En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

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Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

29. Las lágrimas son parte del encanto

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By S_Ciel

Mi creación es maravillosa.

Puede que parezca solo una montaña de ropa pero no importa, me hundo en ella, me rodea y huele increíble, es el mejor lugar del mundo justo en este instante. Mi nariz se hunde en una camiseta y el peso de las telas impregnadas de aquel elixir me encanta.

―¿Rhea has visto mi...? ―la fuente más deliciosa de todos los aromas aparece al fin, sus ojos se abren inmensos―. Estás en celo.

―Ven ―estiré mis brazos cubiertos por la ropa, pero él negó ¿por qué? ¿No ve que lo necesito?― ¡Jun! ―siento que quiero lloriquear pero él salió del cuarto y me enfurruñé entre la ropa, quería oler más a él, estábamos de vacaciones ¿por qué no pasarlo juntos? Lo quería conmigo, abrazándome, besándome, llenándome. La puerta se abre y sonrío, pensé que era Jun pero es papá, trae mi supresor―. No. No quiero ―me escondo debajo de la ropa pero él se acerca muy calmado.

―Rhea, que solo tienes dieciséis ―saca la ropa que me cubre poco a poco ¡Y me había quedado tan bien!

―Casi diecisiete, la misma edad que dada ―me terminó de descubrir, no era justo.

―Sí, pero nosotros nos habíamos graduado y queríamos un bebé, anda ―me entrega el supresor y hago un puchero pero me lo inyecto, papá me acaricia el cabello―. Muy bien.

―¿Y Jun? ―lo quiero conmigo.

―Le afecta más tu aroma, están vinculados, salió de casa ―lo quería conmigo―, se adelantó tu celo ―me encogí de hombros, se me olvidaban a veces las fechas pero Jun siempre se acordaba. El calor comenzó a disminuir y empecé a sentirme mejor, el supresor era de efecto rápido. Miré la ropa que me rodeaba.

―Me había quedado lindo mi nido ―susurré con pena y papá asintió.

―Sí, bizcochito ―lo miré con curiosidad.

―¿Cómo son los de dada? ―nunca los había visto, rara vez ellos pasaban su celo juntos, dada se inyectaba, aunque cuando crecimos más y su celo caía un fin de semana sí se habían tomado el tiempo. Pero tampoco lo había visto porque no lo pasaban aquí en casa sino en una cabaña en el bosque.

―Los de Jae son... ―parece buscar la palabra― muy Jae ―sonríe―, organizados, dobla la ropa y arma un nido con paredes techo y todo ―me provoca reír, sentía que el mío me cubría más.

―Suena muy dada ―papá asiente.

―Sí ¿te sientes mejor? ―estoy menos agitado, mi sonrisa responde y él me besa la frente―. Qué bueno, debes tener más cuidado y llevar supresores contigo hasta una o dos semanas antes de tu celo, ya sé que ahora solo le afectan a Jun, pero no significa que para ti no sea incómodo ―era cierto, sí me sentía más débil en estas instancias.

―Le pediré a Jun que me recuerde ―y dicho eso salgo a buscarlo.

Jun

El aroma de Rhea se había sentido como la cosa más adictiva que existe. Me imagino que así deben de sentirse los adictos a las drogas cuando se la ponen en frente. Ni siquiera puedo describirlo. En el pasado Rhea había tenido su celo pero dormíamos separados y se inyectaba antes de que sus feromonas se pudieran liberar del todo, siempre las sentía pero muy vagamente y cuando el supresor hacía efecto total podía notarlo, pero su aroma era más un ruido lejano. Hoy había sido distinto, su celo había avanzado lo suficiente como para verlo de ese modo, con sus ojos de aguamarina mirándome fijo, anhelándome, totalmente precioso perdido entre mi ropa. Había sido la visión más adorable y sexy del mundo y me costó todo mi autocontrol no lanzarme sobre él y en cambio ir a buscar a papá. Si hubiese dado solo un paso dentro de la habitación, si me hubiese acercado más hacia el sireno que me llamaba con su canto... no habría podido resistirme, no a él. No a mi omega.

Estaba seguro de que no me había olvidado las fechas, su celo se había adelantado por lo menos una semana, no todos los omegas eran tan regulares y tal vez nuestro vínculo de un par de meses había cambiado algo. Tendría que estar más atento cuando se acercara la fecha del siguiente. Lo siento venir y me volteo a verlo. Luce hermoso con mi sudadera azul corriendo hacia mí.

Rhea siempre está en su elemento en el bosque, no importa lo que lleve, no importa la forma que tome, pertenece entre árboles y naturaleza, es por eso que, a pesar de que se puede perder en una ciudad que conoce desde niño, jamás se perderá en un bosque, aun si es la primera vez que lo pisa, de algún modo siente donde están los suyos, donde está su casa, es increíble. Lo atrapo entre mis brazos y el aroma que ha dejado su celo aún está en su piel, pero al menos ya no está emitiéndolo. Puedo soportar esto sin devorarlo, puedo calmar mis ansias solo dándole besos y caricias.

―Lo siento, debió ser difícil ―lo primero que hace es disculparse, amo eso de él, que considera mis sentimientos, justo ahora piensa en lo que debió ser complicado para mí―. Papá dice que dada también se pone caprichoso ―hundo la nariz en su cabello, dibujo una línea con ella mientras me inclino hasta su cuello y le dejo un beso allí, sobre la piel, sobre aquella marca que cicatriza cada día.

―Fue difícil, hueles muy bien ―hunde su rostro en mi pecho y lo siento olfatear.

―Tú también ―suspira―, aún falta un año pero cuando vayamos a la universidad, si mi celo cae un fin de semana podremos pasarlo juntos... perder uno o dos días de clases no es tanto ―en tal caso tendríamos que conseguir píldoras para después del celo.

