Mala Influencia

By mc7frd

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Su vida era perfecta a los ojos de los demás, pero era solo una mascara. En el momento mas inesperado, un chi... More

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By mc7frd

Volví a dar vueltas en mi cama luego de haber intentado acomodarme hace dos minutos. Estiré los brazos a lo largo con frustración, ya tenía cuatro meses de embarazo y lo único que no me dejaba mantener mi vida normal eran los antojos. Busqué mi teléfono y vi que eran casi las once de la noche, elegí el contacto de Gaara y esperé.

– ¿Pasó algo?

– ¿Recuerdas cuando me llevaste a ese lugar cerca de Ichiraku? Donde vendían pollo frito...

–Oh, no de nuevo —lo escuché reír con sutileza— estaré allá en media hora.

–Te amo —le dije con emoción antes de que cortara la llamada.

Las cosas habían estado muy tranquilas estas semanas. Gaara consiguió trabajo en una cafetería en la ciudad para poder ahorrar dinero y quitarnos un peso de encima por un tiempo luego de que nazca el bebé. Puedo notar que le inquieta mucho el hecho de que va a ser padre a tan corta edad, pero estoy segura de que lo hará bien.

También estuve buscando un trabajo, pero Gaara me convenció de que no lo hiciera porque estar embarazada mientras aún estaba en el instituto y con mis horarios de estudio para mantener mis calificaciones, ya era demasiada presión. Los ahorros que mi madre dejó para mi deberían ser suficientes.

–Ojalá estuviera aquí —dije tocando mi vientre que ya comenzaba a hacerse notorio— ella me apoyaría.

Yo también tenía miedo. El primer pensamiento de una chica que se embaraza por un descuido es abortar, pero luego de unos días sentí que no podía hacerlo. Cometí muchos errores este año y este embarazo ya no se siente como un error.

Mi padre si dirá que lo es.

Tomé mi teléfono en cuanto sonó la notificación de un mensaje.

Corrí a la cocina de puntitas y abrí la puerta con cuidado. Fruncí el ceño cuando vi que Gaara no estaba ahí. 

Salí para buscarlo y salté del susto cuando apareció de golpe, había estado escondido tras un pilar.

– ¿Quieres que tenga al bebé ahora? —le regañe.

Me besó con una sonrisa en sus labios, le correspondí apegandome a su cuerpo y llevando mis manos a su rostro.

–Está helado —dije abrazandome a mi misma— vamos a mi habitación.

Tomé su mano y subimos en silencio, me lancé en la cama expectante mientras Gaara sacaba la comida.

–Traje estos dulces que te gustan —dijo mostrandolos antes de dejarlo en la cama— aquí tienes.

Me entregó la bandeja con el pollo frito y llevé un pedazo a mi boca, se sentía como si se derritiera en mi lengua con una explosion de sabor. Cerré los ojos con satisfacción.

– ¿Está bueno? —preguntó sacando una de las piezas.

–Está delicioso.

–También compré esos fideos con verduras que te gustan —volvió a sacar una bandeja de la bolsa.

–Ow...—dije enternecida— eres el mejor.

Cuando estaba por abrir la bandeja me detuve sorprendida, el pequeño que crecía en mi vientre había comenzado a moverse enérgicamente y podia sentir las suaves patadas. Estiré mi mano buscando la de Gaara, el se dejó llevar y cuando sintió los movimientos en mi vientre pude ver su angustia.

– ¿Que pasa? —pregunté preocupada, alejó su mano en cuánto lo solté. 

–No lo sé. 

Mi pecho comenzó a apretarse.

–Sabes que si no quieres seguir con esto, puedes irte...

–Hinata —me llamó con molestia.

–Si lo haces, por favor no vuelvas a acercarte.

El pelirrojo suspiró con pesadez.

–Nunca haré eso... pero no sé como hacerlo.

– ¿Que cosa?

–Criar un niño. Ser papá.

–Lo harás bien —intenté consolarle.

–No lo entiendes. Quiero hacer las cosas bien, pero no sé cómo —respondió afligido.

– ¿Es por tus padres?

Cuando mencioné a sus padres, me miró con lástima y se recostó en la cama, llevó su brazo a su cara tapando sus ojos. Me acerqué a el y acaricie su mejilla con cariño.

– ¿Como se supone que lo haga bien? La unica figura paterna que tengo es... Rasa. No quiero arruinar su vida teniendo un padre como yo.

–No digas eso —dije con firmeza— serás mucho mejor que él. Y lo harás excelente porque le darás todo lo que nunca tuviste.

Lo abracé con fuerza y cerré mis ojos para evitar llorar. Gaara notó lo que pasaba y me abrazó de vuelta besando mi rostro, sonreí con melancolía y lo detuve tomando su mentón para besarlo en los labios.

–Estaremos bien —susurré.

–Si.

Nos separamos y seguí degustando la comida que había traido. Mis antojos eran tan fuertes que comía cualquier cosa que encontrara en la cocina y saciara el hambre. Cuando le conté a Gaara me dijo que lo llamara cada vez que mis antojos me volvieran loca y el lo conseguiría para mí.

–Lo siento por no ir contigo al chequeo —habló apenado.

–Estabas ocupado, lo entiendo —sonreí— cierto, lo había olvidado.

Salté de la cama y busque en mi mochila mi agenda de maternidad, abrí cuidadosamente la página y saqué la pequeña ecografía que me habían dado.

Me senté junto a el y se la entregué.

–Nuestro hijo —dije orgullosa, mordiendo mi labio esperando su reacción.

– ¿Dónde?

Suspiré impaciente y apunté.

–Esa es su cabeza, sus pies...

Sonrió de lado sin dejar de mirar la ecografía. Se abalanzó a mi con cuidado y volvió a besarme.

– ¿Quieres un niño o una niña? —pregunté riendo.

–No me importa eso —llevó su mano a mi vientre, en ese momento exacto el pequeño volvió a moverse. Gaara dejó su mano ahí hasta que se detuvo.

–Quiero que tenga tu cabello —dije en voz baja.

– ¿Por qué?

