Belleza Oscura [En Librerías]

By JessRe

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Alayna Novak es una asesina sin corazón, pero cuando su camino se cruce con el de Luca Vitale, despertará en... More

¡Belleza Oscura en Librerías!
Sinopsis 🦋
Prólogo 🦋
Capítulo 1 🦋
Capítulo 2 🦋
Capítulo 3 🦋
Capítulo 4 🦋
Capítulo 5 🦋
Capítulo 6 🦋
Capítulo 7 🦋
Capítulo 8 🦋
Capítulo 9 🦋
Capítulo 10 🦋
Capítulo 11 🦋
Capítulo 12 🦋
Capítulo 13 🦋
Capítulo 14 🦋
Capítulo 15 🦋
Capítulo 16 🦋
Capítulo 17 🦋
Capítulo 18 🦋
Capítulo 19 🦋
Capítulo 20 🦋
Capítulo 21 🦋
Capítulo 22 🦋
Capítulo 23 🦋
Capítulo 24 🦋
Capítulo 25 🦋
Capítulo 26 🦋
Capítulo 27 🦋
Capítulo 28 🦋
Capítulo 30 🦋
Capítulo 31 🦋
Capítulo 32 🦋
Capítulo 33 🦋
Capítulo 34 🦋
Capítulo 35 🦋
Capítulo 36 🦋
Capítulo 37 🦋
Capítulo 38 🦋
Capítulo 39 🦋
Capítulo 40 🦋
Capítulo 41 🦋
Capítulo 42 🦋
Capítulo 43 🦋
Capítulo 44 🦋
Capítulo 45 🦋
Capítulo 46 🦋
Capítulo 47 🦋
Capítulo 48🦋
Epílogo 🦋
SECUELA DISPONIBLE 👑

Capítulo 29 🦋

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By JessRe


Luca

Me recuperé rápidamente a pesar del shock instantáneo y forcé una sonrisa. No era una idiota como aparentaba, tenía que darle crédito por lanzar su primera jugada. Me descuidé y escuchó mi conversación con Moretti. Punto a su favor. Si le contaba a Carlo estaría acabado en cuestión de horas.

Cálmate...

No permitiría que todos mis esfuerzos por mantener a salvo a las chicas del prostíbulo se redujeran a nada. Había trabajado mucho y Marilla no lo arruinaría. Sufrí días y noches por ellas. Incluso lloré hasta quedarme dormido.

—¿Qué has dicho? —La tenté sin demostrar el caos que se desataba en mi mente—. Supongo que usaste una mala elección de palabras. Te daré una oportunidad de redimirte, Marilla.

Levantó la barbilla con una sonrisa victoriosa. Descubrió mi secreto y mi punto más débil, pero nunca me destruiría. Yo tenía pruebas de su desliz, ella no. Usaría la excusa de que estaba resentida conmigo e inventaba mentiras, aunque conocía a mi padre y Carlo. Ellos le creerían sin dudar. Era hora de recurrir al majestuoso plan B.

La haría pedazos.

—¿Por dónde quieres que empiece? ¿La parte dónde escuché tu conversación con Moretti? Anoche no fueron muy discretos cuando discutían —terminó con una risita —. Era mi fiesta y estaba pendiente de todo. Ni siquiera borracha pudiste controlarme.

El enojo calentó mis venas a niveles insalubres, estaba hirviendo como un volcán. Esta pequeña víbora no me manipularía. Ya tuve más que suficiente de sus berrinches. Aceptaría cualquier tipo de venganza, pero con las chicas no.

—Estás acabada.

Su risa era seca y nerviosa.

—El único acabado eres tú.

—¿Segura? —Saqué el celular de mi bolsillo y le enseñé las pruebas que me envió Luciano—. Apuesto a que tu papi no le gustará saber que follas en tu propia cama con un soldado mediocre mucho mayor que tú.

Tartamudeó una respuesta, pero ninguna palabra quiso salir. Su rostro se enrojeció y las lágrimas aparecieron en los bordes de sus ojos.

—Diré que son manipuladas.

—¿También los vídeos que tengo en mi poder son falsas? —sonreí—. Te pasabas horas diciéndole a Iker lo mucho que odiabas a tu padre y que estabas harta de él. Tu sueño más grande es ir a Estados Unidos para follar a gusto con tu amante.

Se cubrió la boca y sacudió la cabeza.

—Oh, Dios... No creo que sea peor de lo que has hecho tú.

