En mi oasis siempre hay Luna...

By S_Ciel

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Rhea nació en una familia maravillosa, con padres que lo aman y hermanos revoltosos, pero increíbles, su vida... More

PRÓLOGO
1. No soy de oro, solo dorado
2. Nos vemos en el universo
3. Son para comerte mejor
5. Siempre con el salvavidas no aprenderás a nadar
6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?
7. Por favor no te lleves lejos a mi sol
8. El chico de los susurros
9. La noche de los corazones rotos
10. Ni el hierro ni la seda encadenarán a un lobo
11. Te veo
12. El caballero de los brazos de oro
13. Mi alma a medias
14. Aquí no rompemos sueños
15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas
16. La paz sí es una opción
17. La espada
18. Primera vez
19. Me jala hacia ti
20. No guardes silencio
21. Aprovecha el día (Carpe diem)
22. La boca del lobo
23. El hogar de mi corazón
24. La fuerza de mi naturaleza
25. Donde mis demonios se esconden
26. Todas las eternidades de mi vida
27. Alineemos las estrellas
28. Si hay que saber algo, que sea la verdad
29. Las lágrimas son parte del encanto
30. La leyenda de quién eres
31. Por la manada
32. El primero de muchos vinilos

4. Soy un lobo, no tu presa

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By S_Ciel

Mis recuerdos de siete años atrás eran confusos, había situaciones que me habían impresionado, personas... pero sabía que ahora todo sería diferente. Ese otoño me parecía un poco más frío, más cercano al invierno que al verano. Antes de que el avión aterrizara me metí al baño y me mojé la cara. Mis ojos enfrentaron el cristal. Sí, yo era distinto, también había cambiado. Siete años atrás ni alcanzaba a mirarme bien en ese espejo, pero ahora... ahora sí que podía verme, mi rostro delgado en forma de corazón, de facciones suaves, mis labios solo un poco carnosos, tan parecidos a los de dada, mi nariz delgada, mis pestañas pobladas y oscuras que siempre hacían a la gente pensar que me teñía el cabello, mis cejas castañas, mi piel tostada... acaricié mi cabello rubio, un poco más largo arriba y corto abajo, con el flequillo largo peinado solo un poco hacia mi costado derecho. Destacaba, siempre destacaba, aun si no hubiese llevado el collar de omega en mi cuello, el contraste de mi piel y cabellos siempre llamaba la atención.

Miré mi collar. Era azul oscuro, lo elegí en su momento porque pensé que combinaría con mi mirada celeste, casi aqua, pero había demasiada diferencia en los tonos. No quería salir ¿cuáles serían las probabilidades de que se olvidaran de mí si me encerraba en el baño?

―Rhea, vamos a aterrizar, regresa a tu asiento ―era la voz de Onyx, como si necesitara otra prueba de que no me olvidarían. Me sequé las manos, la cara y salí de allí, los gemelos se habían despertado. Habían crecido mucho, parecíamos de la misma edad... lucían muchísimo como papá, excepto por su cabello, mucho más parecido al de dada, tenían el mismo rostro, los mismos ojos amarillos, el mismo hoyuelo, aunque ahora Themis se parecía más porque se había cortado el cabello y Atlas lo seguía llevando largo, a la altura de sus hombros, lo sujetaba en una coleta, aunque a veces le caían unas mechas largas junto al rostro... dada decía que eran igual de guapos que papá, pero como yo los mimé mucho sentía que su color de cabello distinto los hacía aún más lindos. Aun así cambiaban muy rápido, el tiempo había pasado... ya no se metían a mi cama cuando algo los asustaba.

Me senté en el espacio que estaba libre entre ambos y me puse el cinturón de seguridad. Hoy llevaba unos pantalones negros y un cortaviento verde oscuro, tal vez con la esperanza de mimetizarme con el exterior. El avión tocó tierra y sentí como si a mi corazón le costara más esfuerzo palpitar, porque estaba siendo presionado en mi pecho por algo pesado. Mis padres se acercaron a nosotros, se habían sentado juntos más adelante, seguro para acurrucarse o algo.

―Bajamos y vamos todos juntos ―papá me miró muy serio, sus ojos ambarinos no dejaban paso a negativa alguna. Len apareció detrás de ellos junto al tío V, nunca me había puesto a pensar en lo curioso que era que, a pesar de que el tío V era hermano de papá, la diferencia de edad con Len era mucho menor que la que tenía con su hermano mayor (es decir, tal vez no mucho, pero sí se acercaba más en edad a mi hermana que a papá).

