En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

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Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
32. El primero de muchos vinilos

31. Por la manada

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By S_Ciel

Soy el lobo dorado que nació en Luna llena.

Y me visto con pantalones cortos color blanco y levanto la cabeza. Soy fuerte, soy inigualable, cargo vida en mi vientre porque puedo hacerlo. Nadie puede someterme, mi voluntad está unida a mi alfa, nadie puede doblarla con su voz. Soy fuerte. No necesito repetírmelo, pero lo hago, porque lo creo y allí en el centro de todos los lobos es donde más lo veo. Me quedo de pie, en medio de una reunión que me había aterrado la primera vez que tuve que pisarla, me pongo de pie y alzo la voz primero, Gael era quien correspondía que iniciara la velada, pero él también había sido informado de que sería yo el primero en hablar y dirigirme a la multitud.

―Antes de empezar esta reunión quiero que me escuchen ―incluso como lobo mi voz suena alta, los murmullos empiezan a resonar pero los ignoro y me dirijo hacia Océano, es fácil encontrar a Zhirayr frente a los suyos, un lobo café, de pelaje oscuro y de ojos azules e iracundos. Lo veo, encogerse, una parte de mi siente satisfacción de ver aquel gesto, de notar que por un segundo pierde la compostura y siente miedo, al menos por un momento lo muestra antes de fingir que no le importa―. Hoy reclamaré mi derecho a que mis aullidos sean los más altos de la manada, reclamo mi derecho a someter a mi juicio a Zhirayr y a cualquier lobo que haya cometido una falta ―la multitud se sorprende, las palabras aumentan en cantidad y volumen, pero no me detengo, el bullicio de las manadas no puede acallarme, soy la tormenta que azota al herido, soy una fuerza inigualable―. Lo enjuiciaré ahora porque él no debe introducir a su clan. No es digno de pararse frente a nosotros y no voy a permitirlo.

―¡No tienes derecho! ―alcé la cabeza, como lobo puede que no fuera más grande que él, pero en este momento me siento inmenso y me dan igual sus reclamos.

―Soy el lobo que nació bajo la Luna llena, llevo en la piel la marca del primer lobo. En mi sangre laten la tierra y el aire, porque desciendo de Bosque y Montaña. Mi destino fue ligado a Desierto y en mis vientre llevo la sangre de Océano ―puedo ver el terror en su mirada. La multitud se calla, el bosque y el viento me escuchan, el mar azota, la sangre hierve―. Tengo el derecho otorgado por nuestras leyendas más antiguas. Y por ese legado van a escucharme.

―¡Es mentira! ¡Nadie ha escuchado de eso! ¡No tienes derecho! ―era irónico que fuera él precisamente quien se atrevía a acusarme de mentiroso, la multitud comenzó a protestar, todos los lobos detrás de Zhirayr gruñían molestos y soltaban palabras de enojo ante mi «atrevimiento», me llamaban falso, charlatán y otras palabras menos pronunciables.

―Tenemos pruebas ―Len estaba de pie tras de mí, junto a Ignis, junto a Mars, junto a Adhara, junto a Jun, mis padres, mis hermanos, la líder de mi manada. Habían caminado a ponerse a mis espaldas. Ella sacó el documento guardado en una especie de plástico especial pero Zhirayr se negó a mirarlo mientras otros líderes se acercaban intrigados y tal vez asustados también porque hablo con una entereza desconocida y porque los lobos creemos en la magia.

Entonces lo siento, ardiendo en mi garganta, la fuerza de la tierra llega desde mis patas que la tocan, el aire inundando mis pulmones, el calor de un corazón que palpita y la fuerza de un mar inamovible desde mis entrañas. Vibra en todo mi cuerpo y se deposita en mis cuerdas vocales, afila mi lengua y da un poder absoluto a mis palabras.

Silencio.

Su voz siempre será escuchada.

El lugar completo se llenó de rostros sorprendidos, de lobos que se llevaban las garras a la garganta, que abrían y cerraban sus fauces pero no salía nada. Me siento poderoso, porque lo soy. Lo entiendo ahora, no necesito que me crean, la fuerza de mi voz puede mover montañas, veo lobos acercarse corriendo, intentando atacarme para detener lo que sea que les ata ahora las lenguas, mi manada se mueve para pararlos pero no lo necesito.

