Alma Mía •[[PanJose]]•

By Lemompie

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" Mi querido José he hecho tantas cosas de las cuales me arrepiento cada que respiro y siempre que miro atrás... More

Alma mía
Grandeza
Salvavidas
Indefensos
Desencuentro
Felicidades
⚠️🌸𝓒𝓸𝓷𝓽𝓮𝓼𝓽𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓹𝓻𝓮𝓰𝓾𝓷𝓽𝓪𝓼 𝔂 𝓰𝓪𝓷𝓪𝓭𝓸𝓻 𝓭𝓮𝓵 𝓬𝓸𝓷𝓬𝓾𝓻𝓼𝓸🌸⚠️
Lugar correcto
¿A donde iremos?
Escapismo

Una vida así

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By Lemompie

Eran las 5 de la mañana, aún había algo de oscuridad en las calles y los últimos rayos de la luna se posaban en la ventana del gallo rojo. Panchito se despertó antes que su amante que se encontraba aún dormido apenas tapado por unas sabanas que cubrían su "desnudo" cuerpo.

El gallo se visto con la misma ropa que la de un día anterior, se levantó de la orilla de la cama y comenzó a sacar varias mudas de ropa que fue guardando en una maleta, después guardo algunos objetos como fotos, pasaporte, credenciales y un poco dinero que tenía ahorrado; su plan de escape apenas había comenzado.

De igual manera Panchito guardó las cosas de Jose en su maleta y preparaba todo para la huida, pensaba irse junto con el loro antes de que el sol saliera para que nadie se diera cuenta, aún no podría creer que escaparía con José, no podía creer que dejaría atrás su compromiso, su vida asegurada por una vida al lado de José totalmente incierta pero que algo le hacía desear más que nada ese futuro totalmente incierto... aún si habían incertidumbre en su corazón.

Con suma delicadeza toco el hombro del loro y comenzó a moverlo tratando de despertarle, esto no duro mucho tiempo pues Jose comenzó abrir sus ojos poco a poco mostrando aquellos rubíes y soltando un bostezo.

- Meu amor?- preguntó mientras se despertaba y con sus manos tanteaba la cama hasta encontrar la mano del jalisciense a la que estrechó con la suya. -Pensé que todo había sido un sueño~.

Panchito sonrió de lado y beso la frente de su amante brasileño.

-No lo fue ~-respondió el gallo con tranquilidad y soltó una pequeña risa -Pero sino te apresuras entonces si será un sueño pues todos habrán descubierto nuestro plan-

Ambas aves rieron esta vez al unísono en voz baja mientras es loro al fin se levantaba de la cama estirándose conforme su cuerpo se incorporaba lentamente, miró a su alrededor por un momento y ya todo estaba listo, las maletas estaban echas, Panchito estaba vestido con un pantalón de mezclilla y camisa a cuadros casual, una carta estaba sobre el escritorio parecía que lo único que faltaba era Jose para emprender la huida.

El loro se levanto y comenzó a vestirse con su camisa blanca y moño negro, mientras lo hacía por el rabillo del ojo miraba al mexicana y notaba su nerviosismo, caminaba en círculos por la habitación o vigilaba que nadie viniese, esto le preocupaba parecía que el gallo apresuraba las cosas para no dar marcha atrás, como si aun hubiese arrepentimiento de sus acciones.

Después de unos minutos estaba listo, solo puso su sombrero sobre su cabeza y miró por la ventana por la que se podía ver aún la obscuridad de la madrugada pero la apresurada salida de los primeros rayos del sol. Camino hasta Panchito y tomó su mano llamando su atención.