–Es hermoso —lo acaricié, aún estaba muy corto desde que salió de rehabilitación— ¿sabes que la próxima semana es mi cumpleaños?

– ¿Serás mayor que yo? Genial, siempre me gustaron las mayores.

Lo golpeé con suavidad en la cabeza, haciendo un puchero.

–Es broma —dijo riendo— ¿crees que Hiashi permita que lo celebres? El semestre termina en dos días. No tiene excusas para no permitirlo.

–Créeme, la tendrá —respondí soltando un suspiro. Bajé mi mano a su cuello.

Ladeé la cabeza mirando la curva donde comenzaba su hombro. Recorrí con mi mano todo el camino hasta el cinturón de sus jeans.

– ¿Que estas tramando?

Sonreí y me lancé a sus labios sintiendo emoción al saborear su lengua. No quería parecer desesperada, pero nuestra intimidad se habia visto afectada las últimas semanas por los examenes de fin de año y su trabajo. El embarazo hacía que me excitara con facilidad, mucha facilidad.

Tocarme a mi misma ya no era suficiente.

Cuando me alejé lo escuché quejarse por cortar el beso, estampe mis labios en su cuello y susurré muy cerca de su oreja:

–Pasa la noche aquí, conmigo. Estoy... necesito...

Estaba muy avergonzada para terminar la frase.

–Yo también —me interrumpió— ¿estás segura?

–Si, si. Quédate —volví a fundirme en su boca. Gaara fue cuidadoso con cada movimiento, tratando de no presionar mi vientre. La calidez que su cuerpo emanaba era adictivo, lo abracé con fuerza recorriendo su espalda con mis uñas. Casi había olvidado la sensación de su piel caliente pegada a la mía, quemandome.

Se fue temprano por la mañana, besó mi frente y lo observé hasta que desapareció por la puerta. Deseé una vez mas tener la libertad que el tenía.

Me miro al espejo como cada día antes de salir de casa para ir al instituto, ansiosa de que mi estómago comience a ser muy notorio. No puedo ser tan exigente, otras mujeres a esta fecha ya lucían un vientre abultado. Yo, en cambio, apenas tenia un pequeño bulto. Es normal, dijeron, aunque yo lo retribui a que siempre he sido delgada.

–Es hora de contarle a los demás —hablé mirando y acariciando mi vientre— no puedo ocultarte para siempre.

Subí al auto que me llevaria al instituto y en mi mente iba planeando que decir. Ya sabía a quien le diría primero; Ino. Quería que la primera fuera Hanabi, pero aún está en esa gira estudiantil a Corea.

–Hooola tú —saludó Ino con esplendor. Era una diva— tu cumpleaños es en un par de días, ¿necesitas ayuda para organizarla? Tengo todo planeado, solo di que si y no tendrás nada de que preocuparte.

– ¿Como lo sabes? —sonreí con confusión.

– ¿Que quieres decir? Sé las fechas de todos mis amigos, las tengo justo aquí —respondió apuntando su teléfono.

–Claro... no lo sé, ya sabes que mi papá aún está muy sensible con todo lo que pasó...

Ino hizo sonidos de estar fastidiada. Se colgó de mi brazo y caminamos por el patio.

–Es tan anticuado. Es el siglo veintiuno, todos tienen problemas con las drogas.

–Eso no es cierto —reí.

–Bueno, al menos la mitad —dijo, aún fastidiada— sobre todo en esta escuela, son ricos y son estupidos. ¿Ves a ese chico de ahí? El año pasado terminó en el hospital luego de una fiesta. ¿Y esa chica de ahí? La arrestaron hace dos semanas, la capturaron en el momento justo que estaba comprando pastillas.

–Pero ellos no son la burla del instituto.

–Tu no eres una burla. Solo hablan de ti por que eres una Hyuga, en cambio, ellos a nadie le importan. Eres importante, aunque no te guste. Tu papá es un hombre muy conocido y eso incluye a su familia.

Esta vez fui yo la que hizo sonidos de fastidio porque tenía razón. Toda mi vida mi padre me enseñó a ser alguien "ejemplar" y en algún momento me sentí orgullosa de los halagos que recibía por ser una chica con modales, muchas veces me llamaron "esposa perfecta" por ser callada y obediente. Ahora veo que solo era considerada un adorno de mi padre, y si me casaba, sería también el adorno de mi esposo.

Ahora su adorno se arruinó y no tiene reparo. Me sentí extrañamente a gusto por eso.

– ¿Tienes tiempo esta tarde?

–Claro que si. ¿No te quedarás viendo a Gaara en el entrenamiento?

–La temporada terminó hace dos semanas —dije con un sonrojo— ¿no lo recuerdas? Fuiste conmigo al último juego.

–Oh, cierto —golpeó suavemente su frente— tal vez deba convencer a Shikamaru de que se una al equipo.

–Buena suerte con eso —reí con burla.

Volví a casa acompañada de la rubia, fuimos bromeando en el auto y al llegar a casa le pedí a la chica en la cocina que nos preparara una merienda mientras iba a mi habitación.

–Estoy tan feliz de que por fin llegaran las vacaciones —exclamó lanzándose a mi cama, dejé mi mochila en el suelo junto a la suya y la acompañé. Se levantó con los ojos brillantes y exaltada— vámonos de viaje. Como el año anterior, podemos ir a California o al Caribe. Compré unos bikinis hermosos y será mucho mejor ir a broncearnos que quedarnos aquí a que se nos congelen las pestañas.

Sonreí apenada, Ino aun tenía esperanza de que me devolvieran un poco de libertad.

– ¿Que te pasa? —preguntó al ver que no respondía— ¿no te gusta? podemos ir a cualquier otro lugar. 

–Suena genial, pero...—jugué con mis uñas conforme mis nervios aumentaban— hay un problema.

–Soy toda oídos —dijo juntando sus manos. Mordí mi labio cada vez mas nerviosa al tener su mirada fija.

–Es... un poco inesperado.

– ¡Dime! Actuas como si fuera a regañarte o algo.

–Lo harás —respondí con rapidez— siempre me advertías.

