Sweet hope; Camren GiP

Od softidsavre

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Mi nombre es Camila Cabello y siempre he tenido mala suerte en el amor. No sé por qué, sólo... siempre la ten... Více

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo Final
Epílogo
capitulo extra

Capitulo 10

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Od softidsavre

Lolo

Ella sabia a menta.

Olía a jazmín.

Había perforado a través de mi maldita alma... el alma contaminada que nunca quise que nadie viera.

La lengua caliente de Camila luchaba contra la mía, sus manos se arrastraban perezosamente arriba y abajo por mi espalda. Pero no la quería perezosa. Quería que se retorciera debajo de mí. Quería que gritara mi nombre, que me arañara la espalda, que me devolviera a la vida después de cinco años de estar sin nada más que mi propio jodido corazón como compañía... después de años de nada más que entumecimiento.

Restregando mis caderas contra su coño húmedo, comí sus gemidos que me llenaban la boca. De repente, nos di vuelta hasta que Camila estuvo a horcajadas en mi cintura, sus ojos vidriosos entrecerrados y su boca hinchada abierta mientras me miraba. Tomando una toalla limpia de al lado de mi cama, se la paseé entre sus piernas, eliminando cualquier evidencia de mí de dentro de ella, amando cómo su rostro se sonrojaba ante la acción.

Nunca había visto algo tan jodidamente sexy en toda mi vida como ella a horcajadas en mi cintura. Sus tetas eran del tamaño perfecto para mis manos, y las levanté para sentirlas contra mis duras palmas. Camila echó su cabeza hacia atrás y gimió, mi polla se endureció mientras la presionaba contra su tentador trasero redondo.

Necesitaba saborearla. Necesitaba sentir su coño húmedo contra mi lengua. En menos de un segundo, agarré los muslos de Camila, y con un solo tirón, usé la fuerza de mis brazos para arrastrarla hacia arriba hasta cubrir mi cara. Agarrando fuertemente sus muslos, aplasté su coño contra mi boca. Mi lengua inmediatamente se sumergió en su agujero, retirándose solo para encontrar su clítoris hinchado y lo chupé en mi boca.

―¡Joder! ¡Lo! ―gritó Camila. Miré hacia arriba justo para ver sus palmas golpear contra la pared blanca detrás de la cama mientras sus caderas comenzaban a mecerse contra mi lengua, sus muslos apretándose con cada lamida y cada succión.

Sintiendo mi polla más dura que antes, gruñí, necesitaba desesperadamente que la tocara. Mirando hacia atrás a mis caderas moviéndose contra el vacío, la cara enrojecida de Camila miró la mía. Sacó sus manos de la pared y susurró: 

―Déjame dar la vuelta 

Estaba demasiado ocupada comiéndome su coño, su sabor era adictivo, que no me moví. Pero mientras mis ojos se cerraban, sentí un dedo acariciar suavemente mi frente, haciéndome abrirlos de golpe. 

El hermoso rostro de Camila encontró los míos, pasando su lengua por sus labios rosas. Jadeando mientras succionaba largamente su clítoris. Camila soltó un gran gemido y sentí su clítoris palpitar contra mi lengua plana.

―Lo... por favor... quiero saborearte también... Quiero tu polla en mi boca mientras me lames. Quiero que te corras en mi garganta mientras yo me corro en la tuya.

¡Joder! Oír esas palabras salir de esa boca jodidamente perfecta hacía que mi pene se sacudiera, se moviera y se tensara buscando sentir sus labios alrededor de su punta.

Sin querer perder el ritmo, solté el férreo agarre de sus muslos, y levantando sus caderas, usé toda la fuerza de mis brazos, girándola por la cintura para que se sentara de espaldas sobre mi rostro. Agarrando las suaves mejillas de su trasero y encontrando su hendidura hirviendo, estrellé mi boca contra ella mientras le metía el pulgar.

Las tetas de Camila presionaban contra mis abdomen y gemí fuerte mientras sus suaves manos se envolvían alrededor de la base de mi polla. Con un gemido, Camila tomó la punta de mi pene en su boca caliente, tomándome tan profundo como podía.

La sensación de su boca succionando mi polla casi me deshizo, la presión que se estaba construyendo en mis bolas mientras Camila las acunaba en su palma.

Mi lengua se movió más rápido contra su clítoris, manteniendo el ritmo con su lengua moviéndose de arriba a abajo en mi pene. Queriendo escucharla gritar mi nombre, sumergí otro dedo en su coño.

Camila gimió, separando sus muslos cada vez más en mis hombros, machacado su coño contra mi rostro tanto como podía.

Todo lo que podía sentir era a ella.

Todo lo que podía pensar era en su cuerpo desnudo, en su mirada que no veía a una ex convicta perdedora debajo de mí, sino mi yo real.

La cabeza de Camila de repente bajó y la punta de mi polla golpeó la parte trasera de su garganta. Al sentir sus manos apretandome, el líquido pre seminal goteó en su boca, Camila gemía mientras se lo tragaba.

Estaba a punto de correrme. Que ella hiciera ruidos así garantizaban que me estaba por correr... duro.

Podía sentir el calor construyéndose, el dolor sordo arrastrándose hasta mis muslos. Necesitando que ella también se corriera, moví la lengua con más fuerza contra su clítoris y curvé los dedos en su coño.

Camila se movió contra mi rostro y dejó salir un grito. Sus muslos se tensaban y sus caderas se mecían furiosamente contra mi cara mientras mis dedos se hundían de atrás para adelante.

Su mano, que estaba envuelta en la base de mi polla, me bombeó más rápido. Su palma estaba resbaladiza contra mi piel caliente mientras su lengua me lamía la punta.

Cuando sus labios envolvieron mi polla, dio una última succión, y gemí contra su clítoris, sintiendo mi corrida dispararse en su boca. Camila gimió alrededor de mi polla, su coño apretándose mientras se contraía alrededor de mis dedos.

Bebí de su coño, tragando su sabor mientras Camila envolvía su suave lengua de arriba a abajo en mi polla.

Me desplomé sobre la almohada y saqué los dedos de su coño. Nuestra respiración pesada parecía llenar cada centímetro del estudio, mis grandes altavoces crujían por la falta de música que se estaba reproduciendo desde mi teléfono, que todavía seguía conectado.

Con un suspiro de satisfacción, Camila cayó presionando su mejilla en el interior de mi muslo derecho.

Durante unos minutos, mientras miraba al techo, me permití disfrutar de este momento. No dejé que el dolor de mi pasado me golpeara en el pecho. No dejé que el rostro demacrado de la mammá rondara mi mente o que el odio que Taylor me tenía me revolviera el estómago... simplemente permanecí acostada aquí, todavía saboreando a Camila en mi lengua, oliendo su esencia a jazmín en mi piel húmeda, disfrutando de la sensación de su aliento cálido fluyendo sobre mi pierna.

Joder, ella era la perfección.

Ella era la luz. Una luz de oro ardiente. Cuando estás encerrada en la oscuridad perpetua, harás cualquier cosa para perseguir esa luz.

La mia luce...

Los minutos pasaban y ninguna de las dos habló. Pero un impulso extraño bombeaba a través de mi sangre... Quería mirarla a los ojos. Quería ver esos hoyuelos en sus mejillas mientras me miraba a través de sus pestañas estúpidamente largas, con una enorme sonrisa cegadora en su boca. Y por primera vez en la historia, quería que alguien estuviera en mis brazos... No, la quería a ella en mis brazos.

Quería que esta chica subiera por la cama y sencillamente estuviera en mis brazos.

Actuando por impulso, me senté, me incliné hacia adelante y pasé mi brazo por debajo del plano estómago de Camila. La levanté, posicionándola para que se acostara a mi lado.

Sonreí cuando Camila jadeó sorprendida mientras movía su cuerpo somnoliento para que se acostara a mi lado. Entonces mi corazón estalló en mi pecho cuando un rubor tímido tiñó sus mejillas cuando enganché mi brazo alrededor de su cuello y la tiré para que se acostara con medio cuerpo sobre mi pecho.

Miré hacia arriba, sintiéndome perturbada por lo mucho que me gustaba su mano presionada sobre mi pecho. Mi cuerpo se congeló al estar tan cerca de esta mujer. Pero mis dedos agarraron una delgada hebra del cabello largo de Camila, rodando la suavidad entre el pulgar y el dedo índice.