-Panchito...- le llamó con una voz de súplica y tratando de sacarlo de su pérdida visión sobre la pared pues era evidente como el charro se encontraba en un limbo de sentimientos, pensaba que su huida traería alegría a ambos pero al parecer para el gallo más bien era como un carrera contra el tiempo -Yo quiero estar contigo pero...-

-Jose basta- interrumpió el gallo y miró al loro con una mirada desaprobadora -Estamos aquí y haremos esto -sonó duro pero a la vez se ablandó y plantó un beso sobre su amado brasileño -...Vamos estaremos bien-

Ambos se sonrieron y tomaron las maletas y pertenecías que llevarían en su viaje. Salieron con sumo cuidado de la habitación tratando de no hacer ni el más mínimo ruido y de igual forma fue por la casa hasta que llegaron al garaje de la casona donde había una vieja Jeep que les esperaba. 
Esta era verde y algo antigua pero funciona lo suficiente para salir del pueblo y viajar por el país, era del padre de Panchito pero este la usaba poco, siempre había sido un tipo que prefería los caballos en vez de las bestias de cuatro ruedas.

Jose fue el primero en subir y después Panchito que al tomar la manija en sus manos para abrir la vieja camioneta se detuvo, varias cosas pasaron por su cabeza que lo hicieron respirar de manera pesada mientras su vista se perdía con el suelo.

¿Era lo correcto?

-¿Panchi?...-

La  del loro lo sacó de aquel limbo y soltó una bocanada de aire, agitó la cabeza y abrió la puerta para subir al vehículo, colocó la llave para encender la marcha y acomodo el espejo retrovisor mirándose por un instante en este.

-Estaremos bien- soltó diciéndose a sí mismo que ha ambos y miró al brasileño, puso su mano en la pierna de éste y le sonrió. -...Vamos-

Beso al loro con pasión y éste correspondió alegremente para después separarse, el auto comenzó su marcha y salieron de aquella vieja casona entre risas y una dulce conversación que Jose amenizaba sobre sus miles de planes a futuro, los lugares a los que irían, la comida que probarían, la música que bailarina, el amor que harían, los paisajes que veían, el brasileño parecía que leía una carta de sueños y peticiones que sentía más cerca que las estrellas y se esclarecía mientas más miraba cómo se alejaban de la casa del gallo, de los problemas que les ataban y les impedían vivir su amor, para Zé todo parecía cobrar de nuevo sentido, la vida volvía a ser placentera, las alergias se volvían a sentir, las esperanzas eran nuevas y al fin podría vivirlas, al fin podría ser feliz y más al lado del amor de su vida.

Pero aún si Panchito escuchaba a Jose miraba por el retrovisor una última visión de su casa y como estaba se iba perdiendo con el paisaje mientras más el auto se alejaba del punto de salida, su alma estaba dividida en dos, su corazón parecía latir de alegría pero su estomago se sentía vacío, un gran vacío que no sabía cómo traducir más que...

Su familia ¿Volvería a ver a su familia?

Siguió manejando aún si estos pensamientos taladraban su cabeza y le impedían escuchar los dulces planes de ensueño que tenía el loro verde que estaba sentado a su lado, a quien decía amar.

————————

Eliza caminaba por los pasillos de la enorme hacienda a la que llamaba casa, miraba que cada detalle estuviera en su lugar, pinturas costosas, jarrones de Talavera, artesanías, mosaicos e imaginas religiosas que adornaban la casa Medina, tal y como le había indicado su madre pues era bien sabido que una "buena ama de casa" tenía cuidado con cada aspecto de su hogar y como ella pronto sería la señora de la casa debía aprender estas costumbres que se volvieran tradición en su día a día cuando fuese esposa de Panchito y la mujer encargada de la casa Gonzales-Medina.

No, no estaba emocionada ni muchos feliz que fuese el mayor de los Gonzales a quien tuviese que desposar pero al final de cuentas ella estaba cumpliendo su papel, para lo que su madre la había preparado y ahora se sentía como él causal el río que es llevado con naturalidad. Estaba cumpliendo con su apellido y traería grandeza a su familia, aún si esto le causara una infelicidad perpetua.

-Sonia quiero que sean peonias blancas las que usemos en la casa que ocuparemos el señor Gonzales y yo- indicaba la gallina de cabellos negros recogidos en una trenza decorada con claveles enredados entre los cruces de su peinado.

