En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

141K 16.7K 22.3K

Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

26. Todas las eternidades de mi vida

3.7K 491 705
By S_Ciel

Ni siquiera le pregunté a dada si podía tomar el auto, solo le dije «es importante». Antes de irme llamé a Len aparte, no necesitaba comprobar nada, lo sentía en cada fibra de mi cuerpo, pero aun así le pregunté y cuando escuché su respuesta ya sabía todo lo necesario, sus palabras confirmaron mi verdad. Conduje hasta su apartamento y una vez allí saludé al conserje de la entrada y subí hasta el tercer piso. Estaba nervioso, pero por primera vez desde que todo esto había empezado, el ascensor no se sentía como un peso en mi estómago, los nervios eran buenos. Me abrió la puerta extrañado de encontrarme tras ella, entré sin siquiera preguntar, me sentía acelerado, quería hacer esto rápido.

―Rhea ¿pasó algo? Nos vimos hace un rato ―«un rato», me parecía un siglo de distancia porque la revelación había sido tan grande que parecía haber marcado un antes y después en mi tiempo. Eché una mirada rápida dentro, pude notar que estaba estudiando porque tenía muchos libros abiertos en su mesa de centro, pero esto era más importante, no podía esperar.

―Tenemos que terminar ―lo suelto y me sabe bien en la lengua, me siento... libre, él me mira horrorizado.

―¿Qué? Pero si... no llevamos ni una semana de intentarlo ―trató de tomarme de los brazos pero negué, necesitaba aclararlo.

―Es que no deberíamos estar «intentándolo» Mars, deberíamos sentirlo y yo no lo siento... ―puedo decirle más, tengo tan claros mis argumentos, lo veo como si estuviesen escritos en letras gigantes frente a mis ojos, ahora que me parece increíble que antes no lo hubiese entendido.

―Estas cosas toman tiempo.

―¡No! ―más que gritar, creo que alcé la voz, aun así se sorprende y bajo el volumen, es difícil calmar las emociones que siento en la piel, entre mis dedos, en los labios, en mi lengua―, entre destinos no toma tiempo, deberíamos querer estar juntos pero te voy a ser honesto Mars, yo no quiero ―su rostro luce triste y sus emociones me oprimen, el instinto me jala, me llama a calmarlo y solo ceder, pero soy más fuerte. Me he vuelto fuerte con el tiempo, por irónico que parezca, fue su rechazo y ausencia lo que me daba ahora la firmeza para mantenerme firme frente a él―. ¿No lo entiendes? Nos estamos conformando el uno con el otro. Yo no quiero conformarme contigo, quiero ser feliz con el amor de mi vida.

―Mi hermano y tu hermana... ―corté lo que iba a decir.

―Sé que mi hermana no querría verme así, como estamos, en este limbo de estar uno junto al otro, sin doler pero sin ser felices. Yo quiero ser feliz y tú no eres mi felicidad, Mars ―su tristeza se vuelve tan espesa que me dan ganas de abrir la ventana, ojalá fuera tan fácil, ojalá bastara solo con dejar entrar el aire para arrebatarle el dolor que cargaba―, y yo tampoco soy la tuya.

―No sabes eso... ―pero lo dice bajo, inseguro Jamás sonríes por mí.

―Lo sé ―mi voz nunca ha sonado tan segura de algo―. Tú tenías razón, Mars, la primera vez, cuando imprimamos y me rechazaste, tenías razón ―me mira con ojos sorprendidos, inmensos, tan rojos y desconcertados, negándose a creerme. Me mira con el peso de una herida abierta, que todavía sangra por dentro porque aún la carga consigo.

―¿Cómo puedes decir eso? Si no hubiera ido por ti...

―No estoy hablando de aquello ―parece que solo voy a terminar interrumpiéndolo―, hablo del primer momento, cuando volteaste la mirada, cuando negaste con la cabeza, cuando elegiste a Adhara, hiciste lo correcto ―negó, sus ojos se llenaron de lágrimas y me aguijoneó el cuerpo su dolor. Puedo resistirlo, he soportado más que esto.

―¿Tan desagradable soy que me dices esto? ―qué triste es que piense eso.

―Mars ¿no lo entiendes aún? ―tenía que entenderlo―. Somos lobos.

―Como si pudiera olvidarlo ―parece alterado, nervioso, apretando su abdomen. Aunque es alto, ahora luce pequeño, encogido en sí mismo, empequeñecido por complejos que pesan sobre sus hombros y brazos, tristezas y decepciones que doblan su columna y lo disminuyen.

―Somos lobos ―repetí suave―, y los lobos nos emparejamos de por vida ―le sonreí―, nadie dijo que esa pareja tiene que ser tu imprimación, yo nunca estuve enamorado de ti; encantado tal vez, pero no alcancé a enamorarme y ahora ya no puedo hacerlo. Y tú nunca podrías haberte enamorado de mí porque elegiste tu pareja mucho antes de conocerme ―me pongo erguido, recto; hoy y ahora me siento inmenso. Hoy, ahora y hacia la eternidad―. Soy un lobo y amo a Jun, lo amaré por el resto de mi vida.

―Pero yo soy tu... ―duda, su inseguridad es palpable.

