teacher | jeon jungkook +18

By jungshiteu

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Tentada por la inseguridad de su ignorancia sobre todo lo que el sexo se trata, YoungSoo se deja ayudar por u... More

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teacher | EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS

teacher | cincuenta y nueve

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By jungshiteu

Ciertamente, estaba siendo una mañana complicada.

Finalmente, había llegado la mañana en donde partiríamos con el fin de participar en lo que posiblemente se convertiría en uno de los momentos más incómodos de mi vida. Decir que me había despertado con un nudo en el estómago sería una mentira, pues había comenzado a sentirlo incluso desde la noche anterior, logrando que pasara más tiempo dando vueltas en mi cama que durmiendo realmente. Sentía como si mi cerebro no se hubiese tomado un descanso desde hacía mucho tiempo y ahora mis pensamientos ni siquiera eran coherentes. El nerviosismo me consumía por dentro a niveles inimaginables ya desde temprano, pero sin dudas, no era yo la que estaba peor.

—Ojalá hubiese tenido yo la suerte de YoungSoo y haber estado con un artista –mi madre, con su quinta copa de champaña a medio tomar, no paraba de hablarle a TaeHyung, quien había llegado hacía una media hora, debido a que habíamos decidido viajar los tres juntos, y además para ayudarme con el equipaje–. O al menos ya sabes, alguien interesante –su habla se hallaba infestada de exagerados ademanes que de vez en cuando lograban que se escapase apenas el contenido de su copa–. Pero no –caminaba por la sala de un lado a otro, sin cansarse de desvariar–, la vida tuvo que juntarme con "el hijo de alguien" –hizo furiosas comillas con sus dedos, para posteriormente beber–, porque entre hombres ricos así se identifican –le explicaba a TaeHyung con cierto enfado, quien se hallaba apoyado en uno de los sofás, observando atento, con un rostro que parecía la mezcla perfecta entre estupefacción y un profundo interés por el espectáculo que mi madre había decidido montar–. Todos son "el hijo de alguien" y mientras más grande es su nombre, actúan como si más grande fuese su- 

—¡Mamá! –al captar qué es lo que se avecinaba a salir de su boca, la interrumpí llamándole la atención. Hallándose sobria, mi madre era de aquellas personas de las cuales jamás oirías algo fuera de lugar si no te conoce íntimamente. Sabría que su yo cuerdo me lo agradecería luego.

—Lo siento hija –suspiró como abrumada–. Debe de ser esto –levantó sin cuidado la copa en su mano, derramando una vez más unas gotas de su contenido–. ¿Pero sabes qué? –dos segundos después, y chasqueando la lengua, me observó con el ceño fruncido–. No es mi culpa, es culpa de tu padre y su genial idea de aparecerse con su novia –ciertamente, sería muy difícil para mi madre el ver a la mujer por la cual fue reemplazada. Y evidentemente, tan difícil era que no lo podía afrontar sobria–. Y también es culpa de GaEun por haberlo invitado –en eso sí tenía razón–. A nadie le importa su presencia allí –pero en esto no. 

—Mamá, yo también soy "la hija de alguien" –le recordé, con la esperanza de que entrara en razón de una vez, y que entendiese que mi padre, además de ser un insensible, era alguien importante en nuestro círculo social–, y ese alguien es papá. 

—Pero a ti no te invitan por eso –negó inmediatamente con la cabeza, como si hubiese dicho la cosa más absurda del mundo–. Te invitan porque JungKook y tú se adoran desde pequeños –al oír eso, un malestar general abrazó mi cuerpo, seguido de la incomodidad de saber que TaeHyung se hallaba aquí, viendo y oyendo todo–. Bueno, aunque ahora eso es discutible –reflexionó para sí misma–. Ugh, pero eran tan tiernos –protestó como si nuestra separación hubiese sido una vil obra del destino–. TaeHyung –llamó a quien estaba en la misma posición de antes, pero ahora un poco más ¿incómodo? que antes, y casi pude ver una lámpara encenderse sobre la cabeza de mi madre–. ¿Alguna vez has visto a YoungSoo de pequeña? –"Oh no" fue lo que inmediatamente sonó en mi cabeza. No había algo particularmente malo de mi yo de pequeña, es solo que al ser alguien generalmente vergonzosa, este tipo de situaciones no me caían bien–. No habló casi nada hasta los cuatro años –bueno, sí había algo malo de mi yo de pequeña–. Fue JungKook quien la  hizo hablar.