-¿También hortensias azules?- preguntó la ama de llaves que camina tras la joven a lo que está movió la cabeza en manera de afirmación y con una sonrisa.

-Claro son el símbolo de la familia Medi...-

Iba a explicar la joven hasta que un alboroto proveniente del exterior de la casa le detuvo mirando hacia la entrada del jardín tratando de resolver cuál era la situación que le había interrumpido.

-¿Que está pasan...?-

De nuevo otra interrupción solo que está vez sé develo quien era el causante del ruido exterior siendo un gallo de plumas blancas, manos de tono carmín, alto y con una mirada que parecía aniquilar a su paso.

Era Pedro Gonzales hermano de Panchito.

Eliza sintió su corazón detenerse ante la presencial del menor de los Gonzales y es que no solo se trataba de aquel gallo el causaba un temblor extraño en ella sino que su mirada y porte asustarían a cualquiera, se le veía molesto, más que eso, parecía que su carácter tranquilo y ensimismado había desaparecido mostrando a un gallo ahora lleno de coraje y listo para atacar si era necesario, algo que no le caracterizaba siendo el menos efusivo y que menos mostraba sus sentimientos de los gemelos pero esta vez era diferente y la causa de su enojo era justificable.

-Exijo una audiencia con la señorita Medina- dijo con su voz grave y el pecho inflado mirando a Eliza sin quietarle los ojos d encima.

Tanto la ama de llaves como la gallina de ojos azules no sabían qué hacer o decir, ambos se miraron y titubearon regresando después su mirada al gallo frente a ellas.

-La...la señoría Medina no puede estar sola sin una chaperona- tartamudeo la ama de llaves pero de inmediato Pedro gruñó con molestia.

-Esto es de urgencia! -frunció el ceño y alzó más la voz -Con o sin chaperrona debo hablar con Eli...-

-Basta!- interrumpió ya bastante molesta la joven y se puso frente al gallo de plumas blancas mirándolo de manera retante incluso poniéndose de puntitas para poder alcanzar un poco más de altura- ¿¡Como te atreves a venir a mi casa, faltar el respeto a mi ama de llaves y a mi e incluso alzarle la voz a un par de mujeres?! Esta no es su casa señor Gonzales y ahora mismo debe retirarse!-

Pedro se sorprendió por la acción de Eliza pero a la vez un sonrojo aparecía en sus mejillas, amaba que aún siendo tan pequeña la gallinita estuviese llena de carácter y porte, que nada le intimidase, ni siquiera el. Sacudió la cabeza para salir de esos pensamientos y suspiro.

-Lo siento...-dijo más tranquilo en galló y antes de que de nuevo Eliza le interrumpiese puso su mano en su hombro para calmarla -Se trata de Panchito.-

El semblante de la joven cambió por completo a uno de sorpresa y volteó a ver a su ama de llaves.

-Retírate por favor este es un asunto personal- dijo con sobriedad y la mujer del servicio acató la orden dejando a ambas aves de plumas blancas solas, hubo un silencio entre ambos y después la chica habló -Vamos al jardín-

El jardín de la casona de los Medina era grande, de más de una hectárea, llena de árboles frutales y de la región, con buganvilias moradas y blancas, largas e imponentes palmas así como un pasto reconfortante y bien recortado; las flores en su mayoría eran de tonos azules, desde peonias, hortensias, dalias, orquídeas y campanillas decoraban con gracia los masetones y grandes jarrones de talavera.
Había un juego de sillas y mesa de jardín de aluminio fundido en color blanco y un par de sombrillas y hamacas para aquellos que quisiesen descansar, estos decorados con enredaderas de diferentes plantas verdes y una que otra margarita que crecía rebeldemente entre estas.