―Sí, tú eres mi destino, pero no eres el amor de mi vida.

Jun es el amor de mi vida.

―Estás equivocado ―susurra, no se da cuenta de que no lo estoy, que estoy seguro, que me apostaría el aliento en ello―, Adhara, ella también es lobo y se enamoró de mí pero aun así no estoy seguro de que ahora me quiera, la he hecho esperar y doler ¿cómo podría seguir queriéndome?

―Tú hablas con tu hermano cada sábado y Adhara llama a Ignis cada domingo desde que estás aquí, para saber si tú estás bien, jamás ha fallado. Cada domingo, cada semana, ella llama por ti ―sus manos descansan, dejan de apretar su abdomen como si se levantara un peso y me mira con algo que quiere ser esperanza pero tiene miedo de formarse.

―¿Cómo lo sabes?

―Le pregunté a Len antes de venir, cuando me di cuenta de que estábamos equivocados, Ignis no te ha dicho porque ella le pidió guardar el secreto, mi hermana me lo confió y no es que lo necesitara pero quise confirmarlo ¿no lo ves, Mars? Ella te ama, quería que tú estuvieras seguro de su cariño, pero te ama y siempre va a amarte, así como yo siempre voy a amar a Jun y tú siempre vas a amarla a ella ―esta era la verdad y lo demás era algo que habíamos estado forzando y torciendo―. Lo que pasa es que como sabemos de destino e imprimaciones normalmente nos guardamos los sentimientos para cuando esta persona llega, es lo que casi todos los lobos hacen. Pero tú fuiste distinto, la amaste a ella, la elegiste y lo agradezco, porque aunque no lo entendí entonces y me dolió tanto, eso me dio la libertad de amar a Jun, de enamorarme de él. Todo lo que dolió y tuve que sanar me sirvió para crecer, para entenderme, y tal vez haya sido el precio a pagar por desafiar al destino y encontrar a alguien tan increíble, no lo sé. Pero sí sé que los lobos que no encuentran a su destino de verdad se enamoran luego de sus parejas y jamás verás a un lobo cambiar a quien han elegido para pasar el resto de su vida, no ocurre ―negué con la cabeza―. Estábamos intentando hacer funcionar un destino roto ―apreté los labios―. Este también se equivoca.

―¿De verdad lo crees? ―lo puedo sentir, su corazón calmándose, su cuerpo relajándose ante el alivio que yo también experimenté al darme cuenta. El dolor está pasando. Me acerqué y puse las manos sobre sus hombros, ya no me molesta tocarlo.

―¿Siquiera sientes deseos de besarme, Mars? ―acercó su rostro al mío, si quería intentarlo para comprobar, le dejaría tener mi boca solo una vez. Pero sus labios se desviaron y besó mi mejilla.

―No, no puedo ―le sonreí, me sentía tan... libre, mi cuerpo ya no era pesado. Me mira, sus ojos rojizos están llenos de lágrimas que se niega a soltar―. Lo siento, tu novio... yo nos forcé y...te he hecho tanto daño.

―No te estoy culpando, pero si quieres compensarme prométeme que vas a ser feliz, que intentarás ser feliz ―parece sorprendido, seguro piensa que mi deseo es bondadoso y desinteresado. No lo es y necesita saberlo o no lo tomará en serio―. No creas que es porque soy demasiado bueno, te lo digo porque Ignis es tu hermano y si tú no eres feliz, él no será feliz, y si Ignis no es feliz mi hermana jamás podrá ser completamente feliz. Te lo digo por ella. No es que no me importes, pero te aseguro que ella me importa muchísimo más y nunca tendrá una felicidad plena si tú no eres feliz. Así que si quieres darme algo, dame eso, la promesa de que vas a intentarlo.

―Rhea... gracias ―suspiré, era como un cachorro perdido, pero parecía que al fin había encontrado el camino a casa―. Lo prometo ―pero necesito que sea más que solo palabras.

―No quiero una promesa vacía. De verdad tienes que tratar Mars. Termina tu semestre y busca a Adhara, no te quedes aquí, venir pudo parecer algo bueno en su momento pero ahora que sabes la verdad quedarte sería sabotearte a ti mismo. Todos quienes te aman están lejos, somos más fuertes en manada, necesitas de ellos; transfiérete, vuelve con los tuyos ―apretó los labios, entendía que debía haber personas que no querría dejar aquí, pero él necesitaba sanar, ponerse primero―, quedarte no ayudará, tienes que mejorar y será más fácil si lo haces rodeado de tus seres queridos ―asiente, realmente parece un niño, pero entiendo que es por la inseguridad que le inculcaron dentro―, no lo hagas sin ayuda, busca ayuda profesional allá, que nadie minimice tus sentimientos, ni siquiera tú mismo ―vuelve a asentir―. Dile a Adhara que la amas ―asiente otra vez―. Y dile a Ignis que también quieres ser líder de tu manada ―se corta por completo.

―¿Qué? ―niega de inmediato con la cabeza, retrocede, se aleja de mis manos como si quemaran.

―Es importante que se lo digas, Mars, debes ser honesto.

