BAJO LA PIEL

By Lady_Calabria

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Max parece manipulador, arrogante e inteligente; un fuckboy de manual. David es nuevo en el mundo de los rico... More

Personajes.
1. DAVID
2. MAX
3. NICK
4. ALEX
6. TODOS
7. RYAN
8. DAVID
9. TODOS
10. MAX
11. NICK
12. ALEX
13. DANTE
14. TODOS
15. DAVID
16. MAX
17. TODOS
18. TODOS
19. NICK
20. ALEX
21. DANTE Y RYAN
22. DAVID
23. TODOS
24. DAVID y MAX
25. TODOS
26. TODOS
27. TODOS
EPÍLOGO.

5. TODOS

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By Lady_Calabria

Pillar drogas, por supuesto, ¿Qué otra cosa podría ser tratándose de Alex?


Nick se quedó mirando como Alex lamía su helado con su rosada lengua mientras ambos tomaban un taxi.

Eso de que a los hombre se le conquista por el estómago era algo completamente cierto por parte del chico.

Nick se sintió realmente sucio cuando pensó lo que pensó de las lamidas del chico a su helado. Imaginar algo así de un chico tan inocente le parecía casi perverso.

Tal vez Alex no se diese cuenta, lo más probable es que no fuese consciente de ello...pero tenía algo que le hacía sexy.

Nunca se había dado cuenta de ello hasta que Max se lo dijo y ahora no podía dejar de verlo. Odiaba tener que darle la razón.

Igual que Max tenía un aura de chico malo que gustaba, Alex tenía una de niño bueno e inocente. Aunque eso pudiese sonar a enaltación de la pederastia pura y dura.

Según le había dicho tenía un año menos que él, cumplía dieciséis.

Pero supuso que eso no tenía nada que ver. Era algo característico del chico, independientemente de la edad.

Alex era diferente al resto de chicos que había conocido, parecía que todo lo que había a su alrededor le emocionase sobremanera y todo le llamase la atención.

El taxi llegó y ambos muchachos subieron sin decirse ni una palabra más.

************************************************************************

David miró a Max de reojo, aunque quería hacer como que le daba igual, no podía dejar de mirarle.

Acababa de salir de la ducha y las gotas de agua resbalaban por su cuerpo musculoso, perdiéndose bajo la toalla que ataba en su cintura.

Max notó que le estaba mirando, pero disimuló. Se quitó la toalla tirándola al suelo distraídamente.

David apartó la mirada de inmediato, sonrojado y acalorado.

Y el chico de cabello negro se puso a buscar en su parte del armario algo de ropa. David se volvió rápidamente cuando supo que Max no lo notaría y vio el trasero del pelinegro.

Era tan maravilloso como se había imaginado. Después de confirmar que Max poseía un precioso culo se volvió antes de que el otro le mirase.

Max suspiró y se puso la ropa interior. Se acercó al chico rubicundo que estaba apoyado en el escritorio, de espaldas a él.

—Oye, estamos solos ¿y si aprovechamos y...? —le dijo acercándose por atrás.

—¿Me ayudas con los deberes? —le interrumpió David desviando el tema rápidamente.

Max y él se llevaban mejor que antes, se seguían peleando constantemente, pero les gustaba. Era una relación de amor-odio bastante divertida donde nunca se aburrían. Y así les gustaban las cosas en realidad.

—La verdad, no me apetece —le dijo sonriendo. David le miró con reproche.

—No me obligues a suplicarte, no lo haré.


—Es una pena...


—¡Venga, Max! No seas cabrón, ayúdame a...

—Y las palabras mágicas son...


—Por favor —le dijo a regañadientes. Max se sentó a su lado. David le miró por el rabillo del ojo— ¿No vas a vestirte antes?

—No —dijo Max sujetando un bolígrafo— tengo la esperanza de que te calientes y accedas a acostarte conmigo.

—Me parece que no, espera sentado —le dijo él divertido. Le enseñó lo que no sabía hacer con una ecuación—. Esto es una mierda —le dijo hastiado.

—No, son matemáticas— bromeó Max.

***************************************************************

Nick miró alrededor, estaban frente a la puerta de un piso en un edificio alto y elegante. Cuando Alex le explicó que iba a buscar drogas pensó que irían a un barrio feo, no a un edificio domótico con portero.

