Dulce tentación [#3]

By evelynxwrites

439K 46.4K 14.9K

Él la ve como su mejor amiga. Ella lleva años enamorada de él. Él dibuja. Ella escribe. Y el maravilloso arte... More

SINOPSIS
PROLOGO
capitulo 1
capitulo 2
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
capitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
capitulo 19
extra: tara&owen
capitulo 20
capitulo 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
epilogo I
epilogo II
PLAYLIST

capitulo 3

13.5K 1.2K 379
By evelynxwrites

TYLER

Owen tampoco es un experto en socializar. Su parte favorita de las fiestas, es instalarse en el sofá, tomar el mando de los videojuegos y organizar competencias en torno al montón de chicos que se turnan para competir con él. Es divertido observar la manera en que se concentra y logra ganar, pero es aún más entretenido cuando pierde y suelta líneas de frustración. Aunque sucede muy pocas veces. Mi compañero de piso es un experto, hizo de su pasatiempo una carrera al estudiar programación y diseño de videojuegos. Hablo en serio cuando digo que es un maldito genio.

Verlo ganar es divertido al principio, luego se vuelve monótono y el sueño empieza a abrumarme, haciendo que mis parpados comiencen a sentirse pesados. Bostezo e intento encontrar algo de confort reacomodándome sobre el mango del sofá.

En la mesa ratona, yacen un sinfín de latas de cervezas abiertas, a medio tomar, terminadas e incluso derramadas, largando su característico aroma. Y a veces simplemente ocurre, que, un olor o un pequeño detalle me traslada hacia el pasado. Mi padre vivía ingiriendo cerveza.

Durante un largo tiempo, lo de revivir situaciones pasadas, ocurrió seguido. La recurrencia de esa tortura fue disminuyendo con el pasar de los años, pero no se esfumó por completo. Todavía imágenes, pesadillas y escenas, suelen presentarse en mi cabeza sin previo aviso.

Cierro los ojos, inspiro una extensa cantidad de aire, el pecho se infla, sube y baja. Pienso que estaría bien salir un instante hacia afuera, distanciarme del olor a cerveza y buscar aire fresco.

—Amigo. Aquí estabas —pronuncia Neal aliviado, apoyando la mano sobre mi hombro. Diablos. Por un rato creí que no lo vería aparecer—. Llegaron las chicas —sonríe con marcado entusiasmo.

—No es el mejor momento, Neal. Tengo que salir —trato de explicar, pero hace caso omiso.

—Las chicas están esperando, no seas descortés —insiste y entonces, debo armarme de paciencia y seguir sus pasos—. Por cierto, tienes que hacerme un favor... —comienza a hablar, mientras andamos, abriéndonos camino entre la gente. El apartamento no es pequeño, pero tampoco es lo suficientemente grande como para organizar una fiesta. Las personas aquí están algo apretadas, aunque se divierten de todas formas.

—¿Un favor?

—Sí, es de vida o muerte. Bueno, no tan así, pero es importante —bromea—. Necesito un sitio para estar con la chica, pero no puedo echar a todos aquí. ¿Me prestarías tu apartamento? Mira, solo serán un par de horas. Hacemos lo nuestro, luego regreso y te devuelvo las llaves —no me da ni siquiera tiempo a responder, cuando cambia de tema—. Eh, ahí están. Aquella es Tara y esa, la pelirroja, es Maddie.

Abro la boca para decir algo, pero simplemente me quedo tildado como un idiota. Ahí, entre medio de toda la gente, Maddie está bailando. La Maddie que yo conozco. La que se convirtió en una de mis amistades más cercanas desde el día en que me mostró la colección de discos de nuestra banda favorita. Nuevamente, mis ojos pasean a través de su cuerpo, hasta llegar a sus facciones y finalmente, hallar sus ojos. Allí, compruebo que es ella.

En cuanto nota que estoy ahí, sus movimientos se detienen y proporciona una mirada que vacila entre ternura y nerviosismo.

—¿Y? ¿Qué te parece? ¿Está buena, no? —pregunta y lo ignoro, porque echo a caminar en dirección a ella—. Espera, deja que las presento... —Neal queda hablando solo, mientras acabo con la distancia restante hasta llegar a Maddie.

