It was real: A love story

By Enactuada

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Macarena Achaga es una atractiva, inteligente y carismática actriz que es contratada para personificar en la... More

Capítulo I: ¿Coincidencia?
Capítulo II: ¿Vamos por un café?
Capítulo III: Entre grabaciones
Capítulo IV: El tiempo es efímero a tu lado
Capítulo V: Aprendiendo a flotar
Capítulo VI: La invitación
Capítulo VII: El show de Betty
Capítulo VIII: Fueron los tragos
Capítulo IX: No volverá a pasar
Capítulo X: Nuestro primer baile
Capítulo XI: Siempre te cuidaré
Capítulo XIII: Sentí miedo
Nota de la escritora

Capítulo XII: La fiesta de Guillermo Carvajal

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By Enactuada

Después de los cuidados que tuve me repuse rápidamente, me sentía con energía y fuerzas para continuar con las grabaciones. Se venía la primera escena donde íbamos a interactuar Bárbara, Gonzalo y yo, a decir verdad fue una de las pocas partes de la telenovela donde sucedió eso; y si bien es cierto que mi relación con él estaba a todo dar, por más que quisiera sepultar cualquier pensamiento sobre lo que sentía por Bárbara me resultaba muy complicado hacerlo, era imposible.

Desde aquel primer beso siempre temía quedarme a solas con ella, nunca me permitía ahondar más allá de las reflexiones triviales que se producían en mi cabeza por inercia, el tema Bárbara López estaba prohibido en mi cerebro. No podía negar, además, que había cierta sensación de culpa por lo que en secreto estaba sintiendo, pensaba en Ghassan y en lo mucho que lo adoraba, él era una razón poderosa para desvanecer cualquier sentimiento hacia Bárbara que se alejara de una buena amistad.

Así que me dispuse a pasarla genial con la pareja de mi amiga y ella. Era una escena, después de todo, bastante divertida y que contaría con un ambiente animado propio de una celebración de cumpleaños de un tipo multimillonario como Guillermo Carvajal.

Todo marchaba bien esa mañana, y al llegar a la locación observé que Bárbara ya estaba allí con su traje negro, apenas por debajo de sus adorables pompis, lo que hizo por supuesto que destacaran por encima de cualquier otro rincón de su cuerpo. Sin embargo, fui consciente que la mirada me traicionó desobedeciendo la orden que mandé a mi cerebro para ignorar aquella área, fue de esos momentos donde racionalmente pretendes que pase algo, pero tus instintos ocultos se apoderan de ti.

Todo en ella me obligaba a no querer apartar mis ojos y a quedarme pasmada. Aquella morena demostraba y gritaba belleza por cada uno de sus poros. Y yo, siendo sincera, no sabía ni por qué carajos seguía estando ahí, de pie, como si le hubiesen salido raíces a mis extremidades en el césped, como estúpida...

Tragué duro y finalmente logré vencer a la Macarena pícara. Me acerqué a paso tranquilo hasta donde se encontraba y la saludé:

—Barbie, qué linda. —La voz me salió trastornada y quise golpearme mentalmente, pero decidí recomponerme de nuevo yéndome por temas seguros—. Gonzalo debe estar bastante inquieto al verte con ese vestido.

Decía eso, pero lo cierto es que la única inquieta allí era yo.

La morena soltó una risa divertida y negó con un movimiento.

—Qué va —murmuró, y esbozó una sonrisa bastante obvia—. Además, la que debería desestabilizarse es Valentina, ¿no? —Volví a tragar saliva y le respondí con una sonrisa de boca cerrada. Ella continuó—: En cuanto a Gonzalo, ni siquiera me ha visto, no ha llegado aún. Y tampoco creo que se muera al verme con esta indumentaria, entenderás que luego de seis años de relación las sorpresas empiezan a disminuir.

Quise maldecir mi suerte, pues yo estaba segura que me sorprendería con ella cada día de mi vida al despertarme y verla a mi lado.

—Me imagino, ¿es muy monótono? —acallé las voces de mi cabeza.

—Pues, lo normal. Te vas acostumbrando a la presencia del otro y de plano algunas situaciones que eran propias del afán por descubrir a tu pareja, recién empezando la relación, van escaseando, pero bien. —Se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo—. ¿Cuánto tiempo ha sido el máximo de tus relaciones?

