Luz y oscuridad.

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–¿Estás lista cariño? –preguntó mi mamá apareciendo en mi habitación. Estaba terminando de peinarme antes de bajar a desayunar.

–Sí, bajo en un segundo –le dije tomando mi bolsa.

El día afuera estaba pintado del típico gris londinense. Sonreí al recordar que me había quedado atrapada con el que en ese momento era mi esposo, por una tormenta. Todo lo que sucedió por aquellos días era algo que no podía simplemente olvidar.

Salí de la habitación directo a la cocina donde mis padres me esperaban para tomar el desayuno. Tostadas, huevos, tocino y limonada fue lo que vi sobre la mesa. Todo se veía delicioso y devoré la mayoría en unos cuantos minutos. Mi papá bromeó sobre mi voraz apetito, mientras mi mamá me defendió diciendo que tenía que comer por tres, por las niñas y por mí.

–Pues serán unas niñas bien alimentadas –se rió él.

–¡Mira nada más mi panza! –exclamé rodeando la enorme protuberancia que protegía a mis ya crecidas hijas.

Los tres nos reímos terminando de comer. Me despedí de ambos después de cepillarme los dientes y retocar el poco  maquillaje que estaba usando. Tomé las llaves del auto de mi mamá y salí hacia la casa Malik. Estaba de buen humor, llena de energía y sintiéndome muy bien. El salir de casa y tener algo de libertad me estaba haciendo cuestionarme los métodos de sobreprotección de mi esposo.

El hecho de que Zayn me retuviera en casa me había quitado mucha de la independencia que me caracterizaba cuando él me conoció, pero en aquel momento quise escudarlo en la fama, la prensa y todo aquello que mi esposo creía que no era bueno para mi embarazo y nuestra relación.

Encendí la radio para distraerme un poco mientras recorría el camino. Conducir no estaba dándome tantos problemas como suponía que tendría al volver a manejar del lado contrario de la calle y del auto. Por un segundo volví a mis días de adolescente sola en casa y que se valía por sí misma para todo. Anhelaba volver a ser ella pronto pues el embarazo me había cortado las alas, de cierta manera.

Las calles eran tan familiares que daba la impresión de que nunca me había marchado, lo cual fue perfecto. Sonreí aún más al pasar de largo por la escuela, la cafetería del señor Sheeran –que esperaba visitar después aquella semana– y finalmente la casa Malik.

–¡Marie estás enorme! –gritó Wally bajando las escaleras con sus hermanas siguiéndola.

Trisha estaba a mi lado pues había sido ella quien había abierto la puerta. Su expresión se iluminó en cuanto me vio allí de pie. Me abrazó y me dejó pasar de inmediato llamando a sus hijas para que vinieran a saludar.

Las hermanas de Zayn estaban enormes también, preciosas como sólo la genética Malik puede ser capaz de verse. Espero que mis hijas tengan los genes de su padre.

Las tres iban de aquí allí preguntándome cosas, acariciando mi panza y sonriendo hasta casi partir sus rostros en dos.

Respondí todas sus preguntas y las cuestioné sobre la escuela, chicos y cosas que niñas como ellas ya podían entender. Cuando las había conocido era unas niñas que aún jugaban con muñecas, pero en ese momento era unas señoritas listas para enfrentar al mundo y descrestar a más de un hombre por cualquier calle que decidieran pasar. El señor Malik sin duda tenía mucho trabajo al tener que cuidar a aquellas mujeres.

Zayn también cuidará de Ana y Kara.

En cuanto los nombres de mis niñas llegaron a mi mente tuve que comentarlo con las mujeres Malik. Les gustaron los nombres y su leve parecido al ser gemelas.

Forever Troublemaker. [Terminada]Where stories live. Discover now