Para el lunes en la mañana ya estaba preparada y lista para irme a casa. Mi vuelo estaba listo, mis maletas descansaban en el primer piso de la mansión y mi esposo estaba algo triste por tener que dejarme ir sola en el avión.
Habíamos tenido un buen resto de fin de semana. Estuvimos todo el tiempo juntos en la mansión, recordando cosas de la escuela, preparando mis maletas y teniendo un tiempo de calidad. Mis hijas y mi esposo eran el centro de mi universo; y fue entonces que comprendí que no sólo discutía con Zayn, sino que eran más los momentos en que estábamos bien y éramos un pareja real.
Lo último que empaqué en mi maleta fue una llave. –Marie, es la llave de la cabaña de mi abuelo. ¿La recuerdas?
–Por supuesto –le sonreí sonrojándome–, claro que me acuerdo.
–Un día de esta semana ve allí, quiero que vayas tú primero. Cuando llegue allá iremos juntos –su voz ocultaba cientos de promesas que guardé en mi corazón hasta que él estuviera a mi lado en casa.
Asentí lanzándome a sus brazos y lo besé me dio sonriendo. –Te amo, tonto.
–Nunca vas a dejar de decirme tonto, ¿verdad? –sus manos estaban en mi cabello y sus ojos de miel fijos en los míos.
–No profesor Malik –me reí recordando días cuando me daba clases de día y me dormía en sus brazos por la noche.
–Señora Malik, ¿tendré que darle un castigo? –sus palabras recorrieron cada fibra de mi ser, porque yo sabía lo que ocultamente significaban.
Lo besé en los labios y dije: –En sólo dos semanas podrás castigarme todo el tiempo que quieras, porque estas señoritas ya no estarán para impedírtelo –ambos nos reímos porque por nuestras chiquillas hemos estado… ligeramente distanciados.
Después de un muy agradable domingo llegó el lunes con toda la ansiedad que tenía de ver a mi familia, de tomar el avión y volver a respirar el aire cargado del Reino Unido. Mis maletas fueron cargadas en el baúl del auto de Vivian, quien por suplicas de Zayn tenía que llevarme al aeropuerto. Mi esposo no iba a poder llevarme por sus compromisos, pero se había despedido de mí en las mañana mientras desayunábamos.
–Tu esposo es bastante fastidioso, ¿lo sabes?
–Solo sé que lo amo –dije entrando en el auto y ajustandoel cinturón de seguridad–. Además me tenías olvidada. Ya te hacía falta servirme para algo.
Se río. –Ah no, te equivocas si crees que hago esto por ti –encendió el coche alejándonos de la mansión con una Amalia sonriente despidiéndonos en la puerta. –Lo hago por mis sobrinas preciosas. Tú sólo estás incluida en el paquete.
Ambas nos reímos por tonterías durante todo el viaje de camino al aeropuerto. Vivian estaba muy interesada en mis hijas y en los cuidados que debería tener con ellas en cuanto nacieras y por supuesto durante el viaje. Tuve que calmarla de mil formas para que comprendiera que íbamos a estar muy bien.
–Mis padres vana a estar al pendiente. Y si no estoy con ellos estaré con las mujeres Malik dándome más cuidados de los necesarios –sonreí recordando a mis cuñadas y lo mucho que gritaron cuando Zayn y yo les avisamos que estaba embarazada, sin olvidar que gritaron mucho más fuerte al saber que eran dos princesas.
Tenía dos familias y dos casas a mi disposición para mi estadía. Nada me faltaría en casa.
Vivian no se fue del aeropuerto hasta que le informé que estaba en el avión lista para el viaje antes de que la azafata me pidiera que apagara el aparato. Le pedí de paso que le informara a Zayn que ya estaba en camino.
Quise escribirles a mis padres para que supieran que iba a verlos después de un largo periodo sin verlos, pero de cierta manera los sorprendería más verme allí en su puerta como el hijo pródigo volviendo a casa.
¡A casa, a casa!