Alex llamó a la puerta. Una mujer morena con uniforme abrió.

—Hola —le dijo Alex con una amplia sonrisa— ¿Está Mikel?

—Eh... ahora el señor está ocupado...

Alex empujó la puerta y entró en la casa tranquilamente, a pesar de la negativa de la mujer.

—No importa, esperaremos —le dijo apartándola a ella y cruzando la entrada decidido. Nick le siguió con paso vacilante. No se esperaba nada aquella reacción del muchacho, por lo visto no estaba dispuesto a quedarse sin su bolsa.

La casa era un loft. El salón y el dormitorio eran una sola habitación.

—¡Señor! —llamó la mujer alarmada— no he podido detenerlo...

-Tranquila, Carlota - dijo una voz ronca de hombre.

Ambos chicos miraron hacia la cama.

—¡Hola! Mikel —le saludó Alex feliz como si fuese un encuentro casual y no acabase de irrumpir en su casa por la fuerza— ¡vaya! ¡Son muy guapos!

Nick alzó una ceja. El hombre llamado Mikel era alto y de piel morena. Estaba en la cama con un chico muy joven y una mujer. Los tres estaban completamente desnudos.

Nick se sentía muy incómodo y se preguntó si estaba haciendo bien acompañando al niño loco del instituto en aquella aventura.

—Verdad que sí —le dijo él poniéndose en pie, se puso un albornoz de color negro y dejó a los dos chicos en la cama con cara de impaciencia— Bueno, el tuyo no está mal...

Miró a Nick de arriba abajo con lascivia y Nick se quedó quieto intentando no parecer tan nervioso como estaba. Alex rio.

—Es Nick —le presentó, El joven le saludó con la cabeza. Max era el que solía comprar droga cuando iban de fiesta, así que nunca había conocido a ningún camello. Por supuesto, este era uno de categoría, debía suministrar a personas con cierto nivel económico y social. Los pobres camellos que vendían en las esquinas por la calle eran solo trabajadores suyos. El hombre se abrochó el albornoz y se acercó a Alex—. Vengo a por la bolsa que te pedí.

—Muchacho, no hables de eso con gente desconocida delante —le dijo mirando a los dos de la cama. Alex parpadeó perplejo— podrían ir a la prensa y contar a todos que Alejandro DeLoop, el hijo de una cantante famosísima va a comprar cosas malas a casa de un hombre malo...

Alex rio.

—Pues vaya novedad. ¿Qué dirán, que compro drogas? Acabo de salir de una clínica de desintoxicación... Ya lo saben —dijo con aspavientos de sus brazos. Se giró hacia los chicos de la cama y les dijo con voz clara— ¿A que vosotros lo sabíais ya?

Ellos asintieron.

—Yo lo leí en una revista —dijo la chica encogiéndose de hombros. Nick se preguntó por qué no se tapaban o algo.

—Ves. La exclusiva no vale nada.

—El hijo de Amy Deloop, que ha ingresado en clínicas psiquiátricas, que se ha intentado suicidar, agredido a gente...está enganchado a las pastillas un mes después de salir de rehabilitación —dijo el hombre mientras le seguían hasta el sofá. Nick escuchó atentamente— yo leería ese artículo.

Mike rio mientras abría una caja fuerte con una llave que llevaba colgada del cuello. Allí solo había una pequeña bolsa de plástico. La cogió y se la tiró a Alex que la tomó en el aire. Miró la bolsa con entusiasmo y alegría en sus ojos.

—¡Vaya! —le dijo al hombre con una sonrisa de oreja a oreja— Esto es más de lo que acordamos.

—Es un regalo de cumpleaños, chaval, feliz cumpleaños.

Alex sonrió y le abrazó impulsivamente.

—Gracias.

—De nada chaval —le dijo revolviéndole el cabello, el hombre miró a Nick— Me encanta este chico, ¿A ti no? Venga, pequeño ¿Dónde está mi beso?

Alex sonrió y le dio un beso en la mejilla.

Nick no supo qué decir. Estaba ahí plantado con cara de pocos amigos.

No le gustaba nada esa confianza con Alex.