―Seguro se nos pasa volando el tiempo ―rodea mi cuello con las manos, sé lo que quiere así que me inclino y lo beso. Me gusta el cuerpo de Rhea, me gusta ser más alto que él, porque aunque es tan seguro de sí mismo, mi altura me hace sentir que puedo protegerlo. Sus labios son suaves, carnosos, me gusta morderle el labio inferior porque siempre me responde con un suave quejido y me ataca con más fuerza, me succiona el labio superior y luego nuestras lenguas se enredan. Quiero creer que nunca pelean, el movimiento que seguimos, lento y hasta armónico no podría ser una discusión, se siente bien cuando nos besamos despacio, cuando el toque es tan lento que parece hacer cosquillas, cuando me acaricia el paladar y parece que podría dormir en mi boca y descansar mientras yo me dedico a beber por siempre de la suya.

―Te veo ―el susurro contra mis labios me hace estremecer. Rhea es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida.

―Y yo a ti ―su rostro se ilumina. Aun cuando sabe que esa será mi respuesta me encanta que parece siempre fascinado por ella, que nunca se aburre o cansa de oírla, que cada vez que se encuentra con mi amor, se siente agradecido porque existe. Yo también lo estoy del suyo.

Me encanta compartir caricias, colar las manos bajo su camiseta y sentir la piel estirada y tersa de su espalda o la suavidad en su abdomen, me gusta sentirlo temblar cuando mis dedos lo rozan despacio. Desde que nos vinculamos hace unos meses atrás solo he vuelto a estar dos veces dentro de él, había sido rápido y urgente mientras nuestros padres salían de compras con los gemelos y nos quedamos en casa. El resto del tiempo solo nos hemos tocado. Hoy más que otros días lo extraño, la calidez de su interior, los gemidos sin contener que salen desde lo más hondo de él y son tan potentes que lo hacen vibrar incluso por dentro. Rhea tenía la voz más poderosa que existe, la más hermosa... y era increíble observarlo cuando no era capaz de frenarla y se ponía a gemir.

Después de todo unirnos de ese modo era más que una expresión de necesidad, era una demostración de amor y la representación de la vida misma porque la mayoría de las personas existen gracias al sexo. A la comunión de dos personas deseándose. Tal vez yo no, tal vez mi inicio había sido demasiado diferente, pero ese no sería mi destino con Rhea, un día nos uniríamos para algo más que placer y por lo mismo cada vez que hacíamos el amor era practicar para un futuro, era amarnos hasta lo imposible. Era un acto importante, algo que quería hacer solo con él, compartir esta parte de mí con quien amaba, era un acto que debía honrarse.

Cuando regresamos al interior de casa estaba medio despeinado y mi ropa algo desarreglada por caricias intensas, pero sonreía. Dada había llegado ya a casa, había salido por la tarde para llevar a los gemelos a su práctica de verano y luego ir a una librería. Ingresamos por la puerta trasera justo cuando ellos lo hacían por la de enfrente.

―Pero dada es una oportunidad demasiado buena ―Themis venía hablando acelerado mientras Atlas asentía con muchas ganas y dada negaba. Raro.

―No. Ninguno va a graduarse antes de tiempo.

―Pero tú te graduaste antes de tiempo ―Atlas hablaba determinado y la conversación se hizo aún más interesante.

―¿Qué pasa? ―Rhea obviamente quería saber, yo también.

―Vino un entrenador a ver nuestra práctica, como estuvimos en el campamento de promesas nacionales llamamos su atención, nos ofreció dos plazas en su equipo ―Themis habla ansioso―, para después de que terminemos este año si no nos lesionamos ―o sea, para cuando terminen cuarto, tendrían que graduarse antes―. Es una oportunidad muy buena, el equipo es de primera división.

―Y estoy diciendo que tienen que cursas sus años correspondientes, tendrán solo diecisiete para cursar quinto año ¿y quieren ir con diecisiete a trabajar como jugadores profesionales? No, es pronto ―dada negaba con la cabeza.

―Pero no es justo ¿y si esta oportunidad no se vuelve a presentar? ―me pareció que Themis estaba exagerando en este caso.

―¿Crees tan poco en tu talento que piensas que no llegará otra oferta? ―dada negó con la cabeza―. Porque yo sé que así será, confío en ustedes, sé que son increíbles, esta es la primera de muchas ofertas que van a recibir y por lo mismo no pueden solo saltar ante ella sin pensarlo y mucho menos van a hacerlo sin terminar su educación.

―¿Qué está pasando? ―papá llega del salón y escucha la misma explicación que recibimos antes, frunce las cejas.

―¿Irse antes de tiempo? No ―niega con la cabeza, tal vez los motivos de papá eran más sentimentales, pero faltaba un año solamente para que nosotros nos marcháramos, no podría soportar que los gemelos se marcharan en un año también y no en dos. Tenía que hacer las cosas gradualmente.

―Pero papá, es que... ―dada interrumpió a Themis.

―Vamos a sentarnos y discutir esto con calma ―así que eso hicimos―. Sé que todo lo que quieren hacer es jugar y que no pueden esperar a terminar el colegio para dedicarse solo a ello, pero quiero que terminen bien sus estudios y, de todos modos, jugar no es todo lo que deberían de hacer ¿y la universidad?

―Pero queremos jugar en un equipo ―dada asentía.

―Lo sé. Y sé que probablemente se convertirán en los mejores jugadores que han existido ―dada sonreía―, pero también quiero que tengan una educación porque, lamentablemente, no van a poder jugar voleibol profesionalmente toda la vida.

―Pero podremos más tiempo que los demás ―Atlas saca sus argumentos y era cierto, porque los lobos envejecen más lento.

―Lo sé, pero aun así ―dada miró a papá― amor ¿puedes traer lo que habíamos buscado? ―papá asiente y se levanta, va a la biblioteca y regresa con unos papeles impresos que parecen panfletos.

―Aquí está ―dada le besó los labios brevemente.

―Gracias ―miró a los gemelos que no entendían qué era todo eso, Rhea y yo estábamos un poco de espectadores allí, chismoseando en realidad, aunque no es como si el futuro de nuestros hermanos no nos importara.