―Te equivocas, nunca quise ser líder, ni siquiera de pequeño, siempre fue Ignis quien iba a serlo, quien tenía la mejor personalidad para ellos, quien cuidaba a los demás, yo siempre tuve que esforzarme ―suspiré de nuevo.

―Lo sé, ya me lo habías contado ―pero esa no era toda la verdad, esas eran solo las palabras de alguien que miraba más hacia afuera que dentro―. Pero ¿es realmente cierto? No dudo que Ignis sea bueno cuidando a los demás o que lo haga sin esfuerzo, pero creo que no te estás mirando a ti mismo. Elegiste ser doctor, Mars, una profesión que literal se trata de cuidar de otros, si lo que piensas de ti mismo fuera verdad, no te importarían tanto los pacientes.

―Eso no me vuelve un líder y... ni siquiera estudié para llevar el negocio familiar ―pero ese mismo día me había dado la respuesta para ello.

―Y por eso pensaste que Ignis debería incluir más personas fuera del círculo familiar a la dirección de la empresa, porque en el fondo no piensas que el líder tenga que llevar el negocio o ser el director de todo, porque sabes que no es el único que puede cumplir esa función. Cuidar de la manada es más importante ―apretó los labios.

―Solo era algo que creí que Ignis seguro pensaría hacer para aliviar la carga e incluir más a otros miembros, él es listo ―a veces quiero remecerlo para que abra los ojos.

―¡Se te ocurrió a ti, Mars! ¡A ti, no a Ignis! ―creo que hago espavientos de más con los brazos, suspiro, me aprieto el puente de la nariz con los dedos y cierro los ojos un momento―. Tal vez antes pensabas que era mucha responsabilidad y tal vez te parecía aburrido o yo que sé, te sentiste menos que Ignis. O simplemente lo descartaste del todo porque era lo que tu hermano siempre quiso ser y no deseabas ser una amenaza ―bajé la mano para verlo―. Pero es tan claro, que tu clan te importa más que solo como un miembro, que tienes ideas para mejorarlo.

―Aun si eso fuera cierto jamás me elegirían, mi familia es... yo soy su mayor decepción ―tiembla, la sola mención de alguien de su casa que no sea Ignis provoca eso―. Llevan siglos criando a hijos fuertes y yo... soy el primero que ha salido mal.

―Creo que lo que ocurrió contigo es precisamente el motivo por el que serías un excelente líder ―lo pienso de verdad―, porque tú sabes que no todos somos iguales, porque sabes que esa crianza puede hacer mucho daño y jamás permitirías que pase de nuevo. No todas las tradiciones deben permanecer y tú eres la prueba de ello ―niega―. No digo que estés listo ahora ―me acerqué de nuevo y esta vez no se alejó. Podía sentir que mis intenciones no eran malas―, pero puedes lograrlo. Si buscas ayuda, si eres capaz de ver todas las cualidades que te hacen magnífico, creo que los miembros de tu clan lo verían y si ellos lo ven, te volverán un candidato por sí mismos.

―Rhea... ―habla en susurros, susurros de nuevo―, no creo que...

―Es que tienes que creer ―los interrumpiré todos, no dejaré que se formen―, tienes que empezar creyendo en ti mismo, aceptando que sí quieres cuidarlos y que incluso si Ignis termina siendo el líder del clan, tú serás un invaluable consejero, harás lo necesario para que las cosas sean distintas, por las generaciones futuras ―mi voz sale determinada, tengo que hacerlo entrar en su cabeza y no es fácil, porque frente a mí tengo alguien a quien, aunque haya sido en silencio y nadie lo haya notado, también le habían hecho mucho daño. Un daño que no solo vino de fuera, él también, él se hizo mucho daño a sí mismo―. Por favor, Mars, promételo, que volverás con quienes te aman, que buscarás a Adhara, que seguirás tus sueños... y prométeme que buscarás ayuda, que no descansarás hasta perdonarte y sentirte bien de verdad ―siento que se lo ruego. No solo por él, sino por quienes teníamos en común, por quienes ambos amamos.

―Lo prometo.

Le doy un último abrazo, el último y me doy cuenta de que también es el primero. Me abraza de vuelta y me despido de mi destino, me despido del alfa que me había jalado hacia él, de la atracción que sentí que era puro instinto sin sentimientos. Me despido del muchacho triste y le deseo que siga adelante, le agradezco por dejarme libre, por amar a quien amó, por ser distinto y por haber tenido tanta determinación en su momento, aunque luego su entorno lo hubiese tambaleado.

―Eres amable, abnegado, solidario y con tus pacientes increíblemente perseverante, sé también así contigo mismo ―lo aprieto un poco más y luego lo suelto, me mira y me da una sonrisa hermosa, la primera sonrisa hermosa que hace mirándome a mí, creo que de hecho es la primera que sí siente al reconocerme.

―Gracias Rhea ―hace una pausa―, aunque también soy egoísta ―quise reír.

―Todos podemos serlo a veces, lo importante es reconocerlo ―le peino el pelo hacia atrás y, aunque nunca se lo toqué antes, me sigue chocando lo corto que lo lleva―, déjate también crecer el cabello ―se ríe, su primera risa, tenía que decírselo, se veía mejor cuando lo llevaba largo.

