Leyendo: "Harry Potter, una h...

By Mitologia_13

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Obviamente, se leerá la historia de Harry Potter en el pasado con las tres generaciones, pero será diferente... More

1. Volviendo al pasado (Parte 1)
2. Volviendo al Pasado (Parte 2)
3. La mágica verdad.
4. Hogwarts.
5. Fortaleciendo nuestra amistad.
6. Halloween.
7. Quidditch.
8. Navidad.
9. Nicolas Flamel.
10. Norberto, el ridgeback noruego.
11. El bosque prohibido.
12. A través de la trampilla.
13. El hombre de las dos caras.
14. Gryffindor
15.Obligaciones en vacaciones.
16. Cumpleaños en la madriguera.
17. Borgin y Burken. (Parte 1)
18. Borgin y Burken (Parte 2)
19. De regreso a Howgarts (Parte 1)
20. De Regreso a Hogawrts (Parte 2)
21. Los "sangre sucia" y una voz misteriosa. (Parte 1)
22. Los sangre sucia y la voz misteriosa (parte 2)
23. El cumpleaños de Muerte (parte 1)
24. El cumpleaños de Muerte (parte 2)
25. Inscripciones en la pared (parte 1)
26. Inscripciones en la pared (parte 2)
27. Una blugger loca (Parte 1)
28. Una blugger loca (parte 2)
29. El club de duelo (parte 1)
30. El club del duelo (parte 2)
31. Poción Multijugos.
32. El diario secreto (parte 1)
33. El diario secreto (parte 2)
34. Cornelius Fudges (Parte 1)
35. Cornelius Fudges (Parte 2)
36. Aragog (parte 1)
37. Aragog (parte 2)
38.La cámara secreta (parte 1)
39. La cámara secreta (parte 2)
40. El Heredero de Slytherin. (Parte 1)
41. El Heredero de Slytherin. (Parte 2)
42. La recompensa de Dobby.
43. 1G vs 2G
44. Black.
45. El reencuentro.
46. Dementor (parte 1)
47. Dementor (parte 2)
48.Pozos de té y garras de hipogrifo.(Parte 1)
49. Pozos de té y garras de hipogrifo. (Parte 2)
50. El Boggart.
.51 La huida de la Señora Gorda.
.52 La derrota.
53. El Mapa de Merodeador.
.54 Sorpresa en Navidad.
.55 Patronus.
56. Gryffindor contra Ravenclaw
57. El rencor de Snape.(parte 1)
58. El rencor de Snape (parte 2)
59. La final de Quidditch.
60. La profecía de la Profesora Trelawney.
61. El perro, el gato y la rata.
62.Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta.
63. El Vasallo de Voldemort.
64. El beso del dementor.
65. El secreto de Hermione.
66. Más lechuzas mensajeras.
67. Último día.
.68. Disciplina mental.
.69. El traslador.
.70. Bagman y Crouch.
.71. Los Mundiales de quidditch.
.72. La marca tenebrosa.
.73. Alboroto en el Ministerio.
.74.El expreso a Hogwarts.
.75. El torneo de los tres magos.
.76. Ojoloco Moody.
.77. Maldiciones imperdonables.
.78.Beauxbatons y Durmstrang.
.79.El Cáliz de fuego.
.80. Los cinco campeones.
.82. El colacuerno húngaro.
.83. La primera prueba.
.84.El Frente de Liberación de los Elfos Domésticos.
85. Una prueba inesperda.
86. El baile de Navidad.
87. La primicia de Rita Steeker.
88. El huevo.
.89. La Segunda prueba.
.90. El regreso de Canuto.
.91. La locura del Señor Crouch.
.92. El Sueño.
.93. El pensadero.
.94. La tercera prueba.
.95. Hueso, carne y sangre.
.96. Los Mortifagos.
.97. Priori Incantatem
.98. El suero de la verdad.
.99. Caminos separados.
.100. El comienzo.
SEGUNDA PARTE.

.81. La comprobación de las varitas.

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By Mitologia_13

Durante el desayuno me encuentro en aprietos, cuando no he hecho nada. Pero James Sirius me ha reclamado a mí porque Harry y Al estuvieron anoche hasta tarde volando por todos los terrenos. Debería estar reclemandole a él, pero las quejas me llegan a mí.

- J.S yo no fui quien salió anoche - le digo por cuarta vez mientras dejo el biberón vacio sobre la mesa - Tu hermano ayer no se sentía bien y tu padre le propuso eso...

- No me invitaron...

- Era un momento entre ellos - le explico - Puedes hablar con él para que te lleve a ti está noche.

- Lo pensaré - me dice cruzando sus brazos.

- No le prestes demasiada atención a su berrinche - me dice el otro Teddy, sentándose a mi lado.

- ¿Los reclamos siempre pasan por mí?

- Siempre y los de todos.

- ¿Qué pasa? - nos pregunta Harry cuando llega.

- Arregla eso - le digo señalando con mi cabeza a nuestro hijo.

Harry lo mira por un momento, viendo que realmente está molesto J.S. para luego sonreir ligeramente.

- James Sirius, ¿Qué te parece si está noche soltamos varias snitch y vemos cual de los dos es más rápido?

- ¿Me estás retando viejo? - le pregunta levantando una ceja.

- En este momento soy dos años mayor que tú y soy bastante bueno - le responde con calma.

Comprendo su método, siendo nuestro hijo no se va a negar a un desafío. Un movimiento inteligente.

- Me enseñaste todos tus trucos, voy a ganarte - le asegura J.S.

- ¿Seguro? ¿Tal vez tengo algunos que no conoces?

- Me alegra saber que ambosvson igual de competitivos - les digo con ironía - Vamos a leer.

- Yo lo haré mamá Hann.

Luego de que todos terminaran su desayuno, acomodo todos los sofas y le paso el libro a Teddy.

- La comprobación de las varitas.

- No syena tan malo - comenta Rose.

- Tu madrina le gritó a muchas personas - le responde Harry a mi lado.

- Me sacaban de quicio y si no fuera por ti, le hubiera gritado a más personas - le digo en cambio.

- Marlene, ese es tu caracter - le dice Lily.

- Lo sé y no puedes hablar demasiado que el tuyo no es mejor.

Al despertar el domingo por la mañana, me costó un rato recordar por qué me sentía tan mal. Luego, el recuerdo de la noche anterior estuve dándole vueltas en mi cabeza. Me incorporé en la cama y descorrí las cortinas del dosel para intentar hablar con Hermione y explicarle las cosas, pero la cama de mi amiga se hallaba vacía. Evidentemente, había bajado a desayunar.

Me vestí y bajé por la escalera de caracol a la sala común. En cuanto aparecí, los que ya habían vuelto del desayuno prorrumpieron en aplausos. La perspectiva de bajar al Gran Comedor, donde estaría el resto de los alumnos de Gryffindor, que me tratarían como a una especie de héroe, no me seducía en absoluto.

- Quería que la tierra me tragara - les digo a ellos - Una cosa que sea por un partido de quidditch ganado, pero por eso que no quería...

- Te entiendo, era un dolor de cabeza - agrega Harry - Debimos haber usado más la capa.

- No sabían lidiar bien con la atención cuando desde su primer año siempre la tuvieron - nos dice Ginny.

- Sí, pero era más fácil de lidiar - le responde Harry.

- Hannah...

- Bendito seas Potter - le dije volteando a verlo - Parece que no tuviste una buena noche.

- Ni tú - me respondió - ¿Ella no te creyó?

- No, y al parecer Ron no te creyó a ti... Bueno, a ambos - le dije en cambio.

- Cree que usamos la capa de invisibilidad, pero que te elegí para esto porque tenemos más posibilidad de ganar - me dijo él - ¿Qué te dijo Hermione?

- Que como tengo acceso a magia avanzada, la usé para evadir el hechizo de Dumbledore - le dije sintiendome mal a recordarlo - En parte es cierto, pero no lo hubiera hecho y esperaba que ella lo tuviera en cuenta.

- Hay que darles tiempo.

- ¿No creen que fueron duros con ellos? - les pregunta Bill.

- Sé que me porte como un idiota - le dice Ron.

- Pero pudieron superar eso - nos dice Remus.

- Estamos incompletos si no somos los cuatro - le respondo.

- Lo entendemos bien - me dice James.

Caminamos resueltamente hacia el retrato, lo abrió, traspasó el hueco y nos encontramos de cara con Hermione.

—Hola — saludó ella, que llevaba una pila de tostadas envueltas en una servilleta — Les he traído esto... ¿Quieres dar un paseo?

Harry me miró primero y solo asentí.

—Buena idea — le contestó Harry, agradecido.

Bajamos la escalera, cruzamos aprisa el vestíbulo sin desviar la mirada hacia el Gran Comedor y pronto recorriamos a zancadas la explanada en dirección al lago, donde estaba anclado el barco de Durmstrang, que se reflejaba en la superficie como una mancha oscura. Era una mañana fresca, y no dejamos de movernos, masticando las tostadas, mientras Harry le contaba a Hermione qué era exactamente lo que había ocurrido después de abandonar la noche anterior la mesa de Gryffindor. Para alivio suyo, Hermione aceptó su versión sin un asomo de duda.