―Estas son universidades que tienen planes académicos especiales para deportistas ―Atlas fue el primero en tomar los papeles―. Todas permiten el estudio a distancia para estudiantes que juegan profesionalmente y algunas incluso dan créditos especiales si sus estudiantes juegan profesionalmente y la carrera que elijen es de deporte ―dada estaba muy sereno―. Sé que todo lo que quieren es jugar y lo entiendo, pero quisiera que tuvieran una educación también, estas universidades les permitirían tener ambas cosas, solo que tendrían que trabajar más duro.

―No se ve tan mal ―susurra Atlas y le da los papeles a un más reticente Themis.

―Pueden ser deportistas profesionales y obtener un título a distancia, especializarse más en deporte, en nutrición o en lo que sea, puede ser algo relacionado a lo que les gusta, algo que les ayude a crecer como deportistas. Ya sea que cuiden su alimentación o entrenamiento de músculos, no lo sé. Pero hay opciones.

―Vale, no podemos dejar el colegio antes sin el permiso de ustedes por la edad ¿pero y si después de cursar quinto no queremos ir a la universidad y solo jugar? ―papá y dada se miran un segundo.

―Será decisión de ustedes, no lo podremos impedir, a fin de cuentas es su futuro ―papá habla tranquilo―, pero quisiéramos que se lo planteen, que tal vez intenten probar lo de la universidad a distancia por aunque sea un semestre o un año y si no les gusta y piensan que interfiere demasiado y lo dejan, estará bien.

―Queremos que le den una oportunidad a estudiar, pero si no quieren hacerlo entenderemos también. Pero lo que no cambiaremos es que tienen que cursar su quinto año ―Atlas y Themis se miraron fijo, me pregunté si estaban teniendo alguna de sus conversaciones telepáticas que nadie más podía leer.

―¿Por qué habías buscado esta información? ―Atlas miró a nuestros padres―. A Len, Jun y Rhea no les han dado de estos.

―Todos ustedes son distintos... a Len nunca tuve que decirle que estudie pero a Rhea sí ―mi amado achicó los ojos―, a Rhea jamás tuve que animarlo a practicar su música y a ustedes jamás tuve que decirles que hagan deporte, a Jun tenemos que sacarlo del computador ―me sonrojé un poco―. Sus hermanos tienen más claro el camino que quieren seguir académicamente hablando, el camino que ustedes quieren es un poco más incierto, por eso su papá y yo buscamos opciones que los ayudaran. Pero si Rhea hubiese querido solo lanzarse de cantante nada más terminar de estudiar igual habríamos buscado opciones que darle ―aclara.

―Eso no quiere decir que no vayamos a apoyar la decisión que tomen, solo queremos que vean que hay opciones.

―¿Y graduación temprana es de verdad imposible? ―Themis ya no está tan alterado, pregunta calmado. Dada demuestra el respeto necesario a su consulta pensándolo bien.

―¿Por qué no buscamos información? ―propone―, ¿cuántas prácticas se necesitarían? ¿Qué tan lejos es? Si pudieran cursar su último año a la vez de los juegos, perdiendo solo algunas clases... podríamos considerarlo.

―¡Gracias! ―los gemelos saltan sobre dada y lo apachurran, supongo que tener esa opción era mejor que nada, papá queda solo así que Rhea se apura a ir a darle un abrazo también para que no ponga cara triste, lo encuentro tierno.

―Pensé que nos encontraríamos hablando de universidades con ustedes primero ―comenta dada después de que lo sueltan, mirándonos a Rhea y a mí.

―Pero nosotros ya sabemos a dónde queremos ir ―Rhea le deja un beso en la mejilla a papá y regresa a mi lado―. Solo debo lograr que me admitan en el instituto de música ―era adorable como parecía decidido pero no lo daba por sentado.

―Lo lograrás ―me sonríe. Amo sus sonrisas.

―Y Jun puede entrar a cualquier lugar que quiera, su único requisito es que estemos juntos ―tenía una fe muy ciega en mí.

―Están decididos por la ciudad de Liber entonces ―medio afirmó medio preguntó dada.

Liber. La ciudad se encontraba a dos horas en vehículo de Orville, la capital. Era grande y también bastante movida, se hallaba rodeada de costa y bosque, lo que era bueno para nosotros. No dejaba de tener bastante población porque se consideraba el puerto principal del país, desde Liber se podía llegar a Orville en bus o tren, el tren era mucho más veloz que los buses. Era allí donde se encontraba la prestigiosa academia musical a la que Rhea quería asistir y a la que Riri ya se encontraba admitida gracias a su pedigrí. Lo cierto es que la ciudad era grande y había más de una sede universitaria allí, no me importaba estudiar en cualquiera de ellas, pero la idea del estudio y trabajo que dada estaba planteando para los gemelos abrió una ventana de posibilidades... y quise mirar hacia ella.

―Sí ―no hay duda alguna en su voz.

―Iremos juntos ―yo también estoy seguro.

Rhea

El último año definitivamente es diferente y no es solo porque ya alcanzamos los diecisiete años. Tenemos menos clases de planta pero estamos repletos de clases de repaso para los ECN, todos los profesores nos repiten la importancia de obtener una buena calificación y cada dos por tres llegan universidades a hacer charlas de lo que tienen que ofrecer. Lo cierto es que nunca me quedo para ellas. Riri me ha estado ayudando a preparar mi pieza para postular a la academia musical. Es decir, igual toman en cuenta el resultado de los ECN pero lo más importante es la pieza de audición. Riri es la única persona fuera de mi familia que sabe que soy Fullmoon, porque es mi amiga y le había contado y fue su idea que grabáramos mis canciones en el estudio de grabación que tienen en su casa. Como sus padres se dedican a eso, tienen los implementos necesarios para hacer una grabación que sonaba profesional. Así que me estaba ayudando a seleccionar la mejor opción para postular.

Había decidido que no iba a cantar.