Pasaron más minutos en silencio y pensé que se había quedado dormida. Con mi mano libre, me acerqué a mi mesita auxiliar y agarré los cigarrillos. Poniéndome un Malboro Red en la boca, lo encendí e inhalé, echando el humo por la nariz. Cuando estaba a punto de tomar otra calada, un dedo me golpeó en la mejilla y me guió a mirar a mi derecha... directamente a los ojos cariñosos de Camila.

Mierda. ¿Cómo era posible que un par de ojos pudieran decirte tanto?

¿Cómo era posible que un par de ojos oscuros pudieran hacerme caer de rodillas con una sola mirada?

―Hola ―dijo, con sus mejillas sonrojadas.

Tomando otra calada, dejé que el humo llenara mis pulmones, pasé mis dedos por la suave piel desnuda de su hombro.

―Mmm... ―gruñí con brusquedad.

Sus ojos revolotearon hacia abajo, luego parpadearon y me miraron de nuevo.

―No esperaba que pasara esto cuando vine esta noche. ―Su rubor se intensificó y me di cuenta de que estaba nerviosa. Nerviosa por mi rechazo.

La mano de Camila bajó por mi esternón hasta mi abdomen, e hizo una pausa antes de acariciar de un lado al otro en la parte baja de mi estómago, justo por encima de mi polla. Mis músculos se tensaron ante la sensación y Camila me sonrió, luego presionó un beso en mi pecho izquierdo.

Equilibrando el cigarrillo en mi labio inferior, puse mi mano en su mejilla y le dije:

―Tampoco yo. ―Camila frunció los labios, sus ojos muy abiertos por el dolor, cuando agregué―: Pero seguro como el infierno que me alegra que haya pasado.

Camila sonrió ampliamente, sus dientes blancos brillaban. Luego, hizo lo imposible... Me hizo reír, una maldita sonrisa feliz de ella me hizo reír, ¡joder! No era mucho, un gruñido que apenas si podría pasar como una risa, pero ella la consiguió. De alguna manera, podía traerme un montón de emociones.

Camila se apoyó en el codo, empujando sus tetas contra mi. Tomando el cigarrillo de mi boca, dio una calada. Y sí, ¿ella fumando? No había nada más sexy que ver esos labios carnosos envueltos alrededor de la colilla.

Mientras ponía de nuevo el cigarrillo entre mis labios y se volvía a acostar sobre mi pecho, tomé otra calada, y exhalando, pregunté:

—¿Fumas?

Negó.

―No realmente. Solo ocasionalmente cuando bebo. ―Se dio golpecitos en la barbilla―. O cuando he tenido sexo.

Sabía que estaba bromeando, pero una puta ola enferma de celos barrió a través de mí, y escupí:

—¿Te follas a muchos tipos?

La cabeza de Camila retrocedió como si la hubiera golpeado, pero no pude evitarlo. Pensar en ella con otra persona me hacía dar vueltas.

―No, ¡no lo hago! ―dijo entre dientes―. ¿Tú jodes a muchas chicas?

Sintiendo el espiral comenzar a relajarse en mi estómago, tiré el cigarrillo todavía encendido en el piso y le respondí:

—No desde hace años.

Camila quedó boquiabierta y sus pestañas revolotearon sorprendida.

―¿No has estado con nadie en años?

No respondí su pregunta, pero apreté mi boca y entrecerré mis ojos.

Camila no se desanimó. Inclinándose más cerca, puso su mano en mi mejilla y preguntó:

—¿Por qué? ¿Por qué no has estado con nadie durante tanto tiempo? No dudo que podrías atraer bastante interés.

Negué, diciéndole sin palabras que no íbamos a ir allí, y soltando mi brazo de su hombro, me senté, pasándome la mano por el rostro.

Esta conversación se estaba acercando demasiado a cosas que no quería, nunca, hablar con ella.

Escuché a Camila suspirar derrotada detrás de mí, después sentí su mejilla presionarse contra mi espalda. Cerré mis ojos y respiré. Me gustaba mucho la sensación de su tacto.

—¿Por qué no me hablas? —susurró. Sentí el dolor en su voz cortar a través de mi corazón—. No le diría a otra alma nada de lo que me revelaras.

Dejando caer mi cabeza y finalmente perdiendo el muro que mantenía alrededor de mí en todo momento, susurré:

—Porque realmente no podría soportar la maldita idea de que me odies.

—Nunca podría odiarte.

Podrías y lo harías si supieras la mierda jodida que he hecho.