Ni que le regalase más para mantenerlo enganchado cuando casi estaba limpio.

El rubio se metió la bolsa dentro del bolsillo y sacó unos cuantos billetes. Se los dio al mayor.

—Es un placer hacer tratos contigo —le dijo el hombre. Alex sonrió.

—Igualmente.

—Podríais quedaros... —le dijo el mayor mirando su cama. Nick miró a Alex sorprendido, para ver su reacción. El chico sonrió como si estuviese acostumbrado.

—Sabes que yo no hago esas cosas, Mikel —le dijo Alex, miró a Nick de reojo. No dijo nada de él.

Porque Alex sabía de sobra que Nick sí hacía esas cosas. El sexo no era un misterio para él.

—Es una pena... eres mi fantasía sexual incumplida... —le dijo— privar al mundo de ti en ese terreno es mezquino, ¿Lo sabías?

Alex se encogió de hombros y miró a Nick, que parecía pensativo. Dándole vueltas a esa conversación.

—Nos tenemos que ir.

******************************************************************

David sintió como el brazo de Max le rozaba sin querer, o tal vez no tan sin querer...

¿Cómo demonios iba a concentrarse en las matemáticas cuando tenía al chico medio desnudo a su lado?

—¿Lo entiendes? —le dijo Max al oído desde se espalda, Max estaba de pie tras él.

—Si...—mintió David.

—Dime la verdad —le dijo Max con tono de regaño.

—No entiendo una puta palabra —le dijo sinceramente, tiró el lápiz con rabia. Max lo recogió y se lo tendió. Para escribir pasó sus brazos alrededor del chico, apoyó su cabeza en su hombro.

—El resultado es cuatro —le dijo bajito.

—¿Por qué eres tan jodidamente inteligente? —le dijo el de ojos miel al ver que el resultado estaba bien en el libro de repuestas, y no le había hecho falta ni usar la calculadora.

Max se encogió de hombros con arrogancia.

—¿Soy un genio? Sí, ¿Qué le voy a hacer? —le dijo. David se giró. Y rió.

—No te lo creas tanto, Einstein —le dijo mirándole disimuladamente los abdominales de Max eran una obra de arte. ¿Por qué demonios tenía ese six pack si desde que compartían habitación no le había visto hacer un abdominal, ni siquiera media sentadilla?

Max se acercó y le acorraló contra la silla y el escritorio. Le tenía cerca, muy cerca. Apartó la mirada sintiendo calor.

—¿Ves como soy un genio? Un verdadero genio—le dijo.

—¿Ah, sí? ¿Porqué?

—Te he hecho sonrojar —le dijo acariciando su mejilla— Y eso que supuestamente eres hetero...

David bufó. ¿Sonrojarse él? No... ¡Qué tonterías!

A él lo que le pasaba era que tenía calor.

—¿Me tienes miedo porque eres tímido o... porque eres virgen?

—¡Yo no soy virgen! —le llevó la contraría el chico de ojos de miel— y no te tengo miedo.

Max rio maliciosamente.

—¿Cuántas veces lo ha hecho?

—¿Crees que las cuento? No soy como tú... —le espetó, pero luego bajó la mirada— Una.

Max rio más fuerte.

—Con una chica, ¿cierto? —preguntó. David asintió.

—Evidentemente que con una chica, gilipollas, yo soy he-te-ro.

—No-te-lo-crees-ni-tú.

—Te voy a pegar otro puñetazo.

—¿Y por qué no has repetido? —preguntó el de ojos claros cruzando los brazos severamente.

—Que tú seas simple y todo gire entorno al metesaca no significa que...

—¿Metesaca?

—No significa que —siguió David su discurso ignorándolo— los demás sean así. Si no ha surgido otra...

—¿Pero por qué? —insistió.

—No fue... como... esperaba —le explicó sonrojado. Max se acercó mucho.

—Quizá deberías repetir, yo estoy dispuesto a ofrecerme voluntariamente para la misión...

—Apártate de mí, soldado —le dijo David intentando empujarlo, pero la verdad, su cuerpo no actuó con mucha contundencia.

—¿Por qué no admites que te gustan los hombres, o como mínimo que te gusto yo?

