Why are you so angry? [©]

By LeoLunna

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¿Por qué siempre estaba tan enojado?, ¿por qué parecía que nació con el ceño fruncido? Bueno, ¿cómo no estarl... More

Why are you so angry?
I: See you in another life
II: Lovesick
III: They don't know
IV: Notion
V: Things I don't understand
VI: I can't say
VII: Wish
VIII: Who could love you?
IX: Maybe it's the best
X: Let me alone
XI: It's so cold here
XII: Like the sun
XIII: I need time
XIV: Be careful
XV: For you
XVI: Remember
XVII: If you're happy, me too
Two: Why are you so silent?
I: I want you
II: Meet you
III: Keep walking
IV: Silent hearts
V: Let time pass
VI: I could love you
VII: Breathe
VIII: Fireworks
IX: Field of roses
X: Fallen leaves
XI: Were you happy?
XII: Second chance
XIII: Red thread
XIV: Patience
XV: Bindweed
XVI: Winter
XVII: Half prince
XVIII: I know you
XIX: Stay here
XX: We'll talk later
XXI: Together
XXII: I'll wait for you
XXIV: I can see our future
Three: Why do we need to care?
I: Home
II: Bittersweet
III: True love
IV: Stressed out
V: Cold bed
VI: Days and days
VII: Night without stars
VIII: White veil
IX: Their names
X: Breaking news
XI: Keep calm
XII: Take me home
XIII: Insomnia
XIV: Lost in paradise
XV: Insufficient
XVI: Where is the sun?
XVII: Sorrow looks back
XVIII: Different ways
XIX: Two suns in the sunset
XX: Inmarcesible
Epilogo: Why are you so happy?
Agradecimientos

XXIII: Where no one finds us

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By LeoLunna

Navidad y año nuevo llegó inmediatamente después que las pasantías acabaran. Los exámenes finales del segundo año se acercaron. Aquello que debían estudiar y aprender en poco tiempo aumentó de un momento a otro, casi sin darles tiempo para respirar.

Toda la clase 2-A se sumergió en una rutina de la cual casi no podían parar. Levantarse a las siete, clases desde las ocho hasta las tres y media de la tarde. De regreso en el dormitorio el estudio continuaba, un poco de entrenamiento, cenar, estudiar otra vez y dormir.

El tiempo para hablar con el resto de la clase se resumía a las sesiones grupales de estudio, pero nada más, ni siquiera para pláticas esporádicas, para una mirada o un apretón de manos. Nada, solo mensajes a media noche antes de dormir, o en el caso de Shouto, antes de las ocho de la noche.

Durante esas últimas semanas, fue bastante notorio para toda la clase el malhumor de Todoroki. No decía nada, no lo expresaba, pero bastaba con observar su rostro descontento cuando quería acercarse a Bakugou y no podía hacerlo porque el rubio, o estaba ocupado estudiando por su cuenta, o estaba enseñándole al resto de sus amigos.

Bien, tal vez no podían hablar mucho, pero darse un beso cuando se encontraban solos en pequeños y milagrosos momentos, o un abrazo, o solo tomarse de las manos no debería ser tan difícil ¿no? No, no lo era, pero Katsuki parecía estar disfrutando de su sufrimiento. No le daría nada de eso hasta que llegara a las respuestas de aquello que tenía que "pensar".

Sabía que lo que debía "pensar" era en un recuerdo. En algo de su vida pasada que estaba seguro que el rubio esperaba que recordara, algo sumamente importante, un suceso o una promesa tal vez. Pero por mucho que pensaba, nada llegaba a él. Tenía la sensación de que estando en un lugar en especifico ese recuerdo llegaría, pero ¿dónde? No tenía idea alguna, solo la noción de que sería pronto.

Dejó su sufrimiento de lado por esas últimas semanas y se centró en estudiar al igual que el resto de la clase. Se formaron tres grupos de estudio; el de matemáticas dirigido por Iida, literatura por Yaoyorozu y, a pesar de la inicial negativa, Bakugou dirigió el de historia.

Incluso aquellos que no sentían especial agrado por el rubio, recurrieron a él antes del examen final de historia. Tal vez regañaba demasiado cuando alguien se equivocaba, se enojaba rápidamente y parecía que en cualquier momento les cortaría el cuello, pero ninguno podía negar que, después de las sesiones, recordar fechas y sucesos era mucho más fácil. Además, todo el sufrimiento valdría la pena cuando los exámenes acabaran y, al fin, ascender al tercer y último año.

El nerviosismo envolvió a la clase el día jueves por la tarde, el último día de clases y el último examen que debían realizar. Tener a Aizawa observándolos tan atentamente mientras resolvían el examen les erizaba la piel, pero ya estaban más acostumbrados a esa sensación después de dos años junto a su maestro.

Como siempre sucedía en aquella clase, Bakugou fue el primero el terminan el examen de historia y salir del aula. Una vez el rubio salió, poco a poco el resto de los estudiantes lo hizo. La clase completa se marchó en silencio hasta el dormitorio. Cada integrante se quedó en la sala principal, esperando a que Aizawa llegara con la última calificación.

Algunos iban de un lado a otro, intentando calmar la ansiedad, platicando, obligándose a distraerse mirando la televisión o el teléfono, pero el aroma a nerviosismo estaba impregnado en cada pared e iba en aumento mientras el reloj seguía avanzando.

—Mierda, este lugar apesta —reclamó Katsuki, sentándose frente a Eijiro en la mesa y tendiéndole una botella de agua.

—Todos están nerviosos, amigo —comentó Kirishima—. Si fallamos aunque sea un examen, Aizawa nos hará repetir el curso.

—No lo hará.

Eijiro suspiró. Desvió la mirada hacia la zona del sofá y televisión. A la derecha del aparato vio a Mina y Sero, sentados juntos en un sofá individual. Yaoyorozu, Todoroki e Izuku tomaron el sofá más grande, la chica y el peliverde hablaban, mientras que la cabeza bicolor solo estaba echada hacia atrás silenciosamente. Y a la izquierda, Kaminari estaba jugando con el teléfono, sentado en el sillón pequeño, Shinzou se apoyó en el respaldo de este, mirando el móvil del chico y charlando con él al mismo tiempo.

—¡Shinzou! —llamó Kirishima, los iris violáceos le observaron inmediatamente—. ¡¿Aizawa nos haría repetir el curso si fallamos un examen?!

—¡Si lo haría!

—¡Gracias, amigo! —sonrió, y su mirada regresó hacia la expresión hastiada del rubio—. ¿Ves? Si lo haría.

—¿Por qué le preguntaste al idiota ese?

—Aizawa es casi como su padre adoptivo ¿no? Él lo conoce mejor que nosotros.

Bien, en eso tenía razón, pero Katsuki no creía que alguien fallaría, aunque todos estarían bastante agradecidos si es que Mineta lo hiciera y no estuviera con ellos en el tercer año, pero bien, los milagros no existían.

Confiaba en que aprobarían, absolutamente todos. Demonios, no por nada aceptó enseñarle a la gran parte de los imbéciles de la clase todo lo que sabía y ocupar su valioso tiempo en ello. El valioso tiempo que pudo haber utilizado para estudiar por su cuenta o atormentar a Todoroki con aquello que todavía no recordaba.

Y ya que pensaba, una vez más, en el medio idiota... No entendía como podía estar tomando una siesta tan tranquilamente en ese momento, rodeado de adolescentes estresados y entre la plática de Deku y Yaoyorozu que continuaba y hablaban por sobre él, pero en cuanto la chica le ofreció una caja de leche de fresa y la bebió, fue noqueado casi al instante. Como un maldito crío, pensó, y no pudo evitar reír suavemente.

—De cualquier forma... —El tono de voz de Kirishima se tornó tenuemente burlón. Al observar el rostro del pelirrojo, odio esa expresión de complicidad —. ¿Qué sucede entre tú y Todoroki? ¿Ya le diste una respuesta a su confesión?

Si, odiaba, y mucho, esa estúpida expresión de complicidad en Kirishima, casi quería golpearlo, pero solo le gruñó.

—Eres una jodida desgracia, no volveré a decirte ni una mierda.

—¡Vamos! Te dijo que te ama. Además, llevo esperando tiempo que comiencen a salir y poder llamarlo "cuñado".

—¡No eres mi maldito hermano!—bramó el rubio.

—¡Pero lo fui!

Maldito idiota, ¿por qué le relató sobre su vida pasada? Kaminari también lo sabía, pero jamás escuchó al otro imbécil molestar a Hitoshi sobre ello.

Katsuki suspiró. Abrió la botella de agua y le dio un trago, su mirada se posó en el reloj de pared cerca de la puerta de la cocina. Aizawa llegaría en unos minutos.

—Estoy esperando algo—confesó Katsuki.

—¿Ah? ¿Qué tienes que esperar? ¡No hay nada que esperar, ve por él, amigo!

—¡Baja la maldita voz, Kirishima!

Las miradas se posaron sobre el dúo, algunas durante más tiempo que otras, preguntándose qué sucedía, pero rápidamente siendo dispersadas por la ira y la amenaza de muerte en los rubíes. Los iris bicolor continuó tranquilos, durmiendo sin importarle el ruido a su alrededor. Pero, cuando la puerta principal se abrió y la voz de Aizawa se extendió, estos se abrieron y el nerviosismo volvió a llenar la sala.

Eraserhead entró al salón con un solo documento en mano. Sus alumnos lo rodearon, con el deseo latente de preguntar si todos aprobaron o no, pero no tenían la valentía para hacerlo. La mayor parte de la clase nerviosa, solo algunos que estaban confiados de sus resultados se mantuvieron tranquilos, pero poco a poco el ambiente comenzó a afectarlos también y esperar, ansiosamente, las palabras del héroe. Pero, con solo un par de frases, los sentimientos se disiparon.

—Felicidades por pasar al tercer año —dijo Aizawa, la emoción de sus alumnos se contuvo—. Suban y ordenes sus maletas, nos iremos mañana temprano de viaje.

Una vez que el maestro se marchó, la tensión se liberó. Algunos gritaron, otros se abrazaron, melodramáticamente llorando por el estrés que la semana les provocó. Algunos pocos simplemente mantuvieron la distancia mientras la animada plática subía de nivel, armando planes, soñando despiertos con el viaje y el nuevo año.

Entre las personas que los separaban, los iris rubíes se encontraron con los bicolores somnolientos. Mantuvieron la distancia, sin sentir esta en realidad, y compartieron una sonrisa.

[•••]

Quiso sentarse con Todoroki, pero incluso antes de poder acercarse al chico, Kirishima le rogó sentarse a su lado en el bus. Estuvo por negarse, pero eso sería ser injusto con su mejor amigo.

Durante ese último año estuvieron algo alejados, cada uno por su lado y sumergidos en sus propias preocupaciones. Katsuki tenía que admitir que, por algunos momentos, prefería estar con otras personas, pero sabía que a Eijiro le sucedía lo mismo y era completamente normal. No eran de ese tipo de amigos que se celaban y le prohibían al otro acercarse a tal o tal persona, ni que fuesen una jodida pareja y no, no iba a volver a repetir lo que vivió con Hitoshi. Si algún día Shouto se comportaba de esa forma con él, con una posesividad que rozaba en la toxicidad, hablaría con él o de plano terminarían. Pero no quería pensar en romper una relación que, aún, ni siquiera comenzaba.

Bien, de todas formas Shouto parecía más dormido que despierto en ese momento. Deku guió al chico hasta los asientos del fondo y todo su grupo nerd se acomodó a su alrededor. Estaban como a principios de año; cada cual con su grupo, pero el campo de rosas que pronto florecería no los separaría esta vez.

El viaje fue más rápido de lo que esperaron, o tal vez fueron las estupideces de su grupo lo que lo distrajo durante tanto tiempo. Estaban sentados en la hilera izquierda, primero Mina con Sero, después él y Kirishima, y detrás de ellos Kaminari y Shinzou.

Aquellos últimos dos realmente estaban muy apegados recientemente, pensó Katsuki. Pasaban mucho tiempo juntos, si Denki no estaba con ellos, estaría con Hitoshi en cualquier otro lugar. Más de una vez los vio salir de la habitación de uno de los dos, o regresar juntos al dormitorio después de salir durante toda la tarde un fin de semana, pero aunque el squad los interrogó, y el rubio amenazó al pelimorado para que hablara, según ellos no eran pareja.

