Forever Troublemaker. [Termin...

By PauSmile

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"El que es, nunca deja de ser..." Es precisamente esa frase la que define a mi esposo, Zayn Malik. Pasamos mu... More

Forever Troublemaker.
*°*°*°*°
Ceguera en el cielo.
Floreciendo en la oscuridad.
Sombras en los espejos.
Tonos grises en tardes soleadas.
Lluvia que arruina vidas.
Esquemas y sombras.
El día que lo cambió todo.
El día que lo cambió todo II
Volviendo a casa.
Familia y amor.
Distancias.
Luz y oscuridad.
Fly away from the fire.
Siempre.
Dos cartas.
Importante.
Dulce humo.
El humo se desvanece.
Luz y Oscuridad.
Inesperado.
Lo siento. Lo lamento.
Equivocaciones.
Nos pertenecemos.
Probando la dicha.
Salvándonos.
Mensaje claro.
Una familia Normal.
Tocando la luz.
Sobre fiestas y riesgos.
Decisiones de vida. Parte I
Decisiones de vida. Parte II
Amada.
Doble filo.
La mancha en el Espejo.
¡Divorcio concedido!
En Pedazos.
Pesadilla.
Votos matrimoniales.
Medicina y Droga.
Última vez.
Deseos y Esperanzas.
Corazón dividido. Parte I
Corazón dividido. Parte II
Terminó. Parte I
Terminó. Parte II
Última madrugada.
Epílogo.
EXTRA
Agradecimientos.
¡IMPORTANTE!

Relaciones únicas.

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By PauSmile

Faltaba sólo un día más para que llegara mi esposo. Sólo uno.

Me desperté temprano, desayuné con mi mamá y me preparé para quedar en sus manos por el resto del día. Ella, como buena abuela, decidió que ir de compras sería lo mejor para pasar un rato juntas. Aunque, las compras no eran precisamente para nosotras, eran para las niñas.

–Me siento culpable por no haberles comprado nada antes, así que ahora les compraré todo lo que quiera –me decía mientras tomaba su bolso y sus llaves del auto.

Me despedí de papá, que estaba leyendo el periódico en la sala de estar y la seguí. –Voy tener que pagar mucho peso extra en cuanto regrese a casa –me reí por lo bajo al pensar en la cara de Zayn en cuanto viera mi equipaje. Más de la mitad de mis maletas serían para nuestras hijas.

–Siempre pueden dejar un poco de ropa aquí, para cuando vuelvan –subimos al coche. –Porque van a volver más seguido, ¿no es así? –sabía que ese leve reclamo por olvidarles llegaría.

–Por supuesto mamá, vendremos más seguido. Te lo prometo –susurré sonriéndole.

Encendió el auto. –Más les vale. Si no me tendrán en su humilde mansión pasando más tiempo del que tu esposo aprobaría.

Tuve que reírme. Si mi mamá se quedaba en la mansión sin duda Zayn se comportaría… los primeros días; después de un tiempo ya no lo soportaría. Así sucedió la única vez que mis padres fueron a visitarnos a América. Malik y yo llevábamos poco más de tres meses casados, vivíamos en la casa de los suburbios en New Jersey y todo iba marchando bien.

Mis padres se quedaron por un mes completo. Mi señor problemático no tuvo inconvenientes al comienza, pero después de la segunda semana estaba al borde de colapsar. Yo salía mucho con mis padres, les dedicaba mucho tiempo y estaba abandonando –ligeramente– a mi esposo.

Como él no iba a permitir tal cosa –porque yo era sólo suya– hizo una pataleta una de las noches en que mis papá salieron solos a cenar. “No me molesta su presencia, me molesta que no estés conmigo”, era lo único que decía caminando de aquí para allá. Era de esperarse que durante la estadía de mis padres no tuviéramos nuestros encuentros nocturnos, por respeto a ellos que estaban en la habitación contigua.

Aquella noche –después de que discutiéramos hasta terminar besándonos como locos–, me recordó que al él no le importaba quién estuviera cerca o el respeto, yo siempre sería suya. Cualquier momento o lugar. Ese es mi Troublemaker. Fue una noche… sensacional.

–Mamá, sabes que sólo necesita su espacio…

–No cariño –me interrumpió–, lo que él quiere es tenerte sólo para él. Es un poco egoísta, ¿no crees?

–¡Mamá! Es mi esposo del que estás hablando –yo me había casado con él y sabía lo que el paquete Malik contenía; un sobreprotector, egoísta y sexy cantante de fuego.

Se rio. –Ya sé, pero no has pensado en cómo será con las niñas. ¡No las dejará solas un segundo! Y a ti te quitara tiempo con ellas, “porque eres sólo de él”.

