En mi oasis siempre hay Luna...

De S_Ciel

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Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... Mais

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

30. La leyenda de quién eres

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De S_Ciel


Len había anunciado que ella e Ignis vendrían a vernos, así que estaba preparando la habitación de visitas, poniéndole sábanas a la cama y un par de mantas por el frío que empezaba a apremiar, todo con mucho cuidado cuando Jun entró a la habitación.

―Déjame hacerlo ―hubiese protestado, pero estos días lo dejo cuando se pone así, entiendo que esté algo ansioso con todo lo que está pasando. Es extraño que Len visite tan cerca de la reunión de los clanes, y que venga a nosotros con tanta urgencia. Parece como si adivinara o presintiera que cosas van a ocurrir. Pero da la impresión de que se acerca algo y pone a Jun nervioso, tal vez porque la última vez que fuimos a esas islas teníamos trece años y pasaron demasiadas cosas traumáticas, no era muy agradable la idea de volver allí, menos ahora.

Pero quiero creer que estaremos bien. Tenemos veinte años y las cosas son distintas, nosotros somos distintos. Si fuese algo muy malo lo que ocurría Len nos hubiese advertido por teléfono y no hubiese insistido en visitar. O eso me repito para calmarme.

―Su avión llega en un par de horas ―comenté en lo que lo observaba acomodar las sábanas con mucha precisión para luego poner las mantas encima y el cobertor.

―Yo debería conducir ―lo cierto es que lo encuentro un poco adorable.

―Está bien ¿Por qué no vas tú y yo me quedo preparando algo de comer? Los panqueques me quedan mucho mejor que antes ―usualmente Jun cocina, a mí no se me da tan bien, pero he ido mejorando.

―Claro, yo voy por ellos ―terminamos de ordenar el cuarto y él se marcha para llegar antes al aeropuerto.

Nuestros padres habían vendido el auto para siete personas cuando nos marchamos y nos habían conseguido uno pequeño para nosotros, un jeep usado de dos puertas y cinco asientos. Lo cierto es que teníamos que llamarlos, aun cuando nos íbamos a reunir todos para la reunión de los clanes queríamos verlos antes de eso, llevaba meses que no nos veíamos más que por una pantalla. El bulto cálido que se encontraba junto a mí en el sofá ronroneó.

―Tú también los extrañas ¿verdad, Salem? ―ronroneó de nuevo. Se había vuelto un gato más dormilón con la edad. Lo habíamos conseguido cuando yo tenía seis años, catorce años atrás, entendiblemente estaba algo cansado en su vejez.

Yo no pensé que nosotros tendríamos que hacernos cargo de él, pero mirándolo bien, supongo que debí saberlo, mis padres siempre habían mencionado que querían volver a viajar y no podían llevarlo consigo, Len estaba trabajando en alguna excavación por el mundo y los gemelos hacían lo suyo con sus partidos. Cuando fui aceptado en la academia de música y Jun en la UCCO sabíamos que tendríamos que mudarnos a Liber, pensé que tendríamos que buscar un apartamento, como había hecho Len cuando se marchó a estudiar, pero Liber era una ciudad grande, con un bosque importante, así que no había sido necesario. Se me olvidó que nuestro clan solía tener propiedades en lugares así, especialmente en nuestro país. Tía Dalia trabaja en muchos proyectos de arquitectura y entre ellos siempre intenta obtener nuevas propiedades con la finalidad de proteger áreas verdes, pero además de eso cada líder de nuestro clan en el pasado ha intentado contribuir adquiriendo propiedades en áreas de refugio forestal. Mis padres de hecho se conocieron mientras papá se quedaba en una de aquellas: en Roscoe.

Así que vivíamos en una casa de un piso, tres habitaciones, dos baños. Usábamos una de las habitaciones como estudio, con mis instrumentos y el computador de Jun, nuestro cuarto para dormir y el que quedaba libre para invitados. La casa estaba a setecientos metros de la carretera, en el bosque y a quince minutos de la ciudad en vehículo. A veces me sentía un poco aislado del mundo, en especial cuando me juntaba con Riri que lo tenía más fácil viviendo en un apartamento en la ciudad, pero también apreciaba demasiado la privacidad de estar aquí, solo junto a Jun, sin vecinos que nos escucharan o interrumpieran.

Cuando nos mudamos pensé que iríamos a visitar a nuestros padres en vacaciones, hubiese sido lo normal. Lo sorprendente fue que ellos también dejaron Silvius. Y es que se habían tomado en serio lo de buscar un equipo que le permitiera a los gemelos seguir estudiando su quinto año lo que había derivado no solo en una búsqueda de equipos sino de escuelas que les permitieran graduarse mientras jugaban profesionalmente. A mí se me hacía extraño porque había pasado todos mis años estudiando en Silvius, no habría querido irme para mi último año, pero a pesar de que se llevaban bien con sus compañeros, para los gemelos su pasión por el deporte era más fuerte. Luego de mucha búsqueda, enviar videos de sus juegos y otras postulaciones, ficharon con los Red Pandas, un equipo japonés de segunda división. No me extrañaba que hubiesen querido ir a Japón, porque era donde estaban sus amados Black Jackals, pero sí me sorprendía que no hubiesen intentado entrar a ese equipo primero. Sin embargo, habían explicado que el régimen de entrenamiento era mucho más duro para los equipos de primera división en Japón y que en segunda era más fácil estudiar y formar parte de un equipo. «Iremos y brillaremos mucho, así nos será más fácil postular para los Black Jackals la siguiente temporada». Decidieron terminar su quinto año en un instituto que hacía todas sus clases online y, como ya no quedaba más que educarlos a ellos, nuestros padres se marcharon también para acompañarlos.