Tal vez no eran una pareja, pero la vergüenza que sentían, el coloreo en sus mejillas cada vez que les preguntaban al respecto, les indicaba que, sin duda, había "algo". Debía haberlo ¿no? Sino no habría razón para que, en ese momento, mientras Kaminari bromeaba con el resto del squad, Shinzou estuviese profundamente dormido sobre su hombro.

Bien, supuso que en los próximos meses sabrían que sucedería con esos dos.

En algún momento se aburrió de ver la cara de Sero frente a él y miró hacia la parte trasera del autobús. Sus ojos se encontraron con los iris bicolores entre cada rostro de su escuadrón nerd. Se sostuvieron la mirada por un segundo antes de que Kirishima se le apegara reclamando atención.

—Mierda, ¡suelta!

—¡Vamos! Shinzou está durmiendo sobre el hombro de Kaminari, ¿por qué no me dejas dormir en tu hombro también? ¡Soy tu mejor amigo!

—¡Eso no me convierte en tu jodida cama!

—Amigos, en serio, ¿quieren bajar la voz? —pidió Denki. Los chicos en los asientos delanteros se voltearon a ver al rubio—. Hitoshi casi no durmió anoche.

—Kaminari —llamó Bakugou, empujando a Kirishima hacia la ventana y lejos de él—. Me importa una mierda que tu jodido novio no durmiera bien.

Adoró el maldito momento en que vio, lentamente, la expresión del otro rubio llenarse de vergüenza. Casi pudo haber saltado del asiento, pero no lo hizo, todo para mantener a Shinzou en su lugar. Aún así, su voz no pudo ser controlada.

—¡N-no es mi novio!

—¿Ahora quién es el que grita, eh? —Se burló, y la mirada rubí se posó en la expresión molesta del pelimorado—. Además, ese idiota lleva despierto un rato. A ver, ¿qué tan cómodo es la rata eléctrica?

Shinzou suspiró. Los iris violáceos, molestos, se abrieron y lentamente alejó la cabeza de sobre el hombro de Denki. Las ojeras bajo sus ojos eran la más clara señal de que el rubio decía la verdad y que casi no había dormido la noche a anterior, pero a Katsuki no le importaba ni un poco.

—¿Por qué tienes que ser tan escandaloso? —cuestionó Hitoshi.

—Porque si, hijo de puta.

Volvió la mirada al frente, sintiéndose bien de que su relación de amistad con ese chico volviese a ser igual que antes.

El bus se detuvo frente al hotel. Al estar en los asientos delanteros fueron los primeros en bajar, ignorando a Iida sobre empezar el descenso por la fila de la derecha. Tomaron sus maletas y siguiendo a Aizawa, entraron al lugar donde se quedarían durante tres días.

Sabían que las habitaciones siempre eran para dos, aunque ya que eran un número impar de alumnos y nadie quería dormir con Mineta, ni siquiera Eraserhead, el enano purpura consiguió una habitación para sí solo. Nuevamente, pensó en compartir habitación con Todoroki, pero incluso antes de poder mirar al chico, Kirishima lo tomó como compañero sin siquiera preguntarle.

¿Qué le sucedía a ese maldito idiota? Primero decía que llevaba tiempo esperando a que él y Todoroki formalizaran, pero al mismo tiempo estaba robando el tiempo a solas que podía tener con el medio idiota. Jodido Eijiro.

Dejaron las maletas y se reunieron en la cafetería. Almorzaron platicando sobre las actividades que querían realizar, ir al centro de la península, ver las tiendas, ir al cine, pasear por la playa; aprovechar que el frío se había alejado por esos días, atisbando los primeros indicios de la llegada de la primavera y manteniendo el cielo azul brillante. Pero, Aizawa ya tenía otros planes.

—Visitaremos el museo —dijo Eraserhead—. Hay un recorrido completo, incluso para aquellas secciones que están cerradas al público.

La clase, en su gran mayoría, dio un quejido desganado.

—¡Pero son vacaciones! —reclamó Kaminari—. ¡Ya no quiero estudiar más!

Mientras que algunos estuvieron de acuerdo con el rubio, otros no. Iida se levantó de su asiento, con un efecto demasiado exagerado y apuntó a Denki.

—¡Una visita pedagógica siempre es buena, Kaminari!

—¡Es aburrido!

Antes de que una discusión pudiese iniciar, Aizawa se interpuso. Sus ojos brillaron y, a pesar que su amenaza ya era bastante común para sus alumnos, continuaba teniendo el mismo efecto atemorizante.

—¡No me importa si les parece aburrido o no, iremos! —sentenció.

No había nada más que discutir. En cuanto todos terminaron de comer, se dirigieron hacia el museo.

Bien, la vida era una mierda siempre en alguna medida, pensó Katsuki mientras caminaba entre su grupo de idiota. El pasado siempre estaría ahí para él, pero ya no dejaba que influenciara en su vida ni en sus decisiones. Tal vez ver todos los recuerdos de hace 600 años una vez más, como algo concreto más que un mero sueño, era la última prueba que tenía que enfrentar para saber que lo había superado por completo. Creía que sería así, pero el revoltijo que sentía en el estómago, tan molesto que le daban ganas de golpearse a sí mismo, le indicaba que no debería confiarse tanto.

Los caminos por los cuales transitaron se sentían nostálgicos. La tierra, la vegetación que se movía suavemente con la brisa marina que tanta paramnesia le producía, e incluso el cielo se sentía de una época ya pasada. Las gaviotas por un breve momento cambiaron de forma, pensó que podía ver las siluetas de los dragones volando sobre ellos, pero era imposible.

Se preguntó si es que Ochako, Hitoshi o Deku sentían lo mismo, pero no era así. Miró a Shouto de reojo, su rostro somnoliento y desinteresado no decían nada sobre "sentir" que conocía ese lugar, pero sus ojos bicolores se tornaban un tanto confundidos al observar su alrededor. Tal vez si sentía que conocía ese lugar, y Katsuki esperaba que fuese así.

El sitio en el cual se encontraban era uno que solo él y Todoroki conocían, pero no era exactamente ese lugar. Estaba cerca, tal vez podría encontrarlo, o tal vez la isla no se desprendió junto a ese escondite. No lo sabía, la idea de no poder volver a pisar ese rincón de la playa frente al mar logró deprimirlo un poco, pero rápidamente alejó el sentimiento y se formó en la fila, casi sin darse cuenta que tenía a Todoroki frente a él en la hilera para entrar al museo.

