- Tampoco me gustaría estar en esa situación de que quieran cerrar el colegio - nos dice Alice.
- Hogwarts es nuestro segundo hogar - agrega Luna.
- Tienen razón, pero sospecho que ellos tres iran a meter en problemas - les dice Lily.
- Fuimos impulsados a hacerlo - le responde Harry.
—¿Qué vamos a hacer? — preguntó Ron en voz muy baja — ¿Crees que sospechan de Hagrid?
—Tenemos que ir a hablar con él — dijo Harry, decidido — No creo que esta vez sea él, pero si fue el que lo liberó la última vez, también sabrá llegar hasta la Cámara de los Secretos, y algo es algo.
—Pero McGonagall nos ha dicho que tenemos que permanecer en nuestras torres cuando no estemos en clase...
—Creo — dijo Harry, en voz todavía más baja — que ha llegado ya el momento de volver a sacar la vieja capa de mi padre.
- Para ser el hijo de Cornamenta, has usado la capa una limitada cantidad de veces desde que la obtuviste - le dice Sirius.
- Esos años, solo la usaba cuando era muy necesario salir del colegio, pero el siguiente... fui más irresistible.
- Eso si suena a James...
- ¡Oye!
- Recibí varios regaños ese día - les dice antes de besar mi cabello.
Era nuestra única posibilidad para salir a hurtadillas del colegio y visitar a Hagrid sin que nadie se enterara. Nos fuimos a la cama a la hora habitual, intentaba evitar ver la cama vacía de mi amiga y esperé a que se durmieran las otras chicas, y entonces me levanté, volví a vestirme y bajé hacia donde los chicos me estaban esperando y nos se cubrimos con la capa.
El recorrido por los corredores oscuros del castillo no era en absoluto agradable. Ya en ocasiones anteriores habíamos caminado por allí de noche, pero no lo hemos visto nunca, después de la puesta del sol, tan lleno de gente: profesores, prefectos y fantasmas circulan por los corredores en parejas, buscando cualquier detalle sospechoso.
Como, a pesar de llevar la capa invisible, hicimos el mismo ruido de siempre, hubo un instante especialmente tenso cuando Ron se dio un golpe en un dedo del pie, y estábamos muy cerca del lugar en que Snape montaba guardia.
Afortunadamente, Snape estornuda en el momento preciso en que Ron grita. Cuando finalmente alcanzamos la puerta principal de roble y la abrimos con cuidado, suspiramos aliviados.
- Eso es arriesgarse demasiado - nos dice Bill.
- Necesitábamos hablar con Hagrid, obtener una mínima respuesta - le dice en cambio Ron - Hubiese preferido que no nos dijera eso...
- Lo lamento muchacho.
- No hay rencores Hagrid.
Era una noche clara y estrellada. Avanzamos con rapidez guiándonos por la luz de las ventanas de la cabaña de Hagrid, y no nos desprendemos de la capa hasta que hemos llegado ante la puerta.
Unos segundos después de llamar, Hagrid nos abrió. Nos apuntaba con una ballesta, y Fang, el perro jabalinero, ladraba furiosamente detrás de él.
—¡Ah! — dijo, bajando el arma y mirándonos — ¿Qué hacen aquí los tres?
—¿Para qué es eso? — preguntó Harry, señalando la ballesta al entrar.
—Nada, nada... — susurró Hagrid — Estaba esperando... No importa... Siéntense , prepararé té.
Parecía que apenas sabía lo que hacia. Casi apaga el fuego al derramar agua de la tetera metálica, y luego rompió la de cerámica de puros nervios al golpearla con la mano.
—¿Estás bien, Hagrid? — dijo Harry— ¿Has oído lo de Hermione?
—¡Ah, sí, claro que lo he oído! — dijo Hagrid con la voz entrecortada.
- Fueron por él, ¿Verdad? - nos pregunta mi abuela.
- Sí, pero no solo por él - le dice Ron - No les agradara lo que van a oír.
- Desde ya, no nos está gustando - le dice el Señor Potter.
Miró por la ventana, nervioso. Nos sirvió sendas jarritas llenas sólo de agua hirviendo (se le había olvidado poner las bolsitas de té). Cuando nos estaba poniendo en un plato un trozo de pastel de frutas, aporrearon la puerta.
Se le cayó el pastel. Con Harry y Ron intercambiamos miradas de pánico, nos echamos encima la capa para hacernos invisibles y nos retiramos a un rincón oculto. Tras asegurarnos de que no se nos veía, Hagrid agarró la ballesta y fue otra vez a abrir la puerta.
—Buenas noches, Hagrid.
Era Dumbledore. Entró, muy serio, seguido por otro individuo de aspecto muy raro.
El desconocido era un hombre bajo y corpulento, con el pelo gris alborotado y expresión nerviosa. Llevaba una extraña combinación de ropas: traje de raya diplomática, corbata roja, capa negra larga y botas púrpura acabadas en punta. Sujetaba bajo el brazo un sombrero hongo verde lima.
