BAJO LA PIEL

By Lady_Calabria

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Max parece manipulador, arrogante e inteligente; un fuckboy de manual. David es nuevo en el mundo de los rico... More

Personajes.
1. DAVID
2. MAX
3. NICK
4. ALEX
5. TODOS
6. TODOS
7. RYAN
8. DAVID
9. TODOS
10. MAX
11. NICK
12. ALEX
13. DANTE
14. TODOS
15. DAVID
16. MAX
17. TODOS
18. TODOS
19. NICK
20. ALEX
22. DAVID
23. TODOS
24. DAVID y MAX
25. TODOS
26. TODOS
27. TODOS
EPÍLOGO.

21. DANTE Y RYAN

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By Lady_Calabria

—¿Estás bien? —le preguntó Greg. Y Ryan volvió a la realidad repentinamente, se había quedado pasmado pensando. Asintió dibujando en sus labios una sonrisilla tranquilizadora.

—Sí —dijo. Greg no parecía muy convencido pero le dejó en paz con sus pensamientos. Evitó mirar a Dante. Solo, sentado en el fondo. Últimamente solía estar muy solo. Porque Dante no tenía amigos y ya no podía estar con él.

Le daba tristeza verle así. Pensativo, fumando en soledad. Pero no dejaba que nadie se acercase tampoco. Su soledad era algo que él mismo se había buscado.

Su hermano era así. Porque se cortaría una oreja antes de dejar que alguien le compadeciese. No sabía decir cosas cariñosas, porque era un bruto y para él era más difícil explicar un sentimiento que entender la física cuántica. No es que se hiciese el duro, simplemente, no sabía ser de otra manera.

Les había dando la mañana libre para asistir a la competición de natación. Ya que duraba todo el día.

Constaba de cinco carreras. Ryan pensaba que lo que se había propuesto los que hicieron esa clase de estructura era dejar a los participantes agotados y para el arrastre...

Nick lo estaba haciendo muy bien. Llevaba dos ganadas en primer puesto, una en segundo y otra en cuanto lugar. Entre carrera y carrera les dejaban unos minutos de descanso, pero todavía no habían podido verle porque el entrenador se lo llevaba para hablar con él.

—Te veo... preocupado —Insistió Greg después de unos minutos más de ensimismamiento. Ryan sonrió y se encogió de hombros. Greg siempre tan atento. Él sí sabía de sentimientos, era tan cariñoso....

Le cuidaba y le protegía. Le hacía feliz.

Se sentía querido y eso le gustaba. Pero no podía evitar añorar los días de verano con su hermano. Esos días en que nada parecía importar más que ellos...

Aunque no fuese feliz, porque no lo era, esos días se le antojaban mejores.

Pero evitó pensar en eso. Era la primera vez en su vida que tenía novio.

La primera vez que sentía que le quería alguien, y que estaba bien corresponderle. Y eso le bastaba.

Porque con Greg no era solo sexo. Incluso con él eso era diferente. Su hermano era un animal, Greg le trataba como si fuese de cristal.

Por extraño que pareciese, esos dos polos opuestos le encantaban. A veces se sentía mal cuando los comparaba, pensaba que no estaba bien. De hecho, no lo estaba. Todo lo que rodeaba sus pensamientos y deseos estaba mal.

Porque le echaba mucho de menos. Aunque compartiesen habitación, casi no coincidían más que para dormir, no hablaban apenas...

—¿T-te importa si voy a hacer compañía a mi hermano? —preguntó. Greg observó a Dante con una rápida mirada y negó, aunque se notaba que no le gustaba mucho. Pero Ryan ignoró eso y se fue.

Dante evitó mirarle. Clavó su mirada en el agua de la piscina fingiendo que le interesaba el patrón de aquellos azulejos que la revestían.

Ryan se sentó a su lado.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Dante todavía sin posar su mirada en él— ¿No deberías estar con tu novio?

—Tengo tiempo para mi hermano —le dijo suspirando. Dante no contestó a eso— ¿Dante, estás bien?

—¿Que si estoy bien? —repitió incrédulo su gemelo y soltó una ponzoñosa carcajada— Estoy mejor que mal, pero muchísimo peor que bien. Lo que quiero decir es que estoy bien jodido.

—Solo estás jodido porque ya no me jodes —le susurró Ryan con el ceño fruncido. Dante soltó un suspiro y negó con los ojos cerrados.

—Estoy jodido porque cuando me despierto tu ya no estás en la cama de enfrente, te has ido a buscar a tu Chino...

—Japonés —le interrumpió Ryan para puntualizar.

—Joder, ¿Qué cojones importa eso? —Exclamó Dante, y Ryan le vio sonreír como si su comentario le hubiese divertido. Sabía que esa conversación era muy difícil para el bruto de Dante y quería aligerar la tensión— Vas a buscar a tu medio Japonés y yo... ya no oigo tu risa cuando me enfado porque me despiertas tirándome algo.

Ryan sintió una opresión en la boca del estómago.

—¿De verdad? —susurró. Dante asintió— Yo no quiero alejarme de ti... aunque a veces sí quiera hacerlo.

—Coño, Ryan, ¿Por qué eres tan jodidamente complicado? —le preguntó Dante suspirando con cansancio.

—¿O es que tú eres muy simple?

—Puede ser —sonrió— Sabes que soy feliz siendo un retrasado simple, no complico las cosas como tú —le dijo mirándole de reojo. Ryan se tragó el reproche porque era verdad, tenía razón, complicaba las cosas— ¿Cómo te va con tu chico?

