —susurré a forma de pregunta, sintiéndome la persona más ridícula de todo el universo.

No mordemos Star, no a menos que tú estés de acuerdo.

La respuesta vino rápida, acompañada de una risa profunda que provocó un escalofrió en todo mi cuerpo. Me sacudí, intentando borrar aquel ronroneo burlón de mi mente. Mi imaginación, aquello no era más que mi imaginación.

Tomé una fuerte y sonora bocanada de aire. A medida que mis pasos recortaban el espacio hacia la cocina, la voz de los cuatro hermanos comenzaba a esparcirse por toda la casa haciéndose perceptible a mis odios. En cuanto alcancé el umbral de la puerta comprobé que mi peor pesadilla se había hecho realidad, cuatro neandertales habían invadido mi cocina.

Dejé que todo mi peso recayera en el marco de la puerta y aproveché el hecho de que ninguno de ellos hubiera reparado en mi presencia para observarlos detenidamente. Una oportunidad que nunca se me había concedido hasta el momento, la cual ahora tendría a menudo.

Toda mi atención recayó en Assh, quien cocinaba de espaldas a todos ellos con una sonrisa burlona en su cara.

¿Él había...? Automáticamente borré aquel pensamiento, y evité su presencia centrándome en Levy, este observaba a su hermano con una expresión de molestia mientras reordenaba las alacenas de la cocina.

—¿Puedes dejar de ensuciar todo lo que limpio?

—¿Puedes dejar de sonar como una cuarentona divorciada con cinco gatos? —contestó el rubio.

Levy retrocedió un paso mientras situaba una de sus manos en su pecho y mostraba una expresión afligida.

—Me ha dolido Assh.

Un gruñido perezoso silenció la lucha y yo traté de no sonreír con todas mis fuerzas.

—Os propongo otra opción, callaos, hay gente que intenta dormir.

En cuanto la voz áspera y adormecida de Belph llegó a mis odios, mi atención se centró en él e inconscientemente uno de los laterales de mis labios se curvó a pesar de mis esfuerzos por evitarlo. Este, aún con su pijama, estaba recostado sobre la isla de la cocina, con la cabeza apoyada sobre ambos brazos, respirando lenta y acompasadamente.

Assh giró sobre sí mismo e insinuó una reverencia.

—Lo siento bella durmiente —contestó con una burla.

Seguí escaneando la estancia hasta que finalmente lo encontré. Descansaba su cadera sobre una de las encimeras de la cocina, mientras jugueteaba con algo que bailaba entre sus dedos ajeno a la conversación que mantenían sus hermanos. Recorrí su cuerpo por completo, observando la postura rígida y tensa que él siempre representaba. Aquel día llevaba el habitual y simple atuendo que caracterizaba a Amon Blake; botas militares acompañadas de un sencillo pantalón negro junto con una camiseta de algodón que se ajustaba lo suficiente a su cuerpo como para dejar adivinar lo que se ocultaba bajo ella. Era increíble como unas prendas tan simples conseguían resaltar tanto su atractivo, algo que odiaba admitir.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Escuché a Levy decir de forma animada.

Automáticamente me di una bofetada mental, cerré los ojos de forma resignada y me encogí sobre mí misma intentando hacerme invisible a sus ojos, me habían pillado observándolos como si fueran una especie animal en peligro de extinción.

Volví a abrir los ojos para afrontarme a la cruda, ridícula y vergonzosa realidad. En cuanto lo hice me arrepentí, Amon me observaba con curiosidad. Su habitual mirada glacial había sido sustituida por la burla y diversión que se reflejaba en sus ojos.

—Si quieres saca una foto, te durará más.

Mi boca se abrió de par en par y sentí el calor arder en mi cara. Sin embargo, no me dejé amilanar y saqué aquel carácter que hacía tiempo parecía haberse desvanecido.

—Verte la cara cada mañana ya es más que suficiente, gracias.

Todo se quedó en silencio, los hermanos se miraron atónitos entre sí, hasta que finalmente Assh rompió en una carcajada sonora a la que posteriormente se unieron dos de sus hermanos. Y para mi eterna conmoción, una sonrisa apareció en la boca de Amon.

Yo sonreí satisfecha para mis adentros, y sin pronunciar una sola palabra me dirigí hacia una de las sillas de la isla, frente a Belph, no sin antes maldecir a Amon mentalmente un sinfín de veces.

—¿No has dormido bien? —le pregunté en un susurro, intentando sonar lo más amable posible. Este abrió levemente sus ojos sorprendido por mi interés, mientras me dedicaba una sonrisa cansada. Cansada pero amable.

Belph frunció el ceño a la vez que negaba con su cabeza.