—Demasiada información –con mis ojos cerrados para evadir la vergüenza lo más que pudiese, levanté mi mano en señal de que se detuviera.

—No es como si hoy en día hablase tanto, de todos modos. ¿Habla mucho contigo? –se volteó hacia TaeHyung, quien lucía desconcertado con la pregunta.

—Es... –me miró de reojo, con una ligera y liviana sonrisa en sus labios– muy buena conversando –asintió con la cabeza. Y no sé bien qué fue en su respuesta, que me hizo experimentar una sensación de genuina alegría y un bienestar que solo él podía brindarme en estos días. 

—Me alegra oír eso, el diálogo es muy importante en una relación –con el dedo índice afirmó su conformidad, caminando de un lado a otro y mirando al suelo–. De lo contrario te enteras tarde de que tu esposo tiene una vida paralela con otra mujer y terminas siendo "la divorciada del hijo de alguien"

Era como si mi madre estuviese empeñada con hacer la situación cada vez más incómoda, a propósito. En ese momento y sin buscarlo, los ojos de TaeHyung encontraron los míos, y hablaron sin decir nada. Concordamos en que había que sacar a mi madre de tal estado decadente lo antes posible para salir de una vez por todas.  

—Mamá, deberías beber algo de agua antes de salir –sugerí mientras me dirigía a la cocina.

—¿Agua? ¿Tan mal me ves? –instantáneamente se puso a la defensiva, porque su estado de ebriedad a sus ojos no era más que un sutil coraje regalado por la bebida–. No necesito la compasión de nadie, estoy perfectamente bien –visiblemente enfadada, era como una niña testaruda y malhumorada. 

Para colmo, como si mi madre ebria no fuese problema suficiente, mi móvil comenzó a sonar, avisándome que tenía una llamada entrante. Fue en ese momento donde TaeHyung entró a la cocina, y seguramente compadeciéndose viendo mi rostro abrumado, colocó su mano en mi hombro. 

—Yo me encargo –tomó el vaso que recién había servido y con una voz cálida y relajada, que no encajaba para nada con el ambiente, besó mi frente–. Tú atiende –me sonrió como quien quiere brindar tranquilidad a otra persona, y desapareció por la puerta, yendo a buscar a mi madre. 

Antes de que se contara la llamada, alcancé a atender sin siquiera fijarme en quien era. 

—¿Entonces vendrás a Busan con tu nuevo novio? 

Al oír su voz supe inmediatamente quien era, pues su timbre era realmente peculiar. 

—No somos novios, JiMin –lo corregí, viendo de reojo si TaeHyung estaba por aquí o podía escucharme, no sé bien porqué. Tal vez porque hablar de "qué éramos" se me hacía muy incómodo–. Hola , por cierto. Y sí, TaeHyung irá conmigo. 

—Buenos días niña –rió al otro lado del teléfono, por haber olvidado algo tan simple como saludar primero. Un pequeño suspiro luego de la risa se oyó antes de que continuara–. Vaya, pensé que no ibas a querer ir –admitió ciertamente pasmado–. Mucho menos pensé que se te ocurriría llevar a alguien –no lo veía, pero sabía que estaba sonriendo. 

—Bueno, ¿tú no llevarás a RaHee? –cuestioné, pues supuse que así sería. Después de todo JiMin también tenía un "alguien", era natural pensar en ese alguien como acompañante. 

—No lo creo, no le agradan mucho ese tipo de eventos –al oír aquello fue imposible no sentir una cierta desilusión. En mi ilusa mente, tal vez podría haber hecho una amiga. 

Las amigas para mí, eran algo que solo existían en las películas. Sí, había tenido "amigas" en el instituto, pero eran amigas hasta que el timbre de salida sonaba y no me hablaban más hasta el día siguiente al llegar a clases. Así que naturalmente, cuando acabé el instituto el año pasado, me quedé sin absolutamente nadie con quien hablar (además de JungKook y alguna que otra charla casual con conocidos de esas que duran diez minutos). 

A veces no podía negar la verdad: para tener dieciocho años, podría decir que había comenzado a vivir mi vida recién hacía unos meses (y solo en ciertos aspectos).  

