Capítulo 12

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| Vaya, por muy poco |

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| Vaya, por muy poco |

Nuestros ojos divisaron con asombro todo lo que había en aquella habitación, ante nuestros ojos se alzaban ficheros bien organizados por fecha y orden alfabético de una forma tan minuciosa que me sobrecogí, todos los archivos se encontraban etiquetados con apellidos de gran repercusión social.

Antes de que si quiera pudiera asimilar lo que ahí había plasmado, Ian avanzó ágilmente hacía aquellos archivos, dispuesto a averiguar lo que estos escondían. Yo me quedé parada sin saber muy bien dónde mirar o que estábamos buscando en concreto.

Todo aquello a decir verdad me tenía sumamente sorprendida.

El que tenía enfrente intentó abrir el fichero que contenía su apellido, pero como era de esperar no cedió, estaba cerrado de forma hermética.

Desperté de mi repentino shock segundos después de escuchar al de los ojos grises maldecir por lo bajo, me apresuré en avanzar allí donde Ian se encontraba parado, justo en medio de la sala. Desde aquella posición pude observar que uno de los cajones ubicados a la derecha se encontraba entreabierto, como si alguien lo hubiese dejado así accidentalmente.

Según lo que habíamos podido comprobar todos los demás estaban cerrados, y no con llave como sería habitual, si no con una especie de código numérico cifrado, a mi parecer imposible de desencriptar. Todo esto daba perfectamente a entender la poca intención por ser descubierto de Sebastián Koch y nos daba los motivos suficientes para seguir pensando en que era sospechoso.

¿Pero que escondía tras aquellos cajones de metal? ¿Qué era tan importante como para tomar ese tipo de precauciones?


— Ian —traté de llamar su atención a lo que este me miró con expectación a la espera de que prosiguiese Ese está abierto —murmuré bajando el tono mientras dirigía mi dedo hacía la derecha.

Su mirada se clavó en mí unos segundos para de manera casi automática enfocarse en aquel fichero abierto, el cual parecía no haber notado.

—¿Por qué estaría solo ese abierto? —inquirió mientras su expresión se tornaba en un gesto de confusión.

—No lo sé.

Ni si quiera era capaz de teorizar más allá de un despiste, pero teniendo en cuenta el grado de precaución que el señor Koch tenía no parecía algo factible.

Había algo más, debía de haberlo.

Ian no lo pensó dos veces ya que antes de que me diese cuenta este ya se disponía a averiguar qué es lo que se encontraba en el interior de aquel recipiente de metal. El de los ojos grises se paró en seco frente a aquel archivo y pude ver como su expresión se descomponía a medida que sus ojos viajaban por la escena, este se mantuvo unos segundos parado incapaz de decir nada.

Tras aquellos segundos interminables tomó algo entre sus manos e inmediatamente su semblante se tornó frío, la rabia en su rostro se hizo notoria y no logré entender el porqué de aquella expresión desdibujada en sus facciones. Ian había apretado con fuerza los puños que yacían estáticos a ambos lados de su torso, según parecía tratando de calmar la sensación que ver aquello le provocaba. Pero al parecer eso no funcionó ya que la furia le invadió llevándole a perder los estribos.

Mentiras Peligrosas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora