En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

141K 16.7K 22.3K

Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

27. Alineemos las estrellas

4.8K 495 591
By S_Ciel

Capítulo contiene +18 leer a discreción

La mano en mi espalda no se mueve, sé que se ha dormido porque su respiración es pausada. Lo que significa que puedo mirarlo con tranquilidad y regocijarme en su aroma y ser tan infinitamente feliz. Es real, Jun está conmigo, abrazándome. La luz se cuela por la ventana aún, no debe ser tan tarde, no creo haber dormido tanto aunque sí llegué temprano. Tengo hambre, no quiero despertarlo pero si me muevo a pedir comida a la habitación él definitivamente terminará abriendo los ojos, así que si va a ser así de todos modos decido que mejor lo despierto con besos. Es maravilloso sentir sus labios contra los míos, su mejilla, su nariz, su mentón... voy dejándole besos hasta que sonríe y me mira, apretando el abrazo y haciéndome sonreír también.

―¿Por qué eres tan hermoso nada más despertar? Me encandilas con tu hermosura ¿y si me quedo ciego? ―no suena realmente molesto, me hace reír, quiero besarlo un poco más, tal vez besarlo me quite el hambre. Así que me voy a su boca a cumplir mi capricho. La calidez de sus labios, la humedad de su lengua, se siente perfecto mientras se aprieta contra mí. Jugamos a acariciarnos suave dentro de la humedad de nuestro aliento, su lengua y la mía se acarician y reconocen en roces suaves que buscan compensar el tiempo que no se han sentido.

Mi estomago suena.

―Jun ―no me aparto mucho, le sigo dejando besos―, comamos algo ―asiente y nos besamos un poco más antes de separarnos definitivamente, él llama al servicio a la habitación mientras yo le escribo a nuestros padres porque papá había estado mandando mensajes. Le aviso que estamos bien y que volveremos hasta el día siguiente. No es tan tarde, son casi las doce del día. El servicio a la habitación nos trae una bandeja con chocolate caliente, tostadas, huevos y otras cosas. Jun me conoce bien, bebo primero del chocolate caliente mientras él muerde una tostada con huevo. Lo miro con la felicidad y complicidad de un amor pleno.

―Tengo que contarte cosas que pasaron mientras estuvimos separados ―parece ser algo importante, aunque no se me ocurre qué tanto pudo haber ocurrido en una semana. Pero luce serio así que me terminé la galleta y me moví en la cama para ponerme a su lado. He estado ya demasiado tiempo lejos de él. También hay cosas que quiero decirle, pero tiene que ser junto a él. Un beso llega a mi frente y su mano derecha se entrelaza con mi izquierda. Aún no dice nada, así que trato de adivinar―. ¿Te gustó una universidad del tour? Si es así... podemos ver si hay un programa de música o algo... ―pero negó con la cabeza.

―No es eso, lo cierto es que me da igual donde estudie ―siempre se me hacía muy raro cuando decía aquello porque sabía que los estudios le importaban bastante (por algo siempre me presionaba para que tomara atención)―. Encontré mi imprimación.

Me niego a dejar que me duela, me niego a dejar que pese dentro de mí. En cambio aprieto su mano y me lleno de decisión.

―Pues no me importa quien sea, tú y yo estaremos juntos siempre, quien quiera que sea, no te dejaré ir ―no soy tan solidario como Jun, tal vez quise esperar alguna vez a que me mordiera en caso de que su destino llegara y fuese un omega, pero ahora que comprendía que siempre iba a amarlo y que sabía que sería lo mismo para él... no, jamás lo dejaría ir. Pero Jun sonríe, toma nuestras manos entrelazadas y besa mis dedos.

―Ni yo planeo ir a ningún sitio, solo quería que lo supieras ―me explica, su voz es dan agradable, había extrañado su tono bajo que parecía acariciarme cuando hablaba, seguro sería bueno cantando blues si supiera como entonarse (se le daba pésimo)―. Es una chica beta, creo que algo mayor que yo, y tenía una bebé ―me sorprende con eso― y un hombre con ella que era el papá de su pequeña ―se encogió de hombros, no parecía molesto―. Nos cruzamos en la calle un par de ciudades atrás, ella tiene su vida armada y no pensé en interrumpirla. Como es beta, supongo que me olvidará fácil ―y el instinto no lo tiraría tanto hacia ella.

Me doy cuenta que Jun me está contando esto para calmarme, tal vez para confirmar un poco mi teoría. El destino puede equivocarse. Porque ¿qué se supone que Jun hiciera? ¿Romper una familia solo porque ella era su «destino»? No. Yo soy su destino, uno mucho más importante, porque soy lo que él ha elegido. Hundo el rostro en su cuello y le dejo un beso allí. Lo amo tanto. De verdad siento que mi amor por él no me cabe en el cuerpo, que necesito crecer hasta volverme gigante solo para que todo mi amor tenga espacio de existir, porque ahora siento que va a explotar mi cuerpo que no logra contener todo lo que siento por el maravilloso alfa a mi lado.

