En mi oasis siempre hay Luna...

Oleh S_Ciel

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Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... Lebih Banyak

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
4. Soy un lobo, no tu presa
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

21. Aprovecha el día (Carpe diem)

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Oleh S_Ciel

Quiero saltar sobre Jun.

Mi instinto de lobo, omega, o adolescente (puede ser cualquiera de los tres) me pide que salte sobre él y lo bese, pero papá baja las escaleras y me empieza a empujar para que vaya al primer piso, al baño desocupado. Me limpio como un autómata porque mi cerebro en parte ha dejado de funcionar gracias a esta revelación tan grande que, al mismo tiempo, no es sorpresa en lo absoluto, quererlo, no, amarlo, es tan natural para mí como respirar. Lamentablemente mi desvelo de anoche significa que no elegí mi ropa para hoy antes de dormir como hago siempre, no tengo idea de qué ponerme, quiero verme bien, es un día importante aunque nadie lo sepa. Al final elijo unos pantalones que simulan jeans pero no lo son, color negro y un suéter azul oscuro en la parte de arriba que degrada en color hasta llegar a un celeste abajo, por supuesto me queda grande y combina con mis ojos. En el desayuno no le siento el sabor a nada porque estoy demasiado distraído, tratando de forzarme a no mirar a Jun porque siento que si lo veo me leerá la mente y sabrá lo que quiero decirle antes de que lo pronuncie siquiera.

―¿Estás bien? ―su preocupación por mí me aceleró el corazón. Asentí y alisté mi mochila, nadie notó mucho más porque estábamos todos muy apurados por el retraso. Papá se detiene frente al colegio, se despide muy rápido, porque se ve que están por cerrar las puertas y simplemente se marcha con dada en el vehículo, los gemelos corren dentro para que no los marquen como tarde y Jun está por hacer lo mismo cuando siento que una idea surge en mí y lo sujeto de la mano.

―Saltémonos las clases de hoy ―me mira como si hubiese sugerido correr desnudos frente a todos en el comedor del colegio.

―¿Qué estás loco? Vamos... ―pero me mantengo firme y aprieto su mano, sus cejas oscuras están fruncidas. Hasta extrañado es precioso― ¿qué pasa? ―me armo de valor.

―Quiero hablar contigo, es importante y si entramos ahora no podré decirte hasta que volvamos a casa y estemos solos, y de todos modos no podré concentrarme porque estaré pensando en lo que quiero decirte ―su expresión deja de ser tan severa―, en serio es importante ―miró hacia la puerta y luego hacia mí, duda.

―¿De verdad es importante? ―asentí casi con demasiada desesperación―, está bien, vamos, solo porque hoy no tenemos matemáticas ―estoy seguro de que ni necesitaba asistir a matemáticas, todos los ejercicios los resolvía en un santiamén, pero ha aceptado así que me contengo el comentario.

Empecé a sentir los nervios de la confesión que estaba por hacer o tal vez era que nos teníamos que alejar rápido del colegio para que nadie nos reconociera. Avanzamos a pasos acelerados fuera del radio de nuestro instituto, su mano apretaba la mía mientras nos perdíamos por las calles, quería entrelazar nuestros dedos como lo habíamos hecho alguna vez pero de pronto no sabía cómo, me sentía torpe. Una buena demostración de que puedes tener toda la determinación del mundo y sentirte abrumado y tonto a partes iguales.

―¿A dónde quieres ir?

―No lo sé, lo único que quiero es algún lugar donde podamos hablar solos sin ser interrumpidos ―parece pensarlo.

―Vamos al bosque entonces ―es una buena idea, Jun es la persona más ocurrente de la vida, en serio.

―Sí, es lo mejor ―con su mano aún apretando la mía nos dirigimos en la dirección general en que está el bosque, tenemos que atravesar una porción de la ciudad hasta llegar allí, así que vamos entre las calles y eso me da tiempo de pensar en cómo decirle, o en realidad, simplemente obsesionarme acerca de cómo va a reaccionar ¿Y si solo me ve como un hermano? Podría entenderlo y tendría que aceptarlo, pero sí sería doloroso, tal vez lo más doloroso que he sentido en la vida.

―No entiendo que es tan importante que tenemos que saltarnos las clases ―comenta cuando nos detenemos en un semáforo, me mira, es temprano, sus ojos se ven más claros por la mañana, como si amanecieran diluidos por sus sueños, el gris casi desaparece, son tan hermosos, todo él me encanta.

―Es importante ―es todo lo que puedo decirle.

Se me hace eterno el camino hasta que alcanzamos las afueras del bosque, este se extiende a lo largo de todo un costado de Silvius, como una capa envolvente, cuando nos metemos entre los árboles me siento en casa, aun si estamos lejos de la nuestra. Comenzamos a caminar entré árboles y raíces que a aparecen en el suelo. Alejándonos lo suficiente de la carretera. De pronto recuerdo que fue también en este bosque que a los nueve años se me confesó Jun. Cuando aún no sabía nada de la vida, cuando creía comprenderlo a él y en realidad no entendía ni siquiera un poco de lo que pasaba.

