Después de la liberadora charla, ambos decidieron descansar, por un lado Iseul se colocó los auriculares y se sumergió en las letras de las canciones, mientras que Tae abrió la Mac frente a él para leer dios sabrá que, comentando vagamente que leer le hacia conciliar el sueño cuando algún tema le daba demasiadas vueltas en la cabeza.
Iseul se sorprendió cuando fue la primera en despertar, siendo la ventana lo primero que capturó su vista. Recién amanecía, debían ser por ahí de las siete de la mañana. Su vista cambio al chico del frente, con la expresión totalmente relajada, los labios entreabiertos y con un bonito color rojizo, las pestañas adornándole los ojos sutilmente, mezclándose con los mechones desordenados de pelo castaños, más aparte los pequeños rayitos de sol que le daban en la cara dándole un toque más de vida a su rostro.
Era lo más parecido a un ángel en la tierra.
El estereotipo perfecto de belleza, y es ahí cuando Iseul se preguntó... ¿era alguien capaz de dañar los sentimientos de alguien con semejante fuerza emocional?, ¿acaso a él también le habían herido?, ¿es por eso que siempre sabía las palabras correctas?
Bueno, eso Iseul no lo sabía, lo único que sabía es que era una persona que valía muchísimo la pena tener en la vida, casi como un balance.
– Esto es viejísimo, pero... sabias que las fotografías persisten más, ¿no?
Una actitud que la tomaba con la guardia baja de nuevo.
– Lo siento...
Taehyung sonrió, adormilado.
Sin mencionar su voz, joder.
– No te disculpes. Ha sido agradable, la verdad.
Iseul se pegunto internamente como algo como eso había sido agradable, pero estaba bien, Taehyung no era igual al resto, en el mejor de los sentidos.
– Deben faltar dos o tres horas para que lleguemos.
Taehyung cerró los ojos, recargo la cabeza en el asiento y pasó sus manos por su cabello lo cual causó un ligero problema en el sistema nervioso de Iseul, con la vista completa del cuello del joven, pero intentó apartar la vista lo mejor que pudo, sin saber exactamente el por qué de las repentinas tensiones que tenían.
– La verdad aún estoy un poco cansado, creo que voy a volver a dormir.
Tae se disculpó con la mirada, estirando la mano hacia su móvil. Gracias a eso Iseul contemplo lo bonitas que eran sus manos, con anillos elegantes, seguramente caros, con dedos largos y las venas exquisitamente marcadas.
¿Por qué estaba prestando tanta atención a detalles tan pequeños?
– Recién son siete con dieciséis. Te recomiendo que también descanses, no voy a dejarte cuando lleguemos.
Y ahí va de nuevo otra insinuación acompañada de un guiño travieso.
Ok, definitivamente iba a tener que controlar mejor las reacciones casi inconscientes de su cuerpo.
Y con ese último pensamiento, cerró los ojos de nuevo, para dormir tranquila una vez más.
[...]
Lo que despertó a Iseul de nueva cuenta fue el olor tan agradable del café por la mañana, como el que solía despertarla cuando era niña y bajaba las escaleras corriendo para abrazar a su padre y a su madre junto con un beso en la mejilla, entre risas y desayunos divertidos, cuando el trabajo no estaba antes que la familia, cuando no sabía nada de preocupaciones absurdas.
– Hola de nuevo.
– Hola.
Iseul contestó con un susurro, pues la sonrisa de Taehyung por la mañana era demasiado distractora.
– ¿Quieres café?
Iseul hizo una mueca.
– En realidad no me gusta el café, preferiría un té de fresa.
Taehyung sonrió divertido.
– Ok.
Regreso a donde estaban sentados para ofrecerle una taza con un decorado de ositos bastante adorable.
– Gracias.
Otra sonrisa matadora.
– Por nada. Tengo muchas ganas de llegar ya, deben de estar empezando las nevadas, demasiado frío, pero paisajes hermosos y nieve para jugar.
