Belleza Oscura [En Librerías]

By JessRe

5.7M 572K 226K

Alayna Novak es una asesina sin corazón, pero cuando su camino se cruce con el de Luca Vitale, despertará en... More

¡Belleza Oscura en Librerías!
Sinopsis 🦋
Prólogo 🦋
Capítulo 1 🦋
Capítulo 2 🦋
Capítulo 3 🦋
Capítulo 4 🦋
Capítulo 5 🦋
Capítulo 6 🦋
Capítulo 7 🦋
Capítulo 8 🦋
Capítulo 9 🦋
Capítulo 10 🦋
Capítulo 11 🦋
Capítulo 12 🦋
Capítulo 13 🦋
Capítulo 14 🦋
Capítulo 15 🦋
Capítulo 16 🦋
Capítulo 17 🦋
Capítulo 18 🦋
Capítulo 19 🦋
Capítulo 20 🦋
Capítulo 21 🦋
Capítulo 22 🦋
Capítulo 23 🦋
Capítulo 24 🦋
Capítulo 25 🦋
Capítulo 26 🦋
Capítulo 27 🦋
Capítulo 28 🦋
Capítulo 29 🦋
Capítulo 30 🦋
Capítulo 31 🦋
Capítulo 32 🦋
Capítulo 33 🦋
Capítulo 34 🦋
Capítulo 35 🦋
Capítulo 36 🦋
Capítulo 38 🦋
Capítulo 39 🦋
Capítulo 40 🦋
Capítulo 41 🦋
Capítulo 42 🦋
Capítulo 43 🦋
Capítulo 44 🦋
Capítulo 45 🦋
Capítulo 46 🦋
Capítulo 47 🦋
Capítulo 48🦋
Epílogo 🦋
SECUELA DISPONIBLE 👑

Capítulo 37 🦋

63.4K 9.4K 5.7K
By JessRe


Luca

El atuendo de Alayna era una armadura. Cada centímetro de su cuerpo estaba cubierto de cuero. Llevaba el cabello atado, botas de combate y chaleco antibalas. No podía dejar de mirarla. ¿Era un sueño? Porque no quería despertar nunca. Los días que había pasado encerrado en esa celda veía su rostro. Ella aparecía en mis alucinaciones como un ángel vengador. Ahora la tenía justo frente a mí.

Sostuvo una metralleta y aniquiló a los soldados que trabajaban para mi padre. Sus municiones parecían ser infinitas. Ella era una diosa de la guerra y la destrucción. Estaba matando a todos. Por mí.

Tiró de los pasadores de las granadas, lanzándolas en la habitación. Algunos hombres corrieron por sus vidas, aunque era demasiado tarde. La explosión arrasaba con todo. La enorme pared de fuego resplandeció, cegándome y tirándome al suelo. Varios pedazos de cuerpos volaron a mi alrededor. Me cubrí con el antebrazo mientras el incesante humo entraba a mi nariz, robándome aire.

Era un caos.

El polvo se asentaba, los soldados de mi padre parecían muñecas rotas esparcidas en el suelo. Las llamas brotaron y se enroscaron por las paredes, arrastrándose por el salón y consumiendo todo. Varios hombres quedaron atrapados entre los escombros que cayeron. Sus gritos de dolor eran una hermosa sinfonía para mis oídos.

Cada culpable obtenía lo que merecía. Yo presentía que los traidores morirían esta noche. Hermoso. Alayna apareció entre las llamas, peleando como una guerrera. Aplastaba cabezas, apuñalaba y acribillaba. Esa mujer acababa de desatar el infierno por mí. Era mía. Toda mía.

Me puse de pie débilmente, sintiendo el dolor en mis huesos con cada movimiento. El impacto de las granadas me había lastimado bastante.

—¡¡Luca!!

Vi a mi madre tendida en el suelo, pidiendo ayuda. Mis latidos se aceleraron, sacudiendo mis huesos. Algunos hombres pasaban encima de ella, desesperados por escapar del caos. Sentí que mis ojos se abrían de par en par antes de que el horror absoluto me golpeara. Tenía que llegar a ella y salvarla. ¿Dónde demonios estaba mi padre? ¿La había abandonado? ¿Había huido? Carlo, en cambio, mantenía a su hija cerca de él, luchando contra Fabrizio. Su batalla era estúpida, no había probabilidades de que ganara. Menos con varios soldados uniéndose a Alayna y mis primos.

Me acerqué a Madre, sosteniendo mis costillas, pero en ese instante, Gregg se abrió camino a gran velocidad y golpeó mi cabeza brutalmente contra la pared. La sangre brotaba sin control de mi nariz y me mareé al instante por el asalto inesperado. Las manchas negras aparecieron y desaparecieron. Perdería el conocimiento pronto.