―Tú también tendrás tu familia... ―es una promesa, sonríe con todo el rostro, con el cuerpo entero, lo abrazo―, nuestra familia, incluso si quieres tener cinco hijos como nuestros padres, te haré feliz ―se ríe y me acaricia la espalda.

―Creo que los que hablamos están bien, dos o tres ―es un alivio saberlo, pero sé que si luego quisiera más podríamos hacerlo, un grupo de niños y niñas con ojos rasgados corriendo por sus vidas mientras sus padres intentan atraparlos para comer―, pero cuando ya estemos trabajando.

―Sí, por supuesto ―mis padres recién habían sido mayores de edad cuando decidieron tener a Len, sé que mis abuelas tenían una edad parecida cuando tuvieron a papá. Pero yo esperaba romper la tradición, Len ya la había roto después de todo porque tenía veinte, ahora tenía esperanzas de que Atlas rompiera la tradición también (si llegaba a encontrar su destinada temprano) pero ¿Themis? No sé, porque no tenía mucho autocontrol. Pero tal vez tardarían y nos sorprenderían, nunca se sabe. El tiempo, destino o lo que sea, trabajaba de formas muy misteriosas. También había algo que quería decirle―. No quiero esperar más, quiero que me muerdas ―lo miro a los ojos porque sé que querrá examinar los míos para saber si hablo en serio. Por supuesto que lo hago. Solo para probarlo llevo mi mano libre a mi collar e ingreso el código que me sé de memoria. Se abre y me lo quito para descubrir mi cuello. Jun parece silenciado por la impresión, así que sigo hablando―. Sé que eso nos hará desear aún más estar juntos, pero yo no quiero separarme de ti y no tengo ningún asunto pendiente ―apreté su mano― quiero estar unido a ti y solo a ti ―ya corté mis lazos con Mars, pero quería que fuera oficial. Al fin sale de la impresión, sonríe con una felicidad hermosa y me toma el rostro entre sus manos cálidas, me deja un beso y otro y otro y quiero abrazarlo una vida entera.

―También quiero estar unido a ti.

El destino se había ido de fiesta el día que decidió con quién debíamos imprimar. Eso quiero creer, que normalmente hace las cosas bien, como con mis padres, mis abuelas, mis bisabuelos, pero que de vez en cuando se va de parranda y empieza a enlazar destinos que no pegan, culpa de la borrachera, y entonces se equivoca ¿Cómo podía no estar ligado a Jun? Él y yo... somos perfectos. Aun si el destino o los lobos me condenan por rechazar mi imprimación lo elegiré a él. Aun si hay quienes piensan que él no debió existir yo sé que él es la persona más increíble del mundo. Me maravillo en el sabor de sus labios que se mezcla con las tostadas y huevos que han dejado rastros de dulce y salado en su boca.

―Hazlo, muérdeme ―me besa el cuello que le ofrezco muy suavemente, sus labios me acarician provocándome cosquillas.

―Lo haré, pero quiero contarte algo más primero ―justo ahora no quería esperar, pero hago uso de la paciencia que tengo siempre. No es que vaya a retrasarlo eternamente y si Jun quiere decirme algo es que debe ser importante, aunque luego de lo de su destinada no sé qué más podría tener que decirme―. Vi a Haneul ayer.

Y por supuesto que me sorprende. Me toma unos segundos ubicar el nombre en mis recuerdos, pero llega y siento que mis músculos se tensan porque la escena de nosotros aparece en mi cabeza como si de una película se tratara.

―¿Los hijos de tus padres de verdad te desconocían por completo?

Mi voz salió baja en aquel entonces, recuerdo el verano en que acompañamos a nuestras padres a su trabajo y nos perdimos por tanto tiempo en el bosque. Aquel día lo hicimos como humanos y su cuerpo presionó contra mi costado antes de hablar de nuevo, buscando fuerza.

Sí, casi todos me ignoraban, todos menos Haneul, él era distinto... le gustaba humillarme, es mayor que yo, así que a veces buscaba a sus amigos para pelear conmigo. Cuando tenía nueve años me preguntaste por la cicatriz en mi pierna... me la dio él.

Recuerdo a un Jun casi avergonzado por algo que no era su culpa, lo recuerdo mortificado por la clase de hermano con que había tenido la desgracia de nacer. Lo recuerdo apenado por una violencia desmedida y memorias demasiado fuertes. Haneul era parte del cáncer que se hacía llamar Océano.

Maldito Zhirayr, si Haneul había aparecido era que por él. No quería pensar en ese desgraciado cuando estaba tan bien en este cuarto de hotel, compartiendo con mi amado Jun, luego de que al fin le pidiera morderme y cuando íbamos a convertirnos en una pareja vinculada para toda la vida. Pero tampoco puedo hacerme el ciego, no puedo taparme los oídos. Ya sabemos que es peligroso, quiéralo o no, si pasó algo con ese desgraciado, necesito saber qué fue.

―¿Qué quería?

―A ti ―lo suelta en un suspiro y debería sorprenderme más pero es como si algo dentro de mí supiera que esto ocurriría tarde o temprano, que volveríamos a encontrarnos, porque él no se rendiría tan fácilmente―. Envió a Haneul a decirme que «me dejarían» volver ―puse los ojos en blanco por tamaña estupidez―, si te enamoraba y te llevaba conmigo, incluso si es contigo mordido, que nadie te tocaría si te llevaba así, pero que tendría que llevarte conmigo.