—Eres muy pesado. No me gustas —mintió el chico— Los hombres no deben...

—¡Y una mierda! —exclamó Max— ¿Quién te ha dicho esa tontería?

—Mi abuelo dice siempre que los gays deberían desaparecer, que son...

—¿Monstruos?

—Defectuosos —le corrigió David. Max frunció el ceño.

—¿Eso piensas? ¿Crees que yo... y Nick, estamos defectuosos? —preguntó bañando su pregunta de un tono burlón para ocultar que lo que había dicho le había dolido.

—No —le dijo David rotundamente, lo que le gustó-.A mí eso me da igual... A mí no me parece tan mal. Pero yo no quiero que mi abuelo piense eso de mí...

Max chasqueó la lengua.

—Si tu abuelo piensa eso de ti... —le dijo, parecía estar hablando enserio, como si por primera vez fuese totalmente sincero, sin enmascarar al verdadero Max con sarcasmo y una capa de indiferencia. David le miró a los ojos. El chico parecía dudar que palabras elegir y eso le gustó. Max no solía titubear. Así parecía más... humano— S-Si... si por lo que te... gusta, por lo que eres... te deja de querer y no te acepta... no merece ni que te preocupes de lo que pueda pensar él de ti. Él no te merecerá a ti. Porque quién lo está haciendo mal es él, nadie tiene ningún derecho a hacerte sentir mal por lo que eres.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por quitarte la careta de cabrón que te pones y dejarme ver que eres buena persona —le dijo David mirándole. Max le sonrió.

—A sido un placer, pero con tu permiso, me la volveré a poner —le dijo antes de juntar sus labios rápidamente y apartarse corriendo por miedo de recibir un puñetazo. David le insultó pero también le sonrió.

**********************************************************************

—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Nick mirando alrededor. Estaban en el puerto, donde se localizaban los locales. No era un barrio pobre, pero tampoco rico, era más bien obrero. Nick no había estado allí en la vida.

—Porque no me gustan las fiestas de ricos —le dijo Alex sin mirarle—, allí todos nos conocen... y en menos de diez segundos todos saben lo que hacemos, con quien hablamos y nuestra vida entera... Aquí todos van a la suya.

Nick miró alrededor, era cierto, nadie les miraba... o si les miraban no era precisamente para algún cotilleo, no tenían ni idea de quienes eran.

Alex le llevó hasta el bar con peor pinta que había visto. Era el típico bar que había visto en películas, donde se iniciaba alguna pelea solo por mirar a alguien a la cara. Había incluso camioneros y motoristas con barba. Estaba oscuro y había mucho humo.

—Hola, Marga —saludó Alex con una sonrisa a la camarera que estaba en la barra. Una mujer con tatuajes y un escote muy grande.

—Hola, Alex —saludó ella. ¿Es que ese niño conocía a todo el mundo? Es más ¿Es que ese niño solía ir a ese bar? Marga miró a Nick de arriba abajo y le guiñó coquetamente— ¿Qué os pongo?

—Ponles lo mismo que a mí —dijo una voz a su derecha. Los chicos se giraron. Era un hombre de unos cuarenta años muy mal llevados. Estaba despeinado y tenía barba de unos cuántos días.

—Hola —saludó Alex como si nada.

Marga les puso dos vasos frente a ellos. Y los llenó de un líquido incoloro.

—Este bar no es para niños —les dijo mirándoles detenidamente. Nick frunció el ceño ¿De qué niño hablaba? Él no era ningún niño, puede que sí menor de edad, pero no un niño— Solo si sois hombres aguantaréis esa bebida.

—A la de tres —dijo Alex tomando el vaso con su mano. Nick tomó el suyo, asintió—. Una... dos... Tres...

Ambos vaciaron el contenido del vaso y sintieron que su garganta se quemaba por el alcohol. Nick se puso a toser atragantado. Alex jadeó y dejó el vaso en la barra haciendo mucho ruido. El hombre comenzó a reir.

—¿Qué demonios es eso? —exclamó Nick tosiendo aún.

—Aguardiente —le dijo Marga riendo también.

El hombre se acercó y miró a Alex, que había aguantado el alcohol bastante mejor que Nick. Le palmeó la espalda al chico.