- Hannah, lamento mucho haber dudado de ti... Si hubiera sido al revés, tú me habrías creído sin siquiera esperar una explicación - me dijo y noté sus ojos brillosos - Fui una mala amiga y lo siento mucho.

- Me dolió que dudaras de mí, pero te perdono - le respondí antes de abrazarla.

- Ni siquiera duraron ni un día peleadas - nos dice Reg.

- A diferencia de los chicos, nosotras hablamos de nuestros sentimientos y eso facilita las cosas - le responde Herms.

- Tienen un buen punto...

- Sirius, James y tú son un viejo y loco matrimonio - lo interrumpe Remus - Sus discusiones son puros dramas.

- ¡James, mira como me habla! ¡¿Acaso no dirás nada?!

Es inevitable que todos comencemos a reír. Me queda en claro cuanto sufrior Sirius cuando le quitaron a su mejor amigo.

- Remus no le hables así, sabes que es sensible - le dice James tratando de sonar serio.

- Nadie me advirtio de esto - comenta Lily.

- Mamá, lo haces por nosotros - le responde Harry.

—¿Has visto a Ron? — nos interrumpió Harry.

Hermione dudó.

—Eh... sí... está desayunando —dijo.

—¿Sigue pensando que yo eché mi nombre en el cáliz?

—Bueno, no... no creo... no en realidad — le contestó Hermione.

—¿Qué quiere decir «no en realidad»?

—¡Ay, Harry!, ¿es que no te das cuenta? — le dijo Hermione —. ¡Está celoso!

—¿Celoso? — repitió Harry sin dar crédito a sus oídos —. ¿Celoso de qué? ¿Es que le gustaría hacer el ridículo delante de todo el colegio?

—Mira — le explicó Hermione armándose de paciencia —, siempre eres tú el que acapara la atención, lo sabes bien. Sé que no es culpa tuya — se apresuró a añadir, viendo que Harry abría la boca para protestar —, sé que no lo vas buscando... pero el caso es que Ron tiene en casa todos esos hermanos con los que competir, y tú eres su mejor amigo, y eres famoso. Cuando te ven a ti, nadie se fija en él, y él lo aguanta, nunca se queja. Pero supongo que esto ha sido la gota que colma el vaso...

- Ron, cada uno de nosotros es especial a su manera - le dice Bill.

- No deberías haberte sentido así, tú has hecho cosas que es probable que nosotros no - agrega Charlie - Eres el más valiente de nosotros.

- No te rendiste cuando me llevaron - le dice Ginny.

- Tampoco te acobardaste en las batallas - le dicen los gemelos.

- Lo entiendo, pero en ese momento fui muy inmaduro, sobretodo con Harry.

—Genial — dijo Harry con amargura—, realmente genial. Dile de mi parte que me cambio con él cuando quiera. Dile de mi parte que por mi encantado... Verá lo que es que todo el mundo se quede mirando su cicatriz de la frente con la boca abierta a donde quiera que vaya...

—No pienso decirle nada — replicó Hermione —. Díselo tú: es la única
manera de arreglarlo.

—¡No voy a ir detrás de él para ver si madura! — estalló Harry. Había
hablado tan alto que, alarmadas, algunas lechuzas que había en un árbol cercano echaron a volar —. A lo mejor se da cuenta de que no lo estoy pasando bomba cuando me rompan el cuello o...

- Te lo romperé yo, si vuelves a decir algo así - lo interrumpí.

- Que tierna - me dice Ginny.

- Me quería asegurar que no lo volviera a considerar - le respondo.

- Funciona bastante bien - les dice Harry.

- No deberías ser tan pesimista - le dice su abuela.

- Aprendí a dejar de serlo.

—Eso no tiene gracia — nos dijo Hermione en voz baja —, no tiene ninguna gracia. — Parecía muy nerviosa —. He estado pensando, Harry. Sabes qué es lo que tenemos que hacer, ¿no? Hay que hacerlo en cuanto volvamos al castillo.

—Sí, claro, darle a Ron una buena patada en el...

—Escribir a Sirius. Tienes que contarle lo que ha pasado. Te pidió que lo mantuvieras informado de todo lo que ocurría en Hogwarts. Da la impresión de que esperaba que sucediera algo así. Llevo conmigo una pluma y un pedazo de pergamino...

—Olvídalo — le contestó Harry, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie nos oía. Pero los terrenos del castillo parecían desiertos —. Le bastó saber que me dolía la cicatriz, para regresar al país. Si le cuento que alguien me ha hecho entrar en el Torneo de los tres magos se presentará en el castillo.

- Eso suena Sirius, pero debías decirle - le dice James.

- No lo quería devuelta en Azkaban - le responde.

- Escape una vez, el segundo intento hubiera sido más fácil - le dice Sirius.

- Es que no creíamos que te enviaran a una celda - le respondo.

- Hubiera corrido el riesgo por ustedes.

—Él querría que tú se lo dijeras — le dijo Hermione con severidad —. Se enterará de todas formas.

—¿Cómo?

—Harry, esto no va a quedar en secreto. El Torneo es famoso, y tú
también lo eres. Me sorprendería mucho que El Profeta no dijera nada de que has sido elegido campeón... Se te menciona en la mitad de los libros sobre Quien-tú-sabes. Y Sirius preferiría que se lo contaras tú.

- Además que se mantiene en contacto con mi padre.

—Vale, vale, ya le escribo —aceptó Harry, tirando al lago el último pedazo de tostada.

- Son muy buenas persuadiendo - nos dice Reg.

- Aprendimos que no es buena idea no escucharlas - le responde Ron.

- O hacerlas enojar - agrega Harry - Sobretodo eso.

Con Hermione los miramos divertidas, son los tontos que amamos.

Los tres regresamos juntos al castillo.

—¿Y qué lechuza voy a utilizar? —preguntó Harry, mientras subíamos la pequeña escalinata — Me pidió que no volviera a enviarle a Hedwig.

—Pídele a Ron...

—No le pienso pedir nada a Ron —declaró tajantemente Harry.

—Bueno, pues utiliza cualquiera de las lechuzas del colegio — le propuso Hermione —. Están a disposición de todos.

Así que subimos a la lechucería. Hermione le dejó a Harry un trozo de pergamino, una pluma y un frasco de tinta, y luego paseó entre los largos palos observando las lechuzas, mientras Harry se sentaba con la espalda apoyada en el muro y escribía:

Querido Sirius:

Me pediste que te mantuviera al corriente de todo lo que ocurriera
en Hogwarts, así que ahí va: no sé si habrás oído ya algo, pero este
año se celebra el Torneo de los tres magos, y el sábado por la noche
me eligieron cuarto campeón y a Hannah como la quinta. No sé quién introduciría mi nombre en el cáliz de fuego, porque yo no fui. El otro campeón de Hogwarts es Cedric Diggory, de Hufflepuff.

Se detuvo en aquel punto, meditando. Tuvé la tentación de decir algo sobre la angustia que lo invadía desde la noche anterior, pero no se le ocurrió la manera de explicarlo, de modo que simplemente volvió a mojar la pluma en la tinta y escribió:

Espero que estés bien, y también Buckbeak.

Harry.

- Debías decirme todo lo que te estaba pasando - le dice Sirius.

- Agradece que te conté eso - le responde.

- Es muy necio cuando se lo propone - agrego - Y sospecho que voy a tener que lidiar con más de un Potter así.

- Te mentiría, pero los tres niños salieron así - me responde Leo.

- Es por eso que soy tu preferido - me dice Teddy recibiendo malas miradas de sus hermanos, pero su versión pequeña ríe al escucharlo - Ven, desde pequeño ya lo sabía.

- Yo los amo a todos por igual, no tengo preferencias - les digo buscando la paz - Sigue Teddy.

— Ya he acabado — le dijo a Hermione poniéndose en pie y sacudiéndose la paja de la túnica.

Al oír aquello, Hedwig bajó revoloteando, se le posó en el hombro y alargó una pata.

—No te puedo enviar a ti — le explicó Harry, buscando entre las lechuzas del colegio —. Tengo que utilizar una de éstas.

Hedwig ululó muy fuerte y echó a volar tan repentinamente que las garras le hicieron un rasguño en el hombro. No dejó de darle la espalda mientras Harry le ataba la carta a una lechuza grande. Cuando ésta partió, Harry se acercó a Hedwig para acariciarla, pero ella chasqueó el pico con furia y revoloteó hacia el techo, donde Harry no podía alcanzarla.

—Primero Ron y ahora tú — le dijo enfadado —. Y yo no tengo la culpa.

- Lamento eso - le dice Sirius.

- No te preocupes, Hedwig era muy celosa y orgullosa - le responde Harry - Tuve que haber prevenido esa reacción.

- Ese, sin dudas no era tu día - le dice James.