Ambos se sentaron en una banca de madera con un arco de flores azules que crecía sobre ella, estuvieron en silencio por un largo momento, dejando que el viento golpeara sobre ellos desacomodando sus plumas como delicadas caricias que parecían darse indirectamente, eso hasta que los ojos de preocupación de Eliza se encontraron con la mirada de rabia y tristeza de Pedro.

-Pedro...¿Que fue lo qué pasó?- preguntó en un hilo de voz la gallina.

-Yo...-El gallo metió su mano al bolsillo sintiendo la carta pero no tuvo el suficiente coraje para mostrársela a la chica-...Panchito se ha ido-

-¿¡Porque?!-

-...no lo sé-

Eliza hizo una mueca y llevó sus manos a su pecho, sentía un dolor terrible, Panchito se había ido sin aviso alguno, la había arruinado por completo con aquel desdén, su madre estaría más que furiosa y con ella su familia quienes la verían como una decepción por no haber cumplido su papel y compromiso, el pueblo la señalaría, sentía que la vida se le iba en aquel momento y sin más rompió en llanto dejando caer lágrimas por sus ojos y escapando sollozos de dolor de su pico.

Pedro por su parte no sabía cómo reaccionar, apretaba sus puños tratando de guardar sus sentimientos de frustración y enojo, jamás había sentido aquella necesidad de querer ver muerto a su hermano, nunca habían tenido una mala relación con Panchito pero siempre se sintió relegado a la sombra de su hermano mayor, odiaba eso y más ahora que este mismo le había echo daño a lo que más apreciaba, lo que más anhelaba y que le había quitado sin saberlo...ahora la hacía llorar.

-SE FUE CON OTRO!- dijo sin más levantándose de la banca y poniéndose frente a una llorosa y confundida Eliza -Se fue con otra persona...se fue con Jose-

-¿Jose?- preguntó totalmente confundida la joven y limpió sus lágrimas -Pe...pero ellos son amigos, el señor Carioca siempre fue dulce conmigo y y ¿como?-

-¿Que acaso no te das cuenta? ¿Soy el único con dos dedos de frente en este pueblo?- hablo incrédulo y con una risa burlona- Ellos estaban juntos, estaban saliendo...estaban en una relación -

La chica se desplomó llevando sus manos a su rostro, de sus ojos comenzaron a caer ríos de lágrimas y de su pequeño pecho sollozos dolorosos que hicieron que Pedro se hincara para quedar a su altura y poder abrazarla contra él en un sentimiento de confort pero también de impotencia pues no sabía que decir o cómo ayudarle.

-...estoy arruinada- murmuró Eliza con una voz dolorosa y aún con su rostro escondido en el gallo blanco.

-No, no es así- Pedro se separó un poco y tomó las manos de la chica estrechándolas con las suyas en un tierno entrelazado de sus dedos- Lo recuerdas~.

Eliza estaba aún con lágrimas en lo ojos pero miró al gallo con atención y escuchando con el corazón lo que éste decía.

-Recuerdas cuando nos descubrieron y pensaste que estabas arruinada- dijo Pedro mientras soltaba una mano de la gallina y con esta acomodaba los negros mechones de cabello de manera dulce y atenta sin apartar sus ojos de los zafiros que Eliza tenía por ojos -¿Lo recuerdas?

-...Si...si- murmuró Eliza y afirmó con su cabeza- Lo recuerdo, lo recuerdo todo.-

-¿Y que fue lo que te dije?- está vez contestó el gallo.

-...Que no permitirías que mi honor sea manchado, que me corresponderías...y te casarías conmigo- la voz de Eliza tembló al mencionar aquel recuerdo pero a la vez le era inevitable sentir miles de mariposas revoloteando en su estómago.

