*:･ﾟ✧; advertencia rápida: violencia hacía un niño, no malos comentarios porque tengo corazón de pollito y todo me duele ;*:･ﾟ✧
Cuando Yongie nació su mamá apenas había cumplido 17 años, su papá 19, pero aún así había sido amado cuando nació.
Al momento que cumplió los 3 años, supo que su vida sería difícil, pero no tanto como lo había pensado.
Las manitas del pequeñito se pasaban por su peluche mientras estaba recostado en aquel sofá, observando a su mamá llorar. No entendía el porqué lloraba tan desconsolada o porque decía que nunca miraría a su padre nunca más, su papá se había "ido a buscar un mejor trabajo" para mantener a su pequeña familia, pero Yongie buscaba la manera de escribirle cartitas que nunca respondía.
Su mami había conseguido un trabajo que no le gustaba mucho ni a él, ni a ella. No le gustaba que su mamá y el fueran a ese restaurante de juguitos de muchos colores y azúcar en las barras. Habían varias mujeres amigas de su mamá que jugaban con él con sus peluches y pintaban en su libro mientras su mami iba a ver algunos hombres.
Era divertido cuando miraba a un chico entrar como hombre y salir con unos tacones muy bonitos y una enorme peluca, a pesar de que a Yongie no le gustaba ese lugar, las personas de ahí eran muy amigables con él y le cuidaban.
Tristemente todo empeoró cuando su mamá conoció a uno de los hombres y decidió llevarse a ambos a vivir a su casa.
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Tae de 5 añitos jugaba con los insectos que había encontrado en el enorme patio de aquella casa, podía escuchar las platicas que tenía su mamá con aquel hombre, pues casi todo el día gritaban.
Su mami le dijo que era un juego de ambos, asi que Yongie no se preocupaba por ello.
Los juegos de gritar cada día se hacían más seguidos y hacían que su cabeza doliera mucho.
— Niño levántate.— su piel se erizó ante aquel tono de voz de aquel hombre. Los bichitos que tenía en sus manitas las dejó con cuidado en el césped y se giró.
— ¿Dónde esta mamá? — su vocecita sonó bajita mientras buscaba tomar la mano contraria la cual rápidamente fue negada por ese señor.
— Fue hacer unas cosas...— observó al pequeñito de arriba a abajo y frunció su ceño con asco. Ese señor en realidad odiaba a Taeyong, era hijo de un noviazgo estúpido y joven, y sobre todo fuera de un matrimonio.
— ¿Y por que no me llevó? Mami siempre me lleva a donde ella va.— hizo puchero y al entrar a la cocina con aquel hombre sintió como lo sentaba en la barra. Sus piernitas quedaban colgando y el pequeñito movió estas riendo.
— Porque eres un niño malo y tu mamá me pidió que te castigara.—
Yongie frunció su ceño ante aquello y negó rápido. — Mi mami nunca me castiga, sólo me dice que no vuelva hacerlo.—
— Pero ahora quiere hacerlo.— el tipo volvió a ver a Tae tomando un pequeño cuchillo y el menor intento bajarse de la barra.— Sólo seran rasguños pequeños bebé, nada de que asustarse... Y no debes decir nada.—
El menor negó rápido y comenzó a patalear con fuerza gritando.
Cada minuto que pasaba ese tipo feo odiaba más a Tae y su paciencia terminaba por completo. Y sin pensarlo... pasó.
Le había dado una bofetada tan fuerte que hizo al menor caer sobre la barra comenzando a llorar y gritar de lo mucho que ardía su mejilla derecha. Sobre todo cuando la punta de ese cuchillo se pasó con fuerza por su muslo haciéndole un rasguño bastante largo y la sangre salió de la herida.
Todo comenzó con esos rasguños y bofetadas en el cuerpo del menor.
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Yongie ya era un niño grande, tenía 7 años y le gustaba mucho ir al parque a jugar con su nuevo amigo; Ten. Eran de los pocos días que su mamá no tenía muchas manchas color morado y rojo por su cuerpo, o como decía ella, se manchaba con jugo de cereza y uva.
Al igual que Yongie, a veces tenía muchas manchas en sus ojitos y mejillas, sus labios la mayoria del tiempo estaban "rotos", curitas de ositos cubrían los rasguños de sus brazos y rodillas.
Ten siempre se molestaba con Yongie porque tenía un gato y no le dejaba jugar con él y Honey.