—Considerando que a mí tampoco, esa es otra razón más para conocernos –sin dejarme abatir por el hecho de que no la vería esta noche, insistí–. Preséntamela algún día.

—Algún día –confirmó–. ¿Y bien? ¿Cómo te sientes sabiendo que esta noche vas a ver a JungKook? –supuse inmediatamente que para hablar de esto había llamado, y que por eso había ido tan directo al punto. 

—Honestamente, ya que voy por obligación, no pienso ni siquiera mirarlo –contesté muy segura de mi respuesta. 

Y es que así sería, mi plan era ignorar el mayor tiempo posible el hecho de que JungKook se encontraría allí. En la mayoría de esas grandes fiestas, ni siquiera llegas a ver al anfitrión muchas veces. Y aunque me buscara, no me dejaría encontrar. Mejor prevenir que curar. 

—Buena decisión –juré que asentía, asertivo–, aunque él tal vez intente hablar contigo –me advirtió, como si yo no lo supiese ya. Aunque tal vez me lo haya dicho no para que me enterase, sino con el fin de que reflexionara mi reacción–. Si eso sucede, recuerda todo lo que has sufrido por su culpa –sin duda alguna, intentaba hacer que no me sintiera mal al pensarlo, o que ni siquiera se me cruzara por la cabeza el darle la oportunidad de una charla–. No te merece en lo absoluto.

Y tenía razón, en verdad debía cuidarme. Porque el hombre es débil, y yo era peor. 

—Ánimos, niña –alentó al notar que no había una respuesta de mi parte, pues mis pensamientos se habían ido sin que me diese cuenta, y ahora tenía más miedo que antes. No sé si en verdad estaba tan segura como aparentaba–. Ahora tienes a tu novio, y me tienes a mí.

Por más que no fuese mi novio, el hecho de tener a alguien tan asombroso como TaeHyung a mi lado (todavía me costaba digerir el hecho de que no era algo quimérico, que en realidad existía y le gustaba yo), me daba un poco más de confianza. ¿Qué tal si JungKook me ve con él y ni siquiera se acerca a hablarme por ellos? Ganaría de ese modo. ¿Pero qué tal si se le ocurría armar una escena frente a todo el mundo? No, fue mi respuesta solo un segundo después de haber planteado la posibilidad, porque él no era así, y porque en verdad una parte de mí dudaba de si en realidad le seguía interesando.

—Con tan solo pensar que voy a estar en el mismo lugar que él, siento que voy a vomitar –confesé dejando atrás la fachada de persona que tiene todo bajo control. Pero por lo menos no me sentía mal por reaccionar así, pues creía que lo peor que podía hacerme a mí misma en estos momentos era juzgarme.

—Si te sirve de consuelo, ni siquiera creo que llegues a verlo –al oír eso de la boca de alguien más, sentí una luz de esperanza que había sido apagada por mis propios pensamientos negativos–. Algo me dice que estará muy ocupado.

—¿Por qué lo dices? –fruncí el ceño. ¿Acaso JiMin sabía algo más que yo y no quería contármelo?

—Bueno, después de todo, la fiesta es para él, ¿no? –dijo y me sentí una tonta por inmediatamente acusar a JiMin de estar ocultando algo–. Se supone que todos van para poder verlo.

Excepto yo.

—¿Qué hay de ti? –cuestioné, pues ahora que lo pensaba, no tenía bien en claro cómo estaba la relación entre ambos–. ¿Tú quieres verlo?

—No creo que él quiera verme de todos modos –suspiró, y el tono en su voz se tiñó de tristeza súbitamente. Me sentí mal por él, pues no encontraba bien el porqué, pero el hecho de sufrir me había hecho más empática.

—¿Por qué sería eso? –inquirí suavemente, dudando realmente de si iba a querer contestar.

—Nuestra amistad dejó de interesarle hace tiempo –era como si con su voz intentase restarle importancia a algo que, al contrario, sí le pesaba mucho–. Simplemente dejó de hablarme.

Aquellas palabras abrieron una puerta que deseé que permaneciera cerrada. Y es que no tenía ni las ganas ni el tiempo de ponerme a pensar en si eso que JiMin sentía, era lo que JungKook había experimentado conmigo, o si había sido incluso peor. 

