Why are you so angry? [©]

By LeoLunna

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¿Por qué siempre estaba tan enojado?, ¿por qué parecía que nació con el ceño fruncido? Bueno, ¿cómo no estarl... More

Why are you so angry?
I: See you in another life
II: Lovesick
III: They don't know
IV: Notion
V: Things I don't understand
VI: I can't say
VII: Wish
VIII: Who could love you?
IX: Maybe it's the best
X: Let me alone
XI: It's so cold here
XII: Like the sun
XIII: I need time
XIV: Be careful
XV: For you
XVI: Remember
XVII: If you're happy, me too
Two: Why are you so silent?
I: I want you
II: Meet you
III: Keep walking
IV: Silent hearts
V: Let time pass
VI: I could love you
VII: Breathe
VIII: Fireworks
IX: Field of roses
X: Fallen leaves
XI: Were you happy?
XII: Second chance
XIV: Patience
XV: Bindweed
XVI: Winter
XVII: Half prince
XVIII: I know you
XIX: Stay here
XX: We'll talk later
XXI: Together
XXII: I'll wait for you
XXIII: Where no one finds us
XXIV: I can see our future
Three: Why do we need to care?
I: Home
II: Bittersweet
III: True love
IV: Stressed out
V: Cold bed
VI: Days and days
VII: Night without stars
VIII: White veil
IX: Their names
X: Breaking news
XI: Keep calm
XII: Take me home
XIII: Insomnia
XIV: Lost in paradise
XV: Insufficient
XVI: Where is the sun?
XVII: Sorrow looks back
XVIII: Different ways
XIX: Two suns in the sunset
XX: Inmarcesible
Epilogo: Why are you so happy?
Agradecimientos

XIII: Red thread

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By LeoLunna

Todoroki se sentía cómo en un sueño.

Había extrañado esa rutina, esa comodidad a su alrededor. Las pláticas tranquilas con Bakugou durante los recesos sobre cualquier cosa. Los equipos que conformaban durante los entrenamientos cuando Aizawa les permitía escoger a su compañero, la compatibilidad de sus quirks, los regaños del rubio, los insultos sin deseo de dañar, los apodos, las pequeñas tutorías que el ojirubí aceptaba darle de historia algunos jueves por la noche. Y el silencio cómodo, la falta de palabras que le hacía sentir plenitud.

Poder observar su perfil mientras leía, ahora siendo consciente de porqué su corazón se sentía tan contento cuando estaba a su lado. Dejaba que el sentimiento le entregara a su cuerpo ese calor tan suave y agradable, pero guardaba las palabras para no incomodar al otro. Bien, no necesitaba decir nada, Bakugou sabía lo que sentía y, en más de una ocasión, el rubio suspiraba exasperado, le golpeaba suavemente la cabeza con el libro, lápiz o palma y le mascullaba que dejase de mirarlo como un "medio raro".

No podía evitarlo, estaba enamorado, muy enamorado. Pero, en esos momentos, murmuraba una disculpa y seguía con lo suyo. Se recordaba a si mismo que decidió al chico darle espacio y esperar, pacientemente, a que la oportunidad surgiera por sí sola.

Mientras los días pasaban, mientras la tristeza de la ruptura poco a poco se iba aligerando en los iris ajenos, Todoroki sentía que esa oportunidad daba un paso hacia adelante, incluso si parecía en ocasiones que nunca llegaría a causa de la actitud de Bakugou.

El rubio se comportaba como si el tiempo no hubiese pasado, ni él ni todos los sucesos que vivieron juntos durante esos meses, ni el campamento, ni el festival, ni el beso.

Shouto no lo cuestionó, si esa era la forma en que el chico quería actuar, por él estaba bien. Sabía que las memorias estaban ahí, simplemente prefería pasarlas por alto, pensar en sí mismo sin que estas se interpusieran en su día a día. Intentaba no desanimarse por la actitud, recordar que aún tenía que hacerse un lugar en el corazón del rubio y que se esforzaría por ese puesto. No quería forzar nada, no quería que Katsuki se sintiera presionado por sus sentimientos incluso si estos eran fuertes. Era paciente, era comprensivo, y disfrutó de la amistad que, ahora, sabía que existía. Paso a paso, acercándose poco a poco al chico, siguiendo su sombra y sus pasos hasta que, un día, pudiera caminar a su lado como quería.

Solo estar cerca de él era más que suficiente, hablar, bromear, observarlo luchar con todo su potencial. Se sintió feliz al ver como las sonrisas salvajes y altaneras regresaban con el pasar de un mes. Como los iris rubíes volvían a arder, la pasión, el deseo de superarse a sí mismo y ganar siempre dando lo mejor de sí. Todos aquellos detalles de los cuales sin darse cuenta se enamoró, regresaron a Katsuki. Aunque sin duda cambió. Incluso si su personalidad continuaba siendo un poco agresiva, tosca y agria, era mucho más abierto con el resto de la clase. Más cooperativo, más paciente, amable a su manera. Shouto estaba encantado con ver todas las nuevas facetas que, con el tiempo y el aprendizaje, iban surgiendo.