—No lo digas como si fuese algo malo —rogó. Dante se encogió de hombros— Sabes que es mejor así, tu no puedes darme lo que necesito.

Dante rio y sonrió con la promesa de sucias travesuras guardadas en su boca.

—Oh, sí puedo darte lo que necesitas —le dijo. Ryan se sonrojó. Desde luego que Dante podía satisfacer "esa necesidad" pero no más.

—¿Ves?, contigo todo acaba reducido a eso.

Dante tiró el cigarro al suelo y lo pisó para apagarlo. Le miró.

—Es que es lo que pasa conmigo, hermano —le dijo muy serio— algo en mi cabeza hace que solo vea sexo por todas partes, estoy enfermo. Vaya donde vaya, veo cosas en sitios donde la gente normal no ve nada sucio, pero joder, yo sí lo veo. Tengo una mente pervertida, me puede el vicio.

Ryan le miró.

—Por eso —le dijo lentamente— es mejor que yo este con Greg y tu folles tranquilamente...

—¿Me vas a decir que ya no te importa?

—Claro que me importa —le dijo muy serio— Pero si yo pretendo ser feliz con alguien, tengo que dejar que tú también lo seas.

Dante suspiró y se puso en pie. Y sin despedirse se marchó.

Ryan buscó a Greg y fue con él. Sus amigos no le caían bien. Eran demasiado ruidosos, demasiado infantiles para mantener una conversación. Pero eran sus amigos y él no podía cambiar eso, porque no estaba bien pretenderlo. Aunque todos fuesen unos frikis, salidos y pajilleros....

Cuando llegó, uno le estaba contando una película porno al resto. Ryan pensó que no había nada más triste que conformarse con que un tipo te cuente una película porno. Esa clase de películas estaban hechas para ser vistas, no contadas. Greg parecía aburrido y al verle se le iluminó la cara como si le salvase de algo tedioso. Le apretó suavemente la mano.

—¿Cómo está tu hermano? —le preguntó Greg. Ryan se encogió de hombros.

—Bien, supongo.

—Entonces las dos camareras gemelas se empezaron a enrollar —contaba el chico. Los rieron y pusieron cara de "¡Vaya!" Como diría cierto rubio.

—¿Qué le veis a dos gemelas lesbianas montándoselo? —les preguntó Greg.

—Tío, Greg, no lo entiendes —le dijo el chico con un mohín de mano— pero te aseguro que es algo precioso.

Greg suspiró y frunció el ceño.

—No entiendo como alguien puede hacer algo así, ni siquiera por dinero—susurró asqueado. Ryan le miró fijamente.

—¿Por qué? —le preguntó con aquel nudo de la culpa atragantado en su garganta.

—Es incesto —le dijo como sorprendido de que no le entendiese— No entiendo como alguien puede acostarse con su familia.... Con un hermano. A demás esas dos son gemelas. Son iguales, ¿No te parece raro? Sería como acostarse con uno mismo, como si tú te acostases con Dante —Ryan desvió la mirada. Pero el chico no lo notó— Supongo que algo en la cabeza de esas personas no marchará bien.... Porque yo lo veo algo muy sucio. Horrible.

Ryan miró al suelo.

—S-supongo... —susurró— que es una forma de verlo...

Sabía que lo suyo con Dante era algo sucio y prohibido, y quizá esa era la clave de su excitación, pero oírlo así no era agradable.

**********************************************

Dante entró en los vestuarios de la piscina. La puerta estaba cerrada. Así que llamó con los nudillos, pensó que iba a ser educado e iba a pedir con toda la amabilidad del mundo que le dejasen ver a Nick un puto segundo para desearle suerte.

La puerta la abrió Luis. Dante sonrió. El chico se puso colorado. Dante pensó que Luis era mono. Cabello castaño, ojos marrones, delgado, piel clara. Del montón, un chico normalito, no llamaba la atención. Pero le gustaba.

Había bastado tirarle un poco los tejos para que le dejase besarle, y había bastado besarle lo suficiente para que le dejase follarle.

¿Hetero?

Y una mierda.

—¿Qué haces aquí? —susurró el chico mirando alrededor por si había alguien que pudiese escucharles.

—Déjame pasar, por favor —le dijo acercándose— Quiero ver a Nick.

—El entrenador dijo que nadie puede entrar —le dijo.

—Vale —Dante se acercó más-, hablando en susurros— Pero yo puedo entrar, ¿Verdad, Luis?

Luis se puso colorado. Dante supo que lo había pillado. Entró. Y entró de lleno, entró mucho y largo rato.

—¡Luis! —gritó la voz de una chica que venía por el pasillo. No muy alta, delgada y rubia con rizos. Parecía una muñeca de labios gruesos.

La chica se colgó del cuello de Luis y le besó, y después de desearle suerte se marchó por el pasillo hacia las gradas.

—¿Sabe tu novia las cosas que sabes hacer con esa boca tuya con la que le besas? —le preguntó Dante con malicia. Luis le dedicó una mirada llena de resentimiento. Eso era una clara amenaza. O le dejaba entrar o le sacaba del closet a rastras. Dante tenía pruebas para eso. Sabía un secreto....

Un tatuaje en un sitio escondido....

Si alguien dudaba solo debía contar el paradero de tatuaje y lo que era para que le creyesen.