Ahí estaba el pequeño Tae que pocas veces se dejaba ver.
– Lo se, creó que es lo mejor de Diciembre.
Taehyung sonrió aún más cuando vio que las palabras de Iseul eran sinceras, ambos con ojos brillantes de emoción.
– Es un lugar precioso con demasiada historia, demasiada arte.
Iseul asintió con una sonrisa sincera y emocionada en los labios.
Demasiado bonita a los ojos de Taehyung, siendo sinceros.
– Por cierto, aún no te he dicho a donde vamos, pero en realidad quiero que sea sorpresa, ya no debemos tardar mas de quince minutos, vas a necesitar un abrigo, puedes usar uno de los míos.
Iseul empezaba a creer que este hombre era un sueño.
[...]
Pasados los quince minutos que mencionó Taehyung aproximadamente, se dedicaron a caminar hacia el destino que tenía pensado el joven, ordenando que prepararan el lugar donde se quedarían, sin necesidad de dejar equipaje debido a que esto había sido totalmente improvisado.
Sinceramente, Iseul había seguido a Taehyung sin prestar demasiada atención, pero cuando dejó de reír por algo que le había hecho gracia de Taehyung, se percató de la apariencia del lugar.
– No... No es posible, Taehyung no es posible...
La sonrisa en sus labios creció a la par que soltó una carcajada de felicidad pura.
– Si que lo es, creí que no sabrías donde estamos...
– ¿Como no saberlo?, ¡esto es Verona!
Taehyung sonrio, conmovido con la emoción de Iseul, dando un pequeño brinco y la sonrisa le destacaba, llegándole completamente a los ojos.
– Pero si es la casa de los Capuleto, donde se encuentra el balcón más emblemático del trágico romance, donde ambos descansan juntos incluso después de la muerte. ¡Es el mejor lugar de toda Italia, no pudiste haber escogido mejor el sitio!
En un arranque de felicidad Iseul se abalanza a Taehyung, sin una pizca de vergüenza y riendo ligeramente aún... Eso hasta que reacciona al cuerpo tenso del joven, con la intención de apartarse de inmediato, sin embargo, Tae se deja llevar por la imprevista calidez del momento y la rodea con los brazos, recargando la barbilla en la cabeza de Iseul.
– Me alegra mucho que te guste, es uno de mis lugares preferidos en el mundo...
– No me sorprende, puedo decir con seguridad que mío también lo es.
Las personas que pasaban por su lado los miraban con ternura gracias a que su aura era meramente romántica, pero ellos no estaban completamente enterados, todo esto fluía casi naturalmente entre ellos.
– ¿Tienes alguna idea de por qué me siento tan cómoda contigo si nuestra manera de conocernos no fue la mejor y casi no te conozco?
– No tengo idea, pero me agrada.
Para todo esto, ambos seguían abrazados, complementándose demasiado bien.
– ¿Por que me has traído aquí?, sabes todo las leyendas que abundan este lugar, ¿no? Y lo especial he debe ser una persona para visitar este sitio, ¿verdad?
Iseul pregunto con el ceño fruncido y la cabeza aún hundida en el pecho de Taehyung.
– Claro que lo se. Simplemente me apetecía compartirlo contigo, fue casi por instinto...
Tae dejó incompleta su oración, pesando si era correcto lo que estaba por agregar.
– Pero, ¿me crecerías si te digo que me gusta la tensión tan extraña que se crea entre nosotros y que quisiera investigar a donde lleva todo esto?
Claro que iba a notarlo, claro que iba a notar las tensiones.
Iseul sonrió ligeramente, sintiéndose segura por primera era vez en los brazos de un casi desconocido, incluso segura de si misma.
Su repuesta fue apretar un poco más el abrazo frotando muy sutilmente la cabeza, casi imperceptible, pero provocando sonrisas en ambos rostros, sin querer arruinar el momento repentino con palabras, pero ambos estaban por descubrir a donde los llevaría todo esto.