Se preguntó en clases, mientras Aizawa hablaba sobre algo que no estaba escuchando ya que mantenía la mirada fija en la espalda del rubio, si es que él también cambió. Yaoyorozu le dijo que, desde que volvió a platicar con Bakugou, se veía más "feliz", menos solitario y que incluso hablaba un poco más de lo que comúnmente hacia. Si era así, no podía saberlo. Estaba en la novena nube todo el tiempo.

—Bien, como les dije al inicio del semestre, el festival cultural se adelantaría a las pasantías y llegó el momento —explicó Aizawa, el salón mantuvo el silencio; algunos atentos, otros no tanto —. Tienen tres semanas para organizarse, así que es mejor que comiencen.

Eraserhead se hizo a un lado, se envolvió en su saco de dormir mientras Iida y Yaoyorozu pasaban al frente. Con la experiencia del festival del año anterior, creyeron que llegar a un consenso sería mucho más sencillo, pero cuando se planteó la idea de repetir el mismo espectáculo que antes las negativas se alzaron de todas partes.

Nadie quería estar a solas con aquellos con los cuales no hablaban ni querían hablar. Momo negó a la idea, nerviosa y desviando la mirada, ignorando la atención que Kyoka le daba. Sería demasiado incómodo para ella estar, otra vez, tanto tiempo a solas ensayando con la chica y su ex novio en el mismo lugar.

Otros pensaron que no era buena idea repetir. Querían probar otras cosas, además no sería impresionante para el resto de las clases si hacían lo mismo que el año anterior. Shinzou estuvo de acuerdo con esa última idea; el concierto del primer nivel fue toda una sorpresa, pero sin duda el resto de los niveles estarían esperando que hicieran lo mismo en esa ocasión y, si querían volver a asombrarlos, tendrían que cambiar de táctica.

La clase estuvo rápidamente de acuerdo con el pelimorado. Todoroki, desde la distancia, notó como Katsuki le dirigía una breve mirada a su ex novio. Por un instante Hitoshi observó al rubio también, pero rápidamente desviaron la atención.

La incomodidad por la ruptura continuaba ahí después de un mes. Durante todo ese tiempo, nadie los vio hablar. Nadie en la clase se atrevía a sacar el tema o comentar sobre ello, nadie quería sufrir la ira del rubio o el lavado de cerebro del pelimorado. Pero bien, no era el momento para pensar en ello. Shouto no quería pensar, ni recordar, el tenue brillo de tristeza en los ojos rubíes que por tantos días, posteriores al término de la relación, perduró.

El carraspeo de Iida llamó su atención. Dejó de observar el cabello puntiagudo y prestó atención a su amigo. Momo tomó la tiza y esperó, pacientemente, a que las ideas se extendieran.

—Chicos, necesitamos pensar en algo —dijo Tenya—. ¡Ninguno de nosotros quiere quedarse hasta la una de la madrugada pensando como el año anterior!

Kaminari levantó la mano, Iida le dio la palabra.

—Simplemente vamos por las ideas tradicionales, amigo —comentó—. Un puesto de comida o algo de exhibición.

—¡Una obra de teatro! —Exclamó Mina, levantando la mano, emocionada—. ¡Una de tipo medieval! ¡Como aquella de las clases de historia que Aizawa nos obligó a aprender!

Cuatro voces gritaron al mismo tiempo.

—¡No!

Las miradas se dividieron, pero todas se tornaron con extrañeza al escuchar a Bakugou, Midoriya, Uraraka y Shinzou gritar. Los cuatro se veían un poco pálidos, como si la sola mención de aquella historia les haya traído muy malos recuerdos de los cuales, por nada del mundo, querían hablar.

Iida se les quedó mirando, casi petrificado, y lentamente encontró las palabras para proseguir.

—Eh... Bien, teatro no —murmuró, Mina dio un quejido lastimero—. ¡Todos debemos estar de acuerdo y cómodos con la idea!

—¡Pero hubiese sido perfecto! —Insistió la chica—. ¡Todoroki como el príncipe y Yaomomo como la princesa! ¡Hubiese sido una perfecta historia de amor!

Kirishima suspiró y murmuró:

—Ashido... Realmente no creo que la historia fuese así de "dulce"...

Bakugou resopló y llamó la atención del resto.

—Sí, seguro fue más como: muerte, muerte, muerte. Guerra, sangre y mierda de dragón por todas partes.

—¿Qué dices? —Mina bufó—. ¡Los dragones no existieron!

Eijiro pareció un poco lastimado por ese comentario.

La clase comenzó a discutir en ese momento. Algunos apoyando la idea, otros completamente en contra. Aizawa los observó en silencio, sin importarle cuanto discutieran, solo se entrometería si iniciaban un poco de violencia.

Iida intentaba calmar a sus compañeros desesperadamente, detener la discusión que iba en aumento por los gritos de Bakugou y de Ashido. Entonces, entre el exceso de ruido y razones de por qué si y por qué no, Shouto alzó la mano tranquilamente.

—¡Todoroki!

—Una casa de té —comentó.

—¡¿Un cafetería maid?! —exclamó Mineta, emocionado—. ¡¿Con faldas muy cortas?!

—Sí, pero no cafetería, té—respondió Shouto y volvió la mirada al frente—. Con bebidas, dulces y ropa tradicional.