Nos bajamos del avión, con las mochilas en la espalda y apegados, miré a los gemelos que me sacaban más de tres centímetros de altura, pero por su musculatura parecía más, últimamente habían dejado el fútbol y habían empezado a jugar voleibol, lo cierto es que les gustaban muchos deportes pero nunca uno tanto como este, estaban realmente entusiasmados. Mientras que yo no llegaba a enamórame del piano. Dejé de divagar para mirar al frente. Allí se encontraban, el grupo que había estado temiendo. Reconocí a Zhirayr de inmediato, su piel oscura, sus pantalones cortos, había logrado mantenerse como líder, todo un logro en un clan como el suyo. El líder del Clan de la montaña era el mismo pero del Clan guardia del desierto no, era otro, un hombre con el mismo cabello rojizo, también algo mayor pero no tanto como el hombre que habíamos conocido antes, habían cambiado de jefe y debía de ser uno de sus hijos, porque su clan funcionaba como monarquía. El hombre se mostraba serio, bien parado, sus facciones eran rectas y algo duras, su mandíbula un poco cuadrada, sus ojos rojizos se veían algo más anaranjados, junto a él había un muchacho que recordaba: Ignis, vestía camiseta negra, pantalones del mismo color, combinaba con el que parecía su abuelo, miró nuestro grupo sin vernos realmente, había crecido, su rostro se veía más adulto, su cabello estaba igual de largo que antes, lo llevaba trenzado a los costados en un estilo muy «vikingo», su rostro era de facciones menos duras que su abuelo, mucho más atractivo, me hizo pensar en Mars ¿cuánto habría cambiado? ¿Cuánto habría crecido?

Min-Jun también estaba, por lo que sabía, todos los líderes podían llevar un acompañante pero no era obligación, Gael ciertamente no lo había traído. Aún recordaba lo que me había dicho aquel día en el bosque, más que su ostracismo hacia otros lobos, su confesión. Yo estaba un poco detrás de Themis así que lo miré a la distancia, había crecido, esta vez vestía como su líder, solo pantalones y arriba nada más, su piel clara estaba expuesta, mostraba una cicatriz que atravesaba su pecho y me imaginé que de seguro había otras que no veía por la distancia. Su rostro parecía estar buscando algo y me imaginé que ese algo era yo, se notaba fuerte, a pesar de que su musculatura no era exagerada sí estaba bien marcado y su rostro parecía el de algún artista coreano famoso, sus facciones se habían definido bien, se había puesto muy guapo, pero seguía buscando así que traté de mantenerme algo atrás en la manada y mis hermanos ayudaron.

La tía Dalia caminó en frente como la vez pasada.

―Bienvenidos tú y los tuyos, Dalia ―recordaba a Gael, el líder del Clan de guardia de la montaña. Nos acercamos, noté que Zhirayr escrudiñaba nuestro grupo, Ignis observaba más a su abuelo que a nosotros, más interesado en lo que hacía su líder.

―Como siempre, es un placer ―tía Dalia iba acompañada de Abu, el tío Cris y la tía Merel, como la vez pasada, solo que esta vez el tío Nate estaba tras de ella, con Azure y Celeste, ambos eran pelirrojos como el tío Nate (ninguno había heredado el color de piel de ella), y el pequeño Azure tenía el cabello corto y los ojos verdes, la pequeña Celeste el cabello largo y los ojos castaños. A sus siete años miraban impresionados a su mamá. Avanzamos un poco y el ángulo permitió a Min-Jun verme.

―Rhea ―llamó mi nombre, aunque sonó como cuando dices el nombre de alguien solo porque lo has estado buscando y al fin lo encuentras, su voz, sin embargo, se escuchó clara y por instinto mis hermanos voltearon a mirarme dejándome a la vista, mis ojos se encontraron con los de Min-Jun y los suyos se abrieron repletos de pasmo. Me sorprendió un poco encontrar su mirada de frente, lo suficiente como para que el escalofrío de los ojos de Zhirayr acechándome tardara en llegar.

―Vaya, vaya, Rhea es un omega ―de pronto los líderes, sus acompañantes, todos se voltearon hacia mí, crucé mirada por un instante con Ignis, con su abuelo, vi la sonrisa fascinada y terrorífica de Zhirayr observarme, una sonrisa ladeada que enseñaba los colmillos como gritando «esta es mi presa». Pero entonces Len y los gemelos se pararon frente a mí haciendo una barrera, una muralla de carne y colmillos insoldable.

―Estamos cansados, queremos marcharnos a alistar todo para esta noche ―la voz de tía Dalia sonó inquebrantable, yo podía escuchar el corazón palpitando en mis oídos. Pero nadie protestó, hicieron el saludo de la vez anterior y mis padres nos apuraron a un vehículo, esta vez conducía papá con dada a su lado y nosotros nos apretujamos atrás, ocupábamos más espacio que antes... al final Themis me subió sobre sus piernas, solo porque Len era más alta y pesaba más. Normalmente esto habría traído bromas pero todos iban mortalmente serios en el auto, descansé la cabeza en el hombro de mi hermano, Atlas me miró entonces, sus labios estaban apretados.

―¿Por qué te llamó el chino ese por tu nombre? ―me sorprendió la pregunta.

―Coreano ―corregí sin pensarlo, de forma automática, no quería hablar de nuestro encuentro, pero una vez que alguien había roto el silencio no tenían intención de dejar que volviera a formarse.

―Lo que sea ¿no tuvo que rescatarte de él Mars? ―Len tenía fruncidas sus oscuras cejas― te llamó con mucha familiaridad.

