El Conserje -Terminado-

By PatitoFanfics

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EL CONSERJE (Mayores de 18 años, contenido sexual explícito) Todos los personajes le perteneces a S. Meyer, s... More

CAPITULO 1: UFF QUÉ CALOR
CAPITULO 2: ¡DIOS MÍO, LÍBRAME DE ESTA TENTACIÓN!
CAPITULO 3: VIEJA Y PEDÓFILA
CAPITULO 4: DISCUSIONES Y MALOS ENTENDIDOS
CAPITULO 5: NOCHE DE CHICAS
CAPITULO 6 : LAS TEORÍAS DE EMMETT
CAPITULO 7: LA PRIMERA VEZ
CAPITULO 8: ALGUNAS COMPLICACIONES
CAPITULO 9: QUÉ TAL BIENVENIDA
CAPITULO 10: PECADO ANDANTE
CAPITULO 11: ¡MIKE NO TE MUERAS!
CAPÍTULO 12: EL QUE NO TIENE ESPADA NO DEBERÍA IR A LA GUERRA
CAPÍTULO 13: ENFERMO TRAMPOSO
CAPÍTULO 14: ¿OTRO AMANTE?
CAPÍTULO 15: INFIEL, CELOSA Y BORRACHA
CAPÍTULO 16: NO ME ESPERABA ESTO...
CAPÍTULO 17: RESCÁTENME
CAPÍTULO 18: ES MI KARMA
CAPÍTULO 19: LA VIDA TIENE SUS PROPIOS PLANES
CAPÍTULO 20: EMPEZANDO NUEVAMENTE
CAPÍTULO 21: FRUSTRACIÓN INDEMNIZADA
CAPÍTULO 22: TE ENCONTRÉ
CAPÍTULO 23: SUFICIENTE... ¿PARA SIEMPRE?
CAPÍTULO 24: ¡LA PASIÓN HA VUELTO!
CAPÍTULO 25: ¿ES O NO UNA VILLANA?
CAPÍTULO 26: ¿ENFERMA DE MIEDO?
CAPÍTULO 27: ¿DIOS MÍO QUE TENGO?
CAPÍTULO 29: AL LÍMITE DE LA REALIDAD
CAPÍTULO 30: ¿MAGIA NEGRA?
CAPÍTULO 31: ¿PODRÉ VOLVER?
CAPÍTULO 32: EXHIBICIONISTAS
CAPÍTULO 33: JUSTO CASTIGO
EPÍLOGO

CAPÍTULO 28: TODO SE PUEDE DESTRUIR

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By PatitoFanfics

Alice llamó para que la acompañe al centro comercial. Acepté porque hacía un poco mas de calor y no tenía ropa de estación, pero compraría prendas holgadas no quería que no se note mi extrema delgadez.


— ¿Bella? Santa madre. ¿Qué tienes?— mi amiga se sorprendió de verme tan espantosamente cambiada. No le respondí y me eché a llorar. –Lo siento, calma, calma. Soy tan burra para hablar—se excusó pero ya era tarde.

—Alice, te dije que tuvieras cuidado— Edward llegó a reprenderla.

—Lo siento hermanito, no sabía— ella también soltó unas lágrimas. Ya era suficiente con que el espejo me lo dijera. Parecía un espantapájaros.

—Mi amor, vas a mejorar, papá está haciendo lo posible…— Edward trató de consolarme. Hice tripas corazón para no hacerlos sentir peor.

—Lo sé, lo sé. Creo que después de todo no es un buen día para ir de compras— les sonreí.

— ¡No! Vamos Bella, hoy hay ofertas. Ya se— rebuscó su bolso y sacó un pañuelo grande de color azul, lo dobló en dos. Se acercó a mí y me lo puso en la cabeza, lo amarró bajo mi barbilla, se quitó las gafas que traía colgadas y también me los puso. –Te ves como una espía— sonrió. Le devolví la sonrisa, sólo trataba de hacerme feliz.

—No creo que sea buena idea, Bella debe descansar— se quejó sutilmente Edward.

Me miré en un espejo que Alice me alcanzó. No se notaba que era yo, sólo parecía una chica con algún problema de piel o tal vez sin cabello.

—Pareces toda una artista de incógnito— me alentó mi pequeña amiga.

— ¿Nos vamos?— le dije antes que Edward se arrepintiera otra vez de dejarme ir.

Necesitaba salir, necesitaba aire urgentemente. Distraer mi mente en escaparates, mirando cosas que no necesito y sobre todo necesitaba una amiga como Alice, que pudiera hacerme olvidar por un rato el miserable momento por el que estaba pasando.