—Muy bien chaval —le felicitó— Y tu amigo también.

Nick todavía tosía. Le fulminó con la mirada.

—Venid a beber allí —les dijo señalando un grupo de hombres al fondo del bar. Todos tenían tan malas pintas como él.

Nick miró a Alex, era su cumpleaños, así que él decidía aunque la idea le parecía un poco peligrosa. Cuando le dijo al rubio de acompañarle en su cumpleaños se refería a ir al cine o a dar una vuela tranquila.

Aunque, por otro lado, parecían divertidos, y también quería pasárselo bien.

—¡Vale! —le dijo Alex muy feliz— ¡Vaya! ¡Qué amable!

Diez minutos después tenían una copa en la mano. El juego de aquellos hombres era fácil. Había que dar tres golpes el la mesa y luego tragarse el licor de un trago, el primero que dejara el vaso vacío en la mesa ganaba. Luego, para hacer el juego más interesante, hicieron que el ganador recibiera lo apostado de los otros.

Nick no había ganado todavía porque siempre se atragantaba. En cambio Alex había ganado una ronda.

Les estaban desplumando. Cosa que ninguno de los dos le importó demasiado porque no les iba de unos cuantos euros.

A medida que el juego avanzaba las apuestas subían, como en el póker y la conversación se hacía más absurda, pero también más divertida. Alex les contó que era su cumpleaños.

Decidieron hacer una ronda en su honor.

Nick se lo estaba pasando bien. En una hora sentía como si aquellos tipos fuesen amigos suyos de toda la vida. Se sabía sus nombres, sus trabajos y anécdotas suyas. En cambio Alex contó solo mentiras, se inventó una vida. ... y él también se inventó su historia.

El alcohol se subió rápido. Y pronto se acabó la botella.

—Nos tenemos que ir —dijo Alex mirando a Nick. El chico asintió sin saber a dónde tenían que ir.

—Nooooo —dijeron todos a la vez.

—Siiií —repuso Alex riendo.

—Tenemos...—dijo Nick. Pero se quedó pensativo, miró a Alex— ¿Tenemos prisa?

—No lo sé... —dijo él encogiéndose de hombros— Supongo que muchísima. Si seguimos aquí, nos dormiremos...

—Es verdad —dijo Nick.

—Alex —le llamó Marga. El chico fue hacia allí haciendo zigzag, no podía ir en línea recta, todo le daba vueltas— Esto es un regalo de Tim.

Le pasó dos botellines de cerveza. Nick se acercó y los miró detenidamente. Alex sonrió.

—¡Gracias! —le dijo— ¡Vaya! ¡Qué amable!

—Es un regalo de cumpleaños —le dijo él arrastrando las palabras— No todo los días se cumplen dieciséis años...

******************************************************************

Dante miró a su hermano, que estaba muy ocupado metiendo el violonchelo en su funda.

Oh, aquel maldito instrumento estaba recibiendo más atenciones que él últimamente. Y eso no podía ser.

Se acercó lentamente.

—Ryan... —canturreó. Se abrazó a su cuerpo y desde atrás se acercó a su oído— Deja eso...

—No puedo, sabes que tengo que ensañar para...

—Olvídate de eso —le dijo acariciando la piel de su cuello. Los pelillos de su nuca se pusieron de punta y Dante sonrió.

—Claro, tú no te tienes que olvidar de nada cuando juegas a la consola y yo...

—¿Quieres que deje una apartida cuando estoy en el nivel 10? —dijo besándole el cuello.

—Dante...—suspiró él.

—Shhhh —le susurró— Solo guarda silencio...¿vale?

Ryan se olvidó del violonchelo, de música, de que estaban en un lugar que no conocía, todo. Se olvidó de lo completamente enfermos que estaban, se olvidó de lo mal que estaba aquello.

Solo pensó en las manos de su hermano recorriendo su cuerpo lentamente.

—Vamos a ir al infierno —le dijo jadeante. Maldita debilidad suya, que le sometía al placer...

Como siempre, cedió.

Dante ganó esa pequeña batalla, pero la guerra aún no acababa.

Al contrario... acababa de comenzar.

*******************************************************************

Cuando Nick y Alex salieron del bar, entre risas y balbuceos decidieron que tenían muchas ganas de bailar.

