Jefe, quiero un hijo suyo ©

By ElenaPugaPascual

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"Jefe, quiero un hijo suyo" Sí, sé que no es lo mejor para decir cuando conoces a tu jefe por primera vez, pe... More

Jefe, quiero un hijo suyo ©
Capítulo 1. "¿Tienes un congelador donde entren tres kilos de helado?"
Capítulo 2. "Tus genes, tu nevera y tu jarrón"
Capítulo 3. "Una casa de cristal y una inquilina patosa"
Capítulo 4. "El hombre de hielo"
Capítulo 4 parte 2. "Por ahora, Grecia. Por ahora."
Capítulo 5. "Un beso"
Capítulo 6. "Eres mía"
Capítulo 7. "El Señor Cardovani se encuentra... indispuesto en este momento."
Capítulo 8."Puedes ponerlo"
Capítulo 9."Un loco, Grecia"
Capítulo 10. "Dulces sueños"
Capítulo 12. "Lo siento"
Capítulo 13. "Cuando a mi me dé la gana" [MARATÓN 1/3]
Capítulo 14. "Paquete." MARATÓN 2/3
Capítulo 15."Yed" MARATÓN 3/3
Capítulo 16. "Sorpresa"
Capítulo 17."Una oportunidad."
NOTA- Tenéis un nuevo capítulo.
Capítulo 18. "Cabrón rencoroso."
Capítulo 19."No pienso contaros."
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Capítulo 11."Solo no te eches para atrás."

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By ElenaPugaPascual

Holaaa! Aquí os traigo un capitulo más largo de lo normal, la verdad es que no es tan importante como los demás pero posiblemente en el siguiente pasen cosas bastante claves.

Espero que os gusteee, que comenteis y voteis ;) 

Gracias a todas por vuestro apoyo y por vuestros tweets :) ♥ (@elenapuga // #Cardovaniers)

-Despierta.-Oí que me susurraba.

Sabía quién era y que era lo que pasaba.

Sus dedos acariciaron mi mejilla y apartaron un mechón de pelo de mis cerrados ojos.

-Un ratito más.- Murmuré.

No es que tuviese sueño. Solo era que sabía quién era y que era lo que pasaba.

Jace Cardovani. Y yo durmiendo en su cama.

La vergüenza y el apuro se negaban a dejarme abrir los ojos. Solo quería quedarme ahí para siempre, con los ojos cerrados e imaginando que era invisible.

No es que hubiese pasado nada del otro mundo, simplemente éramos dos adultos en un momento post sexo. Nada más y  nada menos.

¿Cuál es el problema pues? Se suponía que nuestra relación iba a ser seria y calculada y no era así ni mucho menos. Nos estábamos comportando como dos adolescentes hormonados que no planean nada y se lo dejan todo al destino. No habíamos firmado el contrato, no nos conocíamos, joder, ni siquiera sabía si estaba sano o si por alguna casualidad de la vida había ido a la cárcel, y aun así habíamos tenido sexo. Sin preservativo. Otra vez.

¿Y como hacía yo ahora para actuar normalmente, solucionar todo eso, y no parecer una hipócrita estúpida?

-No, venga, soy tu jefe y no puedo dejar que llegues tarde.

Lo ignoré aunque podía oír como trasteaba en el vestidor.

¿Se estaba vistiendo?¿Seguía desnudo?

No, no podía pensar en eso, tenía que centrarme.

¿Que se supone que tengo que hacer ahora?- Pensé.- ¿Entregarle en contrato y volver al frio y calculado plan? ¿Esperar y follar cual coneja salida hasta quedarme embarazada mientras rezo mentalmente por no tener SIDA?

No lo sabía, eran demasiadas cosas las que hablar y demasiada vergüenza la que rozaba mi piel desnuda como para pensar.

-Si no lo haces tú lo haré yo.- Me sorprendió lo increíblemente cerca que se oía su voz de repente.

-Jace...- Su nombre salió solo de mi boca. Sin ninguna razón en especial, solo porque sí. Mi cerebro no me dijo en ningún momento como pensaba continuar la frase y los repentinos brazos de Jace levantándome para sacarme de la cama no me dejaron oírla.

Sí, normalmente me enteraba de lo que decía a la vez que el oyente. Y no, no pienso mucho antes de hablar.

-¡Bájame!- Le grité avergonzada, solo una sabana cubría mi desnudez.

-No, a vestirse.-Ordenó, serio.

Cuando se trataba del trabajo Jace era un aburrido.

Y pensar en el trabajo solo consiguió crear un profundo malestar en mi estomago.