No respondió durante varios segundos, pero entonces sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura y me tiraron a la cama. Aplanándome en el colchón, sus manos en mis hombros, se sentó a horcajadas sobre mi cintura, se inclinó y presionó sus labios sobre los míos. Pero el beso fue más suave esta vez; no dejándome tomar su boca agresivamente como lo había hecho cada vez que nos habíamos besado antes... No, esta chica estaba decidida a hacerme sentir, a sacar la mierda que había enterrado en lo más profundo de mí.

Rompiendo su beso, Camila puso sus manos en mis mejillas y dijo:

—Vales tu peso en oro, Lo. Eres alguien, alguien realmente especial.

Mis fosas nasales se ensancharon mientras luchaba contra el bulto que estaba obstruyendo mi garganta. Ella no tenía ni una puta idea de lo mucho que significaba para mí. Estaba completamente equivocada. Pero aun así, esas palabras me traspasaron jodidamente.

Desplazando sus piernas de mi cintura, Camila saltó de la cama y envolvió una sábana alrededor de su pecho. No me moví de mi lugar en la cama, decidí mirarla mientras caminaba por la habitación. Sus ojos inquisitivos observaron cada parte de mi estudio: mi puesto de herramienta, el área donde moldeaba las plantillas de arcilla de mis esculturas, el escritorio que normalmente contenía mis bosquejos... y finalmente, sus ojos se fijaron en mi trabajo actual en progreso.

Mi estómago se encogió mientras la veía acercarse cautelosamente a la pieza casi terminada, sus ojos experimentados de curadora evaluando cada centímetro de ella. Y vi cada emoción deslizarse a lo largo de su mirada: entusiasmo, curiosidad... después tristeza, el instinto de tristeza real.

Mientras Camila rodeaba la escultura, se detuvo cuando llegó a la parte delantera, y observé su boca como su boca se abría mientras el efecto completo de la escultura apareció a la vista. Sus ojos se humedecieron y se acercó a la terminada joven tambaleante sosteniendo un  arma en sus  pequeñas  manos, sus extrañamente ojos grandes llorando sangre y balas. Entonces vi cuando su mirada se desplazó hasta la mujer de veintitantos detrás de ella, sosteniendo el arma de la chica con brazo firme, empujándola al fuego.

La mujer de mármol todavía no estaba terminada. Su rostro aún no estaba esculpido. No me había añadido bastante en sus características. Mis características en esa jodida chica que ya no reconocía, obligando a su hermana pequeña a matar...

Me tensé, esperando por la condenada tormenta de preguntas que Camila no dudaría en preguntar acerca de mi inspiración, pero para mi sorpresa, simplemente se limpió los ojos, sin ni una vez mirar en mi dirección. En su lugar se movió al otro lado más lejano de la habitación, al piano grande que Vin había colocado aquí.

Mientras Camila pasaba la mano por el piano de cola negro brillante, su cabeza se volvió hacia mí:

—¿Es tuyo? —preguntó sin aliento.

—De Vin —respondí, mis cejas fruncidas con curiosidad cuando la vi acariciarlo como si fuera una piedra preciosa.

Camila se giró de nuevo hacia el piano y se dirigió al frente. Levantó la cubierta para revelar las teclas.

—Es hermoso —admiró con asombro y me miró de nuevo—. Es un piano de gran cola Steinway.

Arrastrando los pies más adelante hacia la cama, rodé sobre mi lado, apoyando mi cabeza sobre mi mano.

—¿Tocas?

Camila asintió, todavía deslumbrada por el condenado piano, y se rió una vez.

—He tocado toda mi vida. Mi madre también sabe y ella me enseñó. Pero sólo teníamos un piano normal... nada como esto. —Camila se sentó en el taburete de piano y acarició las teclas blancas y negras.

»El piano era mi vida cuando era una niña. Y todavía me gusta tocar. Todavía me gusta perderme en la melodía de mi pieza favorita. —Camila se inclinó hacia adelante e inhaló, su rostro iluminándose—. Es precioso.

No sabía lo que era, tal vez la pasión y la alegría que vi bailando en sus ojos, pero no podía apartar mi mirada de ella mientras se sentaba en ese polvoriento taburete de cuero cubierta sólo por una sábana, una sábana en la que acabábamos de follar. Su largo cabello estaba desordenado y caía libremente por encima de su hombro.

Parecía una pintura.