Deténganse ―sus patas paran, incapaces de desobedecer. Soy el yugo que cae sobre mis enemigos―. Guardia del océano en silencio, los demás recuperen el habla y pueden moverse ―escuché jadeos, murmullos, preguntas veladas, pero no los gritos de antes, Océano permanecía callado, detenido―. Como pueden ver todo lo que he dicho es cierto, estaremos felices de mostrarles la leyenda a quien quiera leerla luego pero ahora quisiera terminar esto para no retrasar más la presentación. Todos queremos volver con nuestras familias esta noche ―la mayoría se marchó pero la curiosidad de algunos los hizo acercarse para al menos echar una mirada al pergamino que sostenía mi hermana. El líder más anciano, destinado a cerrar la reunión se acercó a mí.

―Jovencito, esta no es la manera en que hacemos las cosas ―su pelaje se veía grisáceo y canoso, su voz salió difícil entre los gruñidos de una garganta envejecida, los ancianos están acostumbrados a hacer las cosas a su manera, marcan tradiciones, pero la mía era más antigua que su existencia.

―No se han hecho así porque yo no había nacido, pero mi justicia fue anunciada antes de que usted respirara o diera sus primeros paso ―pareció sorprenderse, pero yo tenía razón. No le ordené marcharse, si quería quedarse a mirar de cerca, que lo hiciera. Puse mis ojos en el lobo que había perdido todo desafío y ahora solo parecía guardar terror, a su clan lo marcaban la furia e impotencia―. Zhirayr, ponte frente a mí ―se acercó como si quisiera resistirse, ahora sabía lo que se sentía, ahora sabía lo que había hecho a Jun y a tantos otros, el horror de ser obligado contra tu voluntad. Se detuvo a un paso de distancia, era unas dos cabezas más alto que yo― de rodillas ―no iba a mirarlo hacia arriba, me negaba. Estaba seguro que quería gruñirme, pero no podía. No importaba, pronto tendría la oportunidad de hablar―. Confiesa tus crímenes, hacia otros y hacia tu propio clan. Confiésalo todo, habla.

Mis órdenes no pueden ser resistidas ¿es así como se siente un alfa? Soy la fuerza que ataca. Él me mira con un odio que no puede fingirse, pero no puede dañarme, no voy a dejar que nada de lo que haga me lastime o me acose.

―He matado lobos que me parecían una amenaza ―en un clan que luchaba por liderazgo eso podía ocurrir―, he usado mi voz de líder para mi beneficio, ordené a Min-Jun que te raptara ―siempre lo supe―, ordené a los otros lobos a que lo molestaran para mantenerlo aislado ―apreté los puños sintiendo que ardía de rabia, él seguía hablando―. Puse drogas en mis garras para poder ganar siempre los desafíos que me hacían, las drogas volvían a mis oponentes más débiles, hacía que los músculos les pesaran cuando les hería y entraba en contacto con su sangre y así me aseguré de ganar siempre ―vi la reacción en su clan, los colmillos apretados, la furia―. Me he aprovechado de los negocios de los clanes que estaban cercanos al mío. Abusé de prostitutas y cuando encontré a mi destinada la maté ―¿qué?―. Porque era humana y solo me habría vuelto débil.

―Yo debería condenarte a pasar el resto de tus días sufriendo. Eres para los lobos una vergüenza ―miré hacia atrás, miré a mi manada, a Jun―. Océano debe seguir existiendo, entregarás tu liderazgo ahora ―volteó a mirar a los lobos de su clan. Pero se equivocaba al pensar que elegiría a uno de ellos, la decisión de quien lideraría Océano ya había sido tomada. Volteé en busca de dos lobos y los llamé con un gesto.

Hubiese querido que mi hermana nunca dejara mi clan, pero soy consciente que desde que imprimó de Ignis estaba escrito, ella no iba a quedarse. Ignis había sido la sorpresa, para su clan completo, pero ellos habían ya decidido que formarían su propia manada, no podían elegir una u otra. Así que yo lo hice por ellos. Tal vez Ignis aún se sentía en deuda, tal vez el sentido del deber de ambos era demasiado fuerte. Pero cuando lo propuse habían aceptado. No podía eliminar Océano de la faz de la tierra, eran uno de los clanes principales, debía existir, pero no permitiría que continuara como ahora.

Océano tendrá dos líderes, Zhirayr, entrega el liderazgo a Ignis Eldr y Selene Hertz.

Era demasiado pequeño cuando ocurrió, así que no recordaba exactamente cuando Abu le entregó el liderazgo a tía Dalia, pero me lo habían contado, Abu lamió entre los ojos de tía Dalia como loba, su hocico, demostrando sumisión y compañía, respeto, si la líder se sometía, también el resto de la manada. Finalmente agachó la cabeza entre las patas de tía Dalia y ella aulló a la Luna irguiéndose sobre ella, reclamando la manada. El ritual se completaba entonces.

Esto fue distinto. Vi a Zhirayr cambiar de su forma de lobo humanizada a su forma de lobo completa, Ignis y Len hicieron lo mismo. Se veían imponentes, el lobo rojizo, y junto a él mi hermana, una loba negra. Zhirayr les lamió a ambos las patas, una señal de sometimiento completa. Ambos pusieron una pata sobre la cabeza de Zhirayr. Y entonces aullaron con fuerza. Océano pareció estremecerse. La voz de líder de Zhirayr ya no los aprisionaba.

Cambia a tu otra forma de lobo ―me acerqué a él, a los ojos que me miraban odiándome― no ataques ―le ordené bajo y el gruñido salió desde lo más hondo de su garganta― ¿te das cuenta que si no hubieses mandado a tus perros a molestarnos nunca hubiésemos querido averiguar cuál era tu obsesión conmigo? ¿Te das cuenta que es por ti que estoy de pie aquí y tú estás en el suelo? ¿Dónde conseguiste la información de la leyenda? ―a mi hermana le había costado muchísimo encontrarla ¿cómo la había obtenido él?

―Un libro heredado de mi madre, ha estado con nosotros por mucho ―asentí y volví a alzar la voz.

―Mereces vivir a través del castigo de todos tus pecados ―gruñí―, pero creo que el mundo será un mejor sitio sin ti en él.

―¿Vas a matarme? ―me mira casi con desafío, uno que disfraza su miedo.

―No ―parece aliviarse pero sé que solo durará un momento―. Te someteré a la justicia que tú mismo has forjado ―señalé a su clan―. Dejaré que sean los tuyos quienes te den su sentencia. Enfrenta la sed de sangre que tú mismo creaste. Después de todo, a ellos es a quienes has oprimido ―pude verlo, el terror real mientras sus ojos se volteaban a mirar a la jauría de lobos que ahora sabían que los había doblegado con drogas, los lobos hambrientos que observaban al lobo que los había encerrado con órdenes y ahora ya no los ataba. Me incliné para que solo él me escuchara―. Te dije que no sabías en lo que iba a convertirme, te advertí que me tuvieras miedo ―me aparté y volví a hablar para que todos me escucharan―. Deberías correr... mientras puedes.

Volvió a su forma de cuatro patas y se metió en el bosque yo observé a los que quedaban, un clan mediano repleto de adultos y jóvenes, los niños estarían con sus padres humanos.

Pueden ejercer su juicio, pero cuando terminen deben regresar ―se transformaron y echaron a correr, veloces, por lo menos dos tercios de su clan, los más jóvenes al parecer eran los que habían elegido quedarse, pero los otros se marcharon a una persecución voraz. Tendría que esperar a que regresaran. Los aullidos se escuchaban desde aquí. Miré a Jun y estiré mi brazo hacia él, se acercó y tomó lo que habría sido mi mano pero se asimilaba más a una garra.

―¿Cómo te sientes? ―sonaba preocupado, incluso entre los gruñidos, su dicción no era la mejor en esta forma. Le dije la verdad.

