A STORM LIKE HER โ” Gale Hawth...

By andreasinfinity

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A STORM LIKE HER | Thyra sabe que no puede rendirse, porque si lo hiciera, la muerte de su hermana Eyna no ha... More

A STORM LIKE HER
BOOKTRรILER
ACTO PRIMERO
ใ€€ใ€€i. Juegos de palabras
ใ€€ใ€€ii. El nuevo destino de Thyra
ใ€€ใ€€iii. Los Juegos del Hambre
ใ€€ใ€€iv. El chico de los ojos grises
ใ€€ใ€€v. El caos de la chica en llamas
ใ€€ใ€€vi. El odio que nos une
ใ€€ใ€€viii. Grรกbalo
ใ€€ใ€€ix. Si nosotros ardemos, tรบ arderรกs con nosotros
ใ€€ใ€€x. La caza del cobarde
ใ€€ใ€€xi. Rosa roja
ใ€€ใ€€xii. Negro
ใ€€ใ€€Epรญlogo: Por Eyna
ACTO SEGUNDO
ใ€€ใ€€i. Distracciones
ใ€€ใ€€ii. Algo personal
ใ€€ใ€€iii. Que comience el Juego
ใ€€ใ€€iv. Hoy no
ใ€€ใ€€v. No cometen errores
ใ€€ใ€€vi. Comandante al mando
ใ€€ใ€€vii. Voy a por ti
ใ€€ใ€€viii. El caos estรก aquรญ
ใ€€ใ€€ix. Acรฉrcate
ใ€€ใ€€x. Un mundo mejor
ใ€€ใ€€xi. Con vida y con traiciรณn
ใ€€ใ€€Epรญlogo: Panem libre
ACTO TERCERO
ใ€€ใ€€i. Volver a casa
ใ€€ใ€€ii. En nuestra nueva casa
ใ€€ใ€€iii. Primera pesadilla
ใ€€ใ€€iv. Con ella
ใ€€ใ€€v. Sanar
ใ€€ใ€€vi. Sรญ quiero
ใ€€ใ€€vii. Baila conmigo
ใ€€ใ€€viii. Derecho y deber
ใ€€ใ€€ix. No voy a perderte
ใ€€ใ€€Epรญlogo: Una tormenta como ella
ACKNOWLEDGMENTS

ใ€€ใ€€vii. El juego del traidor

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By andreasinfinity


CAPÍTULO SIETE: EL JUEGO DEL TRAIDOR

ESTA NOCHE, SNOW DA UN DISCURSO. Estoy en la sala de control, retransmitiéndolo en todas las pantallas del Trece, y asegurándome de que se puede oír en todas partes, en cada rincón del distrito bajo tierra: para que todos puedan oír sus mentiras. No hay nadie más en la sala conmigo, y me entra un escalofrío cuando veo su cara en la pantalla y habla con esa voz enfermiza.

—Ciudadanos, esta noche, me dirijo a todo Panem como a uno solo. Desde los días oscuros, Panem ha vivido un periodo de paz sin precedentes. Una paz construida sobre la base de la cooperación y del respeto por la ley y el orden —Sus falacias casi me dan risa—. Estas últimas semanas habréis oído hablar de violencia tras las acciones de algunos miembros radicales del Vasallaje de los Veinticinco. Quienes habéis tomado este camino de destrucción sabed que vuestras acciones son fruto de una mala interpretación de cómo hemos sobrevivido: todos juntos —Bajo su puño de hierro—. Se trata de un contrato. Cada distrito abastece al Capitolio. Como la sangre provee al corazón. A cambio, el Capitolio brinda orden y seguridad. Negarse a trabajar es poner en peligro a todo el sistema. El Capitolio es el corazón de Panem —se repite—. Nada puede sobrevivir sin un corazón. Los criminales que veis postrados ante vosotros, —Hackeo las cámaras de los distritos para mostrar las ejecuciones que van a tener lugar. — utilizan símbolos con fines sediciosos. Por este motivo, todas las imágenes del Sinsajo quedan prohibidas a partir de ahora —Ya está, ha funcionado. El símbolo de Katniss es oficial. — Poseerlas será considerado un acto de traición punible con la muerte. La justicia se administrará con prontitud: el orden será restablecido. Y esto es una advertencia para los ignorantes de la historia. —Suenan los disparos y mis cámaras muestran cómo asesinan a los rebeldes. Me fuerzo a no apartar la mirada, aprieto los labios y vuelvo a enfocar a Snow—. Preparaos para pagar el precio más alto.

Y corto la transmisión.


La cena es incluso peor. Una nueva transmisión suena en las pantallas. Uno de mis compañeros debe de estar ocupándose de que podamos verla. Quizás Beetee, no ha bajado a cenar. Miro hacia arriba y le doy otro trago al agua. Sate, a mi lado, suspira. Papá sigue comiendo, parece que no le importa oír la música de la única cadena televisiva de Panem.

—Hola —dice Caesar Flickerman, con cara seria—. Buenas noches y bienvenidos a todos los habitantes de Panem. Soy Caesar Flickerman, y seáis quien seáis, y lo que sea que estéis haciendo... Si estáis trabajando, dejad de trabajar. Si estáis cenando, dejad de cenar. Porque vais a querer presenciar lo que va ocurrir aquí esta noche. Mucho se ha especulado sobre lo que ocurrió de verdad en el Vasallaje de los Veinticinco. Hoy, para arrojar algo de luz sobre este asunto, tenemos a un invitado muy especial con nosotros... Demos la bienvenida al señor... Peeta Mellark. —Los gritos se extienden por el comedor. A mi padre se le cae el tenedor en el plato. Sate me mira con pánico. Nada bueno va a salir de esto. — Peeta, mucha gente se siente desinformada.

