Alma Guerrera EN REVISIÓN Y E...

By meevale

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Michelle Harrison es una adolescente con una vida solitaria, sin colores ni sabores. La típica asocial del i... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20

Capítulo 19

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By meevale

Cuando me di cuenta que ella había muerto, sentí que mi mundo caía a un pozo sin vacío. Sentí tantas cosas que nunca antes había experimentado, me sentí morir lentamente.

Y así pasaron los días, meses, años; viviendo en la soledad más oscura, más dolorosa, tratando de tragarme un dolor que solo quemaba en mi piel.

Encerrado en un mundo de muertos sin sentimientos, tan muerto pero tan vivo por el dolor.

Son momentos como este en que te das cuenta que este tipo de sufrimiento no mata, si no que te mantiene vivo.

Intente buscar a alguien más, fui de mundo en mundo buscando a alguien que pueda complementarme como ella no pudo. Pero cada búsqueda fue en vano.

Tal vez fue suerte, o el destino cuando llegue a Alfheim y escuche que ella volvería.

No puedo describir con palabras la felicidad que sentí, fue como si por primera vez corriera sangre por mis venas, imposible, pero creí que se sentiría así.

De esa noticia ya han pasado tres siglos, y hoy la tengo a mi lado como nunca la tuve.

Su mirada me enloquece, y su sonrisa simplemente me enamora mas.

Por primera vez puedo decir que soy feliz, amándola.

Pero no puedo descartar la posibilidad de perderla nuevamente, mientras todo este conflicto siga, ella no será totalmente mía. La conozco de tan poco tiempo pero siento que nací conociéndola y tengo certeza que ella querrá luchar por su familia.

Quisiera terminar con esa tonta lucha de una vez por todas, pero caigo en cuenta que solo ella puede hacerlo.

Una vez la perdí en el campo de batalla, no quisiera volver a hacerlo.

Aunque yo tuviera la culpa de su muerte.

***

Sus cabezas estaban ocultas por túnicas color negro, sus pasos eran largos y rápidos, metidos en la oscuridad de la noche eran casi imperceptibles.

Los cuatro hombres, comidos por la oscuridad, iban en el silencio más absoluto pero con gritos y preguntas en sus cabezas.

El aire se sentía tensionada.

Los frondosos árboles se erguían ante ellos, gigantes y aterradores en la oscuridad de la noche, meciéndose en una melodía casi muda.

Los hombres pararon frente a la abertura de una caverna, con aire de impaciencia.

De la oscura caverna surgieron tres hombres, altos, de un porte jorobado, sus rostros de un pálido insano cubiertas de barba negro como la noche, al igual que su largo cabello. Iban vestidos por capas largas de color crema desgastada, y pantaloncillos del mismo color.

Los cuatro hombres descubrieron sus rostros. Kirim, Traint, Sad y Krull observaban a los tres dvergar quienes miraban altivos, con sus hachas en mano.

- ¿A qué debemos su visita ljósálfar? -hablo Mótsognir, el padre de los dvergar (N/A: enanos )

-Como han de saber el alfablot está a punto de empezar.

Los tres enanos se miraron entre sí, sus rostros pasaron de indiferentes a preocupadas.

- ¿Al fin ha vuelto? -pregunto Durin, el segundo al mando.

-Ha vuelto y esta vez necesitamos de ayuda.

***

Los días pasan de manera sorpresiva, según mis cuentas el alfablot comienza en menos de tres semanas y aun no tengo idea de que hacer.

Me siento confundida, hoy más que nunca.

Stephane está sentado a mi lado, rodeándome con un brazo mientras mi cabeza se encuentra recostada en su pecho, era extraño no sentir su corazón palpitar.

Desde que Anthony cancelo nuestro compromiso me siento más calmada, siento que al fin puedo vivir feliz junto a Stephane. Pero tengo que recordar que un mundo espera por mí, y esa decisión es tan difícil.

-Steph ¿Ya has luchado en una guerra? -rompo el silencio que tan cómodamente nos envolvía.

Queda callado por unos instantes.

-Si -responde tensionado.

Muerdo mi labio inferior, queriendo saber más de su experiencia pero tratando de no tocar un tema delicado.

-Fue horrible... ni te imaginas cuanto -responde, distante-, nunca había visto tantos muertos, y eso que vivo en el mismo inframundo -siento su pecho vibrar a causa de una sonrisa-, es una de las cosas que nunca desearía a nadie, ni a Anthony pero no puedes controlarlo todo, y el destino es tan injusto que debo dejarte ir a una guerra que no tiene nada que ver contigo.-termina diciendo.

Beso su mano, confortándolo.