―De acuerdo... ―nos terminamos de soltar, voy a la puerta, pero antes de abrirla y marcharme me volteo a verlo una vez más, no tengo dudas de que es lo correcto―. En otra vida creo que te habría amado, Rhea ―es un sentimiento bonito, y me parece hasta nostálgico.

―Puede ser, pero estoy feliz con la vida que tengo ―y es lo último que le digo antes de salir de allí definitivamente.

Ahora tengo que ir a recuperar a mi lobo. El que es mío y nunca dejaría de serlo.

Primero tengo que ir a casa. Pero antes de encender el motor del auto le escribo un mensaje.

«Te veo».

Pienso que está ocupado y por eso no me contesta de inmediato como ha hecho siempre, después de todo cuando está en su computador no escucha nada, tal vez estaría en alguna clase o algo. Conduzco a casa, le doy tiempo, pero conozco a Jun, sé cómo es y debería de haberlo visto, sin embargo, el mensaje aparecía como no leído. Le escribo de nuevo.

«Te veo».

Necesito que lo lea, que me responda, decirle que regrese a mis brazos. Le doy algo de tiempo y entro a casa mientras tanto, dada y Len están mirando alguna clase de documental en la televisión, aunque más bien, Len está mirando y dada está bostezando de sueño. Raro en él porque le gusta adquirir conocimientos, pero imagino que estos días no ha dormido bien. Cuando me oyen llegar me miran, la forma en que me había marchado había sido rara, por decirlo menos, y Len seguro aún no entendía por qué antes de marcharme le pregunté por Ignis y Adhara.

―¿Todo bien? ―dada quiere leerme el alma, es bueno en ello pero no creo que hoy lo logre, le sonrío.

―Perfecto ¿papá y los gemelos? ―me señala la dirección con la cabeza.

―Tu papá seguro está durmiendo una siesta, tus hermanos practicando fuera ―salgo primero por la puerta trasera. Las cosas han estado calladas con los gemelos. Les chiflo para llamar su atención y Atlas agarra el balón que iba a golpear y me observa―, ¿pueden venir dentro un momento? Quiero decirles algo ―cruzan miradas, Atlas asiente hacia Themis para que este no ponga pegas.

―Vale ―voy a despertar a papá que efectivamente está en el sillón de la biblioteca durmiendo con Salem recostado sobre su abdomen. Lo remuevo.

―Papá, ven al salón un momento ―me mira confundido y asiente, el gato protesta y se ofende cuando lo despiertan, se marcha maullando molesto. Tomo de la mano de papá para guiarlo y una vez dentro lo siento entre dada y Len, los gemelos ya se acomodaron en uno de los sofá, Atlas sentado y Themis medio apoyado en el brazo del asiento, junto a él. Me quedo de pie frente a todos ellos.

―¿Qué pasa? ―dada no adivina, yo sonrío.

―Terminé las cosas con Mars ―veo sus caras de sorpresa, las cejas alzadas, las bocas ligeramente abiertas de Len, papá y los gemelos, siento que viéndolos así se nota lo mucho que se parecen entre ellos, las facciones y expresiones; realmente soy el que físicamente más se parece a dada y ni siquiera me parezco tanto a él. Themis es el que se recupera primero y rompe el hielo.

―Pues qué bueno ―eso hace reaccionar a los demás.

―Espera ¿qué pasó? ¿Te hizo algo? ¿Por qué tan de pronto? ―dada empieza a soltar preguntas tan rápido como le llegan a la cabeza.

―Me di cuenta que no iba a funcionar nunca, quedarme con él sería ir contra mi naturaleza de lobo ―miro a papá, quiero que él lo entienda.

No lo hace. Luce confundido, con sus cejas juntas y la expresión de un pequeño perdido en un ejercicio de matemáticas que no sabe ni por dónde empezar, me impresiona que a su edad sigue siendo capaz de poner esa cara. Mi papá es adorable.

―Pero es tu imprimación, pensé que fuiste con él precisamente por tu naturaleza ―sigue perdido y yo sonriendo.

―Soy un lobo, y los lobos nos emparejamos de por vida ―los miré, Atlas fue quien lo entendió primero.

―Oh ―me regaló su felicidad honesta y brillante, le di la explicación más breve al resto de la familia.

―No puedo amarlo porque ese puesto ya fue ocupado y es imposible que elija a alguien nuevo ―apreté el sol en mi muñeca― mi corazón está lleno. Mars era mi destino pero no mi amor.

Al fin entienden, Themis sonríe, Atlas y Len también, papá se emociona un poco y dada se levanta a abrazarme. Me envuelve en sus brazos y le devuelvo el gesto, me gusta que es un poco más bajito que yo pero aun así cobija muchísimo, no necesitas ser gigante para sostener a quienes amas, solo un corazón fuerte y el de dada era campeón en ello.

―Si tú eres feliz, eso es bueno ―miro a Len en mi abrazo, está contenta, no pregunta nada, pero lo comento para que lo sepa, porque sé que le angustiará más tarde.

―Mars lo entendió ―mi hermana se sorprende un poco pero lo oculta rápido―, volverá con los suyos terminado el año y buscará a Adhara, él no se había dado cuenta aún pero no iba a amarme tampoco y... luego de explicarlo lo entendió, no podíamos hacernos felices ―papá ha durado ya mucho sin unirse al abrazo así que se apura y nos envuelve a dada y a mí.