Jun fue el primer niño lobo que conocí fuera de mi familia, fue el primero que vi, el primero con quien hablé, el primero en hacerme una confesión, tomó muchas primeras veces solo con existir, solo con ser él mismo. Detuve mis pasos, estamos ya lejos de los vehículos que pasan, aún lejos de casa, no necesito ver un mapa para saberlo, porque cuando estoy en el bosque me siento en mi elemento, puedo presentir las distancias tan bien como si las viera. Aquí estamos bien, aquí puedo decirle. Jun se detiene cuando yo lo hago.

―Quiero decirte algo ―siento calor en mis mejillas, él me mira, no parece adivinar nada, suelta mi mano para acariciarme la mejilla y me estremezco, quiero cerrar los ojos y simplemente apoyar mi rostro contra esa mano y dejar que me mime por siempre, pero no ahora, no es el momento, tengo que decirle.

―¿Qué pasa? ―me sonríe, tenue y dulce.

Soy un lobo, mi garganta aulla cada Luna llena, mis fauces pueden desgarrar a cualquiera que me provoque, mis patas pueden correr distancias enormes y aplastar a mis enemigos.

Soy un lobo.

No un cobarde.

―Estoy enamorado de ti ―sus ojos se abren, sorprendidos, quien haya dicho que el gris era aburrido estaba muy equivocado porque ese color podría iluminar mi vida entera―, sé... sé que he tardado mucho tiempo en responderte y darme cuenta y creo que llevo mucho tiempo enamorado de ti y simplemente no lo había visto hasta hoy ―casi me quedo sin aire de lo rápido que lo suelto―, y entenderé si me rechazas, no tienes obligaciones conmigo y ha pasado mucho tiempo y tal vez te diste cuenta de que no me quieres de este modo y...

―Rhea ―me detiene, afirma mi rostro ahora con sus dos manos y mi corazón se salta un latido.

Está sonriendo.

―Ni un solo día, ni un solo momento he dejado de quererte, cada día me enamoro un poco más de ti ―mis mejillas aumentan el calor en ellas y no es por sus manos.

Me quiere, Jun me ama.

―Jun... ―no aguanté más, salté a sus brazos, lo envolví por el cuello, me rodeó por la cintura y me apretó con fuerza, lo siento, huele increíble. No quiero separarme de él nunca, quiero vivir en ese abrazo, quiero ser envuelto por siempre. Puedo oler su felicidad, me pregunto si puede oler la mía, lo dichoso que me siento solo de tocarlo, de sentir su respiración, de que su corazón palpite mi nombre o, incluso si no lo hiciera, simplemente de que él esté vivo, que alguien tan maravilloso como Jun exista en este mundo y que por suerte está a mi lado y no donde lo habrían destruido y corrompido.

Jamás creí que el mundo pudiese brillar tanto, que mi corazón podría sentirse así de lleno, su amor... su amor no era bálsamo para heridas, porque no atenuaba el dolor, era tan mágico que hacía que sintiera como si nunca hubiese existido, era una luz cálida que llenaba todo dentro de mí. Quiero cantar de felicidad, quiero guardar silencio a su lado, quiero una vida, con él, solo con él, quiero tocarlo y que me toque, me pregunto si mi corazón va a latir así de fuerte toda mi vida, porque no me importa, me acostumbraría si él podía estar conmigo.

―Eres... ―aflojé el abrazo para poder verlo. Acaricié su mejilla hasta pasar mis dedos por su cabello, peinándolo hacia atrás, sus ojos brillan tanto.

¿Puede morirse uno de tanta belleza? Es que es peligroso, tal vez tendría que encerrarlo por seguridad nacional, para que solo yo lo vea y nadie perezca ante el peligro que es su rostro.

―Tan hermoso ―terminé mi frase, él sonríe, se inclina mientras me pongo de puntillas, su frente choca con la mía. Hemos hecho este gesto tantas veces antes, nuestras frentes unidas, sus ojos mirándome, su aliento tan cerca. Puedo sentirlo, desearlo, sus labios se acercan a los míos.

―Te veo ―susurra contra mi boca y vuelvo a rodearlo por el cuello para atraerlo hacia mí. Su piel contra la mía, la calidez del aliento que quiero saborear.

―Y yo a ti.

No sé si es él quien me besa o si soy yo, pero tampoco es que importe. Nada más importa en el mundo justo ahora, podría abrirse la tierra y no importaría, porque no podría separarme de sus labios. Es mi primer beso, soy torpe y sé que tal vez no haga un buen trabajo, pero quiero que para Jun se sienta también como el suyo, quiero que me recuerde solo a mí. Mis labios se mueven, lo acarician, la calidez que llega desde allí se extiende por todo mi cuerpo. Es infeccioso, el amor puede serlo, puede infectarte del calor y la felicidad más grandes de tu vida. Mi rostro se mueve buscando más lugares de su boca que no haya besado, buscando saborearlo, encontrar un poco del aliento que a ratos puedo sentir y que quiero beberme por completo.

Él me besa.