—¿A dónde crees que vas, niño bonito? —Se rió—. Tú y yo aún no terminamos. ¿Pensabas irte sin recibir tu merecido? Prometí que te haría gritar como a la puta de Berenice.

Estaba aturdido, mi cráneo palpitaba y mi cuerpo no respondía. Mientras me sujetaba contra la pared, fingía que no daba pelea, pero en realidad mis manos agarraban el cuchillo que guardaba en la cintura de sus pantalones.

—¿Recuerdas a Sienna? —continuó con sus burlas—. Tu padre me la cedió para que pueda divertirme con ella a mi antojo y después la maté.

Tenía los pulmones apretados, las mejillas mojadas y la fría tristeza me invadía. Sentí que algo dentro de mí se rompía. Pensé que Sienna podría tener un final diferente. Siempre un soñador, Luca.

—Te mataré—balbuceé.

Cuando volvió a agarrarme del cabello, reaccioné y lo apuñalé en el estómago. Gregg se alejó, maldiciendo entre dientes, pero no lo solté. Empujé la hoja más profundamente y lo derribé a mis pies. Debió ver la mirada enloquecida en mis ojos porque trató de huir.

Saqué el cuchillo de su estómago y apuñalé sus piernas, sus brazos y le di varios puñetazos en la cara. Oí fuertes gritos y no me di cuenta de que eran míos hasta que las lágrimas humedecieron mis sucias mejillas. Antes de que lanzara otro puñetazo, alguien me apartó de su cuerpo y luché mientras trataba de terminar mi trabajo. Iba a torturar a ese bastardo. Le haría padecer todo el dolor que habían sufrido Sienna, Berenice y las chicas del prostíbulo. Lo mataría con mis propias manos.

—Cálmate—ordenó Fabrizio mientras mi pecho subía y bajaba con respiraciones agitadas. La negrura invadió mi visión y sentí ganas de vomitar—. Él ya tuvo su merecido.

Me ayudó a alejarme mientras la sangre salía a raudales de mi nariz y mi boca. Mis ojos nublados no querían cooperar. Iba a desmayarme. Estaba agotado física y emocionalmente. Todo daba vueltas a mi alrededor.

—Mi madre...

Vomité y escupí sangre. Fabrizio cuidaba mi espalda y no permitía que nadie se acercara. Era bueno encontrar un aliado en medio de tanta catástrofe. Él tendría su recompensa.

—Tu primo Luciano se hizo cargo de ella —me tranquilizó—. Necesito que seas fuerte y te mantengas despierto.

Era una tarea difícil. Mis ojos querían cerrarse y no volverse a abrir. Todo lo que deseaba era un descanso. Estaba tan cansado.

—¿Qué hay de Alayna?

—No te preocupes por ella —aseguró —. Puede cuidarse muy bien por su cuenta.

Observé a Alayna con una débil sonrisa. Mi guerrera favorita le quebraba el cuello a un soldado antes de lanzar el cuerpo con una mueca de asco. Era grandiosa, poderosa y magnífica. Mi mariposa.

—Vamos, te sacaré de aquí —dijo Fabrizio—. No morirás hoy, jefe.

Me rodeó la cintura con un brazo y me ayudó a caminar.

—Yo no olvidaré lo que hiciste esta noche —mascullé antes de que mi cuerpo se rindiera a la oscuridad.

🦋

Alayna

Mis ojos frenéticos se concentraron en el príncipe. La ira me llenó al notar su aspecto de cadáver andante. La sangre corría por su boca y su nariz. ¿Cómo pudieron lastimarlo de esa forma? Su hermoso rostro estaba cubierto de suciedad y hematomas. No lo reconocía.

Fabrizio Brambilla puso los brazos de Luca sobre sus hombros y lo llevó hacia la salida. Inmediatamente avancé hasta ellos, pero alguien me detuvo antes de que llegara más lejos.

—Mi hermano lo sacará de aquí—murmuró un desconocido a mi lado —. No tiene de qué preocuparse, somos confiables.

Enarqué una ceja y lo evalué de pies a cabeza.

—¿Usted es...?

—Jonathan Brambilla —Se presentó—. Es un gusto conocerla, señorita Novak.

—Escucha, Jonathan —advertí—. Si Luca no vuelve a mí me encargaré de matar a cada miembro de su familia. ¿Entiende? Los destruiré.

Mi amenaza no lo ofendía. Tal vez era un error darle mi voto de confianza, pero elegí creer en su palabra. Lo había visto matar a varios soldados de Leonardo.

—Puede confiar en mí.

—Termina tu trabajo —ordené, alejándome.