―Es un idiota ―escupo las palabras repletas de rabia, podría darle muchos insultos más.

―Y que si regreso contigo me haría su segundo al mando ―niega con la cabeza, mostrándome lo absurdo que le parece. Sin embargo, sabemos que no es cualquier cosa.

―Quiere algo de mí ―asiente, no creo que sea solo nuestras crías. Había algo más, algo que desconocíamos. Podría haber querido a mi hermana si fuera solo eso, usar su voz de líder para dominarla. No era el único lobo puro que podía tener hijos. Habían esperado a que Jun estuviera solo, lo que significa que probablemente lo habían estado vigilando, tal vez a la espera de que esa soledad indicara que estaba alejándose de la manada. Querían encontrarlo vulnerable porque no se imaginaban que Jun jamás querría volver con ellos, ni aunque fuese lo último que hiciera o su vida dependiera de ello.

―Tendremos que contarle a Dalia cuando regresemos ―eso era cierto. No era bueno guardar secretos.

―Pero a ella y nuestros padres les diremos al volver, o nos harán regresar de inmediato ―y aún quiero mis pequeñas vacaciones sin clases y solo con Jun. Camino con los dedos por su pierna derecha. Le robo un beso―. ¿Algo más? ―ahora sí creía que le había pasado de todo. Pero niega con la cabeza.

―Solo que te extrañé demasiado y lamento no haber contestado, pero es todo, a menos que tú tengas algún secreto que revelar ―lo pienso un momento. No es mi secreto, pero Jun es mi otra mitad así que se lo cuento de todos modos.

―Pues... ¿recuerdas que te había dicho que Len estaba algo rara conmigo? ―asiente―, pues sabía lo de Mars, sabía desde un poco antes de que se marchara al extranjero ―su ceño se frunce porque, obviamente no entiende por qué lo guardaría en secreto―. Y no dijo nada porque cuando lo vio estaba con su hermano mayor, Ignis... e imprimaron.

Me siento un poco viejo chismoso contándole, Jun se queda pasmado, su boca ligeramente abierta y me aprovecho de su estupefacción para darle un beso y succionar su labio inferior suave. Reacciona, me mira como si quisiera saber si estaba bromeando, pero es claro que no, tengo una buena imaginación pero no como para inventar una mentira como esa.

―Espera... quiere decir eso que... ¿por eso se fue? ―Jun es bastante listo, sabemos dónde se ubica el clan del Desierto y supongo que él sabía más menos dónde solían estudiar. Yo asentí.

―O sea, Ignis la animó a que postulara a ese programa, porque estaba en su universidad y, agárrate ―le advierto, bastante seguro de que lo siguiente va a choquearlo―, viven juntos allá, todo este tiempo han estado viviendo juntos.

―¿Y sin decirle a nuestros papás? ―asentí, no parece aprobarlo, sus cejas oscuras se fruncen y se juntan. Por qué es hermoso hasta cuando algo le choquea, a mí ya no me molestaba tanto ahora que podía estar con Jun.

―Exacto, porque si les decía, tendría que decirles lo de Mars, e Ignis le pidió guardar el secreto de su hermano. Y como no podían decir eso, ella no podía contarles sin revelar las cosas, así que por eso no han dicho nada ―Jun asiente como si ya hubiera pensado un poco en eso, después de todo su cabeza funciona muy rápido―. Llevan casi dos años juntos, yo me enteré cuando pasó todo lo de Mars, el día antes de que te marcharas.

―Es tan extraño... o sea, que ellos imprimaran de ustedes, lobos puros con lobos puros ―él también lo era, pero había imprimado de una beta. Yo asentí.

―Muy raro, pero... ―le tomé el rostro, no quería que pensara cosas extrañas― ¿no soy más raro yo? Que imprimé de un lobo puro pero lo rechacé porque me enamoré de otro lobo puro, o sea, yo tuve dos en mi vida ―sonríe, le dejo un beso―. Escuché a Len hablando con Ignis ¿sabes? ―era bueno poder comentarlo al fin con alguien―. Se nota que lo ama de verdad ―era extraño, estaba feliz por ella pero parte de mí me hacía sentir culpable y dolido por no saberlo antes.

―¿Sí? ¿Y él?

―Creo que también la ama, eso decía Mars ―me pregunto si a Jun le molestará que lo mencione, pero miro sus ojos y no, no parece que le cause problema, es bueno. Quiero que esté seguro de que no hay indecisión en mí, soy completamente suyo y solo suyo―. Y no sé, Len... se ve muy feliz cuando habla de él.

―Eso es bueno... y entiendo más o menos por qué no dijo nada pero nuestros padres se pondrán tristes ―asentí, totalmente de acuerdo con él.

―Sobretodo papá ―pobre papá, era el más blando, dada aún podía racionalizar las cosas y tratar de calmarse (aunque obvio que igual le dolía), pero papá tenía un corazón mucho más sensible. O sea, era fuerte contra las personas de fuera y defendería a su familia de quien fuera, pero le dolía mucho cuando el daño venía de donde no se lo esperaba.