- No del todo, pero escucha lo que leerá ahora Teddy - le dice Herms con una sonrisa.

- Ya Potter, vamos a poder con esto - le dije para que se calme y besé su mejilla sonrojada - ¿Estás bien?

- Eh... Sí, sí... no es nada - me respondió él - ¿De qué te ríe Herms?

- Solo me estaba acordando de algo.

- Son muy tiernos - nos dice mi madre y siento mi cara arder.

- No lo hice con esa intención - le respondo.

- Pero es muy tierno lo inocentes que eran - agrega Lily - Harry, sin saber que decir es muy dulce.

Ahora son las mejillas de mi prometido las que se sonrojan avergonzado por las palabras de su madre.

- Y en el lugar de Hermione también me hubiera reído - comenta Sirius - En verdad, solo ustedes no se daban cuenta.

- Y es un alivio para mi tranquilidad mental - le responde papá.

Iba a preguntarle, pero Zeus voló directo hacia mí y se detuvo en mi hombro dándome mimos antes de estirar su patita para que quite la carta.

- Es de papá - les avisé a ellos -

"Hanny:

No voy a mentirte, a tu madre le costó escuchar la noticia y aún lo está procesando, pero no ha tenido ninguna recaída. Le he asegurado que ambos van a estar bien y que voy a encargarme de quien los metió en eso.

Tu cofre ya está en tu habitación, Godric sabrá como guiarte con eso.

Los quiero atentos y que me avisen cualquier cosa. Iré para la primera prueba.

Te amo mi niña, nos vemos pronto.

Papá"

- Sin dudas vas a ser un buen padre - lo felicita su madre - Y nos alegra de que estuvieras bien querida.

- Gracias - le responde mamá.

- Me alivio que me hablara con la verdad - les digo a ellos - Papá sabía que por más que sea su niña, era capaz de lidiar con esas noticias.

- Voy a tenerlo en cuenta - me dice él.

Si con Harry habíamos tenido esperanzas de que las cosas mejoraran cuando todo el mundo se hubiera hecho a la idea de que éramos campeones, al día siguiente comprobamos lo equivocados que estabamos.

Una vez reanudadas las clases, no pudimos seguir evitando al resto del colegio, y resultaba evidente que el resto del colegio, exactamente igual que nuestros compañeros de Gryffindor, pensaban que éramos nosotros quienes nos habíamos presentado al Torneo. Pero, a diferencia de nuestros compañeros de Gryffindor, no parecían favorablemente impresionados.

Los de Hufflepuff, que generalmente se llevaban muy bien con los de Gryffindor, se mostraban ahora muy antipáticos con nosotros.

- Eso si que suena horrible e injusto - comenta la abuela de Harry.

- Tuvimos que enfrentar la primera prueba para que realmente nos creyeran - les digo.

- Era bastante fastidioso, pero nos teníamos el uno a otro - agrega Harry.

Bastó una clase de Herbología para que eso quedara patente. No había duda de que los de Hufflepuff pensaban que con Harry le queríamos robar la gloria a su campeón. Un sentimiento que, tal vez, se veía incrementado por el hecho de que la casa de Hufflepuff no estaba acostumbrada a la gloria, y de que Cedric era uno de los pocos que alguna vez le habían conferido alguna, cuando ganó a Gryffindor al quidditch. Ernie Macmillan y Justin Finch-Fletchley, con quienes Harry solía llevarse muy bien, no le dirigieron la palabra ni siquiera cuando estuvieron trasplantando bulbos botadores a la misma bandeja, pero se rieron de manera bastante desagradable al ver que uno de los bulbos botadores se le escapaba a Harry de las manos y se le estrellaba en la cara.

- Era más fácil de lidoar con ellos cuando creían que eras el heredero de Slytherin - comento.

- Y con lo molesto que estaba en ese momento, me hubiera gustado tener de mascota a un basilizco - me responde Harry - Aunque no la hubiera usado.

- No te sientas mal, yo les hubiera arrojado los bulbos en sus caras - le dice James.

- Diría que no deberías, pero prefiero no decir nada - agrega Lily.

Ron también le había retirado la palabra. Hermione se sentó entre ellos, forzando la conversación; pero, aunque uno y otro le respondían con normalidad, evitaban el contacto visual entre sí.

Hasta me pareció que hasta la profesora Sprout nos trataba de
manera distante. Y era que ella era la jefa de la casa Hufflepuff.
En circunstancias normales nos hubieramos muerto de ganas de ver a Hagrid, pero la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas implicaba ver también a los de Slytherin. Era la primera vez que nos veríamos con ellos desde nuestra conversión en campeones.

- Papá...

- Fui un cretino Scorp.

- ¿Tú también dudabas de ella? - le pregunta su hijo.

- Sí, pero estaba molesto porque no me lo había contado - le responde - Aunque como dijeron, luego de casi infartarme viendola enfrentar a su primera prueba, le pedí disculpa y recibí un golpe.

- Lo tenías merecido Malfoy - le respondo.

- ¿Cual es la primera prueba? - nos pregunta papá.

- Lo sabras en el próximo capítulo y despues de almorzar leeremos la primera prueba - le respondo - No creo que quieran apresurar eso.

Como era de esperar, Malfoy llegó a la cabaña de Hagrid con su habitual cara de desprecio.

—¡Ah, miren, chicos, son los campeones! — les dijo a Crabbe y Goyle en cuanto llegaron a donde él podía oírlos — ¿Has traído el libro de autógrafos? Tienen que darse prisa para que se lo firme, porque no creo que dure mucho: la mitad de los campeones murieron durante el Torneo. ¿Cuánto crees que vas a durar, Potter? Mi apuesta es que diez minutos de la primera prueba.

Crabbe y Goyle le rieron la gracia a carcajadas, pero Malfoy tuvo que
dejarlo ahí porque Hagrid salió de la parte de atrás de la cabaña con una torre bamboleante de cajas, cada una de las cuales contenía un escreguto bastante grande. Para espanto de la clase, Hagrid nos explicó que la razón de que los escregutos se hubieran estado matando unos a otros era un exceso de energía contenida, y la solución sería que cada alumno le pusiera una correa a un escreguto y lo sacara a dar una vuelta. Lo único bueno de aquello fue que acaparó toda la atención de Malfoy.

—¿Sacarlo a dar una vuelta? — repitió con desagrado, mirando una de las cajas —. ¿Y dónde le vamos a atar la correa? ¿Alrededor del aguijón, de la cola explosiva o del aparato succionador?

—En el medio — le dijo Hagrid, mostrándoles cómo —. Eh... tal vez deberían ponerse antes los guantes de piel de dragón, por si acaso. Harry, Hannah, vengan aquí y ayúdame con este grande...

En realidad, la auténtica intención de Hagrid era hablar con nosotros lejos del resto de la clase.

- Uno de los tantos motivos porque te queremos Hagrid - le digo.

- Es cierto, pudimos respirar tranquilos contigo - le dice Harry.

- Me alegra escucharlos.

Esperó hasta que todo el mundo se hubo alejado con los escregutos, y
luego se volvió a nosotros y nos dijo, muy serio:

— Así que les toca participar. En el Torneo. Campeones del colegio.

—Uno de los campeones — lo corrigió Harry.

Debajo de las cejas enmarañadas, los ojos de color negro azabache de
Hagrid lo observaron con nerviosismo.

—¿No tienes ni idea de quién pudo hacerlo, Harry?

—Entonces, ¿tú sí nos crees cuando decimos que nosotros no lo hicimos? — le preguntó Harry, haciendo un esfuerzo para disimular el sentimiento de gratitud que le habían inspirado las palabras de Hagrid.

—Por supuesto — gruñó Hagrid —. Han dicho que no fueron, y yo les creo. Y también les cree Dumbledore.

- Que más de cinco personas nos creyera, era un verdadero alivio... Más si una de esas personas era Hagrid - les dice Harry.

- La Profesora McGonagall tampoco dudó de nuestra inocencia - le recuerdo.

- Todos debieron de haberlo pensado con la mente en frío antes de juzgarlos - nos dice Minerva.

- Lo bueno es que ya no lo volverán a pasar - nos dice el abuelo de Harry.

- Ya lo pasamos y la experiencia de eso no desaparecerá - le respondo - Pero nuestro nuevo futuro apaciguara eso.

—Me gustaría saber quién lo hizo —dijo Harry amargamente.

Los tres miramos hacia la explanada. La clase se hallaba en aquel momento muy dispersa, y todos parecían encontrarse en apuros. Los escregutos median casi un metro y se habían vuelto muy fuertes. Ya no eran blandos y descoloridos, porque les había salido una especie de coraza de color gris brillante.

Parecían un cruce entre escorpiones gigantes y cangrejos de río, pero seguían sin tener nada que pudiera identificarse como cabeza u ojos. Se habían vuelto vigorosos y difíciles de dominar.

- Por lo que más quieran, no lleven uno de esos a la casa - nos dice mamá y con Leo nos reímos.

- De mi parte, solo quiero a Zeus - le respondo.