―Qué bueno ―pero mi abrazo no está completo, me falta alguien demasiado importante. Los aparto, miro mi teléfono.

No va a contestarme.

―Así que tengo que ir por Jun, no contesta mis mensajes así que debo ir a verlo.

―Si quieres lo llamo y te lo paso ―dada saca su celular pero lo detengo.

―No, yo tengo que hacerlo, si no me contesta, yo tengo que ir y traerlo de vuelta ―parece querer protestar pero mis hermanos chocan los cinco.

―¡Sí! Genial, Rhea, ve por Jun ―me animan, los aprecio.

―Tienes clases mañana ―era miércoles, dada suena serio ¡Como si eso importara!

―Me las saltaré, por un día no pasa nada ¡Tengo que traer a Jun de vuelta! ―aprieta los labios.

―Es mejor esperar al fin de semana o tu papá y yo podemos decirle que vuelva ―cedería a mi dada otros días, pero no hoy.

―No, tengo que ir ―me puse firme― y voy a hacerlo, con o sin tu ayuda, puedo costearlo solo ―tenía el dinero de mis videos musicales. Me alcanzaba para el viaje sin problemas. O sea, nunca miraba esa cuenta, pero seguro me alcanzaba.

Quien crea que la gente no cambia está muy equivocado. No era el niño que fui hace tanto tiempo, aquel que se ocultaba en los brazos de su dada, que tenía miedo, el que todos considerarían «pasivo» y tierno. Seguían sin gustarme las peleas, pero el tiempo me había cambiado, solo bastaba recordar cuando doblé el brazo de Tristán para saberlo; seguía guardando silencio, pero no cuando tenía que alzar la voz. Cuando niño no habría protestado una orden de mis padres, me habría callado para mostrar mi descontento, pero jamás una protesta hecha y derecha. He crecido y hablaré, gritaré y enfrentaré a quien sea... si debo hacerlo.

―Rhea no se trata de eso ―busco otra alternativa, si la terquedad no funciona, debo probar algo distinto, le muestro lo desesperado que siento.

―En serio tengo que verlo, no te imaginas lo horrible que ha sido extrañarlo tanto, no dejo de colarme a su cama solo para olerlo ―me tiemblan las manos―. Debo ir por él, dada ―mira a papá y luego a mí, no hay objeciones.

―Está bien.

Con la ayuda de mi familia todo es más rápido. Dada me empaca una muda de ropa en una mochila grande y cómoda (por si acaso) y gracias a Len encontramos el itinerario del tour de universidades que está siguiendo.

―No alcanzas a llegar a la ciudad en que está hoy, pero si sales ahora por la noche puedes llegar a la siguiente ciudad que él visitará y adelantarte, porque al parecer su tour se moviliza por las mañanas ―era bueno que ella estuviera porque Jun me había vuelto un inútil en todo lo que competía a la informática, como él sabía hacer esas cosas, tratándose de usar la computadora yo nunca hacía o buscaba absolutamente nada. Ella en cambio encontró la ciudad que debía alcanzar y un bus que saldría en unas horas y que viajaría toda la noche y lograría hacerme llegar temprano―. Ya revisé y deberías llegar una hora antes que él, tal vez menos. Así que lo mejor es que no te muevas del terminal de buses para no perderte ―parecía una buena idea, eso no era el bosque en que yo sabía dónde estaba por puro sentimiento, era una ciudad donde... toda honestidad, me perdía fácil.

Pagamos con mi dinero, dada me dice que no es necesario pero yo quiero hacerlo. Quiero sentir que llegué hasta Jun por mis propios medios (aun cuando me ayudaron con lo técnico), quiero sentir que eso fue posible gracias a mi trabajo y esfuerzo. Con la mochila al hombro me subo a ese bus. Llevo pantalones que simulan jeans celestes pero no lo son (los más cómodos que tengo para un viaje tan largo) y una sudadera de Jun negra con letras blancas, para poder olerlo mientras las horas pasan. Me tomé un relajante muscular antes de subir para no terminar con las piernas terriblemente adoloridas y espero a que me dé sueño. Abrazo mi mochila y hundo el rostro en la tela, me duele que Jun no me contestara. Aun cuando puedo imaginar su línea de pensamiento. Era algo nuestro y me molesta que no lo completemos.

No pienso más en ello porque me duermo, o trato de hacerlo, más bien dormito y a ratos me despierto cuando el bus se detiene por algún motivo pero luego sigo tratando. Cuando veo que el sol comienza a salir decido no volver a dormirme, acomodo el asiento y espero, miro el celular. Nada de Jun. Papá me escribió para preguntar si ya había llegado y le contesto que no, pero a los quince minutos me corrijo porque alcanzamos destino. Me calzo la mochila y miro la estación. El suelo es de cemento, a esta hora no hay muchas personas, solo las que van llegando, hay espacio para unos diez buses, no es muy grande. No sé cómo se me ocurre mirar lo de mi teléfono. Jun había instalado una vez una aplicación que compartía mi ubicación y la suya, que nos permitía acceder a la ubicación del otro siempre que quisiéramos. Se llamaba GetHome (llega a casa), había dicho que era muy útil en casos de secuestros. La abro y puedo acceder a su localización y ver dónde está, no viene muy lejos y es evidente que sigue en el bus por la velocidad con que se mueve.