–Es la peor imitación de Zayn que he escuchado –me reí a carcajadas–. Además, ¿Por qué de repente mi esposo tiene defectos? Pensé que lo querías…

Fue muy mala idea tentar a mi madre en contra de mi marido. Muy mala idea. No dijo palabra hasta que, después de estacionar, subimos en ascensor hasta las entrañas del centro comercial. De haber sabido lo que estaba por venir hubiera comprado un paquete completo de pañuelos.

Y no es que mi madre fuese a llorar. No, no, no. Era yo la que estaba por convertirse en una fuente inagotable de agua salada.

¿Cómo fue que pasó? Con una sola pregunta de los labios de mi progenitora. –¿Crees que no me doy cuenta de que algo no va bien?

Traté de convencerla de que todo estaba bien mientras miraba pequeños zapatos para Ana y Kara, pero no funcionó. Ella no iba a dejarme ir sin tener sus respuestas y supuse que su sexto sentido de madre estaba a tope. Espero entender a mis hijas con sólo mirarlas.

Después de la tercera tienda, varios paquetes en las manos y la presión de mi madre, tuve que contarle. Mi matrimonio no estaba en crisis, pero había cosas que no me gustaban de lo que ocurría. Por ejemplo: que Zayn estuviera tan ocupado todo el tiempo, la súper mansión que apenas conocía, estar lejos de la academia, las prohibiciones de mi esposo, sus celos por Bradley, sus cambios de ánimo que estaban asustándome, lo que encontré en su camisa…

–Nadie es perfecto cariño, pero tienes que hablar esto con él. Sólo ustedes dos pueden solucionar esto –me aconsejó tendiéndome su único pañuelo. Me senté en una banca y escuché a mi madre. –Los matrimonios no son fáciles, y es normal que pasen por este tipo de cosas. Simplemente tienes que saber lidiar con ello, hablarlo y darle una solución rápida.

>>Zayn y tú hacen una pareja hermosa, y han sido felices por casi tres años, sin contar todo el tiempo que fueron novios. Ahora van a tener a dos criaturas fruto de su amor –sonrió mirando mi súper panza–, y ellas necesitan que sus padres estén juntos y bien.

Sequé mis lágrimas y la abracé. –Gracias mamá.

Creí que ella tenía razón en la mayoría de las cosas, la cuestión era que ella no estaba casada con un famoso cantante. En ese sentido las cosas variaban un poco. Nuestro matrimonio no era normal, porque nosotros no lo éramos y jamás lo seríamos.

Sin embargo, tenía mucha razón sobre nuestras hijas y su necesidad de tener ambos padres llevándose bien, amándose y amándolas. Si no cambiábamos algunas cosas por nuestro bien como pareja, debíamos hacerlo por el bien de Ana y Kara.

El resto de las compras fueron mucho más tranquilas. La futura abuela iba de un lado a otro comprando todo lo que quería. El dinero no era un problema, ya que mi padre era el que pagaba las tarjetas. Muchas veces me pregunté cómo era que sobrevivían, y lo supe cuando mi mamá me confesó que seguían trabajando de vez en cuando, tenían ahorros para mi universidad –que por supuesto no usé por la beca en Julliard– y vendieron casi todas las propiedades de mi abuela.

–Son asquerosamente ricos –dije en broma acordándome de la otra persona a la que le había dicho eso alguna vez.

–Algo así. Aunque seguimos trabajando cariño. Aún tenemos muchas energías –comentó mientras pasaba de nuevo la tarjeta a la vendedora de la tienda número mil del día.

Mi papá era Arquitecto. Trabajaba por contratos y a veces asesoraba algunas construcciones en la ciudad y en diferentes lugares del Reino Unido. Y mi mamá fue una aficionada del bricolaje –lo cual mantuvo mi casa llena de arte y objetos raros por mucho tiempo–. Ella vendía algunas cosas y  de vez en cuando daba clases a las vecinas o en diferentes institutos de arte.

Por el momento lo que ella llamaba trabajo era construir objetos para vender a proveedores de diferentes supermercados para decorar interiores y exteriores. –Es un trabajo duro, pero amo lo que hago.

–Entiendo el sentimiento –dije más para mí que para ella.

Al volver a casa con todos los paquetes, subí a mi habitación para tratar de encontrarles un lugar entre mis maletas. Tuve que sacar absolutamente todo y volver a ordenar. –Tendrán mucha ropa para elegir –les dije a mis pequeñas mientras trataba de empujar más ropa dentro.

Saqué uno de mis pantalones para lograr que cerrara. Cuando lo levante algo cayó del bolsillo, era la llave de la cabaña del abuelo de Zayn. Me la había dado para que pasara alguno de esos días por allá. Quiero ir ahora.

Dejé el desastre de ropa en mi habitación, tomé mi bolsa, cepillo de dientes, un pijama, mi celular y una manta. Bajé a la cocina y me hice con provisiones para una cena y una desayuno para tres. Mientras guardaba todo, la puerta de la casa se abrió y cerró. Un segundo después papá apareció por la puerta de la cocina.