El museo tenía una arquitectura medieval, parecía un pequeño palacio a escala, pero no demasiado ostentoso. Una guía del museo comenzó a explicarles que ellos no construyeron aquel lugar, simplemente lo restauraron ya que poseía cerca de 600 años. Ampliaron las habitaciones y levantaron otras, pero siempre intentando respetar el diseño original.

—Los historiadores creen que este lugar perteneció a un Rey que abdicó a su corona —explicó la guía, caminando a lo largo de la fila pero manteniendo una voz alta y constante para la gran mayoría—. También, es en este lugar donde encontraron el libro sin traducción, por ende el dueño desconocido del libro es el mismo del edificio. Serán los primeros en poder ver las memorias desde su descubrimiento, es un texto muy delicado por la cantidad de años que posee y...

Su pie fue pisado. Dio un quejido y empujó a la persona que estaba frente a él. Solo en ese momento se dio cuenta de que era Todoroki, disculpándose por haberlo pisado, pero realmente no escuchó ni se centró en sus palabras.

Mierda, estar en ese lugar realmente le afectaba.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo, medio idiota? —gruñó, sin entender la ira que vino a él tan súbitamente.

Todoroki observó de reojo su expresión malhumorada. Las manos de Katsuki manos seguían contra la espalda ajena, el calor que sentía en sus palmas era reconfortante, lo tranquilizó y sintió que sostenía todas sus inseguridades y dudas.

—¿Por qué estas tan enojado? —cuestionó Shouto.

Katsuki volvió a la realidad. El entrecejo fruncido que desapareció por un breve momento, regresó a él.

—¿Qué...? ¿De verdad estas preguntando eso? ¡Pisaste mi puto pie y me chocaste!

—Te pedí disculpas.

—¡Eso no me devuelve el pie!

Sabía que la discusión no tenía sentido, que simplemente estaba respondiendo por mero instinto de lucha, pero la risita que Todoroki le dio logró descolocarlo. Por un momento, frente a sus ojos, apareció la silueta del príncipe y no la del chico, su visión se tornó borrosa y tan solo puso pensar en esa imagen, sin notar que la fila avanzaba hasta que escuchó la voz de Kaminari reclamando.

—¿Quieren dejar de coquetear entre ustedes y avanzar? —dijo el otro rubio—. ¡Quiero entrar!

Bakugou gruñó y se dio la vuelta hacia su amigo, alejando esa imagen irreal del príncipe que, alguna vez, Todoroki fue.

—Eres la peor desgracia que ha cruzado mi vida... —masculló, y agregó—: Después de Deku.

Logró escuchar el "Kacchan, eres cruel" del peliverde un poco más atrás en la fila. Lo ignoró completamente.

—¡No lo dices en serio! —reclamó Denki, pero no obtuvo respuesta del otro rubio.

No volvieron a hablar. Bakugou se enfrascó en maldecir a Kaminari y Todoroki, mirando al frente y avanzando tranquilamente hasta que logró entrar al museo.

La nostalgia aumentó, pero no recordaba jamás haber visto ese lugar, solo sentía creer que perteneció a alguien que conoció.

Se separó de su squad y paseó por su cuenta una vez Aizawa les dio total libertad para ello. Se acercó a algunas explicaciones de los guías turísticos, sintiendo el estomago revolverse nervioso una vez más al reconocer distintos objetos, pinturas, e incluso armas. Cuando lograba divisar el rostro de algunos de aquellos que también recordaban, entendió que ellos se sentían igual.

Era extraño mirar cada uno de esos objetos lejos de las imágenes dentro de sus sueños. Pensar que, si no fuese por los vidrios que los separaban, podrían tocar esas ropas, esas telas y esas armas con sus propios dedos, saber si es que bajo su tacto se sentían tal como las recordaban. Pero Katsuki supuso que era mejor mantener esa distancia entre su pasado y presente, fuese en forma de una mampara o voluntad.

Se mantuvo alejado de las zonas en la cual muchas personas se reunían. Curiosamente, siempre que veía un gran grupo de personas, encontraba a Todoroki escuchando atentamente a la guía turística hablar.

Quiso acercarse al chico y recorrer con él lo que quedaba del museo, pero no lo hizo. Solo pensar en acercarse aumentaba un poco de la angustia que sentía. Casi parecía que necesitaba recorrer ese lugar por su cuenta, enfrentar fuese lo que fuese a encontrar. Bueno o malo, conocido o desconocido.

—¡Bakugou! —llamó Kirishima, el pelirrojo se acercaba a él con una sonrisa—. ¡Ven! Van a dejar que observemos el libro.

—¿Ah? Vete a la mierda, no me interesa.

El rostro de Eijiro se tornó algo desanimado. El rubio se dio la vuelta para marcharse, pero fue detenido por la mano alrededor de su antebrazo que lo obligaba a caminar en una dirección que no deseaba.

—¡Vamos! ¡Seguro es interesante!

—¡Mierda, Kirishima, es un libro sin traducción!

—¡Pero podría tener dibujos!

Si, dibujos medievales horribles que no quería ver, pero de una u otra forma, terminó formado en la fila para leer el dichoso libro, junto a su grupo de idiotas y escuchando las perezosas instrucciones del guía.

Las páginas eran delicadas, mucho, por lo cual cada una estaba cubierta de un plástico trasparente para protegerlas del paso del tiempo. Aún así, debían cambiar de página delicadamente, cualquier daño que le hicieran al libro tendrían que pagar una multa demasiado alta. Poseían siete minutos para observarlo, aunque ya que estaba en otro idioma y sin traducción, los visitantes salían rápidamente del lugar.

Pero, no se iban sin nada entre sus manos o su cabeza. Katsuki escuchaba sus murmullos al salir, decían que, después de observarlo un poco, sentían una angustia y un anhelo por algo perdido que no podían comprender. Ese sentimiento no era suyo, era de alguien más, tal vez del sujeto que escribió el libro.

Bien, sabía que las emociones traspasaban el maldito espacio-tiempo, pensó el rubio. Ya tenía suficiente con la nostalgia que sentía por su propia cuenta, ya no necesitaba más.