La última vez que la vi, fue hace tres semanas, cuando regresé a la ciudad. Damon y Keira me pidieron cuidar a los mellizos por una noche, Maddie también vino, aún continuaba recuperándose de la emboscada que le jugó Riley y su mejor amiga. Ella dice que lidiar con los niños la pone de buen humor, en especial porque estos siempre encuentran algún motivo para hacerla reír.

Cuando se durmieron, nos quedamos en el sofá mirando una película de terror y como de costumbre, acabó convirtiéndose en un momento divertido. Maddie se asusta con facilidad, salta sobre el sillón, grita, se cubre los ojos y termina enredándose a mi brazo, como si aquello pudiera salvarla de cualquier presencia paranormal.

Es tan extraño verla aquí. De repente, tengo la sensación de estar fuera de contexto, la vida que llevo en la universidad y la vida que dejé en la ciudad, uniéndose. No me desagrada, al contrario, que ella esté aquí es como traer un pedacito de casa hacia a mí.

—Tyler —pronuncia, ocupando un leve tono de disculpa. Su expresión oculta un <<lo siento por no avisarte que llegué>> o algo similar. Maddie no acostumbra a explayar sus sentimientos en voz alta, por eso aprendí a leer sus expresiones.

—¿Así es como recibes a tu mejor amigo? —bromeo, mientras abro los brazos de par en par, esperando su reacción. Ella niega, dubitativa—. Ven aquí —la animo y enseguida, corre a recibir el abrazo. Al colgarse de mí, sus pies se despegan del suelo, su barbilla encaja en la curvatura de mi hombro y cierro los ojos, llenándome de la energía que desprende aquel abrazo.

Al despegarnos, aprecio lo que tengo en frente. Ella sonríe y de pronto, me gusta la fiesta. El ambiente ya no es desagradable y pienso que podría quedarme aquí lo que resta de la noche.

—¿Mejor amigo, dijiste? —Neal aprieta el entrecejo, sorprendido. Sin embargo, la situación no le interesa y da un paso al medio, haciendo que la atención vuelva hacia él—. Bueno, como sea. Maddie es mi invitada hoy —atrapa a la pelirroja rodeándola por los hombros—. Ella es Tara. Tara, él es Tyler —nos presenta y seguido, hace una acotación con intenciones graciosas—. Vaya, sus nombres encajan bien —guiña el ojo.

Durante un largo rato, Neal acapara la atención, contando anécdotas acerca de las mejores fiestas clandestinas a las que asistió desde que llegó a la universidad. También remarca la forma en que se las ingenia para divertirse y al mismo tiempo, mantenerse como un estudiante y deportista modelo.

Sé lo que intenta hacer. Conozco aquel esfuerzo desmedido que utiliza con el afán de impresionar a las chicas. Mala suerte, no le está funcionando. Maddie lo escucha, probablemente de pura amabilidad, porque de a ratos su mirada se encuentra con la mía y sé que estamos pensando en lo mismo: salir de ahí. Incluso Neal le coquetea de forma modesta, pero ella lo deja pasar o simplemente no lo nota.

Y aunque acabo de conocer a Tara, su expresión de aburrimiento es evidente. La pelinegra aprovecha la conversación e interrumpe para pedir un buen trago, Neal asegura que se lo conseguirá.

—No te molestes, amigo. Mejor voy yo —digo, haciendo un ademan con la mano para que se mantenga en su lugar—. Ya hiciste demasiado organizando esta fiesta increíble —exagero, solo para impresionarlo. Alimentar su ego funciona, asiente sin oponerse.

—Y yo te acompaño —salta Maddie. No podía ser de otro modo. Ella quiere salir de ahí tanto como yo o más—. Tienes dos manos, ¿no? Y somos cuatro —se encoge de hombros, mordiendo su labio inferior en una leve expresión de nerviosismo.

—Sí. Es cierto. Tengo dos manos —afirmo divertido, ella se ríe y volteo la cabeza hacia un lado, animándola a que me siga.