Nos habíamos acostado ¿Como sería ahora nuestra relación en el trabajo? Sabía que no tendría un trato especial pero, ¿Podía soportar una de sus miradas glaciales después de haber probado un despertar a base de sus besos?

No me quise contestar, simplemente escondí mi cara en su cuello, aspiré su olor y me deje acunar mientras me llevaba al vestidor.

-Sé que soy cómodo y que tu posiblemente tengas el don de poder dormir en cualquier parte pero tienes que vestirte Grecia.

-Muermo.-Le insulté por lo bajo.

Él no entró en el juego.

-Cuanto más me entretengas aquí menos posibilidades habrá de que me dé tiempo a hacerte unas tortitas con helado.

No tarde un segundo en bajarme de sus brazos, darle una palmadita en la espalda y decirle:

-Venga campeón, a cocinar.

Se sorprendió, lo vi en sus ojos, pero tanta gracia le hizo que se fue a la cocina entre bufidos y risas.

No sin antes sorprenderme con un ligero beso en los labios.

Yo, divertida y feliz por el prometedor desayuno, ignoré lo que normalmente me daría un quebradero de cabeza y me vestí a la velocidad del rayo; tardé poco más en maquillarme. Hubo un momento en el que estuve tentada a utilizar el perfume de Jace que descansaba sobre el abierto armarito del baño, pero la posibilidad de que alguien se diese cuenta de que el Jefe y yo olíamos igual y atase cabos me echó para atrás.

Sí, estaba un "poco" paranoica.

-Que hambre.- Sonreí bajando por las escaleras mientras el olor a tortitas alejaba al olor de Jace de mi mente.

El bendito olor de Jace.

-Justo a tiempo.- Gritó él desde la cocina. Tres pasos después vi como colocaba un plato de tortitas humeantes con helado de limón y de chocolate sobre la mesa.-De limón.- Sonrió pícaro.-Tu preferido.

Me sonrojé y le ignoré, sabía que estaba recordando y yo no estaba lo suficiente estable sentimentalmente como para dejar a mi cuerpo sufrir otra guerra de adrenalina.

-Gracias.-Sonreí sentándome a la mesa.

-De nada.- Dijo él imitándome.

No probamos bocado, nos quedamos ahí mirándonos el uno al otro con una sonrisa, el problema quizá era que su sonrisa y mi sonrisa no significaban lo mismo. Estaba nerviosa y un poco incomoda, quería hablar sobre lo que nos esperaba, era hora de poner las cartas sobre la mesa, entregarle el contrato, saber el porqué había aceptado la locura que estábamos llevando a cabo, que había detrás de esa coraza que muchas veces me impedía saber quién estaba detrás y, quizá entonces, decidir como seguiría nuestra relación y planear la mejor manera de llevar nuestro plan a cabo. Pero tenía esa adorable sonrisa en su cara, esa que me impedía abrir la boca.

Asique simplemente sonreí y me dejé llevar.

Podía preguntar en otro momento.

-¿Hoy no trabajas por la tarde no?

-No...

Al menos eso esperaba.

-¿Qué tal si salimos?

Una sonrisa nació en mi cara e hizo que otra naciese en la suya.

-De acuerdo, pero esta vez yo escojo donde ir.- Ya sabía donde llevarle.

-De acuerdo.- Rió. ¿Cómo podía ser el hombre de hielo en la empresa y luego en casa ser tan dulce?¿Como podía ese hombre tener una sonrisa tan tierna? - Pero no quiero morir asique escoge bien.

-Idiota.-Reí, todavía embobada por el efecto de su risa en mi.  Esa tarde reiría todavía más.- ¿Tú sobre qué hora saldrás?

-Intentaré salir a la misma que tú.- Dijo antes de dar un sorbo a su café

-Si ves que tienes mucho trabajo no me importa esperar, tomate tu tiempo.- Sonreí. ¿No tenían los CEO muchísimas cosas que hacer? Nuestra cita necesitaba de energía , prefería que se tomase su tiempo, y que aunque fuese más corta pudiese disfrutarla al cien por cien que qué fuese cansado y no la disfrutase.

Cuando levante la vista hacía su silencio me encontré con unos ojos ligeramente sorprendidos y recelosos.

-Intentaré llegar a tiempo, pero llevar una empresa hace que todo sea bastante voluble y nunca sé si algo surgirá en el último momento.

Me quedé desconcertada, no sabía si se estaba sintiendo mal por decirme que era posible que llegase tarde, si se estaba poniendo a la defensiva por el hecho de poder tardar más de la cuenta o si simplemente me estaba narrando un hecho.