­—Assh ahí donde lo ves, ronca como un camionero, un camionero que se ha pasado toda su vida fumando 3 cajas de cigarrillos al día.

El susodicho se acercó vestido con un floreado delantal y dejó un plato de tortitas con sirope frente a mí, ignorando el comentario que había hecho su hermano.

—Cortesía de la casa —dijo él mientras presidia la mesa.

—Cortesía de mi casa —pronuncié yo, haciendo énfasis en la palabra correcta, a la vez que le dedicaba una mirada amable a Levy, quien ahora devoraba sus tortitas junto a Belph.

—Cuestiones gramaticales.

Lo ignoré  y me moví inquieta sobre la silla cuando sentí la presencia de Amon tomando asiento junto a mí. Estaba comenzando a molestarme la inseguridad que aquel chico despertaba en mí. A pesar de ello, el desayuno transcurrió tranquilo, escuchando las molestas y diversas discusiones familiares de los hermanos.

Tras unos minutos, la cotidiana estampa familiar me resultó reconfortante, algo que no admitiría en voz alta. Sin embargo, me estaba riendo en silencio sobre la incomodidad de Levy ante las desvergonzadas bromas de Assh cuando uno de mis brazos rozó el cuerpo de Amon en el pequeño espacio que debíamos compartir. Rápidamente él se alejó de mí, repudiando aquel contacto.

Me giré preparada para sacar la infantería pesada, dispuesta a atacar. Estaba harta de aquella actitud infantil, de sus cambios de humor, y los comentarios burlones que siempre lo acompañaban. Pero cuando estaba a punto de abrir mi boca, reparé en las expresiones de su cara y en la actitud que se reflejaba en ella, estaba blanco como el alabastro, su mirada fija en el plato sin apenas mover un solo musculo, totalmente estático.

—Amon —susurré preocupada.

Él no respondió.

Ambas manos descansaban a los lados de su plato, apretadas con tanta fuerza que sus nudillos habían comenzado a ponerse blancos. Sin pensarlo, recorrí el poco espacio que separaba mi mano de la suya y nuestras pieles hicieron contacto permitiéndome sentir el glacial tacto de su mano.

La presión en sus puños disminuyó consiguiendo que soltara un suspiro apenas perceptible, a la vez que sus ojos me dedicaban toda su atención. El miedo estaba pintado en cada ápice de su rostro como si hubiera visto un fantasma. Pero en un parpadeo vago, las expresiones que segundos antes había bañado sus rasgos se desvanecieron, fueron borradas por completo como si nunca hubieran estado ahí, instalando de nuevo una máscara impoluta e implacable.

La voz de Belph nos despertó de nuestra silenciosa batalla, haciendo que la mano de Amon se alejara de la mía a una velocidad sobrenatural.

—Star, ¿me pasas el sirope?

El bruto silencio bañó la estancia, las conversaciones se acallaron, todos los ojos dirigidos a él, incluso los míos.

De pronto, Belph estaba inmóvil, Assh lo miraba de cerca con la cara totalmente descompuesta. Sentí la tensión y la incomodidad envolviéndonos y pronuncié una exigencia clara y rápida. Algo que había estado acallando durante las últimas semanas

—¿Quién es Star?

Amon gruñó.

—Nadie.

Belph se encogió de hombros, y vi la culpa reflejada en cada uno de sus gestos.

—No es nadie—insistió.

—Amon creo que deberías... —comentó el rubio atropellando sus propias palabras, sonando inseguro.

—No te atrevas a terminas eso Assh —lo amenazó mientras sus manos se convertían de nuevo en puños apretados sobre la mesa. Recordé su tacto y me odie, me asqueé por haberlo buscado hacía solo unos segundos antes.

Levanté la vista de aquel lugar y observé como tres de los cuatro hermanos observaban con pesar el plato que correspondía a cada uno de ellos. El mundo pareció quedarse totalmente inmóvil en aquel momento, a la vez que el calor comenzaba a calentar mi rostro. Dejé de escuchar sus voces discutiendo, dejé de oír nada a parte del golpeteo constante de mi corazón.

—Estoy harta de las adivinanzas —dije consciente de todas las cosas que aquellos cuatro chicos parecían esconder.

Amon soltó una risa irónica y yo vi todo rojo. La rabia se filtró en mi ser, una rabia infinita que nunca antes había experimentado. Las palmas de mis manos picaron, la respiración se hizo pesada en mis pulmones y una bruma densa cubrió mis pensamientos.

—¿Quién es Star? —pronuncié con la voz ronca, una voz que no asociaba como mía.

Me erguí sobre la silla mientras sentía como una oscuridad envolvía todo mi ser. Amon me miró de reojo, la sorpresa bañaba su semblante.

Su boca se convirtió en una línea rígida, parecía querer contenerse.

—Habla —escupí yo.

Esta vez su voz no se detuvo, apenas apartó sus ojos de los míos.

—Tú —contesto él de forma atropellada, en un gruñido apenas perceptible.

­—Mierda —dijeron Belph y Assh al mismo tiempo.

Me miraron, todos los ojos fijos en mí. Los ignoré, omití sus expresiones alarmadas y me limité a Amon, mi atención estaba sobre él. Sin embargo, aquellos ojos color ámbar me miraban con rabia, repulsión y sorpresa. Una chispa ardiendo en ellos.

—Suficiente Azae —escuché una voz cálida demandando mi atención. Giré sobre mi propio cuerpo cortando la lucha que ambos habíamos estado batallando internamente. Levy puso una mano pesada sobre mi hombro apagando el fuego que se había iniciado en mi interior.

—¿Vamos a dar un paseo?

Un pequeño interruptor se apagó y mis manos temblaron.

Ve Azae.

Apenas pude escuchar el eco de la voz de Assh en mi cabeza, como una caricia amable. Lo busqué con la mirada y encontré una sonrisa que no se llegaba a reflejar en sus ojos. Unos ojos tristes y vacíos en los que hacía algunos segundos había habido diversión y burla.

No supe si fue mi imaginación o no, pero le hice caso. Salí de la cocina mientras Levy agarraba mi mano en dirección al jardín trasero.

Amon le lanzó una mirada que podría haber enfriado el mismísimo infierno, pero su hermano no reaccionó.

—Cuidado con lo que haces hermanito —dijo entonces Amon en voz baja dirigiéndose a Levy.

Podría haber hablado, podría haberlo mandado a la mierda por aquellos cambios de humor, por su sarcasmo y sus advertencias. Pero en aquel momento no tenía fuerzas para ello.

La lluvia helada nos acogió. No sé cuánto tiempo caminamos en silencio hasta que Levy rompió el silencio.

—Tu madre se ha ido temprano, nos ha dicho que tenía cosas que hacer en el New Orleans.

La sola mención extinguió los retazos de furia que segundos antes Amon había provocado. Incapaz de contenerla, una risa cansada se escapó de mi garganta.

—Muy propio de ella.

Seguimos caminando en silencio mientras la lluvia caló en nuestros huesos, y mientras las gotas heladas bañaban mis mejillas recordé la mirada sorprendida de Amon, el miedo en los ojos de sus hermanos. Me sentí derrotada, exhausta, como si la ultima hora cayera sobre mi cuerpo como un peso desmedido.

Algo había sucedido allí dentro, algo que yo no comprendía. Pero Levy no presionó, no preguntó. Guardó silencio mientras seguíamos paseando en torno a la propiedad, otorgándome mi propio espacio pero manteniéndose ahí como como un pilar dispuesto a mantener y recoger los pedazos.

El resto del día transcurrió de forma tranquila y aburrida. Pasé gran parte de la tarde con un libro sobre mi regazo, escuchando las chispas del fuego centellear en la chimenea y la lluvia aporreando las ventanas del salón.

Tras nuestra caminata, Levy había tenido que irse a trabajar al New Orleans, y sus hermanos habían estado dedicándose a los arreglos del interior de la casa en un silencio sepulcral que sorprendente me resultó molesto, había preferido las burlas y las discusiones sobre aquella calma pesada.

De pronto me sentí observada, y mis pensamientos se irrumpieron ante la sensación de acecho.

Assh estaba frente a mí. Observé desganada la alta figura frente al fuego de la chimenea. Él miraba solamente, como si esperara que me acostumbrara a su presencia en aquel pequeño espacio. Yo volví al libro que tenía sobre mi regazo mientras observaba de reojo como Assh se acercaba a mí, tomaba mis piernas entre sus manos y se sentaba en el sofá para colocarlas luego sobre sus rodillas.

Si no hubiera sido Assh, si no hubieran pasado ya semanas desde que lo había conocido, posiblemente habría reaccionado de otra forma.Pero aquel era Assh, y yo ya estaba acostumbrada a sus muestras de confianza eventuales, por lo que no saqué mi nariz de las hojas del libro e ignoré su presencia, hecho que sabía que el odiaba con todas sus fuerzas.

—¿Qué lees? —dijo como si nada tuviera mucha importancia, pero no obtuvo respuesta por mi parte.

Ojeé de nuevo el libro e intenté recobrar la lectura, o que al menos diera la impresión de ello. Había releído la misma página durante la última media hora, siendo incapaz de asimilar ni una sola palabra. Odiaba cuando sucedía aquello.