☽♡☽♡☽♡☽

Destapo la botella y el intenso aroma a vodka se cuela por mis fosas nasales. Ni siquiera lo he probado, pero soy capaz de sentir aquella sensación de ardor a través de la garganta. Vuelco un poco en cada vaso, atento a no derramar ni una gota. Mientras cierro la botella, elevo la vista y me encuentro con la mirada de Maddie, que está frente a mí, apoyada con los codos sobre la mesa.

Una pequeña sonrisa halla lugar en mi rostro, impredecible.

—¿Qué?— pregunta la pelirroja, supongo que aquél gesto, aquella sonrisa inesperada, dio la sensación de que estaba burlándome o algo así.

—Nada —desvío la mirada un momento para apartar la botella y de inmediato, vuelvo a dirigirla hacia ella—. Es solo que me alegra que estés aquí.

—¿Aunque no te haya dicho nada? —replica grácil, apoyando el mentón sobre el hueco que forman sus manos, unidas y entreabiertas.

—Aunque no me hayas dicho nada —afirmo con seguridad.

De camino a la cocina, Maddie caminaba tras de mí, cuando largó la explicación sin previo aviso. Dijo que llegó unos seis días atrás y que planeaba avisarme la semana entrante, porque necesitaba aquellos días para salir de su espacio de confort y aprender a socializar con desconocidos.

Reconocí al instante que estaba inquietada por confesar aquello, especialmente porque sé que su manera de hacerle frente a su dificultad para hablar, es hacerlo cuando no la están viendo. Y le funciona. Entonces me giré, divisé su mirada ansiosa por recibir una respuesta y le hice saber que todo estaba bien. Seguimos caminando y la oí emanar un suspiro de alivio.

—¿Y cómo conociste a Neal? —curiosea, al mismo tiempo que le doy la espalda, para inclinarme y abrir la heladera, buscando jugo de naranja.

—Somos vecinos —respondo y extiendo la mano, hasta alcanzar la caja de jugo que está en el fondo. La sostengo y regreso hacia la mesa, para destaparla—. Vivo aquí arriba —hago saber. Seguido, inclino apenas la caja y empiezo a llenar lo que resta de los vasos, con sumo cuidado—. Neal es muy insistente. Supongo que ya lo notaste, ¿no?

—¿Notar qué?

—La forma descarada en la que te coquetea —evidencio con cierta chispa de diversión, resulta un tanto gracioso lo extremadamente despistada que puede ser Maddie a veces. De algún modo que desconozco, le resulta sencillo permanecer en su mundo por largos ratos y admiro aquello, desearía tener esa capacidad de abstracción e ignorar al resto.

—Oh —sonríe, otra vez nerviosa y, además, sonrojada—. Pensé que podíamos ser amigos. De verdad —se explica—. Yo no... No quiero estar con él de esa forma. Ya sabes. Ni si quiera lo pensé. Espero que lo entienda —se remueve, esta vez se yergue sobre sus pies y cruza los brazos por debajo del pecho, ahora sus facciones se transforman en preocupación—. ¿Y si lo rechazo y se siente mal?

—No te preocupes. No tendrás que rechazarlo —murmuro convencido, la corriente de jugo cae en el último vaso, dejando así, los cuatro listos.

—¿Cómo estás tan seguro? —inquiere.

—Porque tengo un plan. Si estás de acuerdo, lo que resta de la noche, voy a comportarme como el amigo pesado que nunca se aparta —develo mi táctica y ella sonríe, dando la primera señal de aprobación.

☽♡☽♡☽♡☽

Tal como lo pactamos, las siguientes horas pongo en marcha el plan y permanezco a su lado como si fuera una extensión más de su cuerpo. Es evidente que estropeé los planes de Neal, quien se esfuerza por esconder su frustración, cada vez que me lanza una indirecta y yo finjo no entender, así que la ignoro. Pretende que me lleve a Tara a cualquier otra parte, incluso aprovecha un momento en que las chicas se distraen, para pedírmelo rápidamente.

—¿Llevármela? ¿A dónde? —cuestiono, simulando una falta total de comprensión.