—Entonces quienes atiendan al público tendrían que vestir yukatas —murmuró Ochako, y sonrió—. ¡Parece buena idea! Siempre organizan cafeterías al estilo occidental en los festivales culturales.

—¡Sí! ¡Podríamos adornar el salón con muchos objetos tradicionales! —dijo Hagakure y, al parece, apuntó al bicolor—. ¡Todoroki podría vestirse como un señor feudal! ¡Eso atraería clientela!

—¿Por qué yo? —cuestionó Shouto por lo bajo—. No me vería bien...

—Deberíamos tener tres señores feudales y una emperatriz —continuó la chica invisible, ignorando la voz baja que se perdió en el fondo del salón—. ¡Yaomomo será la emperatriz!

Tímidamente, la chica de cabello negro alzó la mano.

—Si así lo quieren, gustosa sería la emperatriz...

De un momento a otro la clase estuvo de acuerdo con la idea, Todoroki no pudo negarse al papel que le dieron sin siquiera cuestionarle si lo quería o no. Suspiró, cruzó los brazos sobre la mesa y apoyó la cabeza en ellos. Escuchó cómo discutían sobre si pondrían extensiones a su cabello o no. No pudo evitar sonreír ante la queja infantil de Bakugou al respecto, y la burla que masculló mirándole a los ojos; bromeando que necesitarían extensiones de dos colores en vez de una. Tal vez se vería extraño, pensó Shouto, pero bien, ya no tenía elección en nada.

Rápidamente, cada cual tomaba su papel. Destinaron a Satou y a Bakugou encargarse de la cocina, aunque el rubio reclamó pero no dio una respuesta en negativa. Además de los tres señores feudales y la emperatriz que actuarían más como un atrayente para clientela, escogieron a seis personas para encargarse atender las mesas, los más agradables y sociales de la clase. El resto se dividió entre aquellos que organizarían la decoración y aquellos que se encargarían de confeccionar los trajes tradicionales.

Cuando la campana del final del día de clases sonó, la mayoría salió rápidamente, pero algunos se quedaron un poco más en el salón. Uraraka, Hagakure y Tsuyu se quedaron ahí, con un cuaderno abierto sobre el escritorio de la castaña; el teléfono a un lado con la imagen de un traje tradicional como referencia e intentando pensar en un diseño decente.

Shouto guardó lentamente sus cosas, mirando de reojo a las chicas y, simplemente, resignándose a ser utilizado como una simple imagen para llamar la atención. Bakugou seguía en el salón, Kirishima lo esperaba a un lado. Los ojos bicolores buscaron al rubio del rayo, pero recordó que él, junto a Shinzou, fueron los primeros en marcharse.

Katsuki se levantó de su asiento, corriendo la silla con demasiada fuerza y logrando volver a llamar la atención de Todoroki. Su corazón se agitó cuando el rubio comenzó a caminar en su dirección, con el bolso al hombro y las manos en los bolsillos. ¿Le pediría caminar juntos hacia el dormitorio? Tan solo era una cuadra, pero era suficiente... El chico se detuvo en las mesas frente a él, donde las chicas continuaban intentando diseñar algo, la ilusión de Shouto se derrumbó, pero logró disimular la decepción y decidió apresurarse en salir del salón. La mirada rubí se posó en él por un momento, pero no logró captarla antes de seguir el camino de la mayor parte de la clase.

Sin dar explicaciones, el chico tomó el cuaderno y bufó.

—¿Qué? —inquirió Uraraka.

—Dan vergüenza —dijo, y señaló el boceto—. No, en serio. ¿Qué es esta mierda? ¿Harapos? ¿Es para la cola de caballo? El juunihitoe es más complejo, idiota.

—No se ve tan mal...

—No jodas, Ochako, tú misma sabes que si —La chica no respondió. El rubio resopló—. ¿Saben qué? Ayuden a Satou con la maldita comida, yo haré esta mierda.

Hagakure reclamó, pero fue ignorada. Tsuyu cerró el cuaderno y, simplemente, mientras el rubio se daba la vuelta y se alejaba, cuestionó:

—¿Crees que podrás hacerlo?

—Mis padres son unos jodidos diseñadores de moda—respondió y cruzó la puerta del salón—. Haré los mejores kimonos que verán en su maldita vida.

Cuando el rubio desapareció de su campo de visión, las chicas se miraron entre ellas, silenciosamente se alzaron de hombros y decidieron buscar a Satou. Se sentían salvadas, mientras más veían referencias de la vestimenta, más complejo comenzaban a pensar que sería confeccionarlos.

Ochako les sonrió y les masculló que buscaran a su compañero de clase, ella confiaba plenamente en que Katsuki podría hacerlo. Con esa idea en mente, salieron del salón.

[•••]


A eso de las ocho de la noche, alguien golpeó a su puerta. Shouto dejó a un lado la página del libro de biología que tenían que estudiar para el día siguiente y se levantó.

Después de salir de clases que la mayor parte de sus compañeros se mantenían en el salón principal discutiendo los detalles, él se excuso de estar presente ya que simplemente sería la imagen visual, así que, cuando abrió la puerta, creyó que vería a Iida o a una de las chicas que estaba decidida a confeccionar los trajes, pero en vez de eso, fue empujado a un lado y Bakugou entró a su habitación como si le perteneciera.