– ¡Dime, por favor! No es como que estuvieras embarazada o algo peor... ¿cierto?

– ¿Que es peor que un embarazo? —pregunté con el nudo en mi garganta.

–Contagiarse de algo, obvio.

Cerré mis labios esperando que lo dedujera, estaba demasiado nerviosa sabiendo que me regañaria como nunca.

– ¡¿Te contagiaste?!

Negué con la cabeza.

–Estas embarazada —levantó una ceja y cuando asentí, frunció sus labios dando un largo suspiro.

–Gaara lo sabe y...

–Puedo acompañarte a la clínica. Solo son un par de días de reposo y le dices a tu padre que son dolores menstruales —dijo con decisión.

–No, eso no es lo—

–No tienes por que tener miedo, es muy seguro y puedes volver si tienes dudas o sospechas de—

–Ino —la llamé subiendo mi tono de voz pero sin dejar de lado la amabilidad— ya tomé una decisión, voy a tenerlo.

La rubia entreabrio los labios por un momento. Los cerró y sonrió de lado mirándome con diversión.

–Es una broma, ¿cierto?

Negué con la cabeza.

–No estás pensándolo bien.

–Lo pensé mucho. Por días. No será facil y...

La rubia llevó una mano a su cabeza con frustración. 

– ¡Tienes dieciséis años, Hinata!

–Cumpliré diecisiete dentro de poco...

–Es lo mismo —refunfuñó— no puedo creer que quieras hacer eso, ¿crees que Gaara y tu estarán juntos toda la vida para que formen su familia feliz?

–No —fruncí el ceño, la conversación se estaba tornando peor de lo que pensé.

–Intento comprender porqué diablos querrías tener un niño AHORA. Estuvieron en rehabilitación hace poco y nada indica que alguno no volverá a recaer. Gaara ya lo hizo...

–No fue su culpa.

– ¿Cómo estas tan segura?

Bajé la mirada queriendo llorar.

–No pienso que todo será perfecto. Estoy segura de que muchas cosas saldrán mal y será difícil. Con Gaara o sin Gaara... ya lo decidí, lo siento.

Ino infló su pecho y soltó el aire retenido, encorvando su espalda. Estaba muy decepcionada de mí.

– ¿Algún dia terminará el drama en tu vida?

Ambas reímos. La rubia llevó sus manos a sus caderas.

–Mantiene las cosas interesantes —bromeé.

–Hinata...—Ino negó con la cabeza.

–Estaré bien —le aseguré, pero la rubia no parecia convencida.

– ¿Y bien? Hace cuánto traes ese parásito —preguntó con tono divertido.

–Cuatro meses.

Ino exclamó exageradamente por la sorpresa.

– ¡Creí que solo tendrías unas semanas! —gritó, seguimos charlando sobre eso hasta que se anochecio.

Los dias siguientes estuve armandome de valor para seguir anunciando la noticia. Kiba exageró y luego de asimilarlo, se alegro porqué sería tío. Shino no dijo nada, solo me abrazó y lucia preocupado.

Afuera todo estaba blanco de nieve por lo que nadie se movió de la cafetería luego de terminar el almuerzo, aunque pocos comieron algo al estar ansiosos por la fiesta de fin de año. El evento mas importante de Konoha, y uno de los mas exclusivos.

No era el mejor por que gran parte del instituto asistiría con sus padres a hacer donaciones para la caridad y habría mucho que hacer para divertirnos. Era el mejor por que podíamos vestir de gala y fingir que eramos adultos, por una noche, bebiendo champagne mientras interactuabamos con la gente.

Recuerdo las charlas sobre negocios con los socios de mi padre, eran tremendamente aburridas pero me fascinaba que me trataran como una adulta, no como una niña.

Ahora que mis problemas son mayores, todo eso parecen tonterías. 

– ¿En que piensas?

Gaara estaba recostado en la silla, con los pies sobre la mesa mientras bebía de una caja de jugo. Se veía relajado a pesar de todo.

–Estoy preocupada —refunfuñe en voz baja— ¿como es que tu no lo estás? No creo que lo hayas olvidado.

–No —dijo— estaba nervioso y Naruto me llevó a los vestidores mientras no habia nadie y...

Hizo una seña con los dedos frente a sus labios. Rodé los ojos.

–Acabas de salir de rehabilitación, ¿no se supone que no deberías fumar?

–Es medicinal —respondió haciendo una mueca de fastidio.

–Los que tienen receta pueden comprar medicinal, si no la tienes, es solo droga. Es la ley.

– ¿Si la ley dice que el cielo es rojo también lo creerás?

Miré a otro lado para que no me viera sonreir, amaba cuando sacaba su lado carismático por muy fastidioso que fuera.

–Solo no lo olvides... y espero que no estés con los ojos así de enrojecidos.

Asintió sorbiendo el jugo haciendo un ruido molesto al estar la caja casi vacía. Miré la bandeja de comida frente a mi, también vacía. Naruto lo notó y dejó un trozo de pescado en mi bandeja con una sonrisa. Iba a agradecerle cuando vi al inspector frente a la mesa mirando a Gaara de forma reprobatoria, le di unos golpes en el brazo para que bajara los pies de la mesa.

– ¿Que? —reclamó acariciando el brazo en que lo golpeé.

–Sabaku no —le llamó, Gaara se volteó sin reaccionar— ¿podría bajar su inapropiado calzado de la mesa, para volver a sancionarlo por no seguir el reglamento escolar sobre la vestimenta?

–Su atención, por favor —Kakashi gritó desde la entrada y el inspector fue ignorado— por ser el ultimo dia, la directora decidió cancelar las clases en la tarde, pueden irse a sus casas. Nos vemos el año siguiente.

Todos gritaron en celebración, Gaara bajó los pies y se levantó para darle una palmada en el hombro al inspector. 

–Tendrá que ser la próxima vez.

Naruto tapo su boca para contener la risa y yo apreté mis labios.

Nos fuimos a casa de Ino para prepararnos para la fiesta de fin de año, el dia anterior habíamos pasado la tarde en el centro comercial buscando un vestido. Otra razon para esperar con ansias la fiesta, era una gran oportunidad para estrenar un vestido nuevo.