Si cantaba tendría que aparecer cantando en el video y eso revelaría mi identidad para cualquier profesor o administrativo que viera la grabación. Si me hacía más conocido como Fullmoon (y mis videos cada día tenían más y más visitas, era sorprendente) esa audición bien podría ser filtrada y se revelaría mi identidad, que era lo que yo no quería. Riri no sabía el por qué de mi secretismo pero, como siempre, lo respetaba. Así que, como era la mejor amiga del mundo, ella iba a cantar para mí. No tenía la mejor voz, pero era música, claro que sabía cantar y entonarse. Por lo que su voz sería como uno más de mis instrumentos. Ya que la letra, la música, los arreglos de sonido, de pistas, todo lo armaría yo. Sería una composición completa que ajustaría al tono de voz de mi amiga y tenía el plus de que podría mostrar que sabía cómo trabajar con otros artistas y crear algo que se ajustara a la voz de alguien más.

Así que últimamente me la pasaba en la sala de música del instituto tratando de perfeccionar el tema, pidiéndole que probara una frase u otra. Y aun así cuando se pasaba la hora me tocaba ir a por Jun al salón de enfrente. Él también parecía muy enfrascado en sus cosas, aunque suponía que eran los programas que armaba siempre, aunque estaba más concentrado en ello que de costumbre. Por suerte un par de besos eran siempre una solución efectiva para traerlo de vuelta al mundo de los vivos y sacarlo de aquel donde solo existían códigos y números.

―¡Ya llegamos! ―Themis entró corriendo. Papá había salido un par de días por un proyecto y había regresado hace poco, estaba trabajando desde casa y dada no tenía que ir a la biblioteca hoy por la tarde así que me había tocado conducirnos a todos de ida y vuelta de clases. Miramos al salón solo para encontrarlos medio acaramelados y despeinados. Me sonrojé un poco.

―¿En esto estuvieron toda la tarde? ―Atlas lo dijo en tono divertido y dada se sonrojó mientras papá sonreía.

―¡No! ―dada le picó las costillas a papá por reírse―, también hablamos con su hermana, dijo que vendría unos días para las vacaciones de invierno.

―Qué bien ―Jun se escuchaba contento. No faltaba mucho para que ese descanso llegara.

Len había estado llamando a nuestros padres al menos una vez a la semana desde que se había descubierto todo lo de su relación con Ignis, definitivamente ayudaba a que ellos se sintieran mejor. La verdad había salido completamente a la luz porque Ignis incluso había presentado a mi hermana a su familia. Len los había enfrentado con mucho cuidado, por lo que contaba, aunque en general la habían recibido bien, lo que ella sentía es que se resistían a aceptarla del todo porque sospechaban (no sin razón) que ella no se uniría tan fácil a su clan, lo que hacía peligrar la posibilidad de tener a Ignis como su siguiente líder. Yo no tengo idea de qué es lo que ocurrirá con ese clan, pero no es como si fuesen a desaparecer si no era Ignis quien los lideraba más tarde y de todos modos aún faltaban años para que eso ocurriera.

Pero cuando ella aparece está mucho más relajada, me doy cuenta que todas las visitas anteriores había algo distinto en la hermana que había crecido a mi lado, la que me había cuidado, peleado y animado. Un peso invisible que se notaba aunque no se veía, pero que nadie era capaz de nombrar. Ahora ese peso se ha ido y ella se ve relajada, me cuenta que Mars está viviendo con Ignis y con ella. Que sí ha buscado ayuda y mejora poco a poco.

―¿Y Adhara?

Mi hermana me responde con una foto en su teléfono. Están sentados en una mesa circular en un patio interior, Ignis a un lado de la mesa ríe y al otro lado de la mesa está Mars, riendo mientras parece decirle algo... y Adhara se encuentra junto a él, sonriendo, abrazando con las manos su brazo y apoyando la cabeza en su hombro. Es una imagen bonita, la forma en que ella se afirma en él se ve completamente natural, no hay nada raro en como busca su contacto o en la forma que Mars sonríe mientras habla con su hermano y recibe ese afecto sin extrañarse, tan natural... como si pasara siempre.

―Qué bueno.

Genuinamente me alegro. Ella me cuenta que pasan mucho tiempo juntos, que Adhara también le había pedido que se dejara crecer de nuevo el cabello. Me da risa oírlo, por eso en la foto parecía más largo que la última vez que lo vi. Me cuenta que él está trabajando duro y que la presencia de su hermano ayuda a Ignis también, que verlo bien y ser capaz de cuidarlo cuando no lo está ha aliviado mucho las preocupaciones del hermano mayor. «Está cumpliendo su palabra», me asegura mi hermana y me doy cuenta de que siempre supe que lo haría, que por eso había hecho que me lo prometiera, Mars podría haber sido muchas cosas pero cumplía aquello que decía. La primera vez que nos vimos me dijo que siempre querría a Adhara, que rechazaría a su destino por ella. Y tal vez el camino había sido rocoso y difícil, pero esto siempre fue cierto. Él la amaba y lo haría siempre, y yo tengo el amor de mi vida, así que puedo estar feliz por eso.

Ojalá la vida pudiese ser siempre así, con esos tintes tan agradables, con mis citas de miércoles por la tarde con Jun o su beso de buenas noches; con preocupaciones que tienen solución, como la canción o el tono que Riri no alcanza o la margarina que se acabó y nos dimos cuenta a la hora de la merienda. Pero he aprendido que se trata de más que eso, que habrá momentos buenos y otros más difíciles, lo importante es tener la entereza para enfrentar estos últimos, permanecer siendo tú mismo y creer en que saldrás adelante.

Pero es difícil cuando lo que te duele es lo correcto.

―Quiero conversar algo, es decir, una decisión que espero que apoyen ―Jun está bastante serio, luce nervioso cuando alza la voz en la mesa de la cocina, luego de cenar. Han pasado unas semanas desde que iniciamos el segundo semestre. Mi canción está grabada solo me encuentro haciendo los ajustes finales antes de enviarla y hacer mi postulación. Pero aún falta mucho para la fecha límite así que tengo tiempo. Lo que me sorprende es que no tengo idea de qué es lo que quiere decir y eso es muy raro.

Sea lo que sea no me lo ha contado y me siento como si me hubiesen sacado el suelo de debajo de los pies, él aprieta mi mano.

―¿Qué pasa? ―papá está intrigado, había estado sacando los platos de la mesa para lavarlos pero se detiene y se vuelve a sentar junto a dada.