—¡Es el jefe de mi padre! — musito Ron — ¡Cornelius Fudge, el ministro de Magia!
Harry le dii un codazo a Ron para que se callara.
Hagrid estaba pálido y sudoroso. Se dejó caer abatido en una de las sillas y miró a Dumbledore y luego a Cornelius Fudge.
— ¡Feo asunto, Hagrid! — dijo Fudge, telegráficamente — Muy feo. He tenido que venir. Cuatro ataques contra hijos de muggles. El Ministerio tiene que intervenir.
—Yo nunca... — dijo Hagrid, mirando implorante a Dumbledore — Usted sabe que yo nunca, profesor Dumbledore, señor...
—Quiero que quede claro, Cornelius, que Hagrid cuenta con mi plena confianza — dijo Dumbledore, mirando a Fudge con el entrecejo fruncido.
- ¿A él tampoco lo puedo golpear, mamá Hann? - me pregunta Teddy.
- ¡Por Merlín! ¡No Teddy! - le respondo - Pensé que eras más pacifista como tu padre, pero veo a Tonks ahora.
- Y a ti también - me dice en cambio - ¿De quién crees que aprendí a defender a los nuestros?
- No importa, no puedes golpearlo... creía que hacía su trabajo.
- Un mal trabajo - comenta J.S.
- Eso no lo vamos a negar.
—Mira, Albus — dijo Fudge, incómodo — Hagrid tiene antecedentes. El Ministerio tiene que hacer algo... El consejo escolar se ha puesto en contacto...
—Aun así, Cornelius, insisto en que echar a Hagrid no va a solucionar nada — dijo Dumbledore. Los ojos azules le brillaban de una manera que no había visto nunca.
—Míralo desde mi punto de vista —dijo Fudge, agarrando el sombrero y haciéndolo girar entre las manos — Me están presionando. Tengo que acreditar que hacemos algo. Si se demuestra que no fue Hagrid, regresará y no habrá más que decir. Pero tengo que llevármelo. Tengo que hacerlo. Si no, no estaría cumpliendo con mi deber...
—¿Llevarme? — dijo Hagrid, temblando — ¿Llevarme adónde?
—Sólo por poco tiempo — dijo Fudge, evitando los ojos de Hagrid— No se trata de un castigo, Hagrid, sino más bien de una precaución. Si atrapamos al culpable, a usted se le dejará salir con una disculpa en toda regla.
—¿No será a Azkaban? — preguntó Hagrid con voz ronca.
- Estoy de acuerdo con mi sobrino, se merecen un golpe - nos dice Sirius - ¡No pudieron haberle hecho eso! Azkaban debe ser un maldito infierno.
Con nuestro grupo guardamos silencio. No se tomará bien cuando sepa que estuvo doce años encarcelado injustamente.
- Solo estuvo dos semanas - les dice Harry - Apenas salimos de la cámara secreta y supieron la verdad, fue liberado y su historial quedo limpio.
- Mañana lo sabremos - comenta mi papá resignado.
Antes de que Fudge pudiera responder, llamaron con fuerza a la puerta. Abrió Dumbledore. Ahora era Harry quien recibió un codazo en las costillas, porque había dejado escapar un grito ahogado bien audible.
El señor Lucius Malfoy entraba en la cabaña de Hagrid con paso decidido, envuelto en una capa de viaje negra y con una gélida sonrisa de satisfacción.
Fang se puso a aullar.
—¡Ah, ya está aquí, Fudge! — dijo complacido al entrar — Bien, bien...
—¿Qué hace usted aquí? — le preguntó Hagrid furioso — ¡Salga de mi casa!
—Créame, buen hombre, que no me produce ningún placer entrar en esta... ¿la ha llamado casa? — repuso Lucius Malfoy contemplando la cabaña con desprecio — Simplemente, he ido al colegio y me han dicho que el director estaba aquí.
- Me siento asqueado al saber que compartimos la misma sangre - le dice Scorp - Tengo mucha suerte que mi papá sea mil veces un mejor hombre que usted.
- No Me hablaras así mocoso...- le dice furioso y tanto Draco como el resto de los niños, lo apuntan con sus varitas.
- A mi hijo no le hablaras así - le dice furioso Draco - Luciérnaga, envíalo con el resto...
- Dragón, ¿seguro? - le pregunto - Tal vez, pueda recapacitar...
- No, él no lo hará... nunca cambiará - Me dice seguro, pero es su mirada cargada de dolor la que me convence.
Saco mi varita y con un movimiento rápido lo hago desaparecer.
- Pensaré en algo para que tengas la vida que mereces.
—¿Y qué es lo que quiere de mí, exactamente, Lucius? — dijo Dumbledore.
Hablaba cortésmente, pero aún tenía los ojos azules llenos de furia.