Todoroki se quedó bajo el umbral, mirando al pasillo y, lentamente, cerró la puerta y volteó la mirada hacia el chico de cabello rubio sentando en el piso de tatami, con su libro de biología en la mano.

—Uhm... ¿Quieres que te ayude con biología? —cuestionó Shouto, sentándose frente al rubio.

—¿Tú me vas a ayudar a mi? —cuestionó Katsuki con ironía—. ¡Por favor! Estas dos puesto bajo mi en los resultados académicos.

—Entonces no entiendo que haces aquí.

—Si eres mi jodido amigo, tengo todo el maldito derecho de invadir tu habitación si quiero.

Shouto pasó por alto el calor que recorrió su cuerpo al solo escucharle llamarlo "amigo". Reprimió la sonrisa que quería formarse en sus labios, bajó la mirada y le quitó el libro disimulando que su palpitar no se sentía agitado.

—Está bien, puedes entrar cuando quieras —comentó, fingiendo leer—. Pero es casi tu hora de dormir.

—¿Y?

—Eres un bebé.

—Lo dice quien bebe leche de fresa para dormir —bufó, se levantó y obligó al heterocromático hacerlo también, jalándolo desde el brazo derecho, el chico no se movió—. Ven, levanta el puto trasero.

—¿Para qué?

—¡Solo hazlo, hijo de puta!

—Mi madre no es una.

—¿Y Endeavor?

Shouto no respondió, tenía algunas dudas. Katsuki sonrió.

Se levantó pensando en la última pregunta. Por un momento pasó por alto lo cerca que Bakugou estaba de él hasta que, al bajar la cabeza, el cabello ajeno le hizo cosquillas en la nariz. El rubio pasó sus brazos por alrededor de su torso, sintió que envolvía algo en su cintura y se tensó.

Demasiado cerca, sintió su pecho contra el suyo, su calor, el dulce y picoso olor que el otro desprendía; adictivo e hizo acelerar su pulso un poco más. ¿Era el único que se sentía nervioso? No es que la cercanía le molestara, pero no la comprendía, tampoco la tranquilidad con la cual Bakugou estaba actuando.

¿La segunda oportunidad que había esperado ya estaba frente a él? ¿Era así desde hace tiempo? ¿A penas se daba cuenta? Podían ser tres si o tres no. Realmente quería que fuese "si", pero no formularía conclusiones antes de tiempo.

—Mierda, ¿Cuándo demonios creciste tanto...?—lo escuchó mascullar, pero no pudo darle una respuesta—. Levanta los putos brazos.

Sintió las manos ajenas envolverse en sus bíceps. Tragó saliva, intentando que su cuerpo se sintiera menos rígido. Buscó su voz, ocultó el nerviosismo y preguntó.

—¿Qué... qué haces?

—Medidas.

—¿Medidas de qué...?

Bakugou resopló, y respondió como si lo que sucedía ahí fuese bastante obvio. No, no lo era.

—Las tuyas, idiota.

El chico se alejó, le tomó el brazo y, solo en ese momento, notó la cinta rojiza para medir. Notó los centímetros marcados en números blancos.

—¿Harás los trajes?

—¿No es obvio? —La cinta se envolvió en su cuello —. Mierda, si alguien más los hiciera, serían horrible.

— ¿No es más fácil pedirle a Yaoyorozu que los haga? —cuestionó.

La cinta roja se alejó, pero logró tomar su extremo antes de que este cayera completamente desde su hombro.

Bakugou miró la cuerda, cada uno tomando el extremo de esta. Pensó en soltarla, pero no lo hizo. Subió la mirada, fijó sus iris en los heterocromático que brillaban suavemente con la luz de la habitación.

—¿Crees que no lo pensé? —murmuró—. Lo hice, pero ella no podría crear perfectamente los detalles que quiero que tenga y ya le pedí la puta máquina de coser a mi viejo. ¿Quieres un buen traje o verte como mierda?

—Me da igual.

—Lastima, serás un señor feudal te guste o no —Le dio una sonrisa altanera y, de un solo tirón, le quitó la cinta—. Y por la cara de idiota que tienes, veo que no.

—No me gusta llamar la atención —Volvió a sentarse sobre el tatami. Katsuki se mantuvo de pie y enrolló la cinta—. Pero bien, solo será un día y confío en me harás ver decente...

Bakugou murmuró por lo bajo un par de groserías, masculló que ni siquiera dudara de que lo haría, era el mejor en cualquier maldita cosa en la que se proponía realizar y, después de tanto tiempo, Todoroki sabía aquello perfectamente bien.

Guardó la cinta en el bolsillo del chándal y su cabeza giró hacia la puerta. Dio un solo paso y se detuvo, bajando la mirada hacia el rostro que lo observaba sentado en el piso, otra vez con el libro de biología en la mano.

—Por cierto, el sábado iré a comprar la puta tela. Ven también, Icyhot.

Ni siquiera lo pensó, inmediatamente asintió. No le importaban las razones, simplemente se concentró en la idea de estar solos en otro lugar que no fuese los dormitorios, el gimnasio o los cortos recesos.