―¿Crees que vaya a contarles ahora? ―me encogí de hombros.

―Espero que sí, no es como si pudiese mantenerlo oculto por el resto de su vida, en algún momento tendrá que decirles... ―asintió y nos quedamos en silencio por un momento. Tal vez ambos asimilando todo―. Sí que pasaron cosas mientras no estuvimos juntos ―comenté... y por algún motivo me dio risa, Jun se contagió también y empezamos a reír a carcajadas, apartamos la bandeja dejándola a un lado, me dejé caer hacia atrás en la cama y él se dejó caer a mi lado riendo también. Nuestras voces resonaron en la habitación mientras reíamos ante lo extraño de aquella secuencia de eventos. A veces la vida parecía tan monótona y de pronto era así, de golpe te lanzaba mil bolas curvas. Nos miramos y se acercó a besarme.

―Creo que es un signo de que no deberíamos separarnos ―es mitad broma, mitad en serio, o eso quiero creer. Yo le hago más caso a la parte seria.

―Pienso lo mismo ¿ves lo que pasa? Se desalinean las estrellas ―se ríe, me deja otro beso en los labios, en la mejilla y baja hasta mi mentón, un camino de besos hasta mi cuello.

Su cuerpo se apega al mío mientras sus labios besan mi piel. Lo hace suavemente, despacio, no tiene que preguntarme nada, extiendo el cuello para dejarle espacio, siento como me tantea con su boca, con la punta de su nariz dibuja la extensión de mi cuello en el costado izquierdo, me deja un beso más allí y cierro los ojos cuando lo siento abrir su boca. Quiero sentirlo por completo. Sus dientes se hunden, sus colmillos son los primeros en romper mi piel y me aferro a él, mis manos se entierran en su espalda y un gemido escapa de mi boca mientras él gruñe y su mandíbula aprieta, se clava, su cuerpo se pone sobre el mío, sometiéndome, a mí, mi voluntad, mis feromonas, reclamándome y cercenando cualquier otro vínculo, entregándose también a mí, llenándome las fauces de su aroma increíble, intenso y fuerte, el refugio más maravilloso del mundo. Arde en mi cuello, quema y al mismo tiempo se siente como si ese ardor anestesiara todo, extendiéndose desde allí al resto de mi cuerpo. Y mi ferviente amor se vuelve aún más inmenso, el vínculo me atrae por completo, liga nuestras vidas, nuestras almas, mi palpitar y el suyo, no es un simple vínculo de alfas y omegas, es un vínculo de lobos que se prometen por toda la eternidad, en esta vida y en la siguiente, mi amor estará ligado al suyo.

Esa mordida duele.

Es un dolor hermoso.

Soy lo suficientemente fuerte para vivir mi vida entera soportando este dolor, para que Jun nunca se despegue de mi lado, para que viva siempre afianzando nuestro vínculo más y más, que se extienda por una eternidad. Su mandíbula deja de apretar, renuente, puedo sentirlo, olerlo, mi hermoso lobo desea seguir marcándome aún cuando nuestro vínculo está hecho y los hilos de relación ahora están tejidos entre nosotros y nos jalan el uno al otro, impidiendo que exista nadie más. Mi piel se libera, la sangre escurre por ella solo un poco porque él la lame de inmediato con una veneración hermosa. La sangre nos hace devotos el uno al otro, su lengua me acaricia la piel, la humedece hasta que coagula y deja de sangrar, sus rodillas están apoyadas en el colchón de la cama, rodeándome y sus manos lo afirman para no poner el peso sobre mi cuerpo aunque su cabeza sigue respirando junto a la mía.

Tomo su espalda y lo empujo suave hacia abajo, para que vea que quiero sentir su peso sobre mi cuerpo. Él se deja caer, reposa sobre mí, nuestras piernas se enredan, me abraza pasando las manos por debajo de mis hombros, no para de repartir besos por mi piel aunque se enfoca en mi cuello, besos dulces que hacen la transición más fácil, que me llenan de su devoción hacia mí y agradecen la lealtad que le he regalado. Besos que hacen más fácil estar separados cuando hace un momento nuestra unión fue tan intensa que lo fuimos todo del otro. Pero quiero más que su devoción, lo quiero a él, así que doblo un poco el rostro y él de inmediato entiende que lo deseo en mis labios, su boca sabe a sangre y a sal, a la fuerza de un alfa increíble, de aquel que ahora puedo llamar mío. Nos besamos despacio, un beso breve, no necesito demasiado. Busco sus ojos grises oscurecidos por sus pupilas.

―Te veo ―lo decimos al mismo tiempo. Sonreímos, tan en sintonía el uno con el otro.

Le robo un beso. Aunque supongo que no, que ya jamás le volveré a robar besos porque ahora todos esos besos me pertenecen por derecho de posesión legal o algo así. El cuello me duele, pero es tan insignificante cuando siento su peso sobre el mío, luce tan hermoso, con su pelo ligeramente despeinado, con sus mejillas suavemente entintadas y sus labios rojos. Su cuerpo es más grande que el mío, me gusta que lo sea, me gustan sus hombros amplios, su torso firme, me gusta el abdomen bajo su camiseta desarreglada que, si bien no está repleto de músculos, es fuerte y puede sostenerme si lo necesito.