—Cuídala mucho, tengo que hacer un par de trámites, Emmett va a alcanzarlas en el centro comercial, yo iré en un par de horas— le indicó Edward.

—Edward, vamos a estar bien. Mientras Bella esté conmigo estará muy segura— le sonrió mi cuñada.

—No te preocupes amor, sé que la pasaremos bien— le sonreí.

—Me llamas si te sientes mal y paso por ti, no camines mucho, debes descansar cada poco tiempo, no te agites— en sus ojos se notaba que no quería dejarme ir.
Pero ya eran varios días que apenas salía a tomar sol.

Salimos en el nada discreto auto amarillo de Alice. Me sentí mejor cuando llegamos, era de mañana así que no había mucha gente en el centro comercial. Desde que bajé en el estacionamiento sentí algo extraño, como un viento demasiado frío para esta estación. Miré hacia todos lados y no había nada extraño ni nadie conocido. Pensé que eran ideas mías, me estaba volviendo paranoica.

Entramos a una de las tiendas de ropas más grandes, Alice estaba feliz, éste era su elemento, me indicaba a cada lado las ofertas, la calidad de las prendas, me daba su opinión sobre cuales me quedarían mejor.

—Mira esa zona. Allí encontraremos cosas muy bonitas para ti— me señaló frenética.

Eran vestidos, faldas y blusas de un material parecido a los de las bailarinas de la India, de esas películas extrañas donde todos bailan mientras cantan canciones ridículas. La miré extrañada.

— ¿Estás segura?— pregunté.

—Claro, pero no éstas— señaló las que estaba en exposición. –Dentro hay una zona con prendas más bonitas hechas de algodón de primera calidad. Vamos— me hizo entrar.

Miré a todos lados, en efecto, los modelos más exclusivos y costosos estaban en un lugar apartado.

Me probé muchas cosas, las blusas blancas me gustaron, no me veía tan pálida. Alice me hizo comprar mucha ropa, faldas, vestidos, pañuelos. Parecía que nunca terminaríamos. Nos pasamos un par de horas entretenidas y olvidé que estaba enferma.

Al salir de la tienda nos llamó Emmett, se le había presentado algo importante y no podía llegar a escoltarnos. Por lo que oí Alice lo felicitaba.

-Dice que hoy en la noche empieza su reality, ese donde vivirá un tiempo en una casa de cristal en plena calle- bufó mi amiga.

-Quisiera verlos a ambos ¿Crees que se moderen en sus afectos si todo mundo los ve?- pregunté. De sólo imaginarlos haciendo “sus cosas” por televisión mi estómago se revolvió.

-No creo, mamá va a demandar a la televisora si sale alguna parte impúdica de su bebé- reímos juntas. Era tan agradable caminar con ella. En este poco tiempo había llegado a ser parte importante de mi vida.

—Tengo sed Bella ¡Vamos a tomar algo rico!— me llevó a un lugarcito pintoresco. Todo lo que ofrecían parecía saludable, jugos, bebidas. Había una sección vegetariana muy surtida.

—Yo no puedo comer, sólo tomare algún licuado— le sonreí

—Es verdad, Edward me dijo que te cuesta pasar los alimentos.

—Sí, cada vez es peor, siento que mi garganta se encogiera—traté de bromear.

—Papa dice que es una infección, que no es tan grave.

—Sí, pero no pueden combatirla y me preocupa.

—Vamos Bella, no te sientas mal, sé que va a pasar estoy segura. Espera aquí voy a preguntar si tienen licuados energéticos, eso te ayudará.

Me dejó esperando porque fue a pedir algo para mí.

Miré a todos lados, era un lindo lugar, había muchas peceras, seguramente a los niños les fascinaba venir aquí. Aunque demasiado verde para mi gusto, quizás le colocaría uno que otro adorno de madera para compensar.

— ¿Bella?— escuché que me llamaban, haciéndome salir de mis pensamientos decorativos. Lástima que no era una voz que me diera gusto oír.

Me giré a verla, su cabellera rubia suelta, una faldita a la que le faltaba tela y un body sobre el ombligo. Tanya y toda su belleza me miraban con un gesto de asco.

—Hola— le dije de forma cortante.

Yo no quería cruzar ni una palabra con ella, de todas las personas del mundo me tenía que encontrar justamente con esta tipa.

—Casi no te reconocí, estás muy cambiada—se acercó más a mi mesa.

—Estoy enferma, gracias— le dije entre dientes.

—Debe ser grave, no deberías salir a la calle, parece contagioso lo que tienes— trato de parecer preocupada pero se notaba a leguas que ni le importaba.