Luis se apartó de la puerta.

—Sígueme.

—Voy detrás de tu culo —canturreó Dante. Se quedó mirando su bañador. Y al pasar a su lado se lo bajó por detrás dejando al aire su trasero blancuzco con el tatuaje del nombre de la novia de este. Pau— Dale recuerdos a Pau de mi parte, hombre. Nos hicimos muy amigos el otro día... de tanto sobar su nombre uno ya se siente como de la familia.

Luis rio y se subió el bañador muy sonrojado.

Dante pensaba que eso de tatuarse el nombre de una novia en el culo era una estupidez, porque si cortaban Luis se quedaría con un "Pau" en la retaguardia.

—¿Ella tiene un "Luis" ? —le preguntó Dante. Luis sonrió y asintió— ¿Dónde?

—No te lo diré.

—Bueno, si quieres puedo buscarlo por mí mismo... —le dijo con malicia. Luis le miró un segundo como pensando si sería capaz. Y al parecer pensó que sí. Qué poca confianza en ella, aunque claro, dicen que cree el ladrón que son todos de su condición.

—Tiene uno en su teta izquierda —le dijo. Dante sonrió.

—Precioso, muy elegante —le dijo Dante con burla— Te lleva cerca de su corazón y tú la llevas cerca de tu culo, súper romántico.

—Estábamos muy borrachos —le explicó Luis avergonzado. Le abrió la puerta del vestuario de chicos, donde estaban cambiándose los nadadores.

Dante no se había dado nunca cuenta de todas las puertas que tenía ese lugar hasta que las cerraron todas. Iba a entrar y Luis le agarró suavemente de brazo.

—Oye, Dante. Lo de la otra anoche... es un secreto.

—Claro que sí, Puedes acampar en tu armario si quieres —le dijo Dante distraídamente, buscando a Nick entre todos esos chicos.

—Pero...

—¿Pero?

—Podemos vernos otras veces... —siguió el chico con las mejillas encendidas. Dante sonrió— sin que nadie que se entere...

—Ya veremos —le dijo Dante. Luis asintió y miró al suelo.

Entró y se dirigió directamente hacia Nick. El moreno ya se había puesto los pantalones. No como algunos de los chicos que estaban a su alrededor y que le miraban extrañados de verle allí. Nunca había sido muy amigo de Nick, en realidad nunca había sido muy amigo de nadie, pero le apetecía saludarle y decirle simplemente "suerte".

—Dante, hola —le saludó Nick con la mente en otro sitio.

—Te falta una carrera para ganar, campeón —le dijo sonriendo.

Nick sonrió feliz. Dante sabía que Nick deseaba ganar, no el motivo, porque no le gustaban rebuscar en la vida de los demás, Pero se notaba a leguas que se esforzaba más que sus compañeros para ello.

—¿Por qué no quiere tu entrenador que vengamos a desearte suerte? —le preguntó Dante.

—Dice que nos distraería...Aunque ya han venido antes Max y David...

—¿Y Alex no? —preguntó extrañado. Pensaba que si al rubio le daba la gana de entrar allí ya lo hubiese hecho. Lo pensó un segundo. De hecho ni siquiera le había visto en todo el día... Qué raro.

—No ha venido todavía —le dijo Nick bajando la mirada, parecía entre triste y preocupado— ¿Has hablado con él o algo? Dijo que vendría...

—Hoy no le he visto.

Nick frunció el ceño. Su teléfono móvil sonó y rebuscó entre las cosas de su bolsa.

Miró la pantalla.

Descolgó.

—¿Alex?, ¿Qué?, ¿Quién eres tú? —preguntó extrañado. Dante prestó atención— ¿Qué? Espera, espera. ¿Romano? ¿Dónde está Alex?

Dante vio como en el corto silencio donde el interlocutor hablaba Nick iba palideciendo, abrió mucho los ojos horrorizado.

—¿Qué le ha pasado? —preguntó Nick asustado. Y cuando oyó la respuesta tiró el móvil a la mochila y salió corriendo tal y como estaba. Dante fue tras él.

*********************************************************************

Ryan se aburría. Así que le dijo a los chicos que se iba al baño, aunque solo quisiera pasear un poco.

Y se extrañó mucho al ver salir corriendo a Nick pasillo arriba, sin camisa y descalzo. Y a Dante después, corriendo tras él. No pudo evitarlo y les imitó.

—¡Dante! —le llamó, su hermano se giró sin dejar de correr tras Nick— ¿Qué pasa?

—Alex —le dijo solamente.

Siguieron a Nick hasta la entrada del centro. Donde estaba un coche negro aparcado. Y un chico vestido de negro les esperaba. Romano. Dante lo supuso por la llamada y Ryan porque Alex le había hablado de él.

Nick llegó el primero.

Ninguno de los gemelos habían visto a Nick realmente enfadado nunca, y en aquel momento lo estaba. Ambos se sorprendieron al descubrir que el bonachón de Nick podía dar verdadero miedo.

Con su considerable fuerza embistió de un empujón a Romano contra el coche. Como un toro manso que se vuelve bravo para defender lo suyo.

—¿Qué le has hecho a Alex? —bramó agarrándole de la camiseta para empujarle y estamparlo de nuevo contra el coche.. El chico no reaccionó, aguantó el empujón y el golpe contra el coche con cara de dolor pero manteniendo la calma. Aquella no era la primera vez que pegaban a Romano.