―Nos vimos hace unos años ―confesé mirando por la ventana para esquivar las expresiones de sorpresa, papá casi frena, dada se volteó en su asiento.

―¿Qué? ¿Cuándo? ―dada estaba muy serio.

―Cuando fue la reunión de los clanes en Silvius, él y su líder llegaron un día antes y nos encontramos en el bosque... por coincidencia ―si no hubiese sido algo tan serio, me habría dado risa la boca abierta de todos mis hermanos.

―Y no nos lo dijiste... ―acusó Len.

―No pasó nada, no era importante ―me sonrojé y desvié la mirada, mentir no era lo mío, sí había pasado algo importante, pero tampoco quería decirles de su confesión.

―Rhea, mira acá, siempre haces la misma cara cuando ocultas algo ―dada me llamó y tuve que enfrentar sus ojos azules―. ¿Qué te dijo? Puede ser importante ―apreté los labios, ni porque mi dada me presionara quería decirlo, no se me daba bien hablar bajo presiones―. Rhea ―de pronto su voz se volvió muy seria―, te hemos dejado salir por las noches sin decir nada, porque pensamos que tus motivos tendrías y solo ibas al bosque, pero esto es importante, es un lobo de otro clan, uno peligroso.

Lo sabían, no podía creer que lo sabían, mis padres sabían que me escapaba algunas noches, ahora yo tenía la boca abierta, pero debí suponerlo ¿cuándo se les había pasado algo a mis padres? Casi nunca, yo fui un estúpido por pensar que los había estado engañando... y aun así no quise decirlo.

―¡De todos modos no importa! Nos vimos ahora y no pasó nada, así que ya sabe que no somos destinados ―y entonces dada enarcó las cejas.

―Se te declaró ―concluyó sorprendido y yo me crucé de brazos y aparté la mirada, decidido a pegar mis ojos a la ventana.

―¿Qué? ―Themis me abrazó con fuerza y yo estaba determinado a no mirar. Yo siempre era su suave y dulce Rhea, pero hasta yo necesitaba mis secretos, mis cosas que no quería confesar ¿qué importaba lo que Min-Jun me hubiese dicho? Y sí, él era un alfa, lo había notado nada más verlo... y yo era un omega, pero no importaba porque nunca pensé en él de ese modo y no éramos destino, no tenían derecho a las palabras que me confesó en el bosque, me las había dicho a mí y aunque no llevarían a nada por su actitud... sí fue mi primera confesión, y quería guardarla, no exponerla.

―¿Podemos dejar el tema? ―sentía que me ponía irritable, de algún modo entendía la actitud que había tenido mi hermana a los trece, era como si todo me diera rabia.

―Rhea ―papá estacionó frente a la casa de la vez pasada y volteó a verme―, prométeme que no saldrás de casa fuera de horas, aquí no estamos en Silvius, no importa por qué sea ―había desesperación en sus ojos―. Prométemelo.

―Lo prometo ―y mi padre sabía que hecha esa promesa no la rompería, nos bajamos del auto y sentí que los ojos de mi familia me seguían.

Los cuartos se distribuirían diferente, los gemelos y yo compartiríamos un cuarto en el tercer piso, Len dormiría con Carter en otro cuarto, en general, a los jóvenes nos enviaron arriba y los padres se quedaron en el segundo piso, aunque los niños más pequeños se quedaron como nosotros la vez pasada, compartiendo cuarto con sus papás. Mi habitación alcanzaba a ver la copa de los árboles, el piso de madera tenía una alfombra redonda y blanco invierno, había dos literas, como la vez pasada y, para que no se pelearan por quién dormía en la misma litera que yo, decidimos que yo dormiría solo en una y ellos en la otra. No podíamos dormir los tres como antes porque no daba el espacio.

Me senté sobre la cama de abajo y me toqué el collar. Tenía miedo de esa noche, tenía miedo de lo que pasaría cuando tía Dalia dijera ante todos los clanes que era un omega. Mis padres habían dicho que me protegerían, pero ese era mi punto... tenía miedo de que me protegieran, porque si lo hacían, era porque había algo... alguien de quien protegerme. Uno de los gemelos tomó mi mano, Atlas, me dio una sonrisa tentativa. La gente los distinguía más fácil ahora por el corte de cabello, pero yo nunca los había confundido, no solo porque olían muy diferente, sino porque sus personalidades eran distintas, aunque no lo pareciera. Themis siempre había sido el que saltaba primero, el que se ponía más rápido al ataque, Atlas era mucho más suave, era de cuidarte las espaldas... tal vez por eso Themis era el Ace del equipo (en voleibol era quien hacía más puntos y jugaba a la izquierda) y Atlas era un líbero (jugador especializado en defensa), uno volaba y el otro mantenía los pies en la tierra.

Bajamos al salón y llegaron mis primos, no veía a Onyx desde las vacaciones, estaba igual de alto que los gemelos, seguía teniendo cara de travieso y me miró con la sonrisa de siempre.

―Vaya buena que se armó cuando te vieron ―se sentó sobre el brazo del sillón, llevaba solo pantalones cortos ya, en eso llegó Carter, llevaba un vestido blanco, se había puesto muy bonita, era alta y delgada, de rostro algo redondo, mejillas llenas y una expresión tierna.