¿Fue fácil conseguir un proyecto en Japón? No. Pero como dada no era solo bibliotecario sino que autor de libros infantiles, se propuso hacer talleres allá para niños que quisieran aprender nuestro idioma, además con su conocido talento como cuentacuentos se las ingeniaba. Papá iba a unirse a un par de proyectos de fotografía de la fauna local y pensaba postular a algunos estudios fotográficos allá. No era perfecto, y ninguno hablaba japonés, pero sí apreciaban la aventura y se habían lanzado a ella. Jun les había puesto el mejor softwate de traducción que había encontrado en el celular, para que al menos pudieran comunicarse sin necesidad de saber tanto, irían aprendiendo sobre la marcha.

Todo eso se tradujo a que ellos se mudaran. Hoy, tres años después, Atlas y Themis visten de negro y amarillo en la cancha, con las camisetas que soñaron, y nuestros padres nos visitan de vez en cuando porque unos meses después de que los gemelos se graduaron dejaron Japón. Ahora se encuentran de viaje como cuando éramos niños, la única diferencia es que van los dos solos. Era extraño como todos habíamos tomado nuestro propio camino. Pero intentábamos volver a Silvius al menos unos días durante las vacaciones de verano y reunirnos todos y ponernos al día. Usualmente nos adaptábamos al calendario de Atlas y Themis porque no es como si pudieran faltar a un juego o correrlo de fecha, los demás teníamos compromisos más flexibles. De todos modos nuestros padres venían a visitarnos siempre que podían y a ver a Salem, como éramos los que tenían una vida más estable, fue adecuado que nos quedáramos con él.

Le besé la cabeza, maulló medio indignado pero no se movió y fui a cocinar los panqueques. Estaba acomodando los platos en la mesa cuando los escuché llegar. Como estaba poniendo todo en la mesa del salón (que tenía una clara vista de la puerta) pude verlos cruzar la entrada y sorprenderme un poco. Mi hermana entró primero sonrisa amplia, cabello alocado y ojos amarillo brillante.

―¡Rhea! ―fue a abrazarme y reí, aun cuando yo había crecido un poco más, ella seguía siendo más alta que yo. Se veía distinta, miré a Ignis y Jun que entraron tras de ella ¡Ambos estaban muy bronceados! Nos veíamos más menos del mismo color, debía haber pasado muchas horas bajo el sol, seguro dada le iba a mencionar que no olvidara el bloqueador solar cuando la viera.

―Estás muy bronceada ―su piel brillaba eso sí, tan saludable como siempre. Me aparté para saludar a Ignis que también me dio un abrazo, aunque un poco más formal. Len le había estado enseñando a ser más afectivo. Se veía bien, tan alto como siempre, a sus veintisiete años lucía mucho más joven y relajado que en mis recuerdos. Aunque eso se refería a las últimas veces que nos habíamos visto, ahora me miraba extraño y había recibido mi abrazo como si no creyera que debía o algo así. Raro.

―Nos bronceamos porque estuvimos trabajando en una excavación a mucho sol ―explicó mi hermana en lo que miraba la mesa, casi con su nariz― ¡Hiciste panqueques!

―Sí ¿por qué no descansamos las piernas y nos sentamos a comer? ―el comentario de Jun me hizo sostener un suspiro.

―Llevo horas sentada en ese avión, pero quiero comer así que claro ―Jun guió a Ignis al cuarto de invitados para dejar sus bolsos y maletas y luego nos acomodamos en la mesa, él a mi lado y Len frente a mí junto a su novio.

―Así que ¿por qué viniste? No creo que sea para anunciar que van a casarse, no te habrías tomado la molestia de volar hasta aquí ―Ignis se sonrojó, no pensé que pudiera sonrojarse. Mi hermana se rió mientras negaba y le quitaba importancia.

―No hablemos ahora de casarnos ¿te das cuenta que sería una boda repleta de lobos? Y que tendríamos que elegir un lugar que sirviera para ambas familias ―suspiró, haciéndome saber que ya lo había pensado o tal vez desviando un poco el tema―, no, esto es distinto, vinimos a cumplir una promesa ―de pronto se puso más seria y apreté la mano de Jun.

―Encontramos la razón por la que te quiere Zhirayr ―Ignis muestra un rostro totalmente serio. Jun aprieta mi mano y todo mi cuerpo se tensa, me fuerzo a respirar hondo, me fuerzo a no ponerme nervioso, si fuera algo malo o peligroso Len me lo habría dicho, no habría llegado sonriendo y relajada.

No te pongas nervioso, no te pongas nervioso.

―¿Cuál es? ―Jun fue el primero en preguntar, ellos se miraron.

―Hablémoslo luego de comer, hay varias cosas que quiero contarte y es mejor ponerse cómodos porque hay varios puntos que tratar ―cerré los ojos un momento, busqué calma con la naturalidad de alguien que ha aprendido a atraerla con mucha práctica a través del tiempo, asentí.

―Está bien.

Terminamos sentándonos todos en la cama de nuestro cuarto, Jun lo había sugerido. Así que nos acomodamos en el mullido colchón con cobertor celeste y cojines grises mientras ellos se sentaban frente a nosotros a los pies de la cama, Len se quitó los zapatos sin complejos y cruzó sus piernas como buda acompañada de varios papeles, Ignis estaba algo más cohibido, pero terminó haciendo lo mismo, aunque se sentó con su espalda mucho más recta.

―Déjame empezar diciendo que nos tomó un buen tiempo entender dónde debíamos buscar ―mi hermana comenzó lo que parecía sería un discurso largo, me acomodé mejor, Jun me abrazó por el abdomen y yo recosté mi espalda contra su pecho―. Primero nos enfocamos en el hecho de que eras un omega puro ―tenía sentido―, es decir, es lo que te hace más diferente, porque ha habido otros lobos dorados, otros lobos nacidos en Luna llena, supuse que lo que te hacía más diferente de los gemelos o de mí era que habías nacido omega ―suspiró―, pero eso no nos llevó a ninguna parte ―apretó con sus manos unos papeles que sostenía―, luego estuvimos investigando de lobos dorados y nacidos en noches como la tuya, encontramos algunas leyendas pero nada concreto ni en claro ―dejó un par de papeles entre nosotros, supuse que contenían aquellas historias―, la mayoría asumía estas características con los alfas. Nos estábamos rindiendo y pensando que Zhirayr solo estaba loco y quería su venganza contigo, porque la verdad no entendía qué era lo que podía parecerle tan atrayente, pero entonces Ignis me hizo una pregunta que cambió mi perspectiva ―detuvo sus palabras para mirarlo, él asintió.