-...Así es- Pedro le sonrió y del suelo arranco una margarita que posó en los cabellos de la chica- y vuelvo a emitir mi promesa Eliza María Alejandra Teodora Medina Hernandez-

La gallinita no puedo evitar sonreír de emoción y mirar con aquel peculiar y dulce brillo en sus ojos a su amado gallo, hace unos momentos se sentía la más desdichada gallina que hubiese existido pero ahora...está por casarse por verdadero amor, con el gallo que amo primero y que aunque las circunstancias eran diferentes ahora más que nunca deseaba cruzar las puertas de aquella enorme iglesia de su pueblo vestida de blanco para encontrarse con el charro que tanto amo en su juventud y que aún adulta lo seguía haciendo como la primera vez.

Pedro arrancó otra margarita y la entregó a la chica.

-Si mi hermano no regresa para esta noche haremos del conocimiento de todos nuestros compromiso- después de decir eso poso la flor en la palma de la chica y posteriormente cerró su mano para finalizar besando el dorso y sonriéndole -Es una promesa-

Eliza no lo soporto más y estrecho entre sus brazos al charro mientras sonreía de emoción y de manera discreta besaba la mejilla de este.

-Nos vemos en el altar Pedro Gonzales ...-

-...Nos vemos en el altar-

Pedro no cabía de alegría pero a la vez jamás había deseado tanto que su hermano no regresara jamás.

——————————

Jose y Panchito seguían en aquel camino de terracería para poder salir del pueblo, lo que antes era una plática amena ahora era un silencio incómodo que cada vez más absorbía la atmósfera; no importaba que hiciera Jose para tratar de amenizar el camino Panchito apenas si le contestaba.

-Panchito- murmuró Jose mirándole y tratando de llamar su atención.

-¿Si?- contestó el gallo sin apartar la vista del camino.

-Y~ ¿Qué es lo primero que te gustaría hacer?- hablo el loro con curiosidad y esperando una respuesta que hiciera que el gallo se sintiera con mayor comodidad.

-No se lo mismo me pregunto- de nuevo ese golpeante tono del gallo que desconcertaba a su amante y que incluso lo hacía llenarse de nuevos temores. -¿A donde se suponemos que vamos?

-Pues no lo sé- contestó Jose- Tal vez algún pueblo donde podamos estar juntos y pasar un buen momento, vino, música, una hermosa vis-

-¿Y que te hace creer que ahí nos aceptarán?- interrumpió Panchito.

-¿Disculpa?- contestó Jose totalmente sorprendido por aquella pregunta.

-Si! ¿Que hará diferente a ese pueblo que el mío que aceptarán lo que tú y yo somos?- Panchito esta vez sonaba más molesto y no volteaba a ver a su amante que lo miraba con extrañeza.

-Francisco- está vez sonó más fuerte el tono del loro pero de nuevo el gallo era quien llevaba la conversación.

-Ademas ¿Que pasará cuando Donald se entere?- cuestionó.

-Pues nos aceptará y amará, somos sus amigos!- Jose contestó aquella pregunta incrédulo por lo que ocurría.

-Ok ¿y qué hay del ratón? ¿Y sus sobrinos, tío y su hermana? Sabias que estuve con su hermana!- El gallo esta vez lanzaba los cuestionamientos con más  dureza y eso ultimo sonó como un ataque directo a su acompañante.

-¿Isso que tem que ver?- Jose le miraba a con molesta y con una sonrisa de incredulidad ante lo que decía.

-Oh vamos Jose ambos sabemos perfectamente que no lo tomarán bien -soltó una risa burlona- Tan solo mírate...qué fue lo qué pasó con Rosinha, con Néstor y Galo ¿Dónde están?

Eso fue un golpe muy bajo que hizo sentir un terrible dolor en el estómago al loro que de inmediato miró con incredulidad al gallo por las palabras que había dicho e incluso negó con la cabeza, lágrimas se formaban en sus ojos, el dolor de su corazón se traducía en sollozos que trataba de hacer callar poniendo su mano en su pico.