Entraron en el primer local que encontraron y el más cercano resultó ser un disco-bar retro de la tercera edad.

Bailaron dando saltos y vueltas, borrachos, dando un espectáculo lamentable en aquel local casi vacío y polvoriento entre algunas parejas de ancianos que intentaban ignorarles. Alex perreó hasta el suelo una canción de de Abba y Nick casi rodó en el suelo de la risa cuando intentando hacer break dance (Cosa que él nunca había sabido hacer) con una canción de Gloria Estefan.

Cantaron a toda voz canciones antiguas y cuando se cansaron el rubio le dijo que le apetecía salir a fumar.

Pasearon sin rumbo y cuando se habían alejado tanto del bar que ya no tenía sentido volver.

Caminaron y caminaron, y se pararon a comprar algo de beber por el camino.

Nick miró a Alex de reojo. El chico sacó el humo de su cuerpo como si disfrutarse al hacerlo. Lo hizo lentamente, curvando sus labios suavemente.

Estaban en el puente del río. Sentados en unos de los bancos de madera que se fundían con la barandilla de piedra. Se metió un caramelo en la boca. Luego cogió la botella que le había comprado a Alex. Era de Vodka. Le pegó un trago y sintió como el líquido ardiente quemaba su garganta.

Alex se giró hacia el agua y se quedó pensativo.

Nick nunca le había visto serio, bueno en realidad no estaba serio, simplemente no sonreía ni parecía nervioso, estaba tranquilo, aunque se reía de cualquier cosa, no era como antes. Quizá era por el efecto de la droga o por el alcohol... o ambas cosas.

—Me gusta este sitio —le dijo Alex muy bajito.

—Es bonito, pero está muy oscuro...

—Eso es lo que me gusta —le dijo el rubio— Así nadie me molesta.

Nick miró la vista, desde allá la ciudad entera quedaba ante sus ojos, con sus rascacielos, sus parques y edificios grandes, y las luces se reflejaban en el río, que fluía sereno.

—La primera vez que me quise suicidar vine aquí —le dijo Alex. Nick se sorprendió— Pero no lo hice.

—¿Por qué te quieres suicidar?— le preguntó sin entender, normalmente no hubiese preguntado esa clase de cosas, pero después de las sustancias que se había metido en su cuerpo tenía la lengua algo suelta y muy baja la vergüenza.

—Porque yo no sé aguantar tanto dolor... tanta tristeza. Quizá no esté pasando nada pero mi cabeza... —le dijo el rubio poniéndose en pie. Se subió al borde de la barandilla, si perdía el equilibrio hubiese caído al río desde una altura mortal.

Nick se asustó.

—Eh, tío, cuidado —le dijo— Alex no le hizo caso y cerró los ojos- Si te caes...

—¿Cómo será volar?

—¿Qué?

—Volar... —le susurró el joven extendiendo los brazos— ¡Vaya! debe ser tan bueno...

Nick se puso en pie.

—Ven aquí —le rogó.

—¿Por qué?

—Porque me siento solo —le dijo bromeando, ambos rieron. Alex le prestó atención.

—Pues ven a buscarme —le dijo Alex. Nick se acercó y le miró de manera que le hacía poner nervioso al rubio.

—¿Por qué dices que la vida es tristeza si tú siempre estás feliz? —le dijo Nick. Alex clavó su mirada en el agua bajo él de nuevo.

-No siempre estoy feliz.. Es una noria, una noria, una montaña rusa —le dijo riendo— Y muchas veces estoy triste, pero parece que estoy contento... muchas veces.

—No quiero que estés triste justamente hoy —le susurró Nick, y le tendió la mano para que bajara, Alex le miró. Pero no la tomó—. Bien, pues iré a buscarte —le dijo subiendo a la barandilla también. Alex soltó una exclamación.

—¿Estas loco? —le preguntó alarmado. Nick se tambaleo por el escaso equilibrio que le daba el alcohol. Alex le sujetó por la cintura para que no cayese. Miró el agua, si el chico caía se mataba seguro— ¡Te vas a matar!

Nick miró sus ojos azules, no se había dado cuenta hasta ese momento de los ojazos que tenía Alex.