―Le pregunté cuál era el linaje de Jae ―oh, el linaje de dada, no se me había ocurrido pensar en ello. Ciertamente a Len tampoco.

―Ni siquiera había pensado en mirar allí ¿sabes? Porque a fin de cuentas el clan del que dada desciende desapareció, siempre he estudiado muchísimo el nuestro, Guardia del bosque, pero la sangre de otro clan corre por sus venas y es por eso que pudo convertirse y esa sangre corre por nosotros también ―ni siquiera me acordaba de cómo se llamaba ese clan, aunque dada lo había mencionado alguna vez.

―No olvidar los legados es muy importante ―Ignis lo mencionó con solemnidad y mi hermana le dio una mirada cargada de amor.

―Así es. No sabía qué información podría darnos, después de todo, esa sangre corre por todos nosotros ¿por qué sería especial solo para ti? Pero era una ventana nueva de investigación así que nos pusimos a buscar del clan Viento Nocturno ―cierto, así era como se llamaba, Len le dio una mirada a Ignis para invitarlo a ser el que continuara el relato, él puso sus rojizos ojos en mí.

―Mi familia tiene relaciones con los líderes más ancianos así que me contacté con los que conocía, los libros de clanes tienen diferentes versiones dependiendo de quién las escriba, incluso los que se llevan con el registro de otros miembros de los clanes ―explica―, así que empecé a buscar algún clan que tuviera información de ellos. Nos tomó algo de tiempo pero esa información llegó.

―Descubrimos que cuando Viento Nocturno se disolvió la mayoría de sus lobos hicieron como nuestro tatarabuelo y se integraron al mundo humano, renunciando a su herencia. Pero dos de ellos se unieron a otros clanes. Así que seguimos sus pasos... ellos ya habían fallecido, pero tuvieron descendencia ―sacó un libro anillado en papel blanco, se notaba que había sido impreso―. Uno de ellos conservaba el que fue el libro de su clan, de Viento Nocturno, así que conseguimos una copia ―me la extendió y pasé las páginas con fotografías del libro original, no eran muchas, de hecho, eran poquísimas, el libro personal de nuestro clan era inmenso.

―Es muy corto ―Len asintió, no iba a leerlo justo ahora.

―Sí, porque eran un clan bastante nuevo ―explica―. Habían dejado su clan original solo una generación atrás, por eso les fue tan fácil abandonar Viento Nocturno y deshacerse, no habían forjado vínculos ancestrales ―contó mi hermana.

―¿Y por qué lo dejaron? ―Ignis le contesta a Jun.

―Esa fue una época de crisis económica, golpeó a su clan más fuerte porque eran un clan grande. A un grupo de ellos se les presentó la oportunidad de venir a trabajar a este país y decidieron tomarla ―la voz de Ignis era tranquila, podía imaginarlo dando clases o seminarios―. Prefirieron dejar su clan en lugar de permanecer como miembros a distancia, algunos lobos prefieren hacer esto, creemos que fue también para aliviar la carga monetaria que tenían ya sus compañeros. Pero dejaron el clan original en buenos términos.

―Y formaron Viento Nocturno al mudarse aquí ―concluí. Tenía una pregunta más para hacer, de algún modo sentía que era importante y en parte mi lengua se negaba a soltarla. Pero puedo más que un músculo obstinado― ¿Cuál era su clan de nacimiento? ―se miran un momento, mi hermana aprieta los labios antes de contestar.

―Guardia de la Montaña ―no es como si no hubiese podido adivinarlo, Guardia de la Montaña simbolizaba el aire y el clan se llamaba Viento Nocturno.

―Pero ya no eran de ese clan, entonces ¿estamos realmente ligados a ellos? ―Len asintió.

―Si yo me cambiara a Viento Nocturno y luego a Desierto, siempre tendría un vínculo con Bosque porque está en mi sangre, de allí provienen mis antepasados, no importa por cuántos clanes pase ―explica―, no significa que mi vínculo con el clan al que me una no sea menos real, lo es, pero la sangre pesa en tu legado ―explica―. Si Ignis y yo formáramos nuestro propio clan, nuestros hijos seguirían teniendo un vínculo con Desierto, con Bosque, incluso con Montaña, porque de allí proviene su herencia y los antepasados que se remontan hacia atrás, en el inicio de nuestro tiempo.

Supongo que tenía sentido. No éramos hijos de Montaña pero de alguna forma éramos tataranietos o algo así, su sangre palpitaba entre nosotros, descendíamos de ellos tanto como lo hacíamos de Bosque.

―¿Y en qué afecta eso a Rhea? ―Jun me abraza un poco más firme, me acaricia el abdomen con las manos del mismo modo que suele hacer con mi espalda.

―Sabiendo solo eso, en nada ¿qué lo haría diferente de Atlas, Themis o de mí? ―Len me mira―, compartimos la misma sangre, el mismo legado. La pregunta sigue siendo la misma ¿por qué tú? ¿Solo porque es más fácil controlar a un omega? Parece una razón débil y de todos modos ¿qué le importa a él que tengas ese legado? Seguimos pensando, pero sabíamos que esto era importante, después de todo, es la sangre de dos clanes originales, clanes que se remontan al origen de los lobos.