Nadie está preparado para morir, ni siquiera los pacientes terminales, ni los que batallan en sangrientas guerras. Creo fervientemente que la vida siempre está por delante de la muerte, hay tantas cosas por vivir, tantas cosas por decir y por callar. Tanto amor por derrochar y tanto odio por guardar o expresar. En momentos como este, en que mi vida pende de una decisión, me doy cuenta que todas aquellas veces que me sentí morir por cosas insignificantes, todos esos momentos de dolor y decepción solo fueron piedras en mi camino, y agradezco a cada una de ellas porque gracias a él pasado soy quien soy ahora, gracias a la tristeza conozco la verdadera felicidad.

Creo que la decisión está por tomarse, desearía controlar mi destino e intentare hacerlo, tras la tormenta sale el sol; y si quiero estar con Stephane por lo que me queda de vida tendrá que terminar por una vez por todas esta infame guerra. Seré parte de la repulsión de la sangre, pero me atreveré a decir que luche por la mía.

Observo el perfil de Stephane, tan perfecto que da vergüenza mirarlo directamente, pienso en lo mucho que lo amo, que nacimos para estar juntos y en el agradecimiento que le tengo por salvarme de mi propio abismo.

El me espero por tanto tiempo, es mi turno de luchar por estar nuevamente a su lado.

- ¿Crees que lograre terminar con esta guerra? -desvió mi mirada hacia nuestras manos enlazadas.

El juega con mis dedos de forma traviesa, marcando mi piel con la suya.

-Mírame Michelle-dice en un susurro y lo miro a los ojos-, yo eternamente creeré en ti.

Siento mis ojos aguarse, parpadeo para que ninguna lagrima se escurra.

-Gracias amor -contesto, inmensamente feliz.

***

-Creo que había dejado en claro que ella tiene la obligación de realizar todo lo que nosotros queramos -rugió una voz.

Anthony se removió en su asiento, molesto. Siempre se había sentido incomodo al estar frente a esos cuatro elfos de mirada aterradora y calculadoras.

-Yo no la voy a obligar a hacer nada que ella no quiera -dijo nuevamente Anthony, con impaciencia.

Los elfos se miraron entre sí, con fuego en las miradas. Pensaban en lo insolente que era Altief por no cumplir sus órdenes, ellos eran la ley de ese reino, su palabra era absoluta.

Desde que Marac renuncio a la corona luego de la trágica muerte de su hija mayor, los puso al mando, a los cuatro elfos más sabios de todo el mundo de Alfheim, este hecho había incomodado a muchos, puesto que todos querían que se siguiera el linaje de la familia real, desde la muerte de Ymir a mano de Odin, Vili y Ve y la creación de los mundos, el mismísimo Odin había bendecido al primer elfo como rey, su sangre siempre prevalecería y a su mundo nunca nada faltaría. El rompimiento de esta promesa a manos de Marac había creado conflicto entre todos hasta que llego la noticia que la heredera primogénita volvería a tomar su trono. En la época Yumil aun era una niña y su padre no confió en sus manos la corona real, ni cuando creció, haciendo crecer odio en el corazón de la joven princesa.

-Esto en innecesario, ella vendrá, no hace ninguna falta atarla a mi por siempre -cuestiono Anthony.

-Pero ella debe contraer nupcias, y tu eres el elegido.

Anthony también vivió bajo la presión de un matrimonio arreglado, el, descendiente directo de uno de los primero elfos creados por los dioses, con la sangre pura era el indicado para contraer nupcias con la heredera.

Pero todo dejo de ser una presión cuando se enamoro de la rudeza de Nimiel y de la inocencia de Michelle.

Sin embargo, el ya había tomado una decisión, estar junto a ella en la lucha pero no en su vida, su corazón desgraciadamente pertenecía a otro y no había nada que él pudiera hacer para revertir ese hecho, los dioses quisieron así pero es una verdadera lástima que los escogieran de mundos distintos. La aceptación por parte de los líderes de Alfheim será rotundamente negativa.

-Pero yo no lo hare -dicho esto se puso de pie y se acerco a la mesa donde los elfos mayores estaban sentados-, sin novio no hay novia.

Lo miraron con el desprecio mas vano.

- ¿Quién crees que eres? -pregunto uno de ellos.

-Eso en verdad ahora no importa, lo que importa es ganar esta guerra y Michelle no acudirá a los entrenamientos si ustedes siguen con toda esta mierda. Ella y yo no nos casaremos, Marac apoya nuestra decisión y en Alfheim su voz es más oída que la vuestra.

Anthony los fulmino con la mirada, dio un giro y se acerco a la puerta.

-Espero no tener que volver a discutir este tema -finalizo.

Abrió la puerta y salió del salón, con el corazón palpitando a mil por hora pero con un sentimiento de victoria en su interior.

Bajo de las escaleras con una rapidez extraordinaria y antes de lo inimaginable ya se encontraba traspasando el portal que conducía de Alfheim a Nilfheim.

En comparación de la anterior visita esta vez se sentía sin miedo, podría decirse hasta feliz por poder llevarle buenas nuevas a Michelle.