—¡Yo no le hice nada! —le dijo levantando las manos en gesto tranquilizador— está dentro del coche.

Le abrió la puerta. El chico rubio estaba tumbado, como dormido, en el asiento de atrás. Con el ruido se despertó y al ver a Nick casi se lanzó a su cuerpo para abrazarle, llorando en silencio.

Ryan tragó saliva. Tenía el pómulo amoratado, el labio partido con una raja sangrante, lucía una herida en la frente. Y el blanco de su ojo izquierdo se había teñido de rojo sangre por una hemorragia. Parecía que ya se las habían curado y que estaba recién duchado, con el cabello mojado todavía. Iba vestido con ropa negra que le iba grande.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Nick en un gruñido fiero mirándole a los ojos. El chico en sus brazos temblaba.

—Tom —dijo Romano. Dante recordó el día que fueron a dormir a su casa.

Ese hombre quería acostarse con Alex.

¿Acaso lo había intentado sin su consentimiento?

*********************************************************************

Ryan suspiró con tristeza mientras Alex se agarraba a su almohada asustado.

No había dicho palabra desde que llegó. Solo se había agarrado a Nick con todas sus fuerzas, que no parecían ser muchas, parecía algo desorientado, como si tuviese la mente en otra parte. Y su mirada permanecía mirando al frente perdida.

Nick estaba terriblemente enojado con Romano, pero Ryan insistió en que no era momento de discutir. Nick cargó a Alex en brazos y se lo llevó por los pasillos del instituto.

Ryan vio como Alex escondía la cara en el hueco de su cuello, dejando que le llevase en brazos agarrado a su cuello.

y por un segundo deseó tener lo que ellos tenían.

Se querían tanto que se notaba irradiando ese cariño arroyador. Y les envidiaba profundamente por ello.

El momento en el que Nick, con el chico todavía cargado, giró su cara para chocar suavemente su mejilla con la del chico herido se le quedó marcado a Ryan en su mente.

Cuando llegaron a la habitación, Alex no quería soltarse de Nick.

Y Ryan había tenido que sujetarle para poder separarle del moreno. Pero por lo visto no le gustó nada que le tocase. Así que no lo hizo más.

Dante se mantenía en la puerta. Nick y Romano se había ido al baño a hablar.

Aunque no era necesario agudizar el oído para poder escuchar lo que pasaba dentro de ese aseo.

—¿QUÉ COÑO LE HA PASADO? —le gritó Nick, estaba tan enfadado que Dante pensó que debía tener ganas de matarle. Y solo era el tono de voz.

Romano le contó que Alex se había escapado para comprarle droga, que lo sabía por una tal Cio, que habían ido a buscarle a una fiesta y allí Tom le había encontrado. Que Tom le había dado una paliza al pobre de Alex, que le habían intentado violar y que Romano le dio una paliza al hombre y lo dejó para el hospital, medio muerto.

—¡Todo esto es culpa tuya! ¡Si no le vendieses esas cosas! ¡Tú eres el que le está jodiendo la vida! ¡TODO ESTO ES TU PUTA CULPA!

—Tienes razón —le dijo Romano. Dante oyó mucho ruido y abrió la puerta. Romano estaba en el suelo, sobándose la mejilla enrojecida e intentando taparse la nariz con la otra mano, le sangraba. Nick se la había roto de un puñetazo— No es momento de pelearse. Aunque, Puede que vaya a la cárcel si ese tipo la palma, así que si quieres pegarme, hazlo antes de que me enchironen. Porque los quince años a la sombra no me los quita nadie.

Nick no le pegó, solo salió de la habitación como un tren descarrilando. Dante se apartó rápidamente. Nick fue hasta la cama.

—¡SOLO TENÍAS QUE QUEDARTE AQUÍ! —le gritó a Alex. Que se agarró más fuerte a la almohada, temblando con la mirada perdida— HACER LO QUE TIENES QUE HACER POR UNA VEZ EN TU VIDA, ¡Si te hubieses quedado aquí no hubiese pasado esto! —Se giró hacia Romano muy enfadado, pero aguantando su rabia para no meterle de golpes allí mismo— ¡Si tú no le vendieses esa mierda no hubiese ido a la boca del lobo! —bajó la mirada derrumbándose— Si yo hubiese estado con él...

—Haya p-pasado lo que haya pasado —dijo Ryan intentando parecer conciliador— Está hecho. N-no sirve de nada culpar a la gente. A-ahora solo hay q-que buscar una solución.

—¿Solución?Mi solución es matar al Tom ese —dijo Nick cegado por la rabia. Romano negó.

—Eso ya lo hice yo. 

Alex tembló en su cama tras ese comentario.

—¡Me da igual! —le gritó Nick sin reparar en el muchacho— Quiero arrancarle las pelotas, ¿Cómo se atreve a tocar a Alex? Joder ¡Mira lo que le ha hecho!

Alex se encogió en la cama y lloró en silencio. Dante no tenía el instinto de protección demasiado agudizado. Pero sintió que alguien debía ocuparse de ese chico.

Nick pareció olvidarse de su enfado en cuanto posó si vista en su novio.

Se sentó justo a él y Alex se abrazó a su cuerpo de nuevo. Dante pudo ver la ternura con la que el moreno acariciaba el cabello del chico, como si fuese más valioso que el más grande de los diamantes.