―Cansado ―miré a la mayoría de lobos jóvenes que se habían quedado sin unirse a la persecución, probablemente para algunos esta habría sido su primera introducción ante los lobos, todos los mayores de doce se unirían por primera vez a esta ceremonia, algunos se veían de quince o más, pero era difícil de saber cuando se encontraban en su forma de lobo humanizada― ¿Los recuerdas? ―era difícil, habían pasado siete años y ellos debían de haber sido mucho más pequeños.

―No ―me lo esperaba.

Cerré los ojos.

Podía sentirlo, si me concentraba, el bosque que era pisado por animales que corrían sin consideración, los árboles, las hojas, las raíces, la angustia de un bosque vivo que estaba acostumbrado a la calma en su tierra. Y siento cuando la sangre se derrama, como si fuera mi cuerpo el que ensucian, el calor de una sangre ardiente que extienden por el bosque. Soy consciente de cada movimiento y puedo verlo en mi mente, están despedazándolo, manchando la tierra, arrancando sus patas, extendiendo sus vísceras, mordiendo su corazón y apretándolo como si quisieran asegurarse de que dejara de latir, arrancan cada extremidad posible, con su último aullido, su pene, sus orejas, su mandíbula. Lo despedazan y lo extienden por la tierra, no les importa ensuciar un bosque que no es suyo o mancillarlo con sangre derramada, matarlo no les basta, lo torturan. No necesito que los aullidos lo confirmen porque he podido sentir la fuerza de su odio ensuciando todo. Su osadía me enfurece el alma.

―Han terminado ―cuando abro los ojos soy consciente de las miradas, de sorpresa, del miedo o la veneración con que parecen mirarme. No soy su dios ni el juez de toda la maldad. Pero hoy estoy aquí para imponer justicia.

―¿Está...? ―Jun no necesita terminar su pregunta para que lo entienda.

―Sí. Está muerto ―no le diré ahora que lo destrozaron lo más que pudieron mientras todavía estaba vivo, no puedo explicar cómo es que lo sé o cómo pude sentirlo―. Corrompieron con su sangre la tierra ―la rabia se me escapa en la voz. Los siento regresar y acercarse antes de que lleguen o se vean, vienen como lobos, parecen sonreír, manchados de sangre. Quiero que dejen de reír―. Es su turno de ser juzgados ahora.

Se detienen por completo, el miedo vuelve a llenar sus expresiones, el lobo anciano se me acerca.

―Entiendo que tu relación con Océano no es buena, pero castigar a todo el clan por su líder me parece... ―comprendo que es un anciano y su intención es buena. Pero no me conoce, ni a mí ni a lo que este clan ha hecho. Así que lo interrumpo.

―No voy a castigar a ningún inocente ―me aferro a Jun, no quiero soltarlo. Me esfuerzo por llevar aire a mis pulmones―. Han mancillado innecesariamente la casa que guarda los lobos, es un deporte para ustedes no una necesidad ―miré al grupo entero―. Si esta iba a ser su primera presentación, háganse a un lado ―un grupo reducido de lobos jóvenes se aparta, me miran con miedo, pero ellos no deberían temerme, puse los ojos en el grupo que quedaba―. Todos en línea ―los observé moverse, ponerse en una línea larga, mirando hacia mí―. Todos aquellos que hayan cometido cualquier tipo de abuso injustificado contra alguien más den un paso adelante― solo tres lobos no avanzaron, se veían jóvenes también, Jun me apretó con su garra―. Todos los que hayan abusado de niños den un paso adelante ―escuche a la multitud de lobos que presenciaba este enjuiciamiento sorprenderse. Los lobos no abusábamos de nuestros cachorros. Se suponía que no lo hacíamos, pero esa no era la realidad. Cinco lobos dieron un paso adelante y sentí que me hervían las entrañas cuando vi a una loba rojiza. Tenía que calmarme, no debía matarla, Jun no querría que lo hiciera―. Ustedes que han abusado de niños no merecen ser lobos, respondan ¿tienen hijos? ―uno de ellos dijo sí― ¿Cuántos?

―Dos ―era un lobo café claro, temblaba de miedo.

―¿Hay alguno aquí? ―asintió.

―Uno ―miré al grupo.