—Es lamentable, Dumbledore — dijo perezosamente el señor Malfoy, sacando un rollo de pergamino —, pero el consejo escolar ha pensado que es hora de que usted abandone. Aquí traigo una orden de cese, y aquí están las doce firmas. Me temo que este asunto se le ha escapado de las manos. ¿Cuántos ataques ha habido ya? Otros dos esta tarde, ¿no es cierto? A este ritmo, no quedarán en Hogwarts alumnos de familia muggle, y todos sabemos el gran perjuicio que ello supondría para el colegio.
—¿Qué? ¡Vaya, Lucius! — dijo Fudge, alarmado —, Dumbledore cesado... No, no..., lo último que querría, precisamente ahora...
—El nombramiento y el cese del director son competencia del consejo escolar, Fudge — dijo con suavidad el señor Malfoy — Y como Dumbledore no ha logrado detener las agresiones...
—Pero, Lucius, si Dumbledore no ha logrado detenerlas — dijo Fudge, que tiene el labio superior empapado en sudor —, ¿quién va a poder?
—Ya se verá — respondió el señor Malfoy con una desagradable sonrisa — Pero como los doce hemos votado...
- Nadie querría dejar a sus hijos, si Dumbledore no está para protegerlos - dice Molly.
- No sabía que el consejo tenía tanto poder - comenta James.
- Hasta ese año - le aclaro - La ventaja de que todos supieran que soy la heredera y propietaria del colegio, fue que mi palabra valía lo mismo que el consejo escolar y el Ministerio, al menos hasta que cumpliera mi mayoría de edad.
- Es mucha responsabilidad para una niña - me dice mi madre.
- Lo era, pero podía manejarlo.
Hagrid se levantó de un salto, y su enredada cabellera negra rozó el techo.
—¿Y a cuántos ha tenido que amenazar y chantajear para que accedieran, eh, Malfoy? — preguntó.
—Muchacho, muchacho, por Dios, este temperamento suyo le dará un disgusto un día de éstos — dijo Malfoy — Me permito aconsejarle que no grite de esta manera a los carceleros de Azkaban. No creo que se lo tomen a bien.
—¡Puede quitar a Dumbledore! —chilló Hagrid, y Fang, el perro jabalinero, se encogió y gimoteó en su cesta—. ¡Lléveselo, y los alumnos de familia muggle no tendrán ni una oportunidad! ¡Y habrá más asesinatos!
—Cálmate, Hagrid — le dijo bruscamente Dumbledore. Luego se dirigió a Lucius Malfoy — Si el consejo escolar quiere mi renuncia, Lucius, me iré.
—Pero... — tartamudeó Fudge.
—¡No! — gimió Hagrid.
Dumbledore no había apartado sus vivos ojos azules de los ojos fríos y grises de Malfoy.
—Sin embargo — dijo Dumbledore, hablando muy claro y despacio, para que todos entendieran cada una de sus palabras —, sólo abandonaré de verdad el colegio cuando no me quede nadie fiel. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida.
Durante un instante, estaba convencida de que Dumbledore nos había guiñado un ojo, mirando hacia el rincón donde con Harry y Ron estábamos ocultos.
- Es difícil de engañar al Profesor Dumbledore - nos dice mi abuelo.
- Siempre sé lo que sucede en el colegio - nos dice él.
- Pues... se llevará una sorpresa en el siguiente libro, cuando se entere del secreto de estos tres - le digo en cambio.
- Delatora - me dicen James y Sirius.
- Será divertido ver como los regañan a ustedes.- acota Ron.
—Admirables sentimientos — dijo Malfoy, haciendo una inclinación — Todos echaremos de menos su personalísima forma de dirigir el centro, Albus, y sólo espero que su sucesor consiga evitar los... asesinatos.
Se dirigió con paso decidido a la puerta de la cabaña, la abrió, saludó a Dumbledore con una inclinación y le indicó que saliera. Fudge esperó, sin dejar de manosear su sombrero, a que Hagrid pasara delante, pero Hagrid no se movía, sino que respiró hondo y dijo pausadamente:
—Si alguien quisiera desentrañar este embrollo, lo único que tendría que hacer es seguir a las arañas. Ellas lo conducirían. Eso es todo lo que tengo que decir — Fudge lo miró extrañado — De acuerdo, ya voy — añadió, poniéndose el abrigo de piel de topo. Cuando estaba a punto de seguir a Fudge por la puerta, se detuvo y dijo en voz alta—: Y alguien tendrá que darle de comer a Fang mientras estoy fuera.
La puerta se cerró de un golpe y Ron se quitó la capa invisible.
—En menudo embrollo estamos metidos — dijo con voz ronca — Sin Dumbledore. Podrían cerrar el colegio esta misma noche. Sin él, habrá un ataque cada día.
Fang se puso a aullar, arañando la puerta.
- Fin del capítulo - me dice Frank devolviendome el libro.
-Esto se volverá un caos - nos dice Lily - Y ustedes tres en el centro de eso.
- Se llevaron a mi hermana, si demorábamos un poco hubiera muerto y el heredero habría traído un reino oscuro - le responde Ron.
- Lo cenemos y vayamos a dormir, necesitaran estar descansados para escuchar lo de mañana - les digo a todos.