―Una tontería, todo porque eres omega ¿a ellos qué les importa? ―afirmó su codo en el hombro de Onyx, les sonreí, sabía que tenían solidaridad conmigo.

―Son unos idiotas... ―concluyó mi primo y los gemelos aceptaron de buenas, Carter me miró entonces con curiosidad.

―Aunque el coreano estaba bueno ―me sorprendió que no le dijera «chino», tal vez porque le gustaban los grupos musicales de ese país, pero sus palabras a Onyx y mis hermanos les parecieron una ofensa porque la miraron como si estuviera loca perdida― ¡Qué! O sea, tengo ojos, no estoy ciega... ―protestó ante los reproches y me hizo reír― ¿ven? Rhea también lo piensa ―los ojos se posaron en mí y me sonrojé un poco.

―Es guapo, pero no es difícil que lo sea ―miré a los muchachos que me rodeaban― los lobos suelen serlo ―les sonreí a mis hermanos y los vi hincharse de orgullo como pavos de navidad, Carter puso los ojos en blanco.

―En serio, siempre tan tú, Rhea, los conscientes demasiado...

―¿Y cómo quién más quieres que sea? ―Len apareció bajando las escaleras con un vestido de tirantes muy parecido al de Carter, solo que el suyo era negro―, Rhea es Rhea ―se puso junto a ella y le indicó con un gesto de mano que se sentara en el sillón y cuando Carter lo hizo mi hermana comenzó a hacerle una trenza.

―Yo solo había dicho que el coreano estaba guapo, estos se ofendieron y Rhea, por supuesto, dijo que los lobos suelen ser guapos ―Carter alzó la cabeza buscando los ojos de Len y ella se la movió hacia abajo para poder armar la trenza, me sorprendió su expresión seria.

―No sé, no me gusta él ―me extrañó y a la vez no, Len no solía negarse a la gente tan directamente (era muy sociable) pero ahora que sabía lo que me había dicho, tampoco era una sorpresa, después de todo, los lobos solían ser celosos con los suyos, era cosa de mirar a mis hermanos. Pero Carter no lo sabía así que preguntó.

―¿Por qué? Es guapo...

―Puede ser todo lo guapo que quiera, igual no me gusta lo que significa su existencia ―fruncí las cejas ¿su existencia? No lo entendí ¿de qué hablaba?

―¿Qué pasa con él? ―pero ella apretó los labios y negó la curiosidad de Onyx.

―Lo notarás hoy, cuando lo presenten en su clan... verás, será el último ―no recordaba nada especial de cuando lo habían presentado la última vez pero... lo cierto es que en esa ceremonia yo no había estado prestando atención. Pero me di cuenta que ella no iba a decir nada, cuando Len quería callarse no soltaba prenda, así que tocaría esperar a esa noche.

Comimos un poco antes de salir, fui a ponerme unos pantalones cortos grises de esos que se amarraban y dada me detuvo en la entrada de la habitación.

―Tienes que dejar tu collar...

―¿Qué? ―lo toqué en mi cuello.

―No me gusta tampoco pero estaremos todos ahí y cuando te transformes... tu cuello se hará más grande, si te lo dejas puesto va a ahorcarte ―porque mi collar era de última generación, de metal, a la medida de mi cuello y solo se quitaba poniendo yo un código en él. No había pensado en eso, dada tenía razón, si me lo dejaba me terminaría asfixiando y no podía llevarlo y quitármelo antes de que comenzara porque ¿dónde lo dejaba mientras tanto? Puse el código y escuché el click que lo abría, lo dejé sobre la mesa de noche, dada me abrazó― ¿tomaste tus supresores? ―asentí― perfecto.

Bajé con dada, las escaleras resonaron, en el primer piso se encontraban solo las personas del clan que tenían de doce años para arriba, los demás, al igual que la vez anterior, se quedarían con sus padres humanos. Como cuando vinimos hasta aquí, nos subimos a un vehículo que conducía papá, y tal vez lo imaginé pero me pareció que miraba por unos segundos de más mi cuello... tal vez solo estaba proyectando.

―Rhea, sé que no te gustan las multitudes ―papá sonaba serio― pero cuando lleguemos es probable que muchos quieran acercarse a verte. Los líderes que nos recibieron saben de ti, se debe haber corrido la voz y solo el Clan guardia de la montaña ya es lo suficientemente grande para causar una mini-multitud... ―volteó un momento a mirarnos a pesar de ir conduciendo―, manténganse unidos ―miró a Len, luego a los gemelos, a mí.

―Comprendido ―mi hermana habló por todos y yo apreté los labios, para que papá nos advirtiera era que iba a ser realmente abrumador.

Y lo fue.

Era totalmente distinto de la vez anterior, cuando caminábamos entre la gente y algunos nos miraban, pero en general solo íbamos con nuestros padres y ya. Cuando nos acercamos a la multitud todos estaban mirando en dirección a nosotros y cuando llegamos, prácticamente se abalanzaron sobre nosotros... sobre mí. De pronto un montón de hombres y mujeres se acercaban a saludarme.