—Déjalo. ¿A caso estás drogado o borracho? —trata de leer mi actitud, pero no consigue nada—. Deberías irte a la cama —sugiere, entonces las chicas vuelven la atención hacia nosotros.

Cuando nos miramos, Maddie coloca una mano en su boca obligada a ocultar sus ganas de reír. Yo intento resistir, pero a pesar de apretar los dientes con fuerza, las comisuras de los labios se extienden formulando una pequeña sonrisa. Una de las tantas que le dediqué a la pelirroja en el trayecto de la noche.

Nos entendemos, compartimos sentido del humor. Es como si habláramos un lenguaje diferente al resto de la gente.

Minutos después, las chicas anuncian que se marchan. Las acompañamos hasta la puerta de salida, donde se despiden de ambos antes de finalmente, abandonar el lugar. No son las únicas. El apartamento se encuentra más relajado, ahora es posible caminar sin la necesidad de abrirse paso, ni corriendo el riesgo de chocar a alguien.

—¿Te vas? —pregunto a Neal, mientras observo como se coloca la chaqueta que instantes atrás, permanecía colgada sobre el perchero.

El rubio asiente.

ؙ—Tengo un asunto pendiente. Ya adiviné que Maddie es el tipo de chica que se conquista de camino a casa —comprendo que la va a perseguir, irá tras ella.

—Maddie es el tipo de chica que no quiere nada contigo —se lo aclaro de manera directa. Neal se detiene, no transita hacia el exterior, pero continúa sosteniendo el picaporte, preparado para salir en cualquier momento.

—¿Quién eres, su guardaespaldas? —ironiza, modulando una sonrisa burlesca de costado—. Me gusta cuando son así de difíciles. Lo hace más divertido.

Bufo, denotando cansancio. En este momento, creo que simplemente Neal es tonto.

—Escucha, Neal. Déjala en paz —pido, intercediendo porque Maddie me dejó en claro su posición con respecto a esto. Está intentando hacer amigos, distraerse. Sufrió tiempo atrás, cuando el idiota de su exnovio la engañó con su mejor amiga. Solo intento evitar que pase un momento incómodo—. No te lo está poniendo difícil. Te está ignorando porque no quiere estar contigo —explico, considerando que quizá sea necesario graficárselo en algún lado.

El contrario está pronto a modular respuesta, cuando disturbios que provienen de la cocina interrumpen y obtienen toda su atención. Si hay algo que Neal detesta, es que descuiden su apartamento o dañen sus cosas. De inmediato, olvida el asunto para dirigirse al sitio en cuestión.

☽♡☽♡☽♡☽

MADELEINE

—Estuvo toda la noche enviándote indirectas. ¿Cómo pudiste ignorarlo así? —Tara cuestiona asombrada, mientras ingresamos a mi habitación, donde Briana está sentada sobre la cama, utilizando la notebook—. Por Dios, es que no lo entiendo —me presiona a responder.

Regresando a la residencia, se dedicó a interrogarme acerca de Tyler. Me preguntó desde cuando nos conocemos, qué somos, qué sé sobre él y, por último, por qué no le conté que lo conocía. La cabeza empezó a dolerme, unas pequeñas punzadas molestas a causa del ambiente de la fiesta, los escasos sorbos de trago que bebí y la voz chillona de Tara que no se detiene.

Siempre he sido muy reservada con respecto a la información que doy sobre mí. No es que me esfuerce por convertirme en un misterio, así es como soy. Las cosas están encerradas en un cofre, bajo mil llaves, guardado en las profundidades de mi interior y en contadas ocasiones soy capaz de abrirlo ante alguien más. La última vez que lo hice, fue con Tyler, cuando le conté lo del baile.

—No quiero tener nada con él —contesto simple, encogiéndome de hombros. Al mismo tiempo, abro el armario, recogiendo el pijama que se encuentra dentro de un cajón.

—Es que no tienes que tener nada romántico o esas mierdas —aclara, con actitud relajada—. Puedes acostarte con él, pasar un buen rato y luego adiós —sugiere, aunque no comprendo por qué continuamos discutiendo esto. La fiesta acabó—. ¿O es que nunca lo hiciste? —indaga, frontal.