— ¡Te dije que tienes un gato y no quieres presentarlo! — Ten chilló mientras jalaba el brazo contrario para correr a los columpios que habían en el parque.
— Es un gato que a veces alimento cuando viene a mi casa — mintió mientras se sentaba al lado de su amigo y este le imitaba.
— Oh, hubieras dicho eso.— sacó su lengua mientras comenzaba a moverse riendo bajito y ladeó su cabeza. Tae imitó su gesto para moverse en el columpio.
Taeyong y Ten eran los mejores amigos, y ambos sabían que su amistad sería para siempre. Y aunque Ten nunca creía que sus golpes eran por un gato, no preguntaba por más.
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El día que todo empeoró para Yongie y su mamá fue cuando aquel señor feo les gritó tanto que el pequeñito juraría que se iba a orinar del miedo.
Era su fiesta de cumpleaños, había cumplido 8 años y su mamá le hizo una comida y compró un pastel de chocolate con una vela muy bonita color rojo. Aquel señor no le dejó invitar a nadie, pero Yongie quería hablarle a Ten para que jugara con él.
Todas las veces que insistió recibía un No de respuesta, el niño se molestó que comenzó a gritar y por accidente golpeó a aquel hombre, donde rápidamente comenzó a gritarles a su mamá y a él.
El primer golpe fue a estómago donde le hizo caer al piso, y sentía las enormes botas de aquel señor por su cuerpo. Le golpeaba con una fuerza tremenda que su cuerpo se movía y temblaba, le escupió y jalaba su cabello.
Su carita estaba sucia por esa asquerosa saliva y por la tierra que había en sus botas, la sangre de su nariz, mejillas y labios.
Los golpes en su cara aumentaban mientras sus bracitos sólo le permitían removerse e intentar arañarlo mientras sus gritos se hacían mucho más altos y desgarradores cada segundo; pedía ayuda. Su mamá estaba en el piso con mucho líquido alrededor de ella, no había nadie.
Yongie no quería morir ahí... No así.
Sintió como esas grandes manos se adueñaron de su cuello y le apretaron tanto al punto de que su vista se nublo y buscaba la manera de respirar.
Sus manos poco a poco dejaron de luchar y sus ojitos se cerraron.
Lo último que recordaba de ese día fue ver los ojos de odio de aquel señor frente a los suyos.
Poco a poco sus ojos se abrieron debido a la intensidad de aquella luz en su rostro y una voz algo chillona a su lado.
—... entonces después de que te recuperes dijo mi mamá que iremos a comer helado e ir al parque, bueno aunque no puedes moverte... me puedes ver jugar y jugaré por ti...— notó como la vocecita de Ten poco a poco se cortaba y su rostro se escondía en la cobija de la camilla.— T-Tienes que despertar, por favor Yongie... t-tu no me dejes, te lo suplico. —
— ¿Ten? — su voz sonó muy bajita pero lo suficiente para que el niño alzara su mirada y comenzara a saltar riendo emocionado.
— ¡Tae Tae! ¡Despertaste! —
El niño se confundió y vio como su amigo salía corriendo de aquella habitación y llegaba con una señora vestida de blanco para examinarle.
— ¡Eres un flojo! ¡Dormiste por 3 días y no despertabas! — el menor tuvo que aguantar sus ganas de abrazar a su mejor amigo así que sólo hablaba de la emoción. — ¡Tu mamá se pondra feliz cuando sepa que estás despierto! Y más cuando ese señor tonto de tu padre esté en esa casa con rejas y no lo dejen salir —
Taeyong sintió un gran alivio cuando escuchó eso y recargó su cabeza en la almohada suspirando.
— ¡Iré por ella! — Ten volvió a gritar y saltar.— No te vayas de aquí, eh. — salió corriendo y provocó que la enfermera riera ante aquello.
Tal vez todo iba a mejorar para su mamá y él.
Holaaa, perdón por tardar tanto u.u El capitulo se había borrado de mis notas y entré en mini depresión por eso y cuando mi pareja me terminó con una canción de day6 u_u
Pero bueno ya todo mejooooor
Espero y hayan leído esto uwu
Lxs quiero mucho y maybe actualice después de navidad, asi que...
Si festejan navidad ¡Feliz navidad!
Y si no, uh, igual sean felices yyy unidos con quienes aman u.u
¡gracias por leer!
♡ Tomen agua yyy duerman mien ♡
(Les juro que casi me da un infarto porque no me dejaba actualizar y me decía que no había ninguna historia omg)