Jun me besa con una dulzura increíble. Lo hace lento, no está desesperado como yo, aun cuando ha esperado por mí, aun cuando lleva años queriéndome, no se apura, se toma su tiempo, siento sus caricias, sus besos que se intercalan con los míos, suaves, amados. Quiero besarlo mi vida entera, quiero que me bese. Me sumerjo en lo increíble que es esa sensación, las ganas de tocarlo. Mis manos se meten en su cabello y siento las suyas subir y bajar despacio por mi espalda. Es mi Jun, es mi amado Jun. Sonrío contra su boca, trato de respirar, de beberme su aire, él sonríe también, suelta una pequeña risa y yo me contagio, igual termino riendo, nos dejamos besos pequeños entre risas de una felicidad imposible de contener y finalmente me aprieta con fuerza antes de apartarse para mirarme.

―¿Qué es esto? ¿De verdad es real? ―parece incrédulo.

Lo entiendo, no parece real, no parece que la vida de verdad pueda ser así de maravillosa. Pero asiento, no puedo parar de sonreír, él tampoco.

―Te amo ―¿qué mejor respuesta que esa? Se sonroja, sus labios están también algo enrojecidos y quiero comérmelos. Me deja sin aliento, es lo más hermoso del mundo, sus ojos rasgados desaparecen cuando sonríe y me siento tan feliz... tan feliz de haber nacido en este mundo, tan feliz de habernos conocido, tan feliz de estar a su lado, de amarlo tanto, tanto, de que él me ame― ¿ves que esto era más importante que el colegio? ―se ríe, suelta una carcajada y niega con la cabeza.

―Qué desordenado eres a veces, Rhea... mi Rhea ―y el corazón está que me va a explotar en el pecho. Me llama de ese modo y siento que podría derretirme, si así se sienten mis padres el uno por el otro no sé cómo es que tuvieron tantos hijos sin morirse de amor.

―Pero así me quieres... ―lo suelto bajito y asiente, tan seguro, tan dichoso.

―Así te amo ―mi corazón es más fuerte de lo que creo, escuchó eso y no explotó. Él deja un beso en mi frente, me acaricia las mejillas con sus pulgares y yo me ladeo para dejarle un beso en la palma de la mano, siento que no puedo estar sin besarlo, él se merece todos los besos del mundo, tengo que aprovechar todo el tiempo que he desperdiciado y llenarlo de besos ¿me tomaría una vida entera? Tal vez ¿Sería un trabajo duro? Alguien tenía que hacerlo... y no pensaba dejar que nadie más que yo lo realizara―. Ahora volvamos a clase.

Ya está, se ha juntado mucho con dada.

―¿Por qué? ―sonríe ante mi cara de desconcierto―, si ya faltamos... solo quedémonos aquí, luego vamos al colegio cuando sea la hora de salida.

―Porque aún podemos ir y decir que uno de nosotros se sintió mal y por eso nos retrasamos, aún podemos impedir que llamen a nuestros padres y, principalmente, no traemos suficiente dinero como para comprar comida ―mi estómago traicionero suena y él se ríe, saca una mano de mi espalda para acariciarme el abdomen y me sonrojo― ¿ves? Está por venir tu hambre de la media mañana...

―No me importa, quiero quedarme contigo ―me siento caprichoso, no quiero ser maduro, no quiero ser el suave y dulce y maduro Rhea, quiero ser un adolescente que se pasa el día entero besando al hermoso muchacho que ama. Lo abrazo con más fuerza y hundo el rostro en su pecho, huele tan bien.

―Me quedaré contigo, sea como sea, tenemos una vida para estar juntos, pero no quiero tener que decirle a nuestros padres que no solo empezamos a salir, sino que nos saltamos las clases ―qué injusto era cuando decía cosas lógicas―, y si no llegamos luego del segundo período van a llamar a preguntar por qué no estamos en clase.

―A papá no le importará.

―A dada sí ―suspiro contra su sudadera morada.

―Está bien ―me separo de su pecho, reticente, pero cuando lo hago entrelaza sus dedos a los míos. Al menos tengo eso, al menos siempre tomará mi mano así, siempre me sujetará con fuerza―, ¿podemos decir que somos novios ahora? ―no tengo ganas de ocultarlo, lo único que oculto de mi vida es mi naturaleza de lobo, pero ¿a él? No, no quería hacerlo, estaba tan feliz, tan orgulloso de que nos hubiésemos elegido.

―Sí, también quiero que se sepa ―aceleramos el paso mientras comenzamos a salir del bosque.

―Supongo que Riri estará contenta ―me pongo a pensar en las reacciones y siento que al menos puedo adivinar la suya, los gemelos se enterarían antes que nuestros padres, pero les contaríamos nada más regresar a casa.

―Supongo que sí, me preguntó más de una vez cuándo empezaríamos salir ―esa revelación me sorprende.

―¿A ti también? ―asiente. Mi amiga era un caso, se veía tan tierna y silenciosa y, sin saberlo yo, había estado intentando hacer de Cupido, presionándonos a ambos.