Camila liberó sus dos manos de la sábana, dejándola caer hasta su cintura. Me mordí un gemido mientras sus tetas redondeadas estaban al descubierto. Pero Camila no se dio cuenta de que la estaba mirando. En su lugar, flexionó sus manos, y con una sonrisa emocionada apareciendo por la comisura de sus labios, colocó sus dedos sobre las teclas.

Contuve el aliento ante la primera nota que sonó, sus ojos enfocados mientras probaba el sonido, sus pies cambiando hacia adelante para presionar los pedales.

Después, cerrando sus ojos, una expresión serena se extendió por su hermoso rostro. Camila empezó a tocar... a tocar a la perfección una pieza de música como si estuviera entrenando con Mozart o alguna mierda. Una pieza de música que no podría haber sido mejor adaptada a ella y a su actitud contagiosa. Las notas estaban enlazadas con esperanza, amor y alegría... como una canción de cuna, pero más poderosa. Las notas melódicas me hicieron sentir como que mi vida podría mejorar. Porque eso es lo que Camila hizo, me hizo sentir que mi vida podía mejorar.

No tenía idea de por qué, pero esta pieza musical que estaba tocando, empezó a traer lágrimas a mis ojos, como una maldita cobarde. Era como si me estuviera diciendo con la canción cómo se sentía acerca de mí... de nosotras... de lo que acabábamos de hacer.

Me concentré en Camila tocando esa música, sus expresiones faciales cambiando con cada nueva sección: de feliz a triste, de lloroso a completa adoración. Nunca había visto a nadie parecer como que pertenecía a algún lugar tanto como ella lo hizo en el taburete enfrente de ese piano, tocando la más jodidamente hermosa pieza de música que había escuchado en mi vida.

Estaba completamente envuelta en todo lo que ella era. Sus dedos largos y esbeltos se desaceleraron para tocar una sección más tranquila y menos complicada de la canción, su cabeza meciéndose de un lado a otro, perdida en las notas. Ante ese espectáculo, algo se apoderó de mi cuerpo, corrió como lava a través de mi sangre. Una cosa que nunca me había atrevido a dejarme sentir por... no sabía honestamente si alguna vez había sentido antes...

Esperanza.

Estando con Camila así... su alma tolerante sólo viéndome a mí y no a mi pasado, una jodida fe ciega injustificada... ella me llenaba de esperanza.

Lei era speranza... Ella era la esperanza. La mia luce... mi luz.

Me recordó a lo que mi mammá esperaba de mí cuando la pandilla me tenía en la profundidad de sus garras. Le había dado un beso de despedida, partiendo a encontrarme con Gio y mi pandilla mientras la mamma yacía inmóvil en su pequeña cama, su ELA mantenía como rehén de su cuerpo. Me miró con esos enormes ojos tristes, unos ojos que rezaron para que nuestras vidas fueran mejores, y ella había susurrado con palabras entrecortadas, Io prego perché tu possa trovare la tua luce, mio figlio smarrito... Rezo para que encuentres tu luz, mi hija perdida...

Mi corazón latió más rápido cuando el recuerdo invadió a mi mente, apretando a mi pecho. Los dedos de Camila desaceleraron como si pudiera sentir que estaba jodidamente desmoronándome por dentro, el dulce sonido de la melodía gradualmente llegó a su fin.

Algo dentro de mí se hizo cargo, e incapaz de detenerme, me deslicé fuera de la cama y crucé en silencio la habitación. Me moví hasta detenerme a un lado de Camila justo cuando los dedos en una mano bailaban sobre las teclas superiores en el piano, la nota final aguda colgando en el aire.

Antes de que siquiera hubiera tenido una oportunidad de mover sus manos de las teclas y sus pies descalzos de los pedales, tomé su barbilla en mi mano por la espalda, girando su cara para presionar sus labios contra los míos. La presión en mi pecho desapareció tan pronto como su dulce sabor entró en mi boca.

Sorprendida por mi acción,  Camila gimió en mi boca, levantando su brazo para envolverlo alrededor de mi cuello. Sin romper el beso, enganché mi brazo alrededor de su cintura y la levanté del taburete, su espalda alineada con mi parte delantera. Incapaz de esperar más, la incliné hacia adelante para presionar su estómago contra la madera fría del piano, todavía manteniendo sus labios sobre los míos. Enganchando su pierna derecha sobre el interior de mi codo, la levanté lo suficiente para abrir su coño y en un empuje firme, deslicé mi polla profundamente en su interior. No estaba apresurando esto. Ahora no la estaba follando... era algo más... porque ella era más...