―No quiero ir a la universidad el otro año ―se me congela el pecho, dada enarca las cejas y de inmediato habla.

―¿Qué? Pero Jun... todo tu potencial ¿por qué...? ―pero se calla porque ve que Jun quiere seguir hablando.

―Lo cierto es que me puse a tomar cursos de una universidad que los ofrece online, no lo comenté porque quise ver si podía, eran gratis así que... quise probar primero antes de contarles ―¿era eso lo que había estado mirando siempre en su pantalla? ¿Por qué no me había dicho? Aprieto más su mano―. Lo cierto es que fueron más fáciles de lo que pensé, los aprobé y he estado tratando otros cursos de distintos lugares, en fin, todos se parecen un poco pero me ha ido bien.

―¿No quieres estudiar porque lo ves aburrido? ―papá no entiende, yo tampoco, Jun niega.

―No, es que quiero obtener mi certificado en línea ―aprieta los labios y pone sus ojos en mí―. Y mientras obtengo esos certificados quiero trabajar con la UCCO contra el tráfico infantil.

UCCO, Unidad Contra el Crimen Organizado, se me aprietan todos los músculos. Son distintos de la policía aunque trabajan en conjunto con ellos, supongo que se asimilan un poco a lo que los estadounidenses llamaban FBI. Aquí la UCCO tenía diferentes unidades de trabajo, los que veían casos de drogas, asesinatos y lo que mencionaba ahora Jun, tráfico infantil.

―¿Quieres unirte a la policía? ―a dada le sale la voz un poco alta, está tan impresionado como yo, lo siento apretarme la mano, mirar mis ojos tan abiertos y sorprendidos.

―No exactamente, averigüe y como no quiero ser un oficial de campo sino que trabajar en la parte de delito cibernético no necesito pasar por ese entrenamiento, hay pruebas especiales que realizan, te hacen una evaluación de inteligencia, conocimientos, evaluaciones sicológicas ―parecía haberlo estudiado realmente bien―, no te suelen aceptar si no tienes un título universitario pero han hecho excepciones precisamente para el área de cibercrimen porque no es fácil encontrar buenos hackers y eso es lo que necesitan para ingresar a la darkweb y detener a los que cometen estos delitos ―sus ojos grises se mueven de mis padres a mis hermanos y finalmente hacia mí, anhelando una respuesta que no sé darle―. Podría hacerlo desde Liber porque tienen una de sus cedes allí y mi trabajo finalmente sería a distancia, y si logro ingresar podría trabajar y conseguir mi título al mismo tiempo, pero no quiero perder tiempo en la universidad porque, seré honesto, no creo que puedan enseñarme mucho más de lo que ya sé o de lo que podría aprender tomando las clases en línea ―aprieta los labios― se me ocurrió cuando mencionaron lo de los gemelos y el estudio a distancia.

―Eres serio al respecto ―dada parece choqueado―. Ciertamente es un trabajo noble...

―Sí, llevo un buen tiempo pensando en que me gustaría dedicarme a eso... ―me mira― ¿Rhea?

Pero no puedo.

―No ―me sale bajo y me levanto. Me suelto de su mano y corro fuera.

No puedo verlo, no puedo enfrentarlo, sé que no tengo razón y no quiero escucharlo, no quiero ver la incomprensión de mis padres o la decepción de Jun al escuchar mis palabras, así que salgo fuera, corro al interior del bosque y me refugio en la oscuridad de una noche que cae, entre los árboles y la tierra que es mía, entre el aire que respira al ritmo de mis jadeos, entre la naturaleza que palpita conmigo, siempre conmigo, siempre al ritmo que yo le marco. Corro con todas mis fuerzas y no quiero detenerme, no quiero hacerlo. No quiero hacerlo aun si Jun me persigue y grita mi nombre. No quiero aunque su voz suene desesperada.

―¡TE VEO!

No es justo, no es justo.

Me detengo, me alcanza y se pone frente a mí, agacho la vista, estoy avergonzado de mí mismo, de mi egoísmo, no quiero mostrárselo, no quiero verlo.

―Rhea... ¿es porque no te dije?

No, no es eso.

―¿Por qué tienes que ser tú? ―se me caen las lágrimas de los ojos. Finalmente lo suelto―. Sé que es un trabajo importante, sé que alguien tiene que hacerlo pero ¿por qué tú? ―dioses, Rhea, cómo puedes ser tan egoísta, ellos lo necesitan, Jun es un genio―. Vas a tener que verlo... cada día, todos los días ―aun si es por tu amor a él, sabes que estás siendo egoísta―, es tráfico infantil ―le recalco la palabra como si él no lo supiera, finalmente lo miro y no encuentro enojo, solo una comprensión que me hace temblar―, tendrás que enfrentar todos los días las imágenes de niños... siendo abusados, corrompidos, todos los días tendrás que verlo y no podrás salvarlos a todos ¿Cómo puedo estar de acuerdo cuando sé que va a herirte? ¿Cómo puedo estar de acuerdo cuando sé que te hará revivir lo que viviste tú? Que verás tu propio dolor en cada uno de ellos... que tendrás que recordar todos los días lo que te hicieron... ―los golpes, el abuso―, podrías trabajar deteniendo el crimen en cualquier área.

No es justo.

―Es por lo que viví que quiero hacerlo. Porque yo los entiendo, porque sé lo que se siente y tuve la suerte de que alguien me salvó ―se acerca, sus manos sujetan mis hombros, los acarician, sollozo, ni siquiera me molesto en ocultarlo―. Sé que no será fácil pero siento que tengo que hacerlo, porque entiendo lo que están pasando, siendo usados como mercancía, como peones para beneficio. Quiero luchar contra los que hacen eso, quiero ayudarlos porque son los que más lo necesitan ―me envuelve en sus brazos. Su pecho es tan firme, me tiemblan las manos para devolverle el gesto, le mojo la tela de su suéter con mis lágrimas―. Tengo que intentarlo... y si llega a ser mucho para mí, siempre puedo cambiar de área o tomar otro trabajo. No seré como los hacker de las películas que trabajan con la policía porque los atraparon haciendo algo malo y ahora cumplen sentencia.