Pero ¿qué importa ahora? Estamos juntos y no necesito nada más. Apuramos el paso en la ciudad hasta llegar a la entrada del instituto, el portero nos hace pasar a justificar nuestro retraso, le miento descaradamente y le digo que me mareé, me invento que son mis nuevos supresores de uso diario (es un beta así que no nota que no llevo supresores diariamente) y que Jun se quedó conmigo hasta que me sentí mejor. Nos da pases para que nos dejen entrar a nuestra clase y, por suerte, no habían llamado aún a nuestros padres. Entramos en el aula de lengua y la profesora es bastante amable así que solo nos pregunta si estamos bien y no menciona nada. Su mano sigue entrelazada a la mía cuando caminamos hasta nuestro asiento, pero no parece que mucha gente lo note, tal vez porque no es raro que nos tomemos de la mano. Sin embargo, nada más poner el trasero en nuestras sillas Riri se voltea a mirarnos.

―Sus labios están rojos ―comenta bajito en tono inquisitivo con una sonrisa bailando en la boca.

―Riri, toma atención, estamos en clase ―tampoco voy a darle la satisfacción de inmediato. Ella me saca la lengua y se voltea.

Jun me mira, sus mejillas se entintan un poco ¿cómo es que se vuelve más hermoso por minuto? La clase termina y no estoy seguro si mis apuntes sirven de algo, me parecen solo palabras sueltas e incoherentes, a ratos me distraigo fascinado por sus ojos serios, por la forma en que sostiene el lápiz, por cómo escribe a veces sin mirar. El timbre suena y quiero besarlo, ha sido demasiado tiempo ya sin besarlo, las clases son una estúpida tortura.

―Díganme la verdad, ustedes estuvieron besuqueándose ―mi amiga no pierde el tiempo, se calza la mochila para ir hacia la siguiente clase, decirlo es más vergonzoso de lo que pensé. Nos tomamos de la mano y la miro.

―¿Es un crimen besar a mi novio? ―los ojos se le iluminan, mira a Jun como esperando confirmación, él está sonrojado igual, pero asiente. Termina dando un salto y un gritito agudo.

―¡Sí! Felicidades ―nos abraza por el cuello y se apretuja contra nosotros―, al fin, al fin, estoy tan contenta que me comería un pastel entero ―la creo capaz, sonríe a más no poder, es adorable en realidad.

―Gracias, Riri ―Jun es dulce, vamos a nuestra siguiente clase, el grito de Riri no ha sido nada disimulado y seguro alguien escuchó alguna parte de lo que dijimos. Para la hora de almuerzo el rumor ya parece haber recorrido toda la escuela porque cuando caminamos algunas personas nos miran raro. Nos sentamos en nuestra mesa de siempre con las bandejas llenas de pollo y ensalada, Riri bebe su jugo tranquila luego de engullir la comida y ahora va por un sándwich, entonces llegan los gemelos. No siempre comemos juntos, a veces ellos comen con los compañeros de su equipo de vóley, pero esta vez van directo hasta donde estamos.

―¿Qué es eso de que ustedes están de novios? ―Themis no termina de sentarse cuando suelta la pregunta de una sola vez. Como Riri está junto a mí en la mesa circular y Jun a mi otro costado, ellos se sientan frente a nosotros. Atlas nos mira achicando los ojos.

―Escuchamos que llegaron tarde y anunciando que son novios ―puse los ojos en blanco, la gente se inventaba cada cosa.

―No anunciamos nada... ―le doy una mordida a mi pollo.

―Pero sí son novios ―sonrío, no quiero ponerme a la defensiva ni preocuparme, quiero que vean que estoy feliz. Miro a Jun con todo el amor que siento y lo confirmo.

―Sí, lo somos ―Themis enarca las cejas, Atlas no parece tan sorprendido.

―Pues yo pensaba que ya lo eran y que solo no nos habían dicho ―Riri se ríe por sus palabras.

―Yo también lo creía...

―No es así, empezamos a salir hoy ―recordaba lo celosos que eran conmigo de pequeños, tampoco es que hubieran cambiado tanto, pero ahora también querían mucho a Jun, también iban a reclamar por su atención y tiempo de vez en cuando porque consideraban que lo robaba (y él era el único con la paciencia de ayudarlos a practicar).

―Pues... ―Themis parece el más reacio, pero termina asintiendo―, supongo que este es el mejor escenario, al menos confío en Jun y por parte de Jun confío en Rhea, así que sé que nadie se los va a robar ―su lógica se me hace increíblemente tierna «los amamos a los dos así que así está bien porque no se los llevará alguien extraño».

―Sí, al menos esto es bueno ―afirma Atlas―, Len ―dice de pronto y parece ver a la distancia, un lugar que no existe―, a ella no podemos dejar que nadie nos la quite, ya pasa mucho tiempo lejos de casa ―me dan risa sus celos, los lobos somos muy posesivos con lo que consideramos nuestro.

―Seguro volverá pronto ―comemos tranquilos, siento algunos ojos en nuestra mesa, pero a este punto ya casi es costumbre, aun si no estuvieran los gemelos, Riri tenía muchos admiradores y Jun también tenía admiradoras.

―Al menos esto disipará los rumores de que sus padres no los dejan tener pareja ―mis hermanos se sorprendieron.

―¿Pensaban eso? Qué idiotas ―Atlas negó con la cabeza― ¿es tan raro acaso que esperemos por...? ―mira un momento a Riri y se detiene― en fin, somos selectivos, no es tan extraño.

