Cansada de besar sapos

Por Bantelo_books

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Cuando Jimena, una chica enamoradiza, se encuentra nuevamente frente al desamor, le llega un extraño mensaje... Más

1. Enamoradiza
2. El mensaje
3. Se acabó la fiesta
4. El innombrable
5. El flechazo
6. Nerviosismo que ataca
7. Infraganti
8. Desempolvando a la vieja Jimena
9. Una simple cita ¿Qué puede salir mal?
10. Alto
11. Larga noche
12. Cambio de planes
13. La propuesta
14. Desconsiderados
15. Noqueado
16. Calabaza, calabaza...
17. Era cierta
18. Promesa y venganza
19. Una perspectiva diferente
20. Entender al dolor
21. Como un balde de agua fría
22. El miedo se lo enfrenta
23. Confianza
25. El consejo de Papá
26. ¡BOMBA!
27. Recuerdo
28. Nueva etapa
29.
30. La visita
31. Rechazo
32. La carta
33. El dilema
34. UN PLAN
35. El beso
36. La charla
37. ¡Vaya noche!
38. La mañana siguiente

24. Enmendar las cosas

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Por Bantelo_books

Como había acordado con su hermano, Sofía fue a la universidad, ahí se encuentró con su grupo de amigos, algunos de ellos hacía bastante tiempo que no los veía, desde el entierro de sus padres, dentro de ese grupo de amigos que se alegraba de verla estaba Alejandro. Ella saluda a todos menos a éste, no había vuelto a hablar desde el último incidente que tuvieron, cuando le dio un poco de su propia medicina, y prefería que las cosas se quedaran así.

Alejandro, no contento, se acerca y le habla al oído. Ella lo ignora y comienza a caminar hacia el baño, él la sigue.

—Me encanta verte mi amor —le dijo Alejandro intentando alcanzarla.

—No me digas mi amor, vos y yo no somos nada —respondió ella, sin voltear a verlo.

—Cómo que no, claro que somos, nunca dejaste de serlo. Me enteré que tu hermano se va a casar.

—Eso no te interesa —dijo ella.

—Claro que sí —respondió el, quien ahora se paró en frente a ella para evitar avanzara.

—Alejandro, vos y yo no tenemos nada, nada de nada, así que dejá de hablar conmigo, no me busques, si sigues así, voy a presentar una demanda por tentativa de violación.

—No serías capaz, yo sé que me amás, si quisieras hacerlo ya habrías presentado esa demanda hace tiempo —dijo él mientras le levantaba la barbilla para que le mirar a los ojos.

Alejandro la besa, ella intenta empujarlo pero luego lo besa apasionadamente.

—En serio mi amor, me habías dicho que si, pensé que habías cambiado tu manera de pensar, y fue ahí cuando te quedaste dormida. No era mi intención hacerte daño, sabes que siempre voy a respetar tus decisiones, aunque no sea lo que yo quiera.

Sofía se quedó mirándolo un poco confundida. Alejandro la volvió a besar.

—Esto no quiere decir que te creo del todo, solo te estoy dando una segunda oportunidad. Pero te advierto que mi paciencia tiene límites Alejandro —dijo Sofía, quien no podía evitar sonreír. A pesar de todo lo que había pasado, estaba enamorada.

***

En el restaurante, Jimena estaba hablando con Catalina sobre el catering que tenían programado para el fin de semana y de pronto suena el teléfono de Catalina, se pone de pie para atender y se va a un lugar un poco más alejado.

—Hola, ¿cómo estas? ¿Qué tal has estado? ¿Mañana?, si, me parece bien, no acá no, tengo que vestirme ¿sabes? pásame a buscar de mi casa, en un mensaje te envío mi dirección, dale, nos vemos mañana por la noche entonces.

Catalina cuelga.

—¿Quién es tu nueva presa? —preguntó Jimena.

—Por Dios Jimena, ni que fuera una fiera para tener presas —dijo Catalina queriendo sonar ofendida.

—Catalina por favor, no te hagas la santita.

—No puedo decirte, es algo privado —dijo Catalina intentando esquivar la mirada de su amiga y haciendo un puchero con los labios.

—¡Ja! ¿Desde cuándo me escondes cosas? —preguntó Jimena un poco dolida.

—Desde hoy.

De pronto entra al restaurant un mensajero con un gran osos de peluche.

—Buenos días, busco a la señorita Jimena.

—Soy yo —dijo Jimena levantando la mano y ocultando la cara avergonzada.

Catalina la mira de manera picaresca.

—¿Puede firmar aquí por favor? —preguntó el mensajero.

—¿De quién es? —preguntó ella.

—No se señorita, yo solo lo entrego —respondió el joven.

Jimena busca una tarjeta o algo, pero no había nada. Asienta el osos en una silla y luego Catalina pasa y le da un golpe al osos en la cabeza y con la voz de Emanuel comienza a cantar.

—Vuelve a mí, mi amor, vuelve a mí, vuelve que necesito un lugar para vivir, necesitas mis caricias y mi protección, yo sé que no era así como iba la canción pero igual, vuelve a mí.