—Pequeño... —le susurró abrazándole también. Su cara era pura tristeza, y se veía la preocupación y la culpabilidad— ¿Qué te ha hecho? Lo siento... lo siento...

**********************************************************************

—Joder, es que ese chico tiene muy mala suerte —le susurró Dante a su hermano para que no les oyesen dentro de la habitación.

Ryan asintió mirando el suelo encerado del pasillo. Nick se reunió con ellos cerrando la puerta.

—Romano se ha quedado con él —les dijo— Oye, tengo que pedir que no le digáis nada a nadie, ¿Vale?

—Claro —asintió Ryan. Dante lo hizo con la cabeza.

—¿Está bien? —le preguntó Dante algo preocupado.

—No lo sé. No ha dicho nada todavía. Supongo que necesita tiempo para...

—Bueno, quizá no es nada —dijo Dante. Nick con cara de pocos amigos y tibeó un poco— Quiero decir... ese chico está loco, ¿No?

Ryan le miró como si quisiera pegarle una bofetada allí mismo. Dante comprendió que quizá había sido un poco insensible.

Nick se frotó el puente de la nariz con expresión cansada.

—No está loco —le dijo fríamente— Está enfermo, ¿Vale? Pero no está loco.

—Yo no lo entiendo...—dijo Dante mirando a Ryan para ver si él sí.

—Su enfermedad no tiene nada que ver con la locura. Locura es no distinguir la realidad de la fantasía y él lo hace —le dijo Nick con escasa paciencia— Bueno, cuando está en una ciclo maníaco puede que no... pero no está loco. Es algo emocional. Siempre dice que lo está, pero lo hace solo porque eso es mejor que admitir que es diferente. Porque se niega a comprender lo que le pasa...Oh, mira. No podéis entenderlo, dejadlo.

Dicho eso se metió en la habitación dando un portazo.

No se lo tomaron a mal porque Nick estaba con los nervios a flor de piel.

**********************************************************************

Cada uno se fue hacia un lado del pasillo. Dante oyó como el entrenador de Nick gritaba a través del móvil que si no volvía a terminar la carrera le expulsaría de por vida de cualquier competición.

Se aburría así que fue al jardín porque allí siempre solía haber alguien.

En efecto. Max y David estaban tumbados en la hierba tomando el sol en una bucólica escena.

Sonrió cuando vio como se hacían cosquillas sobre la hierba.

¿Eso era una pareja? Por un momento no me parecía tan terrible.

A él nadie le hacía cosquillas nunca.

Y de repente le dio algo de vergüenza interrumpir ese momento de comedia romántica. Era curioso que la pareja por la que nadie daba un centavo cuando empezaron fuese la que más estable parecía.

Pero Max le vio y le dijo algo a David. El chico rompió a reír y se apartó de él.

Max le hizo un gesto a Dante para que se acercase.

Y él obedeció.

—¿Quieres algo? —le preguntó Dante receloso.

—Hola —le saludó Max. David no le saludó pero no le miró con la mala cara de siempre— Qué solito te veo...

Dante se encogió de hombros. Últimamente siempre estaba solo, no era una novedad.

—¿Me has llamado solo para decirme que estoy solo? —preguntó con tono un poco cortante. La sonrisa de Max parecía realmente divertida.

—Sí —le dijo Max— Siéntate con nosotros anda.

Dante pensó en irse...¿Pero a dónde? No tenía a donde ir así que se sentó junto a Max.

—¿Sabes dónde está Ryan? —le preguntó David— Tiene que dejarme su redacción de Filosofía para que pueda corregir una cosa.

—No tengo ni puta idea de dónde está —dijo malhumorado— Pero seguro que estará cerca de Greg...

Max sonrió como si eso le hubiese hecho gracia. David asintió y se puso en pie.

—Voy a buscarle. No hagáis nada sucio hasta que yo vuelva.

—No tardes mucho...o no podremos evitarlo —bromeó Max posando la mano en el muslo de Dante. Dante se sonrojó por el contacto. David hizo un gesto como de cortar algo con los dedos y Max la retiró rápidamente.

—Me gustaba esa mano —le dijo Dante cuando David se fue. Max rio.

—Ya lo sé... —le dijo riendo y girándose para mirarle detenidamente— y a mí me gusta tu pierna.

—¿Solo mi pierna? —le dijo fingiendo estar ofendido.

Max negó mirándole descaradamente de arriba a bajo. Dante se sintió nervioso como una colegiala en su primera vez. La mirada de Max siempre tenía ese efecto.

—Genial —ironizó Dante— Perfecto, porque no podemos follar, David no te deja.

—No lo digas de esa forma —le regañó Max— David no puede mandarme ni decirme lo que tengo o no tengo que hacer, es algo que elegí yo, porque quería, para no hacerle daño...Para él es importante la fidelidad. Y para mí es importante él.

Dante frunció el ceño y miró hacia la hierba.

—¿Y vale la pena? —le preguntó.

—Sí.

Dante supuso que decía la verdad, porque si no fuese así el chico no sería tan rematadamente fiel a su maldito novio. Pensó que él nunca sería capaz de algo así y por eso había perdido a Ryan.

—Cuando te conocí... —le empezó a decir un poco nervioso— Creí que había encontrado a alguien como yo. Pero supongo que me equivoqué.

Max le miró fijamente con sus ojos astutos y Dante se puso más nervioso todavía.

—Yo era así. Follar por follar... sentirse solo. Es una mierda, porque llegará un momento en el que te preguntes si solo vales para eso.