―A la gente le gusta inventarse cosas, en especial cuando es una familia como la suya ―lo explica con calma, me pregunto a qué se refiere con una familia «como la nuestra»―, tienen cuatro hijos biológicos, cinco con Jun, y cuatro son alfas, que tengan tantos alfas ya es extraño, pero además tienen una hija alfa, igual es raro ―ella era una mujer alfa, sabía de lo que hablaba, pero era difícil decirle que eso solo era raro entre humanos, para los lobos no era tan extraño, menos si ambos progenitores eran lobos―, y un omega ―pone sus ojos en mí―, la gente habla porque llaman la atención ―sonríe―, y además son todos muy guapos ―nos guiñe el ojo antes de meterse una galleta en la boca.

―Pues yo soy el más guapo ―anunció Themis y Atlas negó con la cabeza.

―Te lo tienes muy creído, es obvio que lo soy yo ―considerando que eran gemelos, esta era una conversación divertida, pero aun si se suponía que eran «iguales» en realidad sí había diferencias entre ellos y no solo el corte de cabello. Themis era un poco más «ancho» que Atlas, se notaba en su rostro y cuerpo, Atlas lucía algo más delgado, pero había que mirarlos bien para notarlo. Sus ojos se fijaron en mí.

―Rhea ¿quién es más guapo? ―sonreí y miré a mi lado.

―Jun ―sus ojos grises brillaron y sus labios se curvaron, de inmediato se inclinó a dejar un beso en mi mejilla. Mi corazón se puso a correr una maratón de nuevo.

―Vale, eso es injusto, ahora solo se votarán entre ustedes... ―Themis no estaba contento.

―Siempre habría elegido a Rhea, él es precioso ―sus palabras son demasiado dulces, quiero besarlo también así que lo hago, como no lo alcanzo, le dejo un pequeño beso sobre el hombro izquierdo

―Quiero ver qué va a decir papá cuando se entere ―Atlas lucía divertido―, después de todo Rhea siempre ha sido su bizcochito.

―Estará bien ―lo dije con seguridad, tal vez porque lo presentía, aun frente a las caras de incredulidad de mis hermanos yo me sentía seguro.

Toda esa seguridad se me escapó cuando por la tarde caminamos fuera del instituto hasta el estacionamiento, nos esperaban allí, la mano de Jun estaba fría, me apretaba con fuerza. No necesitaba preguntarle si estaba nervioso, sabía que así era. Quise darle calma, una que yo mismo no sentía.

―Nunca se enojarían porque seamos felices...

―Eso es cierto ―podíamos estar seguros de ello, nuestros padres no eran irracionales, entenderían. Entramos al vehículo, los gemelos estaban sentados juntos en la última corrida de asiento así que nos sentamos solos en la de en medio, dada iba junto a papá, como siempre, se volteó a saludarnos, sin mirar particularmente nuestras manos entrelazadas.

―¿Cómo les fue hoy? ―papá comenzó a conducir para llevarnos de vuelta a casa.

―Bien, todo bien ―contestamos todos más o menos en un tono relajado. Apreté los labios.

―Jun y yo queremos decirles algo ―dada se voltea a mirarnos, tal vez porque usé un tono bastante serio.

―¿Es importante? ―ambos asentimos―, entonces cuando lleguemos a casa, así podemos hablar bien.

―Está bien ―Jun aprieta mi mano, acaricia el dorso con su pulgar y descanso la cabeza en su hombro. Me apoyo siempre en él y solo hasta ahora me doy cuenta de lo amplio que se siente, de lo grande y fuerte que me parece. Jun tiene el tamaño perfecto para ser mi cobertor gigante, para envolverme en sus abrazos y maravillarme con su aroma y quiero pasarme días enteros acurrucado contra él, solo abrazándolo, acariciándolo y respirándolo.

Cuando llegamos a casa papá nos mira con curiosidad, tal vez preguntándose de qué vamos a hablarles, sus ojos se detienen en nuestras manos un momento pero no comenta nada. Cuando finalmente nos sentamos en la cocina de casa (puede ser serio el tema pero eso no va a retrasar la merienda), entonces respiro hondo, veo a Jun y le pregunto silenciosamente si prefiere decirlo él, pero me deja ser quien lo suelte, así que lo hago.

―Jun y yo estamos saliendo, hoy nos hemos hecho novios.

Papá sube las cejas, dada abre un poco los labios... y, para mi sorpresa, es el primero en sonreír.

―¿Y están felices ambos?

Me choquea la naturalidad con que lo pregunta, se supone que estuviera anonadado y tal vez muy preocupado por nosotros y nuestro futuro, pero hasta papá no se altera ¡Y yo soy su bizcochito!

―¿Esa es toda la reacción que van a tener? ―casi sueno un poco indignado, aunque sí estoy feliz de que no se lo tomen a mal, miro a Jun que está aliviado y contento y parece haber recuperado algo de color porque antes estaba muy pálido.

―Su padre y yo conversamos esta posibilidad cuando adoptamos a Jun, no podíamos estar seguros de que pasaría, pero lo tuvimos en cuenta y nos dijimos que los apoyaríamos si eso los hacía felices a ambos ―dada lo explica tan bien.

Mis padres siempre me sorprenden, pensando en nosotros, años atrás, preparándose, queriendo un futuro feliz para sus hijos. Suelto la mano de Jun solo para poder ir a abrazar a papá, él me aprieta con fuerza.