Quiero reírme de su broma pero estoy demasiado derrumbado.

Sé que tiene razón. Sé que no puedo impedirlo, que no tengo derecho, que mi preocupación por él, por muy importante que sea, no debería detener lo que él quiere hacer. Jun nunca había detenido mis sueños. Si el suyo era parar en lo más posible el tráfico infantil no podía negárselo, mucho menos cuando era un sueño tan noble y altruista. Es solo que me dolía saber que lo que eligió iba a lastimarlo eventualmente. Pero era una idea importante y que lo definía como el hombre que conozco. Mi responsabilidad sería apoyarlo, sacarlo de los lugares oscuros a los que tendría que ir y abrazarlo cuando los días fueran demasiado difíciles. Jun quiere salvar vidas, no puedo interponerme en ello.

―¿Qué dijo tu terapeuta? ―imaginaba que al menos con él sí lo había comentado, mi voz se amortiguó contra su ropa mientras su mano subía y bajaba por mi espalda.

―Él cree que estoy listo, pero que si alguna vez siento que es demasiado, no debo culparme por renunciar sino felicitarme por haber hecho lo mejor que pude ―supuse que ese era un buen consejo.

―Lo siento ―saqué al fin la cabeza de su pecho y él dejó de abrazarme solo para usar sus manos en mis mejillas y limpiar los surcos de lágrimas―. Me tomó por sorpresa, no me habías dicho y solo... ―suspiré―, te amo demasiado y salto en cuanto veo que algo podría hacerte sufrir.

―Lo sé, quería contarte cuando hubiera pensado todo ―suspiré y me alcé un poco para recibir el beso que anhelaba.

―Tienes que contarme las cosas ―asintió.

―Lo sé, lo haré ―me deja otro beso, apenas puedo verlo en la penumbra.

―¿Y de verdad puedes trabajar desde Liber? ―asiente.

―Sí, tienen cede allí porque pasan muchas cosas en el puerto ―qué horrible era saberlo. Cerré los ojos y le besé sobre el corazón.

―Te apoyaré en todo ―no sería fácil, pero lo lograríamos, habíamos superado mucho y esto jamás me habría alejado de su lado.

―Gracias, vida ―amo cuando me dice así, me besa la frente, entre los ojos, en la punta de la nariz y al fin alcanza mis labios―. Volvamos dentro.

Y cuando regresamos me toca que me regañen por haber salido corriendo, pero escucho con atención las pruebas que tiene que dar Jun, las fechas en que debe rendirlas, las inscripciones que necesita realizar. Sé que va a lograrlo.

Jun puede lograr lo que sea.

Como graduarse con las mejores notas de toda nuestra generación, a pesar de haberse integrado tarde.

Es extraño pensar cómo llegamos hasta aquí. Rendimos los ECN, estoy seguro que Jun debe haber sacado puntaje máximo o algo así, yo creo que me fue regular, pero no importaba tanto porque tenía confianza en la pieza que había creado para mi postulación a la academia y confiaba en que sería aceptado. Pero logramos graduarnos y, gracias a sus notas, Jun era el alumno designado para dar un discurso en la graduación. Tenía muchas ganas de escucharlo porque no me había dejado leerlo para nada y tampoco me pidió ayuda, aunque se la ofrecí, recordándole que el que escribía canciones era yo y que seguro podía ayudarle a que quedara bonito. Pero no quiso aceptar, dijo que sentía que era algo que debía hacer por sí mismo.

Y aquí estábamos ahora, yo vestía la toga azul que había sido de Len (porque se usaba una sola vez y en esta familia si podemos reciclar algo lo hacemos) y Jun tenía una nueva (la de mi hermana le quedó pequeña), con gorros típicos de graduación que arriba eran cuadrados y del mismo azul de la toga. Jun además tenía una cinta amarilla que pasaba tras su cuello y caía por el frente de su traje y lo señalaba como el alumno destacado de la generación. Era un día soleado, los asientos estaban acomodados y nuestra familia estaba presente. Incluso Len había viajado solo para estar aquí, en nuestra graduación. Jun estaba sentado a mi lado (como nos acomodaban por apellido siempre terminábamos juntos). Nuestra familia estaba entre los padres, todos juntos en una fila, Atlas, Themis, papá, dada y Len, en ese orden.

Jun está nervioso, puedo olerlo y además no deja de morderse y sacarse los cueritos de los labios, así que le doy un beso corto para distraerlo y me sonríe.

―Lo harás bien ―estoy seguro. Sus dedos se entrelazan con los míos y apretamos hasta que le toca subir al podio.

Puedo escuchar los murmullos femeninos que aumentan cuando él sube allí arriba. Los demás estudiantes sabían que Jun estaba vinculado y éramos una pareja inseparable, pero supongo que no todos los familiares jóvenes que estaban aquí para presenciar la ceremonia estaban enterados y Jun es el muchacho más guapo que existe, sus pestañas oscuras hacen parecer que se delinea los ojos rasgados, sus facciones son hermosas, su cabello, su piel pálida... todo él es armonioso y mirarlo es como ver una obra de arte. Puedo entender la necesidad de murmurar.

―Presentando al alumno Min-Jun Hertz como el mejor de su promoción para entregar el discurso representante de su generación ―acomoda el papel donde tiene escritas sus palabras. Parece tomar mucho aire... y habla.

―Cuando supe que tendría que dar este discurso hice una investigación importante sobre lo que se decía en ocasiones como esta ―me provoca sonreír, eso era muy de él―. Había una lista de tópicos inspiracionales, como la idea de que cada final es un nuevo comienzo, lo cual es muy cierto aunque creo que deben estar cansados de escucharlo porque a fin de cuentas la vida se siente más como un continuo que como una secuencia de inicios y finales ―algunos ríen y asienten, Jun mira al público y sonríe también―. Me di cuenta que quería más que eso para este discurso porque es realmente importante para mí. Finalmente encontré una serie de ejemplos mucho más personales de alumnos que contaban lo que había sido propio y especial para ellos y decidí que ese sería el camino que tomaría con estas palabras, más que entregar un discurso generalizado que podría dar cualquiera de mis compañeros. Quiero decir algo desde mi perspectiva porque, a fin de cuentas, por eso estoy aquí, para entregar la perspectiva del alumno con las mejores calificaciones ―podía sentir la emoción en el pecho, era un buen orador, como su voz era un poco grave parecía resonar por los parlantes, envolverlo todo y acariciarme mientras él «leía» allí, erguido, observándolo todo. Y digo «leía» porque seguro que en realidad se lo sabe de memoria y mira el papel solo porque sí.