Era azules, pero de un color precioso, intenso, con diferentes tonalidades hasta acabar en casi blanco de claros que eran. Parecían una ventana a un manantial el agua clara y limpia. Eran los ojos más bonitos que había visto en su vida.

Alex le empujó hasta que cayeron juntos al puente.

—¿Te preocupa que me caiga yo? —le dijo. Alex entrecerró los ojos.

—Sí.

—No sabes nada, mi vida puede ser peor que la tuya...

Alex lo pensó un segundo, tenía razón, No sabía nada de aquel chico guapo y amable...

Aún así la sola idea de dejarle morir le apuñalaba la conciencia.

—Pero no lo es —le dijo esta vez, completamente serio.

Nick le sonrió y se levantó arrastrándole con él para que se levantase también. Alex se sorprendió de la fuerza de Nick de nuevo.

—Esto ha sido una locura —le dijo Nick riendo.

—No iba a pasarme nada, tonto. El que tiene mal equilibrio eres tú. Me gusta sentir el vértigo de vez en cuando... es lo que hacemos los locos —bromeó Alex—. Pero a ti no te pega... ¿Pensabas que me iba a tirar?

Caminaron rumbo a ninguna parte por el puente.

—Uff, cuando llegue a casa mi madre la va a montar... —le dijo luego imitó la vocecilla chillona de su madre, con su marcado acento de Moscú— ¡Tu hermano nunca llegaba borracho, drogado y tarde a casa! ¡Era un buen hijo! ¡No como tú, Nickolas Gustav! —se quedó pensativo unos segundos—Puedo ir a dormir al hotel... pero entonces se enfadará mi padre.

—Puedes venir a mi casa —le dijo Alex—No hay nadie.

—¿De verdad?

—¡Sí! —sonrió él entusiasmado, con aquella sonrisa de felicidad tan bonita en su cara.

********************************************************************

Alex cerró la puerta de su casa. Nick pensó que aquella era una casa demasiado grande para estar tan vacía.

El chico encendió las luces.

Todo estaba impoluto, demasiado ordenado como para que pareciese que los objetos estaban puestos así por casualidad.

Siguió al chico hasta el jardín, donde había una gran piscina.

Alex corrió y se tiró a ella con la ropa y todo.

Nick le siguió.

El agua estaba fría, y eso despertó sus sentidos confundidos por lo que habían tomado.

Nick se acercó a Alex. Ambos se apoyaron en la pared de la piscina.

—Alex...—le llamó suavemente.

—¿Sí?

—El tío que te vendió la droga... —empezó él sin saber por donde empezar.

—Se llama Mikel.

—Bueno, pues Mikel dijo que quería que tú... ya sabes... y tú le dijiste que tú no hacías ESO ¿Es verdad? —le dijo pensando en la cantidad de rumores sobre el chico— Se rumorea que eres virgen y que eres asexual...

Alex salió de la piscina subiendo por la escalerita y se sentó en el borde para mirar a Nick. Sus piececillos chapoteaban en el agua.

—Asexual significa que no siente atracción sexual por otros, ni interés en el sexo —dijo Alex, como si se lo hubiese memorizado— Yo... yo soy así en parte, pero no por que sea asexual. No lo sé, creo.

—No te entiendo —dijo Nick sentándose junto a él. Ambos tenían la ropa empapada pegada al cuerpo— ¿Cómo puede no interesarte el sexo? No digo que sea lo más importante... pero...

—Entiendo que a mucha gente le parece importante, pero yo no suelo pensar en eso... —le contó—. No sé por qué soy así, Nick. Pero supongo que algún día sí me gustará pensar esas cosas, y... yo me acostaré con una persona a la que quiera... Se supone que el amor va antes que el sexo ¿no?

—No necesariamente —dijo él pensando en el montón de veces que se había acostado con personas a las que ni conocía. También pensó en Max. Y por último pensó en David.

¿Eso era lo que estaba haciendo con él? ¿Se estaba enamorando antes de acostarse con él? Luego miró a Alex.

—Bueno, vale, pero eso no quita que sientas deseo por alguien... Quiero decir... ¿A ti que te gustan los hombres o las mujeres?