—Iré, pero ¿por qué?

—Porque hará falta dinero, tienes la tarjeta de tu viejo y necesito quien cargue la tela. Así que, ¿por qué no utilizar los cinco centímetros que creciste y te uso de burro de carga?

—¿Estas celoso de mis cinco centímetros?

—Vete a la mierda y duérmete.

—Sí, lo estas.

El rubio resopló, le mostró el dedo medio y salió de la habitación, sin mirarle en ningún momento ni dando una despedida más. Su actitud grosera no importaba, incluso con eso, logró formar una sonrisa en los labios de Shouto.

Se sentía feliz de verlo actuar así, como siempre fue, tan naturalmente. Había extrañado ese lado de él.

Se durmió ansiando que el sábado llegara y, cuando lo hizo, se regaño a sí mismo por pensar que estaría a solas con Katsuki.

Una parte de él ansiaba repetir ese día lejano cuando salieron juntos y solos, pero debía ser paciente y, en el peor de los casos, aceptar que tal vez jamás sucedería. Tuvo que haber predicho que Katsuki no buscaba nada más que, realmente, usarlo de burro de carga. De todas formas, incluso si solo era para llevar los materiales, lo acompañaría.

Salieron del dormitorio con Kirishima y Midoriya. Cuando Shouto posó la mirada en el rubio, cuestionando para qué necesitaba a tres personas para acompañarlo, el chico le mostró el listado de las telas y los metros que debían conseguir. Y bien, el material podía parecer ligero, pero no lo era. Además de ello necesitaban accesorios, comprar hilo y algunas cosas más.

El pelirrojo saludó a Todoroki efusivamente, pasó un brazo por sobre sus hombros y lo obligó a caminar frente al rubio y peliverde. Increíblemente, Bakugou no reclamo por ello, se mantuvo atrás discutiendo con Izuku sobre los metros de tela y los precios a los que deberían optar. Los gritos se alzaron incluso desde el momento en que pusieron un pie fuera del dormitorio y continuaron al llegar a un barrio comercial. A pesar de que Katsuki era quien sabía qué camino tomar, Eijiro mantuvo al bicolor frente a los otros dos.

En algún momento se mezclaron entre la gente y se dividieron y, aunque aquellos que iban en frente se impacientaron e inmediatamente comenzaron a buscar a los otros chicos, Katsuki e Izuku mantuvieron la calma, sabiendo que en algún momento volverían a cruzarse y prefiriendo terminar con el viaje de una vez. Aún así, la forma en que el peliverde miraba por entre la multitud buscando un cabello completamente rojizo no pasó desapercibido para la persona a su lado.

Bakugou bufó y rió agriamente.

—¿Qué? —cuestionó Midoriya.

—El karma es una perra, ¿no, Deku?

—¿De qué estás hablando?

El rostro de Midoriya se coloreó inmediatamente, pensó en negar cualquier cosa o hacerse el idiota, pero la sonrisa altanera del otro chico le hizo entender que sabía todo lo que pasaba por su cabeza y ni siquiera tuvo que interrogarlo. El rubio lo ignoró. Entró en una tienda dejando al peliverde solo a mitad de la calle. El chico dio un suspiro exasperado, lo siguió exigiendo una explicación a sus palabras que no llegó inmediatamente.

Katsuki paseó por el local mirando una que otra tela, recordando lo que aprendió, sin querer, de sus padres y de la calidad de la confección durante todos esos años. Maldijo por lo bajo al pensar en todo el trabajo que decidió tomar, pero bien, ya toda la clase sabía que él lo haría, cada alumno cooperó con dinero y, realmente, esperaban que el rubio hiciese un magnífico trabajo. Por su jodido orgullo que sería así.

—¡Kacchan!

El peliverde apareció frente a él de un momento a otro, solo los separaba un estante.

—¡Hijo de puta, eres tan insistente! —gritó, ocultando el infarto que casi el chico le produce.

—Entonces dime —El rubio le lanzó un trozo de tela en la cara—. ¡Kacchan!

—Ahora sabes qué demonios se siente tener todos los putos recuerdos de una relación que ya no existe —comentó, dándose la vuelta y saliendo del local—. Es una mierda, ¿no? Dime que se siente.

Izuku suspiró, y su voz salió mucho más lastimera de lo que quería.

—¿Te produce placer el dolor ajeno?

Bakugou lo miró por sobre el hombro, la sonrisa burlona seguía en él.

—Sí, completamente. En especial si es el tuyo.

—Cruel.

—El karma lo es. Te lo dije, es una perra y lo sé por experiencia propia.

Izuku mantuvo la boca cerrada. Sabía que en esas palabras, en parte, existía una recriminación hacia él y a la relación que mantuvo con Todoroki el primer trimestre. Pero, vamos, en ese momento aún no recordaba toda su vida pasada, aún no llegaba al punto en el cual presenció la relación del rubio y el príncipe. Para él, las memorias fueron llegando cronológicamente desde el momento en que obtuvo el One for all, pero no importaba si le explicaba eso a Bakugou, el chico jamás le creería.