-Um, lo entiendo, no te preocupes. -Le sonreí ampliamente intentando aligerar el aire que nos rodeaba.- Mi cita es tan genial que hasta podemos aplazarla si vemos que vamos mal de tiempo.

Mi tono de voz desenfadado no tuvo el efecto deseado.

-¿Y eso no te molestará?- Preguntó mirando por la ventana. La astuta Grecia Lujuriosa me susurró desde el fondo de mi mente que de alguna manera Jace estaba observando mi reacción, ya fuese por el reflejo o de cualquier otra manera.

La conversación se estaba convirtiendo en una maldita prueba.

-No, se lo que es sentirse agotada y no tener ganas de hacer nada.- La manera en la que rechazaba el tener sexo con Karl por cansancio vino como una bala a mi mente. El recuerdo me dolió como si me hubiesen bolado el cerebro.- Prefiero dejarlo para otro día si ese es el caso y hacer otras cosas menos cansadas como...-Un recuerdo voló a mi mente y la adrenalina comenzó a correr por mi sistema. La sangré se me calentaba con tan solo pensar en volver al ataque.- jugar al piedra, papel o tijeras.

¿Hace falta decirlo? Sí, se volvió a reír de mi.

-¿Quieres la revancha?- Dijo faltoso y divertido.

Había acertado.

-Dirás machacarte, tramposo.- Fingía estar ofendida.

Su sonrisa me desconecto del mundo, y la pequeña risa que salió de sus labios junto con una mirada dulce y feliz me arrancó el suspiro que me hizo volver a la realidad. Qué vergüenza, me había quedado embobada.

-Gracias por preocuparte.- Dijo levantándose y besando mi frente. ¿Preocuparme? ¿Por aplazar una cita si está cansado? ¿No es eso lo que haría cualquiera?

Por alguna razón eso parecía importante para él.

-¿Como iré al trabajo?- Pregunté cuando le vi darse la vuelta. Él tenía coche, pero ¿Yo? ¿Cómo iba a ir yo?

El mero pensamiento de tener que coger el metro en ese momento me asqueaba. No quería moverme de la silla, como para tener que caminar o correr en busca del trenecito que siempre me cierra las puertas en la cara. ¡Una vez hasta me robo el bolso con su horribles puertas!

-Te llevo.

-¡No, eso es peor que correr tras el tren maligno!

Sus cejas se alzaron a la vez que yo me tapaba la boca con ambas manos. Maldita lengua.

-Tren maligno.

-Cállate Jace.- Dije fingiendo seriedad y apuntándole con un dedo. Las comisuras de su boca amagaron con elevarse y mis ojos se entrecerraron un poquito más.

-Vale.- Dijo con un ligera sonrisa. Yo le seguí vigilando.- Te vienes conmigo, y no acepto un no por respuesta.

-No.- Dije feliz de llevarle la contraria. A él se le fue la sonrisa.

-No nos verán.

-Eso no lo sabes.

-Estamos intentando tener un hijo, no creo que tardemos mucho en tener que dar la noticia.

Mis ojos se abrieron como platos.

-¿Que te crees, un Rey? ¿A quién vas a tener que darle la noticia?

Ni siquiera se inmutó por mi manera de hablar. Cogió su chaqueta negra de traje y se la colocó con una tranquilidad propia de un verdadero Rey.

-Soy conocido Grecia, mejor dar la noticia antes de que se creen rumores diciendo que eres una ramera cualquiera que tuvo la suerte de quedarse embarazada de mi.

No quiso herirme, lo sé, pero lo hizo.

Y por mi palidez, o lo que yo sentía que debía ser palidez, él se dio cuenta.

-No es eso lo que...

-Ya.-Lo corté, levantándome como un resorte. El metro no sonaba tan mal después de todo.

-No.-Al segundo su brazo estaba frente a mi cerrándome el paso.- Eso ha sonado mal pero es lo que algunos imbéciles pensarán y lo que en muchos casos pasa, por eso quiero dar la noticia antes de que algo como eso nos ocurra. No digo hoy, solo digo que es mejor ir haciéndonos a la idea.

Tenía razón pero no había sopesado esas posibilidades. Ahora tenía una cosa más que se sumaba al saco de "Cosas que hablar y que no quiero hablar". El peso del asunto cada vez era mayor y  necesitaba pensar. Mucho. Y sola.

-Para que esos rumores no aparezcan supongo que lo mejor es no ir juntos al trabajo. ¿No te parece?