―Eres tú, tú eres Rhea ¿no? ―un tipo muy grande empujó al sujeto que me saludaba.

―Deja, apártate, yo igual quiero mirarlo ―ponían sus ojos en mí como esperando que reaccionara, habían llegado como una ola y rápidamente, me abrumaban, podía sentir como estaban soltando sus aromas, papá y dada se pusieron entre nosotros.

―Hey, hey, ya basta ―papá enseñó los colmillos, eran muchos, parecían dispuestos a dar batalla.

―Queremos ver al omega puro...

―Sí, hace siglos que no nacía uno... ―mis hermanos comenzaron a gruñir como papá, el pecho se me aceleraba, estábamos rodeados, era mucha gente. Pero de pronto papá cambió, se transformó en lobo, su cuerpo se hizo grande, su pelo oscuro le cubrió el cuerpo entero, se volvió un lobo gigante y negro.

―Tiene solo trece años ―soltó a gruñidos― y van a alejarse de mis hijos ―dada cambió entonces también, era un lobo más bajo que papá, pero el hecho de que se hubieran transformado era lo que importaba, habían demostrado que estaban dispuestos a poner batalla, que iban en serio, puede que ellos pudieran ganar como grupo pero si alguno se transformaba sería ir en serio una declaración de pelea... y no sería adecuado hacerlo, no en la primera noche, donde todos se presentaban. Mis hermanos cambiaron también, luego Len y, me di cuenta, que aunque odiaba hacer cosas solo porque los demás las hacían, aquí se trataba de la seguridad de la manada. Cambié también y los ojos se pusieron en mí. Como lobo a dos patas sí había crecido un poco más, sentía que un día superaría en altura a dada. Mi pelaje llamaba la atención pero considerando lo que había ocurrido, llamar la atención no era algo que pudiera evitar.

Papá nos hizo un gesto y lo seguimos al interior del lugar. Esta vez ellos no pasaron a saludar a nadie, no volvieron a ponerse como humanos, simplemente entramos y los seguí a las gradas. Antes de ingresar eché una mirada, había varios jóvenes, los niños que seguramente habían jugado con mis hermanos, tendrían su primera vez de ser introducidos en esta reunión. Quería ver al clan de cabezas rojizas pero había mucha gente y solo entramos y nos sentamos, en una sección diferente a la primera noche, mucho más cerca de donde se había ubicado la vez pasada el primer clan que se presentó: Guardia de la montaña.

―Es mejor que tratemos de presentarnos de los primeros... ―no sabía cuál era la estrategia de papá, pero nos sentamos y al rato llegó la abuela Saskia con el tío V, ella caminó directo a nosotros, era una loba negra, como papá, como Len, el tío V contrastaba demasiado con su pelaje blanco.

―Vimos lo que pasó, íbamos a unirnos pero se movieron rápido ―su voz sonaba rasposa.

―Es una locura ―tío V negó con su cabeza, era difícil distinguir emociones en esta forma pero se veía algo de enojo― ¿qué esperaban? ¿Ser los destinados de Rhea y que se lanzara a sus brazos? Como si fuera tan fácil... ―él aún no encontraba a su destinada... pero aún tenía tiempo, solo tenía veintiséis y no todo mundo era como mis padres que se conocieron a los diecisiete y casi de inmediato tuvieron a Len (si no fuera porque conocía como era mi dada creería que ella había sido un accidente y no planeada).

―Pues hace siglos que no nace un lobo omega puro... y dorado ―la abuela me miró― lo quieren para ellos, seguro creen que ser su destinado sería como ganarse la lotería ―gruñí.

―No soy un premio a ganar ―la abuela se acercó y me lamió la mejilla, mi corazón se calmó un poco.

―No, no lo eres.

De pronto sentí mi instinto arder por dentro, la situación me pasma, sí, pero en ese instante también me enerva. Soy un lobo, eso no cambia porque sea omega. Soy de una raza fuerte, de un clan dominado por mujeres, donde todas eran fuertes, daba igual si parían hijos o no. Soy un lobo, cuando me transformo me siento completo, estoy conectado con la naturaleza. Nací siendo lobo, no es mi segunda naturaleza, es la primera, mi identidad completa... ¿por qué creían que podían dominarme solo por ser omega? ¿Por qué creían que podían tratarme como a un objeto? Alcé la vista. Que me miraran, yo miraría a quien quisiera.

Entró el resto del clan y se sentaron con nosotros, algunos de mis primos me preguntaron si estaba bien, no sé qué tan claro fue mi gruñido de respuesta. Los otros clanes comenzaron a entrar. El Clan guardia de la montaña se puso en el mismo lugar de antes, junto a este otro clan cuyo nombre no recordaba y luego nosotros, nos presentaríamos de los primeros. Lo que me sorprendió fue el clan que se puso a nuestro lado, el Clan guardia del desierto, mis ojos se desviaron en busca de las cabezas rojas, la vez pasada ellos habían cerrado el grupo, siendo los últimos.