Cuando la persona frente a él en la fila salió del cuarto, el guía entró, cerró el libro y le indicó que era su turno. Le recordó que tan solo poseía siete minutos, recito cada regla del lugar que Katsuki decidió ignorar y solo entrar a la pequeña habitación, con su tenue luz y el libro sobre una mesita.

No tenía titulo, la cubierta estaba hecha de piel, pero se veía resistente. Parecía piel de dragón, pero ignoró ese detalle y se sorprendió cuando entendió, sin esfuerzo, la fecha escrita en la parte superior izquierda de la primera página.

"A mayo 15 del 1418... "

Mierda, si que era antiguo, pensó Katsuki, y reconoció ese lenguaje. Era el más antiguo lenguaje de los dragones, el que él aprendió sin la necesidad de ser uno. ¿Un maldito dragón fue el que escribió esto? El inicio no decía nada sobre la identidad del autor, eran detalles al azar, algunas partes estaban borradas por el paso del tiempo y un par de palabras eran intraducibles.

Suspiró y continuó leyendo, casi sin interés. Pero, una vez reconoció su nombre escrito ahí, trazado en el lenguaje antiguo que él recordaba, en una caligrafía que se le hacía familiar...

"¿Cómo debería comenzar esta parte de mis memorias? Ah, por supuesto.

Era casi una leyenda. Un niño criado por dragones; salvaje e ignorante, incivilizado y sin saber quién era. Día a día preguntándose por qué era tan diferente de aquellos que lo criaron. Hasta cuando cumplió 15 años, y al fin vio a un ser igual a él; el príncipe Todoroki Shouto... "

Cerró el libro, con más fuerza de la que debía. Escuchó una queja del guía, pero lo ignoró, el libro no recibió daño, estaba bien, pero él no.

Sus manos temblaron, la respiración se cortó y su corazón golpeteó contra su pecho dolorosamente, los latidos le ensordecían mucho más que los estruendos de su quirk. Sintió que podría llorar, su pasado, en lo más profundo de su consciencia, comenzó a hacerlo. Comenzó a exigirle volver a leer el libro, saber al fin qué fue lo que el príncipe escribió ahí, de él, de ellos.

Esa parte pasada suya se sentía tan feliz y triste a la vez, feliz de ser recordada, de ser tan importante como para que el príncipe escribiera sus memorias sobre él, y se sentía curioso; curioso de saber cómo terminó todo para su amor; si vivió más allá después de su muerte, si fue feliz, si en algún momento le dejó ir... Pero él, como presente, sintió miedo. Sintió miedo de descubrir qué decía entre esas páginas y sentirse decepcionado.

Temía descubrir que, en algún punto, ese amor que traspasó 600 años, fue olvidado, desechado como cualquier otro, como una mera atracción o gusto. Entender que la razón por la cual Todoroki, su Todoroki, no recordaba nada era porque en algún punto dejó de amarle y ese escrito, esas memorias, eran la prueba de ello.

—Chico, te quedan cinco minutos —informó el guía, rompiendo su hilo de pensamientos—. Si no vas a revisarlo más, sal.

Echó a un lado los pensamientos de su pasado y su entrecejo se frunció, su mirada amenazante logró intimidar al guía y los iris rubíes regresaron al libro.

—Cierra la jodida boca, aún no termino con esto.

La ansiedad, el miedo, la curiosidad, los latidos ensordecedores, las manos temblorosas y la duda continuaron en su cuerpo al abrir el libro. No tenía el tiempo suficiente para leer todo, aunque quería hacerlo. Era demasiado grande, con demasiadas páginas, pero de alguna forma sus ojos captaban esas frases en que el príncipe, posterior Rey y desertor, proclama su amor.

Era su historia, se dio cuenta. Desde el día en que se conocieron en un atardecer, hasta que todo acabó con las mismas luces rojizas y naranjas de fondo. Casi no tenía que leer para saber sobre qué hablaba, qué relataba, cada suceso estaba fresco en su memoria, y su propio corazón, alentado por los sentimientos de su pasado, revoloteaba al leer las palabras que le dedicaba a él y solo a él.

El guía volvió a recordarle el tiempo, le quedaba un minuto. Sus manos se movieron por si solas y pasó hacia la última página. Sus ojos leyeron rápidamente el último mensaje escrito ahí, los sentimientos plasmados hicieron reunir las lágrimas en sus ojos, aquellas que no dejó caer, aquellas que más tarde, estando solo, dejaría caer.

La yema de sus dedos paseó por sobre las últimas palabras escritas y, sintiendo la tristeza de lo perdido que no le pertenecía, pero que aceptó, se detuvo en aquel apodo que tanto escuchó en su vida anterior.

"Te he amado desde el primer día y seguiré haciéndolo incluso después de irme. En la próxima vida también lo haré. Así que espera por mí. Te encontraré.

En nuestro lugar, frente al mar y con el atardecer como telón de fondo. Veré el sol.

Mi sol."

Salió de esa pequeña habitación sin decir nada. Ignoró a sus propios amigos que le siguieron de cerca, sin cuestionar sobre su actitud, y salió del museo sin pensarlo más.

Aizawa estaba afuera con unos pocos alumnos, esperando al resto. Sin dudarlo, se acercó al maestro y este, inmediatamente, notó que algo andaba mal con él.

—No me siento bien —dijo a Aizawa antes de que este preguntara—. ¿Puedo volver al hotel?

Eraserhead lo observó de pies a cabeza. Quiso preguntar la razón detrás de su malestar, pero recordó algo que el chico le dijo hace tiempo: no lo entendería, nadie lo entendería.

—No tienes que regresar al hotel si no quieres —respondió el maestro—. Puedes recorrer un poco el lugar, con precaución, pero regresa antes de las ocho.

Katsuki asintió. Sin dar más palabras, caminó por el mismo lugar por el cual llegaron al museo. Su squad lo dejó solo, comprendiendo sin la necesidad de palabra que su "líder" requería un poco de soledad. Bien, después irían a visitar las tiendas y se asegurarían de comprarle algo bonito o comida.

Mientras más se alejaba, la idea de regresar al hotel seguía presente en Katsuki, pero sentía no querer estar encerrado. Necesitaba aire, necesitaba respirar.