- Y yo a Kratos, es mi lechuza - agrega Leo.

- Pueden considerar a esa última - les dice Teddy a mis padres - Le gusta picarte cuando estas distraído.

- No es su culpa que seas un distraido a tiempo completo - le responde Leo - Kratos será la más grande del lugar y de color café.

- Lo recordaremos Leo - le asegura papá.

—Parece que lo pasan bien, ¿no? —comentó Hagrid contento.

Harry dio por sentado que se refería a los escregutos, porque sus
compañeros de clase, decididamente, no lo estaban pasando nada bien: de vez en cuando estallaba la cola de uno de los escregutos, que salía disparado a varios metros de distancia, y más de un alumno acababa arrastrado por el suelo, boca abajo, e intentaba desesperadamente ponerse en pie.

—Ah, chicos, no sé... — dijo Hagrid de pronto con un suspiro, mirándonos otra vez con preocupación — Campeón del colegio... Parece que todo te pasa a ti, ¿verdad? - agregó y luego me miró - Y tú siempre a su lado.

- Sospecho que es por ser heredera, más que por otra cosa - le respondí al ver que Harry comenzaba a sentirse culpable.

- Sabía que era por eso - me dice él.

- También sabes que no era mentira lo que dije - le respondo - Voldemort lo dejó en claro.

- Lo dices con tanta naturalidad que me preocupa - me dice papá.

- Papá, nosotros no pedimos eso, pero así fue y nos costó mucho... Pero ganamos - le digo con calma - Sigue Teddy.

Esa misma tarde, después de un par de años, volví abrir el cofre. Había esperado que no hubiera nadie y saque los cuatro enormes y pesados libros y los guardé en mi bolso al que Godric me enseñó a colocarle un encantamiento de extensión indetectable. También guardé el cuadro vacio y me escabullí del castillo evadiendo a todo el mundo hasta llegar a mi lugar al frente del lago, que por suerte estaba muy apartado de los vulgaros.

- ¿Lo matuviste siempre cerrado? - me pregunta James.

- Sí, Godric me había dicho que no necesitaba los libros, a la llave de Gringotts papá no quería que la usara y las escrituras de Hogwarts estaban a salvo allí - le respondo - Solo conservé el cuadro.

- A cualquiera le hubiera ganado la curiosidad por querer hecharle un vistazo a los libros - me dice Sirius.

- Confié en Godric cuando me dijo que no estaba lista y lo respeto demasiado como para no hacerle caso - le digo en cambio.

- Pero una vez que comenzaste a leerlos no lo soltaste - me dice Godric.

- Mi magia estaba creciendo, tenía que estumularla y eso nos trajo aquí.

- Godric - lo llamé apoyando su cuadro en el árbol.

- Buenos tardes Hannah, ¿Cómo has estado?

- Relativamente bien, sabes que esto sigue sin gustarme, pero debo adaptarme - le respondí.

- ¿Has sabido de tu madre?

- Sí, le está costando procesarlo, pero no ha tenido una recaída - le dije suspirando. 

- Es una mujer fuerte - me dijo él - ¿Has traido los libros?

- Sí, los cuatro - le respondí tomando mi bolso - ¿Por qué tienen los colores de casa?

- Es una coincidencia, mi madre los hizo así para que recordara que contiene cada uno y no solo yo he escrito en ellos, sino también mis padres - me explicó él - El verde es medicinal, el azul es de encantamientos, el amarillo sobre las criaturas mágicas y el rojo son hechizos de combate. Al menos el noventa y cinco porciento de toda la información es desconocida para el resto del mundo mágico.

- Eso es asomobroso - comentan más de uno.

- ¿Y tú...?

- Me los aprendí a los cuatro de memoria - le digo a Lily adivinando lo que me quería preguntar.

- No sabíamos eso - me dice J.S.

- No me gusta alardear y le prometí a Godric mantenerlo en privado.

- ¿Por qué?

- Porque a veces crees conocer a tus amigos y al final la codicia los termina corrompiendo - me respondió - Sí tan solo uno de esos libros hubieran caído en manos de Salazar... El basilizco no hubiera sido el menor de sus problemas.

- Me voy haciendo la idea, pero mis amigos no son como Salazar - le dije en cambio.

- Sé que no, pero los hechizos y pociones no son para magos jovenes, podría hacerles daño - me contestó con calma - Tu nucleo de magia es muy fuerte y lo estás forzando a desarrollarse. Necesito que comprendas que también son los secretos de nuestra familia, estoy de acuerdo que los uses y ayudes a tus amigos, pero no pueden ser divulgados.

- Te prometo que todo lo que aprenda de ellos, lo utilizaré con suma responsabilidad - le aseguré - ¿En el libro verde puedo encontrar algo que me ayude a sanar a mi madre?

- Es lo más probable, hace más de mil años que no los leo - me respondió - Iremos leyéndolos juntos y te lo iré explicando.

- Eso me explica porque no entendía el estado de salud de mamá - me dice Leo - Ella goza de una buena salud en nuestro tiempo.

- Fue lo primero que hice y en que me esforcé para que saliera bien - le respondo.

- Gracias Hanny.

- Mamá, eras mi prioridad - le digo en cambio - Después hubo muchos otros hechizos y pociones que nos salvaron el pellejo.

- Si no lo sabré - me dice Cedric.

- Eres un idiota - le respondo divertida

- Solo ustedes dos toman eso con gracia - nos regaña Herms.

- Somos así.

Los días siguientes se contaron entre los peores que Harry pasó en Hogwarts.

Eramos capaz de entender la actitud de los de Hufflepuff, aunque no me hiciera ninguna gracia, porque ellos tenían un campeón propio al que apoyar.

Tampoco esperaba otra cosa que insultos por parte de los de Slytherin. Pero habíamos esperado que los de Ravenclaw encontraran tantos motivos para apoyarlo a nosotros como a Cedric. Y me había equivocado: la mayor parte de los de Ravenclaw parecía pensar que Harry se desesperaba por conseguir un poco más de fama y que por eso había engañado al cáliz de fuego para que aceptara su nombre. Harry tenía que arrastrame lejos antes de que abriera la boca.

- La tuviste que haber dejado - les dicen los gemelos.

- ¿Contigo no se metían? - me pregunta Lily.

- Por mi apellido.

- Y por tu temperamento, a diferencia de Harry no te guardas lo que tengas que decir - me dice Ginny - O repartir golpes.

- Sé que no es el mejor ejemplo para ustedes - le digo a los niños - Pero creo que después de la guerra merme mi temperamento. Creo que este pequeño tiene la culpa - agrego besando sus rellenitas mejillas y me responde riendo.

- Se nota la diferencia - comenta Sirius.

Con Harry llegamos a ver un día a la hora de la comida que las mismas chicas de sexto que tanto interés habían mostrado en conseguir el autógrafo de Viktor Krum le pedían a Cedric que les firmara en las mochilas.

Mientras tanto, Sirius no contestaba, Hedwig no lo dejaba acercarse, la profesora Trelawney le predecía la muerte incluso con más convicción de la habitual.

La clase doble de Pociones constituía siempre una mala experiencia, pero aquellos días era una verdadera tortura. Estar encerrado en una mazmorra durante hora y media con Snape y los de Slytherin, dispuestos a mortificar a Harry todo lo posible por haberse atrevido a ser campeón del colegio, era una de las cosas más desagradables que Harry pudiera imaginar. Así había sido el viernes anterior, en el que Hermione, sentada a nuestro lado, nos pasó la clase repitiéndole en voz baja: «No les hagas caso, no les hagas caso»; y no teníamos motivos para pensar que la lección de aquella tarde fuera a ser más llevadera.

- Me gustaría haber estado ahí para poner a todos en su lugar, incluyendo al Profesor - comenta Lily.

- Ya te he dicho que no soy yo - le dice Sev.

- Yo ni me molesto en decirte algo, Lily da más miedo - agrega James.

Cuando, después de comer, con él y Hermione llegamos a la puerta de la mazmorra de Snape, nos encontramos a los de Slytherin que esperaban fuera, cada uno con una insignia bien grande en la pechera de la túnica. Por un momento, Harry tuvo la absurda idea de que eran insignias de la P.E.D.D.O.

Luego vi que todas mostraban el mismo mensaje en caracteres luminosos rojos, que brillaban en el corredor subterráneo apenas iluminado:

Apoya a CEDRIC DIGGORY:

¡el AUTÉNTICO campeón de Hogwarts!

—¿Te gustan, Potter? — le preguntó Malfoy en voz muy alta, cuando Harry se aproximó — Y eso no es todo, ¡mira!

Apretó la insignia contra el pecho, y el mensaje desapareció para ser
reemplazado por otro que emitía un resplandor verde:

POTTER APESTA

A ninguno de los Potter les agradó oir eso.

- ¡Eso ofende muchísimo! - le dice Al.

- Tuviste que haber especificado a cual Potter - agrega J.S.

- Gracias hijo - le responde con sarcasmo Harry.

- Admitan que fui ingenioso - les responde buscando bromear Draco - Lo siento.