Me siento tonto cuando entra a la ciudad y se desvía. No se me ocurrió pensar que Jun venía viajando en el bus del tour, un bus con el que se movían de ciudad a ciudad. No necesitaban pasar al terminal, iba directo al hotel.

―Maldición ―eché a correr.

Si hay algo en que soy bueno es en las carreras, joder, en mi manada hacíamos muchas y casi siempre que competía ganaba (cuando no hacían trampas). Así que corro en la dirección hacia donde veo el bus ir, entre mirar las calles y mi celular. Hasta que se detiene frente a un sitio, no era tan lejos, estoy a tres cuadras, habíamos corrido en direcciones opuestas, ambos acercándonos. Me apuro para alcanzarlo, creo que seguro tardarán unos minutos en bajar sus cosas y todo eso así que corro con todas mis fuerzas y cuando estoy llegando. Lo veo, junto a la puerta, a punto de entrar a un lugar acompañado de un chico de cabello verde que bosteza y se estira. No me contengo, grito.

―¡TE VEO! ―y él se voltea, me encuentra, puedo leer mi nombre en sus labios. A esta hora no hay casi vehículos en la calle, la atravieso corriendo y me aviento sobre su cuerpo, me atrapa entre sus brazos y lo aprieto, lo huelo.

Al fin, al fin.

―Rhea ―mi nombre es perfecto cuando él lo dice, me aprieta, mi corazón se acelera. No voy a dejar que se marche nunca de mi lado.

―Te veo, te veo ―me aparto para poder mirarlo a los ojos, parece encantado, triste y confundido, todo a la vez. No me aguanto, lo beso, un beso y otro sobre los labios―, no me dejes nunca de nuevo, no quiero volver a estar sin ti ―me lleno la boca de él porque le sigo besando―. Te veo.

―Y yo a ti ―al fin lo dice.

Y el mundo se detiene. No como cuando vi a Mars o cuando nos tocamos, se detiene porque yo así lo quiero, se detiene no por algo azaroso como el destino, sino por la voluntad de mis sentimiento, se detiene porque sus ojos grises son lo más hermoso del mundo y hacen falta un sinfín de eternidades para apreciarlos por completo, y yo me pasaría todas las eternidades de mi vida disfrutando del brillo enamorado en ellos.

―Jun... ―el muchacho del cabello verde le toca el hombro, me abrazo más a él―, nos esperan dentro ―él me mira y luego al grupo, un par de chicas se nos han quedado mirando, pero me da igual, no voy a soltarlo, al fin lo tengo.

―¿Puedes llevar mi maleta arriba? Subiré luego ―él asiente y me mira, sus ojos también son verdes. Su rostro se me hace un poco anguloso, pero no malo del todo. Me sonríe y se marcha.

―No debiste darle tu maleta, luego tendrás que ir a por ella porque te llevaré de vuelta a casa ―sueno terco, caprichoso, le beso el pecho y me sigo dedicando a olerlo. Él hunde su nariz en mi cabello.

―Rhea, pensaba que lo ibas a intentar ―habla bajo, me aparta pero no me suelta, solo me indica que entremos para dejar de estar interrumpiendo la puerta principal. Nos sentamos en un sillón del recibidor, su mano entrelazada a la mía, sus ojos en el suelo, no soporto verlo así.

―Lo intenté, Jun, toqué su mano, sentí la conexión pero... ayer me di cuenta de una verdad muy importante que por la costumbre de esperar a la imprimación los lobos no solemos ver claro ―le tomo el rostro, se lo alzo con mi mano libre, quiero verlo cuando le diga esto, ese gris precioso enmarcado por sus increíbles pestañas oscuras―. Los lobos se emparejan de por vida, su corazón se entrega solo una vez, y yo te entregué el mío a ti ―se sorprende―, nunca voy a ser feliz con Mars porque nunca voy a amarlo románticamente, si me quedo a su lado tal vez llegue a amarlo como un amigo pero no como te amo a ti. Solo a ti puedo amarte como mi pareja ―le sonreí―, y él tampoco iba a amarme jamás de ese modo porque también entregó su corazón a alguien más ―bajé la mano de su rostro a su pecho, la puse sobre ese músculo que palpitaba acelerado y fuerte―, y aun si llegara tu imprimación sé que yo ganaría, porque me amas a mí. Y aunque ese alguien quisiera robarte no te dejaré ir ―porque nos pertenecemos. Sonríe, al fin sonríe―. Estos días sin ti han sido mucho más dolorosos en mi corazón de lo que pudo la ausencia de Mars serlo... ―su mirada se disculpa―, no vuelvas a irte, no quiero estar separados de nuevo.

―Eres tan listo, Rhea, por supuesto que tienes razón, debí verlo, nunca debí dejarte. Lo siento ―se acerca, me da un beso sobre los labios, el primero que inicia él desde que llegué. Despacio pero seguro, me hace temblar entero y estoy tan feliz de que me crea sin más explicaciones, porque confía en mí, y la inseguridad y el deseo de marcharse se han ido.