—No creo —le dijo evitando su mirada para mantener la compostura— Ya sé que no valgo para nada más, y no creo que me canse nunca.

—¿Prefieres esto a Ryan? —le dijo con maldad. Dante se dio cuenta de que había notado su preocupación— Esto esta bien un tiempo, pero acabas sintiéndote tan solo...¿Verdad Dante?¿No te sientes muy solo?

—Eso, mete el dedo en la llaga —le dijo con puro sarcasmo— No te cortes por mí, échale sal a la herida.

Max rio a carcajadas en su cara.

—Pensé que sería divertido hablar sobre la soledad.

—Tan divertido como una patada en los cojones —repuso el pelirrojo. Max soltó una carcajada.

—Yo sé que quieres a tu hermano y toda esa mierda incestuosa, pero vamos a ser sinceros, no estás enamorado, ¿O me vas a decir que sí? —le dijo. Dante no supo qué contestar. Joder, el quería tener cerca a su hermano, ¿Qué sabía él de amor? ¡Putos sentimientos!— Vuestra relación es rarísima. No solo porque no sea muy normal, sino porque era tóxica. Tú estabas de puta madre pero Ryan no era feliz. Asúmelo. Y estás celoso... dices que le quieres...Pero no estas dispuesto a cambiar nada de lo que dolía a Ryan. Piensa. Olvídate de ti y tu deseo egoísta. ¿Qué es lo que quiere Ryan?

—Que me aleje de él —dijo gruñendo como un niño enfurruñado. Max rio y se sentó para mirarle bien a la cara.

—No —dijo como si hablase con un niño tonto. Le pegó un toquecito en la frente— Respuesta equivocada. Usa esa cabeza para pensar, ¿Qué quiere Ryan?

—No lo sé.

—Dios mío —dijo Max rodando su mirada— Tú hermano está fatal de la cabeza. No lo sabe ni él. Pero tú es que ni sabes por dónde viene el viento.

—¿De verdad me has sentado aquí para llamarme estúpido?

—Lo que quiero decirte es que Ryan quiere una relación normal. Quiere poder ir de la mano por la calle, ir al cine y todo eso. Pero está enfermísimo de la cabeza. Porque si llegó a renunciar tanto tiempo a eso para acostarse con su hermano gemelo violento es porque a Ryan lo que realmente le pone cachondo es el peligro. Le va la marcha. Y tenerte cerca hace que se le desmorone toda esa fantasía amorosa de abracitos y citas románticas que se ha montado con el primero que le ha prestado un mínimo de atención. Y no le dudará, todos lo sabemos, Greg nunca le dará la caña que tú le dabas, y Ryan necesita que le destrocen en la cama. Se cansará de él y buscará otro.

Dante suspiró asintiendo lentamente.


—Pero —prosiguió Max poniendo mucha seriedad en sus palabras—, si tú realmente quieres a Ryan, descubrirás qué es lo que quiere y lo harás. Aunque no te guste. Piensa que es lo mejor para él, no lo que te gustaría a ti. Si te importa su felicidad, hazle feliz. Porque si sigues dificultando su utopía de amor

te echará a ti toda la culpa de su fetichismo

y te acabará apartando totalmente para conseguirla.


Dante entrecerró los ojos.

—Todos esos libros de psicología que lees te están convirtiendo en un monstruo...

—Lo sé. Pero joder, ¿Qué cojones haces todavía aquí? —exclamó el de cabello negro. Señaló la entrada del pasillo con el dedo— ¡Corre a buscar a tu hermano de una puta vez y habladlo!

*********************************************************************

Ryan miró los ojos negros de Greg. Le gustaba cuando le abrazaba por detrás sin que se lo esperase.

—¿En Navidad estarás con tu hermano? —le preguntó en su oído. Ryan lo pensó. TODAS las navidades de su vida las había pasado junto a su hermano, y no esperaba que esta fuese la excepción, aunque las cosas cambiasen entre ellos.


—Eso creo —le dijo, aunque no muy convencido. Quizá lo que necesitaban era estar un tiempo separados.... Aunque le doliese en el alma.

—Unos amigos me invitaron a una casa que tienen en París...—empezó a contarle— Dijeron que te llevase.

—¿P-París? —sonrió Ryan— ¿Ya has estado?, ¿E-es tan bonito como dicen?

—Sí, te encantaría... Por favor, ven conmigo, Me gustaría tanto enseñártelo todo.

—A mí t-también me encantaría, p-pero yo...

—Tu hermano —dijo Greg separándose de él con un suspiro cansado. Ryan se apresuró a abrazarle.

-Perdóname...—le dijo— Pero es que siempre hemos sido él y yo.

—Pues ahora también estoy yo —le dijo un poco cortante— Si yo no quepo en esa extraña relación vuestra...

—Claro que c-cabes —le dijo Ryan, le besó suavemente. Greg solía decir eso de "extraña relación" y cuando lo hacía Ryan se sentía sucio, en su mente algo le decía que Greg era su salvavidas para no volver a caer en la tentación, para ser normal— Yo te hago un hueco

a mi lado.

Greg sonrió y le devolvió el beso.

**********************************************************************

Había encontrado a su hermano. Pero no le gustó nada lo que vio.

Así que se marchó para no seguir viendo la mano de ese estúpido japonés de mierda bajo la camisa de su hermano mientras le susurraba cosas al oído, ¿Quién se creía que era?

