7. Quidditch.

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- Que lindo, capítulo cinco: Quidditch.

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba vemos a Hagrid descongelando las esco­bas en el campo de quidditch, enfundado en un enorme abri­go de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor.

Va a comenzar la temporada de quidditch. Aquel sába­do, Harry jugaría su primer partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra Slytherin. Si Gryffindor ga­na, pasaremos a ser segundos en el campeonato de las casas.

- Un clásico - comenta mi padre y ve a sus nietos - ¿Cómo...

- Aplauden a ambos por igual cuando jugamos, todos son neutrales - le responde enseguida Al - Disfrutan del partido.

Casi nadie ha visto jugar a Harry, porque Wood ha decidido que sería su arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto. Pero la noticia de que iba a jugar como buscador se había filtrado, y Harry no sabía qué es peor: que le diga que lo haría muy bien o que sería un desastre.

En la sala común de Gryffindor había mucho ruido esa noche. Con Harry, Ron y Hermione estábamos sentados juntos, cerca de la ventana. A Hermione le tocaba esta vez repasar los deberes de Harry y Ron sobre Encantamientos. Nunca los dejamos copiar, pero si nos pedían que revisáramos sus trabajos, les explicábamos las respuestas correctas. Hace rato que Harry, desapareció, no escuche hacia donde iba porque le estaba escribiendo a mis padres para decirles acerca del partido.

-¿Lo has conseguido? - preguntó Ron, cuando se reúne con nosotros - ¿Qué ha pasado?

Entre susurros, Harry nos contó lo que había visto a Snape siendo sanado de una buena mordida en su pierna por Filch.

-¿Saben lo que quiere decir? - terminó sin aliento -. ¡Que Snape trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabe­zas, en Halloween! Allí se dirigía cuando lo vimos... ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi escoba a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!

- Harry, no puedes acusar a alguien sin pruebas - le dice su madre.

- Lo sé.

Hermione tenía los ojos muy abiertos. Sí, a ella la pusimos al tanto de lo que había escondido allí y casi se infarta. Sin contar que nos regaño por lo imprudente que fuimos.

-No, no puede ser - nos dijo -. Sé que no es muy bueno, pero no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está cus­todiando.

-De verdad, Hermione, tú crees que todos los profeso­res son santos o algo parecido - dijo enfadado Ron - Yo es­toy con Harry. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro?

Me fui a la cama con aquellas preguntas dando vueltas en mi cabeza. Hermione no quería hablar demasiado acerca de eso con las otras chicas cerca y juntas terminamos la pancarta para Harry.

La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las sal­chichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch.

-Tienes que comer algo para el desayuno - le pido al ver que no ha tocado nada de su plato.

-No quiero nada.

-Aunque sea un pedazo de tostada - súplica Hermione.

-No tengo hambre.

Harry se sentía muy mal. En cualquier momento se echa­ría a andar hacia el terreno de juego.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now