Me siento más lobo en este instante, aunque no estoy pisando el bosque o ahullando a la Luna, me siento parte de un instinto más grande que yo, me siento fuerte, entregado. Mis añoranzas y deseos se vuelven incontrolables, mi devoción hacia él es demandante y busca más sus labios, la calma se me va. Lo beso reclamando su lengua, su aliento, que me alimente con su sabor hasta saciarme por completo, su cuerpo se aprieta contra el mío, su calor me recompone, me alienta, sus gruñidos y jadeos son la música más hermosa que he escuchado nunca y que jamás debe ser compartida con nadie más que conmigo. Lo amo. Lo amo. Lo amo.

Lo amo tanto.

Y sonrío entre los besos intensos, y su frente se apoya en la mía y él sonríe también. Estoy necesitado y a la vez no, a la vez sé que tengo la calma de una vida entera juntos.

―¿Por qué te gusté? ―no sé por qué quiero saberlo, por qué le gusté a ese niño pequeño, habiendo otras opciones, teniendo a mis hermanos para elegir ¿por qué yo? Su rostro no pierde la sonrisa, su mirada es honesta y repleta de un afecto que es solo nuestro.

―En ese momento, no lo sé, pero ahora se me ocurren infinitos motivos ―besa mi nariz con dulzura inigualable―. Tal vez mi corazón sabía lo que yo era demasiado joven para entender ―esta vez soy yo quien sube y baja despacio las manos por su espalda―, tal vez mi instinto supo que estaba frente al mejor lobo que existe y por eso me gustaste.

―Gracias por quererme desde hace tanto ―quiero reverenciar cada parte de su cuerpo con besos―, gracias a tu instinto o a lo que fuera, gracias porque todo nos trajo a este momento ―sonríe.

―Gracias a ti por enamorarte de mí.

―Eres demasiado increíble, siempre me enamoraré de ti ―cada día un poco más. Se inclina y me lame la marca de nuevo, más tarde me levantaré a mirarla, la siento grande y visible pero así es como la quiero, no deseo ocultar mi vínculo con Jun, si hubiese querido que me mordiera en la nuca se la habría entregado, me gustaba que estaba en mi costado izquierdo, sobre mi corazón. Mi amado me conoce y por eso no necesitó preguntar dónde la quería, porque sabía exacto el lugar correcto―. Estoy feliz ―sé que lo sabe, debe poder olerlo―, de que seas tú, que nos hayamos elegido.

―También yo ―me sigue dejando sus besos suaves en la mordida, los intercala con lamidas, me trata con todo el cuidado y amor del mundo―, muchas personas se resignan en sus vidas, los lobos en general no, pero los humanos comunes... se enamoran de alguien y muchísimas veces esa persona no los amará de vuelta ―deja de besarme para mirarme a los ojos―. Somos tan afortunados de amarnos el uno al otro, de coincidir en nuestros sentimientos.

―Lo somos.

Porque nuestra naturaleza nos había puesto todo en contra, mucho pudo ser diferente. Yo pude no superar nunca a Mars, él pudo no gustar de mí la primera vez que nos vimos. El secuestro pudo no pasar nunca y jamás habríamos crecido juntos, no habría tenido la oportunidad de enamorarme de su gentileza y dedicación, porque muy probablemente no habrían existido. Tomo su rostro entre mis manos, acaricio sus mejillas, el cierra los ojos entregado a mi afecto. Mi devoción por él es tan inmensa. Me sobrecoge un deseo inmenso de llorar, no de tristeza sino de felicidad, de emociones tan fuertes que solo pueden salir en lágrimas porque estoy tan feliz y aliviado de que se ha terminado, que ya no tengo que preocuparme porque mi vida y la suya están ligadas por siempre, porque él es mío y soy suyo, porque siempre nos acompañaremos.

―Te amo ―me limpia las lágrimas con sus labios y sonríe cuando me escucha.

―Te amo ―murmura contra mi piel y puedo sentir el calor de sus palabras allí donde las pronuncia.

Besos. Creo que hoy podría pasarme el día besándolo, perdiéndome en su boca, o recorriendo los pedazos de su piel que tal vez aún no termino de descubrir y venerar como es debido. Mi devoción por él crece.

Quiero mucho más que besos.

―Jun... ―tal vez es la forma en que pronuncio su nombre, tal vez sueno demasiado necesitado o es que lo suelto con el anhelo de un jadeo. No tengo que terminar de decir nada, su expresión es un poco sorprendida, pero me sonríe, me besa.

―También quiero hacerlo ―mi corazón empieza a latir más rápido― pero tu cuello... ―tendríamos que haber tenido vendas o algo, pero no me importa, porque ha dicho que quiere también.

―Está bien, soy un lobo, me recupero rápido ―ríe suave.

―Lo sé, eres fuerte ―no estoy tan de acuerdo.