Mi mano se arrastró hacia su cuello y lo dejé ahí. Un leve temblor le sacudió el cuerpo magullado. ¿Pensó que podría jugar conmigo? Le advertí que tenía pruebas y no me creyó. Mi amabilidad había terminado con ella a partir de hoy.

—Te diré exactamente lo que harás, Marilla. Serás una buena niña y no le mencionarás ni una sola palabra a nadie—Apreté su garganta esta vez y se quebró con un sollozo—. Harás de cuenta que nada sucedió y olvidarás lo que escuchaste. No quieres que envíe a Alayna para cortarte la puta lengua. ¿O sí?

—Suéltame, infeliz —gimoteó con dificultad—. Me estás lastimando. ¿Qué pasa contigo? ¡Acabo de tener un accidente!

No sentía pena, no sentía nada. No cuando mi mayor objetivo en esta vida se encontraba amenazada. Si fracasaba por su culpa la mataría con mis propias manos.

—No me hagas ensuciar tu reputación, Marilla. Si todos en la Cosa Nostra se enteran que has estado follando durante dos años con un soldado de tu padre serás repudiada. Ningún hombre querrá pedir tu mano y te convertirás en una vergüenza. Eso de que ibas a la iglesia con él no lo creía ni tu propia madre. Ella encubría tus aventuras, ¿verdad?

—Basta—sollozó.

—Apuesto a que tu padre también la matará cuando se entere. ¿Quieres eso, Marilla?

Su seguridad se desvaneció y fue reemplazado por el miedo. Ser valiente no le duró ni dos segundos.

—¿Quién eres? El Luca que conozco nunca me lastimaría.

La Marilla que conocía tampoco actuaría así, pero habíamos cambiado. La vida nos obligó a convertirnos en otras personas.

—Tú provocaste esto. Si te metieras en tus propios asuntos, todo estaría bien.

—Estás enfermo —jadeó por aire—. Ella te ha enfermado.

Finalmente, liberé su cuello y le sonreí.

—Nadie me ha enfermado. Me he convertido en alguien que se ha cansado de la mierda que tu familia me lanza —Arreglé su cabello castaño y limpié la lágrima que resbaló por su mejilla—. Piensa muy bien lo que harás, Marilla. Van a exiliarte si se enteran que follas con un soldado. A diferencia de ti, yo sí tengo pruebas.

Estaba más pálida que un cadáver en la morgue.

—No serías capaz.

—Pruébame —insistí—. Puedo enviarte directo a una tumba. No solo a ti, también a tus queridos padres. Yo mando en Palermo. Mi abuelo lo decidió antes de morir y tengo miles de hombres que me respaldan. Una palabra mía bastará para que lo pierdas todo. Ya no tendrás lujos ni nada, serás una vagabunda que nadie querrá tocar. ¿Y tu amado? Haré que lo ejecuten frente a tus ojos.

Inclinó la cabeza lejos de mí mientras sus hombros rebotaron por los sollozos. Actuaba como un hijo de puta, pero no tenía otra alternativa. Prefería ser el cazador antes que la presa.

—Bastardo —siseó.

Presioné un dedo en sus agrietados labios.

—Shh... no es bueno que te alteres—Le guiñé un ojo—. Lo mejor será que pienses en tu salud. Recupérate pronto, nuestra boda nos espera.

Su boca se abrió en completa indignación y frotó su cuello.

—No me casaré contigo.

Me eché a reír con diversión. ¿En serio pensaba que aún podía elegir? Yo tampoco deseaba convertirla en mi esposa, pero ahora mi único propósito era hacerla sufrir.

—Eso no lo decides tú—Caminé a la puerta —. Recuerda que tengo contactos que se encargarán de divulgar las fotos y vídeos en caso de que me suceda algo. Tu futuro está en mis manos, Marilla.

Puse las manos en los bolsillos de mi chaqueta y la dejé sola. Escuché sus fuertes lloriqueos mientras caminaba por los pasillos. No era tan estúpido para creer que ella se quedaría tranquila. Buscaría una forma de golpearme, pero si caía la arrastraría conmigo.

—¿Cómo está? —preguntó Lucrezia cuando me vio salir.

Utilicé mi expresión compasiva y fingí pesar.

—Asustada por el accidente, pero saldrá adelante —Apreté su hombro en falso consuelo—. Marilla es una chica muy fuerte.