—No es contagioso, Edward y Alice están siempre a mi lado y no tienen nada, es solo algo pasajero— casi le grité pero me agité al contestarle, me dolió la garganta mucho más que antes.

—De todas formas no creo que te recuperes saliendo a la calle pero yo no sé nada de medicina así que mejor no digo nada— con gusto le lanzaría el florero si tuviera fuerzas.

—Mejor no digas nada— traté de sonreírle.

—Pues que te diviertas. Allá está Alice, que pena que no quiso venir a comprar conmigo, debe ser porque le das pena y quiso sacarte a pasear— hizo un puchero tonto. A duras penas me levanté.

—Lárgate de aquí. Yo sé muy bien lo que escondes detrás de esa sonrisa fingida. A mí no me engañas—le recriminé.

Su mirada cambió, ya no era muy amable ahora.

—Qué pena que tu enfermedad te esté causando problemas mentales— esta vez sí sonrió en serio pero no parecía una sonrisa buena. Ella estaba gozando el ofenderme.

—No tengo ningún problema mental. Eres tú la que los tiene porque no puedes superar esa fijación por Edward— mis palabras parecieron dolerle.

—Pero cuando tú ya no estés él se quedará solo…— iba a decir algo mas pero se cortó.

—Yo voy a estar siempre aquí, me voy a recuperar y nos casaremos pronto— mi pecho subía y bajaba del esfuerzo.

— ¿Eso crees? Serás una linda novia muerta—sonrió.

—Tú sabes que es lo que tengo, ¡me envenenaste!— le grité.

— ¿Yo? Estás loca, esa enfermedad tuya debe haberte afectado el cerebro- se burló.

-No estoy loca, tu eres capaz de todo- seguí culpándola.

-¿Cómo puedes acusarme de alto tan estúpido? Yo nunca te he dado nada de comer o de beber. Ni siquiera vivimos cerca.

-Debiste encontrar el modo- insistí. Quería hacerla confesar, aunque sólo sea a mí.

-Le voy a decir al tío Carlisle que estás mal de la cabeza. Y que deberían internarte en una institución mental. Por favor. Yo no me ensuciaría las manos con alguien como tu— me miró con desprecio.

—Yo sé que tú sabes, no te hagas la inocente. Sé lo que tramas, sé lo que has hecho para poder acabar conmigo pero no lo vas a lograr. Nunca vas a tener a Edward— presioné mas para hacerla hablar, sabía que la ira hacía que la gente se defienda a veces siendo indiscreta.

—Claro que será mío, es sólo cuestión de tiempo, yo sé esperar… ya pareces un cadáver ¿Quién va a quererte así de fea?— disfrutó cada palabra que me dijo, la saboreó como un licor dulce. Maldita mujer, si sólo pudiera probar que me había hecho algo.

—Edward me quiere sólo a mí. Y aunque me muera seguirá haciéndolo. No hay nada en el mundo que puedas hacer para acabar con un amor así.

—No estés tan segura Bella. Todo se puede destruir, todo. Una persona, una vida, un amor. Nada es para siempre, nada hay demasiado fuerte que no se pueda echar abajo— parecía una bruja echándome un conjuro siniestro.

Retrocedí un paso pero mi pierna izquierda me falló y no me sostuvo. Caí hacia atrás trayéndome la silla conmigo.

— ¡Bella!— Alice llegó corriendo. Miró a Tanya. — ¿Qué le has hecho? ¡Aléjate de Bella!— le gritó.

— ¿Yo? Ella se tropezó sola—se defendió la rubia.

—Alice, llévame a casa— dije agitada.

—Voy a llamar a Edward debe estar cerca. ¡Vete Tanya!

—Yo no hice nada. Eres mala Bella, acusarme de envenenarte, yo que sólo quería saludar— me dio una sonrisa ladina y se marchó.

Mi respiración fallaba, veía el techo nublarse. Alice llamó a emergencias, dejé de pelear por levantarme y simplemente me abandoné. Escuchaba a lo lejos los gritos de mi amiga, miré de manera borrosa a otras personas que se arremolinaban a mí alrededor.

Oí la sirena acercarse, el ruido de varias pisadas fuertes. Alguien tomó mi mano, traté de aferrarme pensando que era Edward pero era un paramédico tomándome las pulsaciones.

Me subieron a una camilla, no sabía cómo disculparme con Alice por no poder terminar nuestro día juntas, me apenaba que nuestras compras fueran un desastre.

Estaban por subirme a la ambulancia cuando escuché la voz que tanto esperaba, moví mi cabeza para verlo. Se veía tan preocupado, tan frágil. “No te voy a dejar Edward, no llores” pensé antes de cerrar los ojos para dormir un rato.

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