CAPÍTULO 28: TODO SE PUEDE DESTRUIR

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Alice llamó para que la acompañe al centro comercial. Acepté porque hacía un poco mas de calor y no tenía ropa de estación, pero compraría prendas holgadas no quería que no se note mi extrema delgadez.


— ¿Bella? Santa madre. ¿Qué tienes?— mi amiga se sorprendió de verme tan espantosamente cambiada. No le respondí y me eché a llorar. –Lo siento, calma, calma. Soy tan burra para hablar—se excusó pero ya era tarde.

—Alice, te dije que tuvieras cuidado— Edward llegó a reprenderla.

—Lo siento hermanito, no sabía— ella también soltó unas lágrimas. Ya era suficiente con que el espejo me lo dijera. Parecía un espantapájaros.

—Mi amor, vas a mejorar, papá está haciendo lo posible…— Edward trató de consolarme. Hice tripas corazón para no hacerlos sentir peor.

—Lo sé, lo sé. Creo que después de todo no es un buen día para ir de compras— les sonreí.

— ¡No! Vamos Bella, hoy hay ofertas. Ya se— rebuscó su bolso y sacó un pañuelo grande de color azul, lo dobló en dos. Se acercó a mí y me lo puso en la cabeza, lo amarró bajo mi barbilla, se quitó las gafas que traía colgadas y también me los puso. –Te ves como una espía— sonrió. Le devolví la sonrisa, sólo trataba de hacerme feliz.

—No creo que sea buena idea, Bella debe descansar— se quejó sutilmente Edward.

Me miré en un espejo que Alice me alcanzó. No se notaba que era yo, sólo parecía una chica con algún problema de piel o tal vez sin cabello.

—Pareces toda una artista de incógnito— me alentó mi pequeña amiga.

— ¿Nos vamos?— le dije antes que Edward se arrepintiera otra vez de dejarme ir.

Necesitaba salir, necesitaba aire urgentemente. Distraer mi mente en escaparates, mirando cosas que no necesito y sobre todo necesitaba una amiga como Alice, que pudiera hacerme olvidar por un rato el miserable momento por el que estaba pasando.

—Cuídala mucho, tengo que hacer un par de trámites, Emmett va a alcanzarlas en el centro comercial, yo iré en un par de horas— le indicó Edward.

—Edward, vamos a estar bien. Mientras Bella esté conmigo estará muy segura— le sonrió mi cuñada.

—No te preocupes amor, sé que la pasaremos bien— le sonreí.

—Me llamas si te sientes mal y paso por ti, no camines mucho, debes descansar cada poco tiempo, no te agites— en sus ojos se notaba que no quería dejarme ir.
Pero ya eran varios días que apenas salía a tomar sol.

Salimos en el nada discreto auto amarillo de Alice. Me sentí mejor cuando llegamos, era de mañana así que no había mucha gente en el centro comercial. Desde que bajé en el estacionamiento sentí algo extraño, como un viento demasiado frío para esta estación. Miré hacia todos lados y no había nada extraño ni nadie conocido. Pensé que eran ideas mías, me estaba volviendo paranoica.

Entramos a una de las tiendas de ropas más grandes, Alice estaba feliz, éste era su elemento, me indicaba a cada lado las ofertas, la calidad de las prendas, me daba su opinión sobre cuales me quedarían mejor.

—Mira esa zona. Allí encontraremos cosas muy bonitas para ti— me señaló frenética.

Eran vestidos, faldas y blusas de un material parecido a los de las bailarinas de la India, de esas películas extrañas donde todos bailan mientras cantan canciones ridículas. La miré extrañada.

— ¿Estás segura?— pregunté.

—Claro, pero no éstas— señaló las que estaba en exposición. –Dentro hay una zona con prendas más bonitas hechas de algodón de primera calidad. Vamos— me hizo entrar.

El Conserje -Terminado-Where stories live. Discover now