Los ojos de Carlo llamearon con odio. Se mordió la lengua para no soltar un comentario inapropiado, mis amenazas golpearon su orgullo.

—¿Entonces están en buenos términos? —Lucrezia me miró apenada.

—Por supuesto, la boda sigue en pie.

Liana no ocultó su disgusto y mis primos lucían confundidos. Prefería tener a la pequeña bruja cerca de mí y controlar sus pasos para que no fuera un problema. Me sentía intocable gracias a mi nueva posición. Era lo único que le agradecía a mi monstruoso abuelo. Antes de morir me dio armas para sobrevivir.

—Eres un muchacho encantador —Lucrezia me dio un breve abrazo—. Marilla es afortunada por tenerte.

Ella nunca tuvo en un pedestal a su hija y en más de una ocasión la puso en su sitio. Admiraba a esta mujer, la única que valía la pena en la familia Rizzo.

—Nos vemos pronto, Lucrezia —Miré a Carlo—. Te espero el sábado en la junta.

Me alejé sin darle una oportunidad de replicar. Había mucho en riesgo y no ganaba nada siendo cordial. Derramaría la sangre de cualquiera que se interpusiera en mi camino.

—¡Wow! —exclamó Liana mientras nos dirigimos a la salida del hospital—. ¿Quién eres y qué has hecho con mi amigo Luca? Te desconozco totalmente. Nunca creí ver en ti esta arrogancia y oscuridad. Te queda muy bien.

—Hasta yo estoy muy asustado —Se burló Gian—. Me encantó que hayas puesto a ese viejo en su lugar. Se sentía muy importante. ¿Hablas en serio sobre la junta?

Empujé las puertas corredizas del hospital y después estuvimos afuera. El aire caliente de Palermo me golpeó. Hoy tenía cosas que hacer como regresar al prostíbulo y hablar con Berenice sobre los futuros planes.

—Nunca hablé más en serio.

—Ah, bueno... —dijo Luciano—. Mira quién está aquí.

Una Ferrari de color negro se detuvo abruptamente frente al hospital. La puerta se abrió y vi las botas con tacones de Alayna. Tomó prestado el auto del garaje. Su presencia me asombró. La oí angustiada cuando hablamos más de una hora, pero no imaginé que vendría.

—Eres hombre muerto, Luca—rió Gian.

No podía ver los ojos de Alayna a causa de las gafas de sol, pero sabía que estaba molesta. Su mirada azul me quemaba.

—¡Alayna! —Liana fue la primera en saludarla—. Qué bonito es volver a verte. Te ves espectacular.

Alayna sonrió.

—El peinado y maquillaje corrido no te favorecen.

Liana se sonrojó.

—No tuve tiempo de arreglarme por culpa de Marilla —resopló—. ¿Puedes creer que huyó de su propia fiesta y condujo ebria? Qué idiota es.

—Vaya noche de mierda —Gian rodó los ojos.

Alayna me miró con una ceja arqueada.

—¿Podemos hablar?

—Claro —contesté secamente y le entregué las llaves de mi auto a Luciano—. Llévatelo, después mandaré a alguien para que vaya a buscarlo.

—¿Y este milagro? No dejas que nadie conduzca a tu bebé.

—Solo será por esta vez.

Subí a la Ferrari después de Alayna. Ella puso el auto en reversa antes de ubicarnos en la autopista. No me molesté en usar el cinturón de seguridad. Me enfoqué en las calles pasar rápidamente a través del parabrisas. Tenía muchas cosas en mente, cosas que me volverían loco.

—¿Cómo está ella? —indagó.

—Bien.

—¿Por qué esa cara?

Hubo una punzada de dolor en mi pecho a pesar de mi enojo. No podía sacar de mi cabeza la mirada maliciosa de Marilla. Ella estaba dispuesta a arruinarlo todo.

—Ella lo sabe.

—¿Sabe qué?

—Mi trato con Moretti.

Las llantas del auto chillaron cuando frenó frente a un semáforo que señalaba rojo. Ahora la estaba observando y vi la absoluta conmoción en su rostro. Alayna no era el tipo de personas que se asombraba por cualquier cosa.

—Dime que es una broma.

—¿Piensas que bromearía con algo así? Escuchó mi conversación con Ignazio y ahora me está chantajeando.

Sus puños golpearon el volante.

—Te dije que era peligrosa y no me escuchaste.

—Va a delatarme con mi padre, todos sabrán que soy un traidor y las chicas del prostíbulo no volverán con sus familias.