―Tampoco soy tan fuerte... ―parece no entender por qué se lo digo―, debes saber que no soy tan fuerte como para sobrevivir sin ti ―porque no quería que jamás pensara en dejarme de nuevo bajo la falsa idea de que puedo estar sin él, porque no puedo.

―No tienes que hacerlo, estaré contigo ―me besa de nuevo y su boca es insistente contra la mía.

Lo único bueno de no ser destinados es que no necesitábamos condones. Un omega masculino solo puede embarazarse en su celo, a no ser que esté teniendo relaciones con su destino, en ese caso podrá hacerlo en cualquier momento (así fue como mis padres terminaron teniendo a los gemelos). Pero Jun es mi vínculo, mi alfa, mi todo, es mucho más que mi destino, y gracias a eso sé que puedo sentirlo sin la preocupación de sumarme a la tradición familiar de los bebés de joven, porque no estoy en celo.

No traemos mucha ropa así que es fácil desnudarnos, le quito la camiseta y encuentro su cuerpo, antes me dolían sus cicatrices, pero ahora estoy feliz de que haya logrado sobrevivirlas, que sea tan fuerte y esté conmigo. Lo beso mientras le quito los bóxer y él intenta hacer lo mismo con los míos, nuestras manos se cruzan y enredas, a ratos reímos. No importa si no sale del todo bien, no importa si somos torpes, porque es la primera vez. No quiero que sea perfecto, solo quiero que sea con Jun.

Jun

Me pierdo en las líneas de su cuerpo, su torso delgado, sus pequeños pezones café, sus piernas suaves. Nos hemos tocado antes pero esto es distinto, porque antes lo hemos hecho escabulléndonos entre dormitorios, guardando los gemidos. Ahora no tenemos que hacerlo. Quiero besarlo entero pero también estoy ansioso por tenerlo, él ha esperado mucho por mí, nunca me ha pedido más de lo que puedo darle y hoy quiero darle todo, quiero darle un mundo. Sus feromonas llenan la habitación y se mezclan con las mías, quiero provocarlo y no me contengo, me respira anhelante y yo lo beso, meto la lengua en su boca húmeda mientras mis dedos se cuelan entre el colchón y su espalda dibujando la línea de su columna hasta sus glúteos. Tanteo el lugar que va a recibirme y se estremece, se levanta un poco hacia mí y su ya acalorado rostro se sonroja de la impresión.

No voy a sobrevivir, es demasiado hermoso, me matará con su hermosura.

Mi corazón resiste y lo tiento, toco su entrada y él jadea, está un poco húmedo, necesito que sea más, así que lo beso, empujo mi entrepierna contra la suya mientras mi boca baja a su pecho y le estimulo los pezones, primero succiono uno hasta dejarlo húmedo y duro, lo empujo con la lengua, lo rodeo, y me muevo al siguiente, deleitándome por sus gemidos cuando lo muerdo despacio y se estremece por completo. Me termino de endurecer cuando mi pene toca el suyo, empujo mis caderas contra él y Rhea levanta las suyas, sus gemidos llenan la habitación, sus piernas se abren dejando que me acomode entre ellas, una de sus manos se afirma a mi espalda y la otra baja hasta donde nos frotamos, su mano se reúne con la mía y nos masturbamos, su lengua está caliente, su cuerpo entero arde. Yo también estoy ardiendo.

Nos miramos a los ojos, veo el amor que me tiene, mis dedos se abren paso dentro de él, su interior es caliente, apretado, húmedo, puedo sentir la succión y la incitación de sus paredes que se sueltan y contraen buscando estimular. Es un omega, su cuerpo está hecho para recibirme, y agradezco que me eligiera para ser quien ocupe un lugar tan íntimo dentro de él, que vaya a recibirme dentro de su cuerpo.

―Te amo, te amo ―mis dedos entran y salen, el sonido se vuelve húmedo, pegajoso, los abro en movimiento de tijeras, los giro mientras me empujo contra su cuerpo. Mis caderas están desesperadas, pero aún es pronto, gruño y gimo y él me muestra una expresión maravillada mientras se arquea cuando logro tocar algo dentro con mis dedos y su grito resuena en mis oídos. Quiero escucharlo de nuevo.

Rhea

Voy a perder la cabeza, voy a enloquecer si lo hace de nuevo. Todo mi cuerpo se estremece en la electricidad de él tocándome de ese modo, de sus dedos abriéndose paso dentro de mí, de aquel lugar que me hizo vibrar por completo, como si me hubiese golpeado un choque de electricidad, solo que no era electricidad sino un placer que estremecía cada célula de mi cuerpo. Se sentía increíble, correcto, nací para sentirme así, quiero estar lleno de él, solo de él, amarlo, que me ame.

―No... ―se sorprende, detiene sus dedos―, me voy a correr ―si lo hace de nuevo. Su sonrisa se vuelve hambrienta, satisfecha, ladeada, se relame los labios con una maldad que le desconozco, una satisfacción increíble y me enamora que aún hay cosas de él que puedo descubrir, aún puedo sorprenderme y enamorarme de sus lados nuevos.