-Você é um monstro- decía el lorito entre sollozos abrazándose a si mismo-Você não sabe o que é o amor!-

Esto último Jose lo grito y Panchito detuvo el auto estrepitosamente, ambos se quedaron en silencio un momento, el único ruido que se podía escuchar eran los sollozos de Jose quien hacía hasta lo importante por no terminarse de romper en aquel lugar, si antes estaba destruido este era un nuevo nivel, uno más profundo y doloroso que se sentía como ahogarse solo que aquí no podía nadar ni patalear por su vida, solamente podía llorar para trátate de aliviar ese punzante dolor que inundaba todo su cuerpo.

Panchito por su parte se mantenía estoico y en silencio, mirando directamente hacia el camino frente a él, ignorando que a su lado estaba aquel loro al que hace unas horas dijo que amaría incondicionalmente y que ahora era él causante de aquel terrible dolor que lo lastimaba, ignorando que él era el principal causante de su desdicha, no solo la de Jose sino también la suya.

-...ni tú lo sabes- rompió el silencio el gallo haciendo que por un momento Jose mire a su dirección- Si supieras que es amor porque sigues aquí...-

El gallo prendió de nuevo el auto dándole marcha sin importar las protestas del loro.

Panchito tomo violentamente del brazo a Jose para que lo mirara, no le importo que esté llorara o le dijera que lo estaba lastimando.

-Escucha Jose! Esto no puede ocurrir, no está bien! Nosotros sólo podemos amarnos en las sombras, en la profundidad porque ahí es donde pertenecemos, donde pertenece esto!...lo que sentimos...está mal-aún si titubeo al final de sus palabras se podía notar la decisión y firmeza de Panchito ante lo que decía.

-Panchito...meu amor- Jose sonó suplicante.

-Cállate!- El gallo agitó al loro para que se callase y lo dejara hablar- Esto no está bien Jose! No puedes llamarme mi amor, no frente sociedad, ni mi familia o amigas, ni nadie solo nosotros...e incluso entre nosotros debe ser un secreto.-

Soltó a Jose y suspiro echando la cabeza hacia atrás para tomar aire, pudo sentir por un instante la brisa del aire caliente de la carrerea sobre sus plumas y cresta, sus ojos se cerraron y hubo un silencio mortal en el gallo.

Había firmado su sentencia

Arranco el auto e hizo maniobras para tomar el camino de regreso rumbo a su pueblo donde su destino le esperaba, donde ya nada era solo un juego, ahora era un gallo, aún sino quería tenía que cumplir con su papel, seguir con la tradición a la que pertenecía y aunque su corazón le dictaba otra cosa, aún cuando cada órgano de su cuerpo gritaba por la terrible decisión su cabeza estaba recta y su mente clara sobre lo que debía hacer. Dejar lo que amaba por la grandeza.

Por su parte Jose lloraba en silencio, dejaba caer las lágrimas por sus ojos con libertad solo que de él no salían sollozos, era un silencio mortal donde parecía que la vida se había ido, se sentía tonto, traicionado, culpable, un monstruo, un imbecil, una equivocación...se sentía solo pues Panchito, ese gallo al que amo más que nada y por el que se aferró a la vida también le había dado al espalda, también le condenó, también lo abandonó y peor aún le dio esperanza pero ahora todo eso solo eran recuerdos y sentimientos que parecían irse con el viento de soplaba, como si llevara todo a un lugar mejor, un lugar donde no habría dolor o traición...un lugar imposible e inexistente.

——————————

Eran las 10 de la noche, todos estaban reunidos en la casona de los Gonzales, las discusiones aumentaban y calentaba como el chocolate que se preparaba en la cocina, se hervía como al cena y explotaría en cualquier momento.

El señor y la señora Gonzales estaban incrédulos por lo ocurrido, jamás pensaron que Panchito se escaparía de aquella forma, sin aviso o anuncio; si, sus hijo siempre había sido un alma libre al que le permitieron viajar por el mundo y conocer diferentes personas de diferentes países pero siempre sabían donde estaba y ahora...era como si la tierra se lo tragara.

