Jason
Cada vez que cierro los ojos, veo el recuerdo de Alaska terminando con su vida, o la maldita cara de Ronald. No sé que es peor.
Las noches son muy largas, ya que no puedo dormir. No puedo soportar verla en mis sueños.
—¿encontraste algo?—le preguntó a Oliver, quién busca algo en su computador.
—la traducción de ese libro es algo difícil de encontrar.—dice.—no tengo nada de avance. Sólo vida y muerte.
—¿son las únicas palabras que traduciste? ¿la primera hoja?
—¿quieres intentar?
Ambos estamos tan tristes e irritables que nos cuesta trabajar en equipo.
—¿Connor ya llevo a Annabeth a la casa de seguridad?—pregunté. Según yo ya deben haber llegado.
—sí, acaban de llegar.—responde.—sé lo importante que es este libro, pero necesitamos a alguien que pueda tener una idea de que idioma es.
—¿qué quieres decir?
—tal vez Annabeth pueda contactarnos con alguien que sepa.
—no entiendo.
—Annabeth habla con los muertos, así que tal vez puede hacernos hablar con Mackenzie.—dice Oliver.—supongo que ella sabe de este libro.
—¿por qué ella debe saber del libro?
—porque creo que ella lo escribió.
Annabeth
Fue hace dos horas que llegamos a este lugar, parece estar rodeado de bosque. Y no sé la ubicación exacta.
—¿tienes hambre?—me preguntó Connor, en el marco de la puerta, por quinta vez en treinta minutos.
—no.—dije.—no intentaré suicidarme si es lo que te preocupa, ¿por eso vienes cada cinco minutos? Deja de hacerlo.
—no creo que vayas a suicidarte.—dice Connor.—sólo no quiero estar solo y no sé como decirlo.
—yo tampoco quiero estar sola.—admití.—cada vez que intentó dormir lo veo morir frente a mí... no puedo dormir por ello.
—si te sirve de algo, yo también veo cosas, veo el ataúd frente a mí.—dice.—después la veo salir de este, me está reclamando que no pude hacer nada.
—Alaska no te reclamaría por ello.—dije.—¿quieres sentarte?
Él caminó y se sentó junto a la ventana. Yo estaba en la cama, intentando dormir.
—¿cuánto tiempo estaremos aquí?—le pregunté. Connor miraba hacia a fuera, como vigilando. Estaba alerta siempre, en ningún momento bajaba la guardia.
—el que sea necesario...
—yo quiero matarlo.—interrumpí.—no voy a dejar que otra persona lo haga.
—sí que lo odias.—murmuró, pero yo escuché.—¿por qué todo ese odio?
—mató a toda mi familia, excepto al esposo de mi madre, a ese lo mandó a prisión.—hablé.—a pesar de ser mi padre, asesinó a mis hermanos, a mi novio. Ya lo dije, a mi familia. Me ha torturado de tantas formas que odiarlo se queda corto.
—no te pareces a él.
—dicen que me parezco más a mi madre...
—no, yo me refiero a que tú no eres como él.—explica Connor.—no eres un monstruo, Annabeth.
—no me conoces de nada, Connor.—dije.—bien podría fingir estar de su lado, soy un monstruo como él...
—eso creé Jason, pero yo no.—corta él.—he visto a monstruos a los ojos, y los tuyos me reflejan que sólo te ocultas trás esa pinta de chica grosera para protegerte de los demás.
—mis ojos son una total farsa.—solté.—mis ojos saben mentir, Connor.
—desearía que pudieras aceptar que no eres un monstruo.—dice él.—que aceptaras que eres buena persona. Solamente no sabes como dejar salir ese lado bueno.
Connor se levantó y salió, cerrando la puerta. Apagué la lámpara, me acomodé en la cama, me sentía cansada de todo, pero no pude dormir. Recordaba la muerte de Tim y todo parecía una pesadilla.
Me levanté y me senté frente al espejo que había. ¿Qué reflejaban mis ojos realmente? Lo oscuro que hay dentro de mí. Cuando era pequeña, Ronald siempre hacía que yo perdiera el control para ver mis ojos reales. Todo en mis ojos se volvía totalmente negro, mostrandome que si era algo horrible a pesar de "ser bonita".
Me enseñó que estoy tan muerta por dentro como él. Que soy peor que él. Siempre me lo decía y me lo creí. Le creí lo suficiente como para no poder superarlo.