Los de Slytherin berrearon de risa. Todos apretaron su insignia hasta que el mensaje POTTER APESTA brilló intensamente por todos lados. Noté Harry que se ponía rojo de furia y lo sostuve de su túnica.

—¡Ah, muy divertido! — le dijo Hermione a Pansy Parkinson y su grupo de chicas de Slytherin, que se reían más fuerte que nadie —. Derrochan ingenio.

Ron estaba apoyado contra el muro con Dean y Seamus. No se rió, pero
tampoco defendió a Harry.

—¿Quieres una, Granger? — le dijo Malfoy, ofreciéndosela — Tengo
montones. Pero con la condición de que no me toques la mano. Me la acabo de lavar y no quiero que una sangre sucia me la manche.

La ira que Harry había acumulado durante días y días pareció a punto de reventar un dique en su pecho. Antes de que me diera cuenta de lo que hacía había agarrado la varita mágica. Todos los que estaban alrededor se apartaron y retrocedieron hacia el corredor.

—¡Harry! — le advirtió Hermione.

—Vamos, Potter — lo desafió Malfoy con tranquilidad, también sacando su varita —. Ahora no tienes a Moody para que te proteja. A ver si tienes lo que hay que tener...

- ¡Basta los dos! - les dije poniendome en el medio.

- Muevete Gryffindor - me dijo Draco y su tono me molestó demasiado.

- Hannah...

Hermione me sacó a un lado y sabía que me desquitaría más tarde con ellos por separado si se hacían daño.

- No puedo creer que hicieran eso - les dice Scorp.

- No te sorprendas tanto, con los años se ponen peores - le digo en cambio.

- Recibí muchos regaños de su parte - comenta Draco.

- No creas que yo no - le responde Harry.

- Y gracias a eso ahora se llevan mejor.

Se miraron a los ojos durante una fracción de segundo, y luego,
exactamente al mismo tiempo, ambos atacaron:

—¡Furnunculus! —gritó Harry.

—¡Densaugeo! —gritó Malfoy.

De las varitas salieron unos chorros de luz, que chocaron en el aire y
rebotaron en ángulo. El conjuro de Harry le dio a Goyle en la cara, y el de Malfoy a Hermione. Goyle chilló y se llevó las manos a la nariz, donde le brotaban en aquel momento unos forúnculos grandes y feos. Hermione se tapaba la boca con gemidos de pavor.

—¡Hermione! —Ron se acercó a ella apresuradamente, para ver qué le
pasaba.

Harry se volvió y vio a Ron que le retiraba a Hermione la mano de la cara.

No fue una visión agradable. Los dos incisivos superiores de Hermione, crecían a una velocidad alarmante.

- ¡Que horrible! - comenta alarmada Rose.

- Tranquila, estoy bien - le dice con calma - Ya lo entenderás.

- Pudo haber sido peor - los regaña Lily.

- Fue una suerte que no, pero ahí no se detiene todo - le dice Harry rascandose la nuca.

- Sigue Teddy - le pide ella.

Se parecía más y más a un castor conforme los dientes alargados pasaban el labio inferior hacia la barbilla. Los notó allí, horrorizada, y lanzó un grito de terror.

—¿A qué viene todo este ruido? —dijo una voz baja y apagada. Acababa de llegar Snape.

Los de Slytherin se explicaban a gritos. Snape apuntó a Malfoy con un largo dedo amarillo y le dijo:

—Explícalo tú.

—Potter me atacó, señor...

—¡Nos atacamos el uno al otro al mismo tiempo! — gritó Harry.

—... y le dio a Goyle. Mire...

Snape examinó a Goyle, cuya cara no hubiera estado fuera de lugar en un libro de setas venenosas.

—Ve a la enfermería, Goyle — indicó Snape con calma.

—¡Malfoy le dio a Hermione! —dijo Ron—. ¡Mire!

Obligó a Hermione a que le enseñara los dientes a Snape, porque ella hacía todo lo posible para taparlos con las manos, cosa bastante dificil dado que ya le pasaban del cuello de la camisa. Pansy Parkinson y las otras chicas de Slytherin se reían en silencio con grandes aspavientos, y señalaban a Hermione desde detrás de la espalda de Snape.

Snape miró a Hermione fríamente y luego dijo:

—No veo ninguna diferencia.

- ¡Severus! - nuestras madres si que se ven molestas.

- Pero...

- ¡Nada de peros! - le grita mi madre - ¡Así no se trata a una chica! ¡Insensible!

- Severus sabes que voy a golpearte en cualquier momento - le advierte Lily.

- Lo siento, pero ese no soy yo - les dice a ellas y luego mira a Herms - Discúlpame.

- Está bien, ya lo superé.

Hermione profirió un gemido y se le empañaron los ojos. Dando media vuelta, echó a correr por el corredor hasta perderse de vista.

Verla así fue la gota que colmó mi paciencia y en un parpadeo Malfoy, Parkinson y el resto de los Slytherin salieron volando hacia atrás, al menos unos cinco.

- ¡Gryffindor!

- No puede acusarme de nada, no tengo mi varita en mano y ni siquiera abrí la boca - le respondí apaciguando mi enfado.

- ¡Tus ojos brillan más extraño de lo normal!

Los Merodeadores a duras penas detienen a mi madre que se levantó dispuesta a ir por Severus. Mi hermano y mis hijos, tienen la mirada de que quieren que la suelten. Con un suspiro le paso el bebé a Harry y me encamino hacia ella, que su última barrera es papá y luce igual de molesto.

- Mamá, calma - le digo poniendome delante de ella - Eso no me afecta más, mis ojos forman parte del legado de Godric y me siento orgullosa de eso.

- No me gusta que te insulten.

- Lo sé, pero salí a ti y me sé defender bien - le digo antes de abrazar a ambos - Llevemos las cosas en paz.

Tal vez fue una suerte que Harry y Ron empezaran a gritar a Snape a la vez, y también que sus voces retumbaran en el corredor de piedra, porque con el alboroto le fue imposible entender lo que le decían exactamente. Pero captó la esencia.

- Mis ojos siempre brillan Profesor, si tiene algun problema con eso vaya a quejarse en la tumba de Godric.

—Muy bien — declaró con su voz más suave —. Cincuenta puntos menos para Gryffindor, y los tres se quedarán castigados. Ahora entren, o tendrán que quedarse castigados una semana entera.

- Pero valió la pena ver a todos ellos volando - comenta Ron.

- Me dolió bastante el aterrizaje - le dice Draco - Pero lo tenía merecido.

- ¿Y terminaron su día con un castigo? - nos pregunta Remus.

- Hubiese preferido el castigo con mucho gusto - le respondo.

- ¿Por qué? - me preguntan mis hijos.

- Porque ese día conocimos a Rita Skeeter - les responde Harry.

- Esa vieja y odiosa bruja - comenta J.S.

- Fue un caos.

Me zumbaban los oídos. Era tal la injusticia cometida por Snape que sentía el impulso de cortarlo en mil pedazos. Pasamos por delante de él, nos dirigimos con los chicos hacia la parte de atrás de la mazmorra y Harry arrojó violentamente la mochila en el pupitre. También Ron temblaba de cólera, y por un momento Harry creyó que todo iba a volver a ser entre ellos como antes. Pero entonces Ron se fue a sentar con Dean y Seamus, dejándonos solos en el pupitre.

—¡Antídotos! — dijo Snape, mirándonos a todos con sus fríos ojos negros de brillo desagradable —. Ahora deben preparar sus recetas. Quiero que las elaboren con mucho cuidado, y luego elegiremos a alguien en quien probarlas...

Los ojos de Snape se posaron en Harry, y éste comprendió lo que se
avecinaba: Snape iba a envenenarlo.

- Miren, él no irá sumando puntos y muchas veces querrán golpearlo, pero al final sabrán la verdad y se arrepentirán - les dice Harry.

Nuestros padres son los que quieren calmarse y los entiendo porque si me entero que alguien trata así algunos de mis niños, haría correr sangre.

Harry piensa igual, pero se concentra en darle al bebé su snitch de peluche, al cual no duda en llevarse a la boca. Lo sienta derecho, quedando su espaldita pegada a su pecho.

- Bien, no lo mataremos - nos dice nuestras madres.

- Eso es genial, sigamos Teddy.

Pero entonces llamaron a la puerta de la mazmorra.

Era Colin Creevey. Entró en el aula, nos sonrió y fue hacia la mesa de Snape.

—¿Sí? — preguntó éste escuetamente.

—Disculpe, señor. Tengo que llevar a Harry Potter y a Hannah Gryffindor arriba.

Snape apuntó su ganchuda nariz hacia Colin y clavó los ojos en él. La sonrisa de Colin desapareció.

— A Potter y a Gryffindor le queda otra hora de Pociones — contestó Snape con frialdad — Subirán cuando la clase haya acabado.

Colin se ruborizó.

—Señor..., el señor Bagman quiere que vaya — dijo muy nervioso —
Tienen que ir todos los campeones. Creo que les quieren hacer unas fotos...