Que se acerque el hijo de este lobo ―uno de los lobos jóvenes, no parecía un chiquillo pero tampoco debía ser grande, era café también, pero un poco más oscuro― ¿Cuántos años tienes? ―no lucía asustado, solo muy serio.

―Quince.

―¿Y tu hermano?

―Nueve ―asentí y miré al que era su padre.

―¿Hay algún motivo por el que debería ser magnánimo con tu padre? ―su expresión se volvió helada.

―No. No quiero volver a verlo jamás ―me hizo estremecer, su odio, la rabia, el dolor, miré a Jun, como lobo era difícil notarlo pero sabía que las palabras de ese muchacho le perforarían por dentro y le abrirían una herida. Sentí su tristeza como mía.

A ustedes que abusaron de niños les prohíbo tenerlos ―el lugar era un silencio completo, no habría protestas para esta sentencia―, no pueden volver a acercarse a ningún niño, jamás, no pueden volver a abusar de nadie ―mi castigo sería absoluto― desde ahora ya no son parte de Océano ―les quitaría su clan― y cuando lo indique volverán a su sede, se transformarán en un humanos y no pueden volver a transformarse en lobos nunca más, no merecen ser lobos ―escucho jadeos de sorpresa― no van a esparcir odio y no van a hablar de esto con nadie, se van a callar y en el mundo humano buscarán a la policía y confesarán todos los delitos por los que podrían ser juzgados para que los encarcelen. Y tú ―me puse frente al lobo que tenía hijos― no te acercarás a tus hijos ni a nadie que lleve su sangre nunca más ―miré al muchacho y este asintió, serio, conforme―. Márchense.

Echaron a correr y aullaron mientras se marchaban sin encontrar respuesta, dejando su clan para siempre. Me quedé frente al grupo de lobos adultos que habían abusado de otros pero no de niños. Entre ellos los progenitores de Jun y sus hijos.

―Voy a escuchar y juzgar los crímenes de cada uno y sus líderes me ayudarán a decidir si merecen quedarse en su clan ―busqué a mi hermana y a Ignis, ambos se pusieron junto a mí. Ignis se inclinó hacia adelante demostrándome su respeto. Yo incliné la cabeza y luego volví a esos lobos y miré al primero de la fila―. Confiesa tus abusos y crímenes.

Tuvimos que escucharlo todo, abusos cometidos por orden de Zhirayr, otros por voluntad propia, persecución, acoso, asesinato. Algunos tan corrompidos que no podían seguir siendo lobos, habría sido una ofensa, los condené a no transformarse y entregarse a las autoridades que los buscaran por sus crímenes. Otros no habían querido hacer nada de lo que habían hecho, habían sido forzados a ello, o se habían sentido presionados por su entorno, no era justificación pero podía entender que es difícil ir contra aquello que te rodea y salir de lo que tu comunidad te ha dicho que es la forma de hacer las cosas.

Algunos lobos no aullarían nunca de nuevo, otros podrían continuar con su vida pero bajo la restricción de no abusar de nadie otra vez. Los progenitores de Jun y sus hijos estaban dentro de ese grupo, incluso Haneul, aunque él había cometido delitos contra humanos y tendría que pagar por ellos. Tuve que tener cuidado con los hijos de aquellos que no volverían a transformarse, asegurarme de que les quedara un padre o madre, que este no fuera abusivo, que tuvieran guía y apoyo. Cuando terminé el clan de Océano había perdido un tercio de sus lobos.

―Océano ya no será un clan que elija a sus líderes por lucha, cuando sea momento de elegir nuevos líderes los que tienen ahora elegirán el método ―miré a Ignis y Len y estos asintieron―. Los que quieran marcharse, pueden hacerlo. Pueden unirse a otros clanes o pueden formar uno propio ―los lobos se miraron entre ellos―. Pero ya sea que se marchen o se queden, estarán a prueba por los siguientes siete años ―advertí―. Si se quedan serán sus líderes los que determinarán si han mejorado y ciertas restricciones pueden ser levantadas, si se marchan a otro clan, serán los líderes de los clanes a los que se unan quienes van a evaluarlos, si deciden formar su propio clan, les pediré a los clanes cercanos a los suyos que mantengan vigilancia y no tendrán derecho a hablar como líderes de su propio clan en ninguna reunión estos siete años, porque estarán bajo la tutela de un clan seleccionado y ellos hablarán por ustedes. Sin embargo, esta condena es solo suya, no es heredable a sus hijos―miré a la multitud―, líderes, por favor acérquense aquellos que están dispuestos a aceptar lobos en sus clanes ―se acercaron una docena de ellos, serios, deseosos de hacer lo correcto―. Elijan, quedarse, unirse a otro clan o formar el propio.