»Primero decir que siento que cualquier otro podría haber estado en mi lugar porque todos somos buenos en algo, tengo compañeros que son muchísimo mejores que yo en muchas cosas, simplemente fui yo el que era bueno en las notas así que me tocó estar aquí ―sentí que me miraba un momento y tal vez a Riri, que estaba sentada algunos asientos más atrás, por su apellido, ciertamente ella era mejor que todos en piano―. Pero agradezco mucho la oportunidad de pararme aquí y hablarles, porque ustedes no comprenden lo increíble que es que esté de pie aquí hoy, ni siquiera dando este discurso, sino que respirando. Vivo ―la fuerza con que dice esa última palabra me hace temblar, lo sabía, sabía lo que habría pasado si no hubiese estado aquí, el final que habría enfrentado años atrás después de su juicio.

»Muchos de ustedes saben que soy adoptado ―se escucharon algunos «oh» venir desde la parte en que estaban los adultos e invitados―, pero solo mi familia conoce la situación de la que fui salvado. Si no hubiese sido por mis padres no sería quien soy hoy, no habría asistido a clases, no habría tenido la oportunidad de estudiar nada, de encontrar el amor o lo que me apasiona, de hecho, habría muerto ―la idea de un mundo sin Jun aún puede provocarme pesadillas. La idea de que aquel día su aullido agónico hubiese sido lo último que escuchaba de él aún me atormenta algunas noches... todavía me despierto desesperado y me alivio de amanecer en sus brazos y poder besarle la piel. Tal vez siempre lo haría, después de todo, las cicatrices quedan y no es como si esperara que todo desapareciera mágicamente. Viviría con lo que nos había tocado experimentar, lo importante era que me sentía fuerte y que cada que despertara, él estaría a mi lado.

»En este discurso quiero agradecer a mis padres. A mi papá, por enseñarme cómo debe ser un alfa ―oh, no, volteé a mirarlo reaccionar porque seguro se emocionaba mucho― el respeto por todos los géneros y que ser alfa no me hace superior a nadie, solo diferente; gracias por enseñarme lo importante que es trabajar duro y luchar por lo que quieres, por mostrarme que expresar tus emociones es correcto y por hacerme saber que por muy fuerte que seas, está bien pedir ayuda, papá, gracias por sonreír siempre y por ser tú mismo ―ya estaba, papá estaba llorando, el corazón me latía en todo el cuerpo mientras él hacía una pequeña pausa y daba una hermosa sonrisa en dirección a nuestros padres antes de continuar―. Dada... tú me enseñaste la fortaleza que tienen los omegas, la importancia de mantenerte firme ante lo que crees, la entereza ante las adversidades, el amor sin esperar nada a cambio; gracias por esperar más de mí, por creer en mis capacidades, por enseñarme a ser organizado y por darme cada día un ejemplo increíble ―se superaba a sí mismo, dada también se estaba limpiando una lágrima de los ojos en lo que miraba con afecto a Jun―. El amor que ustedes me dieron nunca se sintió diferente del que dieron a mis hermanos y por eso siempre me sentiré afortunado ―hizo una pequeña pausa, como si tomara aire para seguir, me pregunté si su corazón palpitaba tan fuerte como el mío―. Quiero agradecerle también a ellos, a mis hermanos, a Len, por dedicar tantas horas de tu tiempo cuando me adoptaron a enseñarme para que así pudiera ponerme al día con los estudios ―ella se emociona, sonríe enseñando todos los dientes repleta de felicidad―, lo hiciste aunque tenías que estudiar para los ECN y nunca te quejaste; gracias porque fuiste mi primera maestra, gracias por ser siempre amable conmigo y no perder la paciencia, gracias por dar inicio a un viaje de conocimiento que no se detuvo nunca, gracias por ser la primera que me abrió las puertas de los libros, gracias por llamarme cuando querías encontrar artículos perdidos, gracias por quererme como tu hermano; gracias por confiar en mí ―ella se llevó las manos al corazón y luego a los labios para lanzarle un beso con ellos, Jun sonrió aunque podía notar lo emocionado que él mismo estaba―. A Atlas y Themis, gracias por invitarme a jugar voleibol con ustedes, creo que nunca se los dije pero aquella fue la primera vez que jugué algo; gracias por iniciarme en el mundo de la diversión, gracias por enseñarme la importancia de entretenerse y que era posible competir sin hacerse daño ―los veo, Themis grita «sí» y Atlas asiente entusiasta―; gracias por aceptarme aun cuando tomé tanta de la atención y espacio que ustedes querían; gracias por explicarme las cosas que no entendía sin quejarse jamás, aquellas de sentido común como la forma de seleccionar el mejor pedazo de pastel ―se escucharon risas―; gracias por sonreír cada mañana y siempre hacerme sentir parte de su equipo, gracias por enseñarme que siempre es posible dar un poco más, que siempre queda algo de energía dentro de nosotros, que hay más que un último aliento si solo tienes fe en ti mismo ―creo que ambos estaban sonriendo emocionados―, gracias por ser tan magníficamente enérgicos y hacer que quisiera ver la vida igual que ustedes. A Atlas, gracias por tu dulzura y tu calma, a Themis, gracias por tu amor entusiasta. Ustedes son increíbles ―no estaba listo para que me nombrara, me alivió que sus ojos se desviaran hacia el lugar de los profesores antes de seguir.