―Si lo sientes promete que no volverás a hacerlo, que no me dejarás ―sonríe.

―Lo prometo.

―Y que harás siempre las cosas computacionales por mí porque no las entiendo ―ríe suave.

―Por supuesto.

―Y que me dejarás comer galletas en la cama.

―Pero se llena de migas...

―Promételo ―suspira.

―Solo el día antes de que haya que cambiarlas ―puedo vivir con eso.

―Que no iremos a dormir molestos ―le brilla la mirada.

―Lo prometo.

―Y que siempre acariciarás mi espalda subiendo y bajando la mano.

―Claro que sí ―mueve sus dedos por mi brazo, sonrío.

―Y que me harás caso cuando te digo que es hora de comer, que no tratarás de saltarte comidas ―mi cabeza empieza a vaciarse, normalmente tendría muchísimas más exigencias.

―Muy bien, eso significa que tú siempre me traerás de vuelta cuando me pierdo ―le beso la frente.

―Por supuesto. Y por último (por el momento), prométeme que me seguirás amando tanto como yo te amo, incluso cuando amanezco con el cabello revuelto, cuando las cuerdas de los instrumentos me sacan cayos y mis dedos no son suaves, cuando me voy a mi lugar de silencio, cuando me desoriento y tienes que guiarme o cuando soy irracional por completo.

―Nunca eres irracional por completo ―aprieto los labios, él sigue hablando―. Rhea, mi Rhea... te lo prometo.

―Soy tu Rhea, y tú eres mi Jun ―lo abrazo. Quiero abrazarlo hasta dormirme contra su cuerpo y al fin descansar de verdad porque una parte de mí siente que mis músculos no han tenido recuperación alguna desde que él se fue, pero estamos en el lobby de un hotel, donde Jun es parte de un tour, y obviamente está a cargo de un profesor guía.

―Joven Jun ¿me presentas a tu acompañante? ―me aparto solo un poco pero no suelto el abrazo, la mano de Jun sube y baja por mi espalda. El mundo es correcto de nuevo.

―Profesor, este es Rhea; Rhea, este es el profesor North ―luce joven, supongo que podría entendernos.

―¿Saben tus padres que estás aquí, Rhea? ―supongo que me veo menor que Jun, o tal vez me juzga por mi collar de omega.

―Lo saben, vine a llevar a Jun de vuelta a casa ―él enarca una ceja.

―Ya veo, pero no puede hacer eso, él está bajo mi cargo ahora, no puedo dejar que se marche simplemente porque tú lo dices ―su voz es amable pero firme, no se altera, solo explica.

―Puede llamar a nuestros padres, estoy seguro que tiene su número ―parece no entender algo de mi frase, entonces me doy cuenta que he dicho «nuestros padres», supongo que es confuso, no solo porque no nos parecemos en nada sino porque seguro me ha visto llenar a Jun de besos.

―Me adoptaron cuando tenía trece años ―explica Jun con calma y lo aprieto―, si Rhea vino es porque nuestros padres lo admitieron y... lo cierto es que él tiene razón ―me acaricia la mejilla y le sonrío―, ya no tengo motivos para seguir mirando universidades.

―Llamaré a comprobar que esto sea cierto ―se aparta de nosotros y seguro va a buscar la inscripción de Jun o algo donde dijera su número de emergencia. Nos miramos, le sonrío.

―Te extrañé mucho ―su voz me acaricia, me besa la frente, la mejilla, los labios. Jamás podría haberme separado de sus caricias, y estaba bien, porque ahora no tendría que hacerlo.

―Me colé a tu cama, y abracé toda tu ropa ―mira la sudadera que traigo.

―Puedo verlo.

―Necesitaba algo que oliera a ti ―no iba a disculparme por ello.

―También me hacías falta, cada segundo de cada día.

―Sus padres me confirmaron la historia ―el profesor vuelve, pone sus ojos sobre Jun―. Aunque solo fue una semana, me alegra haberte conocido, Jun, donde sea que vayas harás grandes cosas ―mi amado sonríe, solo por eso, también le sonrío al señor North―. Espero que te despidas de tus compañeros.

―Lo haré cuando vaya por mi maleta ―él se marcha, supongo que tenía cosas que hacer, yo busco su mano para entrelazarla a la mía.

―Vamos, pidamos un cuarto...

―¿Qué? ―parece sorprendido.

―Jun, me despertaba cada que el bus paraba y sin ti no he podido descansar, solo quiero acostarme y que me abraces ―sus ojos se llenan de comprensión.

―Entiendo ¿dada te dio dinero para eso? ―negué.

―Usé mi dinero de los videos para venir, no fue tan costoso y había más de lo que esperaba en la cuenta ―se impresiona pero sonríe―, quería llegar a ti por mis propios medios, usemos esa tarjeta y pidamos una habitación, le diré a dada que tomaremos mañana un bus de regreso ―me mira, le hago ojitos, tal vez me aprovecho de lo mucho que me ama, o tal vez solo quiero consentirme.