―No serán los últimos este año ―gruñí, me costaba un poco modular.

―El clan con el líder más anciano suele cerrar la reunión, Aldebrand legó su puesto a uno de sus hijos, y aunque Vatra tiene más de sesenta, no es el mayor ―miré nuevamente hacia ellos, buscaba ver a Mars, y creo que divisé su cabeza, pero estaba sentado casi en primera fila y nosotros estábamos en la mitad de las gradas... y no volteaba. Dejé de mirarlo antes de que se dieran cuenta. Terminaron de entrar los lobos y ocurrió la misma presentación de hace siete años, primero el Clan guardia de la montaña, luego el clan que estaba a su lado (Río de aullidos) y luego nosotros.

Procuré caminar con la cabeza en alto, no era un niño, sabía que susurrarían, pero esta vez no dejaría que me afectara. Sabía que el método de presentación sería el mismo de la vez pasada, así que sería de los últimos en ser introducido. La multitud esta vez parecía envuelta en un murmullo constante, bajo, pero que no se detenía. Tía Dalia nos presentó a todos hasta llegar a mi familia, el murmullo de fondo se volvió un poco más intenso solo con la presentación de mis padres. Y entonces vino mi hermana y yo tragué en seco cuando dio un paso atrás.

―Rhea Dante Hertz ―me puse junto a ella―, hijo de Arnulf y Jae, trece años ―pude sentirlo, la pequeña pausa, la inflexión en la voz de mi líder, como si no quisiera pronunciar la siguiente palabra, el silencio se expandía a la espera de una confirmación y hasta los grillos se callaban para escuchar lo que seguía―... omega.

El ruido pareció hacer vibrar la tierra, los murmullos ya no lo eran, se volvieron palabras en toda regla, habladas de unos a otros, comentarios entre los que resonaban palabras como «puro», «dorado» y «llena», mi pecho comenzó a latir rápido, sentía el peligro aunque estaba intentando que no se notara, di un paso atrás, la multitud no se callaba tía Dalia alzó la voz, mi padre me recibió a su lado y me puso entre él y dada, buscando esconderme del ruido, como si este no pudiera atravesar el viento, como si no fuera difícil de encontrar los oídos de un lobo dorado entre los pelajes oscuros de mi manada. Tía Dalia soltó un aullido, me sobresalté, nunca había visto a ningún jefe aullar de ese modo, no cuando no había Luna llena. Pero su clamor llamó a silencio y entonces terminó de presentar a mis hermanos y al tío V.

Habíamos acabado, volteamos y caminamos de vuelta a nuestras gradas, a los asientos cuando papá se puso a mi espalda, tomó mi hombro y el de Atlas, pero su voz baja estaba llamando a todas sus crías.

―Quiero que se transformen a cuatro patas y se vayan ahora, salgan por entre las gradas y corran de vuelta a casa ―no era una petición, era una orden, mi padre no solía darlas nunca, me impresionó―, no se separen, corran juntos hasta llegar a casa, ya se presentaron así que la formalidad está cumplida. Márchense ―miró a Len―, guía a tus hermanos y márchense ahora.

Ese había sido su plan todo el tiempo, que nos presentáramos de los primeros para que cuando esto pasara yo pudiera irme y los de los otros clanes no pudieran seguirme porque debían quedarse a cumplir la formalidad, que nos fuéramos mientras nosotros subíamos a sentarnos y el clan a nuestro lado bajaba, aprovechar la multitud y el momento en que nos cruzaríamos, para hacernos desaparecer. Mi hermana me hizo un gesto de seguirla, con el corazón en la garganta me puse tras ellas, con los gemelos a mi espalda.

Pero el mundo se detuvo.

Iba a marcharme y miré a mi costado, a unos cinco metros de distancia, miré tal vez porque lo había estado buscando y entonces... lo encontré. Su mirada rojiza se congeló en la mía y ya no escuché nada, se acabaron los murmullos, se acabó el otoño, mis fauces se llenaron de un aroma a verano, hecho solo para mí, la calidez del sol me llenó la boca, podía oler la arena, la sal, mi cuerpo se sintió tibio, y todo se movía en cámara lenta, no había paso, no había caminos, en nuestras formas de lobos pude olerlo claro, pude sentirlo en la piel... mi corazón dio un latido eterno susurrando su nombre, mis ojos no querían soltarlo, querían mirarlo por siempre, llenarme de la calidez de su presencia.

Y entonces él apartó la vista, el aroma se fue, el mundo volvió a andar... y lo vi negar con la cabeza.

Mars.

Mars.

Siempre había sido Mars. Quise correr hacia él, tocarlo, decirle que me mirara de nuevo, que apretara mis manos, que confirmara lo que ya sabía, que él era mi mundo, que yo también lo sería. Quise olvidarme de ir a casa, quise que volteara la cabeza, que acabáramos esta pelea por mí, que dijera ante todos que nos habíamos reconocido, que el destino nos encontró, que yo era su omega... pero lo vi de nuevo, negando con la cabeza. Y entonces, en una fracción de segundo recordé sus palabras.