―Gracias ―desde sus brazos miro a dada que está aceptando un abrazo de Jun también―, son geniales.

―No es que sea fácil ―papá habla al fin―, pero queremos que ustedes sean felices... ―me besa la mejilla.

―Eso no significa que puedan distraerse en el colegio, nada de bajar las notas, están a solo un año de los ECN ―obvio que el comentario de dada es ese. Me hace sonreír pensando en que no había tomado nada de atención en lengua.

―Y no van a compartir cuarto ―advierte papá―, son aún jóvenes, de más está decir que nada de sexo hasta que sean mayores y que respeten que sus hermanos ni nosotros vamos a querer escucharlo.

Me sonrojo hasta las uñas.

―¡Papá! ―no me atrevo ni a mirar a Jun, pero estoy seguro que está tan rojo como yo.

―Hablo en serio, sean responsables ―dejo de abrazarlo para cubrirme el rostro con las manos.

―¿Podemos dejar de hablar de sexo? ―pido mortificado y dada se ríe un poco.

―Apoyo la moción ―comenta Atlas, Themis entonces suelta algo en tono divertido.

―¿No dormían juntos ustedes cuando dada comenzó a vivir contigo y las abuelas? ―eso era verdad, habíamos escuchado la historia. Ahora es dada quien se sonroja.

―La situación era distinta, no había tanto espacio, solo había un número reducido de cuartos...

―Además yo tenía dieciocho en ese entonces y su dada estaba por cumplirlos ―advirtió y me aparté para volver a mi asiento y al fin servirme de comer.

Me sentía más relajado, la conversación se había ido a un lugar incómodo, pero eso ayudó a aliviar el ambiente. No quería hablar de sexo con mis padres, en todo caso, sería algo que tendría que hablar con Jun cuando llegara el momento, por ahora estábamos bien, no tenía apuro mientras estuviéramos juntos. Luego ya tenemos las bocas llenas de leche con café y comida así que es más fácil distraernos del tema.

―¿Van a contarle a Len? ―la pregunta se me hace rara, claro que quería contarle a mi hermana mayor, pero Jun me sorprende un poco.

―Quisiera decirle en persona, así que agradecería si podemos esperar ―lo dice por todos y por mí. Pero supongo que lo entendía, aun si era con quien menos tiempo había vivido, Jun tenía un respeto y cariño especiales por Len, ya que incluso cuando debía estudiar para los ECN, ella dedicó mucho de su tiempo cuando él llegó para ayudarlo, para enseñarle las materias y que se pusiera al día, se escribían a veces y sé que él la había ayudado a encontrar artículos y temas de la universidad que a veces necesitaba leer y a los que no lograba acceder. No me importaba esperar un poco más para decirle.

Ayudamos a despejar la mesa, a lavar tazas y platos. La vida no parece que cambia demasiado.

Pero es totalmente diferente.

Jun me ama.

Siempre he sabido que me quería y en mi interior guardaba la esperanza de que aún me quisiera de este modo, pero incluso con todos los gestos, palabras y caricias, no podía estar seguro, no hasta que él me lo dijera. Y al fin lo había escuchado de sus labios, sus maravillosos, suaves y dulces labios. Tardé demasiado en responder su amor y ahora era mi deber enmendar ese tiempo llenándolo de afecto y caricias. Nos recostamos sobre mi cama y me acurruco contra él como he estado deseando, todo el día he querido apegarme a él, de lado y sostenerlo con el brazo que no aplasto. Le dejo besos sobre la sudadera, en su hombro, en su pecho, me aferro a él con fuerza y lo siento sonreír mientras su cuerpo cobija el mío.

―Tengo que darte muchísimo amor ―comento―, todo el amor que no te di mientras no éramos pareja.

―Oh, vaya, eso es bastante ―comenta tranquilo, su mano acaricia mi espalda, mi cabello, sobre el collar que cubre mi nuca―, pero no me debes nada, Rhea, incluso cuando no estábamos juntos siempre me diste mucho amor ―pero ese no era suficiente.

―Es que tendría que haberte dado más ―saco la cabeza del magnífico lugar que es su pecho para mirarlo―, muchísimo más ―nunca voy a cansarme de su sonrisa.

―Me vas a engordar de amor ―bromea, me causa gracia.

―Eso quiero, es mi plan malvado ―le beso el cuello y me maravilla cuando se estremece por las cosquillas, subo por su piel, hago una línea de besos por su mentón y cuando llego a su barbilla subo para encontrar la meta magnífica que es su boca, me responde el beso, un beso tras otro y otro. Jun tiene el mejor sabor del mundo, los labios más suaves, nos besamos despacio, ahora que lo hemos contado se siente real, oficial y no tengo apuro.

Tengo una vida para estar a tu lado.

Y qué mejor forma de empezar esta vida juntos que entre besos, con sus dedos subiendo y bajando por mi espalda, con mi corazón palpitando tan fuerte que seguro lo siente contra su pecho. Me atrevo a robarle el aliento, cuando su boca se abre un poco en busca de oxígeno respiro de él, se siente increíble, Jun me llena la boca con su sabor mezclado con el de la pasta de dientes. Tiene su fuerza, está cargado de seguridad, de naturaleza... me llena la garganta, mis fauces completas, me llena por dentro ese aroma y me siento suyo, solo suyo.