—No, Barbie. Está de flojera hablar sobre eso —le expresé con voz consentida, pero también apagada—. Me voy a cambiar y regreso al rato.

—Okay, aburrida.

Mientras me arreglaban para empezar con la escena en donde Valentina recibe a Juls, pensaba en la pregunta que me había hecho Bar y no era la primera vez que alguien me interrogaba sobre eso, lo que evidentemente hacía que me cuestionara por qué razón mis relaciones solían durar tan poco tiempo. ¿Era yo? ¿Eran ellos? ¿Era mi forma de amar? ¿Perdía rápido el interés? No lo sabía con exactitud, lo que sí podía sostener con la mayor seguridad del caso era que nunca iba a mantener una relación exclusivamente por el otro, si yo perdía el afecto y la atracción no hacía sentido permanecer con alguien. Considero que no era una persona egoísta por pensar así, pues si iba a continuar con un vínculo romántico, entonces debía ser porque lo necesitaba y deseaba.

Mi pequeña disertación se detuvo, tocaron a la puerta y era Barbie, empezó a bromear con la playera que Juliana le regala a Valentina y ella decide estrenarla en la fiesta de su hermano Guillermo.

—Órale, ¿te imaginas si yo diseñara de esa forma? Ya te hubiese invitado a un viaje por todo el mundo, por ejemplo, a Dubai. —Cuando dijo eso, sonó confiada y relajada.

Algo en mi estómago quemó.

—¿De qué estás hablando, loca? —hice mi mejor cara de desconcierto y diversión para apaciguar los nervios—. ¿Por qué a Dubai?

—No sé, de repente quieras visitar a tus suegros —se echó a reír de una forma muy jovial y montadora.

Me desinflé al instante.

—No te pases, Bárbara López. Pero ¿sabes? —Sonrió juguetona y pronunció un entretenido "a ver" para que completara lo que iba a decir a continuación. Eso hice—. No estás tan lejos de la realidad, según lo que tenemos planeado en estas fiestas de año nuevo iremos a Dubai.

Por supuesto me refería a Ghassan y a mí, no tenía necesidad de mencionarlo, era consciente de que ella lo sabía.

Su bonito rostro se frunció en una mueca extraña, al tiempo que clavó la vista tras de mí, en el espejo del tocador. De pronto pareció recordar que tuvo que haber dicho algo al respecto, así que terminó hablando.

—¿Es neta? Qué increíble, seguro será una experiencia sin igual.

Su tono de voz cambió, no fue displicente, pero percibí algo en su entonación que no demostró gusto. Claro, tal vez sólo estaba desvariando, inventándome situaciones que en realidad no estaban sucediendo.

Le repliqué:

—Sí, seguramente lo será. Ghassan es todo un caballero...

Antes de terminar la frase, Gonzalo se asomaba con galantería y su voz me interrumpió.

—¿Hablan de caballeros, bellas damas? —se puso los lentes de sol. Sí, en el camerino. Ese era el simpático Gonzi—. Supongo entonces que hablan de mí.

Bárbara, como si estuviera automatizada, le sonrió.

—Pues claro que sí, mi amor, qué elegante te ves. ¿Hace cuánto llegaste? —preguntó mirándolo y arreglándole el cuello de la camisa.

—Hace un ratico, pero ya saben que no soy una mujer, yo me cambio rápido.

Bárbara soltó una carcajada. Yo me quedé en silencio.

—¿No eres una mujer? Eso lo sabemos, pero no necesitas serlo para ser vanidoso, señor Carvajalito —contestó su novia, y yo, para no quedar desfasada de la situación, aprobé con mi cabeza y agregué entre risitas:

—Estoy de acuerdo con Barbie.

Nos echamos a reír y salimos para empezar la extenuante jornada que nos esperaba. La primera escena era nuestra, era sólo de Bar y mía. Nunca olvidaré aquel momento, porque ciertamente ha sido de los pocos donde mis gestos de amor y admiración hacia la belleza de Bárbara López no debían ser ocultados, era fácil dejarme llevar en aquel instante por todo lo que ella generaba en mí sin tener el temor a ser juzgada o atrapada con toda la ilusión y las emociones que me habitaban.