―Entonces me di cuenta que tú estás unido a los cuatro ―las palabras de Ignis son extremadamente ceremoniales, como si temiera alzar la voz frente a mí―. Bosque, Montaña, Océano ―miró a Jun― y Desierto ―se llevó una mano al corazón.

―Pero cortamos mis lazos con Mars cuando Jun me mordió ―puse mis manos sobre las de Jun.

―Sí, pero los lobos reconocemos la imprimación como un derecho de nacimiento, una conexión que aun si es negada, es tuya, es tan valiosa como la sangre ―explica―, aun si elegiste pasar tu vida con Jun y él con Adhara, tu unión a él y a nuestro clan es un derecho con que naciste. Te pertenece, incluso si lo cortaron y no van a actuar nunca en ello, naciste con tu derecho y la conexión es tuya, tanto como tu sangre, es parte de tu derecho de nacimiento y está en ti.

―Pero ya no estoy unido a él ―soné terco, fruncí mis cejas, Jun me susurró «calma» al oído.

―Lo sabemos, no estamos diciendo que algo los ligue ahora ―me explica Len calmada―, pero no podemos negar que es una conexión con que naciste y que, los dioses no lo quieran, si algo le pasara a Jun y eso te liberara de su vínculo, volverías a sentirla ―apreté los labios―. No estamos insinuando que nada de eso va a pasar, pero es una realidad Rhea, naciste ligado a Desierto.

―Pero tú también ―ella miró a Ignis y asintió.

―Sí, yo también, pero tú también lo estás a Océano ―miré a Jun.

―Pero Jun es de Bosque ahora ―ella asintió.

―Pero nos hizo pensar que tal vez por eso quería que Jun te llevara consigo a Océano, pensamos que podía ser por la descendencia. Pero aun si tienes hijos con Jun, aquí o allá, estos tendrán sangre de los tres clanes iniciales, seguiría faltando Desierto porque la conexión por imprimación es tuya, no lo sería de tus hijos. Sería mejor en tal caso llevarme a mí, que mis hijos tendrán sangre de los tres clanes y si nacen en Océano estarán vinculados a los cuatro, por sangre y nacimiento ―me miró fijo y luego negó con la cabeza―, no busca tus hijos sino algo de ti, porque si Jun te llevara allí estarías tú ligado a los cuatro clanes pero ¿de qué le sirve eso?

―Es la gran pregunta ―Jun me besa el cabello.

―Exacto, porque bien podría intentar llevar a Len y sería lo mismo, sería más difícil porque es alfa y no tiene una relación con Jun como la que tienes tú que lo facilita, pero sí está ligada por sangre e imprimación a los mismos clanes que tú, Rhea ―sentía que Ignis estaba por llegar a un lugar importante, su tono se había vuelto más firme―. Pero teníamos ya una idea de lo que podíamos buscar, así que nos sumergimos en una investigación hacia lo más antiguo y encontramos mucho.

―Encontramos de la voz de líder ―Len estira un papel que Jun toma dejando de abrazarme con una de sus manos, se nota que es la fotografía de un pergamino antiguo escrito en algún idioma extraño, me basta ver las cejas fruncidas de mi novio para saber que no lo entiende pero se ve que ellos han escrito una traducción con lápiz en el papel―. Encontramos la leyenda original, la que nos contaron siempre, pasajes de estrofas de leyes antiguas.

―¿Dónde? ―quise saberlo, mi hermana sonrió.

―Hicimos un estudio topográfico para identifican el lugar donde debían de haber surgido los cuatro clanes de la leyenda y viajamos a donde creímos que podríamos hallar la información ―parece orgullosa de sí misma, ciertamente se había esforzado mucho, eso estaba claro, motivos no le faltaban.

―Pasamos los últimos meses en una excavación en Alejandría ―termina de contar Ignis. Supongo que eso explicaba el bronceado.

―Y dio fruto, Rhea, lo encontramos. Es más que solo tu conexión... eres tú ―Len parece emocionadísima, a mí me aletea extraño el pecho. Cálmate, me recuerdo―, siempre fuiste tú, supongo que Zhirayr debe haberlo escuchado de la boca de alguien, del mismo modo que debe haber hecho con la voz de líder, o tener un archivo más detallado pero...

―Len ¿soy qué? ―amo a mi hermana pero es buena para irse por las ramas cuando se emociona, con las manos temblando de la emoción me entregó un papel blanco que contenía la fotografía de un pergamino antiguo.

―Tú eres el lobo de la leyenda ―y observo la foto a color de un papel que seguro si lo miran feo se desintegra, una especie de pergamino que no puedo leer pero que tiene una traducción línea por línea. Al inicio tenía una introducción de lo que parecía ser luego una leyenda en verso.

«Cuando el primer lobo dejó a su casta la separación de sus hijos era inminente. El padre que a sus cachorros amaba deseó que un día regresaran a la comunión de la manada, así que les dejó un regalo, una promesa.

Nacerá una noche, cuando hayan olvidado mi rostro, nacerá el lobo que aullará para unirlos.

Su madre brillará alto en el firmamento para anunciarlo cuando nazca y él en la piel llevará la luz de mi estampa.

Será el hijo de los opuestos, nacerá con un corazón de fuego que será inundado por el agua.

Y cuando en su interior se completen el corazón y la sangre de mi herencia, traerá la paz a donde sea que haga falta.

Enjuiciará a sus enemigos porque en sus colmillos vivirá mi hambre y el bosque palpitará al ritmo de su alma.

Él aullará más fuerte que nadie. Y podrá liderar a mis hijos, porque su voz siempre será escuchada.»

Jun lee con la barbilla apoyada en mi hombro. Debería de estar diciéndole que está loca, que yo no soy tan especial como para ser la persona de una leyenda tipo profecía, que está bien que seamos lobos pero creer esto era demasiado. Sin embargo, lo leía, lo veía frente a mí, las piezas encajando en cada fibra, en cada palabra. Cierro los ojos un momento y lo creo. Y es que en el fondo siempre lo supe.