Veo a Katniss levantarse y me pongo de pie tras ella. Gale intenta detenerla, pero no sirve de nada.

—Sí, conozco esa sensación.

—Ponnos en antecedentes. Explícanos qué ocurrió exactamente aquella última noche tan controvertida.

Peeta vuelve a hablar. Katniss está de pie frente a las pantallas y yo casi ya puedo agarrarla, pero de momento no lo hago. Merece ver esto tanto o más como los demás.

—Bueno, antes de nada, hay que saber que cuando estás en los Juegos, sólo se te permite un deseo, y es un deseo muy caro.

—¡Estás vivo! —oigo a Katniss decir en un susurro.

—Te cuesta la vida —intenta adivinar el hombre de pelo rosa. Es ridículo.

—Creo que te cuesta mucho más que la vida —dice Peeta.

—¿Qué quieres decir con mucho más que la vida?

—El hecho de matar a gente inocente —explica— te cuesta todo lo que eres. Así que te aferras a ese deseo y... Aquella noche, mi deseo era salvar a Katniss. —Intento no poner los ojos en blanco—. Debería de haberme escapado con ella antes, como ella quería.

Veo a Gale sacudir la cabeza a mi lado. Se cruza de brazos e intercambiamos una mirada de incredulidad.

—¿Y por qué no lo hiciste? —pregunta el presentador—. ¿Te viste atrapado en el plan de Beetee?

Suelto un resoplido.

—No, estaba inmerso intentando jugar a las alianzas y a la amistad. Y, luego nos separaron y... entonces fue cuando la perdí. Y luego cayó el rayo y todo el campo de fuerza que rodeaba la arena saltó por los aires.

—Ya, pero, Peeta —dice Caesar—, fue Katniss quien lo hizo saltar por los aires.

—No.

—Ya viste las imágenes.

—No, ella no sabía lo que hacía —intento no reírme amargamente—. Ninguno de nosotros sabíamos que había un plan por encima de todo.

—¿No teníais no idea?

—No.

—A ver, Peeta, ya ves, a mucha gente todo esto le parece cuanto menos sospechoso —razona—. Lo que parece es que ella formaba parte de un plan... —duda y yo sonrío un poco— rebelde.

—¿Y crees que era parte de su plan que Johanna casi la matara? ¿O que le cayera un rayo y la paralizara? No, no sabíamos de ningún plan rebelde. No teníamos ni idea de lo que pasaba.

—Muy bien. Yo te creo, Peeta Mellark. Muchas gracias.

—Ya.

—Iba a preguntarte sobre la agitación, pero quizá estás demasiado afectado...

—No, puedo —asegura él.

—¿Seguro?

—Sí, seguro. Totalmente.

—Gracias.

Cojo aire porque sé lo que se viene.

—Quiero que todo aquel que me esté viendo se pare a pensar sobre las consecuencias que tendría una guerra civil. Ya estuvimos a punto de extinguirnos una vez, y ahora, somos aún menos numerosos —la gente se mira y empieza a cuchichear. Agarro a Katniss por la chaqueta. Forcejeamos—. ¿Es esto lo que queremos? ¿Aniquilarnos entre nosotros? Matar no es la solución. Debéis deponer las armas inmediatamente.

Los gritos llegan y consigo tirar de Katniss hacia la salida.

—¡Traidor!

—¡No es de los nuestros!

—¡Esto es traición!

Gale y Sate nos siguen detrás. Katniss sigue intentando que la suelte, pero le agarro los brazos y le digo que deje de darme patadas.

—¿Estás pidiendo un alto al fuego? —pregunta Caesar.

—Sí, eso es. Quiero que todos le pongan un fin a esta violencia sin sentido.

—¡Marioneta!

—Esa no es la vía del cambio. No es la vía de la justicia.

—¡Traidor!

Consigo sacar a Katniss de ahí y empujarla al ascensor.

Gale y yo nos quedamos afuera de la sala de control. Él no puede entrar y yo no quiero hacerlo. No creo que fuera a ser capaz de aguantar más discusiones estúpidas entre Katniss y Coin.

—Ha podido causar mucho daño esta noche —le digo a Gale. Estamos sentados en el suelo, con la espalda en la pared—. En algunos distritos la gente aún tiene miedo a unirse.

—¿Por qué crees que lo habrá dicho? —habla en un susurro.

Me encojo de hombros.

—Quizás lo han obligado.

—O quizás es un traidor.

Me vuelvo a encoger de hombros. Todo es posible.

—No tenía mal aspecto —concuerdo—. Quizá haya hecho algún trato para protegerla.

Él me mira.

—¿A Katniss?

—Claro. ¿Tú no lo harías?

Parece pensárselo.

—¿Y poner en peligro a la rebelión? —No respondo—. No lo sé.

Quizás no la quiere tanto como yo pensaba. Respeto su respuesta, porque yo no sé tampoco lo que haría en su lugar. Después sacudo la cabeza.

—Creo que él sigue jugando —miro a Gale, y me encuentro con sus ojos grises—. Igual que tú, igual que yo. Jugando al jueguecito de Snow. —Miro mis manos. — Pero en este juego, siempre muere uno.

—¿Quién cae esta vez?

Le sonrió de soslayo y me pongo el pelo en una coleta. Me molesta en el cuello, estoy sudando, quizás de nervios y estrés.

—No lo sé —le confieso—. Pero, si seguimos el orden de las reglas... —Me levanto y le tiendo la mano para que él haga lo mismo. Tiene la palma fría y me entra un escalofrío cuando me la agarra para ponerse en pie. Se me va el frío de golpe. Acaba muy cerca de mí. — Nos toca mover ficha. —Me suelto de él y me acerco al ascensor. Él me sigue. —Es hora de jugar.

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