Mientras la señora Medina madre de Eliza se veía molesta pero a diferencia de los padres de ambos gallos no estaba sorprendida, incluso ya podía intuirse que algo así ocurriría, cansaría a su pobre y tonta hija con un don Juan trotamundos que en cualquier momento la dejaría pero no se imagino que sería antes de la boda y eso le molestaba aún más pues imposibilitaba sus planes, Panchito era una pieza en su juego de ajedrez rumbo al poder y ahora su tablero estaba incompleto.

Eliza estaba sentada en las escaleras de la casona mirando todo con desinterés, espernada a que diera la hora de poder decir adiós al gallo rojo ya al fin poder estará con alguien a quien en verdad amara siendo éste Pedro que estaba recargado junto a la ventana mirando a cada instante por esta y rogándole a todos los Santos que su gemelo no apareciera.

-Ugh! Señor Gonzales esto me parece un desdén para mi hija! ¿¡Como se atreven a romper nuestro compromiso?!...digo el de los muchachos- gruñó la madre de Eliza sacudiendo el abanico que llevaba
-Si ese gallo no aparece...-

-Si aparecerá señora se lo aseguro- trataba de tranquilizar el padre de ambos gallos y tenía una sonrisa falsa- Debió ir por algún detalle o algo para su novia pero ya volveré- rio nervioso y miró a todos lados buscando a su otro hijo.

-En lo que esperamos ¿no gusta una tasa de chocolate?- ofrecí al señora Maria pero la madre de Eliza le miró con asco y solo giró su cabeza a otro lado ignorando por completo a la que sería su suegra.

-Madre basta!- intervino la gallinita y miró con reproche a su madre- Deberías aceptar el chocolate dicen que el que hace la señora Maria es el mejor de la región- está vez miró a la madre de Panchito y Pedro dándole una dulce sonrisa -Yo si quiere uno si se puede-

-Claro que se puede señorita- dijo la señora Maria devolviendo la sonrisa a la chica y se fue rumbo a la cocina.

La madre de Eliza le jalo de manera violenta del brazo y la apartó de la multitud.

-¿¡Que te ocurre?!- le reprochó con coraje pero la gallinita se soltó del agarre y también frunció el ceño.

-Ya basta madre!- contestó Eliza- Ella será mi suegra y debo tratarla con respeto como a todos! Pronto yo seré la dueña de una casa así piensa dos veces lo qué haces madre...-

La gallina vieja quedó sorprendida por la actitud de su hija mientras que Eliza se mostraba con fortaleza y retante ante su madre, algo que jamás pensó que haría pero que ahora que había lo posibilidad de estará con alguien que al haría feliz la hacía sentir más segura y capaz de sí misma, al fin podría ser libre de su madre y sus ataduras absurdas a las que se había visto en vuelta durante todo su vida.

Después de aquel incidente la chica caminó hasta donde estaba Pedro quien seguía con su tarea de vigilancia, le tomó por sorpresa de la mano haciendo que el gallo brincara, esto arranco una dulce risa de Eliza quien tuvo que tapar su pico para que no fuera más sonora.

-¿Te asuste?- preguntó la chica con ternura y el gallo de plumas blancas le sonrió.

-Solo un poco...¿lista?- Pedro dio un dulce apretón de manos a la chica y esta le correspondió.

-...Te veo en el altar-

Ambos se sonrieron con el más puro y dulce amor que sentían el uno por el otro, caminaron hasta donde estaban todas las personas y Pedro estaba por llamar la atención de todos...

-Lamentó la tardanza-

Todos voltearon a donde provenía esa voz encontrarse con el gallo de plumas rojas que portaba un traje de charro y se paraba con altiveza.

Era Panchito

Eliza sintió el mundo caer sobre si mientras que Pedro frunció en ceño como nunca, su sangre hervía y de no ser porque no llevaba su revolver le hubiese disparado a su hermano ahí mismo frente a todos.