«Espero que sea mi destinada [...] Pero aun si no lo es, no pienso dejarla»

Adhara.

Sentí mi corazón apretarse y lo busqué de nuevo, solo deseando que me mirara, que me diera una esperanza siquiera... pero los segundos habían pasado, su rostro no volteó y mis hermanos me apuraron.

No es momento, no lo sientas ahora, Rhea. Tienes que correr, corre como tu padre te ordena.

Seguí a mi hermana y cuando se acercó a las tablas de madera, cambié a cuatro patas, como ella, dejé mis pantalones y ella su vestido atrás, nos escabullimos entre las tablas y cuando nuestras patas pisaron la tierra nos adentramos a la espesura del bosque, corriendo como hacíamos en las carreras. Mis hermanos estaban a mis espaldas, como en una formación militar, protegiendo mi camino mientras nos guiaba mi hermana. Sabía que ella podía encontrar el sendero a la casa de la familia. Así que solo la seguí sin mirar a dónde iba, sin apreciar el bosque como habría hecho antes, en otro momento, en otra situación, me habría detenido a respirar los árboles, a sentir cómo palpitaban vida, o a apreciar la humedad en mis patas... pero ahora...

Dolía.

No podía pensar claramente, recordaba demasiado claro cada palabra que me había dicho entonces, recordaba su cara, su sonrisa al verla y ahora... el semblante del lobo rojizo que había volteado el rostro, que había negado con la cabeza, los colmillos apretados de un lobo que se ha encontrado no su destino... sino un problema. Parecía que respiraba agua, que me estaba ahogando en mi propio aire, que el agua estaba intoxicando mi cuerpo, agua sucia que entraba a mi sangre, que obstruía mis venas, mis arterias, que volvía mi sangre pesada, con una suciedad que llegaba a mi corazón y con su peso hacía que mi músculo tuviera que latir con más fuerza, y su palpitar dolía porque forzaba a sus ventrículos demasiado para producir un solo latido. Pesaba, en mi pecho, pesaba ese corazón infectado de oscuridad que se estaba esforzando por mantenerse con vida, por latir aunque la sangre estuviera sucia y tuviera que empujar con más fuerza. Pero la mugre hacía que cada latido significara más esfuerzo.

Y cuando el corazón está infectado todo el cuerpo se enferma.

Llegamos a la casa, no tengo ni idea de cómo, Len empujó con sus patas la puerta, entró y debió de ir a buscar qué ponerse, yo entré y me quedé en mis cuatro patas, en la puerta. Mis hermanos pasaron detrás de mí y fueron también a buscar ropa. Yo no podía... no podía avanzar más. Nunca me había traicionado mi cuerpo pero en ese instante, cambié sin pensarlo, y caí de rodillas, desnudo frente a la puerta abierta. Y ahogué un grito con mi mano mientras apoyaba mi frente sobre mis piernas, mientras mi otra mano apretaba mi pecho rogándole que parara, que ya no doliera. Tiritaba, mis ojos se habían llenado de lágrimas y caían de mis ojos a mis rodillas, se pegaban en mis pestañas, se perdían en el suelo de madera.

―¡Rhea! ―la voz de Len llamó mi nombre pero no tuve el valor de alzar la vista y verla, ella corrió a mi lado, seguro había pensado que yo iría a vestirme como los gemelos, como ella―, Rhea ¿qué pasa? Si es por nuestros padres, ellos estarán bien, no te preocupes, nos enviaron aquí solo para prevenir... Rhea...

Y yo era un bastardo egoísta, porque no parecía haber en mí espacio para ese dolor, porque ni siquiera estaba pensando en el bien de mi manada en ese instante, porque mi hermana estaba confundida y ese no era el dolor que me agobiaba, y me sentí la peor escoria del mundo porque debí estar llorando por ellos.

―Él no me quiere Len... mi destino ―apreté mi pecho con las manos, ella fue a un sofá y cogió una manta que había encima, me envolvió entonces con ella. Miré sus ojos ambarinos repletos de seriedad, puso su mano fría sobre mi corazón y yo cerré los ojos con fuerza sintiendo las lágrimas caer por mi barbilla.

―Te duele ―asentí y escuché los pasos de los gemelos llegar.

―¿Qué le pasa a Rhea? ―negué con la cabeza, no quería que ellos supieran, eran capaces de correr de vuelta y enfrentar a Mars.

―Está preocupado... ―los miró―, súbanlo al cuarto, yo le prepararé algo caliente.

No podía caminar, no pregunté cómo lo sabía, tal vez porque no lograba ponerme en pie. Themis me cargó como si no pesara nada, me tapé con la manta y me subió hasta el tercer piso, me dejó sobre la cama, yo busqué mi collar de omega y me lo puse, aunque no me apretaba lo sentí más pesado que nunca, mis hermanos me miraban con caras de cachorro.

―Nuestros papás estarán bien...

―Sí, ya sabes que dada es súper rápido ―asentí distraídamente sentía que mis ojos miraban sin ver de verdad, Len apareció con una taza que olía a chocolate caliente.