–Hola… ¿qué haces, Marie? –se rio–. ¿Intentando escapar de nuevo?

Me giré y me acerqué a abrazarlo. –No papá. Voy a salir. Vuelvo mañana en la mañana.

–¿Debo preocuparme?

–No, estaré en una propiedad de los Malik –era verdad lo que decía, pero él no tenía que saber que estaría sola. –Llevo mi celular por si me necesitan.

Asintió y empezó a prepararse una limonada. Me despedí y salí tomando las llaves del coche de mi mamá. Si estaba con papá seguro no necesitaría el suyo.

Intenté recordar el camino a la cabaña cruzando por algunas calles conocidas. Fue entonces cuando recordé la primera vez que había ido a ese lugar. Era una adolescente loca por Malik, íbamos en motocicleta y tuvimos una noche excepcional.

Reconocí el camino hacia la cabaña en cuanto lo vi. La casa en el árbol de Zayn seguía allí. Decidí que quería que mis niñas tuvieran una de esas durante su infancia, para compartir con su padre y para divertirse juntas. Anduve por el camino hasta que se hizo imposible para el auto seguir avanzando.

Bajé con mi bolsa y mis provisiones. Tomé la llave y me acerqué a la cabaña que no había cambiado nada. Tal vez alguien seguía viniendo a limpiar o cuidar de ella.

Entré con cuidado, encendí las luces después de encargarme de la caja de la electricidad. Los muebles estaban cubiertos por sábanas, las quité, encendí la chimenea y dediqué un par de horas para dejar todo preparado para que alguien habitara allí.

En la cocina preparé algo sencillo para comer y me dediqué a ver las llamas ir de un lado al otro. Cuando había ido con mi esposo habíamos pasado un buen rato en la alfombra de esa sala de estar. Sentí cómo mi deseo por él aumentaba en segundos. Recordar nuestros encuentros puso mi corazón a latir muy rápido y mis pequeñas empezaron a moverse bastante.

–Gracias al cielo están en mi panza y no en mi cabeza. Hay cosas allí que no deben ver –me reí sola. –Su papá y yo tenemos mucho que… hacer cuando ustedes nos lo permitan.

Me levanté del sillón, lavé los trastes que había usado y me dirigí a la única habitación de la cabaña. Una cama matrimonial estaba allí y en el medio había una nota. Me acerqué y la abrí.

Sabía que vendrías aquí. Hay muchos recuerdos de los dos en estas paredes. Disfruta esta cama con nuestras hijas, porque en cuanto nazcan, este espacio será sólo nuestro.

Recuerda que te amo,

Z.

Mi esposo nunca dejaría de sorprenderme. Dejé la nota en la almohada a mi lado, me preparé para ir a la cama y me acosté con mis criaturas. Antes de que pudiera dormirme por completo, sonó mi celular.

Señora Malik…

–Esposo mío –contesté.

¿Dónde estás? Tu madre me llamó preocupada. Dijo que estabas con mi familia, pero ellos me dijeron que no te han visto hoy –estaba preocupado, pero él sabía perfectamente dónde estaba.

–Mi mamá no entendió. Le dije a papá que iba a una propiedad de los Malik, no que estaría con ellos –bufé pensando en las locuras que mi madre causaba–. Estoy en la cabaña.

Debí suponerlo –sabía que sonreía–. ¿Encontraste la nota?

Me sonrojé. Hacía mucho tiempo que no me sonrojaba por las palabras de mi esposo y eso se sintió más que bien. –Sí, y más te vale que cumplas con tu promesa.

Se rio. –No lo dudes. Ana y Kara van a necesitar una niñera por dos semanas completas. Pienso secuestrarte, llevarte a esa preciosa cama y no sacarte de allí para nada –su tono sensual estaba causando estragos en mí, de la misma manera que en mi adolescencia.

–¿Solamente dos semanas? –yo también sabía jugar con él.

Que sean tres y media y tenemos un trato –ojalá hubiera estado a su lado, con unas libras menos de peso y dispuesta a hacer mil cosas con él.

–Hecho. Por ahora, sólo apresúrate a venir, ¿quieres? –pedí como una niña pequeña.

Mi equipaje está listo hace días –comentó gracioso. Le pregunté sobre su vuelo y la hora de llegada. Quería sorprenderlo.

Hablé con él poco más de cuarenta minutos sobre cómo estaba yendo todo en su trabajo, sobre Jack y los trabajos en mi sala de baile. Finalmente nos despedimos esperando vernos muy pronto.

Todas las relaciones son diferentes y complicadas. Cada una es única, porque tú y yo somos únicos.

 

N/A: ¡Feliz año nuevo! 

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