Mi voz se rompió ante las últimas palabras y cerré mis ojos para evitar las lágrimas. En el hospital fui rudo, pero mis emociones estaban traicionándome.

—¿Hiciste algo al respecto? —inquirió Alayna, poniendo el auto de nuevo en marcha—. ¿Tienes un plan?

Hice una pausa y le conté con lujos de detalles la investigación que llevó a cabo Luciano, incluyendo las pruebas. Cuando terminé Alayna seguía nerviosa como yo.

—Necesitamos que cierre la boca para siempre, Luca. Ella no se quedará tranquila.

—Lo sé.

—Di las palabras mágicas y esta misma noche voy a matarla.

—No es tan fácil como crees, Alayna. Si haces eso Carlo reunirá a su ejército y vendrá detrás de nosotros. Será un movimiento muy impulsivo y recuerda nuestra principal prioridad son las chicas.

Gimió.

—Ella hablará.

—Esperemos que no sea tan estúpida. Mis pruebas son contundentes y si me pasa algo Luciano las mostrará.

—¿Entonces qué?

—Enfocarnos en las chicas. ¿Alguna respuesta de Moretti? Quiero moverlas pronto.

—No.

—Mierda.

Alayna condujo durante cinco minutos, luego detuvo el auto en un callejón bien oculto. Se quitó las gafas, dándome una mirada que me puso la piel de gallina.

—No ha sido un buen día—informó—. Tu padre me despidió.

Casi me atraganté con mi saliva. Mi rostro se contorsionó, el enfado circuló por mis venas.

—Él no tiene el poder de despedirte.

—Le dejé claro que no sigo sus órdenes, soy leal a ti.

Mi estómago se retorció, lleno de extrema frustración. Mi padre quería alejarme a la única persona que podía mantenerme a salvo. Me quería solo e indefenso.

—¿Quién será el próximo en atacarme? Se pusieron de acuerdo para hundirme.

—Oye... —La mano de Alayna cayó en mi muslo—. Lo solucionaremos juntos. Estoy aquí, no iré a ninguna parte.

—¿No irás a ningún lado? Tus acciones demuestran lo contrario. Desperté esta mañana y no estabas.

—Fue una situación que se salió de control, pero te prometo que no volverá a ocurrir.

—¿Segura? —cuestioné—. ¿Harás lo mismo cada vez que trate de decirte cuanto significas para mí? ¿Siempre huirás de mí?

Bajó del auto con un resoplido y cerró la puerta con un portazo. La seguí, apretando las manos en puños. El dolor me amargaba al igual que la desesperación. No podía lidiar con tanto.

—Eres un malcriado —dijo de espaldas a mí—. Un estúpido malcriado.

La volteé, obligándola a mirarme. El enojo circuló por mis venas ante su acto de cobardía. Estaba cansado de su negación.

—Y tú eres una cobarde, una miedosa que no enfrenta sus problemas.

Se rió.

—¿Yo miedosa y cobarde?

Nuestras narices se tocaron, nuestros alientos se mezclaron. Estaba tentando al diablo, pero a la mierda. Disfrutaba quemarme en el infierno.

—Tu pulso no tiembla cuando matas a una persona. Carajo, eres capaz de despellejar a cualquiera. Has vivido cosas horribles desde que eras una niña, pero te aterra que alguien te ame. Y sí, Alayna, eso te convierte en una cobarde —Mi cuerpo zumbó por la adrenalina—. Puedes pretender que solo hay sexo entre nosotros, pero sabes muy bien que morirías por mí.

No habló, negó con la cabeza y cerró los ojos.

—Me quieres y eso te está consumiendo por dentro. Te aterra ser amada, ¿no es así? No quieres volver a experimentar la pérdida ni la decepción.

—No.

Su lenguaje corporal y sus ojos gritaron que sí. Todo en ella gritaba sí.

—Puedes seguir negándolo miles de veces, pero nada cambiará los hechos—me aparté de su cuerpo—. Me quieres, Alayna. Sé que lo haces.

Su rostro era una máscara de frialdad, pero yo la conocía muy bien. No podía mentirme.

—Puedes decírmelo cuando tengas el valor suficiente. Soy un hombre paciente, mariposa. Te esperaré el tiempo que sea necesario —Regresé al auto y la miré sobre mi hombro—. Vamos, tenemos asuntos qué resolver.

🦋

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