―¿Estás segura de que la traducción está bien hecha? ―Jun rompe el silencio. También quiero saberlo, siento una presión sobre los hombros.

―Sí, lo único que está a interpretación es el género, lo tradujimos como «él» pero en realidad es un género neutro, podría haber hablado de un hombre o mujer ―miré el papel y apreté los labios.

Lo siento en los huesos. Ella tenía razón. Soy yo, siempre fui yo, siempre fui distinto.

―Me quería por esta leyenda...

―Creo que al inicio sí fue porque eras un omega puro, porque no sabía que imprimarías de Mars, pero cuando pasó eso, creo que tal vez las cosas encajaron para él o quizás alguien le dio la información, no lo sé ―Ignis me mira con una solemnidad aterradora―. Pero está claro que te quería llevar sin que esta información saliera a la luz, porque si te domina a ti, según lo que interpretamos de esta lectura... los dominará a todos.

Dominar a todos. Sentía que me mareaba. Me apreté el puente de la nariz un momento y cerré los ojos. Respiré hondo.

―Necesito un segundo para asimilar esto ―podría ahogarme. Quería salir al bosque y calmarme como hacía siempre que necesitaba un consuelo muy grande, lo habría hecho si no fuera porque ahora sentía que incluso aquello era un signo de lo que siempre fui. Ninguno de mis hermanos necesitaba salir al bosque para encontrar paz, cuando yo pisaba allí dentro me sentía fuerte, en casa, podía experimentar todo como si viviera en mi alma, cada dirección la reconocía siempre que estaba allí dentro. Tal vez porque estaba dentro de mí, porque siempre lo estuvo, tal y como leían esas palabras.

―Rhea ¿estás bien? ―la voz de Jun me llama, me acaricia despacio, besa mi cuello y abro los ojos.

―Sí, solo es bastante ―miré la hoja de nuevo―. Técnicamente no tengo que hacer nada ¿no? Con que Zhirayr no me obtenga (y no lo hará) bastará para que ya no haga nada ―mi hermana asintió, Ignis lucía sorprendido.

―Pero es tu destino ―sonreí.

―Soy bueno yendo contra eso ―besé la mejilla de Jun y él me sonrió.

―¿Estás seguro?

Un corazón de fuego que será inundado por el agua.

―Seguro ―decidí amar a Jun, no importaba lo que un papel dijera. Miré la leyenda de nuevo, la palabra «promesa» me recordó la mía― ¿qué quiere decir «cuando en su interior se completen el corazón y la sangre de mi herencia»? ―parecía una condición. Mi hermana sacó lo que parecía su propia copia de la leyenda para releer la parte nombrada.

―Creemos que se refiere a concretar tu vínculo con Océano ―no entendía―, eres hijo de los opuestos, tierra y aire, naciste con un corazón de fuego, porque estabas vinculado con Mars y fuiste inundado por el agua, porque te enamoraste de Jun ―eso lo había entendido―, pero me da la impresión de que para que «se complete» la sangre y tu unión tendrías que tener un vínculo actual con Océano, Jun nació allí pero ahora es de Bosque ―lleva su labio hacia un costado, torciendo un poco su boca―, creo que aquí la idea hubiese sido que Jun estuviera todavía en Océano cuando se convirtieran en pareja y que de este modo se hubieran vinculado.

―Pero eso no pasó.

―No, por eso para poder alzarte como este lobo tendría que completarse esa parte, supongo que para finalizar la unión tendrías que, efectivamente, ir con Jun a Océano ―el abrazo de mi alfa me apretó contra su pecho y lo escuché gruñir.

No ―mi hermana asintió.

―Ya sé que no, solo digo las opciones, sería eso o... ―remarcó la «o»―, que tuvieras un bebé con Jun ―me sonrojé y me comenzó a latir acelerado el pecho―. Las líneas hablan de «en tu interior», si tuvieras un bebé, la sangre de Océano estaría dentro de ti, por el linaje de Jun y al tenerlo serías padre de un cachorro con la sangre de ese clan, ese es un vínculo fuerte e irrompible, te uniría a ellos por siempre ―apreté los labios y no me atreví a decir nada.

―Creo que deberían considerarlo ―Ignis nos miró a ambos muy serio―, sé que la siguiente reunión está solo a unas semanas de distancia y no es posible que lo logren para esa fecha si Rhea no está en celo, pero para la siguiente... ―se veía incómodo sugiriéndolo―, Rhea, podrías detener las cosas que pasan allí, en Océano, sé que es pedirte demasiado pero he escuchado rumores y lo que ocurre no es bueno ―se veía genuinamente preocupado y de pronto llegaron a mí todos los recuerdos del Jun que ese clan me había entregado, herido, inseguro, marcado. Mancillado por dolores que iban por encima y por debajo de la piel―. Allí también hay niños, Rhea.

Joder.

Busqué los ojos de Jun ¿estaría bien con ello? Supongo que sí, era su trabajo después de todo, salvar niños, lo entendería, aun cuando nunca había querido que me enfrente a ellos, sabría lo que tenía que hacer. El gris de su mirada es transparente y puedo leer a través de su iris, parece resignado, pero también decidido.

―Siempre has sido fuerte ―me lo asegura y porque es él, le creo. Observé el papel de nuevo.

―No sabemos si es real pero si lo es, si funciona... está bien ―los miré queriendo creer en la fortaleza que se supone vivía en mi garganta―. Lo haré. Voy a detenerlo, este será la última reunión para Zhirayr.

―Rhea, necesitas embarazarte primero ―me lo repitió como si no lo hubiese entendido, yo apreté los labios y miré a otro lado, avergonzado. Ella se dio cuenta y abrió mucho la boca―. No... ¡Mentira! ―soltó un chillido― ¡Estás embarazado! ―me voy a sonrojar hasta las orejas―. ¡Ah! ―chilló contenta, sorprendida, emocionada―. No puedo creerlo ¿lo planearon? Pensaba que querías esperar más tiempo... ―está entre el shock y la felicidad.