– ¿Están seguros de que quieren hacer eso? Podrían hacerlo cualquier otro día.

–La fiesta siempre lo pone de buen humor. Tengo que aprovechar eso.

–Tal vez si le damos la noticia en medio de la fiesta no intente asesinarme —habló Gaara, recostado en la cama de Ino— ¿y que se supone que tengo que usar? No se si no lo han notado, pero todo lo que tengo son jeans viejos.

La rubia bufó y se volteó.

–Ok, papá. Pruebate esto —dijo sacando un traje de su armario— Shikamaru te lo envió. Iremos a probarnos los vestidos y cuando vuelva quiero que estés listo—demandó apuntandolo— Sabes que es una locura, ¿cierto? —preguntó cerrando la puerta del baño.

–Apoyame, Ino, no puedo seguir esperando —me lamenté, quité mi camisa y la deje junto al lavabo.

–Mírate —dijo sorprendida al ver mi vientre abultado— bueno, podrías decir que comiste algo y estas hinchada.

–Ino.

–Está bien, está bien... podrías mostrarle la foto. ¡Mira papá, es tu nieto!

–No es tan mala idea...—me volteé y le hice una seña a Ino para que cerrara mi vestido— pero no importa como se lo diga, se enfadará como nunca.

Ino suspiró con lástima, pasé mis manos por mi vientre frente al espejo, el vestido era holgado y lo disimularia.

–Te ves bien.

–Tu también —respondí— es increible como todo te queda perfecto.

–Lo sé.

Ambas sonreímos.

–Vamos a ver a papá tomate antes de que se arrepienta.

–No dejes que te escuche decir eso —murmuré riendo antes de abrir la puerta.

Estaba sentado con las piernas abiertas y apoyaba sus codos en las rodillas, mirando hipnotizado al suelo. Ino carraspeo y notó nuestra presencia. Se veía incómodo.

–Déjame verte —pedí con suavidad, se puso de pie y con Ino nos miramos sorprendidas.

– ¡Nada mal! —exclamó Ino, acercándose para ver como le quedaba el traje en la parte de atrás— te ves elegante quién lo di... ¿que es eso?

Todos miramos a sus pies. Las zapatillas de Gaara estaban tan opacas y usadas que en algunas partes el género se habia abierto haciendo pequeños agujeros.

–Son mi mejor par —dijo.

– ¿Está bromeando?

–No —respondí con prisa, sabía cuanto le incomodaban estas situaciones a Gaara.

–No te preocupes, tomaré prestados unos zapatos de mi padre, no lo notara —salió de la habitación con despreocupación.

Me acerqué a el con una sonrisa y volví a observarlo de pies a cabeza.

–Compré algo para ti —tomé una de las bolsas y saqué una corbata delgada— rojo escarlata, combina perfecto con tu cabello.

–De repente pareces muy interesada en  el —sonrío levantando un poco el menton mientras le anudaba la corbata— no era necesario que me compraras esto, por cierto...

–Tu siempre compras cosas para mí —respondí a la defensiva— y siempre me ha gustado tu cabello, solo que no lo habia mencionado antes.

Subí el nudo a su cuello, dejándolo un poco suelto. Sabia que no le gustaba ser tan formal.

Miró mis manos y y soltó un suspiro antes de pasar su dedo anular bajo el tirante de mi vestido.

–Rojo —murmuró, subiendo su mirada esmeralda y haciendo que perdiera el aliento por un segundo— ah, ahora lo entiendo. Esto combina con tu vestido.

–Si —me reí entre dientes. Posó su mano en mi cintura y con el pulgar acarició en dirección al bulto.

–Yo le diré —dijo como una sentencia final— sin rodeos. Sé que te asusta hacerlo.

Asentí. 

–Gracias.

–Con estos —exclamó Ino entrando a la habitación, un zapato en cada mano— y ese vestido, serán la segunda pareja mas fabulosa de la fiesta.

– ¿Quien es la primera pareja? —preguntó el pelirrojo, reafirmó su agarre en mi cintura.

–Yo y Shikamaru, por supuesto.

Shikamaru llegó poco después de que Ino terminara de maquillarse. Gaara resopló nervioso cuando llegamos al evento, las escaleras decoradas por una larga alfombra negra y las luces iluminando toda la entrada hacían que el lugar se viera aún más glamoroso.

– ¿Me repites por qué tengo que estar aquí? —preguntó arreglando su corbata.

–Tengo que estar aquí porqué es mi obligación. Y tu estás aquí porqué eres mi pareja y quiero que todos lo sepan.

–También porqué todos saben de como terminó la relación con Sasuke. Sería muy incómodo venir sola mientras tu ex novio está en una fiesta con la que te engañó frente a todo el circulo social —dijo Ino empujando su cabello para despejar su hombro con un elegante movimiento— hay que tener dignidad, ¿sabes?

– ¿Que? —preguntó el pelirrojo con incredulidad.

– ¿Como lo arreglan en el otro lado de la ciudad?

–Peleamos. Es mas efectivo que fingir que nada pasó.

– ¡No fingimos que nada pasó! —exclamó ofendida— hablamos mal a sus espaldas y... lo ignoramos. Como sea, tienes que hacerlo excepcional esta noche porque nadie sabe de donde saliste. Y hablarán, mucho. Tienen que ser buenos comentarios.

Gaara resopló con una sonrisa, Shikamaru rodó los ojos y tomó la mano de Ino para entrar a la fiesta, recriminando que solo ponía al pelirrojo mas nervioso de lo que está.

– ¿Listo? —estiré mi mano para que el pelirrojo la tomara pero frunció el ceño mirando hacia la entrada— no te preocupes, saldrá bien. Estaré contigo toda la noche.

Tomó aire con fuerza y agarró mi mano con fuerza antes de avanzar.

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Di un apretón de manos a un tipo, por al menos sexta vez esta noche. El lugar estaba lleno de gente con mirada altanera bebiendo champaña en copas delgadas y comiendo unos extraños postres que los sirvientes llevaban en bandejas y que recorrían todo el lugar.