―Hazlo ―y quiero obedecerle, tengo tantas ganas de solo hacerle caso y liberarme, pero niego.

―Quiero ―se mueve, toca dentro de mí y me interrumpe aunque no lo hace tan fuerte, mi frase se detiene por un gemido involuntario―, quiero correrme contigo dentro ―lo digo rápido antes de que me interrumpiera de nuevo, se muerde el labio inferior, me mira, tan hambriento.

Oh, cómeme, soy tuyo.

―Bien ―me besa, abre mi entrada con sus dedos, estira dentro de mí y me siento palpitar allí, siento que mi humedad escurre por mis glúteos, abro las piernas más, levanto las caderas y él deja de masturbarme para levantar con una mano mi cadera y con la otra se guía a sí mismo para ponerse contra mi―. Lo haré lento.

Asiento, desesperado.

Es más grande que solo dedos. Su glande se abre paso, me estira, mis párpados se abren a más no poder, empuño las sábanas, él está erguido, quiero que entre y se incline para abrazarme a él, necesito el calor de su cuerpo. Hay tanta piel, tanta maravillosa y deliciosa piel. Empieza a empujarse más, más dentro, mis paredes se estiran, las siento, contrayéndose, apretándolo, buscando estimular al amor de mi vida.

―Dios... Rhea es tan... tan bueno ―me calienta el pecho que aún pueda sorprenderse, que no recuerde nada más, que esto se sienta puro, único, solo nuestro, nuevo. Me aprieta por completo por dentro, presiona mi interior, se empuja un poco más y al fin choca contra mi cuerpo. Está por completo dentro. Estiro los brazos, él entiende, se inclina para que yo pueda abrazarlo, se detiene dentro de mí y lo beso, me pierdo en su lengua aunque es un beso torpe porque no puedo dejar de jadear, mi pecho sube y baja acelerado. Podría correrme en cualquier momento.

―Te amo tanto ―asiente, me responde con un beso, no estoy seguro de que podamos decir muchas cosas coherentes en este momento. Puedo sentirlo más que hablar de ello. Él arde en mis entrañas, Jun arde dentro de mi cuerpo.

Él es el único a quien dejaré entrar en mí, este lugar es suyo, solo voy a dárselo a él, su estímulo, su calor, la presión que siento. Me sobrecoge la realización de que estamos unidos, que nos uniremos así para toda la vida, que es mío y soy suyo, que lo necesito tanto y quiero terminar porque el placer va a enloquecerme. Ya tendremos vida para mejorar en esto. Me empujo un poco contra él, quiero que se mueva, le doy permiso para enloquecer si desea hacerlo.

Su boca está abierta, su cabello cae junto a su cara, sale un poco, me frota por dentro, se empuja entonces, desesperado, intenso, buscando el punto que antes me ha hecho gritar. Yo siento placer solo de saber que él está dentro, que nos hemos unido. Pero también quiero más de lo que sentimos antes, me sujeta las caderas con ambas manos, empuja, de nuevo, de nuevo, de nuevo.

Su ángulo cambia, toca algo. Me pierdo, el placer me contrae y él sonríe. No lo veo porque mis ojos se cierran pero puedo sentirlo, su sonrisa. La habitación se vuelve un sauna de feromonas y sonidos, el aplauso de nuestros cuerpos colapsando y el sonido pegajoso de mi humedad que lo recibe cuando entra y sale de mi cuerpo.

Jun

Al fin lo disfruta, lo veo temblar, vibra bajo mis manos y me siento el hombre más poderoso del mundo. No soy un adolescente, soy más que eso, soy su soporte y él es el mío, su compañero, quien me recibe en sus entrañas, el hogar al que siempre querré regresar. Mi vida está entre mis manos y lo amo, lo tengo, no puedo aguantar mucho. Quiero marcarlo, quiero llenarlo entero de mí, necesito quemar su canal con mi semilla, con mi aroma, marcarlo por dentro como mío, demostrarle no al mundo sino a nosotros, a él y a mí que mi calor es suyo y que solo existe un lugar correcto para retenerlo.

―Dentro ―por supuesto que no necesito decírselo, me ruega, me anhela, me muerde el labio y le muerdo su lengua traviesa en respuesta, no puedo decir nada, solo gruñidos porque está tomando mi autocontrol completo no dejarme ir, quiero durar aunque sea un poco más, alargar un poco más este momento―. Te quiero dentro ―pero sus palabras son demasiado, su voz anhelante, sensual y caliente me descontrolan. No puedo resistir.

No quiero.

Rhea

Sus embestidas se vuelven erráticas, aceleradas, yo no puedo más, entierro las manos en su espalda, antes me estremecía cada vez que entraba a mi cuerpo, ahora lo ahogo por un motivo diferente, cada embestida me quita el aliento, no alcanzo a respirar, podría morirme pero sería correcto. Quiero que lo haga dentro, necesito que así sea porque es el lugar que es suyo y solo suyo, necesito que lo llene de él porque también estoy por terminar, bajo una mano, me masturbo aunque siento que ni siquiera necesito hacerlo. Y entonces se empuja, gruñe y lo siento.