»Quiero agradecer también a nuestros profesores, por ser pacientes conmigo en el inicio, cuando a veces estaba tan perdido con todo. Por tomarse el tiempo para explicarme o por no acosarme con preguntas porque sabían que sería difícil para mí responderlas ―su tono se vuelve muy calmado y responsable, veo a muchos asintiendo―. Gracias por pararse cada día frente a nuestra aula, entiendo ahora que ponerse de pie frente a un grupo de adolescentes no es fácil ―nos miró a todos y escuché algunas risas, la que salió de mis labios era temblorosa, me sentía sobrecogido, demasiado emocionado―. Así que gracias por enseñarnos, por haber dedicado cada minuto a que aprendiéramos no solo sus materias sino que valores y perseverancia. Muchos nos enseñaron a soñar ―se detuvo entonces y miró a un profesor en específico, yo sabía quien―. Quien me enseñó más a mí tiene mi gratitud especial, profesor Collins, sé que para muchos matemáticas fue una tortura pero estoy agradecido porque usted hizo más que solo creer en mí, me enseñó con entusiasmo de computación y programas, me enseñó hasta donde sus conocimientos alcanzaban y guió un camino que espero seguir por el resto de mi vida ―Jun se llevó una mano al corazón, totalmente agradecido―. Me mostró mi vocación y soy afortunado de haberla encontrado ―hizo otra pausa y entonces miró hacia nosotros, por un momento sentí que el corazón se me saldría por la boca pero él miró a alguien más, aliviándome un poco―. A Riri, quiero darte un gracias especial por ser la primera amiga que hice fuera de mi familia ―sonreí y la miré, se notaba que ella llevaba ya un rato llorando, ahora parecía hacerlo mientras reía―, por ser siempre discreta, por tener una paciencia infinita para los secretos y por enseñarme a confiar en algo que me dolía ―porque ella y Len habían sido de las primeras mujeres con que él se había llevado bien y le habían devuelto la confianza en un género que lo había dañado― y mil gracias por enseñarme también que podemos ser amigos sin nada más que una amistad en mente.

»A los inspectores, a la directora, a las señoras de la cafetería, a los conserjes. Gracias por hacer su parte del trabajo, gracias por entregarnos su tiempo y labores para que tuviéramos la mejor de las experiencias en este colegio ―algunos comenzaron a vitorear y aplaudir, Jun sonrió y entonces sí. Sus ojos se posaron en mí y supe que lo que vendría me estremecería entero. Solo de ver cómo me miraban me temblaban las manos.

»Y sí, sé que me falta un gracias más ―tengo miedo de parpadear porque no quiero perderme ni una milésima de segundo de sus ojos―. Y lo dejé para el final con la esperanza de no alargarme un siglo en ello, porque lo cierto es que de esta persona podría hablar por días ―mis compañeros ya sabían, todos me estaban mirando―, a él puedo agradecerle por una vida entera. Y en realidad espero hacerlo, pasar mi vida a su lado y demostrarle con acciones lo mucho que agradezco su existencia ―hizo una pausa, me miró con un amor que podía detener el tiempo, tan inmenso que no cabía en ese escenario―. Rhea. Ojalá me alcanzaran las palabras para describir tu importancia en mi vida, y es que eres más que solo importante, tú eres mi vida entera ―y tú eres la mía―. Rhea, gracias por salvarme, gracias por escuchar mi historia, gracias por cobijarme en tus brazos, por besar mis lágrimas. Gracias por ser la existencia más hermosa que existe, gracias por enamorarte de mí ―te he dicho que es imposible no hacerlo―. Gracias por ayudarme a sanar cuando estaba herido, gracias por crecer conmigo, por animarme a ser independiente cuando hubiese sido fácil para ti también no serlo. Gracias por apoyarme incluso cuando duele ―nada me apartará de tu lado―, gracias por despertarme cada mañana de la forma más dulce. Gracias por ser tan increíblemente fuerte ―lo soy porque estás conmigo―. Gracias por ser el amor de mi vida. Te veo. Y te veré siempre ―y yo te veo a ti. Finalmente se toma un segundo para observarme, un segundo eterno y maravilloso y entonces sus ojos grises me dejan para mirar a toda la multitud, para repasar a todos los profesores y a cada persona que fue parte de esto.

»Gracias a todos.

Y acaba, los aplausos inundan el aire, nos ponemos de pie para aplaudirlo y celebramos, él baja del podio y llega hasta mi lado, me abraza por las caderas y me besa. Yo quiero besarlo de vuelta pero aún estoy emocionado, temblando, logro devolverle el abrazo y cuando sus labios me acarician más suave alcanzo a responder. Me sonríe, le limpio las lágrimas con mis manos temblorosas y su frente se afirma en la mía.

―Eso fue perfecto ―tanto como él lo era. Jun mira por encima de mi cabeza.

―Pero hice a papá llorar ―está sonriendo.

―Papá iba a llorar solo por vernos graduarnos, no te preocupes ―se ríe, nos sentamos pero no me despego de su lado, algunos palmean la espalda de Jun, lo felicitan, yo hundo el rostro en su cuello, respiro de él, trato de calmar mi corazón acelerado. Recibo mi diploma más tarde y corro a los brazos que recibieron el suyo solo un momento antes que yo―. Lo logramos ―y él me levanta en sus brazos, gira conmigo.

―Lo logramos.

• • •

Un excelente miércoles para todos.

Uf... ¿de verdad llegamos hasta aquí? Parece tan extraño. El domingo se termina ¡El domingo! Aún no sé si la última entrega serán uno o dos capítulos. Pienso que puede que sean dos. Si son dos probablemente publique uno y unas horas después el otro (o tal vez ambos de una sola vez). Así que por si acaso, el domingo miren bien el número del capítulo que están leyendo para que no se vayan a saltar un capítulo por error, si van y aprietan solo el último y había un capítulo antes podrían perderse. Revisen que efectivamente leen el capítulo treinta primero.

¿Qué les pareció este? Yo tenía pensado el futuro profesional de Jun desde hace varios capítulos. Espero que estén conformes sabiéndolo. Nos queda realmente muy poco.

Como siempre, muchísimas gracias por leer, comentar y estrellitosear. Muchas galletitas para ustedes y mi total gratitud. Nos veremos el domingo, cuando esta historia se cierre.

Son increíbles.

SCiel

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