Pero si creía que se había vuelto enamorar del mismo dragón que en su vida anterior. No era completamente cierto, pero tampoco falso. Los recuerdos le daban una idea de cómo podría ser una relación con él, pero el chico que veía día a día, en las clases, junto a su amigo de la infancia, llamó su atención poco a poco incluso antes de recordarlo.

Y ahora estaba ahí, sabiendo perfectamente que no tenía una oportunidad pues Kirishima seguía enamorado de Mina.

—El karma es una perra... —masculló Izuku por lo bajo.

El rubio, que caminaba frente a él, se detuvo, volvió a mirarlo por sobre el hombro y, con la misma maldita sonrisa que comenzaba a impacientar a Midoriya, comentó.

—Escuché eso, nerd.

—Sí, lo sé, ¿quieres dejar de recordarme mi desgracia? Sé que soy un idiota por enamorarme de la misma persona de antes.

—Sí, te he dicho que eres un jodido idiota desde que te conozco, para mi puta desgracia—respondió, cruzando la calle en dirección a otro local—. Y lo eres más por verlo como el mismo de antes.

Entraron a otra tienda una vez más. La encargada los saludó y les preguntó si es que estaban buscando algo en específico. Katsuki le enseño el listado con los tipos de tela y colores, la mujer tomó el papel y murmuró que consultaría si es que tenían cada uno de ellos. Sin poder quedarse en ese lugar a esperar, el rubio comenzó a caminar alrededor de la tienda, pasando la yemas de los dedos por sobre toda aquel lienzo que, a la vista, pareciera suave. Midoriya lo siguió en silencio, como siempre, como cuando eran niños pero había algo diferente, notó el peliverde.

Ahora que no existían problemas entre ellos, que uno no era superior al otro y caminaban como un igual, todo se sentía mucho más cómodo y liviano. Realmente le gustó ese sentimiento, esa pequeña señal de que la amistad que siempre quiso del otro, podía estar naciendo poco a poco. Se sintió en confianza y decidió preguntar aquello que desde hace tiempo recorría sus pensamientos.

—¿Qué pasa contigo y Todoroki? —Cuestionó Izuku, Bakugou no le dirigió la mirada. El chico prosiguió—: Se han acercado mucho últimamente.

—¿Ah? No nos hemos acercado —respondió, observándolo sobre el hombro—. Estamos igual que antes de que todo este lío comenzara, imbécil.

—Sí, me di cuenta de eso, parecen cercanos como el año pasado, antes de todo... Pero aún así, siento que están un poco más cerca desde que terminaste con Shinzou. ¿Pasó algo entre ustedes?

Hubo un silencio. Fue pequeño y sumamente breve, pero duró lo suficiente para hacerle entender a Izuku que, sin duda, sucedió algo entre Katsuki y Shouto. Pero sacarle la verdad a su amigo de la infancia no sería tan fácil y lo sabía bien.

—No es tu jodido asunto —masculló—. Y no me recuerdes a ese otro hijo de puta.

—Entonces realmente terminaron mal...

—Al contrario, pero no voy a hablar de eso contigo.

La encargada de la tienda volvió a ellos en ese momento. Le entregó el listado al chico, murmurando que tenían todo lo que necesitaban en la tienda. Les habló de los precios y cuestionó si estaban bien con ellos para comenzar a cortar los metros que necesitaban. Bakugou asintió, mientras el peliverde comenzaba a sumar y recordar el dinero que traían. En cuanto la mujer se marchó, Izuku le murmuró que les faltaría un poco de presupuesto, pero para eso tenían a Todoroki con ellos.

Aunque primero necesitaba hacer que los otros dos idiotas estuvieran ahí. Bakugou tomó su teléfono y estuvo por llamar a Kirishima, pero al momento en que encendió la pantalla notó que tenía el móvil en silencio, algunas llamadas y muchos mensajes del pelirrojo.

En ese momento, la puerta de la tienda se abrió y aquellos que faltaban entraron. Primero Eijiro y luego Todoroki.

—¡Aquí están! Bro, te he estado enviado mensajes desde que los perdimos —reclamó el pelirrojo—. ¡Llevamos quince minutos buscándolos!

—¡Ese no es mi jodido problema! —gruñó. Los iris rubíes se posaron en el chico silencioso—. Todoroki, ¿traes la tarjeta?

—Siempre la tengo conmigo —Metió la mano al bolsillo y la sacó.

—Ven, medio idiota, hay que pagar.

Se alejaron dejando a Kirishima y Midoriya solos a mitad de la tienda.

Eijiro suspiró y guardó el teléfono, Izuku intentó mantener la atención en cualquier otra cosa que no fuese el chico frente a él. La breve platica sobre el karma, los recuerdos y sus sentimientos volvieron a su cabeza en cuanto vio al pelirrojo entrar a la tienda. Durante todo ese tiempo desde el concierto intentó actuar como siempre lo hacía, hablar con Kirishima sin pensar en lo que sentía o en el dolor que vio en los ojos rojizos ese día, y que volvía cada vez que veía a Mina.

Fue difícil, y tal vez si intentó concentrarse en otras cosas para no tratar con él. Recuperar su amistad con Uraraka y Todoroki lo ayudó a distraerse, el mismo Eijiro le comentó que recuperar esos lazos era importante, además con el inicio de las clases, los entrenamientos y ahora el festival ya no existía demasiado tiempo para platicar.