—¿No estarás leyendo cochinadas verdad?

Casi me atraganto con mi propia respiración, pero lo oculté.

—¿No deberías de estar trabajando? ¿No es eso para lo que os paga mi madre? —. Fría, gélida, aquella fue mi respuesta.

El atisbo de una sonrisa se dibujó en su rostro, pero de la misma forma que apareció se desvaneció.

—¿Qué ha sucedido esta mañana? —preguntó. Nuestros ojos se encontraron, la sinceridad reflejándose en ellos.

Star. El nombre había resonado en mi durante todo el día, como un eco infinito.

—Yo... no... no lo sé —dije, la voz salió de mi apagada. Y era cierto, no comprendía nada de lo que había sucedido, la ira que me había invadido, la bruma en mi mente, el fuego envolviéndolo tomo, la oscuridad.

—Amon es especial Az —comenzó él utilizando aquel nombre cariñoso por primera vez.

—No me interesa—escupí. Y era cierto, no me importaba.

Su mano comenzó a trazar círculos sobre mi pierna. En aquella piel que la manta que me envolvía dejaba al descubierto.

—Es una fachada, él se ha visto obligado a ser así —dijo ahogándose en sus propias palaras —. Ojalá... ojalá lo hubieras conocido antes, se ha puesto un peso en los hombros que no le pertenece. Tiene miedo, por todos nosotros, siempre ha actuado como el hermano mayor, como un padre, y no es fácil, nuestra vida nunca ha sido fácil.

—No me cuentes la historia del chico afligido Assh, esa ya me la sé.

Vi la alegría apagarse en aquellos cristales esmeralda y una fría sensación se deslizó por mi nuca. Culpa.

—¿Qué os pasó Assh? —pregunté finalmente.

Él fijo la mirada en el suelo, estudiando las gastadas vetas de madera.

—Lo siento —pronuncié avergonzada y preocupada a partes iguales

—Teníamos una hermana, ella...

Apenas lo notamos llegar. La puerta del salón se abrió de par en par y Amon irrumpió en la estancia a una velocidad sobrehumana con Belph corriendo tras él.

Le dediqué una mirada larga y áspera, pero las contestaciones no llegaron, la discusión no se inició. Sin embargo, sus ojos descansaron un segundo más sobre las manos de Assh, las cuales aún hacían contacto con mi piel desnuda.

—Encended la televisión —aulló.

La voz de la periodista bañó toda la estancia y un sollozo se escapó de mis labios, todo cayó sobre mí, un peso implacable sobre mi pecho. De pronto el mundo se quedó en silencio, el frío me caló hasta los huesos y sentí como mi pecho se desgarraba desde dentro.

Oí como Assh retenía el aliento, la cara de Amon se había puesto pálida y Belph maldecía en silencio un sinfín de veces. No podía ser verdad, debía de ser un sueño. Eso es, una pesadilla.

Lagrimas silenciosas corrieron por mis mejillas, apenas podía ver la cara de la periodista.

Hoy, a lo largo de la mañana una vecina ha acudido a los servicios de emergencia después de haber encontrado a un hombre ahorcado en la plaza principal del pueblo. El fallecido de 65 ha sido identificado como Henry Bailey, uno de los conocidos vecinos del pueblo. Actualmente el cuerpo ha sido trasladado a los servicios de seguridad para confirmar la causa de la muerte.

Jadeé, enfrentándome a la imagen que ocupaba el lateral de la pantalla. Observé unos ojos grises iguales que los míos, los años de trabajo en su rostro, las huellas de la edad en su blanco cabello, la sonrisa cansada en su boca. Y lloré, lloré porque entendía lo que había perdido, lloré por el hombre que nunca conocería, por el abuelo que había perdido. 


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Lo siento muchísimo por la tardanza y por no estar actualizando ni leyendo de forma continuada. La verdad es que he tenido un bloqueo horrible, en el que no era capaz de escribir más de dos frases continuadas.

No quiero escribir algo de mala calidad, o que no me llene al cien por cien, intento que cada capítulo sea especial, por lo tanto, de ahora en adelante he decido actualizar cuando esté realmente segura de que lo que estoy escribiendo es algo que realmente me gusta.

Por lo tanto, es posible que una semana no actualice y que a la siguiente os encontréis con dos capítulos nuevos. De esta forma también tendré más tiempo para continuar con las historias que se encuentran en mis listas de lectura. Lo siento mucho por este cambio, pero soy nueva en estoy voy aprendiendo sobre la marcha.

Muchas gracias a todos los que me leéis, nos leemos corazones.❤❤

-Cris

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