Estaba más que preparada para lo que se avecinaba. Quería estrechar a mis padres en mis brazos, volver a la casa que me vio crecer, ahora siendo una mujer casada, embarazada y profesional. Una Marie muy diferente a la que se fue. Una Marie muy diferente a la que Zayn conoció, enamoró y se robó.
Decidí que dormir sería la única manera de lograr que el viaje se hiciera más corto, pero al no poder conciliar el sueño con dos chiquiticas moviéndose a sus anchas en mi barriga, opté por leer algo. –Calmadas niñas, ya sólo quedan dos semanas. Calma.
Los leves movimientos del avión me hacían perder la línea en la que iba así que me frustré con rapidez. Mi último recurso fue la música, así que usé la pantalla incrustada en la silla frente a mí para buscar algo que escuchar. No me sorprendí al escuchar la voz de Ed en varias canciones de las más escuchadas y descargadas según Billboard, pero sí me pareció curioso –y motivo de orgullo– el escuchar Half a Heart en la voz de mi problemático favorito. Su voz suave y perfecta era justo lo que necesitaba para calmarme y calmar a las niñas. Yo sabía que la voz de su padre era algo así como canto de ángeles. El canto del amor de mi vida.
Unas mil quinientas horas después logré llegar a tierra conocida. El Reino Unido me recibió con un cielo nublado, frío que congela hasta la medula y un centenar de personas llegando de todas partes del mundo. Mi corazón se agitó reconociendo mi hogar, el lugar en que nací y crecí.
Bienvenida a casa.
Me instalé frente a la cinta que traería mi equipaje observando a las personas agitadas esperando por sus pertenencias y correr a los brazos de sus allegados, a reuniones y compromisos de negocios, o cualquier tipo de asunto que su agenda les recordara.
Medité sobre cómo llegar a mi casa y opté por tomar un taxi. Sería lo más sencillo y rápido. Estaba ansiosa, muy ansiosa por verlos.
Al encender mi celular me di cuenta que tenía varias llamadas perdidas, pero no me fijé de quién eran. Mi equipaje a pareció en la curva y me acerqué para tomarlo. Un caballero a mi lado me ayudó a bajarla de la cinta. Le agradecí con una sonrisa y recurrí de nuevo a mi inglés británico.
Este es mi hogar.
Salí por las puertas de cristal y me encontré con una pared humana que buscaba a sus parientes con los ojos. Yo no tenía por qué entretenerme allí, ya que mis padres no sabían nada, ni tampoco la familia Malik, así que tomé mi celular con la intención de llamar a mi esposo. Antes de poder marcar el aparato vibró en mi mano, en la pantalla estaba una fotografía de mi mamá.
–¿Hola?
–¡Hija, estamos aquí! –gritó. Me alejé el móvil para proteger mis oídos y fije mis ojos en las personas frente a mí.
Una par de manos se agitaban de lado a lado y descubrí que eran mis padres, allí aguardando por mí. Casi corrí hasta ellos arrastrando mi equipaje. Al llegar a ellos los abracé muy fuerte incapaz de articular palabra.
–Mi niña –dijo mi papá en mi oído.
–Que bueno es tenerte aquí, cariño –dijo mamá.
Los tres teníamos lágrimas en los ojos a punto de desbordarse. –¿Cómo… quién?
–Zayn nos avisó que estabas en camino –respondió papá sonriendo. Mi esposo y él se llevaban muy bien a pesar de que él le robó a su única hija.
Sonreí y volví a abrazar a mis padres, anotando en mi mente el llamar a mi esposo y agradecerle por darme una bienvenida magnifica a casa. Me sentí completa y feliz en aquel momento. Mis padres y mis hijas allí conmigo. Sólo me faltaba Zayn para tener completas mis razones para vivir.
La felicidad está en el compartir con otros, en el ser uno con otros.
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¡Hola mis Troublemakers!
Espero que les gustara el capítulo. De verdad es muy importante para lo que sigue. ¿Qué creen que pasara?
Mil gracias por sus votos y comentarios los aprecio montones :3
No olviden que por Inbox e Instagram estoy cuando me necesiten :)
Próximo capítulo: 7 de Noviembre.
Lots of love!
Pau.