Uno de ellos pasó con más champaña, tomé una de las copas y estaba por llevarla a mis labios cuando Hinata me la quitó con cuidado y la volvió a dejar en la bandeja.

–Tienes que estar sobrio esta noche —me regañó.

–Lo siento, es que esto es tan... nuevo.

–Lo sé, no estas acostumbrado —murmuró, sabía que intentaba ser comprensiva.

– ¿Como lo haces? Estoy cansado de fingir que me agradan.

–Siempre pareces olvidar que mi padre es el dueño de una empresa —dijo riéndose con incomodidad— para los empresarios es muy importante mantener buenas relaciones con sus socios, asi que crecí entre fiestas así.

Suspiré con pereza mirando al enorme y brillante candelabro en el techo.

–Ahi está —dijo apuntando al otro extremo del salón— será mejor que vayamos a saludar, no lo hemos visto desde que llegamos.

Hicimos camino entre la gente con lentitud, lleve mi mano a su cintura para acercarla a mi y ella lo agradeció con una tímida sonrisa. Nos detuvimos frente a un grupo de personas que bloqueaba el paso, creí que los rodeariamos hasta que noté quienes eran: los Uchiha. Naruto me habló de ellos y de lo informados que estaban sobre Suna.

– ¡Hinata! —la mujer se acercó con alegría, una delgada tela colgaba de sus brazos que la hacían ver frágil— que agradable verte después de tanto tiempo.

A unos pasos, Sasuke y Sakura bajaban la mirada y se mordian los labios. La mujer se lanzó para abrazar a Hinata.

–Mikoto —dijo sorprendida, dándole unas palmadas en la espalda.

– ¿Quién es tu acompañante?

Por un momento dude de que esa mujer sonriente y de voz cálida fuera la madre del pelinegro.

–Gaara, mi novio —respondió haciéndose a un lado— Gaara, ella es Mikoto Uchiha, madre de Sasuke.

Se acercó y estrechó mi mano. Supongo que era inevitable que su esposo también lo hiciera, por educación. Me examino de pies a cabeza.

–Es increíble con que facilidad se mezclan entre nosotros como ratas —dijo entre dientes.

Mikoto no pudo escucharlo pero Hinata si. Lo noté cuando tomó mi mano y me alejó de él.

–Fue grandioso volver a verlos. Lo siento, pero seguiré buscando a mi padre.

–Oh, claro, cariño. Disfruten la fiesta.

Hinata sonrió una última vez antes de nos alejaramos. Seguimos esquivando a la gente hasta que llegamos donde se encontraba Hiashi, charlando con otros hombres tan serios y estirados como el. Al vernos, se despidió de esos tipos y se acercó a nosotros.

– ¿Nuevos socios?

–Un par —bebió un poco de su copa antes de dirigirse a Gaara— Ya he recibido comentarios sobre el misterioso chico que acompaña a mi hija.

–Espero que sean buenos —dije.

–Lo son. Y espero que eso no cambie.

Seguimos charlando hasta que el organizador subió al escenario para dar un discurso y según Hinata, animar a los invitados para empezar a hacer donaciones. Los que más donaban eran los que más recibían aceptación de la gente. Todos querían relacionarse con ellos. Los Hyuga y los Uchiha siempre competían en las beneficiencias.

Acompañé a Hinata a la mesa donde se encontraba el banquete, como había dicho, los postres y otras cosas que habían tenian apariencia extraña.

–Es estilo americano —anunció  llevando aperitivos a su plato con unas tenazas— no puedes limitarte a la comida tradicional. Prueba ese, es cóctel de camarones.

Miré hacia el que apuntaba, la verdad ese sí se veía comestible.

–Algo me dice que este año quien más donará serán los Uchiha —entre empujones, Ino se posicionó entre los dos y alargó el brazo para tomar una copa.

– ¿Por qué? —pregunté, comiendo uno de los camarones, me detuve unos segundos antes de masticar con más energía. Era una delicia.

– ¿Bromeas? No recuerdas red de narcotráfico liderada por Obi—

Hinata tapó su boca con rapidez. Estaba ebria y unas señoras mayores se habían retirando cuchicheando. Shikamaru también apareció y estaba bastante agitado. Tomó la copa de la mano de Ino y la devolvió a la mesa.

–No más para ti. Come algo —le pidió.

– ¿Crees que entré en este vestido por arte de magia? —alegó moviendo sus manos exageradamente— solo digo que harán lo que sea para arreglar su reputación.

– ¡Aquí estás!

Un muy emocionado Naruto se lanzó hacía mi abrazándome con brusquedad, casi provocando que tirara los camarones.

– ¿Qu... ¿Como entraste?

– ¡Lo se! Shikamaru me dio una invitación.

–Si no lo hacia no dejaría de fastidiar —se excusó, aún intentando vigilar a Ino.

–Tenías una extra —exclamó despreocupado— acabo de llegar y–

–Me alegra que estés aquí, Naruto —dijo la pelinegra entregándole su plato con los aperitivos para comenzar a buscar algo en su bolso— pero hueles a hierba.

Roció al rubio con su perfume mientras el engullia uno de los aperitivos.

–Es salado —señaló con la boca llena.

–Estamos en una mierda elegante, idiota —despotrique y me hizo un gesto de desinterés con la mano.

La fiesta no era la gran cosa, pero era agradable. Solo charlando y haciendo bromas con musica relajante de fondo, sin gente vomitando o perdiendo el equilibrio.

Todos quedamos en un silencio incómodo cuando Sasuke y Sakura pasaron a nuestro lado, con miradas despectivas. Los ignoré, pero no pude evitar ver de reojo que Naruto los siguió con la mirada por bastante tiempo.

– ¿Te sientes mejor? —Shikamaru aún mantenia a Ino muy cerca de el, la chica asintió tapando su boca al reirse y aún había un sonrojo en sus mejillas.

– ¿Viste eso? —siguió riendo apoyandose en el pelinegro, apenas podía hablar— parecen un matrimonio fracasado.