Paso entre los muertos con rapidez, sin mirar a ninguno al rostro hasta llegar frente a la puerta del hogar de Stephane.

Aun producía tristeza y enojo que ella se encontrara viviendo junto él, día y noche. Pensamientos nocivos para su mente lo inundaban pero trataba de alejarlas de toda manera posible.

Toco la puerta con sus nudillos, esperando a que ella sea quien lo reciba.

Porque como siempre él en verdad no deseaba ver el rostro de ese pelirrojo paliducho.

***

La siesta que había tomado fue muy larga, desperté y lo primero que divise fue el rostro de Stephane observándome.

-Hola -saludé con la voz rasposa.

-Hola princesa -respondió el con una sonrisa-, me encanta verte dormir.

Sentí mis mejillas enrojecerse, y el al notarlo se echo a reír.

-Eres demasiado adorable -toco mis mejillas calientes con sus manos-, y hermosa -se acerco a mi-, e inteligente -sus labio ya rosaban los míos -, y extraordinariamente perfecta.

Atrapo sus labios con los míos en un beso dulce que hizo calentar mi sangre.

Nuestros labios se moldeaban a la perfección, como si fuéramos piezas creados a la perfección para estar juntos.

Acaricié su cabello suave mientras el ponía sus manos a mis costados y se recostaba parcialmente encima mío.

Hasta que alguien toco la puerta.

Nos separamos con lentitud, yo sonrojada y jadeante y el solo despeinado.

Me relamí los labios, intentando capturar hasta la última gota de su esencia.

-Creo que es para mí -dije en un susurro.

Stephane asintió.

-Es lo más seguro ¿quieres que vaya contigo?

-No -sacudí la cabeza-, no es necesario.

Stephane se puso de pie para que yo pueda levantarme, al hacerlo fui directo a la puerta, vacile un momento pero la abrí de todos modos.

-Anthony... -murmure.

El me observo de arriba para abajo y puso una expresión que no pude descifrar.

-Em -murmuro- ¿Estabas ocupada?

Hizo un movimiento con sus manos que me advirtieron el curso de sus pensamientos.

Me sonroje más de lo que ya estaba, hice una nota mental de mi aspecto; labios hinchados, cabellos fuera de lugar y ropa arrugada.

Quise abofetear a Anthony por sus pensamientos.

- ¡No! -Exclame - ¿Qué estas pensando?

Ahora sus mejillas adquirieron color, me alegre de ese momento de venganza.

-Nada, nada -se apresuro a dejarlo en claro- He enfrentado a los ancianos.

- ¿Y qué dijeron? -una luz de esperanza se formo en mi cabeza.

-Les he dejado bien en claro y no le queda más que aceptar -concluyó feliz.

Chillé de la emoción y no pude contener el impulso de abrazarlo, y así lo hice.

Un carraspeo hizo alejarme de Anthony.

-Lo siento -dije y mire a Stephane detrás de mí quien nos observaba con los ojos achinados.

-Hola -saludo Anthony a lo que Stephane respondió con un movimiento de cabeza.

Puso los ojos en blanco hacia esa actitud orgullosa de mi novio.

- ¿A qué has venido? -pregunto Stephane, excluyéndome totalmente de la conversación.

-He venido en son de paz, solo a dar buenas nuevas -respondió Anthony.

-Ese hecho no te permite tocar a mi chica -amenazo Stephane.

Me interpuse rápidamente entre los dos, quienes se enviaban rayos por los ojos.

-Es una buenísima noticia Stephane, por favor -dije.

Stephane dio un paso atrás, dándose por vencido. Tomo mi rostro en sus manos y me dio un casto beso en los labios.

-Está bien, confió en ti pero en el no -me susurro-, entrare para que puedan hablar mejor, y si él quiere aprovecharse de ti solo grita.

-Hablas como si fuera un violador -terció Anthony.

Stephane lo miro de soslayo y volvió a entrar en la casa.

-Volviendo con lo de antes -dije -, estoy muy feliz por eso, en serio.

-Tanto te molestaría vivir tu eternidad a mi lado -llevo las manos a su pecho con una expresión de fingido sufrimiento.

Le pegué en el brazo.

-Deja de bromear.

El solo sonrió.

-Debilucha -ante mi mirada de advertencia puso los brazos en alto, rindiéndose. -, perdón, ¿Ya has tomado una decisión?

Asentí.

- ¿Cuándo empiezo a entrenar?

----

N/A: Un capítulo un tanto diferente.

Perdón por la demora, ya estoy de vacaciones y podré subir mas de seguido.

¡Gracias a todos mis lectores! Llegaron a los 10.000 leídos, es magnífico. Millones de gracias :D

En fin, espero que este capítulo les guste tanto como a mi me gusto escribirlo.

Una pregunta random: ¿Les gusta la nueva portada? Soy mala haciendolos pero hago el esfuerzo.

Ya son las 02:27 a.m en Paraguay. Que tengan un lindo miércoles.

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