—Pero, ¿hay algún motivo? –sentí que tal vez mi pregunta podía sonar agresiva, y es que mi objetivo no era insinuar que JiMin había hecho algo para que JungKook no le hablase más. Pero de todos modos, no hay excusa para dejar de hablarle de la nada. 

—No –negó firmemente de inmediato, pero seguidamente continuó, con un tono irresoluto–. Al menos nada malo.

—¿JiMin...? –inquirí con los ojos entrecerrados, había algo que no me cerraba. Había algo extraño entre JiMin y JungKook. 

—YoungSoo –me llamó, y lo oí serio del otro lado de la línea–, si tú le explicas a alguien porqué hiciste algo, ya no es tu culpa si deciden ignorarlo.

La conversación con JiMin terminó un par de minutos luego de aquella frase, frase que pensé durante todo el viaje a Busan, mientras mi madre dormía su siesta reparadora (de la que gracias a Dios despertó sobria), y mientras TaeHyung alternaba entre mirar por la ventana y charlar conmigo sobre asuntos poco relevantes con el mero fin de distraerme un rato.

Llegamos antes de lo que me hubiese gustado, y tuvimos todo el día para nosotros. Una parte de mí ya lo veía venir, pero otra aún se asombraba por el hecho de que TaeHyung y yo estaríamos en una habitación, mientras que mi madre se hallaría sola en otra. Me daba un poco de lástima, después de todo era la primera vez que dormía sola aquí en Busan. A su vez me ¿emocionaba? el compartir una habitación con TaeHyung, aunque en verdad dudaba que algo más allá de la charla y el sueño sucediesen allí adentro. 

Almorzamos tarde en un restaurante cerca del hotel al que siempre íbamos. Era muy gracioso ver a mi madre con lentes de sol y de mal humor, más allá de que a ella no le causara gracia en lo más mínimo. Su amargura se contrarrestaba con la grandiosa habilidad de TaeHyung para construir una conversación amena. En verdad nunca había conocido a alguien tan encantador como él, que con su palabra te hacía prestarle atención sin tener otra alternativa. 

Luego de almorzar pasamos toda la tarde caminando en la playa, sin mi madre (ya que su resaca le rogaba una segunda siesta y desconectarse del mundo un rato más). Fue esa una de las tardes más hermosas que a mi corta edad había vivido. El sonido del mar, las olas llegando a la orilla mientras como una niña jugaba a esquivarlas, las gaviotas en el cielo y en la costa, TaeHyung tomando mil fotos. Hacía muchísimo tiempo que no vivía algo así, y era además la primera vez que lo vivía con alguien que no fuese mi familia o JungKook. Por eso mismo atesoré esa tarde en mi corazón. 

Pero el sol se ponía y nosotros debíamos volver. Y así lo hicimos. Allí en la cama se encontraba mi vestido luego de ducharme. Y el nudo en mi estómago creció cuando me lo puse. TaeHyung estaba preparándose en el otro baño, y por ende tenía tiempo a solas. Lo cual significaba peligro. Al final me había decidido por un vestido largo y azul marino, que brillaba en ciertos lugares (lo había escogido a último momento).  La tela era suave y estaba fría, tanto como la brisa costera que entraba por la ventana de la habitación. Suspiré viéndome al espejo. No podía decir que no me veía bien, no podía decir que no estaba cómoda, pero sí podía decir que en verdad deseaba con todo mi corazón que esta noche nadie más me viese con otros ojos además de TaeHyung, porque en verdad no podría soportarlo.

Maquillándome fue cuando me sentí al borde del llanto. En verdad no entendía qué me sucedía, qué era exactamente lo que me ponía tan frágil, tan emocional. Ya me había preparado para esta situación en mi cabeza mil veces, ¿qué era lo que tanto me rompía por dentro?

—No quiero ir –susurré para mí misma dándome el último retoque de polvo en el rostro. 

—Siempre podemos escapar y tener una aventura, para que luego alguien haga una historia sobre nosotros –TaeHyung se anunció en la habitación con esas palabras, dejando biene ne claro que me había oído. Me di vuelta para observarlo, con un semblante que dejaba bien en claro que no estaba de humor para bromas en lo absoluto–. O puedes afrontar la situación sabiendo que estoy a tu lado y que lo peor que puede pasar es tener que decir hola –se reivindicó captando mi lenguaje corporal.