―Fue un accidente ―Jun me cubrió el estómago en su abrazo y yo me giré un poco para esconder el rostro en su pecho ¡No era así como quería contarlo!

―Rhea ¿cómo pudo ser un accidente? Solo puedes embarazarte en tu celo ―sonaba divertidísima, medio olvidada ya de todo lo de la leyenda.

―¡Pues no todo el mundo es tan organizado como tú o dada! ¿Vale? ―me molestaba un poco su risita nerviosa.

―Vida... calma ―me pide Jun y yo trato de respirar hondo y concentrarme en su aroma, huele muy bien.

―Pues mira, mi celo ha sido súper irregular estos últimos años ―me atrevo a mirarla, se ve todo sonrisas y no me deja de mirar la panza―, a veces se adelanta a veces se atrasa, resulta que la vez pasada se había atrasado unas semanas así que ahora no lo esperaba tan pronto y pensé que solo tenía ganas ―¿por qué tenía que contarle estas cosas?― y era como el inicio del celo al parecer y pues no nos dimos cuenta, llevábamos un tiempo muy ocupados así que solo nos entregamos y pensamos que estábamos ansiosos porque había pasado un tiempo, ni siquiera duró tanto, y luego Jun pensó que podía ser el inicio de mi celo, así que me recordó que tuviera mis supresores por si acaso, pero pasaron los días y yo pensé «no fue mi celo o ya me habría llegado más intenso, como se atrasó tanto la vez pasada seguro se atrasará más» pero luego ya pasaron más días y me pareció raro y... ―me sonrojé―, pues me hice la prueba y fuimos la médico y tengo un poco más de un mes ―la miro, tiene la boca abierta y los ojos brillantes, se parece mucho a papá así que es difícil enojarme con ella por reírse.

―No me lo puede creer ¿y saben nuestros padres?

―Queríamos contarles en la reunión, aprovechando que van a estar todos y ya Rhea tendrá dos meses ―sus caricias me calman, aún se me hacía tan... raro. Que había algo vivo dentro de mí, algo de Jun y mío, hubiese preferido contarlo de otro modo, aun ni nos poníamos a prepararnos para su llegada... o sea, yo no me había preparado, estoy seguro que Jun ya había elegido cuál era el mejor cochecito de bebé y la cuna y todas esas cosas por internet.

―Papá se va a desmallar ―anuncia y yo quiero creer que no.

―Felicidades ―Ignis interrumpe con aquellas palabras y me doy cuenta que, aparte del médico, es el primero en felicitarnos.

―Gracias ―supongo que esas palabras la hicieron reaccionar, de pronto los ojos de mi hermana se llenaron de emoción (y lágrimas).

―¿Están felices? ―miré a Jun.

Nerviosos, asustados, ansiosos y definitivamente...

―Muy felices ―lo dijimos al mismo tiempo y ella se lanzó a abrazarnos ignorando los papeles entre nosotros, apretándonos con fuerza.

―Felicidades ―nos soltó solo para inclinarse y hablarle a mi abdomen―. Bebé, soy tu tía favorita, crece y nace saludable ―me provocó reír.

―Gracias, Len ―se limpió las lágrimas.

―No puedo creerlo ¡Necesito comentarlo con alguien! ¡Ah! Quiero celebrarlo ―se desespera, mueve los brazos como niña pequeña frente a ella―, ya quiero que nuestros padres lo sepan, ya quiero ver a papá desmayarse ―me vuelvo a reír, qué nervios, ella mira a Ignis―. Vamos a ser tíos ―él le sonríe muy feliz.

―Sí, si necesitan ayuda, pídannosla ―miré los papeles sobre la cama.

―Necesitaremos ayuda con esto ―levanté el papel con la leyenda.

―La reunión es en tres semanas ―Ignis miró su celular para comprobar las fechas―, si decides lo que quieres hacer, te ayudaremos a lograrlo.

Y aunque hacerlos no era mi especialidad al menos tenía ayuda... era momento de trazar un plan.

Al final Ignis y Len se quedaron unos días con nosotros, luego para ayudarnos fueron a Silvius para hablar con tía Dalia en nuestro nombre. Habríamos ido nosotros mismos pero a mí me quedaba un examen de Historia del sonido que rendir y Jun tenía trabajo, había tomado varios días libres para cuando tuviéramos que viajar a la reunión de clanes así que no podía pedir más. Luego de arreglar las cosas con nuestra líder volvieron con nosotros y Len se quedó en el cuarto de invitados mientras Ignis se marchaba de vuelta con los suyos, las decisiones tomadas hacían que tuviera que conversar también con su clan.

Era de noche y yo me encontraba boca arriba mirando a la nada. Les habíamos pedido a nuestros padres que llegaran un poco antes a Silvius, ellos creían que era solo porque los extrañábamos, pero teníamos que contarles todo lo que pasaba. Solté un suspiro mientras sentía la mano de Jun moverse sobre la piel de mi abdomen. Todas las noches me ponía crema humectante porque había leído que eso ayudaría a cuando mi piel comenzara a estirarse, está muy sobreprotector, pero le tengo paciencia porque lo amo... y lo entiendo, yo tampoco quiero que a nuestro bebé le pase nada.

―Aún quisiera que no tuvieras que ser tú el que lo hiciera ―la mano que hace círculos sobre mi abdomen se detiene, me volteo a mirarlo, ambos recostados de lado, nos vemos frente a frente, su mano se cuela en mi espalda.