Creyó que la distancia serviría de algo, le ayudaría a pensar, pero no fue así. Sus latidos volvían a acelerarse cada vez que lo veía. Con cada plática, saludo, o los mensajes de buenos días que Kirishima continuaba enviándole. Pero su afecto seguía sin ser correspondido, los iris rojizos seguían desviándose hacia unos dorados de esclerótica oscura que no se daban cuenta del amor que estaba a su alrededor.

Suspiró. El karma era una perra, ya no tenía duda de eso.

—¿Qué pasa? —cuestionó Eijiro.

La voz tomó por sorpresa a Izuku. El chico estaba demasiado cerca, ni siquiera se dio cuenta de cuando la distancia desapareció.

—No, no es nada —intentó sonreírle, pero al no poder hacerlo, fijó la mirada hacia los estantes—. Solo estaba pensando en todo el trabajo que queda por hacer...

—Ahora que lo dices, Bakugou estará de un humor mucho más terrible los próximos días.

No querían imaginar aquel escenario pero, de una u otra forma, lo hicieron. Suspiraron al mismo tiempo.

—Está bien, me ofrecí a ayudarlo aunque dijo que no la necesitaba, pero ya lo conoces —comentó Izuku—. De todas formas creo poder ayudar en algo... No tendré nada que hacer hasta el día del festival ya que soy mesero.

—¡Igual yo! Presiento que me golpeará todo el día con un rollo de tela, pero aún así lo ayudaré en lo que pueda.

Compartieron una sonrisa. Cuando el sonido de la diversión se esfumó, se quedaron mirando el uno al otro como sucedió en tantas ocasiones pasadas, pero jamás las contaron, jamás se dieron cuenta de aquello. Solo sucedía, sin pensar en más allá del significado, en su razón o en aquel pequeño e invisible lazo que los obligaba acercarse de una u otra forma, olvidar el dolor; fuese producido por la persona que tenían frente a ellos u otra.

El primero en apartar la mirada fue Izuku. Bakugou los llamó desde el otro lado de la tienda, frente a la zona de empaque junto a Todoroki. El bicolor miraba los grandes rollos de tela que las empleadas iban dejando sobre el mostrador.

Sin demora, el peliverde respondió a su llamado y se giró en su dirección, pero al dar un paso una mano se envolvió en su muñeca y lo detuvo. Luego, la voz de Kirishima, insegura, apareció y llamó su atención.

—Midoriya, por cierto...

Eijiro dudó. Los ojos verdes se posaron en el agarré, en el calor de otra piel contra la suya. Volvió a recordar lo que sentía por el otro, los latidos corrieron nuevamente.

—¿Q-qué...? Kacchan se va a enojar si no vamos pronto...

—Después de que terminemos de atender al público durante el festival cultural... ¿Pasarías el día conmigo?

Silencio. Absoluto silencio no solamente entre ellos dos, sino en toda la tienda. Casi pareció que todos escucharon su pedido, y esa idea aumentó el nerviosismo en Izuku.

¿Por qué se sentía así? Nunca se sintió de esa forma, ni siquiera con Todoroki, ni con nadie.

—¿Por qué conmigo? —cuestionó, y agregó inmediatamente—: ¡No es que no quiera! Pero... supuse que andarías con Kacchan y tu propio grupo...

—Ah, bueno, realmente no creo que Bakugou asista al festival, y si lo hace, seguramente solo será para asegurarse de que los trajes estén bien y luego se marcharía.

Si, Izuku pensaba igual.

Bien, tenía un punto, pero aún le quedaba el resto de sus amigos, ¿no? Kaminari, Sero, Ashido... Aunque Denki, últimamente, pasaba mucho tiempo junto a Shinzou, y bien, imaginó que Eijiro no quería fingir que nada ocurría estando con Hanta y Mina.

—Está bien —murmuró Midoriya. Los ojos rojizos se elevaron y se posaron en los verdosos—. Después de que terminemos de atender la casa de té, pasemos el día juntos.

La sonrisa que Kirishima le entregó valió cada uno de los agridulces sentimientos que recorrieron su cuerpo. Estaba bien así, con ese sentir, con esa atracción no correspondida.

Pero Kacchan tenía tanta razón. El karma era una perra.



[•••]



Todoroki no entendía para qué necesitaban tanta tela, y aunque Bakugou intentó explicarle la razón, después de la primera vez desistió, lo llamó idiota y solo le ordenó que pagara lo que faltaba. Shouto decidió no discutir más, sacó la tarjeta de Endeavor y, una vez que la transacción fue hecha, miró como las empleadas dejaban los grandes rollos de tela uno a uno.

Se acercó al mesón y tomó uno con una sola mano. Estaba bastante pesado. Volvió a dejarlo sobre la mesa y miró al rubio a su lado, jugando con un lazo rojizo a un lado de la caja registradora.

—Entonces si me trajiste para ayudar a llevar la tela...— comentó Shouto.

Katsuki ni siquiera lo miró.

—¿Por cuál otra razón te pediría que vinieras, medio idiota?

La mirada heterocromática observó un punto invisible. Pensó en todas las razones posibles, y descartó aquellas que correspondían a sus sentimientos.