Se encontraba con el pantalón del traje puesto, pero sin la camisa y mucho menos el saco. Ya tenía el cabello seco, y la luz cálida de la habitación hacía un magnífico trabajo en su piel, haciéndola parecer de caramelo. Me puse de pie y abandoné el tocador, acercándome hasta donde él estaba. 

—Lo sé pero... –me crucé de brazos sintiendo que la brisa de repente estaba demasiado fría–. No puedo evitar sentirme así. Era mi mejor amigo, TaeHyung –de repente una ajena frustración inundó mi cuerpo, lo que hizo que precisara moverme de un lado a otro en la habitación mientras me descargaba–. Antes de que sucediera todo esto siempre fue quien me acompañó, la única persona en la que sentí que podía confiar. En verdad pensé que nunca me mentiría, y que nunca me haría daño. Imagina que pasas tu vida desde que tienes memoria con una persona, y que por fin un día te confiesa que le gustas, entonces ves un futuro junto a la persona que más quieres y conoces, y descubres que te miente –mis ojos se cristalizaron e hice un esfuerzo sobrehumano para no llorar en aquél momento–. Que la única persona en la que de verdad confiaste te mintió, y te usó para su propia satisfacción. No puedo evitar tener miedo, sentir asco. No debo evitarlo tampoco –mi voz se quebró en el momento en que me quedé quieta mirando por la ventana. En verdad quería irme, dejar todo de una vez, no obligarme a tocar una herida que no había cerrado todavía–. Porque puede que él sepa ocultar las cosas muy bien, pero eso a mí nunca se me dio bien.

Segundos donde no se oyó nada más que el agua del mar pasaron. La noche tenía algunas nubes y las estrellas se mezclaban con ellas. La brisa movía las cortinas a mis lados, y un poco mi cabello también. De repente oí una voz detrás de mí, suave, profunda.

Como siempre.

—YoungSoo, escucha... –en su voz la duda reinaba, era algo excepcional. Estaba tan acostumbrada a oírlo hablar con tanta determinación y fluidez que no pude dejar ir ese detalle–. Tengo que decirte algo antes de que vayamos.

—¿Qué? –pregunté luego de carraspear mi garganta, pues no quería que mi voz saliera débil una vez más. No me volteé para verlo, pues mis ojos seguían llenos de lágrimas que en verdad no me permitía derramar.

Pero no fue necesario verlo para sentirlo. Su torso desnudo se pegó a mi espalda, y sus brazos sin aviso alguno rodearon mi cintura y mis hombros. Su cabeza a un lado de la mía y sus dedos en mi piel. 

—Te quiero –susurró en mi oído, y fue suficiente para que, como si estuviéramos en una película, cayera la primera lágrima por mi mejilla. No hubo otra reacción por mi parte, la estupefacción me había inmovilizado. Pero para mi suerte, siguió hablando–. Y esto va más allá de cualquier relación que podamos tener. Te quiero a ti, como persona, porque eres la mujer más dulce y atenta que conozco –su voz hacía cosquillas en mi oído, tersa, dulce, agradable y penetrante–. Mírame –exigió y como si sus órdenes fuesen mi deber me volteé sin pensarlo. Sentía mi pecho doler, pero por otros motivos esta vez–. Pase lo que pase, esta noche o cualquier día, nunca olvides que tú eres mi musa, y eso va más allá de cualquier lazo que nos una o cualquier corriente que nos separe. 

Tomando mi rostro limpió mis lágrimas. Me dio un poco de pena el pensar que mi maquillaje estaba arruinado, pero eso era muy pequeño a un lado de lo que significaba realmente para mí lo que acababa de pasar. Sonreí ampliamente, y noté como lo primero que dije no fue lo que pensó que en verdad diría.  

—Que diálogo de película. 

Lejos de enfadarse rió alegre asintiendo, y entonces lo confirmé. 

—Yo también te quiero, mucho.

Aquél momento tan hermoso fue lo que me dio las fuerzas para realmente seguir con la noche. Una hora después ya nos hallamos pisando esa residencia que pensé que jamás volvería a visitar. Tan ostentosa como siempre, podía oler el aroma de las flores favoritas de GaEun en todo el jardín delantero. Dentro había muchísima gente, y ya comenzaba una de las partes más tediosas de la noche: el tener que saludar a todo el mundo, la gente preguntando sobre mis padres, sobre quién era TaeHyung, si estábamos saliendo, o alguna charla trivial sobre JungKook, la cual yo debía seguir, pues nadie debía saber que ya no nos llevábamos precisamente bien. 