Estalló en risa, que contagió a Hinata y Naruto. La rubia se retorcía en los brazos de Shikamaru quien intentaba no reir también por que lo estruendosa que era.

– ¿Que está pasando? —un hombre se acercó con una sonrisa, también se veia algo entonado— los escuché desde el escenario.

–Papi —Ino saltó de los brazos de Shikamaru a los de su padre— solo charlamos, el banquete estaba delicioso, te luciste esta vez.

– ¿Ah, si? —preguntó con incredulidad— ¿que fue lo que mas te gustó?

–Pues bueno, ya sabes... canapés —respondió mordiendo su labio, Ino no probó un bocado en toda la noche.

Nos arrastraron a la pista cuando la música clásica fue reemplazada por un Dj y las luces del brillante candelabro fueron cambiadas por luces que danzaban por todo el lugar.

Todo era risas entre Hinata y su amiga hasta que su cara se tornó pálida y tapó su mano haciendo unas señas.

– ¡Mierda! Quiere vomitar —Naruto tomó la mano de Hinata y acarició su espalda.

– ¡Al baño! —gritó la rubia, también tomando su mano.

Esperamos junto a la puerta mientras aún estaban dentro. Naruto sacó su teléfono del bolsillo y luego de verlo por un rato, lo guardó y movio sus manos con nervios.

–Iré afuera a fumar —dijo apuntando la salida.

– ¿Quieres que te acompañe?

–No, no. Tienes que cuidar a Hinata.

A ambos nos pareció raro su cambio de actitud.

–Voy a entrar—dijo Shikamaru, empujando la puerta con fuerza. Levanté los hombros y lo seguí.

–Hinata —me alerté al verla en el suelo, apoyada en la pared.

– ¿Donde está Ino?

La pelinegra apuntó a uno de los cubículos, sentada en el suelo las piernas de Ino sobresalían bajo la puerta y Shikamaru no dudó en abrirla para verificar como se encontraba, los escuché murmurar pero solo entendí un "estoy bien" de Ino.

–Necesito tomar aire —dijo Hinata.

–Está bien, vamos —la ayudé a ponerse de pie antes de voltear hacia Shikamaru— ¿estarán bien?

–Si... los alcanzaremos luego.

Rodee los hombros de Hinata y ella nos guió por el pasillo hasta una enorme puerta doble que daba a un balcón. Mientras mas nos acercábamos más se sentían las voces discutiendo, cuando estabamos lo suficientemente cerca notamos de quien era una de las voces: Naruto.

–No podía hacer nada —nos detuvimos en seco, estaba discutiendo con Sasuke.

– ¡Claro que si! Sólo te quedaste ahí parado, pudiste haberle dicho que no era momento.

– ¡Lo habría hecho de todas maneras!

– ¡Mi hermano no me habla por su culpa!

–Eso no es culpa de mi padre, tu decidiste tener esa vida, ahora hazte responsable por lo que TU ocasionaste.

Hinata apretó mi antebrazo con inquietud.

–Eres un hijo de puta —se escuchó un forcejeo y los gruñidos del rubio— debí decirle en ese maldito instante cuanto le gusta a su hijo que le den por el culo.

Mierda.

Hice a un lado a Hinata y corrí a separarlos antes de que comenzaran los golpes. Sasuke estaba encolerizado por lo que Naruto había dicho y alcancé a tomarlo de su chaqueta para empujarlo lejos del rubio que respiraba agitadamente.

Apenas se estabilizó volvio a acercarse. Por supuesto que lo haría. Estaba preparado para interceptarlo cuando Hinata se cruzó en el camino. El pelinegro se detuvó con las manos empuñadas, a unos centímetros de ella.

–Quítate —dijo entre dientes.

–No.

La tomó del brazo e intentó hacerla a un lado, pero Hinata se mantuvo firme.

–Ya has tenido suficientes peleas este año —le suplicó— entiendo que estes enojado por todo y que Naruto no debió decir eso... pero nada se solucionará si siempre eliges pelear.

Sasuke contuvo la respiración y un sonrojo se asomó con sutileza.

– ¿Escuchaste eso? —preguntó en voz baja, con la mirada ensombrecida.

Hinata asintió.

–No tiene nada de malo...—volvió a consolarle. Acercó su mano para acariciar su brazo pero Sasuke volvió a intentar lanzarse sobre el rubio, esta vez empujando a Hinata.

– ¡Sasuke, no! —gritó.

Puse en posición mis pies para no desequilibrarme. Naruto que estaba detrás de mi, corrio y en cuanto reaccioné, estaba en el suelo forcejeando con Sasuke nuevamente.

– ¡Sasuke! —Hinata se acercó dispuesta a intentar separarlos. Me apresuré y me puse frente a ella para detenerla. Llevé mis manos a su cintura y la empujé suavemente para alejarnos de ellos.

–Déjalos, en algún momento tendran que cansarse.

Sasuke le asestó su puño en la mejilla, cuando quiso hacerlo de nuevo, Naruto se cubrió el rostro con los antebrazos.

– ¿Eso es todo lo que tienes? —se burló riendo, Sasuke gruñó y lo golpeó mas fuerte— ¡tal vez si en serio lo intentaras dejarías de ser un cobarde!

– ¿Que mier—

Shikamaru llegó corriendo junto a Ino, ambos miraron al par en el suelo y luego a nosotros, con confusión en los rostros.

– ¡Sasuke, ya déjalo! —gritó Ino.

– ¡No te metas!

– ¡Esta bien, Ino! —el pelinegro logró darle otro golpe en la cara— ¡cree que así olvidará que nos acostamos! —volvió a mirar a Sasuke y gritó— ¡vamos, uno mas y dejarás de ser un marica!

Ino siguió gritando que se detuviera.

–Lo está provocando —Hinata tiró de mi camisa con desesperación— por favor, haz algo.

Suspiré y asentí.  Volteé para hablarle a Shikamaru pero mi vista notó algo a unos metros de la pareja, una chica de cabello rosa.

–Sakura —la nombré y todo quedó en silencio.