La secuencia empieza cuando Bárbara se baja del auto con esa actitud muy de Juliana Valdés, sonriente y dichosa por compartir una circunstancia tan emotiva con su amiga Valentina, ella me pregunta de forma natural: ¿qué pasó?  Y yo, con cara de estúpida —la que siempre tengo al verla, pero me veo obligada a disimular—, le respondo: "no, te ves muy guapa, estás muy guapa, Juls".  Vaya, qué novedad expresarle a Bárbara López lo hermosa que es, muy difícilmente la vida te pone en frente de semejante mujer con una sonrisa tan atractiva, una nariz perfecta, esos ojos expresivos que me roban toda la energía, su cabello castaño tan libre y vivo, y esa diminuta partitura que tiene en su mentón, creo que desde siempre ha sido mi debilidad.

Mi dulce debilidad.

Le di un abrazo, nos dimos un abrazo lindo, sincero, y tanta era mi fascinación que tuve que aclarar mi garganta para continuar con aquella escena pasajera que termina con nuestras manos entrelazadas, pues sentía que Bar podía caerse y de imprevisto se me ocurrió decirle "cuidado aquí" y tomarla para protegerla de cualquier tropiezo. Ahí cortamos el primer acto en el contexto de la fiesta de Guille, luego siguió una escena muy peculiar porque me sentía atrevida, pero lo estaba disfrutando como nunca, ¿a quién deseaba mentir?

Nos juntamos Bar, su novio, y la chica que hacía de Mayela en el mismo lugar. El director nos dio un par de indicaciones y Gonzi, como de costumbre, no pudo evadir sus rutinarios comentarios:

Lo primero que hizo fue reírse.

—Esta escena no me la creo, entonces me vas a presentar a mi propia novia —me miró fijamente y con una sonrisita perversa pintada en su boca.

Lo observé de la misma forma y, con una sonrisa torcida, le respondí:

—Pues tranquilo, amigo, no te la voy a robar.

Todos reímos en ese momento, entre tanto una voz quisquillosa y traviesa salía de mi mente para indicarme que por supuesto, aunque expresara algo diferente de dientes para afuera, eso era justamente lo que anhelaba hacer, raptar a Bárbara López e irme a un lugar secreto para robarle un beso que nos dejara sin aliento y tal vez un par de cosas más. Afortunadamente estas ideas locas que me estaban absorbiendo se despejaron cuando la escena debía empezar.

El cuadro inicia cuando Bar y yo llegamos a la sala de la mansión Carvajal donde se encontraba Guillermo Carvajal acompañado de su mejor amiga Mayela. Me dirijo a ambos y les digo: "les quería presentar a Juliana", la miro y le sonrío con coquetería delante de su propio novio, sospechaba que estaba haciendo mérito para recibir algún tipo de premio a la mujer más insolente del universo, pero no me importaba. Ellos se dieron la mano y noté que Gonzalo la miró con ese morbo tan característico en él, pero de repente parece que recordó que en la ficción, por lo menos en la ficción para mi beneplácito, él tan sólo es el hermano de la chica que le roba el corazón a esa morena encantadora.

Gonzalo, con su voz grave, se dirigió a Bar: Así que tú eres la famosa Juliana, la que le está enseñando a bailar bachata a mi hermana. Sí, era esa Juliana, la misma que hace unas semanas me había besado y al siguiente día salió huyendo de su casa, temerosa por sus nuevas sensaciones y de todo lo que le estaba provocando en su interior. Sí, es la misma, Gonzi. Mientras pensaba todo esto en microsegundos, no podía contener mi risa que ágilmente estaba siendo excusada al decirle a Bar que mi hermano estaba harto con la canción que ella me estaba enseñando a bailar.

Yo estaba encantada, sin lugar a dudas, Bárbara era otra persona, ella nunca solía ser así tan suelta mientras estuviésemos cerca de su novio, y me preguntaba si tanto ella, como yo, se estaba aprovechando de todo ese performance para ser como finalmente desearía. La escena estaba saliendo perfecta y finaliza cuando le menciono a Bárbara que es mi hermanito el que necesita unas clases de baile, por fortuna, no se había considerado que Juliana le diera esas clases y yo estaba dichosa de eso.