Sin saber cómo, llegó hasta la playa. El sol seguía en lo alto pero más bajo que hace horas, poco a poco el atardecer llegaba y aunque el viento se tornó un tanto frío, el olor de la brisa marina llamó su atención, le susurró a su corazón caminar por la orilla como tantas veces hizo en su pasado. Había tanto en su cabeza, tanto que él y su consciencia de antaño tenían que asimilar por su propia cuenta. Su antiguo yo entender el final que tuvo y aceptarlo, y él no dejarse influenciar por los sentimientos que no le pertenecían pero que recorrían su ser.

Al llegar a la orilla, sin pensarlo dos veces, se quitó las zapatillas y comenzó a caminar. Sin importarle a donde iba, sin pensar, solo caminar, mirar el reflejo del sol contra las olas y apreciar el suave murmullo de estas, aquellos sonidos que sin importar el paso del tiempo, jamás cambiarían.

En algún momento se cansó de caminar, se sentó sobre la arena, un poco alejado de la orilla y observó el mar. Nadie caminaba por ese lugar, completamente vacío de vida más allá de la vegetación a su espalda o el clamor de las gaviotas volando en lo alto. Entonces, dejó que las emociones se antepusieran a su razón, se permitió llorar por los recuerdos y sentimientos de su pasado "yo".

No lo olvidó, ese medio príncipe no olvidó ese amor, siempre lo tuvo presente hasta el último día, hasta la última página, en cada palabra escrita con una perfecta y antigua caligrafía.

—No te olvidó, idiota —se dijo a sí mismo y se limpió las mejillas, burlándose de su pasado—. Te escribió un jodido libro, leímos su último mensaje, ¿ya estas conforme?

Si, lo estaba. Sabía que el príncipe vivió más allá de su muerte, tal vez siempre sintió ese vacío por su perdida, pero no podía esperar más. La vida era así, la realidad era así, una espera infinita buscando aquello que faltaba.

Incluso si Todoroki no recordaba ese amor, el sentimiento siempre estuvo ahí. Silencioso, esperando, avanzando poco a poco, pacientemente y con cuidado. Debía darle crédito al medio idiota, antes o ahora, siempre era el primero en enamorarse y decir el primer "te amo". Jodidamente injusto, se prometió a si mismo que no volvería a seguir sus pasos, pero en ser sincero con lo que sentía siempre perdía. Ya no más.

Se lo diría, recordara su promesa de encontrarse en ese lugar o no, le diría que lo amaba. No había más que esperar.

—Podrías dejar ya de atormentarme ¿no crees? —murmuró, dando un suspiro y asegurándose de controlarse a sí mismo—. Voy a estar junto a su reencarnación todo lo que pueda.

Lentamente se levantó. Tomó sus zapatillas entre los dedos índice y medio de su mano izquierda, y volvió a caminar por la orilla, de regreso al hotel.

—Seremos jodidamente felices esta vez.

No hubo una respuesta de su propia consciencia, él y su pasado estaban seguros de que así sería. Siempre iba por el primer puesto, y en ese momento, aquel sería mantener esa idílica promesa de felicidad. La alcanzaría en todos los momentos posibles, sin importar la dificultad.

Y sabía que Todoroki haría lo mismo, no por nada atravesaron todo un jodido año y tantos problemas para dejarse vencer tan fácilmente por la maldita vida.

El sol descendió y los colores se tornaron cálidos. Las gaviotas seguían volando por sobre el mar, hablando entre ellas. La brisa se tornó tibia, le hizo sentir mucho más la llegada de la nueva primavera.

Mantuvo la mirada sobre el mar en cada paso que dio, observando el reflejo del sol contra el agua, los pasos que daba hacia el mar; lentos, no notables para el ojo humano más allá de los colores en el cielo, pero perceptible en el brillo, en el calor constante, en la ilusión de no saber si amanecía o atardecía, solo un limbo donde las almas estaban destinadas a volver a encontrarse.

Sus ojos miraron sus pies siendo ligeramente acariciados por el respiro del mar. Se perdió por un momento en esa imagen, sintiendo el calor del sol sobre los hombros y la brisa alborotándole, aún más, el cabello. Entonces, cuando la mirada rubí subió al sentir que alguien se le acercaba, lo primero que vio fue la imagen del príncipe, su sonrisa, su mirada amorosa y su mano buscando la suya. Pero, tan rápido como esa imagen llegó, desapareció.

Se detuvo a tres pasos de su Shouto, notando los iris bicolores sorprendidos, la luz del atardecer enmarcando su rostro y la brisa revolviendo su cabello. La expresión de desconcierto seguía en él, como si hubiera visto algo que no esperaba, pero que poco a poco entendía.

—¿Qué estás haciendo aquí, medio idiota?—cuestionó.

Su voz se escuchaba tan tranquila, tan apacible que él mismo se sorprendió de oírse, pero recibió ese sentimiento de calma con los brazos abiertos.

Esa paz se sentía bien.

Todoroki no le respondió. Continuó observando su rostro, buscando algo o a alguien que desconocía. Una señal, una razón para estar ahí que Katsuki no entendía más allá de sus propias excusa. Pero, el silencio bienvenido no duró por demasiado tiempo.

—¿Qué estás haciendo tú aquí? —cuestionó Shouto. Su voz se escuchó un tanto insegura—. Creí que le pediste a Aizawa volver al hotel porque te sentías mal.

Las cejas rubias se arquearon en confusión

—No sabes ni una mierda sobre lo que hablé con Aizawa.

Sin respuestas una vez más. Katsuki sintió el agrio aroma de la inseguridad y la ansiedad venir desde el chico, pero no tuvo el valor para preguntar qué le sucedía.

Cayeron en el silencio otra vez, bajo los anaranjados rayos del sol. Mientras que los iris bicolores se mantuvieron bajo, los rubíes fueron atraídos hacia la imagen del atardecer. El sol descendiendo más y más, casi tocando el mar y entonces, llegó a él un recuerdo, uno que verbalizó sin siquiera darse cuenta.

—El sol está besando al mar —murmuró, ignorando la mirada conmocionada que Todoroki le daba.

El mar... Si él fue el sol, Todoroki era el mar, recordó. Calmo, lleno de secretos, hablando en susurros, a veces tormentoso, con una ira que podía arrasar con todo y luego volver a la calma como si nada hubiese ocurrido. Si, tal para cual.