Hubieramos dado cualquier cosa por que Colin no hubiera dicho las
últimas palabras. Se arriesgó a echar una ojeada a Ron, pero éste no quitaba la vista del techo.

—Muy bien, muy bien — replicó Snape con brusquedad —. Potter, Gryffindor deje aquí sus cosas. Quiero que vuelvan luego para probar el antídoto.

—Disculpe, señor. Tienen que llevarse sus cosas — dijo Colin —. Todos los campeones...

—¡Muy bien! — lo cortó Snape —. ¡Potter, Gryffindor tomen sus mochilas y salgan de mi vista!

- Se salvaron...

- Cumpliríamos nuestro castigo al día siguiente - lo interrumpe Harry a Sirius.

- Mientras que no nos hiciera pasar tiempo con Skeeter, iría encantada.

- Voy hacer una lista de cosas que podríamos hacerle antes de irnos - nos dice J.S.

Sentiría lastima por ella, pero bien merecido lo tiene y hay que dejar que los niños exploten sus potenciales.

- Todos tienen luz verde para hacer lo que quieran, solo les pido que la dejen con vida.

- Hecho - me dicen todos ellos.

- ¿Es buena idea? - me pregunta Lily.

- Espera a escuchar todo lo que ha hecho y querrás ir con ellos - le dice Harry.

Harry se echó la bolsa al hombro, se levantó y se dirigió a la puerta. Al pasar por entre los pupitres de los de Slytherin, vi la inscripción «POTTER APESTA» brillando por todos lados.

—Es alucinante, ¿no, Harry? —comentó Colin en cuanto Harry cerró tras él la puerta de la mazmorra —. ¿No te parece? ¿Tú, campeón?

—Sí, realmente alucinante — repuso Harry con pesadumbre,
encaminándose hacia la escalinata del vestíbulo — ¿Para qué quieren las fotos, Colin?

—¡Creo que para El Profeta!

—Genial — dijo Harry con tristeza —. Justo lo que necesito. Más publicidad.

—¡Buena suerte! — nos deseó Colin cuando llegamos.

Harry llamó a la puerta y entramos.

Era un aula bastante pequeña. Habían retirado hacia el fondo la mayoría de los pupitres para dejar un amplio espacio en el medio, pero habían juntado tres de ellos delante de la pizarra, y los habían cubierto con terciopelo. Detrás de los pupitres habían colocado seis sillas, y Ludo Bagman se hallaba sentado en una de ellas hablando con una bruja a quien no conocí, que llevaba una túnica de color fucsia.

- Rídicula - comenta Rose - Quiso ensuciar el nombre de mi madre cuando tomo el puesto de Ministra.

- Es la revancha por lo que le hice yo en ese año - le responde Herms divertida y no puedo evitar soltar una ligera risa.

- Sin dudas fue uno de tus mejores ataques - le digo a ella.

- Hermione sin dudas es alguien que no quieres de enemiga - les dice Ron.

- Eso ya lo notamos - le asegura Sirius.

Como de costumbre, Viktor Krum estaba de pie en un rincón, sin hablar con nadie. Cedric y Fleur conversaban. Fleur parecía mucho más contenta de lo que la había visto hasta el momento, y repetía su habitual gesto de sacudir la cabeza para que la luz arrancara reflejos a su largo pelo plateado. Un hombre barrigudo con una enorme cámara de fotos negra que echaba un poco de humo observaba a Fleur por el rabillo del ojo.

Bagman nos vio de pronto, se levantó rápidamente y avanzó como a saltos.

—¡Ah, aquí están! ¡El campeón número cuatro! ¡Y la campeona número cinco! Entren, Harry, Hannah, entren... No hay de qué preocuparse: no es más que la ceremonia de comprobación de la varita. Los demás miembros del tribunal llegarán enseguida...

—¿Comprobación de la varita? —repitió Harry nervioso y me miró preocupado.

- Claro, tu varita no es común - me dice Remus.

- No lo es, pero fue el menor de mis dolores de cabeza - le respondo.

- Dumbledore no habría dejado que te dejen en evidencia - me dice mi abuelo.

- No, igual no fue necesaria su ayuda - le aseguro.

—Tenemos que comprobar que sus varitas se hallan en perfectas
condiciones, que no dan ningún problema. Como saben, son las herramientas más importantes con que van a contar en las pruebas que tienen por delante — explicó Bagman— El experto está arriba en estos momentos, con Dumbledore. Luego habrá una pequeña sesión fotográfica. Esta es Rita Skeeter — añadió, señalando con un gesto a la bruja de la túnica de color fucsia — Va a escribir para El Profeta un pequeño artículo sobre el Torneo.

—A lo mejor no tan pequeño, Ludo —apuntó Rita Skeeter mirando a Harry y luego a mí.

Tenía peinado el cabello en unos rizos muy elaborados y curiosamente rígidos que ofrecían un extraño contraste con su rostro de fuertes mandíbulas; llevaba unas gafas adornadas con piedras preciosas, y los gruesos dedos — que agarraban un bolso de piel de cocodrilo— terminaban en unas uñas de varios centímetros de longitud, pintadas de carmesí.

- Los años no la van agraciar y peor para nuestra época - comenta Scorp.

En verdad todos los niños la odian y los entendemos, no quiero pensar en lo que le harán para no retractarme.

- Ya no hay marcha atrás mamá - me dice J.S. como si me leyera la mente.

- De acuerdo.

—Me pregunto si podría hablar un ratito con Harry y Hannah antes de que empiece la ceremonia — le dijo a Bagman sin apartar los ojos de Harry — Los más jovenes de los campeones, ya sabes... Por darle un poco de gracia a la cosa.

—¡Por supuesto! — aceptó Bagman —. Es decir, si ellos no tienen inconveniente...

—Eh... — vaciló Harry.

—Divinamente — exclamó Rita Skeeter.

Sin perder un instante, sus dedos como garras agarraron a Harry por el brazo con sorprendente fuerza y él tiro de mi mano, nos volvieron a sacar del aula y abrieron una puerta cercana.

—Es mejor no quedarse ahí con todo ese ruido — explicó —. Veamos... ¡Ah, sí, este sitio es bonito y acogedor!

Era el armario de la limpieza. Solo la miré.

—Entren, está muy bien. Divinamente — repitió Rita Skeeter sentándose a duras penas en un cubo vuelto boca abajo. Nos empujó a Harry para que nos sentaramos sobre una caja de cartón y cerró la puerta, con lo que quedamos a oscuras — Veamos...

- Voy entendiendo su punto - nos dice Lily apretando sus puños.

- Ni me quiero imaginar lo que les  habrá preguntado - comenta Leo.

- Van a explotar más de uno - le responde Harry.

Abrió el bolso de piel de cocodrilo y sacó unas cuantas velas que encendió con un toque de la varita, y por arte de magia las dejó colgando en medio del aire para que iluminaran el armario.

—¿No les importa que use una pluma a vuelapluma? Me dejará más libre para hablar...

—¿Una qué? — preguntó Harry.

Rita Skeeter sonrió más pronunciadamente, y conté tres dientes de oro. Volvió a agarrar el bolso de piel de cocodrilo y sacó de él una pluma de color verde amarillento y un rollo de pergamino que extendió entre nosotros, sobre una caja de Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower. Se metió en la
boca el plumín de la pluma verde amarillenta, la chupó por un momento con aparente fruición y luego la puso sobre el pergamino, donde se quedó balanceándose sobre la punta, temblando ligeramente.

—Probando: mi nombre es Rita Skeeter, periodista de El Profeta.

Bajamos de inmediato la vista a la pluma. En cuanto Rita Skeeter
empezó a hablar, la pluma se puso a escribir, deslizándose por la superficie del pergamino:

La atractiva rubia Rita Skeeter, de cuarenta y tres años, cuya
despiadada pluma ha pinchado tantas reputaciones demasiado
infladas...

- Y tuvo que haber pinchado la suya para empezar - comenta Leo.

- Su odio es contagioso - nos dice Sirius.

- Ya lo sentirás propio - le responde J.S.0

—Divinamente — dijo Rita Skeeter una vez más.

Rasgó la parte superior del pergamino, la estrujó y se la metió en el bolso.

Entonces se inclinó hacia Harry.

—Bien, Harry, ¿qué te decidió a entrar en el Torneo?

—Eh... —volvió a vacilar Harry, pero la pluma lo distraía. Aunque él no hablara, se deslizaba por el pergamino a toda velocidad, y en su recorrido pude distinguir una nueva frase:

Una terrible cicatriz, recuerdo del trágico pasado, desfigura el rostro
por lo demás muy agradable de Harry Potter, cuyos ojos...

- ¡Pero si no dijiste nada! - le dice Lily.

- Esa pluma, se une a su mente y por eso escribia a lo que ella pensaba - le explica Harry - Pero me hizo enfurecer bastante.

- Eso no debería estar permitido - le dice mi abuelo - Primero que no debe entrevistar a menores sin un adulto presente y segudo, no es muy ético que no anote las respuestas reales.