―Pero no puede hacerlo nadie más que yo ―apretó los labios―, sería fácil creer que lo hago por mi odio hacia él y, no voy a mentirte, lo odio. Pero esto no es solo por lo que pasó contigo ―era una responsabilidad más grande la que cargaba―, es porque somos lobos, no podemos seguir quedándonos quietos, debemos alzar la voz ―me apegó a su cuerpo y me sentí más fuerte―, debemos defender a los débiles, sé que tú entiendes eso ―era su profesión después de todo― y no podemos permitir que lo que te ocurrió a ti le ocurra a alguien más ―me aterrorizaba la idea―. Y siempre podrá pasar de nuevo si no los detenemos.

―Lo sé, sé que no lo harías si fuera solo porque lo odias ―aunque mi odio pesaba mucho, en este caso no habría sido suficiente.

―También quisiera que fuera en otro momento, quisiera no tener que hacerlo mientras nuestro bebé recién está creciendo ―no quería atraer atención a él cuando por ahora debía ser solo nuestro―, créeme que preferiría mantenerlo en privado ―era un sacrificio―, pero hay que detenerlos ―y ahora sentía que era mi deber. Todo lo de la leyenda aún era extraño y difícil de asimilar, pero al mismo tiempo se sentía real en mis huesos, correcto en todo lo que me hacía ser yo mismo. Creo que una parte de mí siempre lo supo.

Que soy distinto.

―¿Crees que podré lograrlo? ―parecía algo más increíble que todo lo que habíamos visto y aun si me sabía diferente, seguía siendo solo un muchacho de veinte años.

―Creo que puedes lograr lo que sea ―me besa la frente y me acaricia la espalda. La calidez de su aliento me roza la piel. Hace una pausa larga―. ¿Crees que estábamos destinados a enamorarnos? ―no sé si espera un sí o un no, pero yo tengo mi respuesta.

―No ―subí las manos hasta su cara para tomarlo de las mejillas―. Creo que pudo ser cualquiera, todo lo demás es algo que no podría haber elegido, mis padres, mi destino... pero en esa parte ―sonreí―, pudo ser cualquiera ―le beso los labios despacio, me tomo mi tiempo de sentir lo suave de esa parte tan maravillosa de su piel que me ha dado tantas sonrisas―. Si me enamoré de ti no fue por un destino, me enamoré de ti por todo lo que eres, por tu integridad, tu dulzura, tu dedicación, por la forma en que sonríes, en que te concentras y frunces el ceño cuando estás pensando, en que preparas el desayuno y tomas mi mano, en que me recuerdas mi celo...

―No siempre ―me acarició la panza y me hizo reír.

―Este no cuenta ―lo beso de nuevo―, te amo por tu corazón increíble, te amo porque me ves incluso con los ojos cerrados y siempre te siento ―lo abrazo con fuerza, amo su cuerpo grande, tal vez demasiado―. Si hubieses sido cruel esto no habría pasado. Me enamoré de ti por quién eras y en quién te convertiste y me sigo enamorando de la persona que eres, cada día ―siento pequeños besos en todo mi rostro―. No quiero creer que fue el destino porque estoy orgulloso de que nos elegimos el uno al otro, estoy orgulloso de la persona que elegí para pasar el resto de mi vida.

―Yo también ―sigue repartiendo besos―. Ahora deberías dormir, leí que es muy importante que tengas todas tus horas de descanso ―solté un suspiro bien fuerte para que lo escuchara, aunque igual lo hubiese oído porque estaba justo a mi lado.

―Bebé, tu papá es un exagerado ―me besó el cuello donde me daba cosquillas y sopló contra mi piel haciéndome reír.

―No le digas esas cosas, no le creas, bebé ―acaricia mi abdomen, aún ni se nota bien, solo se siente un poco crecido allí pero más como si hubiese tenido un almuerzo grande―. Pero en serio, mi vida, descansa ―parece pedírmelo de verdad, sonreí.

―Solo estoy embarazado, Jun, no enfermo ―pero me acomodé dándole la espalda, él me abrazó como sabía que haría y abrazó a nuestro pequeño (o pequeña) con su mano, me gustaba como cubría toda mi espalda con su cuerpo.

Era yo quien debería estar preocupado por él. Después de todo, mañana íbamos a contarle a nuestros padres y si se enojaban no iban a atacarme a mí, que cargaba a su nieto o nieta, sino a él. Pero nuestros padres nunca nos habían golpeado. Dudo que empezaran ahora.

Nos levantamos antes del amanecer y terminé recostado en el asiento trasero mientras Len y Jun se turnaban para conducir ¿podría haber conducido yo? Sí, ¿me dejaron? No. Resulta que una futura tía puede ser igual de sobreprotectora que un futuro padre. Así que me pasé las horas de viaje entre dormir y comer. También tuve que hacer que se detuvieran porque el movimiento del auto me daba náuseas y terminé vomitando. Pequeños efectos secundarios de cargar mi alien. Pero llegamos a Silvius cerca de las tres, parte de mí hubiese querido llevar a Salem de vuelta a la casa que siempre había conocido, pero solo estaríamos unos días y luego tendríamos que tomar un avión a las islas de la reunión así que lo habíamos dejado en Liber, con Riri, podríamos haberlo dejado en un hotel de mascotas pero a Salem le gustaba Riri y ella no tenía problema en cuidarlo. Finalmente alcanzamos nuestra casa y ya había un vehículo así que nuestros padres debían haber llegado más temprano.

―¡Hey! ―me sorprende ver salir a Themis, se suponía que él y Atlas llegarían unos días más tarde pero allí estaban. Themis con su cabello corto y cuerpo crecido, a sus diecinueve años ya tenía más músculos y lucía muy ejercitado. Abrazó a Len primero y giró con ella en el aire, Atlas salió después, seguía llevando su cabello largo y lucía solo un poco menos musculoso que Themis, me abrazó primero aunque al menos no me levantó.

―Qué bueno verlos ―me provocó sonreír mientras Jun y Themis se palmeaban las espaldas.

―Pensamos que ustedes vendrían después ―comenté.