¡El único que podía sonrojar a Ryan de esa manera era él

Bajó la mirada.

O eso era antes.

Iba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que otra persona, tan despistada como él, venía por el mismo camino. Chocaron. Y ella cayó al suelo.

Era esa rubia que tanto había dado de qué hablar. Hillary.

Le ayudó a ponerse en pie. La falda se le había levantado en la caída y Dante tuvo una bonita panorámica de su ropa interior, ella le miró desde el suelo demasiado provocativa como para no tener intención de enseñársela.

—Lo siento —dijo Dante notando como ella le miraba de arriba abajo.

—Eso espero —dijo con tono amistoso. Dante adivinó sus intenciones. Pero estaba demasiado enfadado como para pensar. Tenía que desahogarse, tenía que... devolverle a Ryan toda esa frustración....

Celos, Rabia. Tristeza.

Demasiados sentimientos.

Atrajo a la chica hacia él y le besó con violencia. Pensó que ella le daría una bofetada por pasarse de la raya. Pero no lo hizo.

¡Maldita sea!¡Era basura humana! Pero al menos mientras la chica se agarrase a su cuerpo no estaría realmente solo.

Acabaron en la habitación de Dante sin saber muy bien cómo. Dante lo único que quería era arrancarle la ropa y ver si se le pasaba el enfado nadando en los interiores de un cuerpo cálido.

La puerta se abrió, pero fue cerrada tan pronto que no pudo ver quién era. Aunque era obvio quien había sido. Solo una persona tenía llave de esa habitación aparte de él.

Salió corriendo, dejando sola a Hillary.

Muy enfadada y gritándole cosas que no le importaban. Se la sudaba ella,

se la sudaba su polla. Se la sudaba todo.

Porque Ryan estaba corriendo pasillo arriba, y le siguió. Por un momento le perdió el rastro. Pero solo tuvo que seguir el sonido de los sollozos.

Subiendo la escalera, había un pequeño almacén donde guardaban las cosas de la limpieza. Allí se encontró a su hermano.

—Te... Te la estabas follando... en mi cama —le dijo lentamente, como si ni él mismo se lo creyese. Y se enfadó de golpe.

Le pegó un puñetazo.

Expresándose de la única manera en la que Ryan sabía expresar la rabia.

Dante casi se cayó, se tambaleó, pero con la mano en el pómulo logró mantener el equilibrio.

—¡Debería follármela delante de tus narices! —le gritó— ¡Cómo tú y Greg, que os ponéis en el pasillo a daros el lote, como conejos!

—¿Pero que dices? —le gritó Ryan. Todavía rondaba en su cabeza la imagen de Dante besando a Hillary en su cama. No podía olvidarla.

—¡Estoy hasta las putas pelotas! —gritó Dante a su vez— ¡Sé que me necesitas! Yo te necesito, joder.

Ryan negó.

—No —dijo muy nervioso— Yo no te necesito.

—Sí. Nos necesitamos.

—¡NO!¡No te necesito! —gritó tan alto como pudo.

Dante se acercó a él y le agarró de la nuca. Ryan le miró a los ojos. Todo se derrumbaba, todo se iba a la mierda. Demasiado cerca...

—Joder —murmuró Dante contra sus labios. No podía contener las ganas de besarle. Ryan no sabía que hacer. Pensó en Greg y en sus esfuerzos por ser normal, en que su hermano NO le quería.

—No... —murmuró temblando— No me hagas esto....

Dante sabía que como él, Ryan tenía poca voluntad. Y dudó al oír su tono suplicante.

Pero fue Ryan quien juntó sus labios. Fue también Ryan quien se agarró a él con urgencia. En sus gestos había rabia, violencia.

Y ansia.

Urgencia.

Prácticamente se devoraron, mordiéndose mutuamente. Retrocedieron hasta que Ryan se tropezó con una escoba que había caído al suelo y ambos cayeron al suelo, porque Ryan se agarró a él bien fuerte y le arrastró.

Ryan sabía que no debía hacer eso, pero era como si a un drogadicto le pasaban por delante de sus narices una bolsa de cocaína.


Echaba de menos la forma de besar de Dante, sus manos... su piel, su cuerpo entero. Se olvidó de Greg, del mundo a su alrededor. Se desnudaron con urgencia, entre besos, jadeos y caricias.

Dante le apartó suavemente y le miró. Ryan pudo ver en sus ojos lo mucho que le había echado de menos. Por lo menos a su cuerpo. Se sintió a arder.

Sus respiraciones estaban locas.

En realidad su cuerpo estaba enloqueciendo.

Eso no estaba bien.

Ryan se apartó más y miró hacia la pared. Se obligó a pensar en Greg. Pero sintió las manos de su hermano en su pecho, le notaba tras él. Y ni siquiera fue capaz de pensar algo coherente sobre cualquier otra cosa que no fuese sexo .

Porque había que reconocer que Dante conocía sus puntos débiles. Le calentaba como nunca nadie podría hacerlo. Le volvía loco con una sola caricia. Estar tanto tiempo con una persona te hacía conocerle bien.

Greg nunca adivinaría lo mucho que le gustaba que se la agarrasen fuerte mientras se la metían.

Eso era el significado de sexo salvaje. Fuerte, rudo, pero lento, como animales.

Y le encantaba.

Las rodillas en el suelo, las manos en la pared porque pensaba que si no se sujetaba le estamparía contra ella. Jadeos, gemidos bajos.