Mi metralleta finalmente se quedó sin munición, así que quité de mi cintura la 9MM. Mi atención se fijó en la basura que prometí aniquilar y sonreí.

Carlo.

Leonardo había encontrado una manera de escapar tan pronto como llegué, pero no correría por mucho tiempo. Encontraría su cabeza. Mi pulso se aceleraba, mi piel ardía de rabia. Destellos de rojo danzaban en mi visión.

Caminé sobre la masa de cuerpos inertes, tratando de no manchar mis botas con la sangre. Un pobre idiota trató agredirme, pero ni siquiera miré en su dirección cuando disparé una bala en su cabeza. Al siguiente le di un rodillazo en las bolas antes de poner el cañón de mi arma en su boca y apreté el gatillo.

Adiós.

A diferencia de Leonardo, Carlo no era ningún cobarde. Se quedó a luchar y defendía a su hija con todas sus fuerzas a pesar de que varios soldados lo acorralaban. Marilla se encontraba bajo la mesa, temblando y sollozando.

—Hola, ardilla —sonreí.

Me miró con horror y conmoción. ¿Ahora sí estaba asustada? Lucía muy feliz cuando humillaban al príncipe. Mi príncipe.

—No, por favor... —lloriqueó—. No me lastimes, Alayna. Yo no hice nada, te juro que no hice nada.

Salió de su escondite, pero no llegó muy lejos. Gian pronto la capturó sin remordimientos. La arrastró hacia mí, tironeando de su cabello. Carlo palideció y bajó su arma cuando vio que su hija no tenía escapatoria.

Hora de la venganza. Mi momento había llegado.

—Dile al resto de tus hombres que se rindan —ordené, mi voz hizo eco en el salón rebosante de fuego—. Hazlo ahora mismo o me encargaré de poner una bala en la cabeza de tu hija. ¿Crees que le perdonaré la vida?

Mi sonrisa de complacencia se profundizaba a medida que examinaba la catástrofe que había provocado. Me imaginé los titulares que saldrían en los periódicos y la televisión. Entendía a Leonardo, yo también tendría muchísimo miedo.

—¿Qué haremos con ella? —preguntó Gian, emocionado.

Marilla se retorcía en sus brazos mientras Gian sonreía como un maniático. Ya me agradaba un poquito más. Estaba disfrutando de esto tanto como yo. Incluso Eric Vitale se veía entretenido con la situación. Ya había escogido su bando. Él sabía que el reinado de Leonardo Vitale tenía los segundos contados.

—Mi hija es inocente, suéltala —exigió Carlo—. Ella no tiene nada que ver aquí. Solo está en el lugar equivocado.

¿Pensaba que me creería esa excusa? Marilla vino vestida a este evento como si fuera una fiesta para celebrar. Quería ver muerto a Luca, pero no esperaba un giro tan drástico.

Le hice señas a Gian y él lanzó a Marilla a mis brazos. La ardilla lloró, sus mocos salieron de su nariz roja. Pobrecilla. Era una pena que muriera tan joven, pero su edad no me haría cambiar de opinión. Ella era mala. Estaba podrida por dentro.

—Te dije que no valía la pena mendigar por un hombre que no te quiere —Le susurré al oído—. Te di la oportunidad de redimirte, pero ignoraste mis consejos. ¿Por qué no pudiste mantenerte al margen?

Lloró más fuerte. Qué dramática. Las emociones sin control provocaban estos desastres. Volvían débiles e inestables a quiénes no sabían manejarlas. Marilla era un claro ejemplo de que perdías si actuabas por impulso y resentimiento. Hoy le diría adiós al mundo.

—Ya aprendí la lección —imploró Marilla—. Por favor, no me lastimes, Alayna. Lo siento tanto.

Agarré un puñado de su cabello y acerqué su rostro al mío. Me complacía ver las lágrimas cayendo por su pálido rostro de porcelana. Mmm... no sentía empatía ni un gramo de piedad. A ella no le importó que las chicas terminaran en manos de pederastas cuando las delató.

—¿Esperabas ver morir a Luca esta noche? —pregunté y ella no respondió—. Habla o cortaré tu lengua.

—Sí.

—¿Por qué?

—¡Porque más de una vez me humilló por ti! —gritó resentida—. ¡Jugó conmigo y nunca le importaron mis sentimientos! ¡Se supone que era mi prometido!

¿Otra vez con el mismo drama? Era tan necia y hueca.

—Tú nunca lo amaste, solo era un capricho para ti —aclaré—. Querías dañarlo y convertir su vida un infierno.

Sus ojos marrones destellaron con odio y rencor.

—Se lo merecía.