Dirijo la mirada a mis pies y mis mejillas comienzan a arder como si fueran bolitas de fuego.

—Sí. Pero no quiero hablar sobre eso —evito tocar el tema, hablando rápido—. Necesito dormir, Tara —la despido, los latidos de mi corazón corren acelerados y el calor en mis mejillas aún no cedió. No soporto mentir. Me siento demasiado mal conmigo misma y con el resto. Pero de cierto modo, me sentí patética ante la manera en que lo preguntó Tara. Me sentí patética ante la verdadera repuesta.

La chica abandona el cuarto, diciendo que mañana seguiremos la conversación.

Preferiría que no.

En un rápido lapso de tiempo, visto el pijama y me meto en la cama. Me hundo en el colchón mullido, cubriéndome con el rejunte de mantas hasta la barbilla.

—No dejes que Tara te haga sentir mal —la fuerte voz de Briana irrumpe el silencio, tajante, haciendo incluso que me sobresalte porque pensé que ni siquiera nos prestaba atención—. Seguramente ya lo sabes, porque pareces una chica inteligente. Pero por si acaso, no tiene nada de malo que aún no lo hayas hecho —larga y me quedo helada. ¿Cómo rayos lo sabe?—. Si hubiera tenido relaciones por presión, me habría acostado con algún idiota de mi clase y la habría pasado mal —sus palabras poseen un aura divertido, por lo que me tranquilizo y me dejo llevar por la sensación que se asimila a estar escuchando a una amiga—. Por suerte no fue el caso y espero que tampoco sea el tuyo.

Briana se coloca los auriculares para concentrarse nuevamente en la notebook. Mientras tanto, mis ojos comienzan a cerrarse, hasta que mi celular suena mostrando un mensaje.

Tyler: Aquí esperando que admitas que el plan fue todo un éxito.

Sonrío. Sonrío una y otra vez, frente a la pantalla del celular, con los dedos sobre el teclado táctil, decidiendo qué escribir.

Maddie: Sí, funcionó. Gracias a ti.

Tyler: De nada. Fue divertido.

Maddie: Aún siento pena por Neal.

Tyler: Descuida. Se repondrá.

Río en voz baja.

Tyler: Descansa, Maddie.

Tecleo el último mensaje de despedida y hago el teléfono a un lado, cerrando los ojos para dormir. Sin embargo, todo lo que puedo ver es a Tyler y a mí, horas atrás, en la cocina del apartamento. Él sonríe y luego habla, su voz produciendo una revolución en cada partícula de mi cuerpo, una revolución que estalla con un simple "me alegro que estés aquí".

Y entonces, recuerdo pensar:

<<Yo me alegro de estar aquí, pero más me alegro de estar contigo, Tyler>>.

☽♡☽♡☽♡☽

Si te gusta la historia y la estás disfrutando, me ayudaría muchísimo que me dieras estrellitas, comentarios y la recomendaras a otras personas. No se imaginan lo mucho que necesito de ustedes y su apoyo.

Recuerda añadir la historia a tu biblioteca y seguirme en mi perfil, así no te perderás de ninguna novedad u aviso importante.

También podes seguirme en mis redes donde encontrarás más contenido de mis historias.


Continue Reading

You'll Also Like

4.3K 240 19
____ Greene ex actriz de Nickelodeon quiere volver a hablar con su primer amor y ex compañero de trabajo Aidan Gallagher pero sólo se hablan en los c...
291K 22.6K 48
Sawada Tsunayoshi es un adolescente conocido por sus compañeros como "dame-tsuna", lo que ellos no saben es que es el heredero de Vongola's c.a una d...
2.5M 156K 79
TERCERA PARTE DE "Eres mía, preciosa" Después de todo lo sucedido en la vida de Mía y de Marcos, parece que el amor ha ganado... ¿O todavía es muy p...
1.4K 285 8
-No estás bien. -Sí lo estoy. -Sabes, una vez me enseñaron que toda verdad se ve a través de los ojos, y aunque tus ojos sean marrones, son puros, no...