Mentiras Peligrosas ✔

By imsaramoon

259K 26K 13.8K

[BORRADOR] Tras la muerte de su padre y un cambio inesperado de ciudad, Galilea se ve envuelta en una serie d... More

Introducción
PERSONAJES
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 5 parte II
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 parte II
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 13 parte II
Capítulo 14
Capítulo 14 parte II
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
•Capítulo Extra•
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Agradecimientos
Capítulo especial 100k |+18|

Capítulo 12

4.5K 586 390
By imsaramoon

| Vaya, por muy poco |

Nuestros ojos divisaron con asombro todo lo que había en aquella habitación, ante nuestros ojos se alzaban ficheros bien organizados por fecha y orden alfabético de una forma tan minuciosa que me sobrecogí, todos los archivos se encontraban etiquetados con apellidos de gran repercusión social.

Antes de que si quiera pudiera asimilar lo que ahí había plasmado, Ian avanzó ágilmente hacía aquellos archivos, dispuesto a averiguar lo que estos escondían. Yo me quedé parada sin saber muy bien dónde mirar o que estábamos buscando en concreto.

Todo aquello a decir verdad me tenía sumamente sorprendida.

El que tenía enfrente intentó abrir el fichero que contenía su apellido, pero como era de esperar no cedió, estaba cerrado de forma hermética.

Desperté de mi repentino shock segundos después de escuchar al de los ojos grises maldecir por lo bajo, me apresuré en avanzar allí donde Ian se encontraba parado, justo en medio de la sala. Desde aquella posición pude observar que uno de los cajones ubicados a la derecha se encontraba entreabierto, como si alguien lo hubiese dejado así accidentalmente.

Según lo que habíamos podido comprobar todos los demás estaban cerrados, y no con llave como sería habitual, si no con una especie de código numérico cifrado, a mi parecer imposible de desencriptar. Todo esto daba perfectamente a entender la poca intención por ser descubierto de Sebastián Koch y nos daba los motivos suficientes para seguir pensando en que era sospechoso.

¿Pero que escondía tras aquellos cajones de metal? ¿Qué era tan importante como para tomar ese tipo de precauciones?


— Ian —traté de llamar su atención a lo que este me miró con expectación a la espera de que prosiguiese Ese está abierto —murmuré bajando el tono mientras dirigía mi dedo hacía la derecha.

Su mirada se clavó en mí unos segundos para de manera casi automática enfocarse en aquel fichero abierto, el cual parecía no haber notado.

—¿Por qué estaría solo ese abierto? —inquirió mientras su expresión se tornaba en un gesto de confusión.

—No lo sé.

Ni si quiera era capaz de teorizar más allá de un despiste, pero teniendo en cuenta el grado de precaución que el señor Koch tenía no parecía algo factible.

Había algo más, debía de haberlo.

Ian no lo pensó dos veces ya que antes de que me diese cuenta este ya se disponía a averiguar qué es lo que se encontraba en el interior de aquel recipiente de metal. El de los ojos grises se paró en seco frente a aquel archivo y pude ver como su expresión se descomponía a medida que sus ojos viajaban por la escena, este se mantuvo unos segundos parado incapaz de decir nada.

Tras aquellos segundos interminables tomó algo entre sus manos e inmediatamente su semblante se tornó frío, la rabia en su rostro se hizo notoria y no logré entender el porqué de aquella expresión desdibujada en sus facciones. Ian había apretado con fuerza los puños que yacían estáticos a ambos lados de su torso, según parecía tratando de calmar la sensación que ver aquello le provocaba. Pero al parecer eso no funcionó ya que la furia le invadió llevándole a perder los estribos.

El del cabello azabache golpeó aquel estante moviéndose por la ira que le recorría, un fuerte estruendo resonó por aquella extraña habitación cuando este le propinó la patada. No pude evitar sobresaltarme debido al repentino impacto pero, el susto no me impidió armarme de valor para acercarme a visualizar lo que aquel archivo escondía.

Ian trató de impedirme el paso, y eso solo hizo que mi curiosidad aumentase ante lo repentino de su actitud.

—No deberías —su voz sonó sombría y con su característica inexpresión.

Me agarró por los hombros sujetando mi mentón con suavidad obligándome a mirarle tratando de desviar mi atención de aquello que quería vislumbrar, sus ojos grises reflejaban ira incluso puede que rencor, esto solo hizo que me encontrase aún más confundida.

¿Qué narices había ahí? ¿Qué despertaba en él esas emociones?

— ¿Qué está pasando? —titubeé sin entender su brusco cambio de actitud.

Su mano helada aún sujetaba mi mentón obligándome a no desviar la vista hacía aquel, ahora misterioso cajón. Traté de zafarme del agarre que me retenía, pero este me sujetó aún más fuerte, un gemido de dolor se filtró por mis labios debido a lo firme de su agarre, al escucharlo este lo aflojó ligeramente de forma inmediata.

—¿Se puede saber que te pasa? —me removí—. Ian me haces daño.

Este soltó el agarre que había ejercido sobre mi barbilla sin soltar mis hombros por completo.

¿Qué era aquello tan horrible que no podía ver?

¿Por qué no me dejaba verlo?

Le empujé instintivamente sintiendo como el sudor frío recorría la longitud de mi espalda, debido a la gran expectación y nerviosismo que se habían comenzado a hacer presentes en mi cuerpo. La preocupación se había instaurado en mi pecho haciéndome sentir abrumada, el corazón me había comenzado a latir de manera desesperada ante aquella situación desconocida.

La actitud de Ian me había descolocado por completo haciendo que mi parte curiosa saliese a relucir. Sin pensarlo dos veces avancé hacía aquel estante, en el que se podía leer perfectamente un apellido en letra cursiva.

Miller.

En aquel instante sentí como el corazón se me detenía durante unas milésimas de segundo, el nudo en mi estomago se acentuó al leer aquello y mi ya acelerada respiración comenzó a entrecortarse producto del terror profundo que me producía descubrir lo que allí dentro se encontraba.

¿Cuáles serían los horribles secretos que escondía mi familia?

Sin pensarlo mucho desvié mi mirada hacia abajo para observar lo que se encontraba en aquel espacio metálico. Mis ojos viajaron a toda velocidad de forma ansiosa consiguiendo divisar varias cosas en su interior pero una de ellas consiguió llamar poderosamente mi atención.

Ahí dentro había un sobre rojo escrito con tinta negra, en este ponía con perfecta caligrafía "Para Galilea."

El sobre ya estaba previamente abierto pero supuse que se debía a que Ian ya lo había mirado, lo observé durante unos segundas para luego averiguar que en este se encontraba una fotografía.

Tomé aquel retrato entre mis manos con algo de desconfianza, en el mismo pude vislumbrar como se encontraban dos hombres de mediana edad dándose la mano, ambos tenían una amplia sonrisa. El más elegante de los dos sujetaba un puro en su mano derecha, tenía el pelo oscuro y los ojos grises, algo sin duda característico de la familia Koch.

En cuanto al otro lo reconocí de inmediato, el hombre que se encontraba sujetando la mano de aquel para mi extraño hombre, era mi padre.

Aún abrumada por aquella imagen que confirmaba la posible conexión entre nuestras familias, volteé la foto para encontrarme con que algo estaba escrito en el reverso de la fotografía.

No todo es lo que parece, tendréis que indagar más afondo para descubrir que ni todos los villanos son malos ni todos los ángeles van al cielo. -I.K.

Al lado de aquella fotografía se encontraba una réplica impresa del título de cirujano de mi padre, y ya el característico sello de identidad de I.K, una rosa blanca. Ian se acercó a mi rápidamente, su rostro había tornado de la ira a la preocupación absoluta.

—Tenemos que salir de aquí, mi padre acaba de llegar —exigió con urgencia cogiendo mi mano.

Guardé aquella foto en el bolsillo trasero de mi pantalón vaquero y cerré aquel archivo lo más rápido que pude.

Ian tiró de mi fuera de aquella habitación secreta, una vez fuera colocó la estantería como la habíamos encontrado, tratando que todo estuviera más o menos en su lugar. Parecía que habíamos salido victoriosos de aquello ya que estábamos a punto de cruzar el acceso de la sala cuando el pomo de la puerta bajó indicando que alguien estaba a punto de entrar.

El pánico invadió cada poro de mi ser, estaban a punto de descubrirnos.

Nuevamente me quedé bloqueada sin saber que hacer, simplemente resignada a ser descubierta. Para mi suerte antes de que aquella persona entrase Ian volvió a tirar de mi abriendo lo que parecía un pequeño guardarropas, en un gesto desesperado nos escondimos allí.

El espacio allí era tan reducido que mi nariz casi podía rozar la de Ian debido a que por la altura del ropero este debía yacer agachado, su aliento ansioso y el mío se entremezclaban en aquel diminuto lugar, provocando que el corazón se me acelerase, su pecho y el mío estaban totalmente pegados apenas había unos milímetros de separación entre nuestros rostros. El más mínimo movimiento provocaría un roce indeseado entre ambos.

La sensación era de total incomodidad, sentía como algo comenzaba a removerse en el interior de mi estomago cuando una voz se escuchó frenando aquello por completo.

—Sí, la puerta estaba cerrada, te lo aseguro —la voz grave y masculina de seguramente el señor Koch resonó imponentemente a unos metros de distancia haciéndome temblar.

—Lo-lo siento señor, no he visto a nadie entrar —titubeó una voz con fragilidad.

Un golpe seco resonó haciendo que me estremeciese contra el pecho de Ian, este puso su mano en mi espalda tratando de calmarme y de que no hiciese ningún ruido a causa del sobresalto.

—Eres una completa incompetente —bramó furioso —. ¡Fuera de mi vista! No te molestes en volver mañana, estas despedida.

—Pero s-señor —sollozó la voz femenina.

—¡Fuera! —gritó con tal furia que hasta temblé.

Las piernas me volvieron a temblar al oír la reprimenda que alguien había recibido por culpa de nuestra maldita curiosidad.

Alguien había perdido el trabajo por nuestra culpa.

Los pasos firmes del padre de Ian resonaron por las escalera, y luego se hicieron inaudibles, seguramente porque este ya se encontraba en aquella extraña habitación. Estaba dispuesta a salir cuando la mano de Ian me frenó, este me hizo una seña para que no saliese, su expresión era de alerta, por lo que no entendí nada.

No lo entendí hasta que unos segundos más tarde aquellos pasos comenzaron a hacerse audibles hacía nuestra dirección, estos fueron, firmes, sonoros y decididos.

La tensión volvió adueñarse por completo de mi cuerpo, sentí como aquella persona se acercaba cada vez más a nosotros. Hasta que los pasos pararon en seco, Ian me sujetó con fuerza intentando posicionarme detrás suya, en lo que parecía un gesto protector, no entendí bien a que se debía este repentino ademán, pero la inquietud que me invadía lo agradeció ya que por alguna extraña razón me sentía en peligro, y eso me hizo sentir ligeramente más tranquila.

El corazón no había dejado de bombear sangre rápido, podía sentir como el latido golpeaba mis costillas con deliberada insistencia. Desde mi posición podía sentir como los latidos de Ian eran acelerados y su respiración igual o más agitada que la mía. Era increíble como en menos de una semana había vuelto a estar en la misma situación.

Atemorizada, dentro de un armario, con Ian Koch, en su casa.

Vaya que esta sí que era una situación surrealista.

Para sorpresa de ambos en vez de que el pomo cediese descubriendo que nos encontrábamos ahí ocultos, solo se escuchó como acomodaban algo en la estantería contigua a nosotros.

Una vez hecho esto los pasos regresaron por dónde habían venido, entonces si pudimos escuchar ambos con completa claridad como el señor Koch accedía a donde habíamos estado hace unos minutos. El chirrido de la puerta cerrándose fue inconfundible.

Solté un suspiro, sintiendo como la tensión por fin se disipaba poco a poco de mi organismo.

Vaya, por muy poco.

Ian estiró la manga de su jersey recubriendo su mano como había hecho minutos atrás todo esto para no tocar el pomo y dejar huellas. No pude evitar sorprenderme por el nivel de precaución en sus actos, pero en esta situación desconfiar no estaba de más.

En menos de lo que pude procesar estábamos fuera, ya bajando las escaleras rumbo a la habitación de Ian. No sin antes dejar la llave a lado de aquella puerta, como si nada de esto hubiese pasado.

Cuando llegamos a su cuarto Ian cerró la puerta con pestillo.

—Por si acaso —aclaró antes de que si quiera reclamase algo.

Saqué aquella pequeña fotografía de mi bolsillo trasero, para observarla detenidamente sintiéndome aún más confundida.

—¿Es tu padre? —pregunté a sabiendas de cuál sería su respuesta.

El parecido era inconfundible.

—Sí —afirmó.

—Está con mi padre —procesé frunciendo el ceño.

—Lo sé.

—No lo entiendo —me sentí completamente confundida.

—Yo tampoco —se sinceró exhalando de forma pesada —. Es decir no entiendo qué relación tiene todo esto, y mucho menos que quiere decir el reverso.

—Está jugando con nosotros —me aventuré a decir moviendo la pierna izquierda de forma nerviosa.

—Quiere que descubramos algo, por eso hace todo esto —aseguró.

—¿Cómo puedes saberlo? —murmuré sin querer creerlo.

—Porque lo que hemos visto hoy no es nada bueno, Galilea –pronunció mirándome de lleno—. Mi padre conoce a cada una de las personas que hay en ese archivo de... ¿Datos, información controversial? Quien sabe que será, solo sé que todos han asistido a las múltiples galas benéficas que lleva acabo mi familia. —Se llevó las manos a la cabeza mordiéndose ligeramente el labio inferior.

—¿Tú padres son personas solidarias? —inquirí sin poder evitar la sorpresa.

La actitud del señor Koch minutos atrás no había parecido muy solidaria que digamos.

—No, al menos no dan esa impresión. En múltiples ocasiones han hablado sobre las personas que asisten a aquellas reuniones, pero sobre la causa rara vez hablan, solo sé que todas las donaciones van para una ONG —chasqueó su lengua pensativo.

—¿Solo una única ONG? —inquirí con extrañeza ante su afirmación.

—Creo que sí —le hice dudar—.No tengo mucha relación con mis padres a decir verdad –Se encogió de hombros.

Iba a responderle con otra pregunta cuando unos golpes firmes sacudieron levemente la puerta haciendo que diese un brinco.

—Ian —la ya conocida voz de su progenitor resonó con autoría —. ¿Puedes abrir? —demandó con un tono casi mecánico.

—No puedo, estoy con alguien —contestó rápido e indiferente, de una forma completamente despreocupada.

El cambio en su actitud fue notorio al dirigirle la palabra a su padre todas las expresiones en su voz habían desaparecido, solo quedó frialdad e indiferencia.

—¿Con quién? –interrogó exasperado moviendo la manivela.

—Con una chica —expresó sin decir más.

Pareció que aquella excusa fue suficiente para que este dejase de golpear la puerta tratando de entrar.

—¿Qué quieres? —Ian fingió nuevamente indiferencia, incluso una pizca de fastidio como si realmente hubiera interrumpido algo.

—¿Has estado todo el tiempo ahí? —preguntó bajando el tono pero aun así pude percibir la acusación que imponía.

Mierda.

—Claro, ¿Dónde si no? — la voz de Ian sonó obvia y fría, salvando la escena.

Si hubiera tenido un Oscar en esos momentos, se lo hubiera dado, porque menuda actuación.

No mediaron más palabra ya que los caros zapatos del señor Koch sonaron lejos de la habitación de Ian. Casi automáticamente después de que su padre se marchara mi teléfono vibró; era mi madre que quería saber dónde me encontraba.

Respondí rápido con una mentira que esperaba que esta jamás descubriese, volviendo a poner en silencio mi teléfono.

Ian me miró y yo le devolví la mirada sin poder retener una risa sonora. La adrenalina que corría por mis venas explotó en una estrepitosa carcajada que hizo que este plasmase media sonrisa.

—¿Por qué te ríes? —habló con picardía.

—¿Con qué estás con una chica "ocupado"? —Le seguí el juego aun riéndome, por algún motivo todo me resultaba demasiado cómico.

—Es la verdad, estoy con una chica...—pronunció cada palabra mientras su lengua sé deslizaba por su labio inferior—. Ocupado ¿No? —Avanzó lentamente hacía mí.

Algo se removió en mi interior cuando aquellas palabras salieron de su garganta, aquella carcajada que salía de mí paró en seco. Las manos me comenzaron a sudar sintiendo que no sabía por dónde iba a salir Ian con esta situación.

El corazón me comenzó a bombear con fuerza ante la extraña sensación que recorría mi anatomía.

—Estábamos hablando —me apresuré a decir, la voz me salió nerviosa.

—Hablando —jugó con las palabras mientras media sonrisa se hacía presente elevando la comisura de sus labios.

Comencé a sentirme alterada debido a que cada vez estaba más cerca de mí, este había abarcado mi especio personal hasta quedar casi en frente mía y para que mentir su imponente altura me hacía sentir incomoda de una manera que no entendía.

Ian soltó una carcajada ronca, que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera al instante, no lograba entender que me estaba sucediendo.

¿Me asustaba Ian Koch?

Este siguió acercándose hasta quedar frente a frente conmigo, sus ojos grises examinaron cada parte de mi rostro haciéndome sentir inquieta, no me atreví a devolverle la mirada así que solo cerré los ojos esperando que parase, este permaneció unos segundos ahí, su aliento golpeaba mis fosas nasales inundándolas de un olor a menta y tabaco, sorprendentemente agradable.

Pude sentir como sé acercaba aún más vacilando, rozando lentamente su nariz con la mía, estaba completamente abrumada por esa sensación cuando lo sentí.

Sentí como este se separaba un poco y se comenzaba a reír fuertemente.

—Deberías haber visto tu cara —Carcajeó, dándome a entender que había sido una broma.

—Me has asustado –admití sintiendo como las mejillas se me teñían de color carmesí.

—Tranquila, que no muerdo —vaciló guiñando su ojo derecho.

Puse los ojos en blanco con exasperación pero no pude evitar sentir el calor subir con celeridad por mis mejillas debido a su repentino cambio de actitud con lo que a mí respecta.

Ian Koch tenía que ser bipolar o algo parecido, por que si no, nada explicaba su extraña manera de ser.

Unas horas más tarde ya estaba en mi casa, hacía rato que Ian me había traído, ya que después de aquel incomodo momento —Al menos para mí—. Mi madre había comenzado a dejar llamadas perdidas como una loca, algo perfectamente entendible debido a la situación que estábamos viviendo en Derkrins.

Me encontraba tranquilamente tumbada en la cama leyendo en Wikipedia sobre posibles ONG'S tratando de olvidar lo que había sucedido hace escasas horas cuando un mensaje del grupo que teníamos, Gray, Dakota y yo, llamó mi atención.

Grayson: ¡NOTICIAS IMPACTANTES! Han encontrado a uno de los oficiales de policía muerto en su oficina.

Entonces todo cobro sentido.

Haz tu trabajo, la muerte acecha, quizás ese no era un mensaje solo para nosotros.

-----------------------------------------------------------

HOLAAA DEJADME MUCHO AMOR Y
OPINIONES VARIAS YA QUÉ ESTE FINDE SEMANA HAY MARATOOOOON, NECESITO QUÉ ME HAGÁIS SABER SI OS GUSTA CON VUESTROS HERMOSOS COMENTARIOS Y VOTOS.

Nos leemos pronto.

- Besitos húmedos de Ian Koch ❤🌹

Continue Reading

You'll Also Like

66.1K 5.7K 46
Haruki tiene una increíble paciencia para todo incluso para los errores de Akihiko, pero... ¿que sucederá luego de que se enteren de la llegada de un...
318K 14.2K 40
Alexandra ya tiene 18 años; ha pasado un año y medio desde su desastrosa experiencia en Inglaterra. Tras abandonar todo su pasado y empezar de cero...
288K 28.8K 62
Elizabeth es una estudiante universitaria de veinte años. Tras tener dos tumores en la cabeza, y que su vida pendía de un hilo, queda ciega. Abandon...
20.9K 1.7K 31
(BILOGÍA JUEGO #2) El juego ha terminado. Ya tenemos un rey y una reina. Ya tenemos a nuestros vencedores. Después del juego y las revelaciones que...