Luego de esta escena ambas tenemos un descanso mientras graban otras tomas en el salón donde se desarrolla la fiesta. Esos pequeños momentos de reposo junto a Bárbara me gustaban, empezábamos a burlarnos de cualquier detalle propio de nuestras actuaciones, o por el contrario lo aprovechábamos para cuadrar lo que venía.

Este no fue la excepción:

—¿Estás nerviosa? —Cuestionó Bárbara, mirándome con fijeza y con un pitillo en sus labios que le permitía beber un refresco.

Elevé la vista hacia sus ojazos cafés, estudiándolos con detención. Su mirada tenía un brillo inusual.

—¿Por qué, Bar? —pregunté, en voz baja.

—No sé, es la escena del... —vaciló para continuar, la alenté con una sonrisa—. Es la escena del casi beso entre Juls y Val.

Es posible que en todo ese tiempo hubiese tratado de ignorar que justamente estábamos a puertas de ese instante, no porque me causara nervios tener que actuar, era porque dentro de mí se desataba el pánico de perder el control de mis ansias y mis deseos de volver a tocar sus labios con los míos. Pero no soportaba la idea de reconocerle esto, así que intenté responderle con frescura y seguridad.

—Ay, Bar, creo que de hecho había olvidado que se nos venía eso, pero no, no estoy nerviosa. —Lo había logrado, soné natural y tranquila, hasta yo me creería de no ser porque en ese preciso instante deseaba fundirme en aquella boca que me enloquecía—. Tú y yo hacemos un gran equipo y todo saldrá a pedir de boca. ¿Por qué me lo preguntas? ¿Lo estás tú?

Bárbara me respondió en modo automático y con gran rapidez.

—No, no lo estoy. Es sólo que... —Me miró como si quisiera confesarme el secreto más grande, se detuvo un segundo, soltó aire y siguió—: Siempre es complicado, ¿no? hay que hablar sobre el beso que ya se acerca.

Suspiré con pesadez, y estuve de acuerdo.

—Sí, de repente estaría bien si nos tomamos unos mezcales para pasar el nerviosismo del primer beso entre Juliana y Valentina, ¿no?

Bárbara sonrió con timidez y asintió con su cabeza.

—Me parece una idea genial, hay que hacerlo.

Y ciertamente creo que necesitábamos buscar estrategias para enfrentar ese momento en el que todos, lo intuía, creerían que sería nuestro primer beso con una mujer, sin saber que en la vida real ya había sucedido sin planearlo, sin ensayos, simplemente la atracción nos dejó sin aliento y sin salida y no pudimos detener aquel deseo. Con Bárbara me sucedía eso todo el tiempo y se veía reflejado en mis improvisaciones al actuar con ella, de ahí que se me haya ocurrido decirle en la escena que empezamos a grabar después del receso: "te ves muy guapa", como si ya no le hubiese manifestado eso, pero eran mis ganas incontrolables de hacerle entender que me resultaba preciosa lo que me hizo caer en la misma frase, y ella, brillantemente siempre sabía responder a mis arranques.

A partir de ese momento Bar y yo estuvimos acompañadas por otros personajes de la telenovela, alcanzamos a bailar en forma de desorden hasta que los personajes de Marco y Gabo llegan para separarnos como lo determinaba el libreto. Hubo muchas escenas en el mismo lugar y la gente estaba fatigada.

Aprovechamos otra pausa, pero esta vez en conjunto con Gonzalo que al igual que nosotras se estaba preparando para nuestra última toma de la noche. Bárbara aprovechó para sacar su celular y hacer una story en Instagram.

Se enfoca primero ella y dice: ya no podemos más, ya esto fue demasiado. Me enfoca a mí y murmura: unas palabras. No pude evitar ponerle rostro de consentida, aunque evidentemente el cansancio me ayudó a reforzar esos gestos, le respondo: unas palabras, unas palabras de aliento.

Ella se echa a reír de esa forma tan bonita, enfoca a su novio y de nuevo se dirige a mí diciendo: tienes atrás a un zombie. Me volteo un poco cansada para ver a Gonzalo y él empieza a caminar como un muerto vivo. Era una ocasión un poco tensionante, pero creo que los tres nos esmeramos por estar con buena vibra para enfrentarlo. A mí particularmente me llenó de emoción leer al instante lo que acompañaba la story, ella escribió "yo estoy hecha una basura mientra macabeso se ve perfecta como siempre y gonzalopz13 un borracho de la calle."