—Debí imaginármelo —dijo Jimena poniendo los ojos en blanco.

—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Catalina.

—Donarlo al hospital de niños, a ellos les va a gustar un oso así de grande.

Jimena vuelve al trabajo, ahora con unos papeles.

—Cata, podes hacer ésta cotización.

—Claro... ah ya veo porqué. Sos masoquista ¿no? —dijo Catalina al tomar la orden.

—No —respondió Jimena quién no quería seguir hablando de ese tema, y se enfocó en otros papeles.

—Entonces ¿por qué aceptas este trabajo? —le pregunta Catalina.

—Porque el restaurante no es mío y no puedo decidir eso.

—Jimena, vos sabes que en cuanto a la materia del corazón no soy muy buena, pero no puede ser muy complicado. Los problemas más grandes se lo solucionan hablando. Decile de una vez a tu bombón que estas enamorada de él.

—Pf, sí claro, si yo no estoy enamorada de él.

—Sí claro y la tierra es cuadrada. Jimena sos la única que no ves como te brillan los ojos cuando hablas de él ¿vas a dejar escapar esta oportunidad sin dar pelea? puede que él sea el amor de tu vida, no podes estar más ciega.

—¿Vos hablando de amor? Igual ¿qué puedo hacer? —pregunta levantando los hombros.

—El se va a casar con Romina por la herencia no es cierto, solo por eso, entonces si estás enamorada ¿por qué no le propones que se case con vos?.

—¿Vos estás loca? ¿cómo le voy a pedir que se case conmigo? —dijo mordiendo sus labios inferiores, pensando un poco la idea.

—Deja tus pensamientos de vieja anticuada, si lo amás luchá por él y punto.

—Es que ese es el problema, no sé si lo amo —dijo Jimena, sincerándose con su amiga.

—Lo amás, creéme —le dijo Catalina dándole una palmada en las nalgas.

—Hacé la cotización y punto —dijo Jimena tratando que una sonrisa nublase su mirada de preocupación.

Jimena camina hacia un lugar más tranquilo y toma su teléfono, llama a su padre.

—¿Papá? ¿Vas a estar por la casa en la tarde? ¿Podemos hablar?, yo voy para allá saliendo del trabajo.

***

Romina estaba en la oficina de su madre, mirando los detalles de la boda. Invitaciones regadas por el escritorio, retazos de tela con diferentes texturas y colores etc.

Jose Luis ingresa y se sorprende, normalmente la oficina de Roxana es bastante prolija, pero ahora estaba hecha un desastre, con papeles y retazos de tela regados por todos lados.

—Romina, ¿podemos hablar? —fue lo primero que dijo. La seriedad se apoderó de su semblante.

—Claro mi amor, ¿qué sorpresa? ¿qué pasa?

—A solas —dijo aclarándose la garganta.

—Los dejo, tiene muchas decisiones que tomar —dijo Roxana que salió de la oficina, pero se quedó cerca de la puerta para escuchar.

Romina se acercó a Jose Luis e intentó besarlo, pero el le agarró las manos y esquivó el beso.

—Romina, creo que estas muy acelerada con esto de la boda.

—Pero claro mi vida, tenemos solo un mes, son un montón de detalles, ya llame a la tienda para que vayas a probarte el smoking, vas a quedar divino.

—No, Romina, todo esto es mucho ...

—Mi amor, por el dinero ya no tenes que preocuparte, vas a tener la herencia de tus padres, podríamos tener la fiesta más grande en la historia de éste país.

—Ese es el problema, no quiero una fiesta grande.

—Entonces podemos reducir a unos 500 invitados.

—¿500? —preguntó Jose Luis, se estaba empezando a fatigar.

—350, pero esa es mi oferta final.

—No Romina, no.

—Sabes que mi amor, estas un poco estresado, ¿porqué no dejas que te de un masaje relajante, esta noche en tu cuarto, a la luz de las velas, ¿uh? ¿Qué me decís?

—Respecto a eso, agradezco mucho tu oferta, pero Pablito, no es bueno que te vea durmiendo en la casa sin que estemos casados.

—Pero si estamos a un paso de...

—Y tampoco es bueno para mi hermana, sino dentro de poco ella va a invitar a su novio, y esa idea no me gusta para nada, así que las cosas las vamos a hacer bien, y a mi manera.

Romina hizo un puchero con sus labios, y luego siguió con sus temas.

—Está bien, entonces las flores, que tipo de flores quieres, estaba pensado que...

En ese momento suena el teléfono de Jose Luis, era María.

—¿María?, si dígame, no, no es necesario, ya terminó con su dieta de enfermo, pero de todas maneras no haga algo muy pesado, si un pollo al horno está bien, no se preocupe, a las 1 de la tarde vamos a estar. ¿Mi hermana fue a la universidad? Perfecto ...

Mientras hablaba fue saliendo de la oficina dejándola a Romina con todas las cosas de la boda.

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