—Hay demasiada gente aquí –me susurró TaeHyung, quien sostenía mi mano mientras caminábamos por la sala principal, tratando de esquivar personas sin chocarnos con ellas. 

—No me extraña, pero sí me incomoda –le contesté siéndole sincera–. Normalmente buscaría un lugar poco transitado, pero ya no tengo la libertad de caminar por donde quiera –le comenté con una media sonrisa que intentaba ocultar lo extraña que me sentí al decir aquello. Finalmente encontramos un sofá semi-desocupado en el cual podíamos sentarnos, y así lo hicimos. Allí había una pareja de personas de alrededor de la edad de mi madre, y como conversador innato, TaeHyung saludó y comenzó a entablar una charla trivial. Un apr de minutos luego de sentarnos una chica con un uniforme de catering apareció a nuestro lado y nos tendió una bandeja con lo que parecían ser margaritas–. No, gracias –le di una sonrisa y negué suavemente. No estaba de humor para el alcohol. Pero aquello me hizo preguntarme qué tal le estaría yendo a mi madre, quien se separó de nosotros en la entrada. 

TaeHyung por su parte sí aceptó una, y la chica partió. Sin pensarlo, observé el hueco por donde la chica se iba, y en ese exacto lugar vi como una silueta me resultaba familiar.

—¿JiMin? –pregunté para mí misma, sin estar segura de si quien estaba viendo era realmente él, que caminaba hacia la dirección opuesta de donde estábamos nosotros. Y tuve mis dudas hasta que volteó su cabeza y reconocí su perfil.

—¡JiMin! –voceé alegre levantándome del sofá, sin siquiera pensar en TaeHyung y en cómo cuando caminé hacia JiMin lo dejé atrás.

Esquivando gente como podía intenté seguirlo, me pareció que había desaparecido por la puerta que llevaba al jardín trasero, y por esa misma puerta salí, sin siquiera detenerme un segundo para traer a TaeHyung conmigo en vez de dejarlo solo con aquella pareja. Con lo que no contaba al salir es que iba a haber alguien en la puerta, alguien que no vi y me llevé por delante.

Al percatarme de lo que había hecho jadeé sorprendida por lo que había hecho, y me coloqué en cuclillas intentando incorporar a la niña que ahora se hallaba tendida en el suelo, confundida. 

—Disculpa pequeña, no te vi –la levanté y comencé a sacudir el polvo de su hermoso vestido de color celeste–. ¿Estás bien? –pregunté en una voz suave, realmente preocupada por lo que había hecho. 

—Sí, estoy bien –contestó la niña, sonriendo como pudo. Se notaba que le había dolido el golpe, pero que no quería reaccionar enfrente de mí. 

—¿Segura? –inquirí y asintió. No parecía de más de siete años–. ¿Dónde está tu madre? –levanté la cabeza mirando hacia todos lados, pero nadie parecía estar prestando atención a nosotras. 

—No lo sé –me contestó con cierta preocupación en su voz, dándose cuenta de que estaba sola. Miró hacia la dirección en la que se suponía que debía de estar su madre, pero allí había un grupo de hombres conversando. 

—¿Conoces a alguien de aquí?

—No... –se la veía más nerviosa que antes. Y no la culpaba, si yo tuviese siete años y quedara varada solamente con la mujer que me causó la caída de mi vida también me hallaría intranquila. 

—Calma, no te angusties –acaricié su brazo y le regalé una sonrisa tranquilizadora, la cual correspondió levemente–. Ya la encontraremos –me levanté acomodando mi vestido y tendiéndole mi mano–. ¿Cómo te llamas? –quise saber.

SoMin. Jeon SoMin.



hola ¿cómo están? el fin se acerca dijo la biblia.

no tengo mucho para decir esta vez, solo que por si a alguien le interesa estoy ocupándome de mi salud mental por primera vez en cinco años y se siente bien. tan bien que escribí esto ahre

en fin, cuídense bebés <3 y recuerden, mili siempre vuelve (hasta que esto termine, y voy a volver con otra cosa) 


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