Su ceño se frunció y vi duda en sus ojos antes de que se apartase dos pasos de mi, su mano dejó mi hombro a la intemperie y su olor desapareció de mi alrededor unos segundos después. Unos segundos demasiado cortos.

-Te llamaré a un taxi.- Dijo incomodo. Saltaba a la vista que no le gustaba ceder en esto.

-Gracias.- Sonreí ligeramente, intentado hacerle llegar que lo que sentía era solo incomodidad y no enfado.

Él me contesto con otra sonrisa igual de ligera y extraña que la mía y se puso a hablar con el taxista.

-Llegará en cinco minutos.- Dijo mientras jugueteaba con las llaves.

Solo pude contestarle con un "um". Mi cabeza seguía dándole vueltas al hecho de que lo más probable era que aunque fuésemos nosotros mismos los que diésemos la noticia, los hirientes rumores sobre mi nacerían.

¿En que estaba pensando en querer a un hombre de revista para padre de mi hijo? Bueno, eso lo hace la mitad de la población. Pero ¿En qué pensaba al pedírselo?

Miré a Jace de reojo y su simple imagen me contestó.

SUS.GE.NES.

Quizá ahora también tenía en cuenta su sonrisa y su dulzura.

Pero eso no cambiaba el hecho de que estaba loca y era imbécil.

Nerviosa, jugueteaba con mis dedos y mantenía la cabeza baja con la vista clavada en ellos.

Era hora de madurar y tomarse las cosas en serio, fuera el miedo y fuera los nervios, había que enfrentarse a los problemas.

-Jace, yo..- Dije levantando la cabeza. Pensaba sacarlo todo, quería, no, necesitaba respuestas sobre lo que se avecinaba y solo él podía dármelas.

No las conseguí cuando mis iris chocaron contra la blancura de la camisa que cubría su pecho a dos centímetros de mi.

Sus brazos se cernieron a mi alrededor y me apretaron contra él. Su olor me rodeo por completo como un bálsamo de paz y tranquilidad increíblemente agradable. Su barbilla se posó sobre mi cabeza y con un ligero movimiento de cabeza acarició mi pelo con su mejilla. Sus manos se entrelazaron en mi espalda dándome el calor corporal que mi cuerpo llevaba pidiendo a gritos desde que su cuerpo se había separado de mi.

-No estés así. Siento haber dicho eso y haberte preocupado, solo quiero que estés lista y que no lo pases tan mal si algo así llega a pasar. Os cuidaré. ¿Vale?  Solo,- Una sensación de incomodidad revoloteó en mi interior cuando vi como su nuez de Adán se movía con dureza; le costaba tragar. ¿Por...miedo?- solo no te eches para atrás. Quiero ser padre tanto como tú, si me quitas ahora la oportunidad me matarás.

No pude evitar alejar mi cara de la comodidad de su cuello para mirarle a los ojos. Había seriedad en sus ojos. Mucha. También sinceridad, anhelo, miedo y suplica.

Acaricié su mejilla con suavidad y sin dejar de mirarle a los ojos.

-No me echaré para atrás, Jace. Estamos juntos en esto y lo seguiremos estando.- Me sentía culpable por haberle hecho sentir así.-Pero no iré contigo en coche.- Agregué en cuanto le vi abrir la boca.

-Muermo.- Oí que murmuro mientras volvía a abrazarme con fuerza, obligando a mi cara a acurrucarse en ese espacio de su cuello que yo ya había marcado como mío.

Sabía que estaba sonriendo al igual que yo.

-Ese eres tú.

Estuve escuchando el tranquilo latir de su corazón hasta que el taxista tocó el telefonillo y, por el susto, salté dándole un cabezazo a Jace en toda la barbilla.

-Mierda, coño.

-Ups.

¿¡Qué!? A mi también me dolía.

Y bien...¿Que pensais sobre el capitulo de hoy?

Es un poco más serio que los anteriores, en los proximos intentaré que Grecia sea tan graciosa como siempre aunque todo se volverá un poco más serio, prefiero centrarme un poco más en la relación que en las "gracias/bromas", eso sí, manteniendo siempre la esencia de nuestra chica ;)

¿Que creeis que pasará en la cita?(Si es que llega a haber cita jajaja) ¿Donde será? ¿Como será?

Ya sabeis que podeis decirmelo por comentario aquí o por twitter (@elenapuga #cardovaniers) :)

Un beso a todas, espero que esteis bien, que os haya gustado el capitulo y para cualquier cosa ya sabeis, podeis escribirme aquí abajo, en el tablon, mensaje o twitter ;)

Os adoroo ♥♥♥♥

Elena.

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