―Está bien ―logramos pedir un cuarto, con llaves en mano, vamos primero al que habría usado Jun si se quedaba en el tour, hay dos camas y en una está el muchacho de cabello verde―. Rhea, este es Frank; Fran, mi novio, Rhea ―nos sonríe y estrecha mi mano cuando se acerca.

―Un gusto, siento que ya te había visto de lo mucho que Jun miraba tu foto ―el corazón me aletea, me sonrojo y Jun se apura a buscar su maleta dándome la espalda, sin duda apenado también― ¿viniste a llevártelo?

―Sí ―suspira teatralmente.

―Ahora quién me dará consejos para conquistar a Magda... ―Jun se voltea con un adorable color en las mejillas.

―Te digo que es algo superficial, deberías buscar una chica con más sustancia ―supuse que era alguna muchacha del tour.

―¿Cómo te conquistó Jun a ti? ¿Algún consejo? ―ambos ponen sus ojos en mí, yo volteo a mirarlo y me enamoro un poco más.

―Me conquistó te tantas maneras, cada mañana, cada compañía, cada pequeño gesto ―no puedo ni quiero contarle detalles tan íntimos y preciosos a un desconocido, pero puedo decirle al menos eso―, no sabría decirte porque amo todo de él.

―Muy bien, salgan, no es justo que ventilen su amor a un chico soltero ―me despido con un gesto, Jun con la maleta en una mano estrecha la de él―, escríbeme.

―Claro, cuéntame a qué universidad entras ―y con eso salimos y subimos dos pisos hasta el cuarto que rentamos. Es distinto del primero porque hay solo una cama amplia y un ventanal que mira a la ciudad.

Dejamos mi mochila y su maleta en el suelo, me quito los zapatos y los pantalones, la sudadera, me quedo solo con una camiseta larga de color blanco que tengo debajo y mi ropa interior, Jun me ha visto con menos que eso. Me meto entre las sábanas y él también se quita la ropa y se recuesta junto a mí. Al fin puedo acurrucarme, al fin lo tengo.

―Te amo ―le dejo un beso en la clavícula, luego se me escapa un bostezo.

―Yo también, ahora descansa, mi vida ―sus palabras son hermosas, me llenan de todo lo que necesito y lo logro, me duermo en un lugar perfecto del universo.

Jun

Rhea es más que solo un sueño, es miles de ellos, es anhelos, sonrisas, cansancio, determinación. Estuve equivocado, mi tiempo con él no fue un sueño porque un solo sueño jamás podría englobar todo lo que habíamos sido y seríamos desde ahora en adelante. Él es un mundo entero repleto de música, de calidez, una vida maravillosa que palpita y existe en mis brazos y que ya no tengo que dejar ir, nunca debí dejarlo ir. Porque él tiene razón, suele tenerla, siempre vamos a estar enamorados el uno del otro, nuestros corazones eligieron y no van a cambiar de parecer sin importar lo que pase, le creo cuando me lo dice porque cuando lo escucho se siente cierto, cuando lo dejé dolía, porque una parte de mi instinto siempre debió saber que eso no era correcto. Agradezco que él descubriera lo que se siente real y perfecto. Cuando despierte le diré todo lo que ha pasado, por ahora contaré las veces que respira, recorreré con mis dedos la extensión de su espalda, necesito concentrarme porque esta es la tarea más importante que existe.

Justo ahora sostengo un mundo entre mis manos.

Mi mundo.

• • •

Espero que sea un excelente domingo.

Ah, no saben cuántas ganas tenía de llegar hasta aquí, cuando armé la historia se me iban ocurriendo frases para este capítulo, más específicamente para la escena en que Rhea habla con Mars. La parte en que le dice «Sí, tú eres mi destino, pero no eres el amor de mi vida» la tengo escrita desde que inicié la historia ¡Estoy feliz de que al fin hayan podido leerla!

Solo dos semanas más y llegaremos al desenlace ¡Catorce días! Parece que fue ayer que publiqué el prólogo y el capítulo uno.

Sobre mi mano: aún me duele, no tanto como los primeros días pero sí me molesta. Me sabe horrible tardar con los comentarios, por eso hoy me desperté temprano para contestar los que debía antes de publicar, pero sí estoy reposando lo más posible.

Muchísimas gracias por acompañarme, por leer, comentar y estrellitosear. Se merecen muchas galletitas por el cariño que me dan, así que espero que todos tengan consigo.

SCiel

Continue Reading

You'll Also Like

421K 26.4K 41
Eliot es el hijo de los dos vampiros más importantes de la asociación protectora de la humanidad contra criaturas sobrenaturales, Paul y Brían. El mu...
1.7K 191 8
❛❛Nara shikamaru había sido un vago toda su vida, pero algo que le importaba, era la causa de su problema mayor... ꒱࿐♡ ˚.*ೃ ¦ Nara shikamaru x Uzumak...
1.6M 157K 64
Existen varias maneras de describir a Lúa: Despreocupada Fiestera Burlona ¿Responsable...? No, no lo creo. Una chica a mediados de sus veinte, en lo...
135K 14.7K 68
Ethan West (Alfa) es un agente secreto fiel a su trabajo, por ello, cuándo su jefe le ordenó investigar a Allan Miller (Alfa) otro agente de su organ...