Arde dentro de mí, dispara su semen en mi interior y no puedo. No puedo resistir el orgasmo de la satisfacción que me parece hasta antinatural porque el placer no se compara. Me siento increíble, perfecto, completo, cuando lo hace dentro, me derramo entre nosotros y abro los labios en un sonido que no reconozco, gemido, jadeo, no sé qué nombre tiene, mis músculos se contraen, los dedos de mis pies se aprietan, pero dentro... se siente tan perfecto en mi interior. Su simiente me llena, se dispara más, él se empuja de nuevo, frotándose, buscando liberar todo dentro. Yo froto torpe mi mano y él entonces usa la suya, me termina de masturbar para sacar todo de mí y lo miro, es hermoso. Me siento tan caliente dentro, tan correcto. Quiero decir algo pero no sé cómo, tal vez se me olvidaron las palabras, espero que Jun esté mejor porque perder su cerebro sería una baja terrible para la humanidad. Pero me besa, la mejilla, la frente, los labios, le respondo ese beso, busco uno y otro y le doy muchos besos en esos labios perfectos. Quiero llorar de lo mucho que lo amo.

Fue breve, torpe pero para mí es perfecto.

―Se siente tan bien... ―quiero que lo sepa, que realmente es maravilloso―, tú, dentro.

―Para mí también ―su voz sale más grave, rasposa, carraspea, me besa de nuevo―. Fue perfecto ―nos reímos un poco, es tan extraña esta sensación de querer llorar y reír al mismo tiempo. Estoy tan feliz.

Se mueve con cuidado. Sale de mi interior y aprieto los labios, se siente raro cuando mis paredes se contraen y el semen se escapa de mi interior. Se recuesta a mi lado pero de inmediato me envuelve y yo me acurruco entre sus brazos. Necesitamos una ducha pero será más tarde, por el momento solo quiero estar allí, en ese lugar que es mío y huele increíble. Donde pertenezco.

―Creo que lo hicimos bien, para ser la primera vez ―susurra y sonrío, sus ojos brillan y asiento.

―También lo creo ―seguro aprenderíamos a no estar tan apurados, a tomarnos más tiempo en el placer de los besos. Antes lo habíamos hecho, hoy solo queríamos unirnos y estaba bien, la mordida me había pedido calmar la necesidad de sentirlo dentro y de ser suyo y fue increíble y perfecto. Él no lo olvida, me lame el cuello.

―¿Te duele?

―Solo un poco ―estoy más sobrecogido por otras sensaciones, el ardor de su semilla, mi corazón aún acelerado por su amor, el placer de un orgasmo que parece que hormiguea aún en todo mi cuerpo. El dolor de la herida está relegado entre todo eso. Sonríe contento. No sé cómo vivir amándolo tanto, su rostro precioso, sus ojos que se desaparecen cuando sonríe tan amplio, sus mejillas, sus labios, su cuerpo―. Pero igual quiero que me mimes mucho ―tampoco debe uno desaprovechar las oportunidades cuando se presentan. Suelta una carcajada al escucharme, su risa lo hace vibrar y estremece mi cuerpo desnudo junto al suyo.

―Por supuesto. Te mimaré toda mi vida ―iba a hacer que cumpliera esa promesa.

―Te mimaré también ―no voy a ser injusto. Él me besa la frente, suave, calmado, no se siente como si fuera a soltarme jamás y me parece perfecto, puedo vivir en sus brazos.

―Cuento con ello.

Jun

Siempre cuento con el amor de Rhea. Mi vida, mi luz, mi omega, mi compañero. No necesita decirlo.

En mi oasis siempre hay Luna llena.

• • •

Espero que este sea un excelente miércoles.

Este capítulo costó para salir pero al fin logró ver la luz. Sobre la última frase, la comprensión sobre ella y el título de esta historia llegará, pero quise cerrar de este modo para que supieran que la frase siempre fue pensada desde Jun, aunque al inicio podría haber parecido distinto, desde el título de la historia mi intención fue siempre Jun y Rhea, y hoy al fin se han vinculado y están juntos. Y sí, en este capítulo no salen del hotel siquiera, pero pasan cosas importantes así que creo que están bien.

Nos queda muy poco, solo 11 días más, en una semana y media esto se acaba. Parece increíble. Gracias por acompañarme y por su amabilidad (mi mano duele cada vez menos).

Un abrazo gigante, galletitas y mil gracias por leer, comentar y estrellitosear.

SCiel

Continue Reading

You'll Also Like

2.4M 119K 37
Aprovechare está segunda oportunidad. *** Está obra es totalmente mía. © Todos los Derechos Reservados Obra registrada en Safe Creative Créditos por...
28.2K 2.4K 42
Aragón es un reino en donde abunda la magia, sin embargo, al Rey de este reino no le gustan esta clase de habilidades que están fuera del humano norm...
11.2K 1.9K 19
Cuando los chats privados del deportista Vegas Therapanyakun son filtrados a todo internet, su publicista y representante le ofrecen un acuerdo para...
133K 11.5K 47
Mi nombre es Noah Patterson, tengo 19 años, soy un joven estudiante que bajo los efectos del alcohol interrumpió la importante boda de un mafioso, es...