Oh, por dios ¿No era una ilusa, cierto? Debo suponer que todas estarían de acuerdo conmigo. A mí me dice perfecta en la misma story donde a su novio le dice borracho de la calle, al final del día no sólo era mi culpa la inmersión tan loca que experimentaba en el mundo de Bárbara López, yo realmente sentía que ella me quería. Sin embargo, cavilar sobre todo esto no fue tan bueno en aquel momento, teniendo en cuenta el último acto de la noche.

Entramos a mi habitación (la de Valentina) quien tenía todas las energías para seguir bailando, era bastante predecible que pondría "eso es amor"; y en conjunto con la canción empiezo a bailar de esa forma tan ridícula, pero anyway. Me doy la vuelta y enfoco a Bárbara, sentí lo mismo que en aquella escena de la alberca donde, inconscientemente, mi mente hizo desaparecer las luces, las cámaras y toda la gente que estaba a nuestro alrededor, yo sólo tenía un punto firme de visión y ese era el rostro perfecto de Bar, con sus cejas definidas y sus mechones de cabello adornando su frente y sus mejillas. Entonces la tomo de sus manos y empiezo a bailar con ella de forma torpe, no es como lo desearía, pero es como debe hacerlo Valentina Carvajal.

Es probable que me meta en un conflicto al contar esto, pero la cercanía que debe darse entre ambas sucedía en ese instante cuando, tanto Bar como yo, estamos de pie bailando la canción, ese era justo el punto donde entraba Guillermo Carvajal a interrumpirnos, a él alguien debía avisarle para que asaltara nuestra intimidad, sin embargo, producto de mis sensaciones, apresada por todas las emociones que mi cuerpo experimentaba al tener a la señorita López tan cerca, al sentir irrevocablemente su olor y hallarme tan próxima a su cuello inmejorable, finalmente no pude evitar re-interpretar toda la escena.

Le digo: tengo una idea, y siento a Bar en la cama, reconociendo su desconcierto porque sabe a la perfección que eso no estaba en el guion, de ahí que me diga: "Val.." como tratando de buscar una explicación, sin embargo, yo continúo: "¿qué? es un juego, está padrísimo". La miro de esa forma no verbal, tomo sus manos y murmuro: "ven, vamos a sentirnos. Tú tienes que poner tus manitas así".

Veo que Bárbara vacila, le tomo su carita y le refuerzo la idea: "es que la tienes que tener, Juls a ver, no lo estás haciendo bien". Entonces me siento junto con ella en la cama de Valentina, tomo sus manos con más seguridad, estamos frente a frente y en mi abdomen se están produciendo descargas eléctricas a cada segundo.

—Tienes que poner tus manos como antenitas —nuestras manos se juntan mientras Bárbara cambia su mirada de desconcierto por una de nostalgia y de atención genuina hacia a mí, realmente me está enloqueciendo.

"Tienes que seguir el recorrido de mi energía"

Hago una breve pausa y luego vuelvo a hablar:

"Pero no puedes verme..."

Porque me estoy muriendo con tu mirada.

"Tienes que cerrar los ojos"

Tus preciosos ojos cafés.

Entonces una Bárbara dulce empieza, lentamente, a cerrar sus párpados.

En ese instante no puedo mirar nada más que no sean los labios de Bárbara, así que decido cerrar los ojos para escapar a mi ansiedad. Permanecemos conectadas por nuestras manos, y estoy segura que así como yo siento el recorrido de su energía, ella sienta la mía. Fue el momento más íntimo que había vivido con ella hasta ese entonces, no nos importó tener a tanta gente a nuestro alrededor, sólo existíamos Barbie y yo.

Mientras seguía sonando la canción, recupero la fuerza y abro mis ojos, voy recorriendo sus brazos con mis manos, llego hasta sus hombros cálidos, paso por su cuello y siento cómo vibra, entonces sonrío, llego hasta su frente para quitar sutilmente sus débiles mechones de cabello, y acaricio sus mejillas, tomo su rostro como si me perteneciera desde siempre, retomo la imagen de sus labios y me acerco tanto que Bárbara siente miedo, lo puedo sentir, eso hace que su cabeza tenga un movimiento hacia atrás y finalmente la invasión de aquel instante se da cuando Gonzalo entra a la habitación.

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