CAPÍTULO 21: FRUSTRACIÓN INDEMNIZADA

2.1K 139 3
                                    

Hacía mucho calor en el avión, me levanté para decirle a alguien de la tripulación que algo iba mal con el aire acondicionado. Pero estaba sola, no había ningún otro pasajero. En la última hilera de asientos logré divisar a una persona, me acerqué de inmediato para preguntarle que pasaba. Casi a unos metros me detuve.

Era Edward.

Me llevé las manos al pecho, mi corazón parecía querer salir de mí y saltar a sus brazos. Estaba leyendo una revista, sus hermosos ojos recorrían lás páginas mientras yo seguía clavada al suelo.

—Edward— llamé muy despacio. Me miró, de inmediato hizo a un lado su revista y se levantó. Caminó hacia mí, con ese andar tan sensual. Me miró, sus manos recorrieron mis mejillas. Quería llorar de gozo. Lo había extrañado muchísimo, una lágrima resbaló y antes que cayera él la detuvo con la yema de un dedo. La llevó a sus labios.

—No llores Bella, te amo— acercó sus labios entreabiertos.

Sentí un fuerte sacudón, me alarmé, por una las ventanillas apareció el rostro de Mike. Di un paso hacia atrás y caí.

— ¿Señorita? ¿Se siente bien?— abrí los ojos. Junto a mí estaba el sobrecargo. Fue un sueño… pero era tan real. Quería que fuera real, Edward decía que me amaba.

—Sí, gracias— discretamente me limpié el rastro de llanto en mi mejilla.

Escuché por el altavoz que estábamos a punto de aterrizar. Me dio un vuelco el corazón. Tan cera de él otra vez y a la vez tan lejos. ¿Se habrá olvidado de mí? ¿Tendrá a alguien en su vida?

Aún no me sentía lo suficientemente fuerte para buscarlo y tratar de tener una conversación civilizada. Quizás en algunos años podría ser. A pesar que me había dicho que no me quería, una parte de mí se negaba a aceptarlo. Habíamos vivido algo intenso, algo que parecía lo más importante. No, aún no. No era tan fuerte, todavía me dolía. Sería mejor concentrarme en lo del divorcio y nada más que en eso.

Iba arrastrando mi pequeña maleta en medio del aeropuerto, muerta de calor debido al cambio de temperatura. Sin querer tropecé con alguien. Volteé para disculparme.

— ¡Ay! Fíjate— la rubia no me miró, estaba más ocupada sacudiendo su vestido como si yo fuera una andrajosa. Se quitó los lentes y la reconocí de inmediato.

—Hola Tanya— dije con poco entusiasmo. Al verme abrió los ojos desmesuradamente.

—Bella ¿Verdad?— trató de fingir que apenas me recordaba pero no fue convincente.

No le dije nada y continué mi camino. No iba a detenerme por una piedra en el camino, y esa, era una piedra insignificante, como las que se meten en el zapato.

Tomé el primer taxi que encontré y me dirigí al juzgado. Mi audiencia era para mañana por la mañana, así que me hospedé muy cerca de los tribunales. No quería andar recorriendo las calles y menos exponiéndome a que me viera Mike.

El Conserje -Terminado-Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt