N/A: Hace tiempo tuve problemas con la app y se borró esté capítulo. Voy a subir la historia sin el leyendo, pero sólo por este capítulo nada más.
Con Harry, Ron y Hermione siempre hemos sabido que Hagrid siente una desgraciada afición por las criaturas grandes y monstruosas. Durante el curso anterior en Hogwarts había intentado criar un dragón en su pequeña cabaña de madera, y pasara mucho tiempo antes de que podamos olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había puesto por nombre Fluffy. Harry esta seguro de que si, de niño, Hagrid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, hizo lo imposible por echarle un vistazo. Seguro de que le pareció inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y que debía de pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco sus numerosas piernas.
Él podía imaginarse perfectamente a Hagrid, con trece años, intentando ponerle un collar y una correa. Pero también esta seguro de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.
Harry casi habría preferido no haber averiguado el funcionamiento del diario de Ryddle.
Ron y Hermione nos pedían constantemente que les contáramos una y otra vez todo lo que hemos visto, hasta que nos cansamos de tanto hablar y de las largas conversaciones que seguían a su relato y que no conducían a ninguna parte.
— A lo mejor Ryddle se equivocó de culpable — dice Hermione — A lo mejor el que atacaba a la gente era otro monstruo...
—¿Cuántos monstruos crees que puede albergar este castillo? — le pregunta Ron, aburrido.
—Ya sabíamos que a Hagrid lo habían expulsado — dice Harry, apenado — Y supongo que entonces los ataques cesaron. Si no hubiera sido así, a Ryddle no le habrían dado ningún premio.
- He visto lo mismo que tú Harry, pero estoy tan segura de que apostaría las escrituras de Hogwarts a que Hagrid es inocente - le digo y los tres parecen sorprendidos - Ryddle nos mostró lo que él quiso. Conocemos a nuestro amigo Hagrid y si hay algo que ama más que a esas criaturas es a Hogwarts y también estoy segura de que fue Dumbledore quién le dio el trabajo aquí. De lo contrario, si realmente fuese culpable estaría en Askaban.
- Tienes razón, pero viste el tamaño de esa cosa...
- Hagrid tiene un corazón enorme y dudo que vea maldad en algo, pero dudo que deje algo peligroso suelto en el castillo.
- Estoy con Hannah - dice Hermione - Aún no sabemos la versión de Hagrid.
Ron intenta verlo de otro modo.
—Ryddle me recuerda a Percy. Pero ¿por qué tuvo que delatar a Hagrid?
—El monstruo había matado a una persona, Ron — contesta Hermione.
—Y Ryddle habría tenido que volver al orfanato muggle si hubieran cerrado Hogwarts — dice Harry — No lo culpo por querer quedarse aquí.
Ron se muerde un labio y luego vacila al decir:
—Ustedes te encontraron a Hagrid en el callejón Knockturn, ¿verdad, Harry?
—Dijo que había ido a comprar un repelente contra las babosas carnívoras — le respondo primero.
Nos quedamos en silencio. Tras una pausa prolongada, Hermione tiene una idea elemental.
—¿Por qué no vamos y le preguntamos a Hagrid?
—Sería una visita muy cortés — dice Ron — Hola, Hagrid, dinos, ¿has estado últimamente dejando en libertad por el castillo a una cosa furiosa y peluda?
Al final, decidimos no decir nada a Hagrid si no hay otro ataque, y como los días transcurren sin siquiera un susurro de la voz que no sale de ningún sitio, albergamos la esperanza de no tener que hablar con él sobre el motivo de su expulsión.
Ya han pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Justin y a Nick Casi Decapitado, y parece que todo el mundo cree que el agresor, quienquiera que fuese, se ha retirado, afortunadamente. Ernie Macmillan, un día, en la clase de Herbología, le pide cortésmente a Harry que le pase un cubo de hongos saltarines, y en marzo algunas mandrágoras montan una escandalosa fiesta en el Invernadero 3. Esto pone muy contenta a la profesora Sprout.
—En cuanto empiecen a querer cambiarse unas a las macetas de otras, sabremos que han alcanzado la madurez — dice a Harry —. Entonces podremos revivir a esos pobrecillos de la enfermería.
• • •
Durante las vacaciones de Semana Santa, los de segundo tenemos algo nuevo en que pensar. Ha llegado el momento de elegir optativas para el curso siguiente, decisión que al menos con Hermione nos tomamos muy en serio.
—Podría afectar a todo nuestro futuro — les dice a Harry y Ron, mientras repasa minuciosamente la lista de las nuevas materias, señalándolas.
—Lo único que quiero es no tener Pociones — dice Harry.
—Imposible — dice Ron con tristeza—. Seguiremos con todas las materias que tenemos ahora. Si no, yo me libraría de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—¡Pero si ésa es muy importante! —dice Hermione, sorprendida.
—No tal como la imparte Lockhart —repuso Ron—. Lo único que me ha enseñado es que no hay que dejar sueltos a los duendecillos.
Neville ha recibido carta de todos los magos y brujas de su familia, y cada uno le aconseja materias distintas. Confundido y preocupado, se sienta a leer la lista de las materias y nos pregunta a todos si pensamos que Aritmancia es más difícil que Adivinación Antigua. Dean Thomas, que como Harry, se ha criado con muggles, termina cerrando los ojos y apuntando a la lista con la varita mágica, y escoge las materias que ha tocado al azar. Hermione no sigue el consejo de nadie y las escoge todas.
Por mi parte tengo cuenta lo que me aconseja mi padre, pero realmente sigo lo que me dice Godric que me beneficiará para mi puesto en el futuro.
Harry sonríe tristemente y me cuenta lo que piensa que habrían dicho su tío Vernon y su tía Petunia si les consultara sobre su futuro de mago. Pero alguien lo ayuda: Percy se desvivía por hacerle partícipe de su experiencia.
—Depende de adónde quieras llegar, Harry — le dice —. Nunca es demasiado pronto para pensar en el futuro, así que yo te recomendaría Adivinación. La gente dice que los estudios muggles son la salida más fácil, pero personalmente creo que los magos deberíamos tener completos conocimientos de la comunidad no mágica, especialmente si queremos trabajar en estrecho contacto con ellos. Mira a mi padre, tiene que tratar todo el tiempo con muggles. A mi hermano Charlie siempre le gusta el trabajo al aire libre, así que escogió Cuidado de Criaturas Mágicas. Escoge aquello para lo que valgas, Harry.
Pero lo único que a Harry le parece que se le da realmente bien es el quidditch. Termina eligiendo las mismas optativas que Ron, pensando que si es muy malo en ellas, al menos contaría con alguien que podría ayudarle.
A Gryffindor nos toca jugar el siguiente partido de quidditch contra Hufflepuff.
Wood nos machaca con entrenamientos en equipo cada noche después de cenar, de forma que con Harry no tenemos tiempo para nada más que para el quidditch y para hacer los deberes. Sin embargo, los entrenamientos van mejor, y la noche anterior al partido del sábado me voy a la cama pensando que Gryffindor nunca ha tenido más posibilidades de ganar la copa.
Pero mi alegría no dura mucho. Al final de las escaleras que conducen a los dormitorios me encuentro con Neville, que mira desesperado a Harry.
—Harry, no sé quién lo hizo. Yo me lo encontré...
Mirando a Harry aterrorizado, Neville abre la puerta y por curiosidad los sigo. El contenido del baúl de Harry esta esparcido por todas partes. Su capa esta en el suelo, rasgada. Le han levantado las sábanas y las mantas de la cama, y han sacado el cajón de la mesita y el contenido esta desparramado sobre el colchón.
Harry va hacia la cama, pisando algunas páginas sueltas de Recorridos con los trols. No puedo creer lo que ha sucedido.
En el momento en que con Neville y él hacen la cama, entran Ron, Dean y Seamus. Dean grita:
—¿Qué ha sucedido, Harry?
—No tengo ni idea — contesta.
Ron examina la túnica de Harry. Han dado la vuelta a todos los bolsillos.
—Alguien ha estado buscando algo —dice Ron — ¿Qué te falta?
Harry empieza a juntar sus cosas y a dejarlas en el baúl. Hasta que separa el último libro de Lockhart, no se da cuenta de qué es lo que falta.
—Se han llevado el diario de Ryddle — nos dice en voz baja.
—¿Qué?
Harry señala con la cabeza hacia la puerta del dormitorio, y con Ron lo seguimos.
Bajamos corriendo hasta la sala común, que esta medio vacía, y encontramos a Hermione, sentada, sola, leyendo un libro titulado La adivinación antigua al alcance de todos.
A Hermione la noticia la deja aterrorizada.
—Pero... sólo puede haber sido alguien de Gryffindor. Nadie más conoce la contraseña.
—En efecto — confirma Harry.
Despierto al día siguiente con un sol intenso y una brisa ligera y refrescante.
—¡Perfectas condiciones para jugar al quidditch! — dice Wood emocionado a los de la mesa de Gryffindor, llevando los platos con los huevos revueltos — ¡Harry, Hannah, levanten el ánimo, necesitan un buen desayuno!
Harry ha estado observando la mesa abarrotada de Gryffindor, preguntándose si tendríamos delante de las narices al nuevo poseedor del diario de Ryddle. Hermione lo intenta convencer de que notifique el robo, pero a Harry no le gusta la idea. Tendría que contar todo lo referente al diario a algún profesor, ¿y cuánta gente sabía por qué han expulsado a Hagrid hace cincuenta años? No quería ser él quien lo sacara de nuevo a la luz.
Al abandonar el Gran Comedor con Ron y Hermione para ir a recoger su equipo de quidditch, otro motivo de preocupación se añadió a la creciente lista.
Acabamos de poner los pies en la escalera de mármol cuando Harry da un grito, y con Ron y Hermione nos separamos de él asustados.
—¡La voz! — dice Harry, mirando a un lado — Acabo de oírla de nuevo, ¿ustedes no?
Ron, con los ojos muy abiertos, niega con la cabeza. Hermione, sin embargo, se lleva una mano a la frente.
—¡Harry, creo que acabo de comprender algo! ¡Tengo que ir a la biblioteca!
Y se va corriendo por las escaleras.
—¿Qué habrá comprendido? — dice Harry distraídamente, mirando alrededor, intentando averiguar de dónde podía provenir la voz.
—Muchas más cosas que yo — responde Ron, negando con la cabeza.
—Pero ¿por qué habrá tenido que irse a la biblioteca?
—Porque eso es lo que Hermione hace siempre — contesta Ron, encogiéndose de hombros — Cuando le entra alguna duda, ¡a la biblioteca!
Harry se queda indeciso, intentando volver a captar la voz, pero los alumnos empiezan a salir del Gran Comedor hablando alto, hacia la puerta principal. Van al campo de quidditch.
—Será mejor que se muevan — dice Ron — Son casi las once..., el partido.
Con Harry subimos a la corriendo a la torre de Gryffindor, buscamos nuestras escobas y mi bolso. En la entrada del castillo, nos encontramos con mis padres hablando con Ron, luego de saludarlos, les entrego mi bolso con el cuadro de Godric y junto a Harry corremos hacia los vestidores.
Los equipos saltamos al campo de juego en medio del clamor del público.
Oliver Wood despega para hacer un vuelo de calentamiento alrededor de los postes, y la señora Hooch saca las bolas. Los de Hufflepuff, que juegan de color amarillo canario, se han reunido para repasar la táctica en el último minuto.
Con Harry acabamos de montar nuestras escobas cuando la profesora McGonagall llega corriendo al campo, llevando consigo un megáfono de color púrpura.
— El partido acaba de ser suspendido — grita por el megáfono la profesora, dirigiéndose al estadio abarrotado. Hay gritos y silbidos. Oliver Wood, con aspecto desolado, aterriza y va corriendo a donde estaba la profesora McGonagall sin desmontar de la escoba.
—¡Pero profesora! — grita — Tenemos que jugar... la Copa... Gryffindor...
La profesora McGonagall no le hace caso y continua gritando por el megáfono:
—Todos los estudiantes tienen que volver a sus respectivas salas comunes, donde les informarán los jefes de sus casas. ¡Vayan lo más deprisa que puedan, por favor!
Luego baja el megáfono e hace una seña para que nos acercáramos con Harry.
— Gryffindor, Potter, creo que será mejor que vengan conmigo.
No comprendo del todo porque nos ha llamado, con Harry vemos que Ron y mis padres se separan de la multitud descontenta y se unen a nosotros corriendo para volver al castillo. Para sorpresa de ambos, la profesora McGonagall no se opone.
—Sí, quizá sea mejor que tú también vengas, Weasley.
Algunos de los estudiantes que hay a nuestro alrededor rezongan por la suspensión del partido y otros parecen preocupados. Con Harry y Ron seguimos a la profesora McGonagall, con mis padres pisando nuestros talones y, al llegar al castillo, subimos con ella la escalera de mármol. Pero esta vez no nos dirige a ningún despacho.
— Esto les resultará un poco sorprendente — dice la profesora McGonagall con voz amable cuando nos acercamos a la enfermería — Ha habido otro ataque... Un ataque doble.
Me da un brinco el corazón. La profesora McGonagall abre la puerta y entramos en la enfermería.
La señora Pomfrey atiende a una muchacha de quinto curso con el pelo largo y rizado. Y en la cama de al lado esta...
—¡Hermione! — gime Ron.
Hermione yace completamente inmóvil, con los ojos abiertos y vidriosos.
—Las encontraron junto a la biblioteca — dice la profesora McGonagall — Supongo que no pueden explicarlo. Esto estaba en el suelo, junto a ellas...
Levanta un pequeño espejo redondo. Que apenas puedo ver, mi vista comienza a nublarse y apenas escucho las voces a mi alrededor. Me siento furiosa de no haberla podido proteger. Siento que todo mi cuerpo tiembla y que mi respiración se acelera, al igual que mi corazón.
- ¡Hannah!- reacciono a causa del grito de Harry.
Me doy cuenta de que un pequeño escudo me protege y que va desvaneciéndose a medida que me voy calmando. Mis padres, la profesora McGonagall y mis amigos, me miran asombrados. Papá es quien se acerca primero y me abraza. Deseo bajar mis barreras y llorar... pero a una leona no se la puede ver abatida.
- ¿Estás bien cariño? - dice mamá cuando ya estoy mejor.
- Sí, ¿Qué pasó?
- Esta situación te afecto y tu magia se descontrolo... Tal vez no estabas tan inconsciente porque ese escudo evito que dañaras a alguien - dice papá.
- Yo... lo lamento, es que... Hermione.
- Es comprensible cariño, ella es tu mejor amiga y muy importante para ustedes - me dice mamá.
- ¿Estás mejor? - dice Harry.
- Sí...
— Los acompañaré a la torre de Gryffindor — dice con seriedad la profesora McGonagall — De cualquier manera, tengo que hablar a los estudiantes.
- Nosotros iremos hablar con Dumbledore y luego nos iremos, no se involucren en esto - nos pide mi padre y ninguno se atreve a prometer algo.
Los tres seguimos a la profesora McGonagall en silencio.
—Todos los alumnos estarán de vuelta en sus respectivas salas comunes a las seis en punto de la tarde. Ningún alumno podrá dejar los dormitorios después de esa hora. Un profesor los acompañará siempre al aula. Ningún alumno podrá entrar en los servicios sin ir acompañado por un profesor. Se posponen todos los partidos y entrenamientos de quidditch. No habrá más actividades extraescolares.
Los alumnos de Gryffindor, que abarrotamos la sala común, escuchamos en silencio a la profesora McGonagall, quien al final enrolla el pergamino que ha estado leyendo y dice con la voz entrecortada por la impresión:
—No necesito añadir que rara vez me he sentido tan consternada. Es probable que se cierre el colegio si no se captura al agresor. Si alguno de ustedes sabe de alguien que pueda tener una pista, le ruego que lo diga.
La profesora sale por el agujero del retrato con cierta torpeza, e inmediatamente los alumnos de Gryffindor rompen el silencio.
—Han caído dos de Gryffindor, sin contar al fantasma, que también es de Gryffindor, uno de Ravenclaw y otro de Hufflepuff — dice Lee Jordan, el amigo de los gemelos , contando con los dedos — ¿No se ha dado cuenta ningún profesor de que los de Slytherin parecen estar a salvo? ¿No es evidente que todo esto proviene de Slytherin? El heredero de Slytherin, el monstruo de Slytherin... ¿Por qué no expulsan a todos los de Slytherin? —pregunta con fiereza.
Hubo alumnos que asienten y se oyen algunos aplausos aislados.
- Porque aunque no nos guste, no hay pruebas sólidas y no todos los Slytherin son culpables - le respondo y todos vuelven a quedar en silencio.
- Se supone que eres la heredera de nuestra casa - dice un chico de quinto - ¿Y no has hecho nada al respecto?
- ¿Crees que no estoy dispuesta a pelear? - le digo enojada - Se han metido con buenas personas y me lo acaban de hacer personal... Cuando encuentre al heredero de Slytherin se arrepentirá - agrego - Pero no por eso voy a ir atacando al primero que se me cruce, eso no me haría mejor persona que él.
El chico, al igual que varios quedan sorprendidos y otros parecen estar de acuerdo con lo que he dicho y nadie parece querer agregar algo más.
Percy que está sentado en una silla, detrás de Lee, por una vez no parece interesado en exponer sus puntos de vista. Esta pálido y parece ausente.
—Percy está asustado — dice George en voz baja — Esa chica de Ravenclaw.., Penélope Clearwater..., es prefecta. Supongo que Percy creía que el monstruo no se atrevería a atacar a un prefecto.
Pero sólo lo escucho a medias. No parece que pueda olvidar la imagen de Hermione, inmóvil sobre la cama de la enfermería, como esculpida en piedra. Y si no pillaban pronto al culpable, Hogwarts iba a ser cerrada.