―Yo me quedaré ―el muchacho a cuyo padre había condenado por abuso fue el primero en alzar la voz―, nos quedamos, mi hermano y yo ―es valiente.

―Bien, aunque debes saber que ni tú ni tu hermano tienen ninguna restricción ―no había puesto ninguna sobre los jóvenes, solo los adultos. Él asintió.

―Quiero quedarme ―lo acepté. Otros más jóvenes siguieron su ejemplo, algunos del grupo más adulto. El clan quedó dividido, casi todos los lobos jóvenes estaban decididos a quedarse. De los otros, dos decidieron irse a otros clanes y el resto decidió que formaría su propio clan.

―Correcto, pero deben saber que no tienen derecho sobre el territorio de Océano ―advertí―, este le pertenece a los lobos que se están quedando en su clan ¿Quién será su líder? ―señalaron a un lobo que se veía grande y fuerte, miré a Jun, preguntándome si lo aprobaba, si era uno de los que había abusado de él, no podría aceptarlo, pero mi alfa no cambió su expresión, era uno de los que había cometido abusos menores cuando había preguntado― ¿Cómo te llamas y cómo se llamará este clan?

―Soy Erwan Breton, líder del clan Aguas profundas. Saldremos del territorio de Océano y nos moveremos hacia el norte, Indonesia ―miré al líder más anciano de todos.

―Eso está cerca de tu territorio ―el anciano apretó los labios y asintió.

―Mi clan va a supervisarlos ―al fin, por lo menos no tendría que pedir a un clan que lo hiciera, estaba muy cansado. Pero ya casi terminaba.

―Bien. Entonces ―miré al grupo― Aguas profundas, estarán bajo la vigilancia del clan Luna Errante por los siguientes siete años, cuando se evaluará la posibilidad de dejarlos ser un clan independiente ―puse mis ojos en todo lo demás― A los enjuiciados de Océano y Aguas profundas les daré una última orden. No van a esparcir odio ni buscar venganza. Van a seguir adelante ―el poder de mi última orden vibra en mi lengua. Miré a la multitud, a todos los lobos que habían mirado ese espectáculo con atención, intriga, incluso miedo―. Soy consciente que el poder que existe en mí es demasiado para una persona. Puedo asegurar para su tranquilidad que no deseo usarlo de nuevo ―los murmullos comenzaron a extenderse―, no me busquen para congraciarse conmigo o porque creen que soy una amenaza ―me paré firme y orgulloso, tenía que hacerlo mientras decía aquello―. No se los recomiendo.

No deseaba usar esa voz de nuevo, pesaba en mi garganta, como si forzara mis cuerdas vocales, pero no dudaría en hacerlo si me atacaban. Gael dio un paso delante de la multitud.

―Hemos alargado suficiente esta noche y fue una situación necesaria, pero ahora volvamos a nuestros asientos y comencemos con las presentaciones ―sentí que al fin descansaba, se me doblaron un poco las piernas y Jun me sujetó para que no cayera.

―Cárgame, por favor ―no sentía que pudiera sostenerme mucho más, de inmediato me sentí levantado, uno de sus fuertes brazos me sujetó la espalda y el otro las piernas. Descansé la cabeza contra él, hundí mi hocico en su pelaje oscuro, respirándolo―. Me siento muy cansado.

―¿Está bien? ―escuché la voz de papá, o al menos la distorsión que era su voz en forma de lobo.

―Sí, solo está cansado ―su cuerpo terminó sentándose en las gradas, me acomodó en sus piernas y abracé el abdomen donde mi cachorro vivía. Cerré los ojos mientras comenzaba la presentación de los clanes.