Sasuke la miró sorprendido y se levanto con rapidez. Sakura estaba llorando y se acercó corriendo para comenzar a golpearlo en el pecho.

–Bastardo, ¿como pudiste hacerme esto? —dijo entre lágrimas.

–Nada pasó, Sakura —se excusó con prisa.

– ¡No me mientas! Eres un bastardo asqueroso, te follaste a un...—apretó los labios con frustración y bajó la cabeza sollozando— eres un maldito asqueroso.

– ¡Sakura! —le regañó Ino. Sakura se detuvo sorprendida y se abrazó a si misma comenzando a llorar con mas fuerza.

Ambas se acercaron y Sasuke retrocedió unos pasos, Naruto seguía sentado en el suelo tapando su nariz que no paraba de sangrar. Su camisa ya estaba teñida de rojo.

–No me toques —exclamó entre dientes cuando Hinata le tocó el hombro— debes estar feliz, ¿cierto?

– ¿Q–Que?

–No me sorprendería si tu planeaste esto para vengarte —bramó con desprecio.

–Yo no haría e—

–No estas pensándolo bien, Sakura. Nadie planeó esto —Ino negó con la cabeza, estaba abrumada.

–No les creo nada —se acercó a Hinata de forma amenazadora— no se quedará así.

La pelirrosa las empujó y se alejó pisando con fuerza haciendo sonar sus tacones. Sasuke estaba pálido, parecía perdido hasta que reaccionó y la siguió.

Pasé una mano por mi cabello, la noche se había vuelto deprimente por algo que solo duró unos minutos.

Tomé a Naruto del brazo y lo obligué a ponerse de pie.

– ¿Con Sasuke? —pregunté, el rubio rió con fuerza.

–Lo sé, tampoco lo vi venir.

– ¿Me dirás que pasó?

–...No. No lo sé, tal vez más tarde.

Palmeé su espalda y el llevó su mano a mi hombro para apoyarse. Levantó la cabeza y respiró profundo, el sangrado se detenía lentamente.

–Mírate —Hinata tomó su rostro entre sus manos para mirarlo bien— estás sangrando mucho.

–Está bien, tiene una nariz sensible, sangra por todo —dije.

Hinata me lanzó una mirada de reprimenda.

–Iré a limpiarme y me iré por la parte de atrás... ya tuve demasiada diversión por hoy.

–Puedes volver con nosotros —Ino tomó su mano antes de que saliera del balcón— de todas maneras, ya nos ibamos.

Naruto asintió con tristeza y siguió por el pasillo.

Chasquee la lengua con molestia. Le gustaba en serio.

–No planeé esto —dijo Hinata, apoyandose en mi pecho.

–Lo sé —besé su frente y la abracé. Todos sabíamos que ella no tuvo nada que ver, pero que su amiga la culpara con algo así la destrozaba por dentro.

Todos volvimos a la fiesta, hace una hora nos mezclabamos perfectamente con la gente y la música, ahora se sentía como un lugar extraño y su diversión nos resultaba ajena.

–Busquemos a mi papá para avisarle... ¿estás listo?

Asentí. Habíamos planeado decirle cuando volviera a casa luego de la fiesta. Nos iríamos antes para esperarlo.

Desde el segundo piso se veia todo. Buscamos por unos minutos hasta que Hinata apuntó con el dedo al centro del salón.

–Ahí está, con mi tío —dijo, volteó a la escalera para ir pero por alguna razón yo seguí mirando. Se movió para hablarle a Hisashi y ahí pude ver a Sakura frente a el.

Corrí tras Hinata y la tomé del brazo.

– ¿Crees que Sakura en serio haga algo contra ti? —pregunté. Hinata entreabrio los labios dudando.

–Ella no es así.

–Bueno, últimamente no es ella misma, ¿cierto? La vi hablando con Hiashi.

Hinata palideció. La notificación de su celular sonó en su cartera, buscó apresurada mientras le temblaban las manos cada vez más.

Las acuné entre las mías para detenerla y Hinata respiró con fuerza. 

–Quiere que vuelva con el a casa.

–Déjame hablar a mi. No te dejaré sola no importa lo que diga.

Tomé su mano sin esperar una respuesta y fuimos directo a la salida. Hiashi estaba junto a un auto listo para irse.

–Hasta aquí está bien —me dijo con frialdad— nos vamos.

–Papá...

–Sube al auto, Hinata.

La pelinegra apretó mi mano.

–Iré con ella.

–No. Mi hija y yo tenemos cosas de que hablar.

–Iré con ella —repetí.

Tensó la quijada y levantó el mentón, estaba irritado. Subió al auto sin decir nada y le seguimos.

Hinata temblaba pegada a mi, estaba aterrada. Apenas el auto se detuvo frente a la entrada de la casa, bajó dando grandes zancadas.

–Vamos —dije.

–Debe estar en la oficina —la casa estaba en un frío silencio.

Subimos y abrí la puerta empujando con la punta de los dedos, Hiashi estaba sentado en un gran escritorio de madera y acababa de beber un vaso de whisky, no se molestó en mirarnos y solo tomó la botella para volver a hacerse un trago.

–Tu amiga... Sakura se acercó a mi hace un rato —dijo aflojando su corbata— para felicitarme por que seré abuelo.

Nos miramos sorprendidos, no había manera de que ella supiera.

– ¿Pueden explicarme que está pasando? Espero que sea una broma —espetó con dureza en su voz.

Mis manos comenzaban a sudar. Miré a Hinata pálida como un fantasma y mi corazón comenzó a latir con rapidez. No podía acobardarme justo ahora.

–No era una broma. Lamento que lo escuchara de otra persona.

Me miró por un momento, probablemente esperando que negara todo. Tiró el vaso con fuerza, el fuerte sonido del cristal rompiéndose asustó a Hinata que silenció otro sollozo con su mano.

–Fuera de mi casa, no quiero volver a verte cerca de mi hija.

–Papá...

– ¡Cállate! —gritó dando un golpe al escritorio— mañana mismo iremos a una clínica. No dejaré que mi hija arruine su vida.