Nunca he sido muy fan del deporte pero besarlo se vuelve rápidamente mi favorito, podría pasar mi vida entera haciendo esta y solo esta actividad física. Su lengua tantea mis labios, me sorprende, él toma la iniciativa, me prueba y lo dejo entrar, de pronto sus manos me aprietan más fuerte contra su cuerpo y es él quien me roba el aire. Me siento torpe cuando su lengua incursiona en mi boca hasta que toca la mía, la acaricia despacio, muy suavemente, como un saludo y me estremezco de pies a cabeza. No sabía que un simple roce pudiera sentirse así, busco apretarme más contra él y respondo, muevo mi lengua buscando el placer que he sentido antes, el choque eléctrico que me ha recorrido la espina entera.

Es maravilloso.

Lento, me gusta descubrirlo de este modo, quiero grabarme en la mente cada pedazo de la humedad de su boca, busco acariciar sus mejillas, cuando froto despacio su paladar él se estremece, así que lo hago de nuevo, quiero beberme su saliva y probar todo de él, porque su sabor es mucho más intenso allí dentro, dulce, fuerte, magnífico. Tiemblo cuando me acaricia las mejillas por dentro con la humedad de su músculo, quiero seguir besándolo pero me estoy quedando sin aire, me aparto a regañadientes, jadeo, busco respirar, lo miro un segundo... y podría morirme de falta de oxígeno porque ¿quién podría inhalar ante alguien tan hermoso? Con el cabello desordenado, las mejillas entintadas, los labios hinchados y sus ojos sonrientes, es lo más increíble del mundo y se me olvida por un momento cómo diablos es que se respira.

―Rhea... ―mi nombre nunca ha sido pronunciado con tanto anhelo, tomo aire, sonrío, me besa la mejilla y me detengo de besarlo de nuevo solo porque no quiero cerrar los ojos, quiero seguir mirándolo. Juro que no ha existido jamás persona tan hermosa como él.

―¿Cómo pude pasar tanto tiempo sin besarte? ―quería golpear a mi yo del pasado por desperdiciar las horas, los días, los meses, los años.

―No lo sé tampoco, también debí besarte más ―pero él lo dice relajado, sin verdadera indignación. Es tan tranquilo.

Lo amo, lo amo, lo amo.

―Ahora vamos ―se aparta un poco de mí―, tenemos tarea ―se rompen todas mis ilusiones.

―No... ―lo abrazo, escondo el rostro en su pecho―, no quiero ¿por qué me recuerdas algo tan malo en un momento tan maravilloso? ―siempre hacía mi tarea, en ese sentido era responsable, pero no quería, no justo ahora.

―Porque te sentirás peor si no la haces ―escucho la sonrisa en sus palabras, me conoce demasiado bien. Y me doy cuenta de lo hermoso que es este momento, Jun realmente me conoce demasiado bien, me conoce increíblemente bien y aun así me ama. Se me llena el corazón cuando me doy cuenta de ello y se me pasa el capricho rápidamente, porque él me ama, me ama tanto que se preocupa por mí.

―Bien ―nos damos un último y breve beso. Cuando dejo sus brazos me siento frío, pero hacemos la tarea y luego parece que tiene que hacer algunas cosas en su computador así que lo dejo tranquilo, quisiera estar a su lado todo el tiempo pero también recuerdo lo que he aprendido, el tiempo me ha enseñado la importancia de dedicarse a uno mismo también, a lo que lo apasiona. Y es que él tiene lo de programar y hackear (esas cosas que yo no entiendo) y yo tengo la música, y creo que nunca habría llegado a amarlo del modo que lo amo si no hubiese sanado mis heridas primero con ellas, si no hubiese dedicado tiempo a descubrir lo que me apasiona, si no le hubiese compuesto esa canción, si no hubiese visto el trabajo de producción y de esa sonidista.

Todos los caminos habían sido un viaje que me llevó hasta su amor.

De todos modos son demasiadas emociones así que busco a mis hermanos, los encuentro en el cuarto de Themis (que tiene las paredes tapizadas con posters de jugadores de los Black Jackals), él está echado en la cama lanzando su balón hacia el cielo y atrapándolo luego, mientras Atlas está en el suelo... acariciando a Salem. De todos nosotros (los hijos) probablemente Atlas era su favorito y el animal «le permitía» acariciarlo, lo que básicamente se traducía en Salem sentándose sus piernas patas arriba como divina majestad esperando que Atlas (muy diligente) lo acariciara.

―Quería conversar con ustedes ―me acomodé junto a Themis cuando dejó de jugar y se sentó también―, quería saber si realmente están bien conmigo siendo novio de Jun ―no iba a cambiar el hecho de que habíamos empezado a salir, pero quería saberlo. En general, los gemelos eran muy honestos y directos, pero me preguntaba si había algo que no habían querido decir por temor a herir nuestros sentimientos. Se miran entre ellos, amarillo contra amarillo y luego a mí.

―Estamos bien si ambos son felices ―soltó al final Atlas, pero había algo más.