- Es cierto, pero ella no es muy ética - le respondo.

—No mires a la pluma, Harry — le dijo con firmeza Rita Skeeter. De mala gana, Harry la miró a ella —. Bien, ¿qué te decidió a participar en el Torneo?

—Yo no decidí participar — repuso Harry — No sé cómo llegó mi nombre al cáliz de fuego. Yo no lo puse.

Rita Skeeter alzó una ceja muy perfilada.

—Vamos, Harry, no tengas miedo de verte metido en problemas. Ya
sabemos todos que tú no deberías participar. Pero no te preocupes por eso: a nuestros lectores les gustan los rebeldes.

—Pero es que no fui yo —repitió Harry —. No sé quién...

—¿Qué te parecen las pruebas que tienes por delante? — lo interrumpió Rita Skeeter — ¿Estás emocionado? ¿Nervioso?

—No he pensado realmente... Sí, supongo que estoy nervioso —reconoció Harry.

— En el pasado murieron algunos de los campeones, ¿no? — dijo Rita
Skeeter —. ¿Has pensado en eso?

—Bueno, dicen que este año habrá mucha más seguridad — le contestó Harry.

Entre ellos, la pluma recorría el pergamino a tal velocidad que parecía que estuviera patinando.

- Manipuladora de pacotilla - murmura Rose.

- Espera a que entreviste a tu madrina - le dice Harry.

- Con el día que estaba teniendo no creo que haya reaccionado bien - le dice ella.

- Me conoces bien sobrina.

—Desde luego, tú te has enfrentado en otras ocasiones a la muerte, ¿no? — prosiguió Rita Skeeter, mirándolo atentamente —. ¿Cómo dirías que te ha afectado?

—Eh...

—¿Piensas que el trauma de tu pasado puede haberte empujado a
probarte a ti mismo, a intentar estar a la altura de tu nombre? ¿Crees que tal vez te sentiste tentado de presentarte al Torneo de los tres magos porque...?

—Yo no me presenté — la cortó Harry, empezando a enfadarse.

—¿Recuerdas algo de tus padres?

—No.

—¿Cómo crees que se sentirían ellos si supieran que vas a competir en el Torneo de los tres magos? ¿Orgullosos?, ¿preocupados?, ¿enfadados?

Harry estaba ya realmente enojado. ¿Cómo demonios iba a saber lo que
sentirían sus padres si estuvieran vivos? Podía notar la atenta mirada de Rita Skeeter. Frunciendo el entrecejo, evitó sus ojos y miró las palabras que acababa de escribir la pluma.

Las lágrimas empañan sus ojos, de un verde intenso, cuando nuestra
conversación aborda el tema de sus padres, a los que él a duras
penas puede recordar.

—¡Yo no tengo lágrimas en los ojos! —dijo casi gritando.

- No sé porqué, pero le gustaba dejarles en claro a los lectores el color de tus ojos - le digo bromeando.

- Si esa mujer fuera lista, hubiese hecho una página completa de lo increíble que son los tuyos - me responde con una sonrisa.

- Eres muy tierno cuando te lo propones Potter - le digo antes de darle un corto beso y el pequeño jala mi cabello - Tu eres una ternura completa.

Lo lleno de besos y solo ríe apretando su peluche.

- ¿Y que me dices tú querida? - me preguntó ignorando a Harry - Eres la heredera de una gran dinastía de poderosos magos, exeptuando a tu padre claro...

- No dijo eso, dime que has leído mal Teddy - le dice J.S. bastante rojo por su enfado.

- ¡Como se atrevió! - grita Al.

- Nadie se mete con el abuelo - agrega Scorp.

- Chicos, se los agradezco, pero...

- Ni intentes menospreciarte - interrumpo a mi padre - Sigue Teddy.

- Disculpe...¿Qué?

- Primero se casó con una muggle y luego tras la muerte de sus padres huyó...

- ¡¿Cómo se atrevé?! - le grité molesta.

- ¡Y encima metió a mamá! - grita Leo - Voy hacer arder su casa.

- Pueden enloquecerla, pero no deben hacer arder la casa - le digo en cambio - No se van a ensuciar las manos con ella.

- Ella tiene razón - le dice mamá - Son muy listos y podrán ingeniarselas bien.

Antes de que Rita pudiera responder una palabra, la puerta del armario de la limpieza volvió a abrirse. Harry miró hacia fuera, parpadeando ante la brillante luz. Albus Dumbledore estaba ante nosotros, observándonos, allí, apretujados en el armario.

—¡Dumbledore! —exclamó Rita Skeeter, aparentemente encantada — ¿Cómo estás? — saludó ella, levantándose y tendiéndole a Dumbledore una mano grande y varonil —. Supongo que verías mi artículo del verano sobre el Congreso de la Confederación Internacional de Magos, ¿no?

—Francamente repugnante —contestó Dumbledore, echando chispas por los ojos—. Disfruté en especial la descripción que hiciste de mi como un imbécil obsoleto.

Rita Skeeter no pareció avergonzarse lo más mínimo.

- Realmente es odiable - comenta Sirius.

- Meterse con Dumbledore, es cruzar una línea que muy pocos se atreverían - comenta Remus.

- Se metió con Dumbledore, los Gryffindor y los Potter en un lapso de diez minutos - nos dice Bill - Realmente se creía intocable.

- Me sorprende que nuestra dulce niña no haya explotado todavía - me dice Fred.

- ¿Y tú crees que no lo harías? - le pregunto en cambio.

- Nunca nos decepcionas - me responde George.

—Sólo me refería a que algunas de tus ideas son un poco anticuadas,
Dumbledore, y que muchos magos de la calle...

—Me encantaría oír los razonamientos que justifican tus modales, Rita —la interrumpió Dumbledore, con una cortés inclinación y una sonrisa —, pero me interesa saber porque ambos jovenes lucen tan molestos.

- Oh... No es nada...

- Cierre la boca - le dije furiosa - Profesor a usted lo respeto más que a muchos, pero si esta bruja mediocre intenta una vez más insultar a mis padres... el Profeta tendrá que enviar a alguien más.

El resto de los campeones y Bagman habían salido al oír mis gritos.

- No puedes - me dijo ella buscando reponer su postura - El Profeta...

- El Profeta no manda aquí y por ser heredera, tengo el derecho de prohibir el paso a personas desagradables - le dije firme y molesta - A nadie le voy a permitir que menosprecie a mi madre por ser muggle y si mi padre se fue durante esa época fue para protegerme a mí y eso lo hace el hombre más valiente de todos. Si usted no posee moral no es mi problema, pero si no quiere ser reemplazada le conviene respetar a todos aquí.

- Sin dudas eres genial - me dice James.

- Tolero muchas cosas, pero no apersonas así y tuvo bastante suerte de que pudiera estar controlando mi magia - les digo - Usualmente, suele explotar cuando me enojo.

- Y siendo tan joven supiste ubicarla - me dice mi abuela.

- La mantuvo callada hasta que todo eso terminó - les cuenta Cedric.

- Skeeter, se supone que han venido como apoyo al Torneo, no a faltarle el respeto a las familias de los campeones - le dijo Bagman y era la primera vez que lo veía serio - Espero que esto quede claro.

- Así es Señor - respondió sonrojada y luciendo muy molesta.

- Aclarado eso, está a punto de empezar la comprobación de las varitas - nos dijo Dumbledore.

Los cinco campeones entramos juntos.

- ¿Estás bien Hann? - me preguntó Cedric.

- Sí Ce, me cego cuando se trata de mis padres - le respondí.

- Ignorala, sabes que lo que escribe es pura basura - lo que me dijo llamó la atención de los otros campeones.

-¿Entonces tú si creías en ellos? - le pregunta Alice.

- Cuando ella discutió con todos para no participar supr que decía la verdad, también sé cuanto ama a su madre.

- Gracias Cedric - le dice ella - Eres un buen chico.

Le sonreí mientras que tomabamos asiento en el orden en el que fuimos elegidos y observé la mesa cubierta de terciopelo, donde ya se encontraban reunidos cuatro de los cinco miembros del tribunal: el profesor Karkarov, Madame Maxime, el señor Crouch y Ludo Bagman. Rita Skeeter tomó asiento en un rincón.

Vi que volvía a sacar el pergamino del bolso, lo extendía sobre la rodilla, chupaba la punta de la pluma a vuelapluma y la depositaba sobre el pergamino.

—Permitidme que les presente al señor Ollivander — dijo Dumbledore, ocupando su sitio en la mesa del tribunal y dirigiéndose a los campeones —. Se encargará de comprobar sus varitas para asegurarse de que se hallan en
buenas condiciones antes del Torneo.

Miré hacia donde señalaba Dumbledore, y solté un gran suspiro de alivio al ver al anciano mago de grandes ojos claros que aguardaba en silencio al lado de la ventana. Ya conocía al señor Ollivander. Su familia había creado mi varita junto con la de Godric, no creía que él fuera a decirles a todos como estaba hecha.