–Ya lo decidimos, y vamos a—

– ¡Ustedes no decidirán nada! Hinata es mi hija y no permitiré que la obligues a tener ese bastardo tuyo.

Empuñé mis manos. Comenzaba a temblar por la ansiedad que me provocaba todo esto. Hinata dio un paso adelante.

–Yo... Yo lo decidí. Nadie me obligó, es mi cuerpo y yo decidí que quiero tener a este bebé. No hay espacio para tus ideales en esto.

La expresión dura de Hiashi se ablandó por un momento dejando ver la sorpresa por escuchar eso de su hija. Volvió a endurecer la mirada y tomó otro vaso para darnos la espalda y servirse mas alcohol.

–Los quiero a ambos fuera de mi casa.

–Papá —le suplicó.

–Si vas a arruinar tu vida —exclamó apoyando ambas manos en el escritorio— lo harás fuera de esta casa.

–No quise que esto pasara, lo siento —la voz de Hinata se rompía cada vez más. Hiashi no volteó ni volvió a dirigirle la palabra.

–Vamos —murmuré con una mano en su hombro, animandola a salir— tenemos que buscar tus cosas.

Saqué de su armario una maleta púrpura y ambos comenzamos a acomodar la ropa. Noté que sus manos aún temblaban.

–Lo siento —dijo tapando su rostro— en serio lo siento. Arruiné todo.

–Nos la arreglaremos, te lo prometo. Haré que funcione.

Se lanzó con los brazos abiertos y escondió su rostro en mi hombro. Podía sentir mi camisa humedecerse mientras sollozaba.

– ¿Hinata?

Ambos volteamos a la puerta. Era Hanabi.

– ¿Por qué estás haciendo tu maleta? —apuntó confundida.

Limpió sus lágrimas con prisa y fue a abrazarla.

–Lo siento. Te lo explicaré, te prometo que te contaré todo. Pero ahora no puedo estar aquí.

–Hanabi —mi padre nos observaba desde la puerta de su oficina— vete a tu cuarto.

La castaña se separó de mi y miró a mi padre con el ceño fruncido.

– ¿Que está pasando? —exclamó enojada— acabo de volver y todos actuan raro. ¿Donde irás?

–Me voy... con Gaara.

–Papá —lo llamó enojada— ¿no harás nada? ¡No soy una niña, diganme que está pasando!

–Vete a tu cuarto —volvió a decir.

– ¡No! ¿Por que te vas? No me dejes aquí sola.

Hinata volvió a abrazarla entre lágrimas, su hermana miraba a todos con confusión.

–Te lo contaré todo, ¿está bien? Pero ahora necesito que escuches a papá.

Le dió un pequeño empujón para que obedeciera y volvió para arrodillarse junto a la maleta.

Naruto llegaría por nosotros en unos minutos.

–Creo que eso es todo —murmuró mientras cerraba su mochila, donde llevaba algunas cosas personales.

No esperamos más para salir de ahí. Hiashi se había encerrado en su oficina y Hanabi estaba en la puerta de su habitación mordiéndose las uñas. Hinata corrió y le dio un último abrazo, besó su frente repitiendo que todo estaría bien. Cerró la puerta de la casa y se mantuvo pensativa mientras soltaba lentamente el picaporte.

Naruto seguramente aún estaba con Ino y Shikamaru cuando lo llamé. La camioneta del moreno estaba afuera. El rubio se había cambiado la camisa ensangrentada por una sudadera gris.

– ¿Que pasó? —preguntó Ino, viendo la maleta— no me digas que...

–Sakura le dijo a Hiashi —respondí con enfando.

– ¡No! —exclamó incrédula — ¿como pudo saberlo?

Hinata no respondió, solo apoyó su cabeza en mi hombro. El semblante de Ino se ensombreció.

–Lo siento mucho, Hinata.

Se despidieron entre lágrimas fuera del edificio, Naruto bajó la maleta y Hinata volvió a pegarse a mi.

– ¡Llegaron! ¿Como estuvo la f—

Yashamaru se detuvo sorprendido al ver a Hinata y a Naruto con una maleta. La llevé a mi habitación y le susurré que descansara antes de cerrar la puerta.

–Tenemos que hablar —dije, llevando una mano a mi cuello. Yashamaru miró a Naruto con intriga. El rubio abrió los ojos en pánico y corrio a encerrarse a la habitación con Hinata.

– ¿Que hicieron ahora?

Intenté explicarle la situación haciendo pausas cada vez que parecía que iba a regañarme. Apoyé mi espalda en el respaldo del sofá cuando terminé. Yashamaru se cruzó de piernas mirando al suelo, parecía cansado.

–Maldición, Gaara. No puedes tener un hijo a los diecisiete.

–Hinata ya lo decidió y la apoyaré.

– ¿No puedes convencerla?

Chasqueé la lengua irritado. No quería hacer eso, no lo hice cuando me dio la noticia ni lo haré ahora. La decisión ya estaba tomada y Hinata ya sentía demasiada angustia para que alguien la vuelva a cuestionar.

–No estoy buscando tu apoyo. Solo quería que lo supieras. Puedo volver a casa mañana si somos un problema para ti.

–No, no —dijo poco convencido— es solo que... maldición. No puedo evitar ver que lo que pasó con mi hermana y Rasa se repite.

Me levanté sin decir nada, necesitaba ver como se encontraba Hinata. Entré a la habitación, estaba bajo la ropa de la cama con Naruto a los pies hablándole. Le hice una seña y el rubio le dio un apretón en la mano a la pelinegra antes de irse.

– ¿Cómo estás? —levanté la ropa y me acosté junto a ella— puedo hacer té si quieres y algo para comer.

Negó con la cabeza, acercando su cabeza a mi pecho y agarrando entre sus dedos mi camisa.

–Quiero ser fuerte —dijo con la voz rota, su labio temblaba— pero no puedo.

Enterró su rostro en mi pecho y comenzó a llorar con amargura. Me partía el alma verla así.

–Lo siento —susurré besando su cabello.

Se aferró con mas fuerza mientras la abrazaba.

–En serio lo siento.

.
.
.

Me dio pena al escribir este capítulo u.u

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