―Quiero hablar con Rhea ¿nos dejan solos? ―me extendió la taza y la sujeté, el aroma me habría hecho sonreír cualquier otro día, no sé qué cara habrá puesto Len, pero logró que ellos se fueran, se sentó entonces a mi lado en silencio, esperando que yo dijera algo, lo que fuera.

Me quedé callado, oliendo la bebida, sin tomarla, hasta que una de mis lágrimas calló sobre ella.

―Sí amo a nuestros padres ―necesitaba que lo supiera, que no era que los odiara o que no me importaran.

―Lo sé ―lo dijo con seguridad y yo le mostré mi expresión rota.

―Si algo les pasa...

―Estarán bien ―sonaba a promesa y yo quise creerle, quise que su seguridad me aliviara la tristeza.

Volví a quedarme callado, bebí un sorbo del chocolate, sintiendo cada detalle de cómo bajaba por mi garganta hasta calentar mi estómago. No quería decir nada, aun cuando sabía que tenía que hablar, quería callarme y guardarme el dolor dentro, no lo sé, parecía que si lo decía sería verdad y dolería aún más.

―Rhea ―enfrenté los ojos de mi hermana, sin saber que mi mirada celeste estaba tan clara que parecía que se desvanecería. Me tomó de la mano y la apretó, quería darme fuerza― ¿quién es él?

Es un sueño, es una ilusión real, es una mentira, es la oscuridad y mugre en mis venas...

Él.

Él es quien siempre quise... y quien nunca quiso que yo fuera.

• • •

¡Hola!

Espero que estén teniendo un buen domingo... y que no me odien por este capítulo. Voy a ser honesta, es súper raro para mí porque la primera parte salió en un mes, yo publiqué todos los días, entonces aun en las partes más complicadas, sabía que al día siguiente ustedes podrían seguir leyendo y se aliviarían un poco, pero ahora... los hago esperar días y se me hace muy raro y me siento un poco mal u.u. Lo malo es que tampoco sería posible para mí en este momento publicar todos los días, primero porque mi compu sigue sin tener la «a» y segundo porque estoy en casa de mi familia, y la primera parte la escribí sola en mi apartamento, entonces podía pasarme el día entero cofsincomercof escribiendo y solo escribiendo hasta tener el capítulo listo. Ahora no podría hacer eso... y realmente lo lamento por ustedes ;--; en fin, seguimos con dos capítulos a la semana y espero no me odien mucho ¡Yo los quiero!

Ahora algunas imágenes, mencioné por los comentarios que esta semana traería algo de Rhea. Pero quiero dar una explicación (lo sé, me las paso hablando). No tengo realmente una imagen que represente a Rhea, es mi problema con varios personajes, no tengo una sola imagen porque veo una y digo «esta imagen es como el color de piel de Rhea, esta es como sus ojos», entonces, no he encontrado una imagen que yo diga «Wow, este es justo como me imagino a Rhea», pero sí tengo imágenes que son sus elementos. Esto me pasa con mucho personaje. 

Esta imagen en particular sería Rhea cuando niño, me gusta porque siento que el color de piel es justo como el de Rhea (los ojos los modifiqué para que el color coincidieran con los suyos), su cabello no, él lo tiene más corto de niño y aquí es demasiado blanco, Rhea es más rubio (rubio cenizo) pero sirve el contraste. Como digo, no es exactamente él, pero color de piel, ojos labios, y su cara infantil y tierna sí (me gusta la forma de su cara aquí y la manera en que mira).

Sobre cómo lleva Rhea su cabello ahora (el corte de pelo), me lo imagino algo así, corto pero el cabello adelante y arriba más «largo»:

Bien, ahora a contradecir todo lo que dije antes, porque, como dije, casi nunca encuentro imágenes que diga «este es el personaje» siempre quiero cambiar algo (como Rhea), pues NO es el caso de Min-Jun, con Min-Jun encontré una imagen y dije «así quiero que sea él», así que a Min-Jun más bien lo imaginé gracias a esta imagen (es versión real, no se sorprendan)

Y luego me encontré esta imagen y siento que medio es él, pero en versión dibujo (en mi imaginación debajo de esa ropa está marcado su cuerpo con músculos firmes sin ser exagerados):

Como les dije antes, quisiera tener una imagen de Mars pero... por ahora solo vive en mi mente, nada me termina de convencer de lo que he encontrado (y la verdad es que no miro taaaantas imágenes tampoco). Estas son todo por hoy, quiero que sepan que tengo una imagen de cómo creo que lucen los gemelos (al menos Themis, que es el de pelo corto), pero no se las comparto por el momento porque es una imagen de un personaje adulto y los gemelos tienen solo 12, se me hace raro mostrarles una imagen adulta cuando son tan pequeños.

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias, disculpen por alargarme siempre con mis comentarios, espero que todos ustedes y sus familias estén muy bien y que, aunque sea un poquito, este libro les esté ayudando a distraerse en estos tiempos que corren. Un abrazo gigante a todos, mis mejores deseos.

Gracias por leer, comentar y votar, nos vemos el miércoles.

SCiel

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