―Es que cuando supimos que vendrían un poco antes quisimos venir también, estamos en descanso de la temporada así que quisimos aprovechar la oportunidad ―Themis me despega de Atlas para abrazarme y me llena de una sensación cálida y conocida.

―Pues qué bien ―al menos así el shock de contarles sería comunitario.

―¿Y las clases? ―Len es la primera en preguntarles y Atlas le sonríe agachándose un poco mientras nuestra hermana le revuelve el cabello.

―Las clases van bien.

Al final sí decidieron estudiar a distancia, este era su segundo año. Themis estaba en Márketing y finanzas, Atlas en nutrición, enfocándose en nutrición para atletas.

―Ah, qué imagen más linda, todos mis hijos, mis cinco cachorros ―papá estaba apoyado en el marco de la puerta de casa y sonreía enseñando su hoyuelo.

Seis cachorros, papá.

No, esa no era la forma de decirle. Nos repartieron abrazos, besos y preguntas de cómo estuvo el viaje.

―No debió ser tanto si se turnaron para conducir ―comentó papá y Len se estiró extendiendo los brazos hacia arriba.

―Solo Jun y yo, así que igual fue un poco cansado ―dada frunció las cejas, extrañado.

―¿Y por qué no condujo Rhea también? ―me sonrojé y escuché a Len soltar un «ups» bajito. Podría haber dicho que gané una apuesta, que porque suelo conducir siempre en casa esta vez le dije a Jun que él debía conducir. Excusas había pero tampoco quería mentirles.

Y no tuve tiempo.

―¿Qué te pasó? ¿Estás embarazado? ―y Themis lo dice en broma pero yo abro los labios y veo a Jun sonrojándose, lo que se traduce en yo sonrojándome y la boca de mis hermanos abriéndose y Len riéndose divertida y mis papás.

Shock total.

―Rhea ―dada se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Tuve que recordarme que tengo veinte años, que mis padres tuvieron a Len a los dieciocho y aún ni siquiera trabajaban, que solo me falta un año y medio para graduarme, que a diferencia de ellos Jun y yo ganamos dinero por nuestra cuenta así que ni siquiera necesitaríamos pedir ayuda al clan, tal vez solo para cuidar al bebé de vez en cuando, que estábamos listos. Pero era un recordar basado en miedos absurdos porque dada me sonrió antes de preguntar― ¿estás embarazado? ―me habría gustado mirar a Jun antes de contestarle pero me fue imposible despegarme de sus ojos azules.

―Sí ―su mirada se llenó de lágrimas.

―Mi niño... ―me besó la frente y me abrazó con fuerza―, felicidades ―lo abracé fuerte, cerré los ojos empapándome de él, preguntándome si mi bebé se sentiría del mismo modo cuando me abrazara a mí, tan inmensamente feliz y seguro.

Cuando me soltó abrí los ojos para ver a papá abrazando a Jun mientras se le salían las lágrimas, y Atlas y Themis aún parecía que no reaccionaban.

―Rhea ―papá y dada intercambiaron lugares y me encontré envuelto en él, mientras escuchaba como dada le decía «serás un gran padre» a Jun. Pero mi papá, le temblaban los brazos y me abrazaba firme pero sin apretar, como si fuera a romperme.

―Estoy bien ―de pronto me encontré sujeto por la espalda y siendo levantado.

―¡Vamos a ser tíos! ―Themis me alzó y escuché muchos ruidos de protesta a la vez, que provocaron que casi de inmediato mi hermano me depositara en el suelo deshaciéndose en disculpas―. Lo siento, lo siento ―miró mi panza―. ¡Estoy contento! ―no apartaba sus ojos de allí―, te conseguiremos camiseta de los Black Jackals ―le habló al bebé y puse los ojos en blanco, él y Atlas enseñaron sus hoyuelos y Jun se puso a mi lado, tomó mi mano. Habíamos planeado anunciarlo todos sentados, con calma, de una forma distinta, pero ya qué.

―¿Cuándo lo planearon? ―dada estaba un poquito equivocado con su pregunta.

―Pues... no lo planeamos ―Jun sonaba como si estuviese confesando algo gravísimo así que me apuré a defendernos.

―Pero estamos muy, muy felices al respecto, solo que mi celo es irregular y fue todo un poco raro, pero sí estamos contentos ―Jun asentía a mi lado y dada parecía querer ir a decir algo pero finalmente sonrió.

―Lo importante es que están felices ¿Han ido al médico? ―Jun asintió.

―Dijo que todo estaba en orden, el bebé está en buena posición y creciendo al ritmo correspondiente ―se veía tan contento, orgulloso, le brillaban los ojos.

―Mejor entremos, no te vaya a dar un aire o algo ―papá comenzó a apurarme hacia la casa y dada suspiró.

―Solo está embarazado ―por primera vez encontré un aliado desde que lo había contado, pero papá nos apuraba dentro.

―Mejor no arriesgarse ¿tienes hambre? ¿Sed? Acomódate en el sofá ―miré a Jun que asentía feliz mirando a papá.

―Ya sé de dónde lo sacaste.

Supongo que los alfa son sobreprotectores en esta familia.

Ojalá esa hubiese sido la única noticia que teníamos para darles. Pero no era así, teníamos más para decirles, necesitábamos que todos conocieran lo que iba a ocurrir en la reunión de clanes, lo que haría Len, necesitaban la verdad y necesitaban escucharla de mí. Porque yo soy su hijo, soy la leyenda que ellos forjaron y dieron a luz. Aun si no lo sabían.

• • •

Es el último domingo de En mi oasis siempre hay Luna llena. Esto salió muy tarde porque llevo días escribiendo ¿se acuerdan que les dije que tal vez iban a ser dos capítulos? Pues son tres. Mientras ustedes leen esto estaré leyendo el que viene en voz alta para publicarlo. En cuanto termine de corregirlos los iré publicando.

¡Gracias por su paciencia y por estar aquí! Nos vemos en un ratito en los dos capítulos que faltan

SCiel

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