—No lo sé —susurró sonrojado Alex mirando la piscina.

—¿Cómo no puedes saberlo?

—Es que no me gustan ninguno de los dos —le confesó él. Nick pensó aquello de la zoofilia.

—¿Y los animales? —inquirió con temor de la respuesta.

—¿Qué dices? ¡Vaya! Tu sí que estás mal de la cabeza ¿Estás loco? —le dijo Alex sorprendido. Nick rio— Yo espero tener ganas de eso algún día y da igual si es hombre o mujer, porque me gustará la persona, no su cuerpo. Y hasta que encuentre esa persona, no me gusta nada, ni nadie.

—No entiendo como puede darte igual, que te respeto, eh. Pero no lo entiendo —le dijo— ¿Y si te enamoras de alguien súper feo?

—Si me enamoro de alguien feo, será porque tiene algo que haga que yo le vea muy guapo —le dijo Alex sonriendo. Aunque seguro que no es feo.

—¿Y no sientes ganas de...?

—No —dijo él— Eso me da igual. A ver, tengo dieciséis años y hormonas... A veces siento curiosidad pero no me interesa mucho, la verdad. No es una prioridad.

—Eres el primer tío que conozco que piensa así —dijo Nick tumbándose en la hierba. Alex se tumbó a su lado— Entonces es verdad que eres virgen...

—Nunca nadie me ha tocado —le dijo Alex mirándole a los ojos. Nick suspiró, eso había sonado muy sexy en labios de aquel chaval mojado hasta los huesos. Se dio cuenta de que aquello parecía el diálogo de una películaX barata, seguramente en la película sería el momento de besarle y tocarle por fin. Pero no lo hizo. Era la vida real— Nick ¿A ti te gustan los hombres?

—Sí.

—¿Te acostarías con una chica? —le susurró cerrando los ojos, cada vez parecía más adormecido.

—No.

—¿Por qué?

—No me atraen —le explicó poniéndose un poco colorado.

—Lo mismo me pasa a mí con todas las personas... —le dijo el chico a punto de dormirse— menos con una....

Nick frunció el ceño.

—¿Quién?

—Es mi secreto... —susurró. Hubo un silencio bastante Incómodo para Nick.

—¿Alex? —preguntó pues parecía dormido, el chico hizo un ruido para que supiese que estaba despierto, a pesar de tener los ojos cerrados. Todo lo que habían tomado ambos les dejaban adormecidos y a la vez, como si el universo girase entorno a ellos— ¿Puedo decirte una cosa?

—Date prisa antes de que me desmaye —musitó el otro con un suspiro. Nick se acercó más a él y le abrazó un poco para hablarle al oído. Alex tragó saliva.

—Me lo he pasado muy bien contigo —le susurró. Alex sonrió— Feliz cumpleaños, Alex.

Alex oyó lo último antes de desmayarse, sintió su cuerpo caer ligero, y una sensación cálida en el pecho.

********************************************************************

David miró a Max mientras dormía. Así hasta parecía un buen tipo. Lástima que luego se despertase...

Recorrió con la mirada a Max, uff.

¿Por qué sentía ese cosquilleo por el cuerpo cuando le miraba?

¿Por qué le parecía que era guapísimo y que estaba buenísimo si era un hombre?

Maldita sea, No podía engañarse a sí mismo más tiempo.

Le gustaba Max.

Deseaba tocar su cuerpo y que él le tocase....

Incluso le empezaba a gustar el juego de estar siempre discutiendo.

Pero lo que no soportaba era pensar que para Max solo sería una conquista más.

Él se follaba a todos sus compañero y ya está, pero él no quería eso.

¿Y qué demonios quería?

No pedía amor eterno. Solo que no fuese uno más. Quería ser especial...

*********************************************************************

Nick miró al chico, que se había dormido.

Con esfuerzo se puso en pie. Alzó al muchacho en brazos, pues no pesaba casi nada.

Lo subió por la escalera con mal equilibrio, casi se cayó en un escalón, pero consiguió mantener el equilibrio.

No tenía ni idea de cual era la habitación del joven, así que entró en la primera que encontró vacía y lo dejó en la cama con suavidad.

Él se tumbó a su lado y también se quedó dormido.

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