—Somos amigos.

—Ajá.

Sin saber porqué, tomó el otro extremo del lazo rojizo. Era suave, muy suave. Observó el contraste del color contra su pálida piel y, lentamente, siguió la cuerda hasta el otro extremo entre los dedos de Bakugou. El chico mantuvo la mirada al frente, el pulgar suavemente acariciando y sintiendo la textura de la tela que sostenía, observando como la empleada dejaba sobre el mesón lo pedido y mascullaba que faltaban unas pocas cosas más.

Pero todo lo demás no importaba. Shouto pensó en el hilo rojo del destino, casi creyó que aquel burdo trozo de tela que ambos sostenían brillaba un poco, como indicándole el camino que debían seguir hacia su destino. Su mirada se mantuvo en el perfil del rubio, en la tranquilidad que trasmitía, el desinterés, la profunda reflexión en la cual estaba en ese momento, ¿En qué pensaría? ¿Alguna vez él aparecería en ellos? Tal vez si, pero seguramente sería en los momento en que Bakugou pensara de él siendo un idiota.

Katsuki dejó ir la cuerda, por instinto Todoroki tiró de esta y la envolvió en su mano. Mientras el rubio le gritaba a Midoriya y Kirishima que se acercaran para tomar lo comprado, por un impulso; Shouto se acercó a la caja y, simplemente, pagó por aquel lazo que envolvería alrededor de su muñeca más tarde.

El viaje de regreso a UA fue silencioso en su mayoría, solo una que otra disculpa a las personas que caminaban por su lado y que, sin querer, golpeaban con lo que cargaban.

Al llegar a los dormitorios dejaron los metros de tela en el salón principal. Todoroki se dirigió hacia la cocina a por un vaso de agua y, en solo unos segundos, las discusiones comenzaron. Volvieron a hablar sobre cómo organizarían el salón para aquel día, algunos ofrecieron su ayuda a Bakugou para la confección de los trajes, el rubio se negó aunque más tarde la aceptaría. Satou y Uraraka discutieron sobre el tipo de comida y bebida que servirían, comenzaron a hacer un listado con las ideas de todos los integrantes de la clase a su alrededor.

El ruido llenó todo el lugar, y Shouto sintió que no quería escuchar nada de ello. Tampoco le importaba mucho, tenía un papel que no quería, pero que realizaría de todas formas. Dejó el vaso lleno a un lado, pasó junto al grupo de personas que seguían discutiendo sobre la organización y salió de los dormitorios.

El día estaba frío, pero fácilmente lo solucionó con su lado izquierdo. Rodeó el edificio como siempre lo hacía. Todavía la hierba no terminaba completamente de secarse, podía sentarse sobre ella y observar la vegetación frente a él, los huesos marrones que eran mucho más visibles que antes.

Sacó su teléfono y comenzó a jugar una vez más. Pero entre los maullidos artificiales, sonó uno demasiado real. Continuó con el juego, otra vez los  sonidos sintetizados y, de un momento a otro, escuchaba uno verdadero.

—¿Un gato...?

Se levantó, apagó el teléfono y siguió el sonido. Venía de entre los arbustos alrededor del edificio. Completamente concentrado continuó, sin importarle que las ramas que sobresalían lograban hacerle un rasguño en la piel descubierta. Caminó, removió hojas, hizo caer algunas y entonces lo vio.

Escondido, acurrucado contra el poco césped que sobrevivía, un gato blanco lo observó encontrarlo. 









•••••••••(•••)•••••••••

Estos días han sido terribles. Wattpad falló, me "borró" Donde nadie nos encuentre y al final no la borró realmente, solo era un bug y a las horas me devolvió el fic. Pero, para mí, fue horrible. Estuve ese día hasta las tres de la madrugada respaldando lo que me hacía falta de este fic y subiendo el primero a AO3. Luego casi me "borra" esta historia, aunque solo "eliminó" las visitas y a los minutos volvió todo a la normalidad (hizo lo mismo con el primer fic que publiqué aquí, y luego a la hora regresó). Tal vez sea "nada", pero yo amo mis historias, amo escribirlas, pensarlas detalladamente , trabajar en ellas y amo sus comentarios y lo que la trama les hace sentir, así que perder todo ello realmente me dolería.

En fin, toda una odisea que espero no se repita, pero si sucede de nuevo todo estará en AO3 con los mismos nombres y mi user también, siempre será "LeoLunna". La verdad, si sigo usando wattpad es porque es bastante "simple" pero lo que me gusta de esta plataforma es que uno puede comentar en cualquier lugar de la historia y a mí, que me encanta leer comentarios, eso me atrapó. Pero bien, AO3 es más confiable, DNNE ya está completa ahí (tal vez incluso una amiga me la traduzca a ingles para aumentar el mercado (?)) y esta se publicará en ambas plataformas al mismo tiempo.

He ahí la razón de mi demora, estuve un poco desanimada por ese suceso. Siento la calidad de este capítulo fue horrible, pero bien, espero haya quedado decente para ser un puente a lo que continua. 

Bien, hay una canción que describe muy bien la historia, se llama: Fate de Lee sun hee.

Muchas gracias por el apoyo. 

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