Sonrió para sí mismo. Incluso ahora, seguía pensando que Shouto se parecía al mar.

La nostalgia que empapó su pecho era cálida, olía dulce y el cosquilleo que dejó sobre su piel era agradable, como una caricia, como el más bello recuerdo que tenía y que, a pesar de no dejarse influenciar por el pasado, quería mantener esa comparación en su memoria.

—Bakugou —llamó Shouto. Los ojos rubíes, aburridos, se posaron en él por un momento—. ¿Dónde...?

Algo brilló cerca de la orilla. Llamó su atención inmediatamente e ignoró al chico frente a él.

—¿Qué mierda es eso? —masculló para sí mismo.

Se inclinó sobre la orilla, había algo incrustado en la arena, parecía ser un metal o similar. Sin esfuerzo, pero temiendo que la corriente volviese a llevarse el objeto a la profundidad, lo tomó, lo limpió un poco con la misma agua marina y lo observó.

Era una reliquia en forma de sol, Katsuki la reconoció inmediatamente, con un sentimiento de calma agridulce sobre el pecho, sin sentir al bicolor acercarse a él y mirar el objeto por sobre su hombro.

Aquello que buscaron tanto en su vida anterior, aquella reliquia que creían era mágica y que terminaría por alejar toda la desgracia que los persiguió, permitiéndoles ser felices al fin, lejos de todo y todos.

Llegó un poco tarde, pensó Katsuki.

—Eso es... ¿Un colgante? —masculló Shouto, logrando sorprender al rubio—. Me gusta.

O tal vez no. Tal vez llegó en el momento adecuado.

—¿Ah, sí? —Katsuki le dio la reliquia sin dar explicaciones, y comenzó a caminar otra vez en dirección al hotel—. Ten, puedes quedártelo. No necesito una maldita reliquia.

Mientras el rubio avanzaba, Todoroki observó el colgante un poco más. Al pasar los dedos por sobre este y mirar la espalda del chico que se alejaba lentamente, entendió porqué estaba ahí. Porqué estaban ahí.

Ese era el lugar. El lugar donde su pasado prometió encontrarlo, encontrarse otra vez en su próxima vida y no separarse jamás.

Shouto lo recordó. Recordó la única promesa que mantuvo siempre, incluso sin saberlo, y que, en ese atardecer, cumplió.

Tomó su mano. Katsuki se tambaleó un poco al verse obligado a detenerse tan sorpresivamente. La expresión furiosa volvió a su rostro y fijó su atención otra vez en el bicolor. Pero, antes de que pudiese decir cualquier cosa, Todoroki hablo.

—Lo siento —dijo casi sin aliento—. Katsuki, lo siento.

El rubio calló, confundido por su actitud.

Se miraron el uno al otro, en silencio, con nada más que el sonido de las olas o las gaviotas volando sobre sus cabezas. Se sentía cómodo, se sentía familiar. Estar ahí, observando sus propios reflejos en los iris ajenos que conocían tan bien, que aparecieron en sus sueños más de una vez, comprendiendo a quien pertenecían incluso si no había un recuerdo claro.

Sintieron paz, sintieron que la espera se terminaba, que cada pequeña pieza de un enorme rompecabezas terminaba, al fin, de encajar.

—Lo siento, demoré en llegar —murmuró Shouto.

Ambos sintieron los ojos humedecerse, ambos comprendieron el significado detrás de esas palabras.

— Ya no tienes que esperar.

La mirada bicolor se tornó cálida. Katsuki vio su propio reflejo en ellos, vio su propia mirada llena de amor y calma, iluminada por el atardecer. La sonrisa se extendió con el mismo sentimiento, profundo, intenso, ese que no dejó de existir a pesar del pasar del tiempo.

Era todo lo que siempre quiso, incluso si no sabía de ello. Escuchar esas palabras, cumplir esa promesa de encontrarse una vez más en ese lugar, era todo lo que necesitaba para sentirse completo una vez más.

—Realmente te tomó tiempo —susurró Katsuki, sin poder alzar la voz—, medio príncipe.

Ambos, al mismo tiempo, se sonrieron y rieron.

—Realmente te gustaba ese apodo —murmuró Shouto, atrajo al rubio hacia su cuerpo y no dudó en besarlo.

Sus brazos se envolvieron los unos con los otros, aferrándose al cuerpo ajeno y prometiéndose, silenciosamente, no dejarse ir jamás.

Se besaron profundamente, mientras los tonos anaranjados desaparecían junto a la espera, dando paso al azul de la noche y a los nuevos anhelos que compartían. Escuchando sus propios latidos sobreponerse al ruido de las olas, sintiendo la fría brisa que quería robarles el calor, pero estando juntos jamás podría hacerlo. No necesitaban del sol y su luz, simplemente tenerse el uno al otro y así, el frío jamás los alcanzaría.

Estar juntos era más que suficiente.

Cuando el aire se acabo, los labios se separaron lentamente entre pequeños besos que se negaban a desaparecer, ansiosos por continuar, pero tenían todo el tiempo del mundo, toda la vida si deseaban, para volver a encontrarse en un beso.

Simplemente abrazados bajo las estrellas y la luna que poco a poco tomaban lugar en el cielo. Siempre en silencio, la cabeza rubia contra el hombro ajeno, la bicolor apoyada contra este, los cabellos mezclándose tal como sus almas.

—¿Lo recuerdas? —cuestionó suavemente Katsuki, sin alejarse del reconfortante calor de los brazos del chico—. Todo aquello... ¿Lo recuerdas?

Shouto se tomó su tiempo para responder. Lo abrazó un poco más fuerte, atrayéndolo a su cuerpo todo lo que podía. Sus labios mantuvieron una sonrisa apacible, tranquila y enamorada. Entonces, negó.

—No recuerdo nada—respondió, sus cuerpos se separaron tan solo un poco para poder mirarse—. Recuerdo nuestra promesa de volver encontrarnos en este lugar y que te amo más que a nada... ¿Eso es suficiente?

Agridulce, pero más que suficiente. Suavemente, Katsuki asintió y volvió a apoyarse contra el calor ajeno.

No dependían del pasado, recordó. Con que solo uno de ellos recordara todo era suficiente, se amaban de todas formas ¿no? Tal vez, incluso si él mismo hubiese carecido de memorias, también sentiría el lazo que los unía y acabaría por enamorarse de Todoroki tarde o temprano, como le sucedió.