―¿Qué pasa? ―busqué al menor de mis hermanos, sabiendo que era más fácil que él lo soltara.

―Es que... ¿qué pasa si Jun encuentra su... ya sabes? ―claro que sé y me duele la forma en que lo cuestiona.

―Imprimación no es una mala palabra, Themis, de verdad pueden decirla ―pero su pregunta no es algo que no hubiese pensado―, lo cierto es que no sé qué pasaría si Jun encuentra su imprimación, no sabemos si quiera si esa imprimación llegará pero... lo amo ―se sorprenden por mis palabras, sus ojos se ponen grandes y sus cejas se levantan, se parecen tanto a papá, aun con el cabello distinto― y él me ama a mí ―sonrío cuando lo digo―, no voy a romper nuestros corazones, no quiero vivir con miedo de algo que no puedo controlar. Todo lo que puedo hacer es vivir en el ahora y ser feliz, porque lo amo y me ama, y eso es todo lo que importa.

Atlas rasca la panza de Salem y este ronronea fuerte, entonces habla.

―Es solo que si pasara... no podríamos enojarnos con él, Jun también es nuestro hermano ―eran tan dulces.

―Y yo jamás les pediría que se enojaran con él, pase lo que pase entre nosotros, yo siempre voy a querer que él sea feliz, si encontrara a alguien, eso me dolería, pero jamás impediría que él buscara su felicidad ―Themis me abraza el costado, me sorprende, le acaricio su cabello, me pregunto si está aplicándose un acondicionador distinto porque está muy suave.

―Solo tienes que prometer que igual pasarán tiempo con nosotros ―me da risa, obviamente iban a aprovechar esta oportunidad de obtener promesas de tiempo a su lado.

―Por supuesto ―lo aseguro ¿qué sería de nuestros días sin ellos?

―Y que Jun jugará con nosotros también ―reclama Atlas en lo que besuquea a Salem hasta que este se cansa y decide marcharse a algún lado, medio indignado.

―Eso lo negocian con él.

Luego de algunas protestas y abrazos vuelvo a mi cuarto, paso por la puerta del de Jun y lo veo concentrado, el sonido de sus dedos sobre las teclas es muy distinto del que yo hago en mi teclado, pero de algún modo igual se siente como música para mí, porque es Jun en su elemento, es Jun enamorado de algo más que no soy yo y me alegra que ese algo exista, me alegra que hicimos como nos pidieron nuestros padres, que convertimos nuestros pedazos en personas enteras y ahora podíamos amarnos, amar cada detalle, cada pequeña parte y cada grieta. Puedo amar lo que él es y no aquello en lo que se convirtió por mi causa, puedo amar su individualismo y su responsabilidad, todo aquello que nos diferencia.

Este día, este martes, este maravilloso martes, escribo la canción que escucharán más personas de las que pude imaginar. Este día pienso en Jun y «El amor que me espera» sale de mis dedos como magia, porque no los controlo, no sé de donde vienen, solo sé que se liberan, las palabras y la melodía lo inundan todo, me quito la armadura y la música me llena.

Nunca antes me he sentido tan pleno, tengo la música por la que he trabajado tanto y me ha dado felicidad antes de este día, que me ha ayudado a sanar. Tengo el amor que esperó por mí, para llenarme de dicha. No necesito pensar en el futuro porque tengo este día... y el día de hoy, mi vida está plena.

• • •

Hola ¿Cómo están? ¡Espero que tengan un excelente miércoles!

Me tardé con este capítulo porque no llegaba a quedar conforme, tuve menos tiempo para escribirlo y ustedes dirán «¿pero por qué si hay la misma cantidad de días entre domingo y miércoles que hay siempre?», porque los domingos nunca escribo nada, me dedico a responder comentarios (y a otros asuntos familiares) y este lunes en lugar de escribir el capítulo estuve re-armando el diagrama de los capítulos que nos quedan, así que solo me quedó el martes para escribir. Aun así espero que lo disfrutaran, porque este capítulo fue difícil y realmente quería que quedara hermoso y dulce.

Lo que me lleva a algo que quiero comentarles, estuve rearmando el diagrama porque hay ciertas cosas que se me ocurrieron y ciertos aspectos de las personalidades que no conocía cuando planeé la historia, entonces tuve que re-organizar y, siento... que me falta un capítulo... que quisiera que fueran 31 capítulos en lugar de 30. PERO no estoy segura, lo voy a ver cuando estemos más cerca de ese punto, pero en el caso de que fueran 31 y no 30, intentaría que ambos capítulos salgan el mismo día para que la historia sí termine cuando estaba programado. Sin embargo, como les dije, no es algo cien por ciento seguro. Les iré contando (y les comento que los cambios del diagrama son por cosas que rodean a los personajes principales, pero lo que planeé desde el inicio está igual).

A mis lectores de México, sé que tembló por allá, espero que ustedes y sus seres queridos estén muy bien, mis mejores deseos, en serio, cuídense mucho. Y en general, seguimos en medio de una pandemia, así que espero que todos estén cuidándose dentro de lo posible.

Gracias por acompañarme en estos tiempos inciertos, por leer, comentar y estrellitosear. Galletitas para todos.

SCiel

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