Dante acarició la espalda de su hermano lentamente con su mano libre, porque la otra la tenía ocupada en otra zona de su cuerpo. Quizá era algo bruto, pero por los ruidos que se le escapaban a Ryan sabía que era justo lo que quería.

Cerró los ojos. Joder, esa era la mejor sensación del mundo. Menudo polvazo...

Durante un rato lo único que se oía en  aquel armario de escobas eran sus gemidos, sus palabras sin sentido, jadeos cargados de placer.

—Joder —soltó Dante sin poder aguantar, con voz ronca. La sensación de fricción era demasiado buena como para guardar silencio.


—Me corro... —murmuró Ryan entre jadeos y gemidos— Dios...Ah,Dante...

Ryan abrió los ojos al sentir como el mejor orgasmo de su vida se avecinaba. Algo que Greg jamás podría darle con aquella intensidad.

Y se corrieron casi a la vez. Ryan se quedó muy quieto, intentando recuperar el aliento. Dante se separó de él con cuidado. Tenía la mano manchada, así que se limpió los restos del semen con su propia camisa, que estaba en el suelo.

Ambos se quedaron sin decirse absolutamente nada, solo vistiéndose en silencio. Ryan se dio cuenta de que uno de los botones de su pantalón se había caído, suspiró.

En aquel momento lo único que sentía era que había traicionado a Greg, que había vuelto a caer en la tentación. Eso estaba mal, muy mal...

Dante mientras tanto esperaba la reacción de su hermano. Le conocía lo bastante como para saber que un polvo no significaba una reconciliación, era demasiado tozudo.

—Me necesitas —le recordó a media voz. Ryan le miró de reojo. Era cierto que le necesitaba, por eso no había querido alejarse de él, quería ser su hermano, estar a su lado. Pero si no podían dejar de hacer esas cosas, habría que cortar por lo sano.

—Te necesito...—le dijo sintiéndose muy triste de repente— Pero... esto no está bien.

—Ha estado muy bien —le dijo Dante. Ryan se sonrojó.

—Si....  —dijo casi sin pensar. Se tapó la boca sorprendido cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Se enfadó consigo mismo, pero más consigo mismo— ¡No! Greg... yo... este ha sido nuestro último polvo, hermano —le dijo intentando sonar firme. Dante dejó de abotonarse la camisa para mirarle a la cara— Te aprovechas de mi, de que te necesito, como tú dices. Solo quieres follarme... y como soy débil...

—Yo no te he obligado a hacer nada —le espetó Dante.

—Claro que sí —le dijo Ryan más enfadado aún— Solo con estar cerca de mí me obligas, pierdo la cabeza... me pones cachondo ¿Cómo esperas que me sepa controlar?

—Eso no es culpa mía.

—Por eso.... —dijo Ryan mirando a suelo— Ya no podemos estar juntos... o volverá a pasar. Me voy. Sí, me voy.

Estaba hablando más para aclarar sus propios pensamientos que para que Dante le entendiese.

—¿Dónde vas? —preguntó Dante alarmado.

—Con Greg. Me voy a París con él, tengo que alejarme de ti.

—¡No puedes hacer eso! —exclamó con un deje de desesperación.

—¡No me dejarás ser normal hasta que no me aleje de ti!

—¡Tú no puedes ser normal! Ryan —le gritó— Estas tan enfermo como yo, somos pecadores, hermano. Los dos nos vamos a pudrir en el infierno y ningún medio japonés de mierda podrá salvarte.

Ryan negó, ¿Por qué tenía ganas de llorar?

—¡No digas eso! —gritó a su vez.

—Nadie podrá darte lo que yo te doy, porque lo que a ti te pone cachondo es que todo esto esté mal. Y cualquier otra persona te aburrirá—dijo apuntándole con el dedo—, Me necesitas.

—¡Y tú me necesitas a mí! —le gritó empujándole sin llegar a negar su acusación— ¡Te estabas follando a esa estúpida rubia superficial! ¡Te vi! ¡EN MI CAMA! Joder, eres un cabrón hipócrita.

—¿No decías que yo podría follar tranquilamente?

—Pero no me refería a que folles y después me jodas a mí. Yo no estoy en el menú. No voy a pasar mi vida con alguien que solo piensa en su puta polla, ¡Te odio! Desgraciado.

Le apartó de un empujón y salió de allí. Cerró la puerta. Y al quedarse solo no tuvo más motivos para aguantar las lágrimas.

Apoyó la espalda en la puerta y se deslizó hasta el suelo mientras lloraba. En ese momento odiaba a su hermano por ponerle más difícil su separación, Por ser tan desconsiderado, tan cabronazo, por hacerle caer en el placer cuando sabía perfectamente que no sabía decirle que no.

Y se odiaba a sí mismo por eso. Por no ser capaz de rechazarle...

Puto placer.

Pero eso iba a acabar. Si tenía que alejarse de él lo haría y si debía dejar de verle, se marcharía.

**********************************************************************

Dante no podía pensar. Estaba en blanco. Su hermano se iba a ir. Le odiaba.

Se encogió en el suelo, como un crío asustado. Y sintió que iba a llorar, pero no se molestó en intentar contenerlas. Estaba demasiado cansado por dentro, demasiado solo.

"Desgraciado".

Y ambos a menos de dos metros, separados por una puerta. Lloraron en silencio.


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