―Zhirayr ya no existe... se siente anticlimático ―Jun me abrazó un poco más fuerte y me acarició.

―La muerte no debería ser un espectáculo ―eso era cierto.

―Y este no es un final, Océano sigue existiendo, los lobos se seguirán reuniendo, vendrán más y más después de nosotros ―eso incluía a nuestro bebé.

―Sí, pero gracias a ti muchos niños no serán abusados como yo lo fui, no crecerán rodeados de violencia ―quiero creer que hice lo correcto.

―¿Crees que fui justo? ―me abrazó con más fuerza. Era él quien venía de ese clan, era él quien había sufrido bajo su opresión, era mi alfa, mi amado, mi vida, era su opinión la que me importaba.

―Lo creo.

―Entonces estaré tranquilo ―cerré los ojos de nuevo.

―Rhea... ―la urgencia en su voz me hizo mirarlo, encontré a mi lobo de ojos grises repleto de emoción―. Gracias, creo que fuiste más que justo, fuiste un alivio, dejé ese clan hace mucho tiempo, pero siento que algo dentro de mí se liberó gracias a ti ―entiendo que en su interior aún había cargado peso, el peso de Zhirayr, de su existencia y de lo que dejó atrás.

―Ya no podrán hacer daño ―se lo aseguro y me sostiene firme entre sus brazos.

―Eres un milagro ―me colma el corazón, pero jamás habría podido lograrlo sin él.

―Tú eres el mío ―el milagro que me había llenado de sonrisas, de amor, de vida. Y de una vida que existía hermosa en mi vientre y crecería hasta volverse un ser maravilloso solo por ser suyo.

―Mi sobrino o sobrina puede escucharlos ¿saben? Mejor háblenle de los Black Jackals o va a creer que el mundo es cursi ―me había olvidado de la presencia de mi manada a mi lado, a mis espaldas, de mi hermano junto a mí, mirándome preocupado para luego hacer una broma y lograr que sonría.

―Tonto ―pero me hizo sentir que volvía a la normalidad. Que todo avanzaba de nuevo y el mundo seguiría su curso.

Tonto ―me remedó.

―Dada, Themis me está molestando ―acusé y él soltó un suspiro.

―Tranquilos todos ―advierte con una voz peligrosa. Y puede que yo sea el lobo nacido en Luna llena, dorado y con la voz que siempre será escuchada, pero si mi dada lo dice, me callo.

Y me quedo en silencio. Bajo las miradas de muchos curiosos, me quedo en silencio y en los brazos de Jun. Observo en dirección a Océano, donde Ignis y mi hermana se encuentran sentados entre un grupo de jóvenes, los escuchan con atención, les responden en lo que imagino es voz baja, pues aún están ocurriendo las presentaciones. Sé que le he dado una carga pesada, me duele que ya no esté en el mismo clan conmigo, pero al mismo tiempo no creo que nadie más pudiera haber realizado un mejor trabajo que ellos. Ella es terriblemente organizada, Ignis está lleno de dedicación, siempre quisieron cuidar de una manada y estaban dispuestos a forjar la propia solo para no tener que elegir entre una u otra. Pero ser solo ellos dos no habría alcanzado, sus corazones querían cuidar de los demás, querían ayudarlos y liderarlos. Sabía que era lo correcto, tal como supe que era verdad la leyenda en mis entrañas. A veces podía presentir cuando algo estaba intrínsecamente bien, solo con pensarlo y este era uno de esos casos.

La hermandad es más que solo un nombre ahora. Porque Len está ligada por sangre a Montaña y porque Bosque fue su casa, porque Ignis y Mars son hermanos y sé que él liderará a su manada. Los cuatro clanes originales están ligados por sangre y alianzas. Somos una familia de nuevo.

• • •

Solo un capítulo más y terminamos. En el que sigue les dejaré un comentario como se debe.

Por cierto, si alguien me escribió inbox el miércoles que wattpad andaba con problemas, por favor que me escriba de nuevo porque no me aparece y no puedo contestarlo. 

Gracias y que lo disfruten ¡Casi acabamos! En cuanto termine de revisar publico el final.

SCiel

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