- Eso es un alivio - comenta papá.

- Cuando salieron de ahí tuvieron que haberse ido directo a ir a dormir para no seguir tentando su suerte - nos dice Sirius.

- Teníamos tareas por hacer - le responde Harry.

- Y no tuvimos más prblemas en lo que quedaba del día - agrego.

—Mademoiselle Delacour, ¿le importaría a usted venir en primer lugar? — le dijo el señor Ollivander, avanzando hacia el espacio vacío que había en medio del aula.

Fleur Delacour fue a su encuentro y le entregó su varita.

Como si fuera una batuta, el anciano mago la hizo girar entre sus largos dedos, y de ella brotaron unas chispas de color oro y rosa. Luego se la acercó a los ojos y la examinó detenidamente.

—Sí — murmuró —, veinticinco centímetros... rígida... palisandro... y contiene... ¡Dios mío!...

—Un pelo de la cabeza de una veela —dijo Fleur —, una de mis abuelas.

—Sí — confirmó el señor Ollivander—, sí. Nunca he usado pelo de veela. Me parece que da como resultado unas varitas muy temperamentales. Pero a cada uno la suya, y si ésta le viene bien a usted...

- Para ser temperamental esa varita, le vino bien a ella - comenta Charlie.

- Te diría que eres un idiota, pero es cierto que mi esposa tiene caracter - le responde Bill.

- Todas las mujeres de nuestra familia son de caracter fuerte - les dice Rose - La abuela Molly dice que es la única manera de mantenerlos al margen, ya que son muy revoltosos.

- Y por lo que ya voy sabiendo, me doy cuenta de que no estaré equivocada en decir eso - le responde Molly.

Pasó los dedos por la varita, según parecía en busca de golpes o
arañazos. Luego murmuró:

—¡Orchideous! — Y de la punta de la varita brotó un ramo de flores —. Bien, muy bien, está en perfectas condiciones de uso —declaró, recogiendo las flores y ofreciéndoselas a Fleur junto con la varita—. Señor Diggory, ahora usted.

Fleur se volvió a su asiento, sonriendo a Cedric cuando se cruzaron.

—¡Ah!, veamos, ésta la hice yo, ¿verdad? — dijo el señor Ollivander con mucho más entusiasmo, cuando Cedric le entregó la suya —. Sí, la recuerdo bien. Contiene un solo pelo de la cola de un excelente ejemplar de unicornio macho. Debía de medir diecisiete palmos. Casi me clava el cuerno cuando le corté la cola. Treinta centímetros y medio... madera de fresno... agradablemente flexible. Está en muy buenas condiciones... ¿La trata usted con regularidad?

—Le di brillo anoche — repuso Cedric con una sonrisa.

- Me gusta mantenerla en buenas condiciones.

- Y haces bien - le responde mi abuelo - Hay que cuidar de las varitas como si fueran parte de nuestro cuerpo.

El señor Ollivander hizo salir de la varita de Cedric una serie de anillos de humo plateado, se declaró satisfecho y luego dijo:

—Señor Krum, si tiene usted la bondad...

Viktor Krum se levantó y avanzó hasta el señor Ollivander
desgarbadamente, con la cabeza gacha y un andar torpe. Sacó la varita y se quedó allí con el entrecejo fruncido y las manos en los bolsillos de la túnica.

—Mmm — dijo el señor Ollivander—, ésta es una manufactura Gregorovitch, si no me equivoco. Un excelente fabricante, aunque su estilo no acaba de ser lo que yo... Sin embargo...

Levantó la varita para examinarla minuciosamente, sin parar de darle vueltas ante los ojos.

—Sí... ¿Madera de carpe y fibra sensible de dragón? — le preguntó a Krum, que asintió con la cabeza —. Bastante más gruesa de lo usual... bastante rígida... veintiséis centímetros... ¡Avis!

La varita de carpe produjo un estallido semejante a un disparo, y un montón de pajarillos salieron piando de la punta y se fueron por la ventana abierta hacia la pálida luz del sol.

—Bien — dijo el viejo mago, devolviéndole la varita a Krum—. Ahora... el señor Potter.

Harry se levantó y fue hasta el señor Ollivander cruzándose con Krum. Le entregó su varita.

—¡Aaaah, sí! —exclamó el señor Ollivander con ojos brillantes de
entusiasmo—. Sí, sí, sí. La recuerdo perfectamente.

- Solo esperaba que no comentara nada acerca de quien era su varita hermana - comenta Harrry.

- Él no los dejaría así al descubierto - le responde su abuelo.

- Por suerte no o Skeeter me hubiera hecho pedazos en el Profeta - le dice Harry antes de pensarlo - Aunque me hubiera ayudado a acostumbrarme.

- En verdad espero que no se olvide nunca de su broma - les dice Lily.

El anciano mago se pasó mucho más rato examinando la varita de Harry que la de ningún otro. Pero al final hizo manar de ella un chorro de vino y se la devolvió a Harry, declarando que estaba en perfectas condiciones.

- Señorita Gryffindor.

Me levanté con mi varita en mano y se la entregué.

- Su varita es imposible de olvidar, una verdadera reliquia y la has estado cuidado muy bien - me dijo él antes de sacudirla y que unas llamas rojas brotaran de ella - Tiene un gran caracter al no querer responder ante otros, pero se encuentra en perfectas condiciones.

- Eres igual a tu varita en caracter - me dice Harry - Eso no me sorprendió.

- No me voy a molestar en negarlo - le digo con una sonrisa - Recuerda que me quieres así.

- Por supuesto y te lo recuerdo a ti todos los días.

—Gracias a todos — dijo Dumbledore, levantándose —. Ya pueden regresar a clase. O tal vez sería más práctico ir directamente a cenar, porque falta poco para que terminen...

Nos levantamos para irnos, con la sensación de que al final no todo había ido mal aquel día, pero el hombre de la cámara de fotos negra se levantó de un salto y se aclaró la garganta.

—¡Las fotos, Dumbledore, las fotos! —gritó Bagman —. Todos los
campeones y los miembros del tribunal. ¿Qué te parece, Rita?

—Eh... sí, ésas primero — dijo Rita Skeeter, poniendo los ojos de nuevo en nosotros dos —. Y luego tal vez podríamos sacar unas individuales.

Las fotografías llevaron bastante tiempo. Dondequiera que se colocara, Madame Maxime le quitaba la luz a todo el mundo, y el fotógrafo no podía retroceder lo suficiente para que ella cupiera. Por último se tuvo que sentar mientras los demás se quedaban de pie a su alrededor. Karkarov se empeñaba en enroscar la perilla con el dedo para que quedara más curvada. Krum, a quien suponía acostumbrado a aquel tipo de cosas, se escondió al fondo para quedar medio oculto. El fotógrafo parecía querer que Fleur se pusiera delante, pero Rita Skeeter se acercó y tiró de Harry para destacarlo. Luego insistió en que se tomaran fotos individuales de los campeones, tras lo cual por fin pudimos irnos.

- Estaba cansada o sino hubiera corrido con tal de apurarme en salir de ahí - les digo.

- Y tampoco ayudaba que tuvieramos hambre - comenta Harry.

- Que mala convinación - comenta mi madre.

- Lo bueno es que nadie nos dijo nada y eso fue algo que agradecí.

Todos bajamos juntos a cenar. Vimos que Hermione no estaba en el Gran Comedor, e imaginamos que seguía en la enfermería por lo de los dientes.

Cenamos solos a un extremo de la mesa, y luego volvimos a la torre de Gryffindor pensando en todos los deberes extra que tendría que hacer.

Harry subió a su habitación por su libro de encantamiento y cinco minutos más tarde bajó junto con un pergamino enrrollado.

- Espero que sea la carta de Sirius y no más malas noticias - nos dice James.

- Y tampoco que Sirius les de malas noticias - agrega papá.

- Respiren que no fue tan malo - les digo a ambos.

La carta de Sirius, solo se sentó a mi lado y la desenrolló:

Harry:

No puedo decir en una carta todo lo que quisiera, porque sería demasiado arriesgado si interceptaran la lechuza. Tenemos que hablar cara a cara. ¿Podrías asegurarte de estar con Hannah junto a la chimenea de la torre de Gryffindor a la una de la noche del 22 de noviembre?

Sé mejor que nadie que son capaz de cuidar de si mismos, y mientras estés cerca de Dumbledore y de Moody no creo que nadie les pueda hacer daño alguno. Sin embargo, parece que alguien está haciendo intentos bastante acertados. El que los presentó al Torneo tuvo que arriesgarse bastante, especialmente con Dumbledore tan cerca.

Estate al acecho, Harry. Sigo queriendo que me informes de
cualquier cosa anormal. En cuanto puedas, hazme saber si les viene
bien el 22 de noviembre.

Sirius







N/A: ¡Al fin actualicé! Son 10700 palabras y espero que la demora haya valido la pena.

También quiero agradecerles que hemos superado los 91k de visita. ¡Son increíbles!

Gracias por leer. ❤😘😄

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