Y ahora que recordaba...

—Yo también te amo... —murmuró.

El cuerpo ajeno se tensó, Katsuki se alejó rápidamente, necesitaba ver la expresión de Shouto y no se arrepintió.

Se veía sorprendido, estúpidamente sorprendido, como si estuviese soñando y tentando a peñizcarse a sí mismo para asegurarse que no era así. Y Katsuki era débil ante esa cara de idiota, del idiota Shouto que amaba. No pudo evitar reírse de él.

—¿Qué...? ¿Qué dijiste? —cuestionó, como un idiota, pero bien, Katsuki ya tenía más que aceptado que quería quedarse con ese idiota.

—Jodido sordo —masculló, y le sonrió—. Dije: También te amo, medio idiota.

Shouto sonrió, tomó sus manos y se las llevó hacia los labios, besando sus nudillos, como si fuese lo más valioso en su mundo.

—No le agregaste "medio idiota" la primera vez... —murmuró contra su piel.

El rubio resopló. Incluso si quería enfadarse no podía hacer más que reír. Se sentía pleno, feliz, ninguna estupidez que el otro dijera podría cambiar su humor.

—¿En serio te vas a fijar en ese jodido detalle? —Fingiendo, fácilmente, enojo se alejó de Shouto—. Hijo de puta, te digo que te amo y te preocupas por un apodo.

—Insulto-apodo.

—Lo que sea.

Caminó hacia el hotel, sintiendo los pasos de Shouto tras los suyos, alcanzando y acomodándose a su ritmo. Tomó su mano libre, entrelazó sus dedos y continuaron andando por la orilla del mar.

En algún momento se detuvieron para que el bicolor también se quitara las zapatillas y se adentraron un poco más en el mar, lo suficiente para que este les rozara los pies al tocar la orilla. Sin la necesidad de palabras, solo con sus dedos entrelazados, no se preocuparon por regresar rápidamente al hotel.

Volverían a aquel lugar al día siguiente, y el último día del viaje también. Tal vez en un futuro, cuando tuviesen tiempo libre y necesitaran estar solos, volverían a esa playa que siempre encontrarían ya fuese con las memorias de la cabeza o del corazón.

La luna iluminó su camino, su luz empapó sus siluetas y todo volvió a sentirse mágico una vez más, tranquilo y eterno.

Los iris rubíes miraron al chico a su lado; su expresión tranquila, el tenue brillo de las olas y la luna reflejándose en sus ojos. La paz que sentían juntos era invaluable, el sentimiento de estar completos al fin; sin tener un vacío que llenar.

Entonces, Katsuki sintió que alguien pasaba a su lado, le rozaba el hombro suavemente y, cuando se dio la vuelta, se vio a sí mismo.

Vio a su pasado yo, con su capa ondeando por el viento y su traje medieval; devolviéndole la mirada, con una sonrisa altanera que, a la vez, expresó una infinita calma que él, como su presente, podía entender. Entonces, junto a la imagen de su antiguo yo, vio al príncipe. Su vida anterior y la de Shouto se tomaron de la mano y se alejaron de ellos sin mirar atrás una última vez, caminando siempre juntos en dirección contraria a sus reencarnaciones, hacia la profundidad de la playa que fue testigo del amor de antaño.

—Katsuki... —llamó el chico a su lado.

Cuando los iris rubíes dejaron de mirar a la distancia para centrarse en la persona a su lado, no esperó encontrarse con la expresión sorprendida y consternada de Todoroki. Los iris de desigual color miraban hacia la misma lejanía en la cual, segundos antes, posó la mirada y luego regresaban hacia el rostro del rubio.

Tan asombrados como si hubiesen visto un fantasma... Pero, en teoría, fue lo que vieron ¿no?

—¿Viste eso...? —cuestionó el bicolor.

—¿Viste eso también?

El bicolor asintió. Tal vez fue el viento o no, pero ambos sintieron un escalofrió.

—Regresemos al hotel—murmuró Shouto, y sus manos se apretaron la una con la otra con más fuerza—. Rápido.

—Jodido miedoso —se burló el rubio—, pero es la mierda más rara que me ha pasado en la vida. ¡Vamos ya!

Shouto asintió una vez más y los pasos se apresuraron. Incluso si estaban sorprendidos, y un poco asustados, por lo que vieron, la paz y plenitud empapó sus pechos suavemente tal cual las olas que rozaban sus pies.

Cada cual estaba con quien debía estar, pensó Katsuki, siguiendo los rápidos pasos de Todoroki, riendo cuando comenzaron a correr sin razón alguna. Siempre con los dedos entrelazados.

El pasado junto al pasado, el presente junto al presente; ambos uniéndose durante los atardeceres en ese lugar donde nadie los encontraría jamás.







•••••••••(•••)•••••••••

Jamás existió la idea  de que Todoroki recordara su vida pasada, simplemente que sintiera su conexión con Katsuki y ya, eso era más que suficiente. Todoroki nunca necesitó de los recuerdo, tan trágico como fue, solo le haría mal y es algo que se planteó a lo largo y ancho de la historia.

Había algunas preguntas que voy a responder: Solo Katsuki conoce el lenguaje de los dragones (en el cual está escrito el libro) y solo le enseñó este a Todoroki en el pasado. Kirishima también podría saberlo si tuviese sus memorias, pero no es así. ¿Podría Bakugou, como presente, enseñarlo? Si, podría, pero no es necesario que el mundo de esta historia lo sepa.

El colgante en forma de sol (para los que solo leen esta historia) es una reliquia mágica en la historia anterior. Como se dijo en este capítulo, alejaba el mal o, más concretamente, el mal que envolvía a Todoroki, pero este estaba perdido y aparecería 600 años después, cronológicamente en esta historia como ya se vio (si quieren leer este capítulo desde el punto de vista de Shouto, pueden leer el epilogo de la historia anterior).

¡Muchas gracias por el apoyo! La historia llegó a los 50k y estoy muy feliz por ello. Ha sido un largo viaje, aunque aún no es el final y ahora puedo decir que la tercera parte habrá un salto de tiempo.

Próximo capítulo, el último de este segundo arco y comienza el tercer y último "Why?"

Gracias por el apoyo. 

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