¿Por qué no sabía cuándo callarse? Recorrí su sien con el cañón de mi arma y luego lo arrastré hasta su boca repulsiva. El padrino de Luca observaba la escena intrigado y emocionado. Carlo tendría un ataque si no calmaba su corazón, yo también moriría en su lugar. Luchó por nada, su Capo lo abandonó. Sus hombres más fieles acababan de rendirse.

—¿Y tú que mereces, Marilla? —inquirí—. Dame una respuesta que valga la pena o acabaré con tu inmunda existencia.

Su cuerpo se sacudió cuando otro lloriqueo escapó de sus labios y una gota de moco salpicó mi ropa. No me jodas. Estaba acabando con mi poca paciencia. No me arreglé para que esta estúpida me ensuciara con sus asquerosos mocos.

—Merezco vivir —dijo simplemente.

Guardé mi arma en mi bolsillo y la reemplacé por el cuchillo. Carlo hizo un movimiento, pero Eric Vitale lo detuvo esta vez con un fuerte puñetazo en la cara.

—¿Cómo puedes traicionarnos? —escupió Carlo—. ¡Le debes lealtad a tu Capo!

La boca de Eric se curvó en una mueca de desprecio y decepción.

—Un Capo jamás huiría del campo de batalla —gruñó—. Tengo entendido que no es la primera vez que Leonardo hace lo mismo. Está aterrado de la dama —Me señaló con su barbilla—. Un maldito poco hombre como él no merece mi lealtad.

Silencio.

El llanto de Marilla atrajo a cada soldado rendido en la sala. Algunos me observaban como si no pudieran creer mi osadía. Sí, bola de imbéciles, una mujer acababa de arruinarlos.

—Piensa muy bien en tu respuesta, pequeña ardilla. —Mi voz sonó dulce y con falsa amabilidad—. Solo te daré una oportunidad.

El pánico brillaba en las profundidades de sus ojos marrones. Podía aparentar que estaba arrepentida, pero no le creía. Era falsa, mentirosa y manipuladora. Volvería a cometer los mismos errores si le perdonaba la vida.

—Porque... soy muy joven para morir —sollozó—. A mi madre le romperías el corazón si no regreso a casa. Solo soy una chica que cometió errores. No quise delatar a Luca, pero él no me dio opciones.

Escucharla confesar me puso más rabiosa.

—¿Sabes algo, Marilla? Esas chicas que tu padre vendió también son jóvenes y sus madres están buscándolas. Perdieron la esperanza de volver a verlas, perdieron las ganas de vivir. Tendrán traumas el resto de sus existencias que jamás podrán superar. ¿Qué piensas de eso? ¿Es justo?

Hipó.

—No es mi culpa.

Mi agarre en su cabello se volvió rudo, haciéndola chillar. ¿Cómo podía ser tan idiota y decir las palabras incorrectas? Cada vez que abría la boca me enfurecía. Necesitaba callarla para siempre.

—Sí, es tu culpa —la corregí—. Cuando delataste a Luca sabías las consecuencias de tus actos. ¡Ellas no podrán regresar a sus casas!

—Alayna, por favor...

Sus súplicas no provocaban nada en mí.

—Una mujer que no tiene empatía por su propio género no merece misericordia.

Entonces corté su garganta sin ninguna advertencia. Hermosa sangre de rubí se derramaba de la herida y los ojos de Marilla se abrían de par en par al ahogarse.

Adiós, ardilla. No fue un placer conocerte.

Lo que más satisfacción me dio fue escuchar los gritos de Carlo cuando su hija se desplomó al suelo, tocando su garganta. El gorgoteo de Marilla duró más de un minuto y se ahogó con su sangre. Convulsionaba mientras su mirada me suplicaba por ayuda.

Nunca se lo daría. Moriría sola aquí.

—Lleven a este imbécil al calabozo de la mansión Vitale —ordené, refiriéndome a Carlo —. Luca se hará cargo de él.

Entonces me alejé con una sonrisa satisfactoria. Misión cumplida.

Los próximos en la lista eran Leonardo Vitale e Ignazio Moretti.

🦋

Instagram: JessiR17

Twitter: JessiRivas17

Facebook: Lectores de Jess (grupo para fangirlear)

Tiktok: Jessica_Rivas17

Continue Reading

You'll Also Like

343K 36.4K 31
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aqu...
7.9M 440K 126
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
9.7K 900 27
Las personas dicen que alguien solo cambia por amor. Pero él. Él cambió sólo por dolor. Por desesperación. Su nueva personalidad nació a través d...
658K 48.2K 51
~TERMINADA~ Libro #3 (Saga Nosotros) CUARTA TEMPORADA PRÓXIMAMENTE ____________________________________________________ Tres hermanos. Hijos d...