Panchito se quitó el sombrero e hizo una reverencia en forma de disculpa por su extraña "desaparición " y camino hasta donde estaba la gallina de plumas blancas quien tenía una mirada triste y perdida, sin ilusión alguna y que parecía que su alma se había esfumado de su cuerpo. Hizo que soltara a su hermano y ahora era él quien tomaba su mano como si de una pareja real se tratase.

Pedro golpeó con el hombro a su gemelo haciéndolo tambalear por un momento pero no logró tirarlo, Panchito mantuvo su actitud de altivez y arrogancia aún a pesar de la mirada desaprobadora de su hermano y como éste se retiraba de la sala violentamente dejando a todos perplejos. 

-Lo lamento- Panchito rompió el silencio y emitió una risa incómoda- Tuve un percance esta mañana pero estoy aquí ante los rumores que se han suscitado, soy una Gonzales y cumplo mi palabra- después de decir aquello miró a Eliza- ...Así que esta boda sigue en pie! Un tequila para todos para celebrar!

Todos los que estaban en el lugar a soltaron gritos victoriosos y de emoción, seguida por aplausos y chiflidos siendo la cortina perfecta de alegría para que desgarrador momento.

-...¿Porque?- preguntó en un hilo de voz Eliza estando apunto de romperse en llanto.

Panchito acomodo su saco de su traje de charro y trago saliva tratando de aclarar su garganta.

-Porque es lo correcto...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hola me extrañaron? Lamento la ausencia pero es una larga historia que contaré en otra ocasión

Agradezco infinitamente por su amor constante y que jamás dejaron de darle a la historia, sus muestras de amor, votos y como mantenían vigente el fanfic me hicieron regresar a la escritura

Mis agradecimientos son sinceros y honestos 🧡

Gracias por tanto les dejo un fan art que hice de los gemelos Gonzales hace mucho, inspirado en Jorge Negrete y Pedro Infante en la película dos tipos de cuidado:

Espero poder actualizar cada semana ✌🏼 gracias por todo cuídense y avisen a los demás qué hay actualización

——————————

Jose estaba en la antigua habitación de Panchito acostado sobre la cama en posición fetal, aún llorando, con un dolor de cabeza que no solo acuchillaba su mente sino también sus recuerdos, su pecho dolía y parecía que su corazón de saldría de éste en cualquier momento pero si pasara eso sería de alivia para el.

Pero todo se vio interrumpido cuando escuchó la puerta abrirse, por un momento tuvo la esperanza de que fuera el gallo de plumas rojas pero todo lo contrarios, era su hermano quien abrió la puerta golpeando con fuerza asustando al pobre loro.

-Pedro, me desculpe- hablo con rapidez por el temor que sentía al ver el rostro lleno de furia del gallo blanco, por un momento pensó que éste le haría daño pero no fue así...

Pedro camino hasta donde estaban las cosas de Panchito y comenzó a lanzarlas al suelo y la pared mientras gruñía y de su pico salían groserías y maldiciones a la par que rompía todo lo que encontrara a su paso. Parecía como si estuviera bajo efecto de algo maligno pero en vez de ello era todo lo contrario, su malestar y coraje era lo que le controlaba, las acciones de su hermano, de los demás solo hacían llenarse de ira que sacan destruyendo todo a su paso.

Jose tapaba su cabeza protegiéndose de algún objeto llegase a encontrarse con el.

Cuando ya no hubo nada que romper el pecho de Pedro subía y bajaba tratando de recuperar su perturbada respiración, se dejó caer en la cama sentándose en la orilla de esta y bajando su cabeza, Jose se acercó con cuidado y se sentó a su lado dejando un espacio prudente para que el gallo no se sintiera invadido.

-...lo odio- salió del pico del charro-...en serio lo odio- levantó su cabeza y dirigió su mirada hacia el loro mostrándole como estaba roto, como las lágrimas caían por su rostro y había gestos de verdadero dolor en el.

-Pedro~ -Jose no dudo ni un segundo en abrazar al pobre gallo que le correspondió y ambos lloraron al unísono.

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