Camila deslizó su boca de la mía mientras gritaba en voz baja mi nombre:

—Lo...

Deslizándose poco a poco por mi brazo, su mano libre estaba encima de mí sobre su estómago. Mientras me impulsaba dentro de ella, mis muslos ardían por la sensación, Camila levantó mi mano y entrelazó sus dedos dentro de los míos.

Arrastrando el aliento al sentir su mano pequeña apretando la mía tan suavemente, me tenía luchando para no dejarme caer de rodillas y rogarle jodidamente que nunca salga de esta habitación. No necesitábamos el mundo exterior. Teníamos esta habitación. Sólo estábamos ella y yo en esta habitación.

Cuando Camila llevó su mirada de nuevo hacia la mía, me detuve en su interior y me quedé mirándola de regreso. No había música tocando para ahogar todo, sin palabras dichas para romper el silencio... Fue el momento más intenso y significativo de mi vida. Aquí, enterrada en el interior de esta chica que sólo conocía a la mujer que era ahora, no a la hija de puta insensible que era antes, era mi más.

Nunca había pensado que merecía una segunda oportunidad, nunca quise una. En lo que a mí respecta, merecía pasar el resto de mi vida miserable por lo que había hecho. Pero aquí, en el interior de la mujer más hermosa que alguna vez había visto en mi vida, la mujer que simplemente me tenía, estaba  negociando con Dios para que me permita tenerla... sólo por un tiempo... para seguir sintiendo... esto... lo que sea que fuera esto...


Tu sei bella... —Eres hermosa, susurré y me di cuenta que los ojos de Camila brillaban. Ella se inclinó hacia adelante y presionó un beso breve en mis labios, después inclinó su cabeza hacia un lado, instándome a besar su cuello. Mis caderas empezaron a mecerse de nuevo, Camila jadeando ligeramente con cada empuje interminable.

Camila apretó su agarre alrededor de mi cuello y con nuestros dedos entrelazados aferrándose fuertemente, construí la velocidad, llevándonos más y más hasta el borde.

Unos minutos después, con nuestra piel húmeda hirviendo, Camila gimió en voz baja mientras se corría. Sus ojos se cerraron, y después de dos empujes más, metí mi nariz en su cabello y también me corrí.

—Lo... —murmuró Camila en voz baja y apreté mi brazo alrededor de su cintura. La abracé lo más cerca que podía físicamente. Y Camila me dejó. Me dejó sostenerla en nuestra conexión sin decir una palabra.

—¿Cuál era esa música que tocaste? —pregunté de repente—. Justo ahora, ¿qué fue eso?

—Beso la lluvia de Yiruma —respondió sin aliento, la flacidez de su cuerpo cansado en mis brazos.

Guardé el título de esa canción en la memoria.

—Beso la lluvia.

Me salí de ella, la alcé en mis brazos, sólo deteniéndome para levantar la sábana del piso y la llevé de regreso a mi cama. Mientras nos acostamos, Camila salpicó suavemente besos por toda mi cara antes de apoyar su mejilla cariñosamente en mis pechos.

—Te he extrañado, Lo... —susurró adormilada.

La apreté más cerca a mi lado, deseando poder decirle que también la había extrañado. En cambio, le ordené bruscamente:

—Te vas a quedar aquí esta noche.

Camila acarició mi pecho con su nariz y sentí los músculos de sus mejillas estirarse en una sonrisa.

—Desde la primera vez que vi tu escultura del ángel, quemó mi corazón... siempre supe que si pudiera conocerte en carne y hueso, tu alma haría lo mismo.

Las palabras que dijo bien podrían haber sido un jodido Ave María de Dios mismo, un pase libre para los jodidos pecados de mi pasado. Pero eso nunca podría ser cierto. Tenía que pagar las consecuencias. Había arruinado vidas. El karma no funciona de esta forma, dándote todo lo que podrías soñar sin pagar algún tipo de precio.

Presioné mi mejilla en la parte superior de su cabeza y cerré mis ojos.

Era la primera vez que había dormido durante toda